La actualización estaba llegando desde la semana antepasada, pero por ciertos motivos motivos se retrasó hasta.
¡Y finalmente aquí está!
Disfrutando la lectura (más notas al final).
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PRELUDIO
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"Estamos ligados por vínculos tenues a la prosperidad o la ruina".
Mary Shelley
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La noche era absoluta, cerrada por un viento que pululaba arrinconado entre el follaje de los árboles. Tan solo la alta figura blanca resaltaba en la oscuridad: esbelto y majestuoso entre una hendidura nocturna e implacable.
Se acercó dubitativa, balanceando las manos frente a ella hasta que las unió con la otra en su regazo, sus ojos se clavaron en la nuca del demonio, recordando la apremiante sensación de ahogo que la había asaltado tan sólo unos instantes antes y cómo había creído que algo malvado les estaba acorralando. Incluso la postura de Sesshomaru en ese momento –erguido, con la nuca levemente inclinada hacia atrás, como si estuviera olfateando el aire- le sugería que había algo oculto que ni siquiera ella, aun con la reciente agudeza de sus sentidos, lograba reconocer.
— Gracias por usar a Tensseiga en Kagome —hablo al fin, sabiendo que Sesshomaru había estado enterado desde el principio de su presencia, no obstante, cuando él inclino suavemente la cabeza hacia un lado, mirándola por le rabillo del ojo con el ceño fruncido, Rin se preguntó si realmente aquello había sido cierto: casi parecía que él estuviera descubriendo recién que ella estaba ahí— Sesshomaru-sama ¿está todo bien?
Se sintió tonta en cuanto había soltado aquella pregunta: era obvio que nada estaba bien. La aldea había sido destruida, los aldeanos se habían visto obligados a huir, y ni siquiera Inuyasha y compañía había logrado salvar el asunto sin bajas. Además, incluso cuando Kagome estaba respirando, seguía sin abrir los ojos.
Lo viera por donde lo viera, la situación lucia mal.
— ¿Notas algo diferente, Rin? —inquirió solemne Sesshomaru— ¿Puedes sentir el cambio en el aire?
Rin arrugo la frente, confundida, pero inmediatamente después detuvo todo lo que pudiera estar llevándose lejos su atención y se concentró en el viento: las capas de aire que caían sobre su rostro, que se introducía en los poros de su piel. El viento, que debía ser frio a esa hora de la noche, estaba caliente, y un penetrante resuello a azufre lo envolvía.
— El aroma de la aldea —contesto al fin Rin, esperando que él volviera a verla— Huele a quemado.
Sesshomaru se volvió en ese justo instante hacia ella, sus ojos tenían aquel cariz severo y decidido que sólo fortalecía el dorado de sus ojos, un gesto que era mitad advertencia mitad algo similar a la preocupación. Eran contadas las ocasiones en que Rin había visto preocupación en Sesshomaru, y estar descubriendo ese sentimiento justo en un momento como ese le revolvió el estómago.
Era la prueba inequívoca de que algo malo sucedía. O estaba a punto de suceder.
— Claramente sabes que el fuego que un demonio usa en sus ataques es diferente al usado en las guerras humanas —hablo él, provocándole un escalofrió— Y claramente te diste cuenta de que lo sucedió en la aldea fue obra de demonios —Rin asintió, aunque débilmente— No fue un hecho al azar, Rin —informo, parco— Conozco este olor. No sólo porque pertenece a yokais, sino porque es el azufre acarreado de la hoguera de un dragón.
La mención de aquella palabra hizo que todo el cuerpo de Rin se tensara, no sabría explicar la sensación, pero por un instante sintió que Sesshomaru la había sacudido y luego la había plantado sobre un lago helado.
— ¿D-Dragón…?
Sesshomaru inspiro entre dientes y luego se aproximó a ella, su largo dedo índice se colocó bajo su mentón, haciéndola levantar la mirada. La presión en los hombros de Rin se hizo aún más profunda porque, sin saber la razón, ella lo presentía: que aquello no era un hecho aislado, sino algo que le concernía más de lo que ella misma podía creer.
— Ryota, el Dragon de Fuego del Sur
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- Se dice que bebió el fuego que ardía en el infierno, y que emergió a la tierra para devorarlo todo con él. Aunque han querido destruirlo antes, nadie lo ha logrado. Él podría detenerse en medio de las llamas mientras toca una melodía tranquilamente.
Sango no pudo evitar que su cuerpo se estremeciera al escuchar la solemne voz de Miroku mientras relataba una historia que parecía tan vieja como y fría como la cueva en la que se resguardaban. Junto a ellos, Shippo y Kohaku se mantenían silenciosos, tan serios como el mármol cincelado.
— Escuche esa historia antes, en los asentamientos humanos en la región sur —apunto Kohaku, sin dirigirse a nadie en particular, pero con la respiración densa— Hablaban del dragón que hizo retumbar la tierra y abrirse sólo para él —sus dedos se movieron despacio frente a sus ojos— Pensé que era sólo una vieja leyenda. Una explicación burda a lo que la Señora Kagome llamo "terremotos", y que abundan en esa región.
Miroku hizo un gesto con las cejas, levantándolas con triste conciencia.
— Pero nosotros sabemos que aquí, en nuestros tiempos, toda historia tiene algo de cierta.
Kohaku hizo un leve asentimiento de cabeza mientras su mente se desplazaba hacia los tiempos en que aún existía Naraku y la Perla de Shikon. Kagome les había relatado más de una vez como en su época, aquello se había convertido en una leyenda cada vez más lejana, disipiada por el progreso. Nadie la creía en el tiempo donde Kagome había vivido, y tan sólo porque ella había peleado esa guerra y habían ganado, era que lo sabía.
"Nunca antes, ni siquiera viviendo en el templo, escuche historia parecida. Si no hubiera sido arrastrada aquí, seguiría ignorante de ella".
¿No era entonces factible que Ryota existiera? ¿Qué hubiera sido él quien atacara la aldea con un el fuego más voraz que él nunca antes había visto? Ellos mismos habían visto las aves rapaces sobrevolar la extensa pradera de la aldea, vaciando con sus fauces la catástrofe. Ellos mismos habían visto la oscura sombra, difusa por las fumarolas, que se había ocultado en el oscuro cielo.
— ¿Pero qué sentido tendría? —hablo de pronto Shippo, taciturno— Que, si realmente hubiera sido él, viniera aquí y nos atacara. ¿Por qué viajaría esa distancia tan sólo para atacar una aldea humana cuya existencia no le supone ningún problema?
Entonces hubo una exclamación ronca justo al centro del círculo que habían formado, emitida por una figura pequeña que se movió decididamente hacía ese punto.
Myoga.
— Viajaría cualquier distancia con tal de destruir la aldea dónde vive uno de los descendientes del Gran Inu No Taisho.
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En el preciso instante en que ella supo que había escuchado ese nombre antes, en alguna parte, una claridad aplastante se abrió camino en su cabeza, trayéndole el recuerdo preciso de una voz agria.
"Ryouta-sama prohibió asesinarte".
Se balanceo sobre sus talones, sintiendo que el aire escapaba de sus pulmones, se llevó las manos al pecho, intentando respirar, pero el mareo fue aún más intenso. Sesshomaru fue rápido, antes de que Rin pudiera desfallecer, él ya la había alcanzado. La había sujetado en sus brazos, logrando que ella aferrara sus manos en la tela expuesta de su ropa. Rin escondió el rostro en la zona donde la armadura estaba libre de púas, sintiéndose rebasada por la pista apenas descubierta.
Se quedó unos segundos ahí, sintiendo el aliento tibio de Sesshomaru sobre su coronilla, tan cercano y protector que fue como si entumeciera la zona que había ocupado antes el miedo.
— Sesshomaru-sama —hablo, con el honorifico que él le había pedido desechar, pero que le hizo sentir nuevamente como una niña a quien él podría defender— Ese nombre…yo lo había oído antes.
Sesshomaru la separo de su cuerpo y Rin lo vio directamente a los ojos, percibiendo la exigencia de una respuesta.
— Antes de venir aquí, en el bosque —dijo, en un hilo de voz— El demonio que me ataco, el que usted asesino —los ojos le estaban escociendo, y Rin no entendía porqué de pronto tenía tantas ganas de llorar, más se obligó a mantener aquel sentimiento a raya y no liberar ni una sola lagrima— Él lo menciono. Él dijo que esa persona había…había prohibido asesinarme.
Sesshomaru la soltó en ese instante. Su rostro se había convertido en un mascara parca y dura. No había nada que Rin pudiera leer en ella, excepto cuando la expresión de Sesshomaru pareció tomar una resolución definitiva.
— Ya veo —dijo entonces, con voz fría. La voz tan conocida del Sesshomaru que normalmente era, que siempre era de cara a los demás.
Pero Rin seguía sin comprender del todo: sabía que él ahora tenía una idea clara de lo que pasaba, de lo que se les iba encima. Pero ella también tenía derecho a saberlo.
— Sesshomaru, dime…
— No es más que otra vieja herencia de mi padre —exclamo él, viendo a la lejanía con ojos fríos como acero— Un antiguo asunto por cerrar.
Rin iba a volver a cuestionarlo, pero entonces, una silueta familiar se abrió paso hacia ellos de entre la oscuridad que rodeaba el sitio. Sus pasos eran firmes y fue firme hasta que se plantó frente a ellos.
— Myoga me lo conto todo —dijo— ¿Y se supone que nosotros tenemos que pagar por las antiguas enemistades del viejo?
Aquello, lejos de molestar a Sesshomaru, pareció complacerle. Como si hubiera estado esperando ese momento durante mucho tiempo.
— Inuyasha —pronuncio, casi como si lo escupiera— No tienes idea de las guerras que se han peleado en nombre de padre, y sólo por eso es que nunca has sido digno de ser llamado mi hermano.
Rin hizo una exclamación de sorpresa, vio de hito en hito, esperando una explosión por parte de Inuyasha, que parecía haber sido golpeado duramente por las palabras de Sesshomaru. Pero lejos de gritar y lanzarse encima de él, Inuyasha se limitó a cerrar el puño y apretar los dientes, Rin tuvo el impulso de que se estaba mordiendo el interior de la boca y que en cualquier instante iba a comenzar a sangrar.
— Eres un idiota —farfullo— ¿Y qué tiene que ver si lo sé o no? He peleado antes contra enemigos de mi padre, luche contra Ryukotsusei, e incluso luche junto a ti contra ese tipo que ya estaba muerto.*
Sesshomaru soltó una especie de risa burlona, aunque no tanto una risa como un mero sonido chocante.
— Y al final de cuentas, eso no me importa —retomo Inuyasha, que parecía estar controlándose demasiado— Si el idiota tuvo problemas con mi padre es lo de menos ¡el estúpido se atrevió a atacar la aldea, hirió a mis amigos y casi me arrebata a Kagome y a mi hijo! ¡Esto se volvió personal!
Sesshomaru lo miro por debajo de sus pestañas, con aire de superioridad.
— Al fin dices algo interesante, hibrido.
Hasta ese momento Rin se había limitado a permanecer callada e inmóvil, preocupado por la continua zozobra de que en cualquier momento ellos pudieran ponerse a pelear a garra viva. Pero en el momento en que Sesshomaru había dicho aquella última frase se abrió, supo que era una especie de tregua, o una manera de decir "tenemos algo en común".
Nunca lo diría en voz alta, no frente a Inuyasha, pero ahí mismo estaba aceptando que no iba a pelear una antigua guerra, sino por sus propias razones. Y entre esas razones estaba precisamente ella, que se había convertido en un blanco sin saberlo.
Fue en ese momento que una ráfaga de viento golpeo a Rin, y el escalofrió que la envolvió fue tan intenso que tuvo que abrazarse a sí misma y cerrar los ojos para que el aire repleto de polvos, ramas y hojas, no le arañara las pupilas.
— ¡¿Qué mierda…?
La maldición de Inuyasha fue silenciada de tajo por la figura de Sesshomaru cubriéndola. Rin se dejó tapar por él, y sintiendo el estómago revuelto y la garganta apretada por un nudo invisible.
"Están aquí", pensó, y ahogo un gemido de dolor.
Sesshomaru se volvió completamente hacia ella en ese instante, clavando sus ojos en los de ella, con un montón de palabras en ellos, palabras que Rin reconoció con el corazón encogido.
— Voy a ir contigo…
— Vas a quedarte aquí —la corto él— Y Ah-Un se va a quedar contigo. Sin replicas.
Inuyasha los observo por el rabillo del ojo, sus puños aún estaban cerrados en sus costados. Sabía lo que acababa de ocurrir, sabía lo que sucedería a continuación, y sabía la razón de que su hermano estuviera hablándole así a Rin. Era apabullante ver a Sesshomaru siendo esa clase de ser: alguien capaz de preocuparse por los demás.
Pero entendía la razón. Lo había entendido desde que percibió el aroma de Sesshomaru y Rin mezclados antes, cuando ambos llegaron a la cueva.
— ¡Sesshomaru, no! —Rin se soltó de su agarre y lo enfrento con enojo— ¡Quiero ir contigo!
— Te quedas —rebatió él. Fue una resolución breve pero seca y terminante.
Rin no replico tan sólo por una razón. Y esa había sido la expresión de él al decirlo. Su cara había sido tan reveladora en ese momento, que para ella había sido fácil descubrirlo.
"Necesito que estés a salvo".
Sólo por eso, Rin se quede parada ahí, percibiendo la mano de Sesshomaru tomar la suya brevemente, en una caricia callada, antes de que se diera la vuelta y, junto a Inuyasha, comenzaran a alejarse de ahí.
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*Inuyasha se referia a Takemaru de Setsuna.
¡Ahora sí! Quiero disculparme con ustedes por haber tardado demasiado en actualizar. No voy a abrumarlas con el mar de cosas que han sucedido en los últimos meses, porque han sido muchas cosas. Les agradezco profundamente a quienes me siguen acompañando en esta travesía que ha sido "Para siempre" , por ustedes sigo poniendo siempre mi mejor empeño en cada palabra escrita en esta historia.
Deseo de corazón que disfruta de la lectura que, tal como el título de este título, es un comienzo a algo mucho más grande.
¡MUCHAS GRACIAS!
¡Besos y abrazos!
ammipime .