Los personajes de Ranma y de Inuyasha son propiedad de Rumiko Takahashi.

La historia es creación de mi seso.

-"Los personajes piensan."-

-Los personajes hablan. -

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Los motores de los autos, motos y camiones, al igual que el monótono andar de los peatones, a esa hora de la noche, integraban el paisaje nocturno de una ciudad, la cual, era iluminada por anuncios publicitarios destellantes ofreciendo distintas formas y productos para atraer la atención.

Una joven de cabellos oscuro con tono azul observaba al inmenso satélite que resplandecía sobre la gran Nerima.

Aquella no era su casa.

Para cualquiera sería una intrusa, pero no le importaba, solo se dedicaba a esperar en la oscuridad de aquella morada y en compañía de una muda, inmóvil y "escondida" china, que en sus pensamientos le deseaba la muerte más horrenda de todas.

Para pasar el tiempo, Akane, había recorrido cada rincón de aquella vivienda, y como último lugar, se encontraba en la habitación matrimonial.

Lo que estaba por hacer, más que venganza también sería una prueba o más bien obtendría una respuesta después de tanto tiempo, saber si aún estaba "aquel sentimiento" en su corazón.

Uno puede expresar que ya no odia, que no guarda tristezas, amor o miedos, por alguien o por algo … el ser humano pasa por muchas pruebas, cuando piensa que aquello que lo hirió ya no está más, es cuando menos se lo espera, la vida le trae el pasado como una bofetada. Y es en ese momento en que uno toma la decisión: anclarse al pasado o darle una patada en el trasero y decirle que se vaya al infierno.

Ella tendría que plantarse cara al pasado y saber si aún quedaba algo de ese sentimiento que la rompió en mil pedazos.

¿Akane Tendo aun amaba a Ranma Saotome?

La respuesta la obtendría pronto.

Aquel lugar, con todas las luces apagadas, seria testigo de su veredicto final.

No había nervios. Sus manos no sudaban. Su corazón no galopaba. No había miedo. No había lugar para la duda.

A veces creía que tenía que cortarse las venas para saber si aún sentía algo… si todavía vivía.

Los sucesos en esos últimos años la orillaron a perder gran parte de su humanidad.

Si no fuesen por Shoyua, su familia y amigos... Se hubiese vuelto totalmente loca.

En cinco años había visto tantos inocentes muertos, sus manos se llenaron de sangre tan putrefacta, que cualquiera, ya sea mujer u hombre, o hubiese perdido la razón o se hubiese dado un tiro en la cabeza.

Un ruido en la planta baja capto su atención. Sus orbes marrones se posaron en el gran mueble de doble puerta con espejos, que se hallaba entreabierta. Su dedo índice se posó en sus labios enviando una señal de silencio a la moradora del armario.

Shampoo estaba furiosa. Jamás le había pasado tal humillación en su vida. Estaba paralizada, amarrada y, como si fuera broma, amordazada. Sus cuerdas bocales habían sido paralizadas poco a poco.

La peliazul era precavida.

Definitivamente aquella "marimacho", como solía mencionar su esposo, se había convertido en alguien habilidosa y muy a su pesar, al menos muy, pero muy en el fondo de su corazón, admitía que se había hecho fuerte.

De solo pensar aquello solo la llenaba de rabia.

Solo deseaba recuperar la movilidad de su cuerpo y matar de una buena vez a esa simplona mujer.

Y luego se encargaría de su amiga la tal Yura. Terminaría el trabajo. Y Mousse pagaría la humillación con sangre.

¡Ho… pero claro que lo haría!


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Otra vez no había dado con ella.

Y eso lo llenaba de ira. Y más aun de solo suponer en dónde y con quién.

Arrojo las llaves de su casa sobre la mesa circular gris metalizada, imaginando que esta última era la cara de aquella imitación defectuosa y sin gracia que se atrevió a tocar "algo" que no le pertenecía.

Esa mujer era suya y de nadie más. Él, el más fuerte de todos los artemarcialista, el campeón, el más codiciado, deseado por las damas… no podía ser derrotado por un recién llegado que no le alcanzaba ni a los talones.

Sin siquiera interesarse por averiguar si su esposa estaba o no en casa, subió las escaleras con rumbo a su habitación y poder darse un baño, para así lograr despejar su mente y pensar en un plan para tener a esa mujer, así sea a la fuerza.

Ingresando a la recamara y sin encender la luz, se dispuso a quitarse la remera negra que marcaba su enorgullecido torso, aventando la prenda sobre la cama para luego dedicarse a desprender el cinturón y librarse del jean azul, arrastrando en la acción su bóxer color rojo.

Sin percatarse de las espectadoras que había, se encaminó a tomar una ducha.

Akane recorriendo con su mirada aquel cuerpo, que siendo sincera, no estaba nada mal y el chico se encontraba bien equipado… un pensamiento seguida de una sonrisa divertida se dibujó en aquel angelical rostro.

— Lindo espectáculo, Saotome.

Aquella voz detuvo su movimiento de abrir la puerta del baño.

Lentamente su cuerpo fue girando para verificar si lo que acababa de oír era real o solo producto de su imaginación, creyendo que ya se estaba volviendo completamente loco.

Era ella.

Aquella mala mujer estaba frente suyo casi rodeada por la oscuridad, su rostro era iluminado por el reflejo de la luna que ingresaba por la ventana.

— ¿Akane, que haces en mi casa? — olvidando su desnudez fue acercándose a la joven que se le quedó viendo sin ninguna gesticulación en su semblante.

— Hay que hablar. —Posando las manos en su cintura — Estoy cansada de no tener un solo día tranquila sin que me estés acosando. — su mirada terracota fue filosa como una espada de doble filo observando a Ranma totalmente desnudo frente suyo, pero centrando sus orbes en aquella altanera cara.

— No te acoso A – KA – NE. — Su sonrisa engreída salió a la superficie. Sus dedos tocaron las puntas de aquella corta cabellera azulina.

Un manotazo en la mano de Ranma hizo que el joven saliera de su burbuja imaginaria que se había creado al tener a la chica Tendo frente suyo.

— Que cínico eres SA – O – TO – ME… acaso crees que no sé qué eres tú el que manda a vigilar mi casa las 24 horas… o que entras a mi cuarto a revisar mis cosas… — solo centímetros había entre ambos rostros, pero mientras uno deseaba devorar esos apetitosos labios la otra parte ansiaba romper aquel semblante. — Sé que me robaste una prenda interior hace ya más de un mes — al ver el movimiento del artemarcialista, quien se dirigía a su boca, dio un paso hacia atrás para luego dirigirse a la cama matrimonial y sentarse apoyando sus antebrazos sobre el colchón, cruzando sus blanquecinas y descubiertas piernas. — No voy a preguntar para que te la llevaste… aunque no creo que tu esposa le haga falta. Por lo que vi tiene un cajón lleno… y supongo que tampoco lo hiciste porque te haga falta… no creo que te quede. — su sonrisa burlona y aquel comentario borro la expresión divertida de Ranma.

— ¿Por qué estás aquí?

— Quiero que me dejes en paz de una vez por todas.

— ¿Para qué? ¿¡Para qué te vayas con esa copia barata mía o con el otro tipo con el que te vi salir hace dos días de tu casa y te revuelques como una puta barata!? —sus filosas palabras salían y sus pasos lo acercaban más a la joven que le devolvía la mirada igual de punzante como sus palabras.

— "Tranquila Akane, sé que lo quieres matar y con justas razones, pero no es por lo que estás aquí… respira hondo, respira hondo, respira hondo…" — sus manos sujetaron con fuerza las sabanas de aquella cama. Debía calmarse. Su plan era otro y lo iba a cumplir. Levantó su rostro al hombre desnudo que la estaba acechando como lobo rabioso y hambriento a punto de saltarle a su presa. — Ranma… ¿A caso se te olvida de que eres casado? ¿De qué TU elegiste a otra mujer? Es a Shampoo a la que la debes acosar, CELAR, no a mí.

— Shampoo no me importa… solo me importas tú, Akane — los zafiros de Ranma se volvieron intensos, en ellos comenzaba a brotar el deseo.

Sus brazos se dirigieron a ambos lados del cuerpo de la joven que no se movió ni un milímetro de su posición. Su hombría tocó la suave rodilla de ella logrando que despertara de apoco.

Un leve gemido salió del marcialista al sentir ese toque.

— No sé si te das cuenta de que tu mujer podría llegar en cualquier momento ¿no? — sus facciones se relajaron. Su rodilla, la cual rosaba el pene de Ranma, comenzó a "acariciarlo" sacándole suspiros entrecortados y acelerando el pulso del joven que tuvo que frenar sus movimientos acechantes.

— Sh - Sham - poo… no vendrá hasta… muy tarde — el deseo y el toque de aquella rodilla en su parte más sensible lo estaba calentando de tal manera que perdería la cabeza en cualquier momento y eso es lo que no quería… no aún, por lo que opto cerrar sus ojos con fuerza y llenar sus pulmones de aire. — Debe estar con su abuela… o con su ex. — ante aquello ultimo mencionado, la peli azul arqueo su ceja.

— ¿Acaso no te molesta que tu esposa este con otro hombre? — Su voz salió como el canto de una sirena capturando a su víctima, sin dejar de jugar con el miembro de su interlocutor, mientras conservaba su fascia gélida.

— Si ella esta con ese tipo… yo puedo estar con cualquiera… — su sonrisa arrogante salió a la luz — mujeres me sobran.

Un gemido se le atascó mientras la pierna de Akane jugaba con su pedazo de carne ardiente, por lo que lo estaba dejando sin fuerza de contención. Perdiéndose en aquel rose, sus parpados se cerraron para saborear aquella sensación.

Akane dirigió la mirada hacia el guarda ropa donde le devolvían la mirada con gran deseo a muerte.

— "Esas palabras te dolieron ¿no?" — una imperceptible sonrisa se asomaba — "solo espera el resto". — Ya que dices que te sobran las mujeres. ¿Por qué me fastidias como si fueras mi novio o mi "prometido"? — su voz era dulce como melodía hipnotizadora atrayendo a su víctima hacia su trampa… a su condena.

— Me perteneces Akane… eres mía… solo mía — sus manos grandes y fuertes se dirigieron de manera bruta a la prenda de la joven queriendo desprender el saco negro que la cubría apenas unos centímetros por arriba de las rodillas.

Las manos de la peliazul detuvieron la acción recibiendo una mirada de reproche.

— ¿Qué es lo que quieres, Saotome? — ella no era de él, ni de nadie. Si Ranma pensaba que era su dueño se lo iba a dejar en claro.

— A ti. Quiero que seas solo mía… dame una noche, Akane y te voy a demostrar que soy más hombre que esos imbéciles con los que te revuelcas. — sus manos viajaron a las piernas de la joven sintiendo la suavidad de estas…. ¡por Dios, Podía sentir la suavidad de aquella piel! Definitivamente se acostaría con Akane las veces que quisiera, le demostraría lo capacitado que estaba para complacer a cualquier mujer — una vez que me pruebes, no querrás a otro.

— "Siempre tan estúpido y petulante." — una sonrisa inocente, surgió embobando al campeón de las artes marciales, sin saber que aquello seria su destrucción.

Como animal salvaje desabrocho aquel saco que cubría a la joven dejando a la vista una remera blanca traslucida que mostraba el sostén de encaje blanco con bordes negros y una minifalda tableada de color celeste claro. El cruce de piernas, que aún mantenía, dejaba ver el inicio de los glúteos.

Aquella mujer era la perdición en persona.

Ranma no entendía. Cómo fue que había dejado ir a esa hermosa mujer sin antes poseerla como era debido. Pero todo, tenía solución. Ella seria suya, ya que una vez que ésta supiese lo que era estar con Ranma Saotome la tendría comiendo de su mano como todas las demás amantes que tenía.

Decidido a consumar su deseo, retiró con premura la prenda superior aventándola lejos de aquel torso que exponía aquellos montes, los cuales, eran apenas cubiertos por aquel corpiño. Sin perder tiempo y con su miembro palpitando, con gran desesperación arrancó la prenda aventándola hacia atrás donde aterrizo en el rostro de su inmóvil esposa.

El olor de aquel sujetador le revolvía el estómago, pero las palabras y la acción de su esposo le daba el sabor amarga de la deshonra.

Ranma la engañaba con muchas mujeres y eso era más humillante de lo que podía soportar. Saber que el hombre que amaba estaba con muchas era repugnante. Pero el saber que él estaba enterado de su "aventura" con el joven chino y que no hiciera nada o no demostrara celos, era como si la hubiesen pisoteado y escupido. Pero, aun así, una cosa era saber que se acostaba con todas las mujeres de Nerima y ser la cornuda más estúpida de Japón y China … pero distinto era tener que soportar como SU ESPOSO copulaba con su peor enemiga, y no lo hacía en cualquier lado, sino que en ¡SU PROPIA CASA Y CAMA! No podía creer que le estuviese pasando aquello… ¿su marido era estúpido o solo perdió la habilidad de pensar? porque no entendía cómo es que el mejor artemarcialista del mundo se dejaba dominar por sus bajas pasiones, y además sin darse cuenta de que ¡ella estaba presente!

La indignación, la rabia y la humillación se apoderaron de ella como un parásito en una manzana. Mientras que, sin darse cuenta, hilos transparentes descendían de sus ojos.

Ranma perdido en su capricho se deshizo de las prendas inferiores lanzándolas lejos.

Su pene le comenzó a doler con gran necesidad al ver aquella imagen que sus ojos le regalaban. Akane se encontraba totalmente desnuda en el centro de la cama. Sus piernas flexionadas y abiertas mostrando la entrada de aquella cerradura de carne dándole una tentadora invitación a aventurarse por la puerta del deseo.

Era algo increíble de ver.

Los pechos de Akane subían y bajaban en modo banquete.

— ¿Qué sucede Saotome? ¿No me digas que necesitas a que te guíen para complacer a una mujer? — su voz se oía tan sexy y burlona que captó la atención total del hombre. Verlo embobado mirándola le divertía. — "¿Ranma, ahora si te gusta lo que ves? Veamos si después te voy a seguir gustando" — me acabas de insinuar que eres bueno en la cama y lo único que haces ahora es quedarte parado mirándome como si fueras una estatua o un crío que tiene su primera vez y no sabe cómo meterla. — El artemarcialista frunció el ceño ante aquellas palabras mirando a la pelicorta a la cara. La sonrisa de la joven apareció de forma burlona. — Te daré una ayuda. Ese pedazo de carne, que en este mismo momento parece una flecha encorvada… — mencionó señalando el miembro — debes entrar aquí — ahora apuntando a su vagina. — y debes sacarla y ponerla hasta que ambos lleguemos a un orgasmo.

El ceño de Ranma se hacía más prominente a cada segundo, a cada palabra de aquella mujer que lo estaba ofendiendo. Como se atrevía a decirle aquellas palabras.

— No soy una criatura, Akane. ¿A caso me crees estúpido? — sus dientes se apretaban en cada palabra mientras avanzaba hacia la joven.

La peli azul desvió la mirada mientras la sonrisa seguía en su rostro.

— ¿A caso debo de darte una respuesta a esa pregunta? Aunque creo que ya la sabes.

Definitivamente ella lo creía estúpido… pero lo que no sabía era que la joven lo creía un estúpido diplomado.

— Ahora vas a saber lo hombre que es Ranma Saotome.

Sus manos tomaron con fuerzas las caderas de la joven acercándola más a él, rosando su pene con aquella tibia entrada a la perdición. Su mente se perdía por aquel simple toque. Su mano liberó la cadera para aprisionar con desesperación desmedida uno de los pechos. Su boca se hizo agua con solo tocarla y la necesidad de probarla revivió. Su hocico capturó aquella mama dejando que su lengua juegue a catar la piel mientras su otra mano hacía que su glande rosara aquella entrada.

Más desorientado que Ryoga, con desesperación estrello sus labios contra los de Akane.

Tendo movía su boca de la mejor manera posible, aunque sus ojos estaban abiertos mirando el techo. Sus manos en ningún momento se movieron, éstos se encontraban a ambos lados del cuerpo sin ninguna conmoción… debía pensar en otra cosa para no vomitar en la cara del gran imbécil.

Hasta el momento solo se había acostado con dos hombres y llegó a deleitarse tocando a un stripper muy bien equipado.

Solo había una forma de no echar a perder su plan.

FLASHBASCK

Con la mirada puesta en la imagen que le regalaba aquel ventanal que, teniendo un panorama de algunos edificios, locales y el parque de Nerima, se hallaba en unos pisos superiores donde estaban las habitaciones de aquel hospital. Una pareja amiga compartían un té en silencio mientras procesaban los acontecimientos de aquel agotador día.

Un suspiro fue lo que corto el mutismo entre ambos.

No creo que lo pueda hacer, Akane. el joven chino repasaba una y otra vez en su cabeza el plan de la peli azul. Movía la cabeza de un lado a otro no se sentía apto para aquello. De solo imaginárselo le causaba nauseas. definitivamente no lo voy a poder hacer… quedaría traumado.

Akane se divertía por la cara que ponía Mousse, parecía alguien a punto de devolver.

No es nada del otro mundo. Se que puedes hacerlo. alentaba al joven con una palmadita en la amplia espalda.

El oji verde poso su mirada a su acompañante. Esa mujer estaba loca. Pero su plan tenía un fin. Sería un ojo por ojo. Cuanto había deseado que aquello pasara.

En su pecho se había instalado el dolor, la humillación y la deshonra, por una mujer a la que amo y que esta solo se encargó de escupir y pisotear ese sentimiento puro, el cual, le había jurado con toda las fuerzas de su corazón. Tan dañado estaba que hasta la actualidad buscaba ese sentimiento en otros brazos, pero aún no lo encontraba.

Tras aquel ultimo pensamiento, la imagen de una pelicorta de orbes rojos le llegó en mente. Su corazón latió tan fuerte que creía que su amiga lo escucharía.

Nabiki comentó una vez que tuvo que fingir. aquello devolvió de sus pensares al joven chino prestando toda su atención a lo que capto al escuchar.

Jamás fingí en una cama con ninguna mujer… trataba de imaginarse como lo haría y es que aquello le parecía algo complicado de hacer. ¿cómo finges con alguien la cual te repugna hasta su voz? cuestionó ante aquella duda.

Fácil. Imagina que es otra persona con quien estas. eso sonaba muy fácil. Pero ¿funcionaria?

¿Ya fingiste con alguien?

No. Aquella respuesta hizo que el joven posara su verde mirada en la mujer que se hallaba a su lado para luego sentir que una gota resbalaba por su nuca. Pero si queremos darle una cucharada de su propia medicina no queda de otra más que intentarlo. Lo interrumpió centrando el punto en que quería que su amigo entendiera. A mí tampoco me causa excitación sentir que ese idiota haga algo que jamás hizo, pero si ahora quiere probar esto— con su mano libre señalo su cuerpo — que lo pruebe. Quiero que sienta que está en el cielo, que toque las nubes para luego hacer que conozca el infierno. El sabor que sentirá será amargo… el mismo que sentí cuando le entregué mi corazón y me traicionó sin importarle mi dolor.

Ella tenía razón y si Shampoo no entendía con sus palabras y sus desprecios, no quedaba de otra que entendiera de otra forma… no estaba a favor del modo, pero pedía a todos los dioses que funcionara.

¿Cuándo quieres que lo hagamos?

Una sonrisa cómplice y de agradecimiento se dibujó en el bello rostro de Akane.

FIN FLASHBACK.

Sus ojos se serraron pensando en los labios de cierto mercenario, en su juguetona lengua que la enloquecía cada vez que recorría cada rincón de su cuerpo. Aquellas manos que la acariciaban con posesión ya no eran de Ranma, un ruso pelirrojo la tocaba con fervor dejando una estela de fuego en cada pasó.

Con esa combinación de hombres que su alocada mente forjó se entregó ante aquella fantasía. Sus piernas capturaron la cintura masculina robándole un doloroso quejido a su acompañante. Sus manos recorrieron la amplia espalda donde se encargó de dejar sus marcadas uñas quitando otro quejido de excitación del joven. Los labios devolvían aquel beso con hambre pura… y es que imaginarse al mercenario arriba suyo besándola de la forma en que él lo hacía solo la humedecía más de lo que ya estaba.

Sus manos recorrieron con tosca desesperación cada rincón deseado de aquel cuerpo. ¿Cuánto había soñado con este momento? ¿tenerla a su completa merced? Podía hacer lo que quisiera con ella y las veces que quisiera. Después de aquello ella volvería a buscarlo. Él ya no iría por ella, ahora seria ella quien lo hiciera. Su deseo y necesidad lo llevo a no poder soportar más, por lo que, sin perder tiempo, posicionó su inflamado miembro protegido en aquella entrada húmeda y caliente. Entro de una sola estocada y aquello le basto para que su autocontrol, ya que quería que todo fuera a su tiempo, se fuera a la basura.

Un gemido sorpresivo fue lo que salió de los labios femeninos. No se esperaba de la envergadura de aquella invasión. Aquello era interesante. Sentía como el artemarcialista entraba y salía de ella de manera rápida y fuerte.

El respaldar de la cama chocaba contra la pared produciendo ruidos que se mezclaban con los gemidos de ambos. La joven china estaba condenada a escuchar y ver como su esposo se revolcaba en su cama con su peor enemiga. Su orgullo amazónico, ese día fue derrotada infinidad de veces en tan poco tiempo. Primero Mousse pensaba en esa insípida mujer de ojos rojos mientras tenían sexo. Aquello fue humillación pura. Y ahora tenía que soportar lo que estaba delante de sus ojos. En cuanto se pudiera mover los mataría. Mataría a todos.

Sentía que llegaría a la cima del placer. El hombre entraba y salía con insistencia. El choque acuosa y los gemidos invadían la casa. Faltaba muy poco para que el globo explotara en su interior. Lo sentía pronto ella tocaría las nubes. Pero no fue su volcán el que hizo erupción.

El globo que se estaba inflando no explotó, de hecho, la explosión jamás llegó. Las imágenes se fueron cuando aquello la hizo chocar con la realidad.

El peso sobre ella capto su atención viendo a su ex apoyando su cabeza entre sus pechos tratando de recuperar el aliento.

— "¿Es enserio?... ¿eso fue todo?" — Akane no podía creer que Ranma, el campeón mundial en artes marciales hubiese terminado tan rápido y estuviese tan cansado como lo veía. ¿Dónde rayos se había ido toda esa energía? Cuando estaba a punto de preguntar de si seguiría o no, fue interrumpida.

— Fue increíble… — comento el hombre tren bala mientras salía del interior de la joven y se acostaba a su lado agotado. — Estuve muy bien… a ti te falta práctica — La peliazul arqueo una ceja al escuchar aquello ultimo.

Eso sí fue increíble… increíblemente lamentable. Como es que con lo bien equipado que estaba el ojiazul no satisfacía las necesidades en ella. ¿Y qué demonios es eso de que estuvo bien? eso debía decirlo la mujer, claro siempre y cuando esta estuviese satisfecha. Solo se animó a sí mismo. Vanidoso el muy imbécil.

Akane tomó una bocanada de aire, pero aquello no fue para llenar sus pulmones de aires, más bien era para no romperle la cara al hombre flash.

Sin darle tiempo a que se recupere, la peliazul se montó sobre el joven. Su rostro gélido al igual que sus marrones ojos miraron a Saotome. — Así que me falta práctica. — mencionó la joven clavando en su orificio de carne el miembro del chico.

Aquella acción tomó desprevenido al marcialista. — ¿Qué demonios haces Akane?... Al menos espera a que me recupere. — intentó frenarla, pero fue tarde.

Akane fue directo a presionar los puntos en ambos hombros y piernas. Ranma se encontraba inmóvil. Totalmente postrado.

Definitivamente tenía un serio problema con paralizar personas. Concluyentemente necesita ver a un psiquiatra, pero por ahora admitiría su inconveniente. Mientras tanto…

— Ranma, Ranma, Ranma… al único que le hace falta práctica es a ti.

— Esto no es gracioso, Akane. — el morocho trataba de mover sus brazos, pero parecía como si su fuerza se hubiese esfumado.

— Quien te haya dicho que eres bueno en la cama… te mintió… "campeón" — sus movimientos lentos, subiendo y bajando hacían que el amigo del ojiazul despertara sin su consentimiento. Aquella burla de la mujer, más la actitud hacia su persona lo molestaba de sobre manera. Por favor Ranma Saotome no necesita practicar. Él todo lo que hace lo hace muy bien, su esposa y todas las mujeres estaban satisfechas con lo semental que era.

Claro eso era lo que él pensaba, pero la realidad le estaba por golpear en la cara.

— Yo se… complacer… — el ritmo de las estocadas aumentaba en cada minuto. La peli azul sabia moverse condenadamente bien, de eso no se podía quejar.

Mas aquello a Akane le tenía sin cuidado. Sus ojos cerrados se enfocaban en dos personas. Si miraba a Ranma definitivamente lo decapitaría en ese instante, por lo que su fiel e incondicional imagen la ayudaba para superar con éxito su plan.

Sus manos viajaban por su torso, acariciando de la misma forma en que ellos lo hacían. Por momentos suave como lo hacía Vorg, luego se dirigió a sus pechos para presionarlos con posesión, sus dedos comenzaban a jugar con sus erectos pezones tirando de ellos como lo suele hacer Bankotsu. Los gemidos de ella inundaron el lugar, mientras que el "semental" seguía sin poder mover ninguna extremidad. El clímax se acercaba a ella y sentía que Ranma terminaría antes que ella otra vez.

— Siii… a-a-así… m-más… V-Vo-Vorg… haaa… Ban- Bankotsu… No… no pa- res… más… más — Las envestidas incrementaron ante un atónito Saotome que dejo de disfrutar aquel encuentro ante la mención de esos nombres. Al segundo mencionado lo conocía, pero el primero no. A diferencia de Shampoo a Ranma le toco escuchar a su ex prometida nombrar una y otra vez los nombres Vorg y Bankotsu, como si fuese que en verdad estaban allí y él no.

La explosión de la peli azul llego derramando su jugo como muestra de su éxtasis.

El sudor y la aceleración de su pecho eran una mezcla exquisita en la joven. La brillantes del sudor reflejadas por el resplandor de la luna que ingresaba por la ventana daba la imagen más erótica jamás vista.

Todo aquello pudo haber apreciado el arte marcialista si no fuera que su orgullo fue herido, sin saber, como lo fue también el de su mujer.

Akane se levantó y caminó hacia el mueble donde se encontraba la espectadora invitada. Abriendo la puerta y sin importarle la mirada de odio que recibía, tomó a la pelimorada y la arrastró hacia la cama para dejarla al lado de su esposo.

— ¿¡Qué demonios Akane!? — Ranma no podía creer que Shampoo estuviese en su casa y él no lo supiera. Luego las cosas comenzaron a caerle como fichas de dominó. ¿Sería que ella escuchó lo que había dicho y pasado? ¿Hacia cuanto que estaba ahí? ¿habría visto algo?

— Si, ella escuchó y vio todo — como si le leyera la mente Akane le contesto sus dudas mientras se vestía delante de la pareja.

Esas orbes azules que una vez amo la miraban amenazante. Antes hubiese pedido perdón de rodillas por recibir esa intensa e intimidante mirada, pero esa Akane no hubiese hecho todo aquello. Ese Ranma Saotome que ella amaba jamás existió, jamás se preocupó por ella, ésta sí lo hizo por él. ¿Cuántas veces hubiese dado su vida sin nada a cambio? ¿Cuántas las dio y no obtuvo nada de él? Jamás sintió cariño, jamás la amo. Ahora veía algo que nunca vio y era que tampoco fue feliz. Sola se había creado un cuento de hadas como una niña que cree en los príncipes azules… estuvo tan ciega de amor, de un amor no correspondido que lo único que trajo en ella fue dolor y decepción…

— Sabes Shampoo… debo darte las gracias — aquello hizo que la mencionada y su esposo la observaran como si fuese una mujer con dos cabezas. — Si no te hubieses metido entre Ranma y yo… en este momento seria la mujer más infeliz sobre esta tierra. — se acercó al espejo que se encontraba al frente de la cama adherida a la pared, tomando del bolsillo de su saco el lápiz labial remarcando sus belfos para luego acomodar su cabellera azulada con los dedos. — y te puedo decir algo que jamás creí que lo diría… y es que me das lastima… — mirando de frente a la pareja, pero centrando su atención en la joven china — me haces creer que todavía tengo corazón — sonrió — Ahora entiendo porque buscas afuera lo que no tienes en tu casa… y no te culpo, yo haría lo mismo. Si mi marido no me satisface busco un hombre que sí lo haga. Pero para la próxima te aconsejo que no traigas a tus amantes a tu casa.

Aquello hizo que los ojos de Ranma se agrandaran más de lo normal. No podía creer que su esposa se atreviera a traer a sus amantes a su casa. Él jamás trajo mujeres por respeto a su esposa y ella metía a quién sabe a su casa y seguro que en su cama.

— Después de un tiempo… — la voz de la peli azul volvió a captar la atención del morocho inmóvil. — a una se le cae la venda de los ojos y se da cuenta que "esto" — apuntando a Ranma. — es un ser por el que no vale la pena ni llorar, ni mucho menos ensuciarse las manos de sangre pestilente. — sus amarronados ojos penetraron a Saotome como si de una basura se tratara. — y cuando te das cuenta de que es un adefesio mal hecho una piensa, "demonios perdí mi valioso tiempo por un hombre que ni siquiera sirve para satisfacer a una mujer en la cama". — Aquellas palabras calaron hondo en el ego del campeón mundial de las artes marciales. Claro que esa mirada, eran como palabras sin mencionar, ya que, la humillación que recibía en presencia de Shampoo se sentía como si recibiera la peor paliza de su vida.

Aquellas esferas terracota se dirigieron a la mujer china que le devolvía la mirada acuosa con desprecio.

— No te preocupes TU marido no me gusta. Ni siquiera me sirve como amante. — Con burla reflejada sin pena alguna en su angelical rosto hizo su descargo. — por cierto, Shampoo ¿Qué se siente que en medio del acto sexual digan el nombre de la mujer que intentaste matar? ¿Qué se siente que ya no estás en la mente ni en el corazón del hombres que una vez te amo con cariño, con desvelo… que era capaz de bajarte las estrella y la luna si así lo deseabas… y que todo eso lo perdiste cuando te fuiste con… este — hizo mención del joven que era oyente de lo que Akane decía. — Porque sé que amas a Mousse y te sentiste muy bien entre sus brazos fuertes y entre su boca. Te entregaste a él en esta cama sin importarte nada… ni nadie… bueno disfrutaste hasta que te diste cuenta de que Mousse se imaginaba que estaba con otra… con una mujer que hizo algo que tú nunca hiciste estando con él… — los ojos de la peli morada miraban fijamente a la chica Tendo cuestionándola en silencio — respetarlo, cuidarlo y lo más importante… amarlo. — aunque aquello último era falso, ella no lo sabía. Y eso era divertido.

Dagas filosas con un néctar de veneno fue lo que sintió la amazona en su corazón que logró llegar a su alma y traspasarla de igual forma. Esas palabras salir de la boca de la última persona que quería oír era lo último que deseaba en el mundo. Esas frases que fueron liberadas con potencia cual puños y patadas que se impactan en una roca solida indestructible logrando el cometido deseado… destruir, fue lo que sintió al oír a su peor enemiga. Mousse amaba a otra mujer que no era ella. Una opresión en el pecho fue lo que sintió al entender el peso de esas palabras. Todo aquello lo resumía en una sola expresión: pérdida.

Perdió a Mousse. Perdió el amor de un hombre que la miraba como si fuese la única mujer en la faz de la tierra. Perdió a alguien que jamás la traicionaría. Pero ella se encargó de matar aquel amor… y no solo ese sentimiento, sino que también mató la esencia de aquel hombre que besaba sus pies y la veneraba como diosa. Ahora todo aquello lo recibía otra. Ya no era más su Mousse.

Akane vio como el rostro de Shampoo cambiaba. Con solo mirarla a los ojos notaba que la amazona caía en su realidad. Lo que perdió por las consecuencias de sus acciones.

La pelicorta fijo su mirar al único masculino en aquella habitación que la oteaba como bestia con deseos de atacar.

Akane suspiro agotada con todo. Parecía que Ranma no quería entender que ella ya no lo amaba.

— ¿Quién es Vorg? ¿te revolcaste también con él? — la peliazul no podía creer que a Ranma no le importara la presencia de su esposa para tener el tupé de recriminarle aquello. Tomo aire llenando sus pulmones hasta el tope, debía mantener la calma, pero estaba llegando a su límite. Bien si es lo que quería saber se lo diría.

Con su rostro sin emisión, acercándose al borde de la cama y sentándose al lado de Saotome, sin quitar su terracotas de aquellas orbes azules.

— Vorg es un gran amigo, un íntimo amigo — Akane veía como el rostro de Ranma comenzaba a cambiar a medida que procesaba esas palabras, notando en esos azules ojos la duda. La intriga en aquellas palabras. — Me acosté con él, si es lo que quieres saber. — La transformación en el rostro masculino era como de miedo para el que lo viera, pero parecía no surtía efecto en la joven Tendo — Y lo volvería hacer. Al igual que me he acostado varias veces con Bankotsu — Akane poso deforma pensativa, ignorando el caos interno que había en el artista marcial. — No sé con cuál de los dos me quedaría, porque aparte de ser muy apuestos los dos, con cuerpos para pasarle la lengua por todas partes, y en la cama son dos bestias muy bien equipadas que sí saben cómo complacer a una mujer, dejarlas satisfechas, lograr que una desee más, mañana, tarde y noche. — Mientras ella relataba su mente evocaba cada momento vivido con ambos hombres. Sus manos viajaron por su torso tocando sin pena alguna sus montes, olvidando por completo a la pareja. Definitivamente debía para o tendría otro orgasmo. Definitivamente necesitaba estar con un hombre.

Sus orbes terracotas se fijaron en el joven que estaba frente suyo. Definitivamente ya no había nada para él en ella. Todo había muerto… y eso la hacía sentirse libre. Ya no tenía un pasado que la aferraba a ese hombre porque no había amor y las cenizas se las llevo un viento fuerte.

— Ellos me las van a pagar. Tu eres mía. — Escupió Saotome amenazante.

— Ya no Ranma — su rostro se aproximó a milímetros del joven que enmudeció con la cercanía repentina sintiendo el peligro. — mírame a los ojos, pero mirarlos bien y dime que es lo que ves en ellos — si Ranma no quería entender, ella se encargaría que lo hiciera.

El joven poso su mirar tratando de encontrar mentira en ellos, pero no fue así.

En esas orbes marrones no había luz. Ese brillo que él ignoro hacía tiempo y que sabía que en su momento resplandecían por su causa, gritando el amor que esa mujer tenía por él, pero de eso ya no había rastro alguno. Una gran punzada atravesó por su pecho como si varias agujas se clavaran en él y lo dejaran sangrar lentamente.

Se negaba a creer en la verdad que le era revelada. Su orgullo se lo impedía. No podía perderla.

Intento moverse para exigirle que no lo deje. Era capaz de todo con tal de que no se fuera de su lado.

— Si quieres que me divorcie, lo hago. — en cuanto las palabras salieron de su boca un fuerte golpe fue lo que sintió en su rostro. Sus ojos azules se posaron en el rostro de Akane.

— No te engañes Ranma. — las palabras salieron de manera calmada al igual que su rostro que reflejaba tranquilidad — Cuando me besabas pensé en otro; cuando me tocabas, pensé en otro; cuando estabas dentro mío, pensé en otro. — Cada vocablo rompía un poco más esa coraza de negación — si estuviese contigo, pensaría en otro, siempre seria otro… jamás tú. — ho si, podía apreciar cómo se desmoronaba el caparazón, veía caer el orgullo, el egoísmo ante sus ojos, la venda — Ya no hay amor en mi corazón. No hay un nosotros porque jamás lo hubo y no lo habrá. Ni siquiera pudiste complacerme, tuve que pensar en otros para satisfacerme. — podía ver como unas lágrimas resbalaban de esos zafiros por lo que decidió darle fin — matar a los dos sería muy sencillo, pero no mato de manera cobarde; No habrá próxima oportunidad. Si se acercan a mi familia o amigos, se mueren y no me va a importar ganarme el odio de la tía Nodoka o del tío Genma, así como tampoco me va a interesar lo que diga Cologne. Después de todo, mis manos ya están manchadas de sangre, dos mas no me hará nada. — Sus manos viajaron a la nuca de cada uno presionando unos puntos devolviéndoles la movilidad.

Giro sobre sus talones comenzando a salir de aquel lugar satisfecha con el resultado.

No hubo protestas, ni amenazas, solo silencio. Su última imagen fueron dos pares de orbes bañados en lágrimas en ellos cargaba la verdad del dolor, y ella sabía lo que era sentir aquello, lo vivió en carne propia donde te hace sentir que estas a punto de caer a un abismos y solo tiene dos opciones: soportar el dolor y seguir adelante evitando que la amargura no te consuma o te rindes y te dejas caer por ese abismo.

Si son inteligentes salvarían su matrimonio y la dejarían en paz a Mousse y a ella.

Pero ellos debían decidir, ¿Los dos caerían al abismo o se salvarían?


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Hacia días que no la veía. Ella no lo buscó y él tampoco lo había hecho, pero cuando tenía decidido ir a hablar con ella, ésta sale de su morada y de vestimenta sospechosa, se sube a un taxi, por lo que él llevado por la curiosidad la sigue.

La vio hablar por celular para luego entrar como cual ladrona profesional que irrumpe en casa ajena. Varios minutos pasaron y su sorpresa fue ver como Mousse salía de aquella vivienda acomodando su ropa. Sus pensamientos volaron no creyendo de lo que su mente creía. Espero, pero ella no salía.

Permaneció minutos que fueron eternos. Su sorpresa incremento al ver llegar e ingresa al lugar a Ranma Saotome.

Sus manos presionaron el manubrio del auto tratando de controlar su malestar; El tiempo pasaba y de la peliazul no veía ni su sombra, hasta que por fin la distinguió salir y para incrementar su ira ella salía sonriendo de esa casa.

La vio subir otra vez a un taxi y la volvió a seguir. Esta vez ella llegó a la residencia Tendo, cuando notó que entró bajó del auto, se aventuró con su mal genio y sus miles de preguntas que le estaban cocinando el cerebro.

Llamó a la puerta y en segundos fue atendido por la culpable de su malestar.

— ¿Bankotsu? — sorprendida por la repentina visita del mercenario.

— ¿Esperabas a alguien más? — sus palabras salieron en tono seco sin apartar la mirada de la joven. Ella sorprendida por el tono de la pregunta solo movió la cabeza de forma negativa. — hay que hablar.

Akane arqueo una ceja por la forma dicha de aquello último, no era un pedido o un por favor, él quería hablar sí o sí.

Soltando un suspiro lo dejo ingresar a la casa para luego indicarle a que la siguiera hasta el patio trasero de la morada. Durante el camino se preguntaba que era lo que quería el hombre, pero sea lo que sea no era nada bueno por la cara que traía, lo que era sabido era que intuía que le iba a doler la cabeza. Otro suspiro libero cuando de pronto fue detenida por el brazo con un poco de presión en el agarre. Sus ojos se frenaron en el enganche, aquella mano que antes la tomaba entre caricias arrancando gemidos descontrolados ahora infligían algo de presión soportable, pero que aun así no le agrado a Akane.

Subió la mirada topándose con el rostro gélido del mercenario. Frunció su ceño sintiéndose incomoda ante aquella mirada imponente. Tiro de su brazo liberándose del agarre.

— ¿Qué pa…

— ¿Volviste con tu ex? — la corto. No iba a dejar que comenzara a hablar, él quería saber por qué ella salió de aquel lugar.

La pregunta la desconcertó tan así, que su cara lo decía.

— ¿A qué viene esa pregunta?

— Contesta la pregunta Akane. — sentía un fuego quemarle por dentro. Quería saber qué demonios hizo en aquella casa. Dio un paso hacia la joven.

— No — contestó mientras daba un paso hacia atrás.

— ¿Qué hacías en esa casa recién? — volvió a dar un paso más imponiendo su anatomía.

— ¿Me seguiste? — preguntó indignada, pero seguía retrocediendo cada vez que él avanzaba.

— Contesta maldita sea — apretaba los dientes tanto que cuando salieron las palabras su mandíbula no se movió. La vio fruncir la frente mirándolo con desafío.

— Lo que yo haga no es asunto tuyo y…

— ¿Te acostaste con él? — quería saber algo dentro de él se lo pedía.

— Si

Sus manos estaban tan cerradas con fuerza que sus nudillos quedaron blancos.

Aquella palabras incrementó su rabia, pero un alfiler se incrustaba en su pecho o más bien en su corazón.

— ¿También te acostaste con Mousse? — Escupió con arrebato no entendiendo por qué le molestaba tanto el saber que se había acostado con el idiota de su ex.

Aquellas preguntas y la forma en que se lo dijo hicieron que en ella creciera el coraje, por lo que dejo de retroceder para plantarse con firmeza y enfrentar a la fiera que estaba delante suyo.

— Si tanto quieres saber de mi vida sexual ¿Por qué no se lo preguntas a él? — oh si ella estaba muy molesta ahora.

— ¿Con quién más te revuelcas? ¿Con ese agente?

Akane levanto la mano para abofetear la cara del mercenario, pero este la detuvo a centímetros.

— Suéltame ahora — exigió devolviéndole la mirada. Aquellas palabras fueron como si le hubiesen clavado pequeñas agujas en su pecho. Sentía que algo molestaba en su garganta, pasó saliva ignorando su sentir.

— ¿Por qué? ¿Te dolió lo que te dije? — una sonrisa burlona se dibujó mientras miraba a la peliazul que luchaba por soltarse sin éxito.

Akane lo miro a los ojos viendo en ellos, el odio, la decepción y había algo más pero no sabía que era; Cerro los ojos y respiró profundo para calmarse, cuando sus parpados se alzaron dejo de luchar en el agarre que comenzaba a pinchar, pero no lo demostró.

— Bankotsu ¿Acaso eres mi novio? — Aquello desconcertó al mercenario que se paralizo — Cierto no lo eres… ¿O quizás eres mi prometido? — podía sentir como el empuñe en su muñeca se aflojaba de apoco, pero no peleo para soltarse ni aparto la mirada — tampoco lo eres… No veo un anillo de casamiento en mi mano, por lo que tampoco eres mi esposo. — sintió como la liberaba y vio como él dio un paso hacia atrás. — Te acuestas con mujeres que abren sus piernas felices para que las folles ¿y vienes a cuestionarme con quién me acuesto? — ahora quien avanzaba era ella mientras él retrocedía — ¿Quién mierda te crees que eres?

Paso saliva sorprendido por el cambio en la mirada de la joven. Estaba muy molesta, pero él también. Aunque su mente le decía que se callara, él no hizo caso alguno.

— Soy hombre… y… en un hombre, estar con muchas mujeres no es lo mismo que en una mujer — vio a la joven arquear sus cejas sin apartar la mirada de la de él. Éste sin darse cuenta de lo que decía prosiguió — si una mujer lo hace queda mal… y además tienes un hijo, que va a pensar tu familia y vecinos si te acuestas con un hombre y con otro… — sus palabras frenaron al ver a la peliazul levantar su mano en señal de que parara mientras sus ojos eran cubiertos por su abundante flequillo.

Respiro profundo y contó hasta diez. Debía calmarse no debía ceder al descontrol de las barbaridades que escuchaba. Lentamente alzó su rostro ya calmo y soltó de la mejor manera que podía en ese momento las palabras que nacieron.

— ¿Te crees con más derechos para disfrutar porque eres hombre? ¿Tú puedes estar con quien quieras y más porque eres hombre? ¿Con que derecho vienes a tratarme como prostituta o alguien de tu propiedad? — Volvió a avanzar, pero él no se movió, quedo como estatua en medio del jardín nocturno apenas iluminados por las farolas. — ¿Quién carajos te crees que eres para venir a mi casa y escupir tu veneno de orgullo herido y poner a mi hijo y familia en el medio? — con rudeza tomó del cuello de la remera del hombre y lo acerco a centímetros de su rostro — Dime, Bankotsu ¿Se te olvido que teníamos un acuerdo?

Aquel recordatorio fue un baño helado. Como olvidar aquello si él desde un comienzo estaba más que de acuerdo. Nada de ataduras, nada de cosas cursis… nada de celos.

Frunció el ceño ante aquello ultimo.

— Te fuiste con ese idiota oficial y hoy te acostaste con Mousse y con el imbécil de tu ex. — no se movió, pero sintió como ella lo libera de su prisión y bajaba el rostro para luego verla temblar. Creyó que a lo mejor que estaba llorando, pero aquel pensamiento voló cuando la escucho reír.

— Estas celoso porque no te invite a la fiesta — aquello fue una afirmación irónica.

— No estoy celoso — negó cobardemente, pero en el fondo de su ser le gritaba de que si lo estaba. Pero su orgullo se negaba a aceptar la realidad. Repudiaba aquel sentimiento. — Tú no eres importante para mí.

Akane aprendió y puso en práctica sus conocimientos, y en especial hoy. Pero sentir que el arma que usas se te vuelva en contra y sentir la herida es humillante. Las palabras son armas de doble filo; si las sabes utilizar correctamente pueden ayudar a otros brindando valor, esperanza, confianza, felicidad; pero unas simples frases pueden ocasionar también lo contrario, es mejor que un golpe físico porque este va directo por dentro, es un impacto destructivo.

Las últimas palabras del mercenario no eran para ser ignoradas. Pero, aun así, no demostró las consecuencias.

— Entonces, si no soy importante para ti. ¿A qué debo el agrado de tu visita? — controlo a la perfección la sarcasmo.

— A decirte que el contrato llegó a su fin. Ya que tienes quien te satisface, ya no me necesitas — sus zafiros se posaban en los terracotas.

— Estoy de acuerdo. Si es lo que quieres, está bien.

— Es lo que quiero.

— ¿Eso es todo?

— Si. — la vio unos últimos segundos más para luego girar sobre sus pies y volver por donde llego. Dejando a la joven que solo se dedicó a verlo partir hasta que lo perdió de vista.

Lentamente sus pies la llevaron dentro de la casa. Una bella sonrisa le dio a su padre que la abrazo y le comento de su día, de los nuevos alumnos que ingresaban al dojo y de las veces en que Genma le ganaba al shogi haciendo trampa. Su hermana Kasumi se sumaba a ellos con unas tazas de té y bocadillos. La sonrisa no abandonaba el rostro de la peliazul, más aún cuando su hijo la abrazo y le hablaba de las cosas que le enseñaba su tía Nabiki, sus compañeros y de la tarea que le mandaron de la escuela.

Comieron en completa armonía y una vez que arropo a Joshua se aventuró a su dormitorio. Una vez que cerró la puerta, acompañada de la oscuridad y apoyada en la puerta, miró el suelo sin ver, su mente repetía una y otra vez aquellas palabras.

— "Tú no eres importante para mí." — una sonrisa amarga se dibujó, su visión se dificultaba y aquella molesta sensación de ahogo volvía — Sabia que esto podía pasar, pero… soy una estúpida por creer que aunque fuera tan solo un poco… quería que lo fuera. — tres cristalinas gotas cayeron sobre la alfombra. Pero al ver aquello se limpió el rostro y respiro tranquilamente. — Vamos Akane, sabes que es mejor que esto pase. No es momento para esto. Si él se aleja de ti, vivirá. Tienes que olvidarlo, pensar en otra cosa… distraerte… la vida sigue chica.

Su catarsis fue interrumpida por la melodía del celular. Viendo en la pantalla el nombre de Ren que la llamaba.

— Hola. — contestó, pero su voz estaba un poco apagada.

— ¿Te desperté? — pregunto el hombre pensando que la joven dormía por el tono de voz.

— No. Estaba a punto de acostarme — respondió aclarando su tono sin éxito.

— ¿Estas bien?

— Si, es que hoy fue un día… agotador — suspiró mientras se arrojaba a la cama.

— Tuviste un día complicado. — afirmó mientras la oía suspirar por segunda vez.

— Si, pero no quiero hablar de eso… necesito distraerme — antes de que se diera cuenta su cerebro mando las palabras y su boca las escupió, pero antes de que se diera cuenta ya era tarde.

— Tengo la solución para eso — escucho decir del otro lado de la línea.

— ¿Cuál?

— Te invito a cenar mañana… — esa idea no se escuchaba mal. Después de todo necesitaba tener la mente ocupada, despejarse.

— Acepto.

— En mi departamento — Terminó de completar.

—… — Se había quedado sin palabras. Definitivamente necesitaba distracción. — ¿A qué hora paso por tu casa?

— A las 8 am. Te voy a enviar un mensaje con la dirección. Si quieres te paso a buscar.

— No hace falta. No pienso perderme. — sonrió divertida.

Al menos mañana tendría un día que prometía y mucho.


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Así como un nuevo día resplandeciente inicia, también concluye, dándole lugar a una noche estrellada.

La localidad de Koyama, a unos pocos kilómetros de la ciudad de Nerima, era iluminada por las luces de la nocturna ciudad. Las personas, algunas de ellas, en su mayoría, eran presas de su monótona vida: Trabajo, escuela, entre otras cosas. Y los afortunados que no lo eran siempre, se entregan al ocio.

En un modesto y tranquilo recóndito, edificio, ingresaba al lugar una esbelta figura que se aventuraba al ascensor. La joven vestida con zapatos color uva, vestido del mismo color de un solo hombro con manga corta y un cinto negro alrededor de su cintura. De labios rojo fuego, rímel que resaltaba sus profundos ojos marrones y su cabellera azul marina al natural, se dirigió al piso y llamó a la puerta.

Un cálido y sonriente rostro le dio la bienvenida.

— Eres puntual. — el caballero de remera negra entallada, pantalón de vestir gris claro y unos zapatos negros de cuero; se hizo a un lado dejando pasar a la peliazul que se acercó al Hombre y alzándose con las puntas de sus zapatos deposito un beso en la mejilla.

— Me gusta serlo. — le sonrió adentrándose al lugar y recorriéndolo con la mirada. El suelo de madera color marrón claro, un sillón de tres cuerpos color gris de tela; una amplia biblioteca una mesa redonda con un mantel de un pulcro blanco, decorada a la perfección con velas aromáticas y cristalería elegante. Sus orbes se posaron por el gran paisaje de las luces de la ciudad que le regalaba el gran ventanal.

Un agradable aroma concluyo con su inspección. Miro al atractivo hombre que estaba a su lado.

— ¿Y qué cocinó el chef oficial? — sonrió con burla hacia el morocho. Que le devolvió la sonrisa.

— Pasta. — se acercó a la peliazul posando una de sus manos en la espalda baja guiándola a la mesa.

— Te ayudo. — dándose la vuelta para quedar al frente de Ren. Pero este negó con la cabeza.

— Eres mi invitada. Toma asiento, ahora vuelvo. — mencionó rechazando el ofrecimiento para luego dar la vuelta y dirigirse a la cocina.

Akane volteó la mirada hacia el ventanal viendo los demás edificios y luces de la ciudad. Soltó el aire suavemente por su nariz relajando su cuerpo y despejando su mente enmarañada. Eran muchas cosas vividas en tan poco tiempo. Debía dejar las cargas por un día.

— Espero que te guste. — la voz del pelinegro resonó trayendo devuelta la atención de la mujer que sonrió al ver el plato con la cena, despertando en ella las ganas de saborear aquel alimento.


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En Nerima… una pareja trataba de procesar lo sucedido hace unas horas atrás.

Sus sentimientos eran distintos, sus pensamientos también.

Ese día cuando vieron salir el sol, ambos lo recibieron despiertos. No pudieron conciliar el sueño y aunque ambos pudieron recuperar la movilidad de sus cuerpos, ninguno se habían movido o dicho palabra alguna de lo que había sucedido en aquel lugar.

Cada uno estaba inmerso en sus recuerdos. La mujer por primera vez en el día solo se limitó a levantarse de la cama e ingresar al baño sin dirigirle la palabra a su esposo que solo se dedicó a estar en un mundo lejano.

La mirada azul del hombre estaba fija en el techo de la habitación, era como si fuese lo más interesante del mundo en ver, ni enterado estaba que se hallaba solo en aquel lugar, pero su mente procesaba lo sucedido, cada palabra que recibió, cada gesto, cada sentimiento. No solo de la actualidad también hechos del pasado en que solo era él el dueño de toda la atención de aquella mujer.

Flashback

Una duce y alegre risa resonaba en el hermoso parque de Nerima.

Debiste ver tu cara… la adolescente no podía contener la risa al advertir, sin darse cuenta de la molestia del joven, la cara que éste portaba.

No es divertido Akane… por qué no te comportas con madures. Eso no estuvo bien, pudiste lastimarla. reprocho enojado con el accionar de la peliazul.

Esta no se inmuto por las palabras de su prometido, solo se dedicaba a reír al recordar la travesura de minutos atrás, cuando al ver a la peli morada tratando de coquetear con su Ranma, desde la terraza de la escuela y sin dudar o medir las consecuencias tomó el balde con agua sucia, el cual había utilizado para limpiar el aula, arrojando el contenido a la cabeza de la china y dejando como frutilla del postre el balde como sombrero. Sin dudarlo corrió lo más que pudo mientras escuchaba las risas de sus compañeros por lo que hizo. Definitivamente el castigo que recibió valía la pena.

Su prometido estaba molesto, pero a ella no le importaba porque en su inocente mente creía que él la amaba lo suficiente para perdonar su travesura.

Tomando desprevenido al morocho se posó sobre la punta de sus pies y roso tímidamente los labios de su futuro esposo.

No te enojes Ranma. suplico con tiernos ojos mirando al aludido. pero es que me pone celosa que ella se tome esas libertades contigo. reprocho con un puchero que para cualquier hombre hubiese sido adorable. Pero que para el chico solo era una actitud de una niña malcriada.

Parece que no confías en mí. recrimino mirando fijamente a la adolescente que le devolvía la mirada, pero esta estaba llena de tristeza escondida, la cual él ignoraba por el simple hecho de que no le interesaba.

No digas eso Ranma sabes que confió en ti y que haría lo que me pidieras para que seas feliz. mencionaba arrepentida mientras abrazaba con todo su amor a aquel joven hombre.

Él simplemente irritado con la actitud de la chiquilla solo le tocaba la cabeza como si acariciara a un perro.

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Akane trataba de cocinar lo mejor que podía un pastel de chocolate para sorprender a su chico. Ese día era el aniversario, cumplían 2 años de novios formalmente. La peliazul de 15 años desprendía una radiante luz de felicidad. Ranma le había prometido llevarla al parque de diversiones para festejar. Y ella lo sorprendería con su torta, deseando que saliera bien y que se pudiera comer sin problemas.

El morocho miro cansado al percatarse de lo que hacia la menor de las Tendo. Definitivamente tenía que pensar en cómo deshacerse de esa cosa incomible antes de terminar en el hospital por intoxicación.

La adolescente estaba feliz de pasar el día con su gran amor sin que los molestara, pero de un momento a otro el joven había pedido de que lo esperara en una banca para que él fuera "al baño". Estaba preocupada pero luego se calmó al escuchar a unos hombres quejarse de la larga cola que se debía hacer para poder ingresar a los sanitarios. Pero la joven ni se imaginaba que a metros de ella estaban dos amantes clandestinos entregándose entre besos y caricias sin mesura alguna.

Fin de flashback

Ahora entendía con claridad muchas cosas.

Aquella niña que lo idolatraba, que le juraba amor… esos brillantes ojos que siempre lo habían mirado con ternura y cariño… en el fondo guardaban tristeza al intuir su idilio con la pelimorada.

Ella jamás, en su momento, le recrimino de sus llegadas tardes a sus citas, sus desplantes a las mismas, su falta de atención a sus anécdotas matutinas o a sus tristezas.

Él siempre fue distante, él ponía distancia… ese muro que los dividía de una relación sana. Él la había ilusionado, jugo con sus sentimientos por el simple hecho de que quería sacar provecho de ese compromiso, que en su momento había sido arreglado por sus padres de ambas partes, pero luego había un mutuo acuerdo por los involucrados. Pero el interés de uno no era el mismo que del otro. La joven estaba ilusionada feliz de que el ojiazul aceptara sus sentimientos, creyéndose correspondida. Pero el joven solo tenía interés por la dote que conseguiría por parte de los padres de Akane y junto con la dote venia la propiedad del dojo de aquella familia.

Siempre había sido egoísta. Jamás la tuvo en cuenta.

Soltó un suspiro frustrado y lastimero al darse cuenta de todo lo que perdió por pensar solo en él.

Había lastimado a aquella niña que hoy en día ya no había existencia alguna. Muy a su pesar se culpó por el daño causado. Se sintió un imbécil. El rey de los imbéciles

Tan sumido estaba que no se había dado cuenta del delgado rio que descendía de su rostro y ni del nudo que amenazaba con ahogarlo.

— Perdóname por todo el dolor que te cause, Akane. — su voz salió en un susurro que solo las paredes de aquella habitación eran testigo del arrepentimiento sincero del orgulloso hombre que doblado por sus malas acciones admitía su pérdida de aquella mujer que dejo ir por ser un idiota.


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— Eres una mujer muy terca — reprendió el hombre a su compañera de labores. Pero ésta solo rió divertida.

— Me lo dicen muy seguido. — carcajeó mientras lavaba lo que se había utilizado para la cena.

— Akane eres mi invitada, los invitados no se ponen a lavar los platos. — suspiró con resignación mientras secaba lo que la joven le pasaba.

— Ren, no se me van a romper las uñas porque me moje un poco las manos. — comentó entretenida viendo de lado como el hombre solo negaba con la cabeza en desacuerdo — y me aburro si no hago algo. — concluyo pasando el ultimo objeto, ya limpio, a su ayudante.

— Eso porque de seguro eres inquieta. — respondió secando y guardando lo último que quedaba.

Se giro hacia la mujer que se encontraba secando sus manos apoyada en la mesada sin prestar atención de la mirada que recibía.

Ren no podía dejar de verla y es que él mismo admitía que estaba siendo muy obvio, de hecho, lo fue en toda la velada, pero es que no podía apartar los ojos de ella… de ese cuerpo, como ese vestido realzaba su figura o como el escaso maquillaje no opacaba la belleza natural y solo lo enaltecía, como por ejemplo esos labios que en esos momentos le sonreían y al parecer le decían algo que no entendía.

— ¿Ren me escuchas? — lo volvió a llamar por tercera vez, sin saber de qué lo regresaba a la realidad. — Tierra llamando a Ren — bromeaba notando que el hombre observaba sus labios.

Él poso su mirada en la de ella mientras daba un paso, acercándose lo más que podía, pero solo lo hacía sentirse más sediento, las ganas de probar aquella boca eran inmensurable.

Solo unos centímetros los separaba y Akane podía darse cuenta de que, aunque ella llevara tacos altos Ren le pasaba por una cabeza y media.

Alzo la mirada para encontrarse con un atisbo terracota oscura que la congelaba de pies a cabeza. No era por peligro más bien era la intensidad con que él la miraba, aquellos ojos brillaban como dos estrellas en el firmamento, ansiosos de algo o mejor aún, de alguien.

— ¿Quieres postre? — En verdad que ese hombre podía robar el aliento de varias mujeres. El aliento choco entre sus labios entreabiertos, centrando toda su atención en aquella boca, produciendo que su lengua saliera a humedecer los belfos secos sin detectar que aquel gesto era seguido con intensidad.

— Quisiera probarlo — subió la mirada de nuevo.

Su boca era presa de unos gruesos labios que la devoraban con gran hambre desesperada. Su nuca era capturada por esa fuerte mano. Sin miramientos respondía aquel beso mientras llevaba sus manos al cuello del oficial que tomaba posesión de la estrecha cintura femenina para sentirla más cerca de su cuerpo.

Akane apreció la tibieza de aquella lengua jugar con la suya. Podía sentir como su cuerpo era inspeccionado por esas manos. Un gemido ahogado salió de su garganta al sentir como su labio inferior era mordido y luego absorbido por aquellos belfos.

Sus inquietas manos viajaron por ese fuerte torso hasta llegar al borde de esta para sentir con la yema de sus dedos aquella piel masculina, encontrando unos abdominales marcados y escuchando un suspiro del dueño, ascendió sintiendo en las palmas de sus manos los duros pectorales arrastrando en el camino aquella estorbosa remera, que, aunque cortara el beso la visión de un Ren medio desnudo hacía que sintiera la humedad en sus bragas.

Ren podía admirar como la mujer tenía la respiración acelerada y sus labios entreabiertos inflamados. Esa mujer era tentadora. Esa boca era la adicción de cualquier hombre. Aquellos ojos brillaban con deseo.

Se aproximó a ella sin perder tiempo para saborear aquel manjar de nuevo sintiendo la respuesta inmediata de aquellos labios y notando como su espalda era recorrida con lentitud. Sus manos se posaron en el cierre de aquel vestido. Su boca abandonaba esos deliciosos belfos para descender hasta aquel esbelto cuello mientras bajaba el único soporte del vestido del hombro, dejando un sendero de fuego por aquella piel que tanto había soñado con poder probar; Mordía con suavidad cada rastro de piel mientras descendía la prenda, la cual, en segundos tocó el suelo dejando a su dueña con tan solo las bragas y los zapatos.

Un gemido salió de su garganta al sentir como uno de sus pechos era mordido y el otro era capturado por la mano masculina mientras jugaba con su pezón; notando en su pierna el rose de la virilidad creciente, mientras una de sus manos estaba en el suave cabello masculino evitando que dejara su labor, su otra mano se dedicaba a explorar con maestría por aquel pantalón, tocando por sobre la tela del bóxer el tibio deseo, robándole un gemido a Ren que ante aquella sensación tironeo con sus dientes el pezón que sostenía en su boca.

Un gimoteo deseoso inundo el lugar mientras una mano traviesa traspasaba las barreras de tela para sentir la piel opuesta. Jugando con sus dedos los testículos para luego tomar posesión del mástil de carne palpitante dedicándole toda la atención, pero su labor fue interrumpida al ser levantada sorpresivamente. Ren la sostuvo de la cintura con una mano mientras que con la otra amasaba los glúteos. Ella apresó con sus piernas las caderas masculinas logrando que sus expuestas intimidades se tocaran y que ambos dejaran escapar un suspiro a centímetros de los labios del otro.

Akane devoró aquella boca en un pasional beso que sorprendió al oficial, quien mientras peleaba contra esa lengua vivaracha, sus pies se deshacían del estorboso pantalón mientras se adentraba en su recamara. La peliazul sintiendo un cosquilleo al sentir el tacto del falo, sus caderas comenzaron a moverse mientras atrapaba los gemidos del hombre que aprisionó aún más su cuerpo contra sí sintiendo la humedad en su pene ardiente.

Su espalda sintió el tacto del lienzo suave de aquellas sabanas dándose por enterada en donde se encontraba en esos momentos. No quería pensar, solo sabía que quería disfrutar del momento y por lo visto no era la única.

Unos dedos recorrieron su húmedo centro del deseo, sintió como uno de ellos ingresaba en su interior para luego salir y volver a entrar. Mientras sus labios eran abandonados para que sus pechos sean capturados por esa boca inquieta. Otro gemido salió de sus labios al sentir como era invadida por dos aventurados dedos arrancándole gemidos y deseando más atención. Sentía su piel arder en llamas con cada atención, pero aquello no era suficiente. De un momento a otro una protesta salió de sus labios al sentir que Ren se levantaba de sobre ella para luego mirarla fijamente.

¿Cuántas veces había esperado por este momento? ¿Cuánto había soñado por tener aquella mujer en su cama y completamente desnuda? La imagen que tuvo de ella no se comparaba con la realidad. La realidad de que la tenía en su cama, desnuda y con la mirada llena de apetito. ¿Pero si ella se arrepentía? Su mirada se posó en aquellos ojos marrones que se hallaban vidriosos por el deseo pero que le devolvía a la vez una mirada de reproche e impaciencia.

— ¿Estas segura? ¿no crees que es muy rápido? Yo no quie… — decía temeroso de que la peliazul cambiara de opinión y se fuera, pero fue interrumpido.

— Ren no me hagas pensar, cierra la boca y termina lo que empezaste si no quieres que lo haga yo. —Con una risa burlona y mirada provocadora continuo — …y te advierto que mi método no te va a gustar mucho. — Su imaginación llevo a un Ren en aquella cama totalmente imposibilitado para moverse y ella sobre él todo a su merced.

Aquellas palabras borraron las dudas del oficial mientras se apresuraba en colocarse el condón para luego posicionarse sobre ella.

Ambos gimieron al sentir la unión completada.

Las manos femeninas se aferraron a la espalda ancha de Ren mientras sentía como este tomaba un ritmo lento para luego aumentar las envestidas y bajar el ritmo. Sus manos traviesas viajaron más allá de aquella espalda, capturando entre sus extremidades el trasero masculino y sintiendo como su dueño gruñía y aumentaba el ritmo mientras ella solo se dedicaba acariciar aquella zona con más ímpetu. Su labor se vio interrumpida al ser movida para estar cara a cara con la cama y darle la espalda al oficial para después sentir como era arremetida con más fuerza ahogando un grito de deseo contra las sabanas, sintiendo como ahora él era el que acariciaba su trasero y espalda atrapando por último sus pechos.

Los gemidos, los choques de carne, chirridos de la cama y golpes de esta contra la pared, inundaron el departamento de aquella habitación.

Sentía que estaba llegando a su límite, lo sentía tan dentro y arremetiendo de manera exista que la estaba consumiendo.

— Ren… haaa… estoy… — sus palabras se quedaron en el olvido al sentir como el nombrado aumentó las envestidas con más profundidad… y cielos que ese hombre sabia como volver loca a una mujer.

Sabía que ella estaba por culminar antes, sentía como su miembro era presionado cada vez más haciendo más dificultosas las envestidas. La sensación era deliciosa tan así que presentía que no duraría mucho. Y fue así como gemido y gruñido se mezclaron en un solo sonido, el sudor y olor se fusionaban en el ambiente.

Ambos tumbados en la amplia cama tratando de calmar la aceleración de sus corazones y recuperar la energía perdida mientras sus mentes procesaban lo sucedido.

Él sabía que se volvería adicto de aquella mujer y que en un futuro querría algo más de ella, pero por ahora se conformaba con aquello… porque pelearía y sabía que no era el único interesado por la hermosa pelicorta.


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Una joven oriental se hallaba sentada sobre una gran roca a la orilla del río, su mirar centrada en el movimiento del agua pero que en realidad repetía una y otra vez los hechos ocurridos recientemente.

Ranma con Akane Tendo en su cama.

Pero lo que más le dolió fue lo de Mousse. Que dijera el nombre de otra mujer era humillante, pero lo que la enfurecía era que mencionara a esa, Yura.

— Mousse no será tuyo, estúpida… antes prefiero verlo muerto. — En su idioma natal, el odio contenido era veneno puro ante aquellas palabras. Amaba tanto a ese hombre que elegía a la muerte como su aliada. — Akane Tendo deseo que mueras y que sufras en el infierno junto con todos a los que amas. — Sus manos que sostenían unas pequeñas piedras se volvieron polvo por la presión ejercida.

— Puedo presentarte a alguien que puede concederte ese deseo — aquella persona se acercada con seguridad y manejando a la perfección el idioma de la pelimorada.

— ¿Quién eres? — la mirada de la desconocida hacia aquella persona fue fulminante y de desconfianza.

— Trabajo para alguien que desea lo mismo que tu… ver Akane Tendo muerta. — La sonrisa malvada dibujada en aquel pálido rostro capturó la atención de Shampoo.

— ¿Y quién es esa persona?

La joven china presentía que pactaría con el diablo, pero no importaba quien fuera esa misteriosa persona con solo saber que quería muerta a su enemiga era capaz de vender su alma a lucifer y a sus séquitos.

Continuará…


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Hola mis bellas/os lectoras/es!

Espero que estén bien. Lamento la demora para la actualización del fic. Se que voy a tardar y espero no demorar tanto en subir cap. Pero estén tranquilos que, como dije antes yo lo voy a concluir.

Ahora bien ¿Qué les pareció el capítulo? Al fin Akane le dio donde mas le duele a Ranma y sé que algunas querían que nuestra niña se coma a Ranma, pero como soy mala me salió la maldad. En cuanto a Bankotsu tiene que admitir sus sentimientos y como todos tendrá que aprender a palo seco. Mientras tanto Akane se como al bombonazo de Ren y le manoseo las nachas jajajajajajaja.

Quiero agradecer los comentarios de:

*ToyaIV *paulayjoaqui *SaV21 *Arabella Li

*Yeka453 *Lu chan87 *GabyCo *Maryconchita

*brendita3108 *devi2791 *SARITANIMELOVE * Guest

*Romi04 *BUBU30 *Dolphin Blue *akanitacuri

*AdryRvl *AXMARA *Bonchi *Andy-Saotome-Tendo

*Aniiz Rosales *kylisha * Marimariposa *Mara

*Bianka Sherlin *AkaneKag *Bianka Sherlin *Misaki *Bonchi

Los leí a todos. Me encanta saber sus pensamientos y sentimientos.

Se me cuidan y se portan bien, no hagan tantas maldades que sus alas se volverán negras … como mi ALMA.

¡Saludos!