NOTA: Este fanfic empieza inmediatamente después de los hechos de "Patana Enamorada" (el 3ro de la 4ta temporada) y de ahí se deriva para otro rumbo, así que cualquier cosa que pase en la serie después ya no tiene relación con esta historia.
NOTA II: No soy chilena, soy mexicana. Si hay por ahí un chilenismo mal usado, por favor corríjanme DE MANERA EDUCADA. Lo mismo si se me va por ahí algun mexicanismo. Gracias.
NOTA III (y última) Los personajes obviamente no son de mi autoría. Ni siquiera si se me va la mano con el OOC. Pertenecen a Aplaplac o Peirano y Diaz.
Inspirado en una imagen photoshopeada que vi en Facebook, de Patana... Bueno, lean el título.
I
Hasta las seis de la mañana pude escapar de casa de Guaripolo. Es mi culpa, eso me pasa por idiota. No debí dejar mi jugo en polvo ahí, abandonado. Y es que apenas llegué a la reunión en casa de Juanín, tuve que tomar esa porquería para acabar de procesar lo que acababa de pasar, y para reunirme de valor y enfrentarme a cierta pajarita verde que era el infierno mismo cuando se enojaba. Y estaría cabreadísima, yo sé.
Siguiendo las indicaciones de su tío, quien me ignoró olímpicamente por estar hablando con su novia, la ardillita rosa, supe que Patana estaba en la habitación de Juanín, ahogando sus penas en solitario.
Ese lapso, mientras yo buscaba información sobre ella, seguramente fue cuando el tarado ese le puso no sé qué cosa a mi bebida, porque cuando regresé por otro trago y más valor fue cuando empezó el mareo y de alguna forma terminé amarrado en un colchón viejo en una casa horrible en medio de un basural.
Cuando abrí los ojos en la mierda que es la casa de Guaripolo, estaba frente a mí, con una sonrisa medio rara.
"Habla como Tootsie" me pidió, y me quitó la venda de la boca. En respuesta, le mordí la mano. Somos pequeños, pero todo el mundo sabe que los perros chihuahua tenemos colmillos afilados. Mientras él gritaba maldiciones que jamás había oído antes, aproveché para desamarrarme, vestirme y escapar. Te sorprendería saber cuántas veces he sido amarrado durante mi carrera de reportero. Gajes del oficio.
Corrí por el barrio de mala muerte, y ni un mísero teléfono de paga a la vista, mi celular sin batería, y yo escupiendo bolas de pelo naranja. No dejaba de preguntarme que rayos había pasado antes de que yo despertara, aunque censuraba automáticamente mis sospechas.
Para cuando llegué a mi casa, ayudado por un alma caritativa a la que le debo una foto autografiada de Tulio, ya era casi hora de ir al trabajo, por lo que dormir en mi cama parecía inútil. Aun así, el cansancio y los efectos secundarios del jugo en polvo mezclado con yo que sé, terminaron noqueándome en la cama. Creo que caí sobre siete perros, no estoy seguro.
Abrí los ojos, me dolía todo el cuerpo, y Duque me miraba fijamente. A mi alrededor, todos mi perros me miraban.
"Dude, ya se te hizo tarde" dijo Duque, en idioma perro.
"¿Estás enfermo? Necesitamos que vayas a trabajar" dijo Chaucha, también en idioma perro
"Qué amable de su parte" empecé, "pero me siento un poco mal, y…"
"Si no vas a trabajar, ¿quién va a pagar las cuentas, la renta, la comida, el agua…?" dijo Copi-Copi
Bola de gorrones, pensé, pero me levanté lentamente y miré el reloj. Si llegaba, sería al menos tres horas tarde. Tulio me iba a despedir, y eso que ni siquiera recibo sueldo.
"Rápido, tienes que irte" insistió Duque "Si no sales de la casa no podemos carretear, y ahora sí iban a venir todos los de la perrera municipal"
No alcancé a preguntarle de qué demonios hablaba, porque el mundo de perros me sacó de mi casa y cerraron la puerta tras de mí.
II
"Llegas tarde"
"Ya sé, Juanín, me quedé dormido y…." empecé.
Sin ver sus ojos, sabía que me estaba fulminando con la mirada.
"Nos queda una semana para el siguiente noticiero, y no podemos perder el tiempo" dijo Juanín fríamente.
Por atrás apareció Poli, con su sonrisa perpetua
"Déjalo, Juanín, ¿no ves que está crudísimo? Qué noche la de anoche, ¿verdad Mario Hugo? Te vi muy abrazadito con Guaripolo… No sabía que tirabas para ambos bandos…"
Le gruñí
"Cállate o le digo a mi mamá que eres travesti" dije, y salió corriendo.
La junta era soporífera. Titirilquén es un pueblo terriblemente pequeño y sus habitantes terriblemente apáticos, por lo que ahora no teníamos nada de noticias que contar. Escuché a Mico presentando lo que sería su encuesta, escuché a Bodoque quejándose de los espectáculos con animales y al mismo tiempo escuchando las carreras de caballos en la radio, pero no pude más cuando Tulio empezó a hablar de sí mismo.
"¡Mario Hugo, sabes que está prohibido dormirse cuando estoy hablando de mis corbatas!" gritó Tulio y me levanté de un salto. "¿Al menos ya tienes tu nota hermosa y extraña?"
"Es hermosa y desconocida, Tulio. Y sí, voy a hablar de las plumas de…" miré a mi alrededor "¿Dónde está Patana?"
El clásico gruñido de Tulio y el "uuuuuh" de los demás.
"Está en el baño de mujeres desde que llegó" dijo Tulio "Creo que está enferma"
"No sabía que había baño de mujeres." Comentó Guantecillo
"Claro que hay, si no ¿dónde va Rosario Central a cada rato?" dijo Virutillo
"Rosario usa pañal para adulto, es un chisme del espectáculo" dijo Policarpo
"No hay baño de mujeres, Patana pega una calcomanía en la puerta cada vez que va
"dijo Juanín, dando por terminado el asunto. "Bueno, para la noticia del ataque de las muñecas endemoniadas necesitamos un reportero serio, responsable y muy inteligente. Mario Hugo" me miró "¿podrías ir por Patana al baño?"
Estaba nervioso, no había hablado con ella desde lo del otro día. Miré la calcomanía sobre la puerta del baño, en la que Patana había pegado una falda, respiré hondo, y toqué la puerta.
"Patana, te buscan para una nota de…"
"No puedo salir" dijo del otro lado, y algo en su voz me dijo que estaba llorando.
"Entonces voy a entrar" respondí y entré. Ahí estaba ella, y no hay día que no se me escape un respingo al verla, incluso hoy, desmaquillada y con la cara mojada, se veía preciosa.
"No puedes entrar al baño de mujeres" dijo ella y le enseñé la faldita que había arrancado de la puerta. No sonrió, sólo desvió la mirada.
Me senté a su lado en el suelo, y fingí mirar con mucha concentración los rayones en las paredes, para no pensar en ella, que a mi lado, fingía no estar llorando.
"Entonces… ¿cómo te va?" pregunté muy casualmente y me miró furibunda
"¡Fantástico, mi semana ha sido magnífica! Me conseguí un novio, me reencontré con mi mejor amiga…. Y luego mi novio resultó ser un imbécil que se fue con mi mejor amiga que no era más que un idiota disfrazado de mujer. Fenomenal, ¿eh?"
Ok, eso sí fue mi culpa
"Estaba intentando protegerte de…"
"Le di todo" dijo, y ya no me miraba a mí, sino a las rayadas paredes del baño, como si su vida estuviera escrita entre los Tulio apezta y los Poli ez CULIAO
"¿Todo?" pregunté y asintió con la cabeza. "¿Desde la primera base hasta la sexta?"
"¡¿Hay seis?!" Patana abrió mucho los ojos "¿Cuál es la…?"
"Pregúntale a Guaripolo. Pero, ¿cómo dices que le diste todo si anduvieron como cuarenta minutos?"
"Es muy persuasivo" dijo sonriendo tristemente, pero luego empezó a llorar "Le di todo y ni siquiera se molestó en aprenderse mi nombre… Y lo peor es…" se tapó el pico
"¿Qué? ¿Qué es lo peor? Puedes decirme si quieres, te juro que…" empecé y sacó de un rincón una varita blanca que no reconocí de inmediato.
"¿Qué es eso?"
"Tiene dos rayas rosas, ¿ves?" las señaló "Eso significa que…"
La noticia me cayó como una bomba. No, no una bomba, como una lavadora donde ha estado un pueblo entero, o como si me abrazara Dante Torobolino, o como cuando llego a casa y mis cuarenta perros me caen encima. O no, una suma de todo eso. Todo eso y un elefante. Un elefante gordo.
"Patana, ¿estás em…?"
"¡No lo digas! ¡Es horrible! ¡Y hay algo aún peor!"
"Oh no, ¿qué puede ser peor que esto?"
"Que estás agarrando la varita del mismo lado del que le hice encima." Dijo y la solté de inmediato "Dame eso" ordenó "No puedo tirarla, ¿qué tal que alguien la descubre? ¿Y si mi tío Tulio se entera?"
"¡Es terrible! ¡Es lo peor que podría haber pasado! ¿Qué vas a hacer cuando empiece a notarse? ¿Ya le dijiste a Guaripolo? ¿Qué vas a hacer con la escuela? ¿Y ya no vas a reportear nunca más?"
"¡No sé! ¡No sé, no sé, no sé! No le dije nada, no lo encuentro por ningún lado. Mi tío me va a matar, ¡me va a correr de su casa! ¡Me va a despedir y se va a decepcionar de mí! ¡Sólo tengo diecinueve años y se me mueren hasta las plantas! Mi tío me va a convertir en plumero, ¡No quiero ser un plumero!"
"¡Patana, cálmate! Nadie te va a convertir en plumero mientras yo viva. Pero ahora, ¿qué vas a hacer?"
Suspiró y se secó las lágrimas
"Voy a regresar a Titirilquén, con mi mamá, y el tío Tulio nunca se va a dar cuenta de nada." Se levantó, y fue cuando noté que había estado recargada contra una maleta. "Hay un tren que sale a las 4 de la tarde, llega a Titiritalca, y de ahí supongo que rentaré un burro que me lleve a mi pequeño pueblo." Se levantó "Hasta luego, Mario Hugo, fuiste un buen amigo."
Al verla levantarse del suelo, me sentí derrotado. Si se iba Patana, con ella se iba todo, y nada volvería a ser ni hermoso ni desconocido, porque gracias a ella las cosas eran así. Con la cara hinchada por el llanto, era lo más hermoso y desconocido que había visto en mi vida, lo único bonito en medio de todo, como una alcancía de oro en medio de un baño público. No quería perderla, aunque sé que realmente nunca la he tenido. Por eso no me pude controlar.
"Patana" dije, y se volvió para verme
"¿Sí?"
"Yo podría ser el padre"
"¿Qué?" preguntó y me di cuenta de lo que estaba a punto de hacer, la más idiota idea jamás creada
"¿Qué?" repetí, pero me armé de valor "Digo, sí. Yo podría ser el padre. No te tienes que mudar de Santiago, porque yo te puedo ayudar a cuidar y criar al bebé"
"Pero… pero no es tuyo, Mario Hugo, y, honestamente, eres igual o más pobre que yo, no recibes salario, ¿cómo pretendes criar a un bebé de esa manera? Va a venir Calcetín Con Rombos Man y se va a llevar al chiquillo." Dijo, aferrándose a su panza sin abultar.
"Tendré más de un empleo. Puedo ser mesero, o repartir volantes, ¡puedo vender comida para ratón otra vez! Sí, se mudarán tú y el crío a mi casa, y mi mamá nos puede ayudar, y yo lo voy a tratar como si fuera mío."
"No te lo permitiré." Dijo, y se dio media vuelta para salir del baño
"No te estoy pidiendo permiso"
"Pero Mario Hugo, ¿por qué harías algo tan estúpidamente generoso? ¿Qué quieres a cambio?" preguntó con sospecha
"¡Nada! No tienes que darme absolutamente nada. Ni siquiera tienes que quererme, Patanita. Sólo déjame ayudarte."
"¿Por qué?" preguntó y me atreví a tomarla de las alas
"Porque te a…"
"¿Ya van a desocupar el baño, idiotas? ¡Algunos sí lo usamos para lo que es, y no para conversar!"