Aclaración: Los personajes de Robotech NO me pertenecen y sólo los utilizo para divertirme sin intensiones de lucrar.
Dedicado a mi gran amiga Sary.
Antes del Amanecer
Historia basada en "Robotech"
Por
Mihll
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Primera Parte
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Una mañana de sábado Lisa despertó muy temprano, sorprendida de estar en otro cuarto que no era el suyo, pero había pasado demasiado tiempo aseando la casa de Rick para no reconocer que ese era su cuarto, su cama. Minutos más tarde después se ir al baño y comprobar a través del espejo que su aspecto era horrible, se movió de nuevo hacia la habitación un poco tambaleante, tomándose la cabeza, y sin dar mucho crédito a su irresponsable actuación la noche anterior.
Se suponía que las despedidas de soltera debía ser divertido y disfrutar de todas las distracciones, aunque moderadamente para el caso de oficiales, porque siempre las habladurías llegaban a oídos de uno que otro que pudiera cuestionarlas; y sin embargo, en ella principalmente había reinado la falta de criterio, sobre todo a la hora de la cantidad de tragos que había bebido.
Para entonces Rick se encontraba con la espalda recargada al lado de la puerta, llevaba consigo una taza humeante de un café que desprendía un aroma cautivador.
—¿Te sientes bien? —él preguntó algo preocupado, ella no respondió—Lisa, te estoy hablando.
—No me hables en un tono tan fuerte Rick, se me parte la cabeza. —dijo pasándose las manos por el rostro como si con eso pudiera aminorar su malestar.
—Por lo visto parece que te la pasaste muy bien anoche—dijo ofreciéndole la taza de café, ella lo recibió y llevó a la boca enseguida—Enserio, llegaste muy mal.
—No me acuerdo de nada.
—¿De veras? —respondió riendo, ella lo miró con ojos asustados, ciertamente había gran parte de su memoria absolutamente borrada de su mente—Ni siquiera como llegaste aquí.
Lisa respondió instintivamente con la cabeza, luego perdió su mirada en su café; comprendiendo que por más que quisiera esforzarse en recordar, en ese preciso momento el dolor que sentía causaba estrago. Pero las alarmas ya se habían detonado, Rick se notaba un poco extraño, y eso la tenía bastante intrigada. Se mordió el labio inferior y se llevó nuevamente una mano a la cabeza.
—Realmente es poco lo que recuerdo; llegué a la casa de Claudia, allí estaban las chicas del puente, Miriya y otras chicas de la base…Bailé un poco, tomé unos cuantos tragos, y en realidad no sé qué pasó más allá de las doce, ni siquiera sé cómo llegué a esta casa.
Rick movió la cabeza negativamente en son de reproche y luego fue de un lado a otro recogiendo sus cosas. Lisa llegó nuevamente hasta la cama y se sentó allí, se quedó viendo como él se colocaba la chaqueta frente a un espejo de la puerta del closet.
Pasó en un momento dado, Rick detuvo su acción de abotonarse el saco y la miró a través del reflejo. Y los ojos de ella se encontraron con los de él; ojos fríos y hasta cierto punto llenos de una singular decepción. Suspiró devolviendo la mirada a su tazón. ¿Qué podría decir si realmente no recordaba nada?
—Llegaste aquí como las dos de la madrugada, dando tumbos y gritando para que te abriera la puerta—dijo Rick finalmente—. Lo mejor de todo es que era tarde y creo que nadie se enteró del papelón que armaste luego. Yo que tú la próxima vez tendría más cuidado con los excesos con la bebida, podrían tomar medidas disciplinarias en tu contra, porque no se trata de alguien cualquiera, y no puedo creer que hayas perdido toda la moderación que sabía que había en ti.
Para resignación de Lisa, la voz de Rick fue perdiendo todo sentido de comprensión, si hasta creía que le estaba hablando con cierto grado de tristeza. Comprendió lo que él decía al verse vestida con su uniforme, con el mismo con que ridículamente decidió ir a la fiesta al terminar su turno. Luego, el silencio que se formó entre ellos sólo fue roto por un timbre de una alarma del reloj dispuesto en una repisa al lado de la cama.
—Ya me tengo que ir, hoy me toca doble turno—dijo Rick viéndola una vez más—Sabes dónde está mi botiquín, allí hay aspirinas, te servirán bastante para ese dolor de cabeza. Y apúrate, que yo recuerde entras tu turno comienza pronto.
—Gracias—musitó Lisa.
Rick salió y en breve ella sintió el abrir de la puerta de acceso.
—Oye, Lisa—dijo él casi en un grito.
Ella se levantó con lastimosa dificultad y se asomó en la puerta. Él tenía en sus manos un llave—Esta es tuya, para que la próxima vez no intentes derribar mi puerta.
Lisa recibió las llaves—Gracias, Rick.
—De nada. Nos vemos en la base.
Un poco confundida por el regalo, Lisa fue a lavarse la cara y acomodó un poco las ropas y cabellos, recogió su bolso. Al momento de cerrar la puerta tras de sí registró el bolsillo derecho de su abrigó, allí extrañamente encontró un par de cosas, entre ellas un par de condones y una pequeño papel en el que había escrito un número de teléfono y una nota adjunta.
"Cuando quieras volver a repetir esta noche, sólo llámame preciosa"
Su desagradable impresión sólo podía ser equiparada con la jaqueca que sentía.
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Habían pasado un par de días desde la despedida de soltera de Claudia y todo parecía volver a la normalidad excepto porque a veces se encontraba con Rick y éste parecía mirarla con ojos tristes. En varias oportunidades había tratado de incitarlo a la discusión a través del tac net y él sólo respondía con una extraña compresión.
Con Claudia ya no podía hablar, la notaba tan entusiasmada, nerviosa, e impresionada por el hecho mismo de haber encontrado un nuevo amor y haber decidido casarse ante el espanto de todos, si hasta apuestas había en su contra del cual, por supuesto, personalmente había decidido no tomar partido, aunque dividía las posibilidades de que ella tuviera el valor de pararse frente a un juez. Pero la necesidad de saber muchas cosas de aquella noche la estaba obligando a rogarle por un minuto a solas y desligarla un poco de la cantidad de cosas a organizar para el gran evento de su vida.
Su turno de ese día casi acababa, Claudia se encontraba en lo suyo pero con la cabeza en los preparativos; un poco nerviosa comenzó a juguetear con su cabello, nunca le había costado tanto llegar a ella.
—Claudia, si tienes un tiempo para mí me gustaría que a la salida del turno fuéramos a mi casa a tomar una taza de café, y hablar…
Su amiga se volvió hacia ella —Oh, querida, sabes que tengo muchas cosas que hacer con esto de la boda.
—Diez minutos.
—Podemos ir a la cafetería de aquí, y…
—No es algo que deseo que los demás oigan—dijo y se acercó a ella para hablarle al oído—. Se trata de esa noche, las cosas que hice y que tal vez no recuerde.
Claudia sonrió divertida.
—Lisa Hayes, decidí esperarte a que tomaras la iniciativa para contarme todos los detalles, aunque te estabas tardando—Lisa pasó saliva a duras penas—Está bien, nos vamos a tu casa.
Apenas Lisa volvió a su lugar Claudia giró la vista hacia las conejitas, le guiñó un ojo sonrieron e entusiasmados, incluso Sammie aplaudió. Por su parte Lisa sintió una sensación helada recorrer su espina, adivinaba lo que estaba sucediendo y eso no le gustaba nada. "Se traen algo" —pensó mirando a Claudia de reojo—"Ahora entiendo por qué nadie murmuró nada…al menos algo pudiera llegar a mis oídos"
Varios minutos más tarde Lisa asomaba desde su cocina con un par de humeantes de taza de café, se acomodó frente a Claudia, de verdad no sabía cómo iniciar la conversación, por dónde partir. Entonces esos pocos recuerdos vinieron a su mente atormentándola y la misma jaqueca que tuvo al día siguiente llegó para torturarla un poco más.
—Te vas a reír de lo que me pasó esa noche—dijo finalmente jugando con sus manos de manera nerviosa—. Siento que fue tan estúpido lo que hice…
Ciertamente Claudia notó que por fin su amiga decidía darle algunos detalles, durante varios días había tenido las siniestras ganas se someterla a un interrogatorio y dado que ella no solía ser capaz de hablar abiertamente en cuanto a cosas que pudieran causarle algún grado de vergüenza, se había contenido; pero en cuanto ella le dijo que necesitaba la conversación a solas, sintió que la oportunidad estaba a la vuelta de la esquina, ahora sí podría preguntar despiadadamente.
—Déjate de dar vueltas con el asunto y dime, ¿tuviste sexo con ese chico?
¿Cómo responder? Sorbió un poco de su café mientras ocultaba su mirada mientras sentía sus mejillas teñirte de un color rojo intenso.
— ¡Lo sabía, lo Sabía! Lo hiciste—afirmó la morena divertida sin ocultar su emoción, estaba tan feliz que le daban ganas de brincar e ir a darle un abrazo.
—No sé—movió la cabeza confundida—Si apenas recuerdo el minuto en que salí de tu casa.
Claudia se echó a reír de buenas ganas ante la vergüenza que invadía a su amiga.
—No es gracioso Claudia. Si tuve sexo con un desconocido, un Stripper más encima…oh Dios, de solo pensarlo se me eriza la piel.
Claudia dejó de reírse pero la miraba de forma entretenida, la quería demasiado y siempre estuvo preocupada por el hecho de que su amiga se esforzara en hacer las cosas bien y de forma correcta; por mucho tiempo pensó que iba a llorar eternamente por los rincones como su hombre se escapaba de sus manos para irse con otra, y sin embargo, no notaba ningún interés por buscarse un clavo que sacara otro, aunque por supuesto un rato pasión con alguien no podría estar en esa categoría…Al final de cuentas, Lisa se había decidido a romper todos los esquemas decidiendo tener un poco libertad y ahora sola restaba cuál fueron sus límites.
—Sólo tranquilízate. Puedo ayudarte con algunos detalles y sé que lo demás volverá a tu memoria.
Lisa alzó la vista en un arrebato de valor.
—Bebí mucho.
—Y disfrutaste mucho gozando, y se suponía que eso era para mí. —volvió a reír aunque moderadamente.
—Me apena mucho pensar en todo lo que hice esa noche, no quisiera que el resto pensara mal de mí. Y están las chicas del puente que lo malinterpretan todo, y Miriya que es una mujer casada. Es terrible todo esto.
La compostura llegó a Claudia, aunque le divertía mucho verla en esas circunstancias le preocupaba un poco que a Miriya se le escaparan ciertos detalles con Max, con cual se suponía no habían secretos, y entonces, inevitablemente todo llegaría a oídos de Rick.
—¿Supones que Rick ya se enteró?
—Se ha comportado demasiado raro conmigo.
—Entonces lo sabe. —afirmó Claudia, aunque no le quiso dar mucha importancia para no preocuparla más de lo que ya estaba. —Verás que él no tendría muchas razones para cuestionarte, ambas sabemos qué tipo de diversión tiene con Minmei cuando están a solas, porque dudo que se reúnan para jugar a las cartas.
—Claudia no lo arruines—bufó enojada. —Rick sabe que esa noche me embriagué, porque después de hacer no sé qué cosa me fui a su casa y él me dijo que casi le echo la puerta abajo; es más, me dejó dormir en su casa y se preocupó de que nadie más me viera en ese estado deplorable.
Claudia la miraba asombrada, y con cada palabra abría más su boca por la sorpresa.
—Eso sí que no me lo esperaba.
—Hay gran parte de mi memoria que está borrada—se echó hacia atrás y se cubrió la cara con las manos—Rick piensa lo peor de mí y eso que tal vez sabe solo una milésima parte. No sé qué será de mí ahora.
—Debes hablar con él. —dijo Claudia secamente.
—¿Hablar con él? —la miró a través de los resquicios de sus dedos.
—Sí Lisa. Libras batallas con Zentraedis, tienes el valor de mandar a muchos hombres. Yo sé que puedo.
—Prefiero volver a enfrentarme a Dolza que a Rick.
—Vas a tener el valor, Lisa Hayes. —ordenó Claudia —Y te recomiendo que mejor saques tu trasero de esta casa y vayas a verlo, sé que está con su día libre, y es tu oportunidad para aclárate, no pretendo seguir viéndote como un pájaro herido.
—¿Y qué le diré?
—Ve con la excusa de pedirle disculpas, si ya lo hiciste ese día no importa.
Lisa vio que Claudia tomaba sus cosas y se alistaba para partir.
—Iré a ver a Miriya.
—¡Pero Claudia!
—No te preocupes, también sé cómo lidiar con los Zentradie.
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La casa de Rick se encontraba iluminada y eso significaba que estaba allí. Por un instante dudó en usar la llave que le había dado pero resolvió tocar. Minmei salió al paso.
—Hola—dijo pensando que la campana la había salvado. Le llevó demasiado tiempo decidirse después de que Claudia se marchó, y ahora, más que aborrecer el hecho de que Rick estuviera con ella, sentía alivio porque podría decirle a su amiga que lo intentó y no pudo.
—Rick no está—respondió la chica.
—Oh, claro. —sonriendo—Entonces lo veré en la base mañana.
—Puedes esperarlo si quieres, acabo de preparar café. —se hizo a un lado y le señaló hacia el interior.
—No, en realidad no tengo mucho tiempo.
—Ustedes los militares siempre andan corriendo y jamás parecen tener tiempo para nadie.
Lisa notó que su mirada se oscureció, la notó triste, y aunque todas las alarmas se detonaron en su interior, decidió pasar y acomodarse en la sala.
—Sé que te invité a tomar café, pero también puedo ofrecerte algo más si lo deseas. Yo prefiero una copa de vino.
—En realidad me agradaría. —aunque sabía que su relación con el alcohol no era de las mejores su cuerpo congelado necesitaba algo más fuerte que el café, aunque lo raro era compartir una copa con la persona menos esperada.
Minmei se perdió en el interior de la cocina, regresó al rato con una botella sellada de vino y dos copas.
Una vez que Lisa probó el vino y éste llegó a su estómago comenzó a sentir un grado agradable de calor.
—Esto me viene muy bien, hace mucho frío afuera. —dijo para romper el hielo.
—Yo en realidad preferiría estar en un lugar más cálido, pero Ciudad Macross está bien, me gusta estar aquí.
—Y está Rick.
—Sí—musitó Minmei desviando la mirada hacia la puerta—Ya debería estar aquí.
Lisa no estaba demasiado distraída como para no advertir que algo estaba pasando entre ellos, realmente la notaba triste. Se le pasó por la cabeza la posibilidad de una pelea, pero no se sentía en la posición de hacer preguntas por más que muriera de curiosidad.
—¿Acaso hubo una emergencia de la cual no estoy enterada? —consultó tratando de sonar lo más normal posible, consiguió que ella volviera a mirarla; la sintió absolutamente perdida en la lejanía de sus pensamientos—¿Minmei te sientes bien?
La chica rompió en llanto y ella no pudo más que mirarla, tampoco eran amigas como para correr a abrazarlas. Luego de un rato, se enjugó las lágrimas y se dio valor; bebió un poco de vino en tanto Lisa advertía un cambio de expresión radical.
—Esto está realmente bueno—dijo—. La verdad es que no tengo muchos amigos con quienes compartir una copa con tranquilidad, aunque pensándolo bien, no es culpa de pocos amigos, es que no puedo, temo perder la voz si abuso del alcohol.
—Una copa no le hace daño a nadie—respondió pensando inevitablemente en la otra noche.
—Tienes razón—sonrió—. Me agrada la idea de poder compartir algo contigo, nos pasamos un par de años de nuestras vidas en la fortaleza y jamás nos detuvimos a decirnos más que un saludo.
—Es porque siempre estuvimos concentradas en nuestras responsabilidades, jamás había tiempo para nada.
—Eso es cierto.
—¿Y cómo te ha ido en general?
—Bien—respondió escuetamente.
A Lisa se le acabaron las opciones de conversación; miró su reloj como para dar la excusa del tiempo como plan de salida de allí.
—Es un poco tarde. —murmuró.
—Siento mucho que Rick no haya regresado, pero si lo deseas puedo darle tu mensaje.
—No tiene mucha importancia, solo cosas del oficio.
—Bueno, no insistiré.
Lisa tomó sus cosas—Ya me voy. Gracias por la copa señorita Minmei.
—Espero que no sea la última vez—dijo la chica sonriendo.
Lisa asintió y salió. Ya afuera respiró profundo—Esto es algo de lo cual Claudia reirá por semanas.
A no mucho andar se le atravesó la idea de ir al lago, por más que su cuerpo se negara a deambular en medio del frío, necesitaba estar sola. Al llegar al frente del SDF-1 notó a varios por esos lados e intrigada por la cantidad de personas que decidía congelarse en medio la noche decidió emprender el regreso, entonces oyó como si el viento susurrara el nombre de Rick.
Muy lejos de todos, divisó la figura de él recargada contra el barandal a orillas del sendero peatonal, se acercó de a poco hasta divisar bien sus facciones y se detuvo. Lo vió con la mirada perdida en el agua y era evidente que se trataba de la segunda persona de apariencia triste de esa noche. Aunque su idea era no molestarlo, se acercó lo más que pudo y se escondió tras un poste de alumbrado. Estuvo viéndolo durante unos diez minutos, hipnotizada por su rostro, y supo que había sido suficiente.
Giró torpemente dejando caer su cartera.
—¿Lisa? —Rick la llamó.
Ella no se movió, esperaba que pensara que se tratara de otra persona, tomó su bolso e irguió dándole la espalda.
—Lisa—llamó nuevamente Rick—No tienes que huir, ven—le dijo en un tono suave.
Lisa se volvió lentamente al verse atrapada, dio unos pasos hacia él sin saber cómo ocultar su cara.
—¿No hace un poco de frío como para que salgas a caminar a estas horas? —cuestionó Rick, entonces Lisa dio media vuelta, no tenía demasiadas ganas de enfrentarse a un Rick frío, y era mejor huir a enfrentarlo sin el valor que necesitaba. —No me dejes con las palabras en la boca, te estoy hablando, tenemos algo pendiente tú y yo.
—Yo también me preguntaba qué haces fuera. —respondió sin volverse.
—Salí a caminar porque me sentía ahogado después de todo un día de encierro.
—Digo lo mismo, pero yo me ahogué tan solo en un par de horas de encierro.
—Será mejor que des la vuelta, jamás me ha gustado hablarle a alguien que me da la espalda.
—Rick, será mejor que dejemos esto para otro día.
Los puños de Rick se cerraron, le molestaba darse cuenta que estaba dando la posibilidad de hablar y ella simplemente decidía irse. Caminó a grandes zancadas hasta darle alcanza y la tomó por el brazo obligándola a volverse con violencia; a través de sus ojos pudo notar que estaba asustada, aunque luego de unos segundos todo se transformó en enojo.
—Sácame las manos de encima Rick Hunter.
Por supuesto Lisa gritó esas palabras y la gente que aún quedaba por esos lados alcanzó a oír. Lentamente soltó su agarre asumiendo la culpa por semejante arrebato.
—Discúlpame. No suelo tratar mal a una mujer, no volverá a pasar, pero… —nuevamente empuñó sus manos—Lisa tú me provocaste.
—Ahora yo tengo la culpa de tu mal día—dijo sobándose el brazo—. Creo yo que la razón pudiera vestir de estrella del canto y se encuentra en un acogedor calor de hogar que brinda tu casa. Te debo advertir que pasé por allí hace un rato y noté que ella está convertida en una verdadera dueña de casa, algo impensable tratándose de lo que representa.
Rick se quedó congelado, con una expresión de intriga.
—No usé la llave por si eso te preocupa.
—No entiendo.
—Minmei puede pensar mal por el hecho de que me hayas dado la llave.
Él sacudió su cabeza. —Fuiste a mi casa para hablar conmigo y ahora no comprendo tu cambio de opinión.
—Tal vez sólo fui a tu casa para pedirte sexo—rió de su respuesta impensada—. Pero sí, fui a tu casa para hablar y cambié de opinión cuando la vi a ella. Deberías irte, te espera, está muy preocupada.
Si saber por qué, obedeciendo a sus impulsos, acercó su rostro a su oído, dejando su mejilla muy cerca de la de él, podía sentir el calor emanando de su piel, su perfume…
—Después de todo hacen linda pareja, y no sabes lo que podría pasar mañana; la vida es breve y deberías disfrutarla. —susurró dejando a Rick paralizado mientras huía.
Nota de Autor: Esta historia consta de dos partes, y sinceramente agradezco a todos quienes se toman el tiempo de leer.