El día de hoy tengo que ponerme a estudiar porque sigo siendo un lío en la escuela pero pese al retraso les traigo buenas noticias (o eso es lo que creo yo) y que van resueltas directamente al LEVIHAN: he leído algunos reviews que me sugieren escribir un fic donde cuente como fue que Levi y Hanji se conocieron, y bien, creo que después de todo la idea me llegó al corazón y me inspiré. Escribiré sobre ellos más adelante y no les puedo garantizar que sea pronto porque (aquí viene la otra noticia) tengo planeado publicar antes un songfic de Snk pero con la temática musical de NO NAME por lo que ya imaginarán como será eso. Espero les emocione la idea tanto como a mí, solo que ruego no estén aguardando glamour en ese songfic porque la clase de música que estoy escogiendo es algo más alternativa y en partes oscura, casi tanto como la historia misma que voy a narrar ya que resulta algo sobrenatural.

Así que, sin más por el momento... los dejo con el cierre de The Crystal Palace Raid.

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• Epílogo

Viernes 2 de Mayo, 1851

Después de la locura vivida por la Gran Exposición y la participación de mi padre y otros Lords y socios en el proyecto nombrado el Ángel de Yorkshire su falta al evento no fue recordada por nadie. Los reyes se presentaron, la inauguración no se detuvo y todo empezó sin más dificultades ni retrasos.

Scotland Yard llevó a mi casa y a la casa de los Arlert la noticia del descubrimiento del cadáver de mi padre y el de Lord Leonhardt en la Calle de Oxford en una tienda que estaba remodelándose, donde se encontraron plumas de ave pero ningún rastro del magno hallazgo que iban a presentar. Nadie quiso averiguar más al respecto al toparse con los cadáveres desfigurados y cercenados de las víctimas.

Mikasa fue llevada conmigo a un fumadero de Opio donde dijeron había sido secuestrado por una deuda pendiente. Cómo la pena por ser encontrado ahí callaba cualquier pesquisa mayor a mi desaparición trataron el tema con cuidado, tendría antecedentes y tan mala reputación que no podrían ser llamadas más voces a mí. Mikasa había aparecido para pagar mi deuda entregando una espada de su familia a cambio de mi liberación, y mi sorpresa fue mayor cuando uno de los investigadores de Scotland Yard se refirió a Mikasa como princesa pues al parecer ella pertenecía a alguna familia noble del Imperio Japonés. Ella no me confirmó nada.

Ni Armin ni Annie fueron encontrados culpables de la muerte de Sir Arlert. Según la investigación del cuerpo y los gritos en la habitación de hotel el único responsable era Sir Arlert al haberse disparado a la cabeza en presencia de su nieto. Había sido un suicidio. La nota apareció en los periódicos repitiéndose la sospecha de la presentación faltante del espécimen de Leonhardt y Jaeger en la Exposición de la cual corrían varios rumores.

El mayor peso era industrial y mecánico en la muestra internacional. El lugar de mi padre y Leonhardt era uno entre pocos, al cual, por supuesto, no acudieron.

Armin tenía el remanente de la pérdida en el rostro y Scotland Yard aún nos pisaba los talones. Annie a su lado le mantenía cuerdo. Vernos a Mikasa y a mí lo tranquilizó pero también descifró en nuestras caras que habíamos hecho algo de lo que nos arrepentíamos tanto Mikasa como yo.

Annie fue informada de la muerte de su padre y la de los jóvenes que lo acompañaban, Bertholdt y Reiner; lloró cuando se lo dijeron pero sospeché que no se trataba por su padre y quizás pensé mal. Entre ella y Armin mantenían la calma. Se volvieron un apoyo mutuo y constante.

Mi madre instaló a Mikasa en nuestra casa como invitada. Por una sospechosa razón mi padre había dejado todas sus cuentas seguras e inversiones importantes en más de un negocio que según el albacea de sus bienes no nos dejaría desamparados jamás y nuestros ingresos anuales aumentarían año con año. El había anticipado su propia muerte.

Ante la policía en nuestra casa mi madre estaba consternada, dolida, viuda, aún así insistió con un tema que no la dejaba tranquila.

—Pero, el espécimen de mi esposo, ¿no se ha sabido nada de él? —preguntó a los oficiales esperando una respuesta favorable ante la pérdida de Grisha que la había dejado algo enloquecida, a veces llorando, otras rezando con fervor.

Recibió una negativa.

Ella tampoco compartió que el descubrimiento de mi padre era un ángel, prefirió callárselo para si misma. No lo mencionaba en mi presencia.

Annie rezó por un rato terminados los acontecimientos pero después recogió su rosario guardándolo y prefirió acompañar a Armin con el que se unió al piano de cola en la sala de música a tocar unas cuantas piezas; antes de terminar los dos acabaron llorando.

Aún debían sanar muchas heridas y esto nos tomaría tiempo.

Recordábamos claramente cómo en el carruaje que Levi consiguió Hanji metió la mano en el bolsillo de su esposo, el mismo donde llegaba la cadena de su reloj, y sacó la hoja que había recibido de la corneja frente a casa de Armin.

Laurus nobilis… —se vio atenta mirándola con atención. Levi le cubrió las manos y besó la frente. Seguramente el carácter de Hanji era así de desconcertante siempre.

Mikasa estaba sentada al lado mío y yo sin soltar su mano porque aún no estaba tranquila de haber tomado una vida aún si había valido la pena; tenía una enorme deuda con ella y ahora más que antes la apreciaba de otra manera.

Sé que Levi y Hanji me veían cómo a un niño, quizás a Mikasa también.

Nos detuvimos cerca del Támesis, bajamos solo ella y yo, miramos el río y la ciudad. Tiramos su cuchillo tanto ya limpio de sangre al agua, era una reliquia de su familia que ya no quería conservar. Besé sus manos y retornamos al carruaje.

En medio del silencio Levi recargaba la cabeza en el hombro de Hanji, las alas de ella cubrían las paredes del carruaje, con una cubría a Levi que entre su plumaje parecía quejarse, no obstante no retiraba el brazo de su cuello y de mantenerla cerca suyo.

Lo veía curado de su desesperación y celos por no tenerla, por saberla secuestrada y presa. Ahora libre y también a salvo de la cacería por su matrimonio sacrílego estaban más relajados y livianos.

Muchas vidas costó semejante vivencia. En el final de tan horrendo ciclo solo podíamos, todos, mirar hacia adelante.

—Eren, ¿te contó Levi cómo fue que nos conocimos?

Despejado de mi ensimismamiento con la promesa de una historia que retirara el pesar de mis hombros por un momento le dije a Hanji que no. Mikasa tenía puesta la bufanda que Levi tomó de la casa de Armin al cuello, ocultaba medio rostro en ella. Yo se la había puesto.

Pese a que su esposo no se veía de acuerdo con que su historia romántica fuera contada Hanji comenzó.

—Te podría contar que éramos enemigos y sobre la guerra en la que nos tocó participar por territorio una vez pero el asunto sería... —suspiró— muy triste.

Levi hizo un sonido de repugnancia por la imagen que describía.

—Mejor te hablaré de Florencia. Esa fue la primera vez que los dos convivimos más tiempo. Teníamos intereses comunes con la misma persona. Un Pazzi

—No vayas a mencionar su nombre —interrumpió Levi con una extraña mirada —...ni nada más

—No lo haré querido, no lo haré —prometió pese a que tanto a Mikasa cómo a mi nos interesó saber o preguntarles sobre el nombre que recitaron. Para eso podría haber más tiempo todavía.

La pareja era increíblemente arcaica.

—Había escuchado de Levi moverse en el viejo mundo de los banqueros de Venecia como cobrador, un trabajo complicado

—Era un trabajo —se quejó él.

—Parecido a la Ley del Talión…. —comentó su mujer —una tarea pesada y ruda, muy relacionada con historias tristes y miseria. Pero estaba hablando de Florencia, oh Florencia. ¿Fue esa vez la primera que cometimos un crimen juntos?

—¿Cometer un crimen? —me asombré.

—Si —respondió Levi —pero conociendo la mayoría de los secretos de las familias más poderosas de Florencia y habitando en el lado incorrecto de la balanza vimos caer gente buena y villanos de todas partes

Levi tomó la mano del ángel.

—No menciones a Lorenzo —le advirtió.

Hanji y Levi se veían lejanos a una pelea pero los comentarios eran tan extravagantes que no podía soltar el hilo de cierto reclamo en la información que compartían.

—No mencionaré a nadie Levi, solo quisiera haber sido capaz de llegar con Simonetta antes de que muriera; era tan bella... nadie merecía a esa mujer. Aún tú sentiste algo por ella, no me lo irás a negar

El demonio presionó más a la otra con su lenguaje corporal.

—Estas caminando por la cuerda floja Hanz

—Por favor Levi, solo un loco como tú quiso casarse con un ser mitad pájaro. No se supone ser posible mi vuelo y menos aún con...

Para callarle Levi usó un recurso poco común. Le robó un beso. Solo así logró interrumpirla de más detalles en su relato. No se lo iba a agradecer.

—No me obligues a enlistar nombres que podrían robarte lágrimas

Ni Mikasa ni yo supimos que decir.

—Eren—, dijo el varón —esta mujer que ves aquí podrá parecerte torpe o imposibilitada gracias a su especie, pero además de las muchas y múltiples habilidades que posee en realidad es una maestra ladrona por excelencia peor o igual que yo. Lo que ella no puede hacer contrata a quién lo haga. Yo fui uno de los peones que se ensució las manos porque ella se quedó a vigilar desde una torre. No tienes idea de todo lo que ha conseguido de sus golpes, con todo ello podría abrirse un museo.

El crimen me pareció tenue aunque asombroso, nada en comparación con la sed de conocimiento de Hans. Mikasa pareció verlo de la misma manera que yo.

—Robar no fue el primer delito que quisiste que cometiera, la mayoría de ellos molestos…

Ella no hizo sino lucir agradable.

—Me gustaban los estilos que estaban desarrollándose, y condenada a nunca ver tal obra… era un crimen

—No —sujetó él su mano, sus voces tan bajas que todo parecía ilícito, cómo una conversación indebida. Los fríos ojos de Levi con un único interés besando la piel del ángel—. Ningún crimen sería peor que habernos casado

Hans le regaló una sonrisa enamoradiza.

—Creí que el mayor había sido batirme en duelo contigo

—No habrías podido ganar

—No, pero no dejó de ser entretenido mientras duró…

Sabiendo que los observábamos Levi agregó algo más.

—No sé que fue peor—, señaló —enamorarme de mi enemiga o que el tiempo me haya hecho tan receloso por ella

Su esposa estaba de acuerdo.

—De vez en cuando los mundos distantes convergen Eren, Mikasa, y de su encuentro surge algo bello, un enriquecimiento cultural impresionante

Mikasa quedó inmóvil escuchándola, luego ocultó su rostro en la bufanda. Hanji sonrió para sí misma y volvió con Levi acariciando su cabello con ternura. El carruaje siguió su camino y el silenció reinó. Estábamos cansados. Yo quizás un poco más para hacer caso a sus composiciones ambiguas conmigo.

Por sobre lo lúgubre y sombrío, encima del asesinato y lo irreal de todo eso, ese par, en medio de dolor y sufrimiento, se amaban demasiado.

—Antes de irnos necesito ver al nieto de Arlert, me habló sobre él—. Dijo Hans a los pocos minutos —Quisiera conocerlo, ¿puede arreglarse?

Estaba seguro de que Levi le negaría su petición, pero después de que el matrimonio se mirarse intensamente vino conmigo a preguntar.

—¿Crees que Armin esté dispuesto a entrevistarse con Hanji?

Tuve que pensarlo bien. Levi me entregó una dirección.

Armin aceptó sin más reparo en cuanto lo escuchó de mis labios, se veía demacrado y jamás esperé sus intenciones cuando llegamos a la mansión que me había sido indicada. Armin se desvivió en disculpas por la captura. El Vizconde no dejó que se culpara.

Annie nos acompañó, mi madre no supo qué fue lo que me alejó de casa en el duelo de mi padre pero no preguntó. Ella no debía saber nunca sobre Hans o sobre Levi más lo que mi padre ya le había mostrado.

La cita se dio al mediodía en un gran salón, en el solario de una lujosa casa que Levi rentó. Fuimos guiados por él después de ser informado por su servidumbre de nuestra llegada hacia el lugar donde Hans estaba en lo más parecido a una reclusión voluntaria, el sitio lleno de plantas de todos tipos, una de las razones por las cuales Levi debió haber rentado un sitio tan grande en Londres. Armin se sentía minimizado.

—Vizconde Rivaille, ¿ella siente algún rencor contra mi abuelo por lo que pasó?

Levi iba elegantemente vestido, pulcro cómo se imaginaba debía estar todos los días cuando no anduviere armado cazando personas para buscar a su esposa siendo esta secuestrada.

—Tu abuelo conoció a Hanji cuando era niño —llegamos a las puertas de la habitación requerida —lo que menos consideraría Hanji sería verlo afectado o a su descendencia

Tras las hojas de la entrada había una fuente interna de mármol y el sol se multiplicaba por el cristal del techo. La temperatura era mayor ahí adentro. Vestida cómo una diosa griega, sandalias y toga, Hanji se encontraba con el cabello recogido y lustroso aún rebelde. Estaba de espaldas en un escritorio revisando no se qué papeles o documentos. Nos sonrió dándonos la bienvenida y en especial saludó a Armin Arlert que era el que no la había visto todavía cara a cara.

Armin se tomó un momento para asimilar que las fotos que había visto sobre ella eran reales, la prueba estaba a unos metros adelante. Alas en la espalda, largas hasta arrastrarse en el suelo.

—Señorita Hans…—se aproximó temblando —le pido disculpas en nombre de mi abuelo, el no quería…

—Tranquilo Armin, yo no lo culpé de nada

—Señorita Hans…

—Llámame Hanji, prefiero Hanji si no te molesta

Levi le mandó una mirada grave, ella una de divertimento. Se dispuso a admirar a Armin en cada rasgo de su fisonomía, como una abuela o tía pudiera hacer con los hijos de sus parientes.

—Mírate, eres idéntico a tu abuelo, el mismo corazón limpio y los ojos nobles…

Cuando Hans tomó a Armin del rostro y detalló sus rasgos Armin se soltó a llorar y ella lo abrazó. Annie mantenía una cara de pocos amigos, tan antipática que Hanji no pudo reprimir una risa y le dijo:

—Ya te he dicho sobre tus sueños Annie Leonhardt, no has de temer

Armin se levantó de su conforte y tuvo miles de preguntas, le había hablado yo sobre lo que su abuelo dijo sobre ella y él había encontrado un viejo diario donde narraba que todo lo que había hecho en su vida se debía a las conversaciones que de niño había tenido con alguien especial que le habló de física, matemáticas y filosofía. Lo que lo llevo a obtener el título de caballero había sido encausado por ese nutritivo encuentro.

Ella le habló sobre la Antigüedad, Grecia y Roma como sus vestimentas lo indicaban, y le suplo hablar muy bien, de entre ellos sobre su caída.

No profundizó demasiado y nos quedamos todo el día cómo invitados. Armin se mostraba cohibido y emocionado junto a Hans, ella solícita a lo que le preguntaba. El tiempo pasaba más rápido que la arena de un reloj de vidrio. El asunto con Armin fue que siempre se quedó con una ansiedad a la que Hanji se vio abierta a resolver.

—Puedes probar que son reales, la mayoría se lo pregunta con ellas —le dio permiso de tocar sus alas, y una vez la curiosidad se dio en Armin la mayoría estábamos exhortados a hacer lo mismo. No la íbamos a volver a ver quizás nunca más, sería la última oportunidad que tendríamos de tocar sus alas. Mikasa se negó en un principio, convencida por mí lo hizo y espero que no se haya arrepentido.

—¿Realmente puede volar con ellas?

—Volar es fácil, es un proceso de planeo. Es más sencillo cuando el aire está a tu favor. Es rara la ocasión que vuelo en estos días, aunque quizás debería usar años más por veracidad que por uso del lenguaje

Armin no comprendió lo que dijo, ella se tuvo que explicar mejor.

—Hace mucho tiempo me rompí las alas cayendo por un barranco. Tuve muy buenas razones para hacerlo y si debiera hacerlo de nuevo no lo pensaría dos veces. Tardaron en sanar, incluso llegué a pensar en no volver a volar jamás, más el tiempo sanó todo, por eso te quiero decir que llores todo lo que debas pero ten la seguridad de que en algún momento las heridas se harán cicatrices que no se borran pero dejan de sangrar

Mi amigo la vio como su nueva figura maternal; sus padres viajaban constantemente y no tenían tiempo para él, recibían pocas cartas en casa.

Para Armin conocer a Hans fue de ayuda.

—No dudaré de tus sueños jamás —declaró Annie cuando nos despedíamos.

—No deberías

Al partir aún quedaba pendiente un asunto para saber.

—¿Partirán mañana Levi? —osé preguntarle.

—En tren. Los preparativos han sido hechos

Ecuánime Armin aún tuvo una cosa más que tratar previo a irnos. Le entregó a Levi las fotos que su abuelo había tomado de la captura para que se deshiciera de ellas. Pero entonces Levi apareció con una cámara amenazándonos con que confiaría en nuestra discreción para guardar aquel recuerdo si solo habría uno y no tendríamos repuesto.

Esperamos todo lo que habríamos de esperar a que la foto fuera tomada con la luz deslumbrante. En ella salimos todos, fue tomada por alguien más que era parte de la servidumbre de Levi traída de Yorkshire. Gente de confianza. Fueron varias placas las que se tomaron.

Pasado el periodo de inmovilización todo terminó.

—Señorita Hans

—Ten paz Armin Arlert, por lo que más quieras, ten paz— siguió tranquilizándole la Vizcondesa—. Tu abuelo era un hombre formidable que cometió la equivocación de perderse en una culpa que no debía. Estás destinado a ser un hombre igual de tenaz y bueno—. Se quitó una muñequera que bien podría ser más una armadura de soldado romano o de una Amazona—. Ten fe en ti mismo. Esa misma voluntad guerrera que vi en él hace cincuenta años sigue viva en ti, no la dejes decaer

Se despojó de sus joyas y nos entregó a cada uno una de ellas, a mí la otra muñequera, a Annie la gargantilla y a Mikasa los pendientes. Levi se reunió a su lado abrazándola de la cintura con un gesto posesivo. Nos acompañaron a la antesala a la salida. Ahora sí era el adiós definitivo.

—¿Cómo se irán en tren? —quise saber poniéndome el sombrero. La tarde había caído en su casa.

—Iré como cargamento, no hay otra forma… —se rió Hans de su suerte, una amplia sonrisa, la nariz aguileña hacía mofa de sus alas y especie ella sola. Se veía más grácil que otras veces con ese atuendo—. Gracias por la ayuda Eren Jaeger. Te aseguro que después de lo que has hecho por nosotros jamás te vamos a olvidar

Levi nos siguió a las escaleras del portón.

—Si hubiera algo más que pudiéramos hacer

—Eren, hiciste suficiente. Perdiste a alguien por ayudarme, no te pediría nada más

Respiré profundo, no pensar en la muerte de mi padre me ayudaba a no sentirme culpable, recordarlo me era pesaroso. Mis ojos se nublaban.

—Mi padre perdió la cabeza al querer mostrar a Hans al público, llegó a hacer lo impensable. Siempre había sido un hombre racional, un hombre respetable

—Ustedes llevan muy bien el secreto —declaró.

—Hemos visto el mal ejemplo, ahora aguardamos cultivar una amistad fundamentada en la confianza—. Usé toda la gratitud y educación que poseía —Hagamos de una mala historia una buena

Levi me estrechó la mano.

—Bien podríamos nunca volver a vernos Jaeger

Sus palabras no hicieron mella en nosotros, habíamos tenido suficiente con esa semana para una vida.

—Eso no borrará lo vivido

—Cuídate Eren, y a tu familia

Llegué al carruaje, Levi se quedó en la puerta, las manos en el bastón mirándonos con soberbia o quizás su imponente aspecto eterno. Llegamos a la reja y levantó su mano.

De haber sabido que esa iba a ser la última vez que lo íbamos a ver habríamos prolongado la visita pero para seres que no debían tener contacto con nuestra especie ni civilización, esta historia, en medio de la Inauguración de la Exposición Universal de Londres en el Palacio de Cristal en Mayo de 1851, nuestra vivencia personal y grupal —que no saldría jamás de nuestro círculo—, sería la historia más fabulosa con la que contáramos en toda nuestra vida pues definió lo que hicimos con nuestro futuro entre nuestros secretos y pecados, decisiones fueran buenas o malas, que reforzó más el vínculo de amistad que había.

Hay una única foto que todos tenemos guardada. Se retrató a un grupo de personas, Armin junto a su prima, el tan poco conocido Vizconde Rivaille en medio con su mujer más alta que él con un par de alas en la espalda, al lado Mikasa enfundada en su kimono como una geisha, y yo al final de la captura. Una imagen que siendo vista por cualquiera la tomaría cómo una broma o una fiesta de disfraces, pero que solo para nosotros había una historia verídica tras ella. Una que involucrara amistad, ambición y lealtad. Una historia que era entera de amor, razón por la cual tuve que narrarla antes de perder la memoria en mi vejez. Ahora ya puede ser solo un cuento en mi haber...

Eren Jaeger

Julio de 1916»

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