Distancia cercana

No lo comprendía. No. No. No.

Desde que había vuelto a Konoha — poco menos de un año — Kakashi le había dicho que era bienvenido. Se suponía que aquello no debía ser de esa forma.

Cerró sus puños y miró al suelo, se suponía que su exilio auto-impuesto debió redimirlo. ¡Se suponía que no iba a dejar que sus pecados llegaran hasta ellas!

— Estaremos bien.

Sakura había mantenido su distancia desde que se había enterado de las noticias. Cuando Sasuke había vuelto luego de años, ella parecía estar en una nube de felicidad. Habían salido junto a su antiguo equipo, habían asistido a un festival cercano, también fueron a alguna ceremonia. Pero ella lo notaba, las personas lo miraban con odio.

Aunque Sasuke lo ignoraba, ella lo notaba. Las chicas cuchicheaban a sus espaldas, y aunque su posición era importante. Los comentarios nunca se detenían.

— Si — Suspiró en respuesta, no podía decirle lo que en verdad pensaba de sus palabras.

Un débil llanto llego desde una de las pequeñas habitaciones que estaba decorada infantilmente. Sasuke se paró de donde estaba de manera rápida, casi inconscientemente.

— Ve, Sasuke-kun.

Habían pasado unas semanas desde el nacimiento de Sarada, y aunque le tomó trabajo poder sincronizar sus movimientos para poder tomar a su hija. Lo estaba logrando gradualmente.

— Tranquila

Sarada y Sasuke tenían una relación que Sakura no lograba entender. Su hija era muy inquieta y solía llorar con gran facilidad. Pero sólo hacía falta que Sasuke entrara a la habitación y aunque ella no lo viera, dejaba de llorar.

— Tenemos problemas, Sarada —. Acercó su mano a la pequeña y sintió que ella le apretaba uno de sus dedos —, y si voy, ¿no me perdonarás cierto?

— Claro que lo hará, cariño.

Sakura se cruzó de brazos en la puerta y lo miró con una triste sonrisa asomando en sus labios.

— Es una Uchiha, los Uchiha no perdonamos a las personas que nos hieren —. Su cuerpo estaba en tensión y sus ojos seguían clavados en el rostro de Sarada, grabando su carita llena de paz.

— Pero también es una Haruno — se había acercado hasta ponerse a un lado de él, ambos miraron a aquella personita parte de ellos.

— Lo es

— Y como Haruno, te esperará. Tu ausencia la lastimará, tu ausencia es un vacío que no puede llenarse, pero te amará porque eres su padre, y te perdonara porque esto no es tu culpa.

— No debería irme, puedo encontrar otra salida. Algo.

— Sé que podrías.

Las despedidas con Sakura eran difíciles, pero la despedida de Sakura y su hija era aún más difícil.

— Te esperaremos, cariño.

La sonrisa de Sakura al despedirse de él con Sarada en sus brazos, y abriendo sus ojos como rara vez hacía, fue lo último que logro ver de Konoha.

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