¡HOLA! ¡Cuánto tiempo!

He estado ocupadita terminando esto y además con la lucha por mi cultura y mi lengua :) ¡pero por el momento he vuelto!

Les quiero dar las gracias a todos los que me han ido comentando y hablando dándome ánimos. HONTOU NI ARIGATOUGOZAIMASU! Como muestra de mi gratitud hoy les subo tres capítulos ;) como ya tengo terminados todos los capítulos y solo tengo que modificar pequeñas cositas y corregir faltas de ortografía, intentaré ir subiendo semanalmente :)

Cómo habrán podido comprobar por el título, esto es una segunda parte del original 'Por los Años' así que aquellos que no lo hayan leído... HACEDLO YA! Habrá cosas en esta segunda parte que se refieren a la primera, así que si algo no entienden, ruego me lo hagan saber y les contaré con mucho gusto ;) aunque preferiría que lo leyerais antes XD

Bien, iniciándome en un mundo extraño del que no me voy a poder deshacer muy fácilmente, les dejo aquí el inicio de la historia. En cuanto hayais leído seguro entenderéis la situación y época ;) KISS!

Mata na!

^^Shihoran^^

P.S.: los personajes de DC solo le pertenecen a Aoyama Gosho-sama. Aunque sus hijos y nietos son completamente míos! MUAHAHAHAHAHAHAHAHAHAHA (esperando respuesta de Haru è.é)


Por los años: la herencia Black.

Prólogo: Asami.

Había recorrido un largo trayecto. Pasando por encima del ancho mar, dentro de un aparato grande y de metal parecido a un pájaro enormemente gigante. Estaba llena de nervios y aunque ya no fuera una niña, actuaba como si lo fuera. Saliendo de la zona de recogida de las maletas, en el edificio del aeropuerto, observó a su alrededor. De nuevo parecía haber olvidado su idioma materno y paterno y tuvo qu esforzarse para leer lo que ponía. Una vez se había dado cuenta de que ese era el sitio por el que tenía que ir, tiró de la maleta, más pesada que ella, arrastrándola consigo. Se paró al cabo de unos metros. La verdad es que estaba agotada. Suspiró observando de nuevo a su alrededor. Sonrió. Estaba bien de vez en cuando sentirse niña una vez más. Tiró de la maleta hasta el enorme ventanal que le permitía ver por donde había pasado media hora antes. Al fin y al cabo nadie la estaba esperando, pensó. Un coche estaba tirando del enorme avión con el que había llegado para llevarlo al hangar. Puso las manos sobre el cristal emocionada, olvidando por completo sus pertenencias. Le parecía increíble que una cosa como esa pudiera volar por el aire, solo con 4 motores. Por suerte su abuelo le había enseñado a pilotar una pequeña avioneta, así que más o menos sabía cómo funcionaba el aparato. Eso aumentaba su emoción cada vez que veía uno más grande que los que ella sabía llevar, imaginando que quizás un día podría ser un piloto como esos.

— No me lo puedo creer… es Asami-chan —escuchó susurrar a una chica detrás de ella.

Se había olvidado. En ese lugar también la reconocían. Se apartó del cristal sin girarse. Observó como la chica que la había reconocido, estando con un grupo de amigos, sacaba su teléfono móvil. Se miró su propio reflejo en ese cristal. Llevaba su gorra favorita que le tapaba la cabeza, de color morado y fucsia, un jersey rojo, con un chaleco tejano encima, unos pantalones negros y en los pies, unos zapatos deportivos también negros. Cogió la maleta disimuladamente y empezó a andar hacia la salida.

— Espera… espera, espera, espera —sonrió la chica que llevaba unas trenzas poniéndose delante de su paso—. ¿Podríamos hacernos una foto, por favor? —preguntó señalando su teléfono móvil.

— Sí, claro —respondió Asami.

La chica se puso a su lado, apartando el teléfono móvil con su mano, lo más lejos que podía, para que pudieran salir las dos. Asami sonrió. Parecía una buena chica y no se atrevía a acercarse más a ella, seguramente como todas sus fans, por vergüenza. Asami se giró un momento ante la atenta mirada de la chica. Dejó su maleta y la rodeó con el brazo por la espalda. Levantó la otra mano en símbolo de victoria hacia la cámara. Su fan, tímidamente, levantó la mano libre igual que ella. Hizo la foto.

— Gra… gracias —sonrió la chica reverenciándose un momento.

— Ah… espera —sonrió Asami antes de que ella se fuera.

La muchacha sacó una cámara de hacer fotos y le hizo una foto a la chica.

— ¿Puedo pedirte un favor? —preguntó agarrando el mango de la maleta.

— Sí, claro —sonrió su fan alegre.

— ¿Podrías esperar unos días en publicar la foto, por favor? —preguntó Asami—. Es que quiero darle una sorpresa a un amigo —añadió al ver la cara de desconcierto de la chica—. Y no sé si mira los blogs que me habéis hecho… solo un par de días, por favor —añadió levantando las manos juntas y cerrando un ojo, como si pidiera un gran favor. La chica se había quedado parada por la pregunta—. Por favor —volvió a decir Asami.

— Por supuesto —sonrió la chica—. No hay problema.

— Gracias —respondió la chica de la gorra.

Su fan hizo otra pequeña reverencia y se alejó corriendo de allí hacia su grupo de amigos que la estaban esperando. Se agarró la visera de la gorra mientras veía como la chica mostraba orgullosa su foto mientras seguían su camino. Asami sonrió cálidamente. Agarró la maleta y aún tapándose con la visera siguió su camino hacia la salida. El peso de la maleta la cansaba bastante y más sabiendo que no había dormido en un día para poder aceptar con exactitud el horario de Japón. Habían sido horas interminables de viaje en el avión y ya era casi media noche. A estas horas no sabría si alguien le abriría en casa. Salió del aeropuerto y llamó a un taxista que estaba delante de ella. Se apresuró a llegar con la maleta hacia él, para que la ayudara a subirla en el maletero. Antes de subirla, sacó la billetera de dentro de uno de los bolsillos y se lo quedó en la mano. Subió al taxi, indicándole hacia donde tenía que ir. Miró en la pantalla de su teléfono móvil el reloj. Calculando el recorrido, a medianoche estaría en casa. Sonrió. Seguramente estarían durmiendo ya. No le importaba. Seguro podría reírse de ellos un rato.

— Disculpa… —le interrumpió los pensamientos el taxista—. ¿Puedo preguntarte algo?

— Ya lo ha hecho —respondió ella riéndose.

El conductor la miró por el espejo retrovisor poniendo mala cara. Ella se acercó al asiento de delante todo lo que pudo, ya que llevaba el cinturón de seguridad puesto.

— Dígame —sonrió.

— ¿No eres Asami-chan, la detective? —preguntó el hombre.

— Caramba —se rió ella—. No me puedo creer que me haya reconocido tanta gente, hoy. Sí lo soy —añadió.

— Vaya, cuando le diga a mi hija que te he llevado, seguro se alegrará —sonrió el hombre.

— Representa que tendríais que reconocer más a mi padre —añadió ella entre risas.

— Pero últimamente se ha hablado mucho de los casos que has llevado en Estados Unidos —respondió el conductor—. Tu padre parece estar en el retiro, comparado contigo.

— Me halaga usted —sonrió Asami volviendo a apoyarse al respaldo del taxi.

— No les has dicho a tus padres que volvías, ¿verdad? —preguntó el taxista.

— ¿Tanto se nota? —preguntó Asami.

— Tal y como son, estoy convencido de que hubieran venido a buscarte —sonrió el hombre.

— Por ese motivo no les he dicho nada —respondió ella dando por finalizada la conversación.

El coche seguía su camino por las calles vacías de Tokio. El cerebro de Asami pensaba en cómo sería mejor despertarlos. Sonrió con una buena idea, aunque sabía perfectamente que solo funcionaría con su padre. El taxista se paró delante de la casa. Ella abrió el monedero y le dio el dinero que le ponía en el taxímetro. El conductor bajó y le ayudó a bajar la maleta. Se aseguró de que el conductor se había ido y se sacó el teléfono móvil del bolsillo. Comprobó la hora: faltaba un minuto para medianoche. Arrastró la maleta hasta la verja de hierro de color oscuro, iluminada por un fanal de la calle. Soltó la maleta y cogió el pomo de la puerta con las dos manos. Con cuidado abrió la verja suficiente para poder pasar ella y la maleta. Por precaución, dejó la maleta al lado de la puerta de la casa. Volvió atrás y cerró la verja. Tal y como suponía chirrió en cuanto la cerró. Echó a correr hasta ponerse justo al lado de la puerta. Abrió la maleta con lentitud y sacó las llaves de dentro, junto con un balón de futbol. Las puso en la cerradura y la giró con lentitud. Entró arrastrando la maleta evitando que hiciera ruido. Dejó la puerta abierta y se sacó los zapatos. Entró dentro y dejó los zapatos en una esquina de lo que parecía ser el comedor de la casa. Volvió hacia atrás y se quitó el chaleco y la gorra. Puso el balón encima de la maleta y la arrastró haciendo ruido hacia el lado contrario del comedor. Dejó la gorra encima del balón, y puso el chaleco debajo. Se apresuró a ir al lado de sus zapatos, asegurándose de que quedaba en medio de la sombra de la sala. No tuvo que esperar mucho. Tal y como había planeado, la figura de un hombre entró a la sala. Observó un segundo la sala y se acercó con rapidez hacia la maleta. Sacó una pistola y apuntó hacia la maleta. Asami sonrió mientras se apoyaba a la pared, al lado de la puerta de entrada al comedor.

— No te muevas —susurró la voz del hombre aún apuntando a la maleta.

Asami se echó a reír, mientras pulsaba el interruptor de la luz.

— Estás perdiendo facultades, papá —sonrió mientras la figura de Kudo Shinichi se giraba hacia ella.

— ¡¿Asami?! —se sorprendió el hombre.

— ¿Podrías…? —su hija señaló el arma que ahora la apuntaba a ella.

— Per… perdón —se disculpó él—. ¿Qué haces aquí? —le preguntó aun sorprendido viendo como ella iba a cerrar la puerta de entrada—. No te esperábamos hasta pasado mañana …

— A eso se le llama dar sorpresas, papá —se rió ella sacando la cabeza por el umbral de la puerta.

— Y un buen susto —se quejó el hombre.

Ella volvió a entrar al comedor. Hacía casi medio año que no la veía. Cuánto había crecido… iba maquillada y con ropa elegante pero a la vez desenfadada. Sonrió acercándose a ella y la abrazó.

— ¿Cómo ha ido el viaje? —le preguntó Shinichi deshaciendo el agarre.

— Muy bien —respondió Asami—. He vuelto.

— Bienvenida —respondió él.

— Supongo que estarán durmiendo, ¿verdad? —preguntó la chica con una sonrisa maliciosa.

— Ni se te ocurra —se rió Shinichi—. Si quieres mañana por la mañana.

— Está bien, está bien —respondió ella.

— Anda que te ayudo con esto —sonrió su padre señalando la maleta.

Ella sacó la gorra, el chaleco y el balón.

— Lo has planeado bien, ¿eh? —observó el hombre.

— ¿Qué te creías? —preguntó ella subiendo las escaleras de la casa hacia su habitación—. ¿Tenía que superar a mi padre que parece estar en el retiro, verdad? —añadió viendo como él la seguía llevando su maleta levantada.

— ¿Quién te ha dicho eso? —preguntó el padre claramente sorprendido.

— El taxista que me ha llevado —respondió ella con tranquilidad entrando a la segunda habitación de la derecha—. La verdad es que me ha sorprendido que me conocieran todos como buena detective.

— ¿Todos? —preguntó Shinichi mirándola de reojo—. Oye, Asami, que te quede claro que ahora que has vuelto no vas a meterte en ningún asesinato —se quejó señalándola—. No vas a meterte en ninguna escena del crimen ni nada por el estilo.

— Ya veo… —sonrió ella mirándolo mientras él ponía cara de no entenderla—. Tienes miedo a que mamá te deje KO.

— Eso no es cierto —se quejó él.

Asami le miró intensamente, con una mirada que le indicaba que no se lo creía.

— Está… está bien… —suspiró Shinichi—. Cuando leímos lo que habías hecho con ese asesino en serie tu madre por poco no me hace picadillo.

— Esa es mi madre —sonrió ella tumbándose en la cama.

— Lo que tu digas… pero se ha terminado —se quejó Shinichi—. Ahora que has vuelto, vas a centrarte de nuevo en tus estudios y vas a escoger algo que no sea detective, como estudios.

— Venga papá… —se quejó ella.

— Ni venga, ni papá —respondió él sentándose a su lado—. Aunque sí soy tu padre —rió mientras le besaba la frente—. Descansa… mañana por la mañana vendré a despertarte para que puedas despertar a tu madre.

— Vale —sonrió ella—. Buenas noches, papá.

— Buenas noches, cariño —añadió él saliendo de la habitación y cerrando la puerta.

Asami se quedó mirando la puerta cerrada con una sonrisa. Hacía 6 años se había ido a vivir a Estados Unidos, dejando a su familia y a sus amigos, se fue a vivir con sus abuelos. Un año más tarde, cuando tenía que volver, pidió a sus padres que la dejaran quedarse allí. Viviendo allí había conocido algo que quería hacer con su vida. La habían aceptado en un grupo de teatro y quería quedarse con ellos. Sus padres la venían a ver de vez en cuando y hablaba con sus amigos de Japón por internet. Era feliz de esa manera, aunque los echaba a todos de menos. Hacía poco tiempo, había recibido un correo extraño de su compañera Kyogoku Chieko, que le había hecho pensar en una cosa extraña, acerca de su hermano Akira, y otro de sus amigos, Hattori Mamoru. Pensando en que quizás mañana los iba a encontrar… terminó durmiéndose.


Fecha de este capítulo: 06/06 (año… hagan cálculos XD. 6172 días más tarde del último capítulo de 'Por los Años (I)' (13 años normales y 4 bisiestos ;) ): casi 17 años)

Les presentaré:

KUDO ASAMI (工藤朝美), 16 años. Nació el 13 de Junio (el año... sitúense en los últimos capítulos de Por los Años (I)). Su nombre significa 'Belleza de la Mañana', 'Bella Mañana' o también 'Bonita Mañana'. Es hija de... (¿quién lo sabe? XD) Kudo Shinichi y Mouri Ran (al casarse pasó a ser de apellido Kudo). Sus alias u otros nombres conocidos son:

Hijoshi Kirei (火女子きれい)

Takahashi Keiko (高橋恵子)

9000048

¡Hasta el próximo!