Disclaimer: Frozen no me pertenece, sino que a sus respectivos creadores. Escribo por diversión, no por dinero.
Fanfic dedicado a Umeki-Nara. Porque se me da la gana :v (?) Nah, porque lo merece. Espero que lo disfrutes x3
Carnival of Rust
1
Era el tercer incendio que se reportaba en el mes, y la situación la tenía con los nervios crispados.
Si bien el hecho de ser reina era lo suficientemente estresante, que un cuarteto de soldados llegaran corriendo a avisarle de un nuevo desastre forestal era frustrante.
Anna le había dicho que en el pueblo, donde pasaba la mayor parte del tiempo, se respiraba el nerviosismo. Se comentaba que algún malhechor incendiaba árboles por mero entretenimiento. Otros aseguraban que era obra de demonios que habían llegado a tomar Arendelle.
Y Elsa sólo suplicaba por un momento de paz.
—Su majestad, el incendio en cuestión cubrió una porción importante del bosque—continuaba hablando uno de sus soldados, con expresión preocupada frente a sus colegas—. Ya lo hemos controlado.
La reina se removió en su trono, haciendo una pequeña mueca de disgusto. Vaya manera de llegar a la tarde.
—Han actuado con valentía, el pueblo de Arendelle se los agradece—pronunció por tercera vez en el mes, fingiendo una sonrisa amable—. Pueden retirarse.
Los soldados realizaron una última reverencia, y se retiraron a paso firme. Mientras ellos cruzaban el umbral de la puerta, Anna también lo hacía, llegando con una cálida sonrisa hacia su hermana.
Sonrisa que desapareció al ver su expresión disconforme.
—¿Otro incendio?—cuestionó, acercándose a ella
Elsa se bajó de su trono con un suspiro, asintiendo levemente. Su hermana llegó hasta ella, y la abrazó. La joven reina le correspondió, sonriendo un poco. Al menos su hermana estaba bien.
—En el pueblo siguen los rumores—le informó, apartándose para mirarla con preocupación—. Todos están muy asustados.
—Lo sé, Anna. Esto tiene que parar.
Se dirigió fuera de aquel enorme salón, dispuesta a salir aunque fuera un momento de su castillo. Apenas puso su pie fuera de las gigantescas puertas, un reno lamió su mejilla alegremente.
—¡Sven, más respeto!—reclamó Kristoff, aunque por su radiante sonrisa, era obvio que bromeaba—. Buenas tardes, su majestad.
—No tan buenas—masculló ella, aún decaída—. Es el tercer incendio éste mes.
—Vaya...—el muchacho tragó saliva, algo cortado. Sonrió un poco cuando Anna se acercó a él—. Lamento eso.
Elsa sólo suspiró nuevamente, y frunció un poco el ceño.
—¿Dónde está Olaf?
—Oh, tú sabes. Disfrutando el verano—aseguró su hermana, guiñándole un ojo en un intento de animarla—. Seguramente cantando una canción que incluye sándwiches gigantes.
Ella y Kristoff compartieron una risita cómplice, y Elsa apartó la vista cuándo vio que los mismos cuatro soldados que habían estado frente a ella se acercaban apresuradamente a caballo.
—¡Su majestad, un nuevo incendio!—anunció el que venía al frente, ante la mirada incrédula de la reina—. ¡Estamos en camino!
—¡Consígueme un caballo!—ordenó Elsa, con voz firme y sorprendiendo a todos—. ¡Iré con ustedes!
—Su alteza...
—¡Ahora!
El soldado titubeó, pero finalmente se encogió de hombros.
—¡William, bájate del caballo!—exclamó, y su soldado más joven obedeció cabizbajo
Elsa no perdió el tiempo, y se trepó sin dificultad al equino. Anna se le acercó, preocupada.
—Elsa...
—Tranquila, estaré bien—aseguró, sonriéndole apenas—. Regresaremos pronto.
—Puedo ir con ustedes—se ofreció Kristoff, haciendo ademán de subirse a Sven
—No será necesario, gracias. Todo estará bien.
Y sin decir ni una palabra más, se apresuró a avanzar hacia los portones del reino, siguiéndole el paso de cerca a los tres soldados restantes. Alzó la vista, y efectivamente, una gran nube de humo se alzaba entre los acres.
Los soldados movieron con experta agilidad entre los árboles, y la reina de Arendelle se esforzó en imitarlos todo el tiempo. Le parecía que recorrían kilómetros, cuando probablemente apenas se habían movido unos metros.
Cuanto más avanzaban, el humo comenzaba a invadir sus pulmones. Elsa apresuró aún más a su caballo, ansiosa por llegar.
Al fin, el fuego se hizo ver. Llamas ardientes envolvían los árboles, y aumentaban instantáneamente la temperatura del ambiente.
Y en el centro mismo de la arbolada, una joven. Envuelta en llamas.
Elsa se apresuró a bajar del caballo, y lanzó hacia ella un fuerte viento helado, que al golpearla apagó su fuego, y también la dejó tirada en el suelo.
La reina de las nieves se encargó de congelar los árboles, apagando en incendio. Respirando entrecortadamente por la agitación, se volvió hacia sus soldados. Ellos rodeaban a la chica que yacía en el suelo.
Elsa se acercó a ellos, y los apartó para poder verla, aunque no estaba segura de querer guardar en su memoria la imagen de una joven incinerada.
Sin embargo, y para su sorpresa, la chica estaba aparentemente sana. Su piel morena, su cabello negro y ondulado, todo estaba en su lugar. Ni una quemadura.
Elsa supo entonces que ésa muchacha desconocida no era común. Porque absolutamente nadie resiste las llamas con de ésa manera, así como nadie resiste el frío imponente que ella misma emanaba...
—Llevémosla al castillo.
Los hombres se voltearon a mirarla, incrédulos ante sus palabras. Se miraron entre ellos, dubitativos.
—Su alteza...—comenzó el mayor, y el más bajo de los presentes, frunciendo un poco el ceño—. ¿Está usted segura...?
—Lo estoy—declaró, alzando su mentón con orgullo—. Ahora, llevémosla al castillo.
Sin discutir más, porque las órdenes de la reina se respetan, uno de los soldados la cargó en sus brazos, y la llevó hasta su caballo.
Como el incendio ya había sido controlado, se dirigieron de regreso al reino de Arendelle. Elsa no pudo evitar mantener sus ojos sobre la inconsciente muchacha y el soldado que la trasladaba.
Su mente estaba a kilómetros de allí, muchas preguntas la invadieron. ¿Quién era ésa chica? ¿Por qué incendiaba el bosque?
Y aún más importante, ¿dónde había conseguido semejante poder? ¿Habría nacido con él, como ella?
Suspiró hondo, cuando cruzaron los portones de regreso. Los habitantes del reino los observaron con curiosidad, y a la reina, con ostentosas reverencias. Ella las agradeció amablemente con unos delicados movimientos de su mano derecha.
Bajó del caballo, y esperó a que el soldado bajara a la chica. Rápidamente le indicó que la siguiera por los largos y casi eternos pasillos del castillo. Lo dirigió a una habitación de invitados, y él la recostó sobre la cama.
Luego de una reverencia, el soldado se retiró enseguida. Elsa alzó su mano distraídamente, y a su lado, uno de sus enormes monstruos de hielo se materializó. Tenía que mantenerse alerta, y no quedarse sola con ella.
Se acercó despacio, con curiosidad, y la observó atentamente. Respiraba con normalidad, y parecía dormida. Aparentaba dieciocho años, tal vez veinte.
—¡Elsa!
Ella se sobresaltó al escuchar la voz de Anna, y se volvió enseguida para mirarla. Su hermana se acercó, y vio a la chica inconsciente con recelo.
—¿Quién es ella?—preguntó en voz baja, como si temiera despertarla—. ¿Y qué hace aquí?
—No sé quién es, pero debo averiguarlo.
Vio que Anna se cruzaba de brazos, arqueando sus cejas. Elsa suspiró. Ambas habían tenido muy malas experiencias con perfectos desconocidos, y entendía perfectamente su desconfianza.
—Escucha, por favor—le pidió la joven reina, tomando sus manos entre las suyas con cariño—. Ella causaba los incendios. Ella estaba... ¡envuelta en llamas!
—¡¿Y la trajiste aquí...?! Espera, ¿qué?
—Exacto. Está sana... eso no es normal, Anna.
Ella miró de nuevo a la desconocida, e hizo una mueca. Elsa se encogió de hombros, intentando tranquilizarla.
—Necesito saber si ella es cómo yo—continuó, segura de sí misma—. Y necesito saber si de alguna forma puedo ayudarla como tú me ayudaste a mí.
¡Hola!
Capítulo 1 de éste fic. Agradezco mucho a aquellos que le han dado una oportunidad, y a aquellos que lo harán.
¡Muchas gracias!
Espero que éste capítulo sea de su agrado.
¡Nos leemos!
_-*-_-*-_KovatePrivalski97._-*-_-*-_