El Perdedor

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Definitivamente Peeta no se imaginaba este momento así. Tal vez pensó que, en primer lugar, él le pediría matrimonio a Katniss y no ella a él. También espero que cuando ocurriera, aunque sabía y conocía a la Chica en Llamas, la proposición fuera algo romántica, no en exceso, pero tampoco quería que se sintiera como si estuviera proponiéndole hacer una alianza para pelear juntos, eso no venía al caso. Y por último espero que todo fuera guiado por el profundo amor que siente una pareja al querer unir sus vidas para siempre, hasta que la muerte los separara. Pero como siempre y debido a algo malo que él desconocía, pareciera ser que todo en su vida se proponía salir mal.

En sus planes no estaba salir sorteado para participar en los Juegos del Hambre, tampoco lo estaba que Prim Everdeen, aún siendo su primera cosecha saliera escogida, tampoco que su amor de toda la vida la reemplazará y que ellos se vieran en el medio de una contienda sin sentido, salir victoriosos de ella, pero que en el proceso haya perdido parte de su humanidad y de su corazón al darse cuenta que ella jamás lo amó como él a ella, pero como ya estaba demostrado que precisamente la suerte nunca estaba de su lado, las cosas salieron mal.

Relativamente podía vivir con todas estas cosas.

Había aprendido a superar los obstáculos junto con Katniss en la arena, había salido vivo, sin una de sus piernas pero había salido. Los habían coronado como Vencedores, habían dejado la pobreza y la miseria y eran ejemplos de tributos. Había aprendido a llevar en su conciencia la muerte de los 22 chicos que debieron morir para que él se mantuviera con vida, y había logrado de alguna manera u otra a cargar con ello, a través de sus cuadros y pinturas.

Lo que jamás superó fue el rechazo amoroso, el latente dolor que le repetía que Katniss no lo amaba y no lo amaría. Evitarla en primer plano había sido la mejor opción y debido a que ya no era necesario fingir, se mantenía al margen y se retiraba del lugar cuando la Chica en Llamas hacia su aparición. Eso le había servido hasta que empezó la Gira de la Victoria, en donde el teatro había dado inicio. Se hablaban, de alguna manera u otra habían hecho las pases pero eso no evitaba que el corazón de Peeta se rompiera un poco cuando ella lo besaba y le decía frases tiernas cuando él sabía que todo era mentira.

Todo era una manera de aplacar la presión que estaba sobre ellos.

Probablemente hubiera resistido un par de años más, luego le diría a Katniss que anunciarían el rompimiento de ellos como pareja, pero que seguirían siendo buenos amigos, eso, hasta que el Capitolio comenzó a odiar a Katniss y el presidente Snow la amenazó. Jamás se le pasó por la cabeza que aquella gira terminaría con él y Katniss comprometidos. Siendo honestos, nunca pensó que los orillaría a esto. A Katniss anunciándole que se casarían, que al final, de algún modo u otro ellos tendrían que vivir para apaciguar las ansias de rebelión de los distritos. Ellos eran la distracción a problemas más grandes que estaba teniendo el Capitolio.

Suspiraba contra el vidrio empañado de la ducha y dejaba caer su cabeza contra él mientras el agua helada le calaba los huesos y le entumía las articulaciones. Sus cabellos dorados caían sobre su rostro blanco que tenía un total contraste con sus ojos azules. Había unas leves ojeras que iban desapareciendo a medida que las noches junto a Katniss aumentaban. Tenerla entre sus brazos era el único alivio que encontraba contra sus pesadillas, contra sus miedos de perderla para siempre. Que la arrancaran de su lado y que no estuviera nunca más para ofrecerle sus sonrisas, sus gestos al hablar y sus ceños fruncidos.

Cambió la temperatura del agua a una más caliente antes de que le diera un resfrío y Effie anduviera picándolo por haber arruinado un día tan, tan importante. Se dejó caer de a poco por las cerámicas que tenía su baño del Centro de Entrenamiento y apoyó su cabeza en su rodilla artificial, dejando la otra medio doblada debajo de esta.

El acrílico blanco de su pierna le resultaba aún extraño y algo perturbador al ver que no tenía uno de sus miembros pero era eso, o morir por desangramiento o septicemia. El agua caliente cayéndole por la nuca lo estaba relajando de sobre manera. Echó la cabeza hacia atrás hasta tocar con ella la cerámica y dejó que el agua le tocara el rostro por un buen rato. No supo exactamente que se había quedado dormido hasta que Portia tocó con los nudillos la puerta del baño con insistencia. Se despabiló y gritó un pase que sonó bastante mal, herido. La vió entrar a través de la nube de vapor que se había formado en el baño por haber estado más de una hora en él. Cerró el grifo y abrió la ducha, sacando una mano hasta tocar con ella una toalla. Se la amarró a la cadera y salió al baño, en donde su estilista lo miraba con el ceño fruncido.

-¿Se puede saber que es lo que hacías allí?-su voz tenía un ligero tono de reproche y algo más de preocupación- ya pensaba que te habías ahogado en esa ducha Peeta- el joven caminó con la toalla apretada en su cadera y salió hasta su habitación que se encontraba más temperada de lo que recordaba al entrar al baño. Tal vez Portia había prendido la calefacción.

-Sólo estaba dándome un baño y me quedé dormido bajo el agua, es todo, estoy bien- su voz era algo rasposa y si su intención era sonar despreocupada no había funcionado para nada. Al contrario, había logrado que Portia se acercará a él preocupada. Se dio la vuelta y se colocó una bata de algodón de color azul y se la amarró con rapidez.

-¿Estás bien, Peeta?- el chico se sentó en la cama con algo de aturdimiento y supo por el tono de voz de su estilista que ya sabía lo de la boda. Ella y Cinna estaban totalmente enterados de todo lo que pasaba, incluida la amenaza de Snow. Haymitch confiaba lo suficiente en los dos para decirles lo que pasaba, para que los cubrieran al ocultar ojeras o para entrarle a pantalones y vestidos, así que qué les hubiera dicho de la boda no sería extraño.

Portia se sentó a su lado y paso sus dedos por el cabello rubio que aún botaba agua. Tomó una de las toallas del armario y la pasó con delicadeza por los rizos rubios y la dejó a un lado en cuanto vio que pequeñas lágrimas asomaban en los ojos zafiros del vencedor del distrito 12. Tomó su mano entre las suyas y Peeta recargó su cabeza en el hombro de la mujer mientras lloraba en silencio. Sus lágrimas caían sin detenerse por sus mejillas, empapando al cabo de un rato la blusa de la mujer.

-Ella no lo entiende Portia- la aludida miró al joven que ya no lloraba, pero que su voz sonaba algo más temblorosa que de costumbre. Sus ojos estaban hinchados y de color rojos y sus pupilas se encontraban pequeñas, dejando entrar algo mínimo de luz, dejando ver su iris azul cielo.- No logra entender esto que siento, ella siempre pensó que lo que sentía era sólo una manera de mantenernos a salvo cuando no es así- miró a Portia a sus ojos oscuros y bajo la cabeza en cuanto vio en ellos, el dolor y la compasión ajena, reflejados. - No entiende cuanto me duele que quiera ser mi esposa cuando la están obligando a ello-.

Portia durante un ligero momento sintió pena por Peeta, por aquel joven de buen corazón que desde el primer momento en que estuvo frente a ella le pareció el ser más amable y sincero que haya conocido. Que su abnegación superaba límites que nadie conocía. Cuando supo el profundo amor que sentía por la Chica en Llamas, sabía que sería muy difícil que saliera con vida de esa Arena, pero frente a todo, él sobrevivió y mantuvo a Katniss a salvo de los Profesionales. Cuando vio que ella le correspondía supo que tal vez no todo estaba perdido, que tal vez ella lo amaba tanto como él a ella.

Pero sólo duro un par de semanas, antes de que Peeta la llamara, pidiéndole pinturas y pinceles, en donde notó su voz más rota de lo que podía recordar. Después de eso, el joven panadero le había contando toda la historia, bajo el consentimiento de su antiguo mentor, de que Katniss jamás lo había amado y que todo era una mera actuación para mantenerlos a ambos con vida en la arena. Luego de eso, supo que Peeta jamás estaría bien, que su felicidad estaba al lado de la antigua tributo del distrito 12.

Sintió pena y luego sintió admiración por el esfuerzo que ponía en siempre tener una sonrisa deslumbrante en el rostro. Por tener una excelente disposición ante todos y ante todo lo que le presentará de aquí en adelante. Porque tenía a la persona que más amaba en el mundo a su lado, obligada, y pese a todo, pese a los rechazos de Katniss, Peeta se mantenía impasible e inalterable en su vida diaria. Había hecho una cantidad asombrosa de pinturas que reflejaban todo lo que había vivido, también había un número importante de retratos de Katniss en el estudio en su casa en la aldea de los vencedores pero era lo bastante lógico teniendo en cuenta el profundo amor de Peeta.

Supo que el joven no le negaría nada a la chica en llamas, aunque eso significará su propia tristeza, y aunque nadie dudaba del amor de Peeta, el chico estaba obligado a casarse con alguien que no lo amaba y que hasta el momento, no había hecho nada para merecerlo.

Tomó las manos de Peeta, logrando que este lo mirara. No sabía específicamente que buscaba Katniss en un chico, pero Peeta cumplía las expectativas de cualquier chica que ella conociera. Era guapo, de metro setenta y cinco más o menos, tal vez un poco más alto. De facciones definidas, casi hechas a mano en su rostro. Con la mandíbula cuadrada, con un leve rastro de bello facial rubio. Sus pómulos marcados y una nariz redonda y larga. Sus ojos azules eran probablemente lo que más llamaban la atención del chico. Un color así de puro, que reflejaban tantas emociones era algo digno de ver. Cabello rubio como el sol, ahora más corto debido al corte hecho en el distrito cuatro. Tenía la espalda ancha con hombros bien marcados y brazos gruesos y torneados. De cintura estrecha y pecho amplio, piernas largas y duras. Si por lo físico no llamaba la atención, tal vez lo hacia su personalidad. Peeta era una persona calmada, con una generosidad y un corazón igual de grandes. Era amable, sincero e inteligente. Tenía el don del habla, y el de la pintura. Cocinaba exquisito por lo que sabía y horneaba y hacia obras de artes con sus manos. Tal vez no había ganado los Juegos por ser el que más personas había matado, pero Peeta había demostrado su habilidad con la lanza y los cuchillos, y su superioridad en el combate cuerpo a cuerpo, al igual que en el camuflaje. Había sido testigo de como la gente llegaba a Haymitch a ofrecer dinero para salvar a Peeta, de como subió el dinero al haberse unido a Katniss. Si ese no era un chico que valiera la pena, entonces ella no sabía quien lo era.

Peeta se puso de pie y le sonrió a Portia con tristeza. Fue hasta su armario y tomó unos bóxer, una polera blanca de cuello v, y unos pantalones grises. Se colocó todo mientras Portia llamaba a un avox, para que trajera la comida de ambos a la habitación. Peeta terminó de vestirse justo cuando llegó la avox pelirroja con un carrito de comida caliente. Se fue haciendo una pequeña venia y cerró la puerta tras de ella. El chico miró la bandeja que tenía pasta acompañada de una salsa con champiñones y especias. Había jugo de frutas y agua. Se sentó en una mesa pequeña que tenía su habitación, con Portia al frente.

-Entonces, ¿Ya es un hecho?- Peeta suspiró mientras se echaba comida a la boca.

-Si, mañana con Caesar lo haremos oficial, en la tarde es la entrevista así que tengo hasta entonces para pensar lo que diré.- Portia asintió y miró al chico que comía con la mirada perdida.

-¿En qué piensas Peeta?-el chico bajó la cabeza y respiró, tragando, y pensando en sus palabras.

-¿Crees que vale la pena Portia?- Peeta miró por su ventana, que reflejaba el Capitolio en su máximo esplendor.- ¿Todo lo que Katniss y yo hacemos?- Portia supo que hablaba de calmar los distritos, de evitar una revolución.

-No lo sé Peeta, creo que ustedes no lo hacen sólo por una inminente revolución. Lo hacen porque saben que hay mucho más que ustedes pueden perder.- Peeta sopesó la idea, era cierto, después de todo. Katniss ponía en riesgo a su madre y a su hermana, al igual que a la familia de Gale. Él ponía en peligro a su familia y a sus amigos del distrito. ¿Pero exactamente que ganaban?

-Sabes, todos ganan algo de esto, excepto yo-Portia enarcó una ceja y miró a Peeta expectante- me refiero a la boda. Katniss logra que el presidente Snow crea en su amor por mí, Snow lograría calmar a los distritos. Haymitch se emborracharía aún más en nuestra boda, Cinna y tú ganarían aún más prestigio por sus diseños para el matrimonio, Effie ganaría reconocimiento y más fiestas a las cuales asistir.- Peeta bajó la cabeza y la alzó casi al instante, sabiendo que su pequeño discurso había tocado a Portia- yo soy el único perdedor de esto Portia. No ganaría a Katniss, sólo lograría que despreciara más mis sentimientos, y aún más al ver que su libertad de elegir es lo que le quitan.-La estilista dejó la copa de la que bebía y miró al vencedor.- no ganaré nunca el amor de Katniss en un matrimonio obligado, y quizás es eso lo que más me duele de esto-.

-O-

-Entonces, ¿Hablaste con el chico, preciosa?- Katniss enarcó una ceja y miró Haymitch que vaciaba algo de alcohol en su café de la mañana. Bostezó sin querer y pensó en las ojeras que tendría y en el tiempo que su equipo de preparación tardaría en ocultarlas antes de la entrevista de la tarde. La noche anterior no había podido dormir nada, principalmente porque pensaba en Gale y en como tomaría su compromiso y porque Peeta no se había aparecido en su habitación anoche. Y ahora eran las once de la mañana, faltaban aún siete horas para el programa y el chico del pan aún no se aparecía en la mesa, en donde su equipo de preparación y el de Peeta cuchicheaban sin parar. Cinna y Portia miraban diseños y telas para el vestido, ya que eran cerca de diez los que confeccionaría Cinna para presentar al público. Effie repasaba el horario de la tarde, junto con el mañana, ya que tendrían que ir a otra entrevista en la mañana y luego, en la noche a una cena en la mansión presidencial, para salir al distrito doce a las una.

Peeta era el único que aún estaba en su habitación. Katniss vio como un avox pasaba a su lado, con una bandeja de plata cubierta. Así que Peeta no comería con ellos. Tomó un sorbo de jugo de manzana y comió sus tostadas con queso blanco. Al cabo de dos minutos volvió a pasar el mismo avox, pero con un cuaderno de dibujo y lápices bajo el brazo. La entrevista sería a las seis de la tarde, aún le quedaba tiempo para hablar con Peeta. Saber porque no comía con ellos. Tomó su chocolate caliente ante la atenta mirada de Haymitch que reía en silencio. Claro que era gracioso para él. Ver como ambos se ponían en una contienda sin sentido. Se puso de pie en cuanto todos terminaron de comer. Fue con algo de prisa a la habitación del rubio y tocó con los nudillos la puerta. No escuchó ruido de dentro, tal vez Peeta se había quedado dormido. Tocó otra vez con algo más de fuerza.

-Peeta, Peeta, ¿Podemos hablar?- tocó con la palma abierta, haciendo que el sonido se escuchará en todo el piso de los vencedores. -¡Peeta!- la chica se estaba enfadando. No le veía el punto a que el chico la estuviera ignorando. Tal vez todo era por la boda. Más enfadada que antes golpeó la puerta, hasta que se percató de la avox pelirroja que usualmente estaba en su habitación rondando. La joven negó con la cabeza, mirando fijamente la puerta.

-¿Sabes si Peeta esta en su habitación?- la joven asintió y Katniss volvió a hablar-¿Está?- la avox negó con la cabeza y señaló el techo del pasillo.

El tejado. Katniss agradeció y fue directo a la escalera que llevaba a la azotea del edificio. La puerta estaba entreabierta, dejando paso a la luz del sol que se filtraba por las rendijas. Katniss abrió con cuidado de no hacer ruido y cerró la puerta tras de sí. Peeta estaba sentado con las piernas cruzadas y con el libro de dibujos en su regazo. Sus dedos estaban manchados de carbón y tenía algo de miga de pan en el suelo. Su cabello estaba húmedo, cayendo sobre su frente. Su camiseta de color blanco estaba cubierta por un polerón deportivo de color vino. Traía unos jeans de color negro y zapatillas. Portia realmente sacaba el mayor provecho de la simpleza de Peeta y la hacía relucir con todo su esplendor. El chico del pan estaba lo bastante concentrado en dibujar como para notar los pies de seda de Katniss. Y hasta cierto momento pensó en pegarle un susto, hasta que vio dos lucecitas que brillaban en los oídos de Peeta. Se acercó tras su hombro y vio a el mar del distrito cuatro frente a ella. Todo estaba en matices negros y grises y excepto el mar que era de un azul intenso que brillaba a lo lejos. Aún no podía evitar el asombro que le causaban los dibujos tan reales de Peeta que se a a poco tomaban forma. Sus ojos estaban plenamente concentrados en el papel y sus cejas rubias estaban algo fruncidas debido a la concentración. Sus pestañas, eran otra cosa, eran muy largas y rubias a la luz del sol. Peeta dejó la mano sobre el cuaderno y volteó logrando que Katniss se asustara. El chico del pan se quitó uno las gomitas que estaban a sus oídos, dejando al descubierto un pequeño audífono que brillaba con insistencia.

-Hola Katniss-la chica recuperó el aliento y vio que Peeta sacaba un pequeño aparato de su bolsillo, de color negro que tenía una pantallita no más grande su dedo. El joven deslizó uno de sus dedos y frente a él apareció una pantalla holográfica del tamaño de su palma. Peeta apretó un botón que tenía dos pequeñas líneas juntas, que cambió en seguida por una punta de una flecha que apuntaba hacia la derecha.

-Hola, ¿Qué es eso?- Peeta elevó la mirada y vio la duda en el rostro de la cazadora.

-Es un reproductor de música, Portia me lo regaló ayer por la tarde- dejó ambas gomitas en su bolsillo y Katniss asintió. Peeta enarcó una ceja y miró a la chica que seguía mirando su bolsillo con curiosidad.- ¿Necesitas algo?- Katniss se sentó a su lado y mordió con insistencia su mejilla. A decir verdad, no había una razón real para estar hay. Si Peeta había decidido no comer con ellos era porque estaba en la azotea, dibujando mientras escuchaba música de esa cosa. No la había tratado con anormalidad ni con dureza, a decir verdad estaba calmado como siempre, incluso aún más relajado.

-No desayunaste con nosotros- fue lo primero que pasó por cabeza y ahora notaba lo ridículo que sonaba eso. Peeta bajo la cabeza y miró la ciudad con detenimiento.

-Necesitaba pensar-de acuerdo, eso no se escuchaba tan mal viniendo de él, su excusa le estaba dando la oportunidad de poder hablar normal con él, después de que se haya ido de la sala cuando anunciará su idea de casarse. A Peeta le había tomado tiempo reaccionar ante la noticia de un matrimonio, y le había tomado otro más en aceptar. Y aún las palabras de Haymitch le calaban hondo.

Era lo que él quería, pero no así

Era cierto que la mitad del tiempo no notaba que pasaba a su alrededor, no era muy perceptiva en cuanto a las emociones de los demás.

-¿Y has pensado en algo?- Peeta bajó la mirada y por un momento, Katniss pensó que el chico no la había escuchado, que tal vez todavía tenía puestas esas gomitas que parpadeaban, pero luego vio como Peeta asentía y dejaba sus lápices y su cuaderno de dibujo a un lado.

-Si, y descuida que la propuesta de matrimonio sigue en pie - intentó, de veras intentó sonreír pero sólo salió una mueca que a Katniss le destrozó las resistencias. Peeta estaba herido y era su culpa, él quería casarse con ella pero no de esa manera, no que fuera todo obligado y parte de un plan para mantenerse con vida. Él quería que se comprometieran de verdad, que fueran felices juntos. La amaba con todo su corazón, con su vida y ella no era capaz de devolver el sentimiento. Los sentimientos que tenía por Peeta eran cada vez más complicados y difíciles de explicar. Se sentía a salvo entre sus brazos y sus besos podían calmarla más de lo que podía admitir. Pero ¿Y Gale? ¿En dónde quedaba él en todo este enredo?

-Ahora no estoy preocupada por eso, estoy preocupada por ti- Peeta soltó una especie de bufido y miró hacia la ciudad que se alzaba frente a sus ojos.- ¿Dormiste bien anoche?- el joven de cabellos rubios volteó a ver a Katniss y se sintió culpable por no haber ido hasta la habitación de la muchacha para que pudieran dormir ambos con tranquilidad. Negó con la cabeza y Katniss golpeó su regazo. Peeta enarcó una de sus delgadas cejas y la miró.- Ven, qué no muerdo-

El joven de cabellos rubios dejó caer su cabeza en las piernas de la joven, dónde miraba el cielo y el perfil de Katniss que pasaba su mano inconcientemente por el cabello de Peeta. Poco a poco, el chico cayó en un sueño profundo, del que pronto tendría que despertar.

-O-

-¿Hablaste con él?- Katniss asintió al espejo y vio a su reflejo hacer lo mismo. Haymitch relajó algo el ceño, pero no mucho. Dudaba que la chica en llamas haya abordado bien el tema. Peeta estaba herido y lo único que lograría era que el chico le diera la razón. El joven Mellark era demasiado noble para hacerle saber a Katniss que estaba herido debido a la propuesta de matrimonio. Katniss observó el vestido rosa opaco que Cinna había diseñado para ella. Tenía el cuello redondo, que cubría parte de sus hombros y una cintura estrecha. Caía como una cascada hasta sus rodillas y luego, para completar unas sandalias bajas a juego. Su cabello estaba suelto, con algunas ondas y brillitos que le daba el toque perfecto de la niña inocente. No llevaba casi nada de maquillaje, sólo una base para cubrir sus ojeras y un suave brillo de labios para completar.

Haymitch la miraba de arriba a abajo y al final levantó su pulgar en señal de aprobación. Cuando Cinna terminó los últimos detalles salió de la habitación con un asentimiento de cabeza y una sonrisa de tranquilidad que calmó a Katniss.

-Y bien, ¿De qué fue lo que hablaste con el chico?- Por alguna razón hablar sobre Peeta la ponía nerviosa, se sentó e intentó relajar sus rodillas que temblaban de manera cómica.

-No hablamos mucho, pero sólo confirmó lo que dijo ayer, que aceptaría la boda para poder proteger a los demás- Haymitch echó la cabeza hacia atrás con dramatismo y tomó un vaso de licor de una mesita que había por la habitación. Katniss lo miró con el ceño fruncido y espero hasta que su mentor hablará.

-Por supuesto que el chico no te dirá nada preciosa, no es su estilo reprocharle las cosas a los demás- la castaña miraba a su mentor con recelo y algo de amargura pues tenía razón, Peeta jamás le sacaría en cara las cosas que habían ocurrido en la arena y ahora menos lo haría- Pero sabes, si es mi estilo decirte las cosas tal y como son- Haymitch se sentó con torpeza en una de las sillas que estaba cerca y suspiro para hablar con la voz más seria que le podría salir en el estado de borrachera en el que se encontraba.- Mira preciosa, apuesto todo el alcohol que tengo a que probablemente, cuando volviste a tu habitación, luego de la fantástica idea del matrimonio, te echaste en la cama y pensaste en lo que tu supuesto primo pensaría sobre esto, pero no pensaste nunca en lo que sentiría el chico, que esta a dos habitaciones de la tuya y en lo que debe estar sintiendo- Katniss se encogió y se odio mentalmente por ser tan predecible para Haymitch que siempre sabía que era lo que pensaba. Era cierto, cada palabra que había dicho su borracho mentor era cierta. Ella jamás pensó en lo que podría estar pasando Peeta en estos momentos. No pensó en que podría estar pensando luego de soltar esa bomba en el living de el antiguo edificio de entrenamiento, sólo pensó en si misma y en lo que podría pensar Gale luego de enterarse. -¿Y sabes por qué es así?- Katniss asintió y bajo la cabeza. Se había formado un molesto nudo en la garganta que le impedía hablar y decir que no era su culpa que Peeta se haya enamorado de ella o que realmente odiaba todo tipo de compromiso. No lo hizo y no fue necesario, Haymitch no necesitaba esas palabras, él estaba para abrirle los ojos a la chica. Y esperaba poder salvar de algo más al antiguo tributo del distrito doce.

-O-

Peeta frunció el ceño a la caja de color negro que reposaba sobre su cama en la habitación del Edificio de Entrenamiento. Se acercó y la tomó entre sus manos como si se tratará de una bomba y la abrió con lentitud. En ella había una selección de anillos de compromiso, todos colocados pulcramente, uno al lado del otro. Tenían gemas preciosas incrustadas en cada una de las bandas de plata u oro y detalles en diamantes, zafiros y esmeraldas. Peeta soltó un bufido y se sentó en la cama y se desordenó el cabello recién peinado por su equipo de preparación. Tenía que elegir uno de esos anillos para pedirle matrimonio a Katniss, en menos de dos horas. Se sujeto el puente de la nariz y bostezó con cansancio. Aún tenía sueño, pese a que se había pegado una de las mejores siestas en su vida. Sonrió con tristeza y se puso de pie en cuanto escuchó los golpes del otro lado de la puerta, causados por su estilista Portia.

-Hey, ¿Cómo estás?- Peeta asintió y se corrió a un lado para dejar pasar a la mujer morena que miraba la cajita en la cama con insistencia.- ¿Son los anillos?-

-Si, Effie me los trajo hace un rato, pero aún no sé cual elegir- Portia asintió y se sentó en la cama con la caja sobre sus piernas.

-Pues déjame ayudarte, qué nos queda poco tiempo para irnos al estudio- Peeta se sentó a su lado y bufó con frustración.

-Realmente, ni siquiera sé si deseo hacer esto, sé que es nuestro último recurso pero no estoy seguro-

-Descuida, es normal que te sientas así, pero debes hacerlo, todo esta preparado para la entrevista y ustedes deben convencer a los distritos- Peeta se echó hacia atrás en su cama y miró el cielo blanco que se extendía ante él.- Vamos, debes animarte, debes salir adelante, eres un chico fuerte Peeta- el rubio volteó la cabeza y al cabo de unos segundos se enderezó y cogió uno de los anillos de la cajita.

-Me gusta este, no sé por qué pero me recuerda a Katniss- el anillo estaba hecho de una banda de platino, bañado en plata, con un pequeño diamante en forma de gota, que brillaba como un tornasol. Era sencillo, probablemente era el más barato que había en la caja pero a él le gusto y luego de que Portia colocará el anillo en una cajita pequeña de terciopelo, salieron ambos de la habitación, con la caja en el bolsillo izquierdo de Peeta que pesaba más que su tristeza en aquellos momentos.

-O-

No conversaron mucho en el camino de ida al estudio, sólo se escucharon los murmullos de Effie y los bufidos de Haymitch durante el camino. Katniss repetía las palabras de su mentor y Peeta pensaba en el anillo que descansaba en el bolsillo de su pantalón.

Cuando llegaron, se tomaron de las manos y caminaron hasta el estudio seguidos de cámaras que grababan a la feliz pareja. Peeta sonreía naturalmente mientras los fotografiaban y acercaba a Katniss que estaba algo ida por lo de la boda. Pese a todo la chica en llamas se mostraba cariñosa. Le daba pequeños besos en los labios al rubio que sólo le sonreía con tristeza cuando las cámaras se iban. Entraron y se toparon con un estudio lleno de periodistas y de un público que esperaba ver a los trágicos amantes.

Pasaron las preguntas a la velocidad de la luz, Caesar Flickerman tiraba constantes bromas con Peeta que sólo respondía con naturalidad. La lista de preguntas se termina cuando Caesar se acerca a ellos en el sillón de cuero rojo en el que están sentados y les pregunta sobre el futuro.

-¿Y díganme tienen algún plan para el futuro?- Peeta sabe que esa es su señal, el momento en el que tiene que pedirle a Katniss que se casé con él pero algo dentro de si no funciona bien y es sólo hasta que siente que las miradas de Katniss, del presentador y del estudio están sobre él, decide que debe decir algo. Carraspea levemente y sonríe como sólo él sabe hacerlo y se pone de pie con firmeza.

-Si, sabes Caesar, estaba justamente pensando en eso.- Coloca su rodilla artificial en el piso y se sostiene en su pierna buena para después tomar la mano de Katniss entre las suyas. No sabe que decir, y aunque hubiese planeado el discurso en su cabeza sabe que es mejor la improvisación.

"...Katniss Everdeen, desde que te conocí, desde que te escuché cantar por primera vez en aquel salón de clases supe que jamás sería libre de ti. Que siempre me perseguirías en sueños y en anhelos. Te amé por largos once años hasta que el destino nos unió y nos puso en unos Juegos del Hambre.- Peeta tomó aire y vio los ojos brillantes de Katniss y siguió con algo de vergüenza - Sabía que tal vez no saldría vivo de allí pero no me importó, porque era capaz de dar mi vida por la tuya, porque te amaba con todo mi corazón y prefería morir antes que no volver a verte, hasta que las reglas se cambiaron y el mundo nos dio la posibilidad de estar juntos. Te enamoraste de mi como yo me enamoré de ti y supe que tal vez la suerte si estaba de mi lado. Te amo, Katniss, te amo por sobre todas las cosas y estos meses a tu lado han sido los mejores de toda mi vida. Te elijo cada día al despertarme y te elijo cada noche antes de irme a dormir, y quiero seguir haciéndolo el resto de mi vida. Quiero que me elijas a mi cada día de tu vida, quiero poder envejecer a tu lado, poder formar una familia contigo. Porqué contigo encontré mi pedacito de cielo personal y no lo quiero ceder ante nada. Porque cuando me dices que me amas, todo cobra sentido en este mundo y quiero que mi mundo siempre tenga sentido para mi. Quiero que tú seas mi mundo, es por eso que estoy aquí, frente a todo el país nuevamente, no diciendo que estoy enamorado de ti, sino que pidiéndote que unas tu vida a la mía."

Sabía que todo el país estaba con el alma en un hilo, él también lo estaba. Sacó de su bolsillo la cajita y la abrió dejando escapar un suspiro de nerviosismo.- Katniss Everdeen, después de todo este discurso improvisado en el que nuevamente te declaró mi amor ante el país, ¿Me concederías el honor de convertirte en mi esposa?-.

En este punto sólo se escucha la respiración de la multitud que se encuentra en el estudio y piensa que tal vez no fue buena idea hacer algo así. Katniss esta sorprendida, tal vez por sus palabras, pero pese a todo, saca fuerzas y luego de fingir secarse unas lágrimas, asiente con emoción.

-Si, me encantaría Peeta- realmente luego de eso, no escuchó, el vitoreo de la gente eran tan ensordecedor que le costaba trabajo escuchar lo que decía Katniss. La tomó entre sus brazos y luego de colocarle el anillo en el dedo anular, la abraza y gira con ella en el escenario. Agradece que no caigan en el piso y luego de un momento la besa en los labios para el deleite de todos.

No se siente diferente, para nada a decir verdad, sólo era otro contacto entre sus labios y los de la chica en llamas. Pero sabía que entre los cientos de besos que se habían dado, existía uno distinto. El beso de la cueva fue completamente abrasador, jamás había sentido sus labios arder de esa manera en toda su vida. Un sólo beso le bastó para ser parte de las llamas de Katniss que lo rodearon y lo consumieron casi por completo. En algún momento Caesar toca el hombro de Peeta y este le asiente para cerrar la promesa en un beso tranquilo. Caesar esta completamente emocionado, todo Panem esta vuelto loco y rebosante de alegría. Él se limitaba a besar la mano de Katniss y sonreír. Cuando las cámaras cortaron, su expresión decayó. Jamás se había sentido tan vacío en su vida. Subieron al auto y no pudo hacer más que colocarse lo más apartado que podía, rezando para que la tristeza no se le notará.

Cuando entraron al Edificio de Entrenamiento, trotó, no, corrió a su habitación y cerró la puerta de un golpe seco que retumbó en todo el piso. Echó llave y luego de sacarse el traje gris que había usado ese día, se metió en la cama, cubierto sólo con los bóxers. Escuchó los gritos contenidos de Katniss a través de las paredes y las puertas, luchando contra sus impulsos de ir y abrazarla como cada noche desde que habían iniciado la Gira. Sabía que él estaba herido y que no podía contener a Katniss así. Por lo que tomó el reproductor de música, se colocó los audífonos y le subió el volumen a todo lo que podían aguantar sus oídos. Cubrió su cabeza con la almohada y se quedó dormido cuando logró olvidar que Katniss lloraba a dos habitaciones de la suya.

Cuando despertó su equipo de preparación entró como una ráfaga a su habitación. Portia le gritó un par de veces, hasta que quitó la almohada de su cabeza y vio los audífonos puestos. Se los quito y lo despertó para meter a un Peeta medio zombie a la ducha para que su equipo lo preparará para la entrevista.

Se duchó, se colocó unos pantalones de algodón negros, una camiseta gris y unas zapatillas deportivas, ya que lo vestirían después más formalmente luego. Cuando estuvo listo salió a desayunar con todos. Katniss aún no estaba lista y Haymitch comía una magdalena mientras echaba licor en su café, como cada mañana. Comió con tranquilidad y luego de que Effie llegará, el aire se hizo más ligero y hablaron sobre cosas superficiales que a nadie realmente le importaba.

Cuando terminaron, su equipo de preparación lo vistió con unos pantalones de color negro, unos zapatos del mismo color y una camisa de color gris. Su cabello lo dejaron peinado hacia atrás, como lo estaba usando desde que inició la Gira de la Victoria. Le aplicaron una leve capa de maquillaje para evitar que su rostro brillara y le aplicaron fijador. Cuando Katniss salió, estaba vestida con un vestido gris perlado, con zapatos bajos del mismo color y el cabello estaba liso, brillante y atrapado con algunas orquillas pequeñas. Sus ojos estaban maquillados de forma ahumada, con pestañas largas que enmarcaban sus ojos plata. Ambos se miraron una milésima de tiempo, para desviar la mirada cuando entró Haymitch diciendo que el auto ya había llegado.

Subieron al auto y luego de un camino silencioso, se tomaron de las manos cuando pisaron los estudios. Saludaron, sonrieron, se besaron para las cámaras cuando lo único que querían ambos era desaparecer y dejar de fingir.

Peeta ya se encontraba en un limbo interminable y eterno en donde sólo se limitaba a reír, bromear y responder. Ya no pensaba, sus respuestas eran automáticas. Luego de eso, todo era completo borrón. Recordaba que el presidente había llegado y los había sorprendido diciendo que realizarían la boda en el Capitolio. Él sólo asentía mientras un fuego lo absorbía por completo. Jamás se había sentido tan atrapado en su vida.

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Espero que les haya gustado, tiene una segunda parte, así que si llegan reviews la subiré el domingo ^^

Saludos, Blue