Hola amigos, Mary Morante ha recibido mucha inspiración en sus viajes.

Ahora estoy en una faceta de experimentación y no pude evitar escribir esta nueva historia. Cada que pensaba en los avances de las otras, mi mente se regresaba a esta historia y en fin, que más puedo decirles. Quiero también hacer la aclaración, de que no todos los personajes han sido cambiados de sexo, solo a los que les daré importancia en esta historia.

Sinceramente agradezco de corazón, a aquellos que se han acercado a mi para saludarme y entablar amistad de manera más personal, espero no defraudarlos por mis ocupaciones y procuraré poner más atención a mis fiction (sí, a todos).

Sin más introducción, he aquí mi nueva historia Gender Bender

Disclaimer: Hey Arnold y sus personajes son propiedad de Nickelodeon y Craig Bartlett. A excepción de los creados por mí para este fanfic.

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HEY ARLEENE

Rumbo al Hospital

Las puertas del nosocomio se abrieron de par en par, haciendo paso a una rudimentaria camilla de ambulancia, cuyo desgaste era manifiesto por el chillante sonido de las ruedas. A paso veloz es empujada por dos paramédicos, encontrándose un tercero al costado, cuya función se enfocaba en vigilar los signos vitales del semiconsciente anciano, mientras es trasladado al interior de la sala de emergencias.

Despacio, el paciente abrió los ojos, buscando con vista desenfocada a la persona que llamaba – pequeña dama… ¿donde estás?

– ¡Aquí estoy abuelito! – eleva la voz una joven rubia, cuya larga cabellera se elevaba con cada zancada que daba, al igual que su falda escocesa – la abuela viene conmigo, no te vamos a abandonar.

El personal del servicio de urgencias se interpuso en el camino de las féminas, deteniéndolas en su carrera junto a la camilla – lo siento mucho damitas, pero no pueden ir más lejos de esta zona; tienen que ir a la sala de espera, allí el médico les llamara por el nombre del paciente.

Antes de que cualquiera de las dos pudiera objetar algo, una trabajadora social se acerco a la jovencita – disculpa querida, mi nombre es Audry del servicio social hospitalario, y necesito el nombre de tu familiar.

La pelirrubia parecía no haberla escuchado, todavía miraba fijamente la habitación, donde metieron a su abuelo – P-Phil… – hace un ligero movimiento negativo con la cabeza – es decir Philip… Philip Shortman.

– Muy bien – la trabajadora social portaba una tabla, donde anota los datos del paciente – eh… siento decirlo, pero una de ustedes me tiene que acompañar a llenar el formulario, para completar el ingreso.

Abuela y nieta cruzaron miradas, e intercambiaron un fuerte abrazo – voy a ir yo abuela, tú espera aquí.

– Aquí estaré Eleanor – la adolescente asintió y siguió a la mujer de servicios sociales.

– Muy bien linda, supongo que tu nombre es Eleanor ¿no? – le confirma sin duda.

Esbozando una triste sonrisa, la pelirrubia lleva un mechón de cabello dorado detrás su oreja – así me dice mi abuela, pero mi nombre es Arleene Shortman.

c – c – c – c

Los minutos fueron pasando y en un parpadeo, se convirtieron en horas. Abuela, nieta y el resto de los habitantes de la vieja casa de huéspedes, aún esperaban noticias de los médicos. Las miradas de preocupación se reflejaba en cada uno, pero ninguna se comparaba, con la que mostraban las más cercanas al viejo Phil.

– Y entonces, ¿cuando nos dicen que el anciano partió al otro mundo? – pregunta el indiscreto de Oskar Kokoshka – quiero su juego de caña de pescar.

– ¡Cállate idiota! – le regaña Ernie Potts, tratando de no subir mucho la voz – la niña te puede escuchar.

Simulando inocencia, el viejo Kokoshka se encoge de hombros – ¿pero que dije? yo solo me preocupo por las cosas del abuelo, además Arleene sabe que no es con mala intención, digo si no las usan se desgastan, y el abuelo no descansaría en su tumba.

La mencionada estaba sentada junto a su abuela, a quien mantenía en un abrazo protector. Levanto la vista al escuchar que hablaban de ella, pero al ver que se trataba del señor Kokoshka, desvió su mirada dando un cansado y triste suspiro. El señor Potts estaba en lo cierto, claro que lo había oído todo, pero discutir con Oskar siempre había sido inútil – ¿por qué no simplemente cerraba su gran boca? – se cuestionaba la chica – no, eso es demasiado pedir para el señor Kokoshka.

– ¡Oskar! – le riñe Suzie – deja de decir eso, el abuelo no a muerto… oh – asustada, rodó la vista a la rubia – lo siento mucho Arleene, es solo que Oskar…

– No te preocupes Suzie – hace una mueca, que casi parece una sonrisa – de hecho, ni siquiera se de que hablan – le indica tratando de calmar el ambiente, aunque sabe que es en vano. Muy por encima de los comentarios, que iban y venían entre los huéspedes, toda su atención estaba puesta en las personas con batas blancas, estetoscopios, cualquiera que portara expedientes clínicos en sus manos; y sobre todo, en aquellos que salían a dar alguna novedad de los pacientes internados.

Un joven doctor, de no más de veintitrés, salió del área médica a dar un aviso. Por el semblante de su rostro, todo indicaba que no eran buenas noticias las que portaba.

El galeno bajo la vista al expediente, tal vez para confirmar el nombre del paciente. De nuevo la elevo y la mayoría allí lo observaba expectante, casi sin parpadear. Por un breve instante cruzo miradas con Arleene, quien sintió un terrible vuelco en su estómago; no quizo desviar la vista hacia su abuela, pero estaba segura que también sintió lo mismo, ya que el agarre entre ellas aumento.

– Mph, mph… – el médico aclaro su garganta, con intención de llamar la atención a cualquiera que estuviera distraído – ¿familiares del señor S-Smith?

Dentro de la sala se escucho una fuerte exhalación, proveniente más que nada de los habitantes de Sunset Arms, pero el alivio no se sintió tan bien, cuando escucharon a una mujer estallar en lágrimas – ¡no, no es verdad! – decía – ¡no pudo haber fallecido mi abuela!

Pronto la mujer empezó a ser consolada y al mismo tiempo, acompañada en llanto, por los que seguramente eran sus familiares. Arleene empezó a sentir miedo, mucho más del que sentía cuando llegaron. Sabía muy bien que pudo haber sido ella, la que escuchara tan dramática noticia; y el no saber nada de su abuelo desde que llegaron, le hacía pensar que ellos podrían ser los siguientes, y todo trágicamente habrá terminado.

– ¡Arleene!

El eco de una voz conocida, la hizo volverse – ¡Georgia!

La joven afroamericana corrió hacia ella, dándole un gran abrazo – ¡Arleene, vine en cuanto me llegó tu mensaje! ¿cómo esta el abuelo Phil?

– Aún no nos dicen nada – baja la cabeza con tristeza y dirige su vista a la abuela, que también mostraba preocupación – pero bueno, dicen que las noticias malas tienen alas ¿no crees?

La morena les da una cálida sonrisa a ambas – así me gusta, que sigas tan optimista como siempre – la abraza de lado y se sienta junto a ellas – le mande un mensaje a Peyton, espero no te moleste.

– No te preocupes, tu novio también es mi amigo, además no quiero que andes sola tan tarde en las calles.

– La jungla es más peligrosa en la noche – confirma la vieja Gertie, recibiendo una respuesta afirmativa por parte de Georgia – y que lo digas abuela.

Georgia buscaba la manera de comentarle a Arleene, sobre la posibilidad de que su novio llegara con su mejor amigo, no obstante esta posibilidad era bastante remota. El individuo en cuestión, tenía más de un año que había abandonado la escuela, y su novio le contaba muy poco de él, probablemente porque no se veían con frecuencia – ¿no sabes donde hay una máquina de bebidas? tengo sed.

– Creo que vi una al final de ese pasillo – dice la rubia, señalando con su dedo, tomando su estómago con la otra mano.

La morena pudo notar, la mueca de dolor que hizo su mejor amiga – ¿te duele algo? no te miras muy bien, y no solo me refiero a la preocupación.

– Estoy bien no te apures, solo tengo un poco revuelto el estómago, seguro es porque ando en mis días.

– Ok, traeré entonces una botella de agua para ti, te hará bien y no quiero un no como respuesta.

Ambas chicas sonrieron y Georgia se puso de pie – gracias Georgia, eres la mejor.

– Eso ya lo sé – comento a medio pasillo.

El mismo médico de hace apenas unos minutos, salió con otro expediente en mano, lo que puso en alerta a los que esperaban. Arleene lo observo y pronto se tensó, resintiendo de nuevo la molestia en su estómago – ¿que no hay otro médico? ese doctor me da escalofrío – expresa el señor Hyunh.

– ¿Familiares del señor Shortman?

De inmediato, Arleene y la abuela se pusieron de pie, siendo seguidas de cerca por los huéspedes. Las manos las tenían entrelazadas y los nudillos estaban palideciendo, esto por el fuerte agarre entre sí – e-ella es su esposa y yo soy su nieta – se presento la chica con voz temblorosa, temiendo formular la siguiente pregunta – ¿cómo está el abuelo?

– El señor Shortman se encuentra estable en estos momentos – una potente exhalación se dejo escuchar por parte de todos los presentes – pero sus estudios parecen indicar que tuvo un problema cardíaco, aunque no son muy claros porque el paciente se movía mucho, y no dejaba de quejarse de las frambuesas. De todas formas, ante la sospecha de un infarto en el corazón, no lo podemos darle el alta, se tendrá que quedar internado en observación y habrá que repetir los estudios.

– ¿Pero esta bien, verdad? – Arleene no había entendido del todo ese complicado lenguaje médico, pero la parte más importante si que la comprendió – no está en peligro de muerte.

– Te puedo asegurar que por ahora esta bien, y sobre su estado de salud, eso nos lo aclararan los estudios que le realizaremos.

– ¡Con eso me basta! – expresa entusiasmada Arleene. Sintiendo como el alma volvía a sus cuerpos, abuela y nieta se abrazaron más tranquilas – ¿oíste eso abuela? el abuelo va a estar bien.

– No lo dude ni por un segundo Eleanor, el viejo almirante es un luchador – le muestra el puño, dandole poder a sus palabras.

El galeno las interrumpe – como el paciente estará hospitalizado, va a ser necesario que una persona se quede con él toda la noche. Las dejo un momento para que decidan quien se va a quedar a cuidarlo.

– ¿Podemos verlo?

– Lo siento mucho señorita, pero por el momento el paciente debe descansar, mañana si esta mejor podrá recibir visitas – sin decir más, el joven médico se aleja.

Suzie, Oskar, Ernie Potts y el señor Hyunh, intercambiaron comentarios de alivio. Llegó Georgia con Arleene, e hicieron su saludo especial de mejores amigas – me alegra mucho que tu abuelo se encuentre mejor, Arleene – le extiende la botella de agua – toma para que te relajes.

– Yo también me alegro mucho Georgia – da un trago a la bebida.

– ¿Cómo te sientes? aún te duele el estómago.

Arleene da otro trago a la botella de agua, haciendo un sonido con la garganta – mmmh… creo que ya no me molesta – apoya una mano en su abdomen – seguramente el dolor se debía a los nervios y al período.

– Bueno ¿y quién de las dos se quedará con el abuelo? – cuestiona Suzie – si están muy cansadas, yo ofrezco quedarme a cuidar de él.

– Yo también puedo quedarme a cuidar del abuelo – comenta Ernie – y me ofrezco en caso de que se quede por muchos días.

– Yo puedo cuidar del viejo – expresa Oskar – claro que por una módica cantidad, después de todo, es cansado cuidar de un enfermo.

– ¡Cállate Oskar! – dice el señor Hyunh – no tienes remedio

– Les agradezco mucho a todos – Arleene apoya una mano en el hombro de Suzie – pero yo me quedaré con el abuelo, es mi responsabilidad cuidar de él.

– De ninguna manera señorita, la que se quedará con él seré yo – con la energía que la caracterizaba, Gertie se pone en medio de todos, con los puños en la cintura.

La pelirrubia se adelanta hacia su abuela – pero abuela, preferiría que te fueras a descansar y que mañana vinieras al hospital.

– Mañana tienes escuela Eleanor – Gertie la toma de las manos – además necesito hablar con el almirante, de forma confidencial – le guiña un ojo a su nieta.

– Bueno, es difícil discutir contra eso Arlie – Georgia sonríe a su amiga – pero no te preocupes, mañana vendremos a verlo saliendo de la escuela.

Todo indicaba que la decisión ya estaba tomada. La abuela siempre había sido firme en cuanto a su palabra, y prácticamente nada la hacía cambiar de parecer. También tenía razón con respecto a la escuela. La educación preparatoria era muy importante en esta etapa en la vida de su nieta, ya que en base a sus notas, es como podría aspirar a una beca para la universidad. Arleene no estaba segura si sus abuelos podrían costear su vida universitaria, y seguramente tendría que conseguir un trabajo de medio tiempo – esta bien abuela, nos veremos mañana.

Cada miembro de la casa, se fue despidiendo de Gertie. Arleene fue junto con Georgia y el novio de ésta (que iba llegando) a comprarle algo de cenar a su abuela. Después de despedirse de ella, Peyton llevo en su vehículo a las chicas hasta Sunset Arms – espero que tu abuelo se recupere pronto – expresa el chico de rasgos orientales.

– Gracias Peyton, eres muy amable – Arleene cubre su cuerpo con el abrigo antes de salir del coche, abre la puerta de entrada y se vuelve hacia ellos – nos vemos mañana amigos.

Una vez que se despidieron, Arleene subió hasta su habitación, se dio una rápida ducha y se echo cansada en su cama, hasta que un descuido hizo que se sobresaltara – ¡rayos, olvide la compresa! – de inmediato se sentó y busco entre las sábanas melocotón, alguna huella de su rasgo más femenino – uff que bueno, no se mancharon – rápido acudió al baño y acomodo la compresa. Se volvió a tirar en su cama, cogió una gruesa manta y se quedo profundamente dormida.

Dentro del automóvil, la afroamericana no puede evitar interrogar a su novio – pensé que le ibas a contar a tu amigo ¿no le comentaste, verdad?

– ¿A Roland? – el chico acomodo sus lentes, sin despegar la vista del frente – bueno, la verdad es que intente comunicarme con él, pero no logre que me devolviera la llamada.

– ¡Pues me alegro mucho de que no viniera! – dice Georgia, de mala gana – Arleene esta pasando por mucho en estos momentos, como para soportar a su matón particular.

El mejor amigo de Roland, deseaba poder contradecir a su novia, pero sabía muy bien de lo que ella estaba hablando, así que ninguna palabra que él dijera podía defender lo indefendible. Sólo existía una forma de limpiar el nombre del mencionado delante de Georgia, pero eso involucraba traicionar a su mejor amigo, algo que en definitiva nunca haría – entiendo… espero en verdad que el abuelo se recupere.

– Oh amor, sabía que lo entenderías – Georgia se apoya en el hombro del chico, y rodea su cuello con la bufanda roja que ella lleva puesta – pero prométeme que no le dirás nada, no quiero que Arlie tenga más dificultades de las que ya tiene.

– No te preocupes linda, prometo no mencionarle nada.

c – c – c – c

El transcurso del día fue, por fortuna, bastante tranquilo para la pelirrubia. Al cabo del mediodía, la mayoría de sus amigos cercanos se habían enterado del delicado estado de salud de su abuelo, y muchos prometieron ir con ella al hospital como muestra de apoyo – estoy convencida de que en ese hospital, tienen al mejor equipo médico de todo Hillwood, así que no tienes de que preocuparte Arleene – aclara con aires de presunción, Rhonda Wellington Lloyd.

– Eso espero Rhonda, gracias.

– A mí no me gustan los hospitales, pero de todas formas te acompañare Arleene – expresa Stinky, siendo secundado por Sid – claro, si vamos todos será mejor.

Un pelirrojo ve extrañado a sus amigos – ¿pero por qué no les gustan los hospitales? si en ese lugar la gente es muy amable.

– Solo lo dices porque siempre estas en uno, Eugene – le afirma Nadine.

Georgia se pone a lado de Arleene y la rodea de los hombros – bueno Arlie, no puedes decir que estas sola en esto, como verás tienes el apoyo de todos nosotros.

Una amplia sonrisa se formo en el rostro de la chica – lo sé y realmente se los agradezco, verlos a todos ustedes también le beneficiara a mi abuelo.

Sin más, finalizo la hora del almuerzo y cada uno se dirigió a sus respectivas aulas. Las clases terminaron, y una vez que se juntaron todos los de la pandilla afuera del edificio escolar, fueron directo al hospital (repartidos en los automóviles de Rhonda, Peyton, Lorenzo y Harold). Al llegar al nosocomio, una persona conocida estaba hablando por teléfono, en el área de entrada de las ambulancias.

¿Pero que hace aquí el señor Pataki? – Arleene noto, como Bob Pataki mantuvo la vista sobre ella desde que bajo del vehículo de Rhonda, antes de ignorarla y concentrarse de nuevo en la llamada.

– ¿Qué ese no es el señor Pataki? – dice una voz detrás de ella, voz que identifico de manera casi inmediata.

– ¡Liam! que bueno que viniste – Arleene se vuelve y abraza de manera efusiva al pelirrojo, pero al darse cuenta de su exagerado entusiasmo (y recordar que esta delante de sus compañeros), lo suelta de inmediato – q-quiero decir, que me da gusto que vinieras – baja la vista y lleva un mechón detrás de su oreja.

No era secreto para nadie, que Liam era el amor imposible de Arleene, y aunque ella intentará por todos los medios llamar la atención del pelirrojo, esta historia de amor era un caso perdido. Liam le tenía una gran estima a la pelirrubia, pero quizás nunca se interesaría en tener algo más con ella, solo le gustaba – me contó Sheena en la clase de historia, y no quería que estuvieras sola en esto Arleene – la rodea de los hombros y ve al grupo – pero me equivoque y me da gusto encontrarlos a todos aquí.

Georgia llego y tomo del brazo libre a su amiga, para susurrarle en voz baja – deja de poner esa carita de tontita jajaja, por lo menos deberías de darle más batalla a Liam y no ser tan obvia.

– ¿Eh? oh… ah sí… – responde la chica, más roja que una salsa italiana – te lo agradezco Liam, a todos – se vuelve al resto de sus amigos – será mejor que vayamos dentro, mis abuelos nos deben de estar esperando.

– Y dime Arleene, ¿no va a venir Marc…? ¡ouch! ¿por qué me pegas? – Curly le reclama a Peyton.

El joven oriental se inclina hacia él – ellos ya no son novios.

Arleene rodó los ojos fastidiada. Le incomodaba hasta cierto punto que todavía la relacionarán con el idiota de Marc, quien era un año mayor que ellos y era miembro activo del equipo de fútbol americano, además que gustaba de molestar a las personas que el consideraba inferiores a él o "perdedores" – no Curly, y espero que nadie le cuente lo de mi abuelo, odiaría verlo por aquí.

– Entendido – Curly hizo un movimiento con la boca, pasando los dedos sobre ella, simulando el cierre de un zipper.

Llegando a recepción, Arleene hablo con una de las enfermeras que estaban allí – buenas tardes, venimos a visitar al señor Philip Shortman.

– ¿Todos ustedes? – la enfermera cogió su tabla y de nuevo levanta la vista – tendrán que ser pacientes muchachos, este señor tiene mucha gente esperando pasar a verle.

Extrañada por el comentario, Arleene desvío la mirada a la sala de espera y reconoció al resto de las personas de las que hablaba la enfermera. El señor Green, la señora Vitello, Harvey el cartero, en fin, muchas personas del vecindario estaban allí, aguardando paciente para entrar a ver al abuelo – ¡señora Vitello, señor Green, Harvey! ¿pero cómo…?

– Hola Arleene – le habla el señor Green – nos enteramos de que tu abuelo se había enfermado y quisimos venir a apoyarte.

– Cielos yo… no se que decir – Liam se pone a lado de ella y la toma de la mano, dándole una cálida sonrisa – gracias.

Por la megafonía del hospital, la chica de ovalada cabeza escucha su nombre – A la señorita Arleene Shortman, favor de presentarse a información, señorita Arleene Shortman, presentarse a información…

Sin demora, la chica se aproximó de nuevo al módulo de recepción – disculpe, yo soy Arleene Shortman, me han llamado por los altavoces.

– Oh sí cariño – una enfermera diferente toma sus datos, le entrega un pase electrónico con los datos de la habitación de su abuelo, y con un botón, abre las puertas al área de hospitalización – el paciente y la señora que esta junto con él han estado pidiendo por usted, la están esperando.

Antes de atravesar las puertas de cristal, la rubia miro sobre su hombro. Todas las personas a las que alguna vez había ayudado y con las que ha convivido estaban allí; sus amigos, los inquilinos de la casa de huéspedes, gente del vecindario, inclusive estaba el hombre-mono. Esto le dio el valor suficiente y dando una fuerte inspiración, se adentro para encontrarse con sus abuelos.

– En serio espero que todo este bien – le dice Georgia a su novio, rodeándolo de la cintura, preocupada.

Peyton le mira de lado, y le otorga un tierno beso en la mejilla; era una fortuna que la morena fuera tan alta como él (inclusive un poco más) – tenemos que confiar en que sí, linda.

Con mano un poco temblorosa, Arleene presiono el botón para llamar al ascensor. Subió hasta el tercer piso, que correspondía al de medicina interna, y se fue directo a la habitación de su abuelo. Al ingresar, lo que vio, le hizo sentir que las piernas no le respondieran. En la primera cama, pegada a la entrada, estaba un hombre completamente vendado, con una pierna elevada y varias sondas saliendo de diferentes partes de su cuerpo, y para colmo de males, su abuela estaba al pie de la cama de esa persona.

– ¡Oh por Dios! ¡abuelo! ¿pero qué te ha pasado? – al fin la rubia reaccionó, y corrió para ponerse junto al enfermo.

– ¿Arleene? ¿Arleene hija eres tú?

Sollozando, Arleene tomo la mano del que estaba postrado en cama – sí abuelito, snif… soy yo Arleene, aquí estoy… no te dejaré… snif…

Gertie observaba extrañada, la reacción de su nieta – dulce Eleanor ¿te sientes bien?

– Si abuelita, estoy bien… snif, estamos juntos que es lo que importa ahora.

Rascando su cabeza, Gertie cogió la cortina que dividía la habitación en dos, descubriendo al viejo Phil detrás de esta – ¿pero por qué no te acercas? ¿es que acaso no quieres saludar a tu abuelo?

La desdichada chica afirmo con la cabeza, y se aproximo más al paciente equivocado – si abuelito, si quiero estar contigo, por eso es que yo…

– Jajajaja – las fuertes carcajadas del anciano, hicieron que Arleene se volteará y por fin cayera en cuenta de su error – jajaja, no puedo creer que pensarás que… – toma su estómago, doblado de la risa – jajaja que yo era… jajajaja.

Avergonzada, la chica soltó la mano del paciente y se acerco a su abuelo, frunciendo el ceño y con manos en la cintura – ¡abuelo! ¿por qué no me dijiste que no eras tú?

Secando una lágrima, Phil se acomoda en su cama – jajaja perdona pequeña dama, pero es que tampoco me había dado cuenta de que, jajaja… pues que te habías confundido – ve que su nieta aun lo mira molesta, y calma su estrepitosa risa – jaja vamos linda, ¿qué no piensas darle un abrazo a tu viejo abuelo? tienes que hacerlo, antes de que parta de este mundo.

– No digas eso abuelo, que no es gracioso – finalmente abuelo y nieta se dieron un fuerte abrazo. Luego, la rubia extendió un brazo hacia su abuela y los tres compartieron un largo y efusivo abrazo – sabes que no me gusta que digas esas cosas.

Así permanecieron durante unos minutos, hasta que una persona llego y los interrumpió – mph, mph, siento la intromisión, pero tenemos un asunto que atender aquí.

Los ojos de Arleene se abrieron enormemente, no entendía la razón por la que ese señor estaba allí con ellos – ¿señor Pataki?

En la sala de espera, todos miraron sorprendidos al que iba llegando. La pandilla y muchas personas del vecindario, (incluidos los inquilinos) tenían la sensación de que había pasado mucho tiempo, desde la última vez que habían visto a esta persona, ya que estaba irreconocible. Su cabello rubio ahora era más largo y estaba cubierto por una desgastada gorra negra de lana, sobresaliendo en la parte baja de la nuca, cuatro gruesas y sucias rastas. Su rostro era decorado con una barba de chivo y una considerable cantidad de piercings, haciendo juego con una arracada en la oreja izquierda. Llevaba encima una arrugada camisa, color azul marino, una corbata negra se balanceaba con cada paso que daba, y se cubría del frío con una vieja chaqueta, de cuero cafe oscura, con forro de borrega. Sus uñas las llevaba pintadas en color negro y en la muñeca izquierda, portaba una pulsera de cuero negra, con tres hileras de picos que la circundaban. Los pantalones eran unos jeans desgastados y su calzado constaba de unas toscas botas negras, con los zipper descendidos.

Nadie podía creer que delante de ellos, estaba ni más ni menos que Roland Helmond Pataki.

El rubio rodó sus ojos azules hacia los presentes, y dio un cansado suspiro. Sin prestarles la mínima atención, fue directo al modulo de información y de inmediato le abrieron las puertas, para que pudiera acceder al área de hospitalización.

Enfurecida, Georgia se vuelve a su novio – ¡te dije que no le comentarás nada!

Confundido por la aparición de su mejor amigo, Peyton trata de defenderse – p-pero si yo no le dije nada, te lo aseguro, ni siquiera sabía que iba a venir.

– Esto no me gusta – expresa Georgia teniendo un mal presentimiento, como si la aparición de Roland fuera igual a la de un ave de mal agüero – espero que Arleene no se lo tope.

– ¡Vaya, hasta que por fin llegas! – recita el viejo Phil – pensé que tendría que mandar por ti, Pataki.

Detrás de Bob, se asoma Miriam – oh abuelo, no deberías de exaltarte, ademas ya sabías que veníamos para acá – finaliza sonriéndole a los presentes.

Enarcando una ceja, Arleene se gira confundida hacia sus abuelos – n-no entiendo, ¿qué están haciendo aquí los señores Pataki? creí que… – apenas estaba intentando encontrar la justificación, para la presencia de los Pataki en la habitación de su abuelo, cuando nuevamente la puerta fue abierta, mostrando a alguien a quien definitivamente no esperaba – ¿H-Helmond?

– Muy bien viejo – le dice Helmond a su padre, sin notar al resto de las personas que se encontraban allí – ya hiciste que faltara al ensayo con la banda, ahora ¿para que demonios me querías?

– ¡No me hables en ese tono, jovencito! – le sentencia Bob – estamos aquí para hablar de negocios.

Molesto, Helmond reta a su padre – ¡Criminal, yo te hablo como se me venga en gana Bob!

– ¿Podrían bajar la voz ustedes dos? – Arleene exclama furiosa, frunciendo el ceño y tomando las manos de su abuelo – estamos en un hospital, por amor a Dios.

Enojado, Helmond trata de poner en su lugar, a la persona que lo callo – mira hermana, a mi nadie… – el rubio pronto enmudece, al tiempo que siente como un intenso escalofrío baja desde su nuca, al ver quien lo regañaba. Frente a él, estaba la chica que inspiraba todas y cada una de las canciones que escribía, la dueña de sus desvelos, de sus anhelos, de su corazón, y porque no decirlo, de sus sueños más prohibidos: Arleene – ¿A-Arleene?… quiero decir, ¿que hay de nuevo, cabeza de calabaza?

Mirándolo incomoda, la chica rueda sus bellos ojos verdes – mmmh, hola Helmond.

– Bueno basta de charlas, es hora de que hablemos del porque estamos todos aquí – expresa el gran Bob, cerrando la cortina del otro paciente, para tener un poco más de privacidad.

Afirmando con la cabeza, el abuelo Phil aprieta las manos de su nieta, llamando su atención – pequeña dama, esto que paso me ha echo reflexionar sobre lo que pasaría, si algún día les hiciera falta a ti y a tu abuela.

– Dios Santo abuelo, deja ya de decir eso – Arleene se inclino hacia su abuelo, y una pequeñísima lágrima descendió desde su ojo izquierdo. Al ver eso, Helmond tuvo que reprimir el fuerte impulso de ir junto a ella, y consolarla – entonces es por esto que Peyton me estuvo marcando, ¡que idiota soy! le hubiera devuelto las llamadas – pensaba para sus adentros.

Sin poder evitarlo, el desaliñado rubio recorría con la mirada una y otra vez, a la chica delante de él. Muchas cosas habían cambiado en ella. Arleene ya no llevaba sus dos coletas, ahora dejaba caer sus cabellos dorados libres a su espalda. Tampoco portaba más el enorme sweater de siempre, este había sido reemplazado por uno sin mangas, en color azul, que realzaba las curvas de sus senos y le daba forma a su cintura. La falda era la misma, solo que ahora estaba por lo menos cuatro dedos por encima de sus rodillas; y las calcetas de niña de primaria, fueron sustituidas por unas sensuales medias en color azul, que le delineaban sus hermosas piernas, cubriéndole hasta dos dedos por encima de las rodillas.

Cuando Helmond dejo la escuela, también había dejado a una versión más infantil de la chica, y esta nueva señorita lo dejo por unos minutos con la boca entreabierta, y sus azulados ojos fijos sobre ella. La voz de su padre, lo regreso a la realidad – vamos anciano, que no tengo todo el día – Bob le muestra el reloj, impaciente – tengo un negocio de localizadores que atender.

– ¡Cierra el pico Pataki! – se queja el abuelo, demostrando que aun contaba con mucha vitalidad – ¿qué no ves que esto es importante? – se vuelve de nuevo hacia su nieta y la toma de las manos, fingiendo estar muy enfermo – eres una estupenda chica Arleene, eres muy inteligente y tienes buenos sentimientos, eres lo mejor que nos han dejado Miles y Stella desde que partieron – la abuela se aproximo a su nieta y la rodeo de los hombros – y alguien tan especial como tú, con tanto talento en los estudios, no puede quedarse sin una carrera universitaria, sin un futuro… es por esto que tu abuela y yo hemos pensado que lo mejor…

– Te vas a casar con Helmond niña – finaliza Bob, desatando un indescriptible silencio en la habitación, siendo roto de nuevo por el mismo señor Pataki – así nosotros te costearemos la universidad que quieras.

– ¡Bob! – Miriam le regaña – no debiste decirlo así.

– Vamos Miriam, yo solo corte un poco la cursilería, es todo.

Los involucrados de este acuerdo prenupcial, quedaron petrificados al escuchar esto. Helmond, al igual que Arleene, se pusieron blancos como la nieve, sintiendo como su cuerpo intentaba reaccionar, siendo en vano cualquier esfuerzo. Ambos cruzaron miradas y lo único que pudo hacer el nervioso adolescente, fue dar un paso hacia atrás y salir huyendo del lugar.

Arleene todavía estaba boquiabierta, con ojos como platos, y por más que trataba de articular palabra, no lograba emitir sonido alguno. El grito emocionado de Gertie, la ayudo a recuperar la compostura – ¡yupi, tendremos una boda!

– ¡Abuelo, debes estar bromeando! – al fin pudo hablar la pelirrubia – ¡no puedes estar hablando en serio!

– ¡Por supuesto que estoy hablando en serio! – el viejo Phil elevo las manos, pero pronto se acomodo en la cama, mostrando "debilidad" – es decir, por supuesto que hablo en serio, pequeña dama.

Observándolo con cuidado, Arleene mira dudosa la salud de su abuelo – ¡p-p-p-pero abuelo! – rueda la vista a la puerta, por donde Helmond salió corriendo – ¡hasta Helmond esta en desacuerdo con esto! ¿que no viste como salió corriendo?

Con amplia sonrisa, el abuelo comenzó a reír – claro que lo vi jaja, y hubieras visto su cara, fue muy divertido jajaja.

– Él lo entenderá cariño – le dice con calma Miriam Pataki – es solo cuestión de que se acostumbren a la idea.

Separándose de sus abuelos, Arleene se dirigió a la señora Pataki – ¿pero por qué quieren invertir en mí? quiero decir, es obvio que van a perder dinero con mi educación, entonces ¿qué pueden ganar ustedes con esto? – sus manos se posaron en la raíz de la frente, como si así pudiera organizar todas las preguntas que quería formular – ¿qué puede ganar Helmond con esto?

– Yo te puedo responder a eso niña – le habla el gran Bob – estamos hartos de que el irresponsable y malagradecido de Roland no haga lo que le digamos; todo el día esta tocando esa estúpida guitarra, el piano, ese violín; es un desobediente, delincuente, bueno para nada – hace un gesto desagradable – debe de aprender a ser responsable, a pensar de forma madura, y creemos que eso sólo sucederá el día que siente cabeza, pero para eso falta una eternidad.

– Estamos seguros que tú serás una influencia muy positiva para él, Ayleen.

Rodando los ojos, corrige a Miriam – es Arleene, señora Pataki.

Gertie se aproxima a su nieta – como parte del trato, él tendrá que hacerse cargo de ti como tu esposo, mientras terminas la universidad Eleanor, pero para asegurarnos que cada uno cumpla su parte, se casarán por el civil y tanto él teléfono móvil como el almirante firmarán un convenio – la abuela jala el hombro de su nieta, para inclinarla y hablarle en voz queda – te sugiero que leas todo el contrato, pequeña.

Sacudiendo fuerte su cabeza, la rubia se aleja de las mujeres, poniéndose en un extremo de la habitación – ¿es qué acaso todos enloquecieron? – los asustados ojos de la chica, miraba a cada uno de los adultos – ¿siquiera pensaban preguntarme si aceptaría, o si él aceptaría? – se gira hacia la puerta, antes de continuar con su queja – ¿tienen idea de lo que el pobre Helmond está sintiendo en estos momentos?

En cuanto al joven Pataki, este llego a la planta baja, y sin preocuparse por llamar la atención de los que allí esperaban al abuelo, siguió su carrera hasta salir del nosocomio – ¿y-yo… casarme con Arleene? ¿con ella? con la chica más dulce, amable y hermosa del mundo ¿así nada más, por qué sí? – empezó a dar vueltas en círculos, tratando de digerir el extraño acuerdo, al que llegaron sus propios padres – ¿s-ser esposo de mi bello ángel de ojos verdes, la joven con el mejor cuerpo y la más espléndida sonrisa de la H.S.130?

No tenía que ser un genio, (que lo era) para saber que su rostro estaba completamente rojo, ya que el calor que sentía en su cara no era normal, y agradecía a los cielos que el ambiente era gélido; eso justificaría un poco el rubor en sus mejillas.

Se detuvo en seco y se dio una fuerte bofetada en la cara, desatando la atención de algunas personas que permanecían por allí – jajaja… sí, e-esto no es un sueño y realmente quieren que me case con Arleene… con ella, ni más ni menos que ella, solo ella, y han hecho un acuerdo para eso jajaja… – la dicha era tanta, que de repente y sin más, el afortunado rubio cayó a sus espaldas, perdiendo el conocimiento con una sonrisa en su rostro.

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ConTinUarA…

Si les gusto ya saben que me lo pueden hacer saber con un review, si no les gusto y sienten que no pueden detener su queja, también me lo pueden hacer llegar con un review. Todos los comentarios son bien recibidos :D.

Nos leemos después ;)

MaRyMoRaNTe:)