Hola.

Cuanto tiempo ha pasado.

Mucho.

Sé que no puedo decir tanto, no puedo justificarme. Pero entre mas creces menos tiempo tienes. Ya sea ara todas las cosas que hagas o haces.

Pero aun así no me iré de sin acabar todos mis fic's.


Un momento

Sentado en el trono. El todo poderoso reposaba, cerrando sus ojos, apoyando su cabeza sobre su puño derecho. Esperando y meditando lo siguiente. Pero igual descansando un poco. Ahora que ya no había problemas interdimensionales. Todo, tenía que proseguir.

Sus respiros tan profundos y fuertes. Haciendo eco en su templo. Templo aparte de la pradera, pero sin vida, todo gris y deprimente, lúgubre y solitario. Soledad que se comería por completo a todo aquel que entrara, depresión por igual al ver el lugar casi vacío, sin ningún alma por haber. Estaba lleno de habitaciones o lugares donde solo el Dios De Termina conoce. Pero en el centro estaba el tranquilo. Solamente esperando a que se reanudara el tiempo. Tal cosa que será pronto.

Pero en su mente, marcaba otra cosa. Un simple pensamiento pasivo. Era la misma nada, no pensaba en nada. Por primera vez después de tanto tiempo. Fiera Deidad estaba relajado. No lo había hecho desde un gran, yacía tiempo.

Todo lo que ha pasado todo lo que sucedió. La destrucción multiversal, el impedimento de esta. Las Diosas De Oro, Los Siete Sabios.

Un suspiro haciendo un pequeño, pero gran eco, que emana tranquilidad, en que por fin podía poner orden a las cosas.

Pero, había algo.

De la tranquilidad de la nada. Se escuchan leves sonidos, pasos quizás. Una respiración. No estaba en claro.

El Dios abre sus ojos. Y con ello todas las preocupaciones y presiones vienen consigo. Al salir de su trance.

-¡¿Quién está ahí?!- Grita el Dios De Termina, cuyo sonido hace estruendo por todo el templo, como un relámpago al caer y con la furia de una fiera.- ¡Este es mi lugar sagrado!, ¡¿Quién osa entrar?!

Fiera Deidad se pone de pie y de inmediato saca su gran Espada Doble Hélice, que brillaba con gran intensidad.

Pero…

Al ver entre penumbras. El Dios no ve a nadie, ni a nada. Solamente, nada. No había nadie en ese deprimente lugar.

-…- Pero revisa de nuevo.

El Dios no presentía a nadie, solo estaba el. Era ilógico que alguien estuviera en su templo. Y si lo estuviera. DE inmediato se dría cuenta, este lugar es como una extensión suya cuando esta dentro. Aun si fuese un ratón (Tal cosa igual imposible). El Dios lo presentiría de inmediato.

Pero no había y nunca ha habido alguien en este templo. No por voluntad. Si acaso el Dios De Termina les da acceso y eso con su presencia.

El ultimo que se mofo de ello. Fue Majora. Pero eso fue en la pradera. Más no en ese templo. Pero estaba sellado en esa mascara. Era imposible que fuese el.

El Dios no estaba seguro. Pero no detectaba a nadie en el templo. Pero él no se podía imaginar ello.

-Creo que la guerra me está afectado.- Responde el Dios De Termina, revisando en su alrededor.- Me quede dormido. Eso es todo. No bajare de nuevo la guardia.

Una vez verificando todo de nuevo. El Guerrero se sienta en su trono. Pero aun así algo no le dejaba tranquilo.

Fiera Deidad se queda como piedra un gran rato, horas tranquilas y aburridas. Hasta que poco a poco y de nuevo cerraba sus ojos.

Pero de nuevo, se escuchan pasos débiles y una respiración. El Dios de nuevo se levanta. Sabía que no era su imaginación y que en definitiva, había alguien con él.

-¡¿Quién?!- Echa un rugido.

El Dios se levanta de su trono, su espada a la mano.

-¡Muéstrate!- Ordena de inmediatamente.-

Pero nadie se muestra ante el dios.

-Bien.- Dice Oni, serio.- Entonces iré por ti.

El Dios De Termina, con su fiel espada va en busca del intruso, sin temor y con ira. Pero había algo extraño. No lo presentía, no sabía quién era. Más que su propia presencia. Pero aun así, el estaba seguro de que alguien estaba.

Revisa cada cuarto. Cada habitación que estaba en su templo. Pero no encontraba a nadie. Mientras se preguntaba si era el que imaginaba cosas. Pero algo le decía que no.

El tiempo transcurre y el Dios no encuentra a nadie en su templo. Frustrado por su búsqueda. Regresa a su trono. Aun preguntándose el porqué no había nadie.

Debía haber sido su mente muy cansada que empezaba a imaginar esas cosas. No ha podido reposar tranquilamente y quizás sea por eso. Pero algo igual le indicaba que no era cierto. Pero quien podría estar en tal deprimente lugar, tan escondido. Sin mencionar que la única presencia que residía era un Dios temible.

Pero así eran las cosas. No había nadie. La Fiera de malas regresa a su trono y se sienta.

-¿Sera mi imaginación?- Se pregunta.

Aunque para él era difícil, perder la calma era algo que no estaba acostumbrado. Aun en las peleas. Pero compartía algo con los mortales y era fatiga y fastidio. Era normal estar así por todo lo que ha pasado.

Pero eso no evita las cosas.

Pero para su fortuna o desgracia. Algo pasa. Escucha esos pasos, cada vez mas cerca.

El Dios espera, siente que se acerca. YY entre las penumbras.

No sale nadie.

-¿?- Se pregunta confundido.

Pero de la nada y en su puntiagudo oído escucha un respiro y una voz.

-Oni.- Lo escucho tan cerca, como un pequeño grito.

Fiera Deidad se levanta de inmediato, volteando. Para darse cuenta que no había nadie. El Guerrero gruñe y no deja su guardia, su espada brillaba y estaba listo para pelear. Pero no había nadie.

El Dios se da cuenta de algo. Que ese ente. No estaba en el templo. De hecho, estaba llamando su atención. Y aparte, no había buscado en todos los lugares. Faltaba uno.

El Dios Guerrero prepara y verifica su arma, aprieta su mano izquierda y la derecha aprieta puño, emanando un poder oscuro. Maldiciendo entre dientes al intruso que se había infiltrado.

Con el ademan de su mano. El templo se distorsiona en un vórtice y muestra la pradera.

-¿Pero qué?- EL Dios se pregunta, boquiabierto al ver lo siguiente.

Pese al tono, no oculta su sorpresa. La pradera no tenía su eterno sol. Estaba con nubes grises y oscuras, brizaba, pero el pasto estaba amarillo, seco. Esa hermosa pradera lucia tan deprimente ahora. Tan triste, perdiendo su brillo.

-…- Pero el Dios De Termina prosigue con su casería.

Aunque había algo que a Oni no le gustaba, no podría presentir al intruso. No sabía el porqué, hace que su cuerpo retumbe internamente, se necesitaba ser alguien muy poderoso, pocos Dioses lo eran y aun así no tenían esa capacidad de destrozar un lugar sagrado.

Pero valeroso el Dios de Termina camina. Se dirige al centro de su pradera. Donde yacía el único árbol. Y desde las lejanías lo alcanza a ver. Para nada alegre, es ver aquel árbol imponente. Pues ahora era un triste aterrador tronco, curas ramas se extendían sin hojas, ni frutos, un trono oscuro y muy seco.

Pero lo que alcanza a ver es lo siguiente. Pues veía bajo esas ramas a alguien.

El Dios sigue caminando hasta llegar. Y lo que ve es a un niño, con la cabeza baja, apoyada por sus rodillas.

-¿Quién eres?- Pregunta el Dios con voz severa.

Pero el ente infantil no responde.

-Mira lo que has hecho a mi hermoso lugar sagrado.- Avisa Oni, gruñendo.- Sabes qué. No me importa. Te matare de todos modos.

El Dios se prepara de blandir su espada contra el enemigo. Pero apenas y la alza. Cuando el oponente alza su rostro.

El Dios se detiene en seco al ver quién es. Él quien estaba a su frente era un niño. Pero no era un niño común, sus cabellos rubios y ojos azules como el cielo, ropajes verdes, que lo distinguían demasiado bien.

-Link.- Murmura Fiera Deidad.

Un momento de silencio se escuchaba. Oni ve a su alrededor, todo gris y triste, su lugar más sagrado donde tenía paz y armonía, lejos de los demás Dioses, donde realmente el apreciaba, hasta el mismo Majora o las Diosas De Oro apreciaban ese lugar del Dios.

La Fiera toma un respiro, frustrado, pero con calma.

-¿Cómo hiciste eso?- Pregunta el Dios con furia contenida.

El niño voltea y lo ve con esos hermosos ojos azules.

Pero rápidamente una imagen cambia. Link empieza a gritar de dolor, se arrodilla mientras se tapa su cara. El Dios se desconcertaba, pero veía una reacción.

La pradera empieza a temblar, la tierra se agrietaba. Desconcertado, de nuevo ve al niño. Mientras ve debajo de él el símbolo de la Trifuerza Del Valor.

-¿Cómo?-

Link alza la mirada y ve al Dios con unos ojos muy familiares. El Dios se queda sorprendido al verlo.

Los ojos del héroe eran completamente negros y sin pupila alguna. Negrura y solo eso, mientras derrama una especie de alquitrán en ellos.

El Dios ve eso, era esa extraña enfermedad que tenía, el vacío y el dolor de Termina dentro suyo, miles y miles de almas cuando las manifiesta.

El héroe echa un grito y se abalanza contra el Dios. Este, sin titubear y ver la amenaza con su gran espada se defiende.

Atravesando el pecho y abdomen de un ataque.

El Dios respiraba detenidamente, agitado, mientras el héroe escupe esa sangre negra. El Dios se recupera su compostura y retira la espada del héroe. Dejándolo tirado.

-No sé qué es lo que pasa.- Dice Oni.- Pero tú no impedirás mi venganza sobre las Diosas.

El héroe cae tendido al suelo mientras se desangra. Mientras da gritos ahogados.

-No vez nada.- Dice el moribundo.

-…

-Yo soy tu.- Dice Link.

-No.- Responde el.- Solo soy alguien que posee tu cuerpo.

-No.- Dice Link.- Ellos.

Y con esas palabras el héroe no responde más, mientras la sangre no paraba de salir y salir, llegando a los pies del Dios.

-¿Ellos?- Piensa Oni, desconcertado.

Esa pregunta era lo que no lo dejaba en paz.

Mientras aquel alquitrán sigue derramándose, desangrándose pasando por los pies del Dios. Cuya negrura se extiende cada vez más y más, expandiéndose de forma anormal pese a la muerte del "héroe".

Link da un último suspiro, mientras Oni ve que esos ojos negros desaparecieron, volviendo a ser azules, toda esa espesura negruzca, se había ido del héroe, dejándolo limpio. Pero pasándose al suelo.

La Fiera Deidad se da cuenta de ello y ve el suelo, aparte del cuerpo partido de Link.

Del inmenso charco salen manos y de inmediato agarran los pies del Dios.

-¡¿Pero qué?!

Pero el Dios Guerrero si perder tiempo y furioso desvaina su espada. No mostraba miedo ante tal escena grotesca.

Miedo.

-Asquerosos seres aléjense de mi.- Decreta la Deidad.

Pero del suelo deja salir un torso. El Dios se dispone a contraatacar.

-¡PAAAAADREEEEEE!

Pero algo lo detiene, la vista, solamente basto para detenerlo. Entre la sangre un torso se asoma y era aquella mujer Sheikah cuyo hijo estaba lamentándose en una isla. El Dios la reconoce, detiene su ataque.

Pero no solo era ella, mas cuerpos salen, gritando, lamentándose, llamando a su padre.

-¡¿Qué es esto?!

Oni queda paralizado al verlos, todos los caídos se asomaban al frente de su padre, lo tocaban. El estaba en shock.

Los muertos se alzan al frente de su Dios, llorando y suplicando, clamándole. Mientras con sus manos lo agarraban en cada parte de su cuerpo.

El Dios forcejea, tratando de salir. Pero no podía, no quería hacerles daño.

-¡ALEJENSE DE MI!

Con un grito poderoso trata de empujarlos, pero no surtía efecto. No quería blandir su espada en su contra, no quería hacerles daño. No más, no después de lo que habían sufrido.

Pues el Dios huele sus tristeza, su desesperación. La sed de sangre que tienen, pero no hacia él, pero aun así no le dejaban, de hecho se aferraban a él. Con lagrimas en sus ojos y miradas tristes y desesperadas.

El Dios seguía en shock. Por primera vez sentía algo en su ser, algo que no sintió yacía mucho tiempo.

Miedo.

Miedo al fracaso, a todo lo que defraudo. Si fuese el mismo Dios frío de hace miles y miles de años, no sintiese pizca alguna de compasión.

Pero su cruel verdad es que era igual, mortal que sus creaciones, sucumbía ante sus sentimientos, a su moral. El bien y el mal.

Encadenado con su orgullo no se defiende, no quiere más. El quiere estar en paz y en tranquilidad. Pero no podía, no ante ese desastre.

Ellos se manifiestan como algo propio del Dios. Y es la tristeza y la melancolía que carga. Odiado y solitario, respetado solo por algunos. El no pidió ser odiado, tampoco pidió ser amado. Simplemente quería la soledad. Peor igual quería satisfacer esa necesidad de crear como todos los Dioses.

Sin imaginarse lo que ha pasado.

Termina se hunde en ese horrible charco, llevándose a su Dios padre, consigo.

Oni forcejea hace muecas de frustración, no quiere, no quiere sucumbir, no sin terminar todo. EL Dios De La Luz Y La Oscuridad, quiere equilibrar aquella balanza.

Aquel que llevo la oscuridad ante las demás tierras por las guerras que desato, pero que trajo luz a la suya por defenderlas.

Mato a quienes se les pusieron a su camino, pero en causa a ello defendió a otros por ello.

Como yacía poco. Aun cuando esto conllevo a daños colateral.

Hace muchos milenios. El Rey Maximiliano, un tirano enloquecido que olvido lo mas importante en su vida. Peleo contra Oni, perdiendo, no solo él, si no a su hija. Si bien aquel tirano al entrar en razón negocio su vida a cambio de la de ella. Aun así. Su hija perdió al padre a que tanto amo y tuvo esperanzas que cambiaria. Cambio en su último lecho. Dejándole a esa Reina un hueco.

O lo más reciente. Un hombre, junto con un ejército que hacia palidecer al de Termina y Hyrule juntos. Aquellos que atacaron Termina y a los Gigantes. Pero aunque habían sido obligados por la situación y la tiranía de sus Dioses. Cuando Fiera Deidad fue atacar aquella tierra para ser recibido por un hombre, que aquella gente le tenía fe y esperanza. El Capitán James Arcana; un hombre que diferencia de Maximiliano, pese a su frío carácter y no tolerar fracaso o debilidad, no era malo, era justo. Quizá como Oni, pero más humano, como lo que el realmente era, un humano. Aquel humano encaro al Dios De Termina, usando su máquina Metal God. El Dios vio en persona que aquella gente no quería atacar Termina, que fueron obligados, en el fondo el Dios sintió lastima por ellos. Y tuvo que pelear y ser ese monstruo temible y que lo caracteriza.

El humano peleo con todas sus fuerzas, por la esperanzas de su gente. Le dio una gran guerra a Fiera Deidad. Pero pese a ello, Oni se comió y mato esas esperanzas. Como el monstruo que es.

Pero a cambio. El defendió a Termina, reconoció algo en esos hombres. Como el amor de un padre y su hija, sin importar lo demás. Como el deber y el compromiso de un protector hacia su gente, que pese a la decisión aun tenia la moral de reconocer que hacían lo incorrecto, pero el orgullo de seguir adelante y confrontar los problemas. Eso manifestaron Maximiliano y James. Pero llevar esa carga en su ser y corazones.

El Dios no había llevado, jamás esa carga, y hoy en día le pesan ya. Siente el amor de su gente.

El Dios frío tira un par de lagrimas, mientras es tragado poco a poco, mientras deja de forcejear, bajando la mirada y ver a su gente, llenos de desesperación y tristeza. Ellos más que nadie comprendían la carga de su padre.

Oni es tragado no sin antes ver el cadáver de Link que casualmente esos ojos lo veían a él.

Gruñendo, pero sin poder hacerle nada. Pues no en parte, el sabia que en el fondo compartía lo que ya ha visto.

Hasta ser tragado pro completo.

El Dios se despierta. Yacía en su solitario templo, sentado en su trono, con sus manos en los lados. Y seguía ahí sentado. No estaba en la pradera.

-Fue… ¿Un sueño?- Se pregunta el Dios, desconcertado.

Todo había sido un sueño, una pesadilla.

El Dios siente algo escurrir en su cara, lagrimas. Lagrimas que en señal de que si lo sintió, aun siendo un sueño, y uno a su vez real. Y antes de hacer algo. EL Dios siente un dolor, un dolor en su pecho.

Fiera Deidad se para y camina solo unos pasos, solo para después inclinarse y toser, sin parar una y otra vez. El Dios escupe aquella negrura manchando su quijada una vez más. Pero después de unos momentos para y no escupe más. EL Dios se limpia con el torso de su guantelete y ve dicha negrura. Aquella cosa no era simple sangre, era la sangre de toda la gente de Termina, junta.

-No, no ahora.- Dice Fiera Deidad.- Se están reponiendo, tengo que apresurarme. No quiero que intervengan más hijos míos. Es mi pelea. Ya han tenido suficiente. He carcomido su carne y sangre. No merecen más.

El Dios que represento el odio y el lado oscuro de todos sus enemigos, refleja su luz en su gente y el amor que tiene hacia ellos. Mas su orgullo como Guerrero en negar su ayuda.

Fiera Deidad recupera su aliento. Y se repone. Al parecer las almas estaban calmadas y en armonía por ahora.

El Dios se alza de nuevo de pie y se repone, recuperando su aliento.

Link tenía razón. No era solo el cuerpo, era de ellos. Termina, cuyas almas cocieron la Máscara De La Fiera Deidad.

-Ya es momento.- Presiente el Dios.- Ya es hora.

El Dios se mueve hacia una parte especial del Templo. Atrás de su trono y algunos metros yacía otra puerta, algo grande. Esta se abre y deja ver lo que estaba dentro. Oni entra y con su presencia llamas se encienden y dejan ver el contenido de ese cuarto.

En aquel lugar deja ver huesos, un gran fósil de un animal, armas, centros, una capa, un cuerno, medallones entran más objetos sin patrón aparente.

Pero para Fiera Deidad tenía un propósito, ese era su cuarto de trofeos, de todos aquellos que ha vencido en el campo de batalla, a todos aquellos que asesino a lo largo de su vida. El Guerrero contempla sus trofeos de guerra que arrebato de sus cadáveres, orgulloso de sus logros.

Y su adquisición más reciente uno de los brazos de Metal God. Ganado su combate contra el Capitán James, que le dio guerra y casi lo mata en el proceso.

Con el movimiento de su mano, con un simple ademan, todo se mueve y acomoda al gusto De Oni, moviendo y apartando espacio. Preparaba un lugar especial.

-No sé si volveré de nuevo a este lugar.- Dice el Dios Guerrero, algo serio.- Si es así, quisiera dejar esto antes de irme.

Con el pensamiento y agarrando aire que exhalo hace y crea, pilares de piedra, pequeños altares.

-Mis últimos oponentes.- Dice Oni.- Los Sabios De Hyrule, han probado ser dignos. Pasando estas pruebas, sufriendo mi castigo, el sufrimiento de Link en mi tierra. Merecen esto, saber el porqué se los hice.

Preparo algo para los Sabios. En esos altares Oni pondrá algo.

-Aquí pondré sus medallones, lo que representan.- Dice el Dios.- Mi último trofeo de esta guerra. Ya que las Diosas, sus cadáveres serán para Termina y la tierra que marcaron. Colgare sus cadáveres en mi Luna para que todos aquellos que pisen mi tierra observen y teman por ello.

El Dios se aleja de su cuarto de trofeos. Aquel lugar donde almacena recuerdos de sus batallas. Cerrando las puertas del templo y saliendo a su vez de este. EL Dios se va a de nuevo a su pradera.

El sol eterno ilumina ese rostro de mirada blanca. El Guerrero camina una vez más a su árbol y se sienta en este, golpea su tronco y de este cae un fruto que se dispone a comer.

-Elegante para mi muerte.- Se dice Oni, suspirando.- Mi último fruto. Mis últimos tiempos en este lugar.

Vestido de una armadura majestuosa. Mientras su capa roja, que dejaba ver el símbolo de sus hijos los Cuatro Gigantes, revoloteaba levemente por el viento que se llevaba las últimas hojas. Mientras a su vez come del fruto de su árbol. El Dios pasaba sus últimos momentos en aquella tierra.

Ya era la hora de la batalla final y por ende…

***Mientras tanto Termina***

Todo estaba gris, un ave suspendida en el aire sin mover sus alas. Las olas que chocaban contra las rocas, quietas, cuya briza igual se andaba suspendida. Mientras una persona está a punto de caer por descuido al suelo, dejándolo a medio aire, mientras a su vez otra estornuda dejándole una chistosa mueca. El gran reloj de la ciudad, sus manecillas no avanzaban, estaba todo quieto y callado.

Y en entre de la Gran Bahía y la Ciudad Del Reloj. Siete personas ajenas a Termina estaba quietas a medio paso y suspendidos, mientras no imaginaban lo que ocurría.

De la nada y en medio del cielo, una onda se expande, que poco a poco daba color, dejando poco a poco azul el cielo, como debía de ser. Exponiéndose y dándole color a todo lo gris. Al cabo de unos momentos cubrió toda la tierra de Termina.

EL ave aleteo y siguió volando, las olas chocaron, una persona se cayó al suelo, otro estornudo. El reloj siguió su curso, moviendo sus manecillas y la persona estornuda. Mientras se oye de nuevo ruido y se ve el movimiento. El transcurso de las cosas, como debían de ser.

Y en entre la Gran Bahía y la Ciudad Del Reloj. Los Sabios De Hyrule siguen su camino.

Pero de la nada todos se detienen. Lo sintieron al mismo tiempo y no podían negarlo.

-¿Qué fue eso?- Pregunto Impa, sin perder la calma.

Pero no pasaba nada, no se presenciaba nada. Simplemente era algo más allá de que los mismos Sabios u otro mortal jamás presenciarían.

-Se, sintió… familiar.- Dice Rauru, el viejo sabio más experimentado.- Como si estuviera en el Templo Del Tiempo.

¿Enserio?- Pregunta Saria, viendo al viejo sabio.

-Pero… No ha pasado nada.- Se percata Darmani, viendo a todos lados.

-Sí, todo está tranquilo.- Dice Ruto que igual hacia lo mismo.

Había unos Chus pasando lentamente a lado de los Sabios, y las aves pasaban a su vez encima. Mientras se escucha las campanadas del Gran Reloj de la ciudad.

La Reina Zelda estaba seria, observando el cielo. Y viendo algo anormal en este. Una Luna llena se asomaba y se hacía notar casi de la misma manera que el sol.

-No es nada.- Dice la líder de los sabios.- Y averiguar lo que paso no tiene chiste en este momento.

-Pero…- Decía Ruto.

-Tiene razón.- Dice Rauru, apoyando a su líder.- Créanme, por experiencia se que no se debe de tratar de entender al tiempo. Aun por lo que paso con Link, es demasiado difícil comprenderlo. Solamente es la voluntad de la Diosa Del Tiempo.

Y eso era toda la voluntad de la Diosa. Nadie dijo nada. Pues para igual Hyrule, estaba la Diosa Del Tiempo. Y era algo que iba más allá de cualquiera.

-La Luna se ha asomado.- Dice Impa al notarlo.- El no está viendo.

-Entonces… Llego el momento.- Dice Ruto, denotando algo de nervios.

Hubo solo un momento, era algo que ya sabía que pasaría.

La Reina solo suspira.

-Sigamos.-Dice Zelda con voz serena, pero bajando su mirada del cielo y desviándola.- Tenemos que ir a la última región y hay que abastecernos en la Ciudad Del Reloj primero.

-Ella se dispone a caminar, ignorando todo lo demás. Los sabios se dieron cuenta de su reacción y era lógico. Pero sin decir nada solamente la siguen.

El tiempo se ha reanudado y todo tiene que seguir su curso. El nacimiento, la vida, el deceso, la muerte. Todo como debe de ser. Y aun para aquella gente ajena a esa tierra también. Los acontecimientos son inevitables. Y ahora más que nunca debía de concluir aquella travesía que ellos iniciaron.


Este capítulo, se que ha sido corto. Pero quería hacer énfasis sobre el mal de Oni, lo que el pasa es anormal. Inclusive su estado o forma, no es solo el. Si no todas esas almas.

Aquí pongo a dos de mis Oc's. el Rey Maximiliano y el Capitán James. Si has leído lo suficiente, sabes que son lo opuesto en casi en todo, tanto en era (Medieval, futurista).

El Rey Maximiliano aparece en El Monstruo De La Espada Torcida, en el cap 2. Era un gobernante lunático que quería matar a los Dioses, por su decepción a estos, quería gobernar todo, pero que la poca cordura que le quedaba se manifestaba en el amor de su hija.

Mientras tanto el Capitán James, este último no me centre en el, de hecho merecía un poco mas de trasfondo y motivación de sus acciones, una pequeña historia. Pero el manifestaba el deber y honor, el peleo por su gente y jugó un papel de protector. A diferencia de Maximiliano, las acciones de James, se debía a su situación, es sabido que no quería atacar Termina, pero como andaban las cosas en su tierra tenía que hacer algo.

Ambos en sus motivaciones son una antítesis del uno del otro, pero que comparten algo en común. Maximiliano reflejo el amor que sentía por su hija, mientras James lo hacía con su gente en velar en su seguridad. Ambos empuñaron poder de Dioses y pelearon contra Fiera Deidad. Aun cuando su final fue el mismo.

Esas cosas tiene en común Oni con Termina, pese a que está muerta quiere justicia y no involucrarlos más.

Oni tuvo una pesadilla en que manifiesta lo que realmente es, junto con Link, son recipientes de algo mucho mayor. El recipiente de toda la gente de la antigua Termina. Quise mostrar la parte sensible de Oni, como narre es frio y horrible como enemigo, pero a cambio traía luz a su gente. Aun cuando los demás lo viesen como oscuro, representaba una antítesis para sus creaciones.

Un choque entre bien y mal, en el cap pasado Dyntos lo menciona, para sus enemigos siempre será lo peor, pero si estas del otro lado…

Bueno hasta aquí le dejo por hoy.

Agradezco sus comentarios a dragón titánico rcontrerasflores y alexmrc.

Sin más que decir me despido

Adiós y Cuídense.

Hasta la siguiente actualización.