Capítulo 24
"Magis esse quam videri oportet"
San Petersburgo, Rusia
La noticia tomó deprevenido a Tala. Quedó estático para estupor de los otros. Spencer suponía que la reacción de Tala ante esa noticia le alteraría, Bryan que despotricaría e Ian que golpearía algo. Pero no. Tala se encontró tan animado como una estatua de mármol blanco.
— ¿Escuchaste lo que dije? — preguntó Spencer después de darle unos minutos. — ¿Tala?
El silencio fue su única respuesta.
— ¿Rojo? — lo intentó Bryan.
Pero no había reacción. De no ser por el subir y bajar de sus hombros podrían haber jurado que estaba muerto.
Finalmente, el pelirrojo bajó la vista viendo sin ver hacia el piso. Él ya no escuchaba más que murmullos incomprensibles a su alrededor. Tragó el nudo en su garganta que amenazaba con ahogarlo, mientras involuntariamente se repetían en su mente las imágenes de su premonición. Sintiendo la agonía, el terror y finalmente la oscuridad devorando a Kai.
— ¿Es un hecho? — preguntó Tala, su voz sonando tranquila, fría… muerta. Deteniendo la mano de Spencer que tentativamente había extendido hacia su hombro.
— Sí. Le vieron ser arrastrado por la corriente… — había cierta vacilación en la voz de Bryan.
— Su… cadáver… — Tala empezó levantando la mirada.
Ian negó con su cabeza — No hay cadáver… aún.
— Entonces no está confirmado. Él podría estar bien.
Ahora fue la cabeza de Spencer la que se movió de izquierda a derecha — Los que rescataron a la niña lo vieron hundirse y no salió. Viste como estaba el aeropuerto cuando nos marchamos. También que el agua estaba helada. Si no lo han encontrado cuando llamaron…
— Eso sucedió hace cinco horas, más o menos — completó Ian.
— ¿Niña? ¿Qué niña? — preguntó Tala interrumpiendo a Spencer.
Los otros se miraron entre sí.
— La chica de la aldea a la cual trató de rescatar — dijo Bryan
— Rescató. — corrigió Ian.
Bryan se quedó mirando a Tala, pero éste parpadeó con la elegancia de un búho.
El rubio rodó sus ojos — ¿Escuchaste lo que Spencer dijo antes, no? — dando un bufido continuó — una chica cayó al agua y…
— Él quiso dárselas de héroe — Tala terminó con amargura.
— Está en su naturaleza — dijo Bryan encogiéndose de hombros. — Por lo menos eso no es contagioso.
Tala lo miró y esbozó una leve mueca de sonrisa. Ése siempre fue un comentario medio en broma y medio cierto que se decían cuando Kai actuaba así. Porque ése era un rasgo que habían notado de inmediato en Kai y… ellos –sí, todos ellos- de alguna manera habían tratado de erradicar, aunque de alguna manera menos 'radical' que como lo intentara Boris. La compasión era una debilidad muy peligrosa en la Abadía. "Eso" podría causarte castigos o a veces algo más. Luchando –a su modo- contra la naturaleza compasiva de Kai, ellos lograron "modificarla" o "encubrirla" lo suficiente con lo que podrían llamar "Honor" que era otra cosa natural en el chico Hiwatari, aunque considerada menos peligrosa, si pretendes sobrevivir en la Abadía.
Pero, como siempre, la naturaleza rebelde del chico de cabello bicolor había impuesto su voluntad sobre la de ellos… eso y su obstinación casi suicida. Aunque un poco más disminuida de alguna forma, gracias a Boris y Voltaire.
Tala se levantó y empezó a meter cosas en su bolsa de viaje.
— ¿Qué pretendes? — preguntó Bryan.
— ¿No es obvio? Vamos por él — dijo rotundo.
— No. — dijo Spencer con voz firme.
Eso hizo que Tala se detuviera y girara su cabeza violentamente hacia Spencer.
— ¡Qué demonios! — vociferó el pelirrojo — Dije que iremos.
— Y yo que no podemos. Se nos ha dado indicaciones para que nos quedemos acá hasta nuevo aviso.
— No me importa…
Spencer inhaló profundamente — Antón ha ordenado que nos quedemos.
— Entonces quédate. Yo me voy… — empezó Tala.
— No puedes. — Spencer dio un paso adelante.
— Dije que…
— Lo siento Tala. Yo estoy a cargo. — dijo mirando directamente a Tala quien empuñó sus manos a sus costados.
Ian y Bryan se miraron entre sí antes de mirar a Spencer en busca de algún indicio…
— Antón me llamó del número del Sr. Voltaire. Fue muy claro al indicar que si no actuabas de acuerdo a las circunstancias yo estaba a cargo.
Tala rechinó sus dientes.
— No me obligues a ejecutar ésas órdenes — dijo Spencer firme e irguiéndose a toda su estatura. Su rostro era serio y decidido.
Tala sonrió con su sonrisa depredadora, desafiándolo a siquiera intentarlo.
Ambos se miraron.
Y ambos sabían que estaba en juego para el otro.
Tala desafiante, Spencer decidido. Para uno estaba en juego algo más que su cara o algún hueso roto. Para uno era el respeto, autoridad y orgullo. Para el otro estaban órdenes, órdenes directas que le podrían hacer ascender o descender en picada por el resto de su vida.
A diferencia de sus enfrentamientos individuales con Kai, quien tenía una posición superior en más de un sentido frente a cada uno o todos, además de una terquedad que nadie podía disputar. Los enfrentamientos entre el resto de los rusos eran un poco más… al extremo. Desde razonables hasta completamente destructivos. Innumerables habitaciones fueron testigos de sus arranques. Acostumbrados desde los días en la Abadía de controlar (embotellar) sus temperamentos, emociones y sentimientos. Darles salida constituía una catástrofe. Sus luchas sádicas y francamente aterradoras eran el reflejo de ése embotellamiento… era entonces que esa compuerta firmemente cerrada se abría durante sus encuentros con los beyblade. Pobres de aquellas almas que lucharan contra los Demolition Boys después de tener disputas entre ellos.
Mientras los otros se miraban entre sí, indecisos a quien apoyar.
Porque en cualquier otra situación ellos hubiesen apoyado a uno o al otro dependiendo sus intereses o hasta intervenido por simple equilibrio de fuerza física, un poco para liberar vapor. Pero acá estaba en juego más que una comida, apuesta o simplemente aburrimiento convertido en tonta disputa.
Quizá la situación hubiese llegado a una situación realmente grave de no ser por el sonido del teléfono de Tala.
— ¡QUÉ! — contestó molesto el pelirrojo en su lengua materna y acompañada de algunos insultos bastante coloridos.
— Uh… ¿Hola? ¿Tala? — se escuchó una voz familiar (entiéndase que en japonés). No tan impresionado, más bien… acostumbrado.
Silencio.
— ¿Tala Ivanov? Soy… Tyson.
— ¿¡Cómo demonios conseguiste este número?!
-oooOooo-
Japón: Dojo Kinomiya: un poco másde una hora antes.
Tyson despertó de una pesadilla. Sentándose de golpe notó que temblaba, por lo que tomó respiraciones profundas, intentando recuperar el aliento. En su sueño miró a Kai hundirse en la oscuridad, como la primera vez frente a la bestia bit Zeus… solamente que esta vez no lo pudo sujetar y vio cómo se hundía sin poder hacer nada.
Se llevó su temblorosa mano a la frente aún sudorosa, entonces miró hacia su palma en lo que la luz proveniente de afuera permitía y resopló. No había nada que pudiera hacer. Vio a Tala y los otros rusos en ese lujoso hotel hacía algunas noches, además Tala les había dicho -durante la cena- que ellos regresarían a Rusia, es más, ellos ya deberían estar en la Abadía a estas horas, y algo que su castigo había terminado.
— "¿Sucede algo?" — la voz adormilada de Max le hizo girar su cabeza en la dirección donde el rubio dormía.
— "No Maxie, un mal sueño, vuelve a dormir"
El rubio murmuró algo, se giró para acomodarse. Y después de algunos segundos, al parecer volvió a dormirse porque su respiración volvió a hacerse rítmica. Entonces, Tyson se recostó y fijó sus ojos en las luces provenientes de la cortina mal cerrada.
— "Qué estés bien, amigo" — susurró antes de cerrar sus ojos.
O al menos lo intentó. Estuvo dando vueltas por unos 15 minutos antes de levantarse y salir sigilosamente del dojo. Se dirigió a la casa en donde encontró a su abuelo.
— ¿Qué sucede, pequeño? — preguntó el anciano al ver el rostro serio y casi triste de su nieto.
— ¿Crees que será muy tarde para contactarme con el Sr. Dickenson?
El anciano le miró un momento. El rostro afligido de su nieto le indicó que realmente era una situación importante — ¿Tienes el número?
Tyson bajó su cabeza y negó.
— Yo sí. Vamos mi pequeño, cuéntame que ocurre mientras localizamos a ese viejo.
-oooOooo-
San Petersburgo, Rusia y Japón, Dojo Kinomiya
Pero Tyson no es uno de los que pierden su ecuanimidad y confianza por mucho tiempo, especialmente cuando además de su natural resolución ha tenido a Kai por entrenador.
— El Sr. Dickenson. Es importante.
— Habla rápido estoy ocupado — dijo con su ya recuperado control y frialdad.
— Es sobre Kai.
Hubo un silencio tan pesado, que Tyson consideró que el ruso le había colgado.
— ¿Aló? ¿Tala?
— ¿Qué con él? — dijo tras un par de segundos de vacilación.
— ¿Has hablado con él?
Tala respiró — Recuerdo haberte dicho que cuando lo vea le daré tu mensaje. Aunque sabe que no les fue muy bien. — dijo con la esperanza de cortar de tajo la conversación o al menos escuchar interminables excusas de por qué no ganaron y…
— Soñé con él. Una pesadilla… — dijo tímidamente, ignorando el anzuelo.
Silencio.
Era obvio que la preocupación de Tyson era mayor que su propia vergüenza u orgullo. Tala tragó duro.
— ¿Y? — Tala temió lo peor.
— Durante el último torneo mundial… él se enfrentó a Brooklyn y al ataque de su bestia bit… Zeus, creo. Sé que no estabas ahí, pero… no sé cómo decirlo…
— Ve al punto.
— Sentí lo mismo… qué él se ahogaba en las profundidades de lo que parecía un vacío… agua o algo así. Yo… sé que no estabas ahí… me refiero al Campeonato ¿Tala? ¿Él está bien?
— Debería. Hablé con él ayer — fue una respuesta más seca de lo que Tala pensara dar.
— Oh… yo… lamento haberte molestado — dijo humilde.
— ¿Cuándo soñaste eso? — preguntó el pelirrojo, casi arrepentido o temeroso de haberlo hecho.
— Hace una hora quizá hora y media.
Tala guardó silencio. Conteniendo el aliento, por la respuesta del otro.
— ¿Me avisarás si… si algo le ocurriera? — preguntó Tyson, sin importarle rogarle al ruso o que su voz transmitiera su ansiedad y temor.
— ¿Por qué debería hacerlo? — dijo Tala, aunque Tyson notó que no había la frialdad acostumbrada.
— Porque Kai es mi amigo y me importa su bienestar. — dijo Tyson sin pizca de vacilación.
— Te informaré cuando tenga algo concreto.
— Gracias.
-ooOoo-
La comunicación terminó. Tyson no quedó más tranquilo. Levantó su mirada del teléfono a su abuelo quien no había perdido lo intercambiado entre los dos jóvenes.
— ¿Tyson?
Por toda respuesta el japonés se abalanzó hacia su abuelo, abrazándose al anciano mientras lágrimas caían de sus ojos…temiendo lo que Tala no había querido decirle.
-ooOoo-
— ¿Tala? — preguntó Bryan observando y tampoco perdiendo las respuestas del pelirrojo o su actual lenguaje corporal de derrota.
— Era Tyson.
— ¿Qué quería? — intervino Ian.
— Llamó para preguntar sobre Kai. Dijo que lo soñó… ahogándose.
Los tres experimentaron un escalofrío.
— ¿Él es como tú? — se atrevió Bryan a preguntar.
Tala levantó su mirada del teléfono para enfrentarlos — No lo sé. Dice que lo soñó hace poco menos de dos horas…
Los otros se miraron entre sí.
— Eso quiere decir… — se aventuró Bryan.
Tala arrojó violentamente su teléfono a la cama, donde rebotó y cayó al suelo con un inconfundible chasquido…
— Voy a bañarme. — dijo bruscamente. Tomando una toalla casi salió un poco tambaleante.
Cuando Ian y Bryan hicieron por seguirlo, Spencer levantó una mano — Déjenlo.
— ¿No crees que escape? — preguntó Bryan.
— No. Ya no lo hará. No salgan por ahora — dijo mirando directamente a Bryan.
Spencer entonces sin agregar más, se dirigió a su esquina para trabajar en su aparato. Ian caminó a recoger el malhadado teléfono de Tala, para guardarlo en la bolsa del pelirrojo y sacar su computadora. Bryan musitó una maldición. Quedándose ahí parado durante un buen rato. No sabiendo cómo lidiar con… su dolor.
-ooooOoooo-
Hola.
Sé que me he atrasado un poco pero no sabía cómo amarrar este capítulo con las emociones que deberían sentir los chicos (rusos y Tyson) en ese preciso momento.
Aun sostengo que Tala tiene una capacidad de premonición… más refinada o natural. Pero ello no significa que una persona 'normal' no pueda sentir cuando alguien que le es importante tiene problemas o algo no está bien. Generalmente es lo más fuerte. Aunque una alegría o el simple hecho de pensar en alguien hace que esa otra persona piense en ti. Llámese telepatía o sexto sentido, premonición o como quieras. Sé que existe, en diversos niveles y eso es lo que intento plasmar.
Es un capítulo anormalmente corto, para mis estándares. Pero no podía ir más allá y perder el ambiente creado.
No actualizaré cada semana, pero intentaré hacerlo cada 15 días, al menos. Saludos y gracias por sus comentarios.
Las sugerencias son bienvenidas.
Traducción: "Magis esse quam videri oportet" que se traduce como: " Más importa ser que parecer" se refiere a que no debe fiarse todo a las apariencias de las cosas, sino que principalmente debe buscarse en ellas lo esencial y lo más importante."
Algo que Tyson sabe pero olvida la mayoría de las veces. Y, algo que los Demolition Boyz están aprendiendo.