Nunca había escrito de Percy Jackson pero, cuando terminé BoO no puede evitar que esto me llegara a la cabeza, digamos que sentí la necesidad de escribir Solangelo, son tan hermoso.
Como ya dije, es la primerz vez que escribo de Percy, no sé si las personalidades me quedarán bien o si no, lamento los OoC.
Percy Jackson es propiedad del Troll del tío Rick.
Prologue: Those are my demons.
Nico levantó la mirada. Sus ojos oscuros como la noche se toparon con los azules de Jason, en los cuales bailoteaba una sonrisa, mientras le ofrecía un trozo de pizza.
—Anda, tienes que comer, te vas a morir de hambre a ese paso.
Nico odiaba tener a Grace encima todo el día, velando por si comía o si no, si tenía frío o calor, si esto o si lo otro, no tenía cinco años, maldita sea, ¿qué importaba si no almorzaba un día? No se moriría de hambre.
De mala gana tomó la pizza y le dio un mordisco. Asquerosa, al igual que el 99% de la comida de la cafetería escolar. Nico apostaría su chaqueta (esa de aviador, su favorita) a que las cocineras (comúnmente conocidas como las Brujas), en lugar de esforzarse para que la comida supiera bien, se esforzaban por hacerla lo más asquerosa posible.
Echó un vistazo a su alrededor.
En la misma mesa, la más grande, por un lado, su hermana menor, Hazel, mandaba mensajes, supuso que sería a su novio, a que tipo chino de otra escuela, a su lado, Leo armaba y desarmaba un cubo rugby, a una velocidad vertiginosa, luego el imbécil de Percy copiaba a toda velocidad la tarea de matemáticas, mientras Annabeth mordisqueaba una manzana y leía un libro de arquitectura, vaya chica, parecía que no podía dejar sus libros ni para comer, Piper era la única que comía como las personas normales, mordía su burrito de frijoles y queso, masticaba y tragaba con calma.
Y regresando a sí mismo, en su otro lado, el más grande tonto que alguna vez ha existido sobre el universo, Jason Grace, alto, rubio y de ojos azules, el típico y estúpido estereotipo de chico perfecto.
Suspiró, y dio el último mordisco a su pizza, la tortura había acabado, ahora solo tendría que aguantar los retorcijones en su estómago por la próxima hora, simplemente genial.
—¿Cuál es nuestra próxima clase? —la voz de Leo interrumpió sus pensamientos.
Nico trató de recordar su horario, él y Leo coincidían en prácticamente todas las clases, a diferencia de los demás, con quienes apenas tomaban juntos un par, y excluyendo lógicamente a Hazel, que estaba dos grados atrás.
—Historia —recordó de repente.
Leo hizo una mueca que pudo a ver resultado graciosa, de no ser por sus ojos completamente carentes de brillo. Leo era un asco en esa materia.
Por el contrario, a Nico le gustaba, ninguna materia le costaba particularmente, por lo que no solía esforzarse, historia, sin embargo, era su favorita, y la única en la que ponía algo, muy poco, de empeño.
Nico volvió a perder su mirada, esta vez en las mesas continuas. Todas más pequeñas. Nico realmente no entendía cómo es que había terminado con "los chicos populares de la escuela".
Quizá porque conocía a Jason y a Percy desde niños, ambos que, según los chismes que su hermana solía contarle, se disputaban el puesto de "el chico más sexi de la escuela". También estaba Leo, Nico no consideraba que Leo estuviera muy dentro de los estándares de belleza de las chicas, pero con sus bromas estúpidas y si "alegre y espontánea" forma de ser, era el único que tenía su propio club de fans, el "Enano (o Elfo) Latino" como solía llamarle cariñosamente, no es que fuera pequeño, pero al lado del metro ochenta de Jason y Percy cualquiera se veía pequeño, y ni qué decir de él, con apenas metro sesenta y nueve.
Luego estaba Annabeth, quien ostentaba orgullosa el título de Primer Promedio, la chica más inteligente que alguien podía conocer en la vida. Nico, que conocía Percy desde niños, se había sorprendido enormemente (y había sabido ocultarlo igual de bien) cuando Percy le había dicho que había empezado a salir con Annabeth, para Nico, Percy era un rematado idiota, y casi tan molesto como Jason, podía ser una buena persona, valiente, guapo, sexi, ¡ejem! Todo lo demás, pero no le quitaba lo idiota. Aunque a veces Nico dudaba realmente de sus afirmaciones, en los últimos meses sentía que Percy actuaba como idiota nada más que para molestar a Annabeth, y que anteriormente lo había hecho para molestarles a Jason y a él, y que en realidad era bastante inteligente.
Piper era la chica más bonita de la escuela, eso no lo discutía nadie, NADIE. Piel canela y cabello castaño. Sin embargo, el rasgo más hermoso de Piper, eran sus ojos, ni siquiera alguien como Nico, que tendía a desentenderse de todo, podía negarla. Los ojos de Piper eran tan raros como nieve en julio, Nico nunca había visto unos ojos como los de ella, y estaba seguro que jamás los vería, nunca habían podido determinar si eran cafés, verdes, azules, o cualquier otro color. Cuando apenas se habían visto de lejos. Percy y Jason hicieron una apuesta, quien adivinara su color de ojos ganaba veinte dólares, Percy dijo que azules, y Jason dijo que verdes (valga la ironía), Nico por su parte dijo que no tenían un color específico. Se compró un nuevo videojuego con aquellos veinte dólares.
Su hermana menor, Hazel, la persona que más quería en el mundo, tenía la piel más morena que Piper, y el cabello rizado, Nico lo consideraba bonito, pero Hazel no estaba muy de acuerdo con él, especialmente cuando debía batallar frente al espejo durante media hora cada mañana, para lograr que quedara medianamente decente. Y sus ojos, Nico adoraba aquellos ojos dorados, aunque incluso a él le dieran miedo cuando se enojaba.
Y por último, bueno, estaba él; no había mucho que Nico pudiera decir sobre sí mismo. No le gustaba hablar sobre sí mismo.
Quizá porque era bastante inseguro, quizá porque no era particularmente atractivo como Jason o Percy, o carismático como Leo. O quizá simplemente porque la adolescencia es la peor época para ser homosexual.
Porque sí, Nico Di Angelo era homosexual.
Todo eso, sumado al hecho de siempre vestir de negro y que la mitad de la escuela lo tildara de emo o "dark" hacía que Nico realmente se preguntaba qué demonios hacía sentado con esos chicos.
Tenían razones de sobra para excluirlo, ¿Qué tenían todos en común? Fuera del hecho de que podían formar el "Club de las dislexia" nada, pero aun así no lo hacían, como vivo ejemplo, ahí estaba Jason, preocupándose por él más de lo que su padre nunca lo ha hecho.
—Que sí, Grace, sí hice la maldita tarea, deja de joder —respondió cortante.
Jason sonrió y se volvió hacia Piper, y le arrebató un bocado de su inacabado burrito, inmediatamente hizo un mueca.
—Sigo sin entender cómo puedes comer esto, no sabe a nada.
—La comida vegetariana es deliciosa, no es mi culpa que las Brujas lo hagan todo asqueroso, y devuélveme eso.
—No quiero.
Nico rodó los ojos, Grace podía ser muy infantil cuando se trataba de su novia.
La campana sonó en el momento en el que daba su último sorbo al juego de pera.
Nico se levantó con calma, y se encaminó al aula de la Srta. Brown, una solterona de 40 años, visiblemente amargada con la vida, y además, su profesora de historia.
Sintió a Leo, Jason comenzar a caminar a su lado, Percy, después de besar a Annabeth se les unió.
También historia era la única clase que compartían los tres chicos.
De ahí aquella secreta alianza de hacerle la vida imposible a su profesora.
En el salón se sentaron separados. Nico en la esquina de la ventana, como siempre, Leo dos asientos a su derecha, y Percy y Jason del otro lado.
La señorita Brown entró al salón con su típico andar, ese que denotaba su insoportabilidad.
Dejó sus cosas en el escritorio y comenzó a dar la clase.
A los cinco minutos, la clase se había sumido en un sopor propio de un mediodía de agosto, y sumado a ello, la voz de la Srta. Brown, hacía que más de uno cabeceara sobre su cuaderno.
Nico sudaba dentro de su camiseta negra, pero aun así trataba de prestar algo de atención. Estaba seguro que unos días antes del examen Grace y Valdez le quitarían sus apuntes y correrían a la fotocopiadora, había sucedido lo mismo después de que, a principios del curso pasado, Chase se negó a seguirles prestando los suyos.
Y Nico le concedía la razón.
—Smith, encienda los ventiladores —ordenó la profesora, cuando iban por media clase.
Jason y Percy ahogaron una risa, Leo tosió para disimular, y Nico mostró una diminuta sonrisa.
La mayoría de los chicos y chicas tuvieron reacciones similares.
Smith, un chico pequeño (más pequeño que Nico, para gran alegría de este), se levantó y giró la perilla de los ventiladores.
Nico miró hacia el techo, y vio como las aspas comenzaban a moverse, atados a ella, uno en cada una, un enorme globo de agua. Cuatro ventiladores en el aula, doce globos de agua, rellenos hasta el tope, que comenzaban a moverse peligrosamente. Nico nunca dejaba de sorprenderse de la rapidez de sus tres amigos a la hora de hacer sus travesuras, especialmente de Leo, cuyas manos parecía volar, subido en diferentes pupitres, amarrando los globos.
El primero en explotar fue el que estaba sobre el escritorio de la Srta. Brown (el más grande), Nico no sabía cómo habían hecho para que explotara, porque no estaba sujeto a ningún ventilador, pero lo habían logrado. Una buena cantidad de agua cayó sobre la mujer, dejándola empapada de pies a cabeza.
Y casi de inmediato lo demás, mojando a más de uno, y dejando un agradable frescor en toda el aula.
Toda la clase estalló en risas al ver a la mujer, con todo el maquillaje corrido y su horrible traje rosa empapado.
Incluso Nico se reía, bajito, pero lo hacía.
—¡Jackson, Grace y Valdez! ¡Vayan a la oficina del director ahora mismo!
Percy frunció el ceño.
—¿En base qué? No hemos hecho nada —se defendió.
—Estoy completamente segura de que fueron ustede…
—No hay pruebas o evidencia, lo siento, señorita, pero no tiene con qué incriminarnos —Leo sonrió de oreja a oreja.
La Srta. Brown echaba chipas por los ojos, pero, con toda la dignidad que le era posible, salió del aula a cambiarse la ropa.
Todos volvieron a reír con renovada energía, y Leo se paró sobre su pupitre, aclamándose el héroe, esta vez (igual que muchas otras) todos le aplaudieron, felicitándole tan ingeniosa idea.
Para cuando continuaron con la clase, faltaban apenas diez minutos para el cambio.
Como castigo, la Srta. Brown les ordenó hacer una redacción de 1000 palabras sobre la crisis de los años 30.
Nico frunció el ceño cuando escribió mal una palabra, apenas la segunda línea ya se equivocaba, maldijo su dislexia una y un millón de veces.
Buscó en su estuche (negro) su goma de borrar. Pero por más que buscó no la encontró, maldijo nuevamente, de seguro se le había quedado en casa, cuando la sacó ayer para hacer la tarea de matemática (clase con la que seguían).
En contra de todos sus instintos, se volvió hacia su compañero de al lado, a pedir una.
—Hey, tú, ¿tienes una goma de borrar?
Cuando el chico volvió su cabeza rubia, los ojos oscuros de Nico chocaron con unos azules.
Por un momento, pensó que se parecía a Jason, pero no, los ojos de Jason eran más claros, el corte de cabello de Jason era diferente, y sobre todo, Jason no provocaba que ninguna corriente eléctrica recorriera cada parte de su cuerpo.
—Claro —el chico le tendió una pequeña goma negra (vaya ironía).
Nico asintió nervioso, y se apresuró a borrar su error.
Terminaba cuando tocaron, y cuando se volvió para devolverla, el chico rubio ya caminaba hacia la puerta, a varios pasos de su persona.
Esa fue la primera vez que Nico Di Angelo vio a Will Solace, también fue la primera vez que se sintió tan confundido, y la segunda vez que sintió mariposas en el estómago.
No se tranquilizó ni siquiera cuando guardó la goma y se prometió devolverla la siguiente vez que viera al chico, ni cuando Jason se le acercó y le preguntó qué pasaba, ni cuando Percy lo arrastró a la clase de matemáticas.
De hecho, Nico no se sintió tranquilo en el resto del día.
Si llegaron hasta aquí es porque les gustó o no tenían nada mejor que hacer, o alguna x razón que no se me ocurre en este momento, bueno, lo que sea que sea.
¿Review?