Hey! :D Primero que nada quiero decir que el fic no es mío! Todo el crédito va para la maravillosa y súper buena onda TalkPillow, quien me dio permiso de traducir su fic! Pueden encontrarla tanto aquí como en Tumblr con ese nombre! :3
Segundo, esta es la primera vez que traduzco algo así que puede que haya errores! Cualquier cosa que no entiendan o cualquier error que encuentren háganmelo saber así lo puedo arreglar a la vez que mejoro en esto de la traducción :3
Gracias! :D
Anna había comenzado su vida como una princesa pero su corazón gritaba por ser un guerrero. Crecer dentro de los grandes muros del castillo de Lianna junto a sus estrictos padres, el Rey y la Reina, la mantuvieron alejada de tal sueño. Al nacer, la pelirroja se asemejaba a todo lo que sus padres esperaban que fuera; hermosa, tranquila y la perfecta imagen de lo que se supone debe ser una pura y autentica princesa. Pero a medida que el tiempo pasó y la salvaje niña comenzó a emerger de lo que una vez fue aquel tranquilo infante, los padres sabían que había un problema.
Durante su quinto cumpleaños, la Reina encontró a la chica luchando contra príncipes de otros reinos, superándolos fácilmente y causando caos entre los invitados mientras éstos miraban a la ahora desarreglada niña sujetando a uno de los chicos por la cabeza mientras éste exclamaba de dolor. Ambos padres estaban avergonzados, y tuvieron que escribir varias cartas de disculpa al finalizar el evento. Una charla entre ambos padres estableció esa cuestión hasta que la chica cumplió ocho años, cuando exigió tomar lecciones de equitación. Ambos padres pensaron que esa sería una maravillosa oportunidad para mostrarle el tanto hermoso como elegante deporte y enseñarle a montar adecuadamente a la bestia como una princesa debería. Anna les ofreció una semana de comportamiento apropiado cuando comenzó a preguntarle a su profesor acerca de cabalgar hacia la batalla, usando armas y cabalgando con ambas piernas a cada lado de su caballo. Las lecciones fueron canceladas poco tiempo después.
La chica alcanzó los diez años e intentaron presentarla a otras chicas, en su mayoría princesas, para ayudarla a comportarse más como una dama. "De todas formas una princesa no debería pasar tanto tiempo alrededor de los chicos, esto ayudará a Anna a encontrar su lado femenino más fácilmente." Cantó el asesor del castillo, siendo que fue su idea. Ambos padres estaban satisfechos al ver que Anna parecía disfrutar verdaderamente la compañía de las otras princesas, especialmente una en particular la cual creían que se convertiría en su mejor amiga en los próximos años. En una ocasión, los padres entreabrieron la puerta a la habitación de Anna para echar un vistazo a las chicas mientras jugaban, horrorizados cuando la imagen de ambas chicas besándose llegó a sus ojos. Era un acto inocente hasta que Anna declaró que la chica era su novia, rápidamente culminando esa amistad. Así como el trabajo del asesor.
Sus padres intentaron discutir con ellas acerca de sus responsabilidades, persistiendo en que debía comportarse más como una dama, pero la niña no quería saber nada sobre eso. Quedó en la historia de Lianna como la princesa marimacho, rehusando su título por una vida más adecuada como un guerrero, al menos en su mente. Intentó sin esfuerzo escapar de sus lecciones, de alguna manera adoptó una forma de lenguaje obscena y a menudo sus enfermeras tenían que revisar su habitación en busca de armas escondidas las cuales usaba para practicar durante la noche. Como única descendiente del Rey y la Reina, ellos estaban preocupados de tener que dejar el reino en manos de un supervisor designado antes que su hija, quien claramente no estaba preparada.
"Tal vez podamos organizar algo…" habló cautelosamente el nuevo supervisor, recordando como el último perdió su trabajo al hacer una mala sugerencia. El Rey y la Reina lo miraron, ojos brillando mientras los tres estaban de pie en el salón del trono. El supervisor se relamió los labios y sostuvo su aliento, listo para hacer el anuncio, "¿Por qué no arreglan un matrimonio para su pequeña Anna? De ese modo… pueden combinar sus reinos y a su vez, tener a un hombre con más experiencia para el trabajo de mantener el reino".
El Rey no lucía muy emocionado con la idea, dándole una mirada al hombre para que continúe, mientras que la Reina suspiró suavemente. "Ningún hombre querría a nuestra hija, claramente está bendecida con belleza pero compensándolo por su falta de buen comportamiento." Rio la Reina, "¡Estoy segura de que cualquier hombre se enamoraría de Anna pero la dejaría el momento en que ella le haga una llave de cabeza!"
Una risita llegó de parte de los labios del supervisor, recordando a Anna, de ahora trece años, golpeando a un chico del establo en el estómago sólo algunas horas antes. Tras un poco de investigación se llegó a la conclusión de que el chico se lo merecía por haber insultado a la princesa al referirse a su apariencia y comportamiento. A Anna no le importaba ser llamada un chico algunas veces, pero ser grosero es algo que nunca toleraría, jamás.
"Esa es la cosa sobre un matrimonio arreglado, no es necesario que ambos se gusten… y estoy seguro de que hay un reino el cual tienes varios jóvenes en su familia que necesitan un reino como éste el cual gobernar, Anna será una hazaña para ellos." Explicó el supervisor, esta vez ganándose una sonrisa por parte de ambos padres. "Si algo podemos enviar las noticias, ver quien está disponible y seguir a partir de allí!"
Y así fue. La semana siguiente reinos de todas clases fueron a exhibir a sus hijos, quienes oscilaban entre los dieciocho hasta los diez años. La mayoría de los jóvenes eran segundos o terceros en línea y así como el supervisor había declarado, sólo necesitaban algo que hacer con su futuro. Anna observaba desde los laterales, brazos cruzados, dándole una mirada malvada a cualquier chico que se atreviera a mirarla por un largo tiempo. Ella no había recibido la noticia de sus padres todavía, pero el ver esa larga línea no podía significar nada bueno para la chica, especialmente a medida que crecía. Un joven fue elegido al final del día, llamado Hans, y fue llevado al frente para conocer a Anna formalmente. "Anna, este es Príncipe Hans de las Islas del Sur… él es un apuesto joven…" el Rey, padre de Hans, se detuvo cuando Anna dio un paso al frente y levantó su mano para silenciarlo. Muy para el horror de sus padres. Hans tenía una sonrisa animada en su rostro mientras miraba a Anna de arriba a abajo, inclinándose respetuosamente ante ella. La primera reunión entre los dos hizo que sus padres sudaran nerviosamente, esperando que su hija no haga nada que pudiera perjudicar los planes que tenían para el futuro de Lianna.
"Hola señorita Anna, es un placer conoce… ¡auch!" protestó Hans al momento en que el pie de Anna colisionó contra él, haciendo que se tambaleara hacia atrás y hacia el suelo en agonía.
"¡Anna!" gritó su madre mientras Anna desapareció de la sala del trono y fuera de la vista de todos, ganándose una mirada de asombro de parte de las personas presentes. Ella de hecho había esperado una reacción así por parte de su hija, su expresión facial así como la del Rey apenas vacilante hasta que fueron hacia el chico. "Su majestad, le aseguro que no volverá a comportarse de esa manera… ¿Estas bien Hans?" le preguntó al chico mientras éste era levantado, limpiándose el polvo.
"Él está bien. Hans, si vuelvo a verte cayendo al suelo de esa forma otra vez…" advirtió su padre, con una mirada en sus ojos como si todo fuera culpa de Hans. El susodicho asintió, temerosamente y se inclinó ante el Rey y la Reina ofreciendo sus disculpas. "Entiendo que estas son grandes noticias para la princesa Anna… nos pondremos en camino, vendremos a visitarlos otra vez durante los próximos meses." Dijo el hombre, haciendo que los padres de Anna sonrieran con alivio. Hans y su padre salieron rápidamente por la puerta entonces, sin mirar atrás ni un segundo mientras las puertas se cerraban detrás de ellos. Tanto la Reina, el Rey y el supervisor suspiraron ruidosamente con alivio, contentos de que el momento entre Anna y el chico no haya arruinado nada para ellos. Este joven y su reino eran la única oportunidad que tenían con Anna.
"Se casará con él, es adecuado y ni siquiera arremetió contra ella cuando lo atacó!" comentó el Rey, actuando como si el comportamiento de Anna fuera algo a lo que el príncipe debiera irse acostumbrando. "Preparen los papeles para la boda así como las habitaciones para los invitados, debemos tener a Hans de visita lo más posible!"
Los años siguientes se volvieron repetitivos para el grupo. El verano llegó, Hans estuvo de visita los tres meses, llegó el invierno, él se fue, pero le escribió a menudo a su nueva novia. A menudo Anna ignoraba al chico y continuaba con sus cosas, especialmente ahora que sus padres parecían darle más libertad durante los meses en los que Hans no estaba. Cuando regresó, era como si tuviera que pelear con ellos de nuevo. "Él no tiene idea en lo que se está metiendo…" comentó la Reina mientras observaba a su hija escalar un árbol como si nada, lejos del chico, el muchacho viéndola confundido, sentándose en el suelo para esperarla. El Rey asintió, sabiendo que si sugería lo que ambos sentían entonces debían disolver el reino. Necesitaban que el chico se quedara con Anna, necesitaban que ella se enamorara de él.
Cuando tenía dieciséis se sentaron para tener la gran charla, una que ellos sabían iban a tener pero que esperaban que tardara lo más que pudiera en suceder.
"Anna, vas a tener que casarte con el príncipe Hans… en el plazo de un año" comenzó su padre, evadiendo los ojos de la chica que lo miraban severamente. Estaba vestida adecuadamente pero su cabello colgaba en dos desarregladas coletas y sus mangas estaban enrolladas hasta los brazos, con barro en la parte inferior de sus zapatos y sentada de una forma muy informal en la silla mientras sus padres anunciaban la noticia. Ella siempre esperó que la situación con Hans cambiara, claramente eso no ocurriría pronto.
"No me gusta Hans de esa manera" respondió Anna simplemente, jugando con una trenza de su cabello mientras comenzaba a dar golpecitos con la punta de sus pies. "Habla constantemente de cómo voy a tener hijos y de cómo me haré cargo de ellos y demás cosas aburridas, mientras él consigue hacer todas las cosas divertidas gobernando el reino y yendo a la guerra!"
Su madre miró a su padre y suspiró, "Esa es la idea Anna, las mujeres no hacen ese tipo de cosas… especialmente las princesas, Hans está muy encariñado conigo…"
"Yo estaba muy encariñada con Esmeralda."
Silencio, ellos ya no hablaban de esa chica. Y Anna lo sabía.
"Ya no hablamos de ella, especialmente desde que su padre nos prohibió el comercio gracias a tu curiosidad Anna." Casi escupió su padre, recordando como las habían atrapado besándose durante uno de los juegos de Anna. Un juego inocente, que en cualquier otra circunstancia podría haberse pasado por alto. Pero para la Reina y el Rey, ellos sabían que la mente de Anna funcionaba de manera muy diferente de lo que la princesa creía que sería aquel beso. Todos los momentos de Anna estaban al margen de algo que sus padres habían estado preocupados desde hace años. "Con el tiempo Hans llegará a gustarte." Dijo su padre, poniéndose de pie para dejar en claro que esas eran sus últimas palabras. Tomando la mano de su esposa los dos comenzaron a irse, deteniéndose justo cuando sus manos rozaban la puerta, Anna estaba de pie y sus ojos ardían con una intensidad que parecía como si estuvieran en llamas.
"Nunca me casaré con él ni con ningún hombre… de eso pueden estar seguros." Escupió Anna, su voz temblorosa mientras sus padres se daban la vuelta para mirarla. Sorpresa se agitó sobre ellos y luego decepción.
"Lo harás si quieres vivir aquí con nosotros Anna… esto es lo que harás o ya no serás bienvenida aquí." Exhaló su padre, saliendo apresuradamente por la puerta, evadiendo los ojos de su hija. La Reina esperó un momento, sintiéndose culpable por sus palabras. Sus ojos viajaron hacia la figura de Anna, la cual fue una mala decisión al encontrarse con la figura rota de la chica.
"Madre, no puedo casarme con él… no lo amo…" dijo, tranquilamente. Era la primera vez que hacia algo tranquilamente desde el día que nació, haciendo que su madre sintiera una amargura por dentro mientras luchaba contra sus propios conflictos internos. "Madre no me gustan los hombres en general, solo me gustan…" Anna comenzó a decir pero fue interrumpida por el lloriqueo de su madre.
"¡Detente, solo detente Anna!" gritó, sorprendiendo a la chica. Ella nunca había levantado la voz de tal manera, incluso en sus momentos de mayor enojo. Anna tragó el nudo en su garganta mientras observaba a su madre hacer lo mismo, "Por favor solo haz lo que te dicen… por favor cásate con Hans, es tu única opción."
Con eso la mujer salió de la habitación y Anna fue dejada sola con sus pensamientos, entre lo que ella quería y lo que sus padres deseaban. La princesa secó sus ojos y se dio la vuelta para encarar la ventana de su habitación, mirando a través de ella el gran y vasto mundo. "No quiero casarme con él… o tener hijos o incluso…" exhaló tranquilamente, "ser una princesa…". La confesión sorprendió a Anna, enviando su mente al mundo de posibilidades que recién ahora se dio cuenta que poseía. Ella no quería ser una princesa, eso era cierto, pero ¿Qué podría ser entonces? Tenía solo dieciséis años, apenas considerada como un adulto joven para algunos. El mundo era un lugar peligroso, muy diferente a los muros de este castillo en el que había crecido y ahora despreciaba. A pesar de todo lo que su mente trataba de decir en ese momento, no podía solo huir y convertirse en un caballero en algún lugar "Un caballero…" susurró Anna, rápidamente yendo al borde de la cama y sacando una larga espada. La había escondido de sus padres por algún tiempo ya, apenas entre las búsquedas de las criadas y las protestas de sus padres. Brillaba mientras la examinaba y la tendía en frente suyo, inflando el pecho y sonriendo audazmente. "Un caballero…" cantó y se dirigió hacia la puerta, "Si no puedo ser lo que quiero aquí… entonces ciertamente me iré"
La mañana siguiente fue cuando todo pasó. La princesa perdida, el miedo por el futuro del reino y la ruptura del contrato de matrimonio. Pasó todo tan rápido que ninguno de los padres de Anna tuvo tiempo de procesarlo todo antes de que pasara completamente. Hans fue enviado de vuelta a su tierra natal, amargado y enojado, mientras que el reino envió guardias y mensajeros a los alrededores en busca de la princesa perdida y con suerte alertar a los reinos vecinos.
Pero entonces una semana pasó, seguida por un mes y un año entero. Algunos se preguntaban si la princesa estaba muerta en alguna parte, tomada como rehén y asesinada por alguna banda de ladrones. Otros se preguntaban si sus padres eran los verdaderos asesinos, o que tal vez la mandaron sola a mitad de la noche. Algunos de los reinos veían esto como una bendición mientras que otros lo veían como un mal augurio. Dejando de lado lo que los demás pensaran, el reino continuó su búsqueda bajo las órdenes del Rey y la Reina. Ambos empeñados en encontrar a su hija, Anna, la princesa perdida de Lianna.