Dulce amor.

-¡Higurashi, el fondant!- grité a mí empleada que tenía lo necesario para hacerle orgullo a su puesto de ayudante.

-¡Sí, señor!-

Ella trajo a mis manos un gran rollo de fondant morado con puntos rosados en él. Tomé con rudeza ese rollo y lo extendí por el cereal para después cortar el sobrante; logrando un perfecto cuadro morado con motas rosadas que completaba el pastel de cumpleaños.

-¡Bien hecho!- sonreí con orgullo.

Miré el pastel con edificios morados y rosados que hacían un conjunto para cumpleaños. Una empleada colocó los personajes hechos de chocolate blanco con pintura de marcador comestible y otra colocó las palabras de chocolate cubiertas con fondant blanco que decía el nombre de la cumpleañera. Un rico pastel de avellana con nueces.

-¡Sí!- se escuchó en coro junto a la melodiosa voz de Kagome.

-¡Segundo pastel, terminado. A por el tercero y cuarto y podrán irse!- grité cerrando la puerta de la cocina tras de mí y caminando a paso tranquilo.

-Señor Taisho.- una camarera se acercó a paso rápido a mi dirección y la intimidé con mi fría mirada dorada directo a sus ojos azules. Ella comenzó a tartamudear: -Los buscan los señores Takeda.- dicho esto ella se alejó, o prácticamente huyó de mí, como de costumbre

Suspire hastiado. El señor Takeda y sus dos hijas eran todo un moco en la vida; no te dejaba de molestar y a veces no te dejaba respirar. Caminé con pasos pesados rumbo a una de las muchas mesas que se encontraban al borde mientras pensaba en cómo decirle a Kikyo que me devolviera la llave de mi departamento. Después de algunos pasos llegué junto a dos mujeres exuberantes y un señor al que se le notaba la ambición en los ojos.

-Señor Takeda, señoritas.- saludé.

Las mujeres me miraron y sentí como me desnudaban con la mirada, me sentía literalmente violado por esas miradas tan lujuriosas posadas sobre mí.

-¿Pensó en lo que le dije?- esa molesta voz taladró en mi mente.

-Sí.- respondí serio.

La mayor de las hermanas me miro impaciente.

-¿Qué decidirá?- me preguntó ansioso y casi podía mirar el signo de dólar en sus ojos vacíos de un color negro.

-¿No es obvio?- pregunté sarcástico. –No.- dije secamente y antes de poder irme feliz a mi oficina la mayor me tomó del brazo.

-¡No, cariño! Cásate conmigo y te haré más feliz que ella-

Tenía que mencionarla….

-¡Aléjate de mí y no te quiero de vuelta!-

El señor miró con malos ojos a la mayor y literalmente la arrastró a la salida reprochándole seguramente el por qué no pudieron quitarme mi fortuna. Miré con ojos fríos la puerta de salida, como si ella tuviera la culpa de mi desamor. Sentí un cuerpo impactar contra el mío de frente, un cuerpo tibio, cálido, pequeño. Apreté a la forma arriba de mí ya que el impacto logró que me cayera con la forma encima de mí.

-¡Oh, dios! ¡Señor Taisho!-

La mujer encima de mí colocó sus codos encima de mi pecho para levantarse.

-¡Lo siento, de verdad!-

Miré con los ojos entrecerrados a Higurashi-san encima de mí y solté un suspiro.

-¿Tú estás bien?

-Si…

Asentí y traté de levantarme pero Higurashi-san soltó un gemido de dolor.

-¡Yo….!- gimió ella de dolor y sentí algo extraño.

-¿Higurashi-san?

-Duele….

Cargué a la señorita Higurashi entre mis brazos y la senté en una mesa.

-¿Qué paso?- pregunte serio.

-Mi tobillo comenzó a dolerme y tropecé con usted…. Creo que me lo doblé…

Asentí.

-Tómate los días que necesites para recuperarte.- me di media vuelta, necesitaba seguir pasando mis penas solo.

-¡No, no!- ante esta respuesta me di la vuelta y me acerqué a ella, con mis ojos fríos como de costumbre y me aseguré de que mis labios formaran una línea delgada.

La miré con mis ojos fríos pero ella parecía no importarle.

-Yo adoro trabajar aquí, no me gusta faltar.- me miró con una mirada fiera.

Esa mujer, ¿qué cosa era? Nunca nadie me había contestado y mucho menos contradecirme, al contrario, yo no era el jefe de buen humor que daba días libres a lo loco a cada estúpido que se le pasaba enfrente. Yo luchaba por sacar adelante mi negocio, recibía insultos de parte de mi hermano disiento que la repostería era para mujeres pero nunca le hacía caso, cada día tratando de no tener ninguna queja y lo único que he recibido desde que comencé; hace 2 años, fue una pedida de más avellana en la masa de pastel de Avellanas con agua de rosas, sí, sonaba extraño pero era delicioso. Y nunca nadie me había contradicho, pero… ¿Por qué con una simple y mortal mujer, 2 años se iban por la borda con solo un "¡No, no!"?

Sentí un calor en mis mejillas al saber que ella se había acercado hasta que nuestras narices casi se rozaban.

-No quiero fal….-

Y ambos fuimos interrumpidos.

Junté esos labios con los míos al ser empujado por detrás y abrí mis ojos como platos. Esos labios eran tan suaves, esponjosos, tibios, tan…. Tan perfectos. Ella comenzaba a quitarse pero no podía dejar eso así, esos labios eran los mejores que había probado, si pensaba que los de Kikyo eran los mejores ¡me retracto! Los de Kikyo sabían a alcohol pero los de Higurashi-san sabían a dulce, un dulce del que no me quería separar. Cerré mis ojos y tomé la nuca de ellaque parecía sorprendida. Moví mis labios sobre estos sintiendo más de su dulce sabor en mi paladar, me sentía tan extraño…. Mi calor corporal subía a cada momento que pasaba pegado a los labios de ella aunque solo yo me moviera ya que ella parecía en un estado de shock. Me separé con lentitud de esos labios y miré a mis lados, por fortuna nadie nos miró ya que era la hora de cerrar y la poca gente que había ya se había retirado. Y entonces caí en cuenta al mirar la cara de Higurashi-san… ¡La había besado! Había prometido nunca jamás volver a tener contacto con una mujer y al sentir el primer toque de una hembra perdí el control pero sentía que esa no era la verdadera razón.

-Lo siento, Higurashi-san.-

Ella asintió sonrojada y evitó mi mirada, la miré curioso. ¿Acaso ella también evitaba contacto con los hombres? Me comía la cabeza pensando en esas cosas que no deberían de importarte pero allí estaba, pensando y pensando en que le pasaba cuando recordé.

-Tienes 1 semana libre, recupérate y si en esa semana no estáde vuelta te despediré, no puedes faltar más que eso. ¿Entendido?- pregunté serio.

Ella me miró intimidada y sentí que debía de retractarme de todas las palabras, abrazarla y decirle que todo estaría bien, tal como una chiquilla de apenas 5 años. Mi fría máscara de frialdad nunca se fue de mi rostro y agradecía eso.

-S-Si, señor Taisho.-

-Bien y, pídele a alguien que te lleve a casa, no podrás caminar así.- miré la parte de su tobillo por encima del calcetín y la zona se veía algo hinchada.

-¡Kagome, los pasteles están listos. Hora de irnos!-

Una voz masculina salió de la zona donde creábamos los pasteles de gran tamaño. Miré la cara de Higurashi y me sentía tan extraño al ver como sus ojos brillaban y una sonrisa se formaba en su boca que antes estaba pegada con la mía.

-Miroku, está bien pero… ¿Podrías cargarme a casa?-Miroku Toriyama-san se acercó a la mesa en la que Higurashi-san estaba sentada, gracias a mí. Miré serio a ese tipo que me ayudaba con la furgoneta a entregar los pedidos a domicilio, no sabía por qué pero una creciente furia nació en mi interior y apreté los puños tratando de contener algo de lo que ni yo mismo sabía a qué se debía.

-Sí, no pesas nada pero… ¿Pasa algo?-

Ella asintió con las mejillas sonrojadas.

-Tropecé con el señor Taisho y me disloque el tobillo…

Toriyama-san miró a mi dirección como notando apenas que me encontraba allí, junto a ellos. Mis puños se apretaron aún más.

-Disculpe a mi compañera, y si nos permite, señor Taisho, me retiro junto a ella.-

Asentí y les di la espalda, no quería ver nada de amor en mis narices de ningún tipo justo una semana después de terminar una relación amorosa, realmente ahora me asqueaba pero…. Ese beso… fue distinto a todos los anteriores y contradictoriamente a mis pensamientos, quería volver a hacerlo. ¡Patrañas! Se pasaría mañana, solo eran las ganas de sentir el calor de una mujer y sentirme amado, nada más… ¿Verdad?

[…]

-¿Entregaste los cinco pedidos pendientes?-

Toriyama-san asintió y me sentí molesto al saber que no había ningún problema para despedirlo. Dos días después de ese beso no sabía porque pero ahora uno de mis hobbies favoritos era vigilar de cerca a ese tipo que al terminar el turno llevaba a Higurashi-san a algún lugar… sospechoso…

[…]

-¿Higurashi-san? Ya estamos por cerrar….-dije sorprendido. Creía que todos se habían ya retirado a sus respectivas casas.

Miré a Higurashi-san sentada en una de las tantas mesas de mi establecimiento; Taisho´sBakery. Ella se sobresaltó, seguramente la asusté, y me miró aún asustada, con esto lo confirmé.

-Sí, discúlpeme, pero Miroku no vino a trabajar hoy y espero un taxi que me lleve a casa…-

-¿Un taxi...?- ¡Mi oportunidad! –No se molesta, la llevaré yo. Ir en taxi en la noche es peligroso para una mujer.-

Ella me miró pensativa y después sonrió.

-Es verdad, pero puedo caminar. Mi casa no está lejos de aquí-

-No importa, es igual de peligroso.- insistí.

-Está bien…- dijo ella.

Una emoción estalló en mi pecho y asentía con entusiasmo. Le ofrecí mi brazo a Higurashi-san y ella se levantó de la silla dejándome ver como su tobillo ahora se encontraba en buen estado. Caminé con ella del brazo hasta la puerta de cristal de mi establecimiento, retiré con suavidad mi brazo trabado con el izquierdo de ella, para cerrar la puerta principal, la trasera y la de evacuación o emergencia ya estaban cerradas, como siempre. Un calor en mis mejillas me atacó junto a un temblor en mi pecho devído al fuerte latido de mi corazón que saltó de la emoción y algo más que no pude identificar cuando, sin necesidad de ofrecer mi brazo, ella lo tomó con fuerza y no solo con uno, si no con dos.

-¿Higurashi-san?- pregunté serio, todo lo que no sentía en esos momentos.

-Tengo frío….-

Parecía no mentir, pues su cuerpo temblaba, lo sentía atreves de mi brazo. Con un suspiro retiré mi brazo de ella y me saqué el saco negro que portaba a diario y lo pasé por encima de los hombros de ella, que me miraba sonrojada. Ella apretó el cuello de mi saco y dijo

-Gracias, señor Taisho.-

-Inuyasha.- respondí.

-¿Disculpe?-

-Mi nombre es Inuyasha, Higurashi-san.- repetí.

Ella sonrió y comenzó a caminar seguida de cerca por mí ya que, no sabía dónde vivía…

-En ese caso, Inuyasha…- no sé por qué pero me gusto como sonó mi nombre dicho por ella. -… mi nombre es Kagome, no Higurashi-san.- ella trató de imitar mi voz.

-¡Hey! Yo no hablo así.- me quejé ante el tono grave y levemente estúpido que ella usó.

Ella me miro seria y apresuró su paso obligándome a hacer una rápida caminata para alcanzarla. Solo una palabra la caracterizaba…

Bipolaridad…

[…]

-¿Eso es lo que quieres, verdad?-

La camarera, de nombre Yuno, miró mis ojos, gran error… Podía ver como su cara se tensaba y sus ojos se entrecerraban, nadie podía soportar mi mirada y parece que ella ya había caído.

-Lo que quieres…- comencé. -… son 5 días libres, pero, ¿sabes que estamos súper ocupados, verdad?- pregunté serio. -57 bodas en este año, de las cuales terminamos 34 pedidos. 12 pasteles para fiestas infantiles. Debemos crear 1 000 raviolis para el día del ravioli y claro, no podemos dejar de poner cosas nuevas en los aparadores, próximamente tendremos.- tomé aire. -Tenemos sobretodo el pastel de la Wester, lo quieren con movimiento, un maldito tren con movimiento del cual, lo más posible, es que necesitemos crear unas vías fijas para que se mueva. Y el último y no menos importante, tenemos que hacer un pastel que saldrá en toda la portada de la revista "ItalianHobbies" para pasado mañana, el cual, no hemos siquiera comenzado.- terminé.

Ella asintió y no mostré ningún ápice de culpa al ver sus ojos cristalinos, realmente asustada.

-No puedo.- me levanté de la silla y ella se tensó. –No me interesan ni los motivos ni tu desempeño en el trabajo. Envíale alguna postal a tu madre enferma, pero te quiero ver mañana aquí.- respondí y salí de mi oficina.

Solté un suspiro al mirar como varias miradas se posaban en mí, como siempre, todos escuchaban todo lo que decía pero no era mi culpa que mi voz sea tan grave, no sabía porque pero a… ella…siempre le gustó mi voz, nunca la entendí pero ahora mucho menos la entendería, ella era libre de irse con ese tal Naraku, tanto ella como yo éramos ahora libres de elegir nuestra vida y eso trataba de hacer… ¡Pero bueno! Ahora no me deprimiría, nunca fui un estúpido romántico y no pensaba serlo mucho menos. Caminé hacia los baños y pasé por la puerta donde el conocido y popular símbolo de un hombre estaba como placa en una puerta para refresarme la cara y al salir me encontré cara a cara, bueno, cara a pecho porque ella era más baja que yo, con Kagome.

-¿Pasa algo, Kagome?-

Y solo tenía una pregunta. ¿Por qué mi voz sonó tan diferente a la normal?

-Necesito hablar con usted.- me dijo seria.

Asentí y sentí una pequeña mano tomar la mía y después, me sentí arrastrado a mi propia oficina por una Kagome, sus pasos parecían algo robóticos. ¿Qué le pasaba?

Entramos por la fina puerta de cuarzo blanco y después ella se sentó en el sillón de cuero, justo delante de mi escritorio.

Caminé aun pensando en qué le pasaba a Kagome, y después me senté en la silla desocupada, quedando únicamente separados por el escritorio de madera fina, color café con distintos tonos del color antes mensionado. (Así es mi salón de estudios, lo utilizo para enseñar y practicar toques en lo demás de espacio, y el escritorio para charlar con los padres)

-Directo al grano, señor Taisho.-

¡Puff! Eso no me gustó nada. ¿Señor Taisho? ¿Dónde quedó el Inuyasha?

-Mi madre enfermó, no se enteró antes, está débil y necesita de mí. ¿Podría dejarme ir?-

-Claro.- dije sin pensarlo.

La madre de Kagome estaba necesitada y no puedo negarle a esa mujer la prescencia de su hija en aquella enfermedad, hasta ahora, desconocida para mí.

-Bien…- ella sonrió. –Ya que me ha dejado a mí, ¿por qué no dejar a Yuno? Señor Taisho, ¿podría explicarme?-

Me quedé helado. Peor si era verdad. No dudé para nada darle la oportunidad de un puente a Kagome, con sólo escuchar su pedido. Pero a Yuno no se la di, no dudé en negársela, fue lo primero en que pensé y en que actué.

¿Qué es este sentimiento tan feo?

¿Culpa?

-P-Puedes retirarte, Kagome.- ¿tartamudeé?

¿Yo; el "Señor todo lo puede"?

No puede ser…

¿Qué me estás haciendo, Kagome?

¿Por qué nunca antes había sentido estas cosas, aun cuando casi ni te conocía?

¿Qué me está haciendo Kagome…?

Ignoré a Kagome y fui directamente a la posición de Yuno, esta me miró intimidada y sentí mi corazón doler, estaba seguro... Ella me temía.

Le di esas vacaciones y ese día, ese día en el que le di a una empleada unas vacaciones con este sentimiento, ella fue la más trabajadora que todos en esa misma noche de trabajo.

Todo gracias a Kagome…

[…]

Salí de mi oficina y una Kagome sonriente me esperaba al lado de la puerta. Mi sonrisa que inconscientemente plasmé en mi rostro fue correspondida por ella y me encaminé a su lado.

-¿Miroku?-pregunté tragándome los celos que destilaba mi interior al mencionar ese nombre.

Ella soltó una risita, tal vez notó mis celos y ante este pensamiento mis mejillas se sonrojaron.

-¡No es qué este celoso o…¡ ¡O...!-

-¿Quién mencionó algo de celos?-

Pillado…

[…]

Después de una pequeña discusión sobre los celos, donde a duras penas disfracé mis crecientes celos salí de mi establecimiento con una hermosa Kagome nuevamente colgada de mi brazo.

-Así que, Miroku… ¿Es solo un amigo?-

-Sí, lo es. No tienes por qué estar celoso de un amigo.- rio ella.

-¡Que no estoy celoso! Testadura…-

-¡Jah! Y mira quién lo dice.-

-¡Bueno, almeno yo…!-

Paré de hablar al sentir una gota caer sobre mi nariz y después otra en el centro donde comenzaban la raíz de mi largo cabello negro. A esas le siguieron más y más hasta que sentía como una gota resbalaba mandándome extrañas sensaciones al sentir una gota cargada de agua bajar por toda mi cabeza, justo en mis cabellos.

-Problemas…- dijo ella.

-No alcanzamos a llegar a tu casa, la mía está más cerca.- dije, más bien ofrecí.

-Está bien, tengo algo importante en mi bolso y no quiero que le pase algo por la lluvia.- me gusto la visión que tuve de ella. Su hermoso y blanco rostro perfectamente femenino, las mejillas rosas y las gotas de agua pasando por su rostro, definitivamente ella era hermosa, me atrevo a decir que más que Kikyo… ¡Woa, ¿yo pensé eso?! Nunca creí que llegaría el día en el que pensara eso pero… nunca se sabe que pasará en el futuro y lo que nunca pensé, terminó por llegar. ¿Qué me pasaba?

[…]

Llegamos a mi casa que ahora que pensaba, no estaba lejos de la de Kagome. Ella entro seguida de cerca por mí y cerré la puerta.

-¡Que frio!-

-¡Ni que lo digas!-

Solté un suspiro y caminé al cuarto de baño para sacar dos toallas blancas, ambas con mis iniciales cosidas en hilo negro, lo que las hacía resaltar.

-Adelante, sécate.- dije una vez que volví a la puerta y ofrecer una a Kagome. Ella asintió y, con una delicadeza atrayente, sentía como la toalla era retirada de mi mano.

Dejé atrás esos pensamientos y le sonreí a Kagome, siendo correspondido por ella.

-¿Algo de comer?- le ofrecí y con la toalla comencé a secar mi largo cabello. Me senté en mi sillón negro de la sala y momentos después sentí como se hundía con delicadeza, como si el peso fuera minúsculo, a mi lado. Para después, sentir unos ledos con los míos, que sostenían la toalla.

-No, gracias. Te ayudaré con eso.-

-Gracias.-

Agradecí y dejé que ella secara mi cabello.

-¿Te gustaría bañarte aquí? Es malo que estés mojada, podrías usar el shampoo que mi madre me dejo, es de flores silvestres. ¡Dioses! Parece que mi madre quería una mujer.- ambos reímos.

Minutos después escuché el sonido del agua al caer y tomé la ropa de Kagome para caminar a la lavadora y colocar la ropa dentro. Miré a mis lados asegurándome de no ser visto por nada ni por nadie y me retiré poco a poco la ropa para juntarla con la de Kagome y con la toalla con la que Kagome me secó el cabello, la utilicé para taparme. Solté un suspiro y volví a la sala de estar mirando curioso el bolso de Kagome. Ella mencionó algo sobre un... ¿Regalo? Bien, la curiosidad me mataba pero no por esohurgaría por el bolso de ella, seguramente era algo personal o para algún familiar, además, no tenía ningún tipo de derecho como para hacer eso tan... Tan parecido a lo que una pareja hace… Y aquí vamos, nuevamente esos pensamientos. Kagome me atraía, era verdad. Me gustaba mucho, más que Kykio, pero no podía llegar a decirle: "Kagome, hola. Me gustas y te quiero para mí, así que te encerraré todos los días en mi casa para que no vuelvas a ver la luz del día" Bueno, eso no era precisamente lo que tenía pensado, mejor: "¡Hola, Kagome! De verdad que me gustas y quisiera que me aceptaras de novio para después dar un paso gigantesco: el matrimonio". Ok no, eso podría dar un poco de miedo…

-¡Inuyasha!-

Di un pequeño salto al salir de una forma un tanto... Peculiar... De mis pensamientos. Subí escaleras arriba para estar frente a frente a la puerta de baño. Ya no se escuchaba el agua, lo que me decía que ella terminó de bañarse.

-¿Necesitas algo, Kagome?-

-Ropa, no tengo y la que tenía de cambio esta mojada, la del trabajo la dejé en los vestidores de la pastelería, lo siento…

Pensé en lo que podía hacer hasta que una idea llegó a mi mente.

-Te puedo prestar una camisa, tu cuerpo es pequeño a comparación con el mío, podrías usarlo como un… em…

-¿Vestido?- acudió a mi ayuda.

-Sí, tengo una camisa a botones roja larguísima, tanto que tengo que fajarme.- ofrecí.

-¿Podrías prestármela?-

No respondí y caminé a mi habitación, justo al lado del cuarto de baño, y de mi ropero elegí la dichosa camisa que sería la que tocara el cuerpo de Kagome mientras yo apenas había tenido contacto labial, y eso por accidente…

Volví a la puerta del baño y di unos suaves toques a la puerta.

-¿Inuyasha?-

-¿Quién si no? Tengo la camisa.- dije.

La puerta se entre abrió dejando salir un brazo largo y delgado de un color blanco, era el brazo de Kagome que había salido para extender la palma. Coloqué la camisa en la palma extendida de ella y después esta volvió a ocultarse detrás de la puerta.

-Gracias-

-Oye…-

-¿Sí?-

-Tengo hambre, haré algo, ¿quieres acompañarme?-

Esperaba con todo mí ser un mísero sí. Un silencio se formó entre una Kagome detrás de la puerta y yo del otro lado, comenzaba a sentirme nervioso… Seguramente Kagome no quería acompañarme… ¿Acaso era por mi actitud?Tal vez era mi culpa, me volví una roca después de la despedida con Kikyo y ahora soy todo un témpano de hielo, no es raro que la gente se aleje de mí por culpa de mi forma de ser. Pero… me decepcionó mucho que Kagome no me acepte así, digo, ya pasamos unos buenos momentos juntos, ya era como para que me digiera algo o… ¡no lo sé! Ahora estoy confundido, ese sentimiento no me gusta para nada.

-Listo, ¿Qué harás para cenar?-

Me sobresalté al escuchar esa voz delante de mí. Últimamente estaba muy pensativo y me sobresaltaba ante todo. Mi quijada casi baja hasta los suelos al ver a Kagome con mi camisa de una forma tan extraña, creo que se las arregló para hacerlo parecer un vestido… un vestido muy corto…

Miré el anillo de 14 quilates que tenía pensado dárselo a Kikyo esa misma noche en donde ella me dijo que tenía un amante, pero extrañamente eso ya no me molestaba para nada, al contrario, me sentía feliz por ella. Que Kikyo fuera feliz con quien ella quiera, yo era feliz con Kagome y no cambiaría eso por nada del mundo. Tal vez ahora comprendía a Kikyo y su infidelidad que duro 3 meses, tal vez me tenía miedo… Pero ahora entendía el por qué, ella ama a Naraku y yo no puedo hacer nada para impedirlo, y no quería.

Abrasé con más fuerza el pequeño y esbelto cuerpo de Kagome a mi lado al sentir frio y la calidez de ella me inundó. Continué pensando.

Pero eso sí, si Kagome me engañaba con otro, sería capaz de raptarla y llevármela a América para tener una vida, aunque sea forzada… Tal vez es una locura ¿Es una locura? Si la respuesta a mi propia pregunta era un sí…

¡Considérenme loco!

[…]

2 meses, dos míseros meses y ya me sentía tan… tan… estúpido con sólo recordar a Kagome…

Amaba a Kagome, estaba seguro y un Taisho no se equivoca, o al menos eso decía mi padre, pero una vez fallé con Kikyo y ahora no estaba seguro… ¿Le agradaría a Kagome? No lo sabía, quizá si o quizá no, la respuesta hacía que me quedara tan pensativo que incluso me sobresaltaba con el primer sonido que escuchaba y me sorprendía.

Dios, me sentía tan… tan… tan impotente y débil ahora mismo…

Y no me gustaba sentirme débil, para nada.

Suspiré pesado y allí, frente a la puerta de la casa de Kagome, yo mismo me encontré con un bello ramo de rosas rojas escondido en mi espalda y con mano temblorosa toqué suavemente la puerta, y en unos minutos una bella Kagome me recibió y creo que estaba haciendo la cena, puesto que tenía un delantal que olía a mantequilla, posiblemente algo de repostería.

-¿Puedo entrar? –mantente calmado, Inuyasha, calmado…-Adelante –ella sonrió tan hermosamente que creo que me embobé meses habían pasado ya desde entonces y yo no sabía exactamente que hacer ahora…

Creo que me embobé, pero sólo un poquito

Un poco, puesto que ella rió y tiró de mi brazo hasta introducirme a su casa.

-uh, sí… -antes de negar levemente con la cabeza, intentando quitarme lo embobado.

Suspiré antes de mover el ramo de flores hasta posarlas delante del bello rostro de la azabache de bellos ojos y ella sólo sonrió, me sonrosé ligeramente y devolví la sonrisa, sintiendo que ella las tomaba. Mis cejas se fruncieron ligeramente al

¿Esa es la sensación que sufren los maleantes al confesar su crimen? Por qué… se siente tan bien… ¡Sí! Por fín había dicho lo que yo sentía que DEBÍA decir, pero al ver que Kagome desviaba la mirada yo me tense, sentía que pasaba algo malo…

-Yo estoy comprometida…

- …

No me jodan.

[…]

Agobiado y con una copa de wiskey en mi mano, bebí todo de un solo trago antes de sentirme ligeramente mareado, reprendiéndome mentalmente por haber comido tan poco y hasta ahora sufrir las consecuencias del alcohol.

Suspiré y mirá fijamente la copa ahora vacía

-Traigame su mejor botella de vino tinto, de uvas, y de vino blanco –ordené con voz algo ronca, mirando fijamente al dueño de ese establecimiento en el que ahora me encontraba.

-Pero señor… -lo escuché aclararse la garganta –ya bebió demasiado y esos tres vinos juntos no serán una buena combinación –el anciano sonrió ligeramente.

-Fhé, no me interesa, sólo tráigalas –bufé y desvié la mirada, sabía que el anciano tenía razón, pero por el momento nada me importaba, sólo quería quitar de mi mente a cierta azabache.

Y vaya que ese señor dio una muy buena lucha por intentar persuadirme para que evitase el alcohol, pero fui tan terco que siempre me negaba, alentado de mi fuerte resistencia, así que finalmente lo vencí y trajo mis 3 botellas

¿Comprometida?

Diablos…

[…]

Estúpidamente, heme aquí nuevamente: frente a la casa de la chica comprometidacon la camisa mal arreglada y demonios, aliento a alcohol pero no se pudo evitar, apenas podía acomodar correctamente mis pensamientos y me reprendía mentalmente por eso.

Con pesar y mejillas rojas, toqué algo fuerte a la puerta de Kagome antes de esperar unos momentos, antes de ver frente a mí a la misma azabache pero ahora tenía una linda pijama con estampado de ¿ositos? ¿onigiri? ¿Cabezas tiernas de leones? ¿Flores de sakura?

Sinceramente, no le veía la puta forma, creo que era por el alcohol…

Bha, ¿qué importaba ahora?

No sé ni como, pero salí de mis pensamientos y ya tenía una humeante taza de té en mi mano y una toalla húmeda limpiando mi rostro sudoroso. Con manos temblorosas, yo solo bebí del té de naranja e intenté calmar el fuerte dolor de cabeza.

No sé por qué, pero al sentirla a mi lado me descontrolé y, dado a mi "sana" memoria ese momento, tomé a Kagome como mía esa misma noche.

Y fue una de mis mejores noches

[…]

Solté un suspiro y pase caminado por la casa de Kagome por décima segunda vez en el día. Miré atento la puerta y mi mano se envolvió en manija. Moví desesperadamente la manija pero esta estaba atrancada. Con un sentimiento de agonía retiré mi mano de esa pieza de latón y miré el correo de ella. Estaba totalmente lleno y algunas cartas caían de este en el suave césped. ¿Por qué se había ido?

Igual, quizá fue por lo que hice…

Y así, cada día después del trabajo pasaba por la casa de ella, esperando ansioso poder entrar a esa casa y mirar a Kagome sonreírme como ella solía hacerlo a diario junto a ese gato gordo. Pasaron los días y nada, no había nada allí. ¿Qué había hecho mal? ¿Acaso fue el haberme confesado?

No, yo lo sabía…

Fue por lo que le hice, pero la mirada de Kagome no fue nunca de odio, fue tan hermosa que me obligó a seguir y seguir durante toda la noche…

Me sonrojé ligeramente ante los recuerdos

Sé que ella estaba comprometida con una tal Kouga pero eso no me impidió ser feliz con ella al menos unos momentos. ¡Rayos! Mi pecho cada vez dolía más y más esperando calmarse con escuchar la voz de Kagome una vez mal, mirarla sonreír de esa forma en la que me sonreía solo a mí y no a nadie más. Dichoso sea el tal Kouga por tener a esa maravillosa mujer, una por la que estoy dispuesto a darlo todo menos mi vida, por qué si no tuviera vida no valdría la pena, así no podría mirarla, sentir esa emoción al mirar como ella despertaba a mi lado cada mañana, a cada momento. Tener pequeños críos corriendo y sorprendiéndonos a cada mañana cuando yo estaba dispuesto a levantarla de una manera especial, con amor…

Esa mujer me enloquecía como ninguna otra. Adoraba como me cocinaba siempre pero sobretodo la amaba a ella. La amaba…. ¡¿Por qué no me di cuenta antes?! Pude haberla detenido, no lo sé. ¿Raptado? No creo que eso sea bueno…. Pero la idea me sonaba atractiva.

Con un vació en el pecho caminé a mi casa sin importarme que esta quedara a 3 kilómetros. ¿Qué importaba? Caminar no era malo pero me hacía recordar los momentos dulces con Kagome, lo que hacía que me llenase de calidez y de añoranza, pero algún día ella volvería, lo sabía, y si no era así, yo la buscaría, tengo el correo para su nombre completo y podría investigar sobre ella y su familia. ¡Mierda! Me sentía como un acosador.

Y así, cada día después del trabajo pasaba por la casa de ella, esperando ansioso poder entrar a esa casa y mirar a Kagome sonreírme como ella solía hacerlo a diario junto a ese gato gordo. Pasaron los días y nada, no había nada allí. ¿Qué había hecho mal? ¿Acaso fue el haberme confesado? Bien se decía que no había que decir palabras con la cabeza caliente, en este caso eso era literal (Si me entienden…) Posiblemente Kagome creyó que estaba jugando con ella o algo por el estilo, pero yo no era así. De verdad…

-La quiero de vuelta…-

Con 1 día me bastaba para extrañarla, ahora me siento emo-deprimido con 12 días sin verla…

[…]

No sabía porque pero sentía que esa vez sería diferente. Como cada noche me encontraba caminando por la cuadra donde ella vivía. Me sentía un zombi y parecía uno ya que mis piernas pesaban demasiado para mi gusto y me tambaleaba ligeramente, estaba agotado, el trabajo era cada vez más difícil y rancio, los malditos pedidos no paraban de venir y descubrí que no solo necesitaba a Kagome para mí mismo, si no que ella era mi queridísima ayudante, no puedo sin ella, creo que me estoy haciendo dependiente… Bueno, y si así fuera, ¿qué? No tiene nada de malo.

Solté un suspiro y re-acomodé mi maletín que cruzaba en mi pecho, últimamente teníamos demasiados pedidos que tenía que ordenarlos y llevarlos a casa, así era últimamente, se fue Kagome, vinieron las desgracias, ¿irónico, no? Pasé, como siempre, por esa cuadra tan conocida donde esa persona en mi mente vivía, pero que últimamente no estaba, aún no sabía las razones pero espero que no haya sido por mi culpa. Solté un suspiro, nuevamente ese dolor que me hacía apretar el culo (xD) y tensar mi boca, realmente me daba un mal sabor, prefería mil veces el sabor de los pastelillos especiales de Kagome, ¿por qué hoy más que nunca pensaba en ella. Y mi ventana favorita se iluminó, literal. Miré en shock como esa ventana perfectamente adornada con esos lirios japoneses justamente en la puerta de entrada de Kagome, esa puerta tan extraña con esa misma ventana en el centro. ¡Dioses! Corrí hasta la puerta y no toqué de esta, prácticamente tomé la manija y abrí la puerta con brusquedad haciendo que esta de un giro de 128 grados para después, el sonido de un portazo bien dado que dio con mis oídos, pero eso no importaba.

-Inuyasha…

-¡Kagome!

-¡Dioses, Inuyasha!

Me lancé como un proyectil contra el femenino y pequeño cuerpo de Kagome logrando que esta casi cayera hacia atrás.

Con mucho gusto, me acurruqué al cuello níveo, aspirando fuertemente el aroma femenino antes de sonrosarme ligeramente, ese olor…

Me volvía loco y el hombre más feliz del mundo al mismo tiempo…

Suspiré sonoramente y de pronto me sentí tan tranquilo, y las manos que acariciaban mis cabellos sólo mejoraban mi situación.

-me alegra que estés aquí otra vez… -murmuré, sincero, y dios que esas palabras me costaron demasiado, pero estaba enamorado y ahora sabía que el orgullo no me ayudaría en nada.

- Fue difícil, a decir verdad. Romper un próximo casamiento que se decidió desde que nací es realmente difícil y más porque resultó que Kouga me amaba…. Pero yo amo a otra persona.- me miró sonrojada.

Solté un gruñido y después apreté mis dientes fuertemente ignorando la pequeña punzada de dolor que me causó en las muelas.

No quería compartirla con nadie… Ni con Miroku, ni Kouga… No, con nadie. ¡Esperen! ¡No la quería ni compartir con "nadie"! Me sentía como un perro celoso pero ¡Oye! Tengo mis motivos. No, espera… ¡Sí, Kagome era solo mía! Con ese motivo era más que suficiente.

Me deje mimar por las manos de Kagome en mis cabellos antes de decidirme a actuar, cargándola por la cintura para levantarme e ir al cuarto de Kagome, sintiéndola tensarse a medida que subía las escaleras.

Sonreí ligeramente, parece que ya se dio cuenta de lo que haría.

Comencé a dar suaves besos al rostro de Kagome, explorando con lentitud lo antes explorado por mí pero ya medio olvidado, así que volvería a reconocer ese sabor como sólo mío…

-¿Alguien más te ha tocado…?

-N-No… -murmuró en un ligero jadeo cuando dí una suave mordida a la clavícula de.

Me sentí el hombre más estúpidamente feliz en la tierra al escuchar la respuesta e inconscientemente sonreí, mientras aflojaba de a poco la mordida.

De a poco la fui acostando en la cama hasta subir sobre ella y me incliné hacia adelante, comenzando a dejar besos por el cuello níveo de la azabache. Con lentitud, recorrí una pierna con mi mano antes de apretar ligeramente aun por sobre la ropa y tiré del cuerpo contrario hacia abajo, acercándola más a mí.

Sentí unas traviesas manos desabotonar mi camisa y me estremecí ligeramente, así que ella también me había extrañado desde aquélla noche…

Sonreí ligeramente antes de comenzar a desvestir a Kagome con lentitud…

Bueno la verdad casi le rompí la ropa y me gané varias quejas por eso, pero valió la pena por ver el cuerpo desnudo de Kagome nuevamente.

Tomé esos senos perfectosentre mis manos y los apreté con cuidado, ganándome un respirar rápido de Kagome. Apreté otro poco antes de inclinarme y comenzar a lamer las aureolas de un rosado pálido, degustando nuevamente el dulce sabor de la chica.

Al sentirme satisfecho y dejar los pezones bien erectos, comencé a bajar con lentitud por el plano vientre hasta que me topé con el ombligo y solté una ligera risa ante la graciosa forma, no tardando en sacar mi lengua para lamer alrededor y sentir con gusto los estremecimientos y jadeos de Kagome. Tuve que hacer presión en la cintura de la chica al sentirla retorcerse demasiado al comenzar a penetrar, por así decirlo, el ombligo de Kagome, moviendo circularmente mi lengua.

Al sentir que Kagome comenzaba a soltar gemidos ahogados, fui bajando un poco más y más, bajando con lentitud el pantalón del pijama de Kagome, antes de alejarme un poco para acomodarme mejor y, finalmente, lamer la entrepierna de MI chica por encima de la ropa interior, frunciendo ligeramente las cejas al sentir unas manos apretar algo fuerte mis cabellos, pero ni siquiera me quejé. Con calma y mi lengua presionando algo fuerte cierto punto en Kagome, le abrí las piernas con mis manos para pasarlas por encima de mis hombros, estando así más cómodo.

Lamí un par de veces antes de fastidiarme por no probarla directamente, pero eso cambió cuando retiré la prenda y aspiré algo fuerte, el aroma de Kagome me emocionó ligeramente y sin esperar comencé a lamer, escuchando fuertes gemidos y sintiendo a Kagome retorcerse, llamándome en altos gemidos, y eso sólo me hacía necesitarla más…

Alcé la vista y la clavé en la de Kagome, pero ella tenía los ojos fuertemente cerrados y su boca no se cerraba, se abría a cada momento pasa sacar los gemidos que retumbaban en mi cabeza, y que además me estaban haciendo reaccionar, bajé la vista hasta ver los senos de Kagome y mis manos no tardaron nada en volverlos a tomar, mientras seguía lamiendo.

-Inuya-asha… -gimió Kagome y en su voz noté un tono extraño, y comprendí que ella me necesitaba igual o incluso más que yo, y eso me emocionó por que sentía que así era correspondido.

-Te quiero, Kagome… -pensé, pero sabía que no obtendría respuesta si lo decía en voz alta, así que decidí guardármelo para mí.

-Inuyasha, yo… ya estoy a límite…

-También yo –sonreí de medio lado, antes de sentarme entre las piernas de Kagome y retirarme mi camisa a medio retirar y bajarme el pantalón junto al bóxer, no tardando en sentirme reaccionar completamente al sentir la mirada fija de Kagome en esa zona. De a poco fui subiendo encima de Kagome hasta que me sentí enredado en las esbeltas piernas de ella, antes de posicionarme.

-Inuyasha Taisho. Destructor de matrimonios desde el 13 de mayo del 2012.- mencionó ella riendo pero amé esa hermosa mueca de placer que tenía en su rostro cuando me rocé.

-También te amo, Kagome.- pensé y sonreí ligeramente ante lo dicho por MI chica bajo mío, escuchando su dulce risa y mirando sus mejillas sonrosadas.

Guié la punta de mi miembro a la entrada de ella. Ambos contuvimos la respiración. Puede que no se la primera vez de ambos -aun recordaba cuando la desvirgué el día en el que tuve la osadía de ir a su casa ebrio- pero si después de no vernos 14 días…

14 horribles e infernales días

Me empujé con más fuerza contra ella y coloqué sus esbeltas piernas alrededor de mis caderas inquietas. Ella soltó un gemido y yo mismo gemí al sentir que en esa posición entraba más en ella. Solté un bufido y me empujé con más fuerza. Mi cuerpo se envolvió con el de Kagome abrasándola. Buscando ese calor que solo ella podía darme, buscando la liberación junto a ese belleza de mujer, encontrando el amor que creía perdido hace tiempo, encontrando la entrada de la puerta del corazón de Kagome, abriéndola con una llave y permitiéndome entrar a su corazón, donde me sentía tan feliz y querido, mi hogar.

Ella tocaba mis brazos, hombros y pecho pero no se decidió. A cada embestida que mi cuerpo le daba a ella me sentía en el cielo, el paraíso mismo. Me sentía bien, querido, en casa, donde pertenezco. Esas dos semanas que pasé sin ella fueron como vivir en el mismo infierno. Cada día sentía como mi alma moría, se marchitaba, se extinguía de a poco a poco… Pero cuando lo vi, cuando ese rayo de luz en la ventana sentía como mi alma regresaba a mi cuerpo y las ganas de morir se iban para dar paso a las ganas de vivir, pero no cualquier vida, sino una vida donde Kagome fuera lo principal seguido de pequeños retoños que sentía tantas ganas de tener a su lado, y en eso estaba, creando bebés con la mujer a la que quería que solo pensara en mí y yo, como un caballero, correspondería a ella pensando en ella, como un loco enamorado que era como me sentía.

-Sujétate de aquí, Kagome…-

Y de repente, justo cuando estaba por comenzar a entrar en mi sitio favorito, un maullido me desconcentró y decidí quedarme quieto a entrar más y causarle dolor alguno. Solté un suspiro y miré enfadado al gato al lado de la cama, en el suelo, pero volví a posar mi mirada en Kagome. Me preparé para entrar en ella, realmente era difícil, me sentía tan ansioso que mi cuerpo temblaba ligeramente, rogaba a que Kagome no notase esto, parecía un adolescente en su primera vez. Finalmente comencé a entrar y mi "pequeño" yo se desvió del la entrada de Kagome para acariciar nuevamente los labios vaginales, ¡ese maldito gato me descontrolaba con sus maullidos!

-Parece que Buyo tiene hambre…- habló finalmente Kagome mirando al gato gordo y usando sus codos de apoyo.

-¡Dioses, pues que se muera de hambre que no pienso parar hasta mañana!- dije, sincero.

Por más que extrañara al maldito animal, ¡él no tenía por qué joderme mi momento! Me senté en la cama y tomé al gato del cuero.

-¡No lo trates así, Inuyasha!-

-¡Pero si es fino, no le duele! –me excusé, internamente divertido

Caminé hasta la puerta de baño de la habitación de Kagome y encerré al gato escuchando, una vez cerrada la puerta, sus maullidos y gemidos al tratar de salir e incluso la puerta al ser rasguñada.

-¡Inuyasha!- me reprochó Kagome, a lo que yo sólo suspiré antes de sonreír de medio lado.

-¡Jezz, prometo sacarlo… hasta mañana!- sonreí burlón y volví a subir sobre Kagome, volviendo a mi anterior posición.

-¡P-Pero…!-

-¡Demasiadas palabras, hora de la acción!- gruñí y entré dentro del cuerpo de Kagome sin piedad.

Perfecto, creo que entré hasta el fondo

-¡Ah-hh~!-

-Kagome…- gemí, excitado al sentir nuevamente la húmeda piel envolverme como tanto lo recordé-soñé en ausencia de la chica.

Me sentía apresado nuevamente por ella, finalmente volvía a estar completo. Mis ojos ardieron ligeramente y los cerré con fuerza para evitar algún derrame de estos, no lloraría frente a nadie, tenía que tener mi dignidad de macho aún, no quería que Kagome notara que me afectó mucho su partida.

Justo en el momento en el que entré en ella dejé de escuchar los molestos reclamos del maldito gato gordo y también sentí 8 pequeñas líneas medio curvadas clavarse en mis hombros, 4 en cada uno, no debía de ser un genio para saber que eran las uñas de Kagome.

Entreabrí mis ojos antes de desviar la vista, pero sentí una mano en mi mejilla que volvió a girar mi cabeza y aguanté la respiración al ver que la azabache bajo mío igualmente lloraba.

-¿Te lastimé…? –pregunté, ignorando el ardor en mis ojos para concentrarme en la chica.

Ella sólo negó ligeramente con la cabeza antes de sentir las manos de ella en mi nuca y como me atraían a sus dulces y rosáceos labios. Por supuesto, yo no me negué a lo que ella deseaba y comencé un lento y cariñoso beso, mientras mis caderas se movían y con lentitud movía mis caderas, disfrutando el sentirme en ese hermoso lugar que la chica me ofrecía como hogar, era demasiado cómodo.

A medida de mis embestidas, comencé a escuchar dulces jadeos y sin evitarlo me separé del beso para escuchar los gemidos, pero Kagome mordió su labio para callarse y yo no hice más que un puchero, antes de tomar el labio inferior de Kagome en el mío y tirar ligeramente de este hacia abajo, logrando que por fin los gemidos de mi amada salieran y llenasen la habitación, ante eso no pude evitar sonreír.

Cerré con lentitud mis ojos y escuché gustoso los, algo altos, gemidos de Kagome en premio a mis movimientos de cadera antes de sentir que no era suficiente y con gusto aumenté el ritmo, soltando roncos suspiros por lo bien que me sentía en esos momentos con la persona que más amaba en el mundo.

Me sobresalté al sentir nuevamente unas uñas en mi espalda y encorvé ligeramente mi cuerpo al sentir rasguños que iban en dirección sur y volvían a subir.

Mierda, eso se sentía tan jodidamente bienque inconscientemente tomé con fuerza las caderas de Kagome antes de embestir más rápido y fuerte, escuchando ahora los altos gemidos de MI chica casi en mi oído, y yo correspondía con bajos jadeos guturales, demostrando que igualmente me sentía bien con ese acto que, se supone pero en la actualidad era muy poco, de amor junto a mi amada.

- ¡I-Inuyasha, b-basta, voy a…~!

Solté otro ronco suspiro y no hice caso, más bien no deseaba hacer caso y seguí con mis embestidas, ligeramente tembloroso y murmurando por lo bajo cuanto extrañé a la azabache, mirnado con mis ojos entrecerrados las muecas de vergüenza que Kagome hacía cuando escuchaba mis palabras.

- ¡A-Ah, Inuyasha~!

- ¡Ngh!

Cerré con fuerza mis ojos al sentir un apretón allá abajo seguido de un ligero masaje antes de sentir a Kagome venirse dentro y yo, sin soportar, me dejé terminar igualmente, jadeante.

Me tomé unos momentos para tomar la respiración nuevamente y después me acosté al lado de Kagome, sintiéndola acurrucarse a mi pecho, sabiendo que estaba igual o más agotada que yo.

-Te amo, Inuyasha… -murmuró con voz adormilada a lo que yo sólo sonreír enormemente.

Sentí con satisfacción a la chica dormir a mi lado y yo solo llevé mis brazos detrás de mi cabeza para usarlos de almohada, quedándome pensativo y ligeramente apenado.

Cerré con lentitud mis ojos y aspiré con gusto el arma de Kagome, con mi corazón latiendo a tope dentro de mi pecho, incluso lo sentía hasta en mi cabeza, pero había esperado tanto tiempo por si quiera un "te quiero" y escuchar un te amode Kagome simplemente era demasiado.

Esa noche dormí como todo un dios, abrazando dulcemente a la azabache a mi lado.

Ni ella ni yo nos acordamos del pobre gato dentro del baño

Horas después, desperté al no sentir el calor a mi lado y me estiré con pereza, entreabriendo con lentitud mis ojos mientras sentía unos dulces labios dejar un lindo beso en mi mejilla, inconsientemente sonreí y sólo me deje besar, antes de ladear un poco mi cabeza y tomar los labios de Kagome entre los míos.

-Inuyasha…

Disfruté el escuchar mi nombre de la femenina voz de Kagome antes de separarme un poco de los labios contrarios, dando otro ligero y casto beso, antes de volver a alegarme y acostarme nuevamente, cómodo.

-Inuyasha… -ella me miró con una sonrisa.

-¿mmh? –estaba muy cómodo.

-Es hora de levantarse… -me dijo, divertida por verme así.

-No quiero –dije infantilmente, antes de volver a taparme con la sabana y acurrucarme, internamente divertido.

No me esperaba la almohada que impactó contra mi rostro

Solté un pesado suspiro y tuve que levantarme a duras penas, antes de mirar fijamente la puerta del baño y soltar una ligera risa divertida, amaba esa nueva vida y no lo negaría.

[…]

-¿Ensayamos una postura nueva esta noche…?- pregunté asustando a Kagome, o eso esperé, al tiempo que la abrazaba por la espalda.

No podía evitarlo, ese hermoso delantal de flores de sakura perteneciente a mi madre me encantaba en Kagome.

Sentí que ella se volteaba hasta encararme. Miré sus hermosos ojos chocolate brillar en emoción.

-Sí, ¿qué te parece si está noche te vas a planchar y yo veo la televisión?-

-Astuta.-

-Ya sabes.- me guiñó un ojo, y yo en consecuencia solté un bajo gruñido gutural, para ver si eso funcionaba.

Pero no funcionó, ella solo volvió a voltearse para continuar en lo que hacía.

Y yo sólo gruñí, antes de sonreír de medio lado y juntarme demasiado a la espalda de ella, haciendo que notase mi erección, y sonreí para mí al escucharla jadear y soltar la cuchara.

-Inuyasha, Kakashi está en casa… -murmuró mi chica, apenada, y eso me hizo sonreír

-Mientras no hagas mucho ruido todo estará bien…

-P-Pero…

-Te lo repito, yo no soy el que hace ruido

Y ella se sonrojó

La vida de hombre casado, realmente me gustaba, tener a una mujer encantadora y que me amaba tanto como yo a ella era lo mejor que pudiese si quiera imaginar.

Y parecía que toda nuestra historia hubiese sido ayer y no hace 3 años…

Fin