"Punto y coma"


Summary: Edward, luego de sufrir desde los catorce años insultos por parte de sus compañeros, comenzó a reaccionar con su cuerpo. Todo empezó con una dieta, siguió sin casi ingerir alimentos y hacer tres horas de ejercicio al día, lo que culminó en una anorexia.
A sus diecisiete años, las agresiones continuaron, así que, para protegerlo, su familia determinó algo: "Nos mudamos a Forks."


Capítulo 1: Extraño


Capítulo beteado por Carolina Fornasier, beta de Élite Fanfiction (www facebook com / groups / elite fanfiction).


Terminó de vestirse, agarró la sudadera y se la colocó, con la capucha cubrió su cabeza y parte del rostro. Tomó la mochila y, a paso lento, como si quisiera retrasar lo más posible el hecho de ir a la escuela, comenzó a bajar las escaleras.

En la sala estaban sus padres y Alice, su melliza, sospechosamente silenciosos.

—¿Vamos, Alice?

—Ed... —Su madre se acercó a él—. Hace un tiempo queríamos mudarnos para cambiar un poco de aires y, ¿sabes?, con tu padre creemos que Forks es un pueblo muy lindo como para vivir allí. Es pequeño y tranquilo.

Edward intercaló miradas entre sus padres y supo que no era para cambiar de aires. Ellos querían alejarlo de esos adolescentes que tanto daño le hicieron.

—De acuerdo, nos mudamos a Forks —asintió—. ¿Cuándo nos vamos?

—Hoy. Con tu hermana no irán a la escuela, ve a preparar tus maletas. Cuando termines, nos vamos. Ya está todo arreglado en la escuela. Terminarán el instituto allí.

No dijo nada, solo se encogió de hombros y volvió a su habitación para hacer lo que su madre le pidió.

Aunque no lo haya demostrado, después de varios años, sintió un poco de felicidad. Se irían. No volvería a verles el rostro a esas personas que le arruinaron la vida.

De pequeño era tan jodidamente feliz, pero una simple palabra mandó todo a la mierda: Gordo.

Sí, se consideraba un puto gordo, pero desde hacía dos años que estaba intentando cambiar.

Eso era lo que él pensaba. No estaba gordo, es más, era demasiado delgado para medir 1,88; pero no podía darse cuenta, porque todos esos adolescentes estúpidos le jodieron la cabeza. Ya no podía mirarse al espejo, trataba de ocultar su cuerpo en ropa casi el doble de su talle, se pesaba todos los días, se ejercitaba hasta el cansancio, comía poco y nada. Definitivamente, estaba enfermo.

Sus padres se dieron cuenta muy tarde. En ese momento el único objetivo de Edward era adelgazar. Ya no le importaba nada más. Ellos estaban tratando de ayudarlo, empezaron por alejarlo de la causa de sus males. ¿Qué seguía? No sabían. Consideraron la idea de internarlo, pero eso haría creer a Edward que estaban tratando de desligarse de él, así que borraron esa opción de sus cabezas.

Definitivamente no tenían ni la más mínima idea de qué hacer, pero ya habían dado el primer paso y eso era lo importante. Cuando estuviesen allí, verían cómo poder ayudarlo más.

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—¿Te gusta tu cuarto, Ed? —le preguntó Alice, cuando ya se instaló.

Él solamente se encogió de hombros.

—Dile a mamá que cenaré aquí.

La chica Cullen observó a su hermano, que se encontraba encorvado, mirando por la ventana, totalmente de espaldas a ella. Le dieron ganas de llorar al saber que Edward se quedaría aquí, sin comer, mientras que en el comedor se formaría un silencio incómodo, porque todos sabían su secreto.

—D-De acuerdo. —Carraspeó un poco, al ver que su voz salía ronca—. Le diré.

Se fue de allí, dejándolo completamente solo.

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Cuando el lunes llegó, los nervios también lo hicieron. Edward se puso a pensar que sería el centro de atención por su sobrepeso. Se puso unos jeans que le quedaban grandes y su sudadera, cubriéndose con la capucha.

Se fue con Alice al instituto, obviamente, sin desayunar. Fueron en el Volvo de Edward, ya que dentro de todo, era el auto más discreto que tenían. Condujo su melliza, ya que no tenía muchas ganas. Cuando llegaron, todos se quedaron mirando el nuevo auto. El limpio plateado resaltó entre todos los modelos viejos que se encontraban en el aparcamiento, a excepción de un jeep enorme, de color rojo.

Alice se estacionó al lado de dicho automóvil y se bajó del Volvo, siendo imitada por Edward, quien se colgó la mochila en el hombro y siguió a su hermana, con la cabeza gacha. Se sintió realmente intimidado, porque nadie dejaba de mirarlos. Su primer instinto fue cruzar los brazos y seguir adelante, sin observar a nadie, tratando de pasar desapercibido.

Fue Alice quien dio la cara por ambos cuando fueron a buscar sus horarios. Edward frunció el ceño al ver que compartía solo tres clases con su hermana y la primera no era una de ellas. No dijo nada, se guardó sus opiniones y fue hacia el salón, siguiendo el mapa. Cuando llegó, dio una rápida mirada, tratando de encontrar un lugar vacío. Afortunadamente, atrás de todo había dos. Volvió a bajar la cabeza y se dirigió hacia allí. Con suerte, no tendría compañero de banco.

El profesor de Matemáticas llegó y se percató de la presencia del nuevo alumno.

—Supongo que usted es Edward Cullen. —Sonrió cálidamente hacia el chico, pero solo recibió un seco asentimiento. Entendió que era tímido y tuvo la contemplación de dejar que llevara puesta la capucha durante la clase.

Diez minutos después, la lección del profesor fue abruptamente interrumpida por el ruido de la puerta siendo abierta.

—Otra vez tarde, Srta. Swan —reprendió a la joven que recién entró.

—Lo siento —se disculpó apenada—, no volverá a suceder.

—Lo mismo dijo la clase pasada. —Enarcó una ceja y, a cambio, recibió una mirada de súplica. Suspirando asintió y señaló el único lugar disponible, que era al lado de Edward—. Desde hoy tiene un nuevo compañero.

—De acuerdo. —Sonrió con simpatía y se dirigió hacia donde le había indicado el profesor.

Edward se sobresaltó levemente al ver que la chica se acercaba a él. Su cuerpo se tensó notablemente y comenzó a morderse el labio inferior con nerviosismo. La joven tomó lugar a su lado y se giró para presentarse:

—Hola, soy Bella Swan.

—Edward —murmuró él, solo por mera educación.

Bella frunció el ceño al recibir tan escueta respuesta y le prestó atención al profesor.

Que chico tan extraño, pensó.

La siguiente clase de Edward era Biología. Como lo hizo anteriormente, se sentó en el último banco y suspiró con alivio cuando vio a su hermana entrar. Alice distinguió la sudadera de Edward, entonces se dirigió hacia él.

—¿Cómo fue tu primera clase?

—Normal. —Se encogió de hombros—. ¿Y la tuya?

—Conocí a una chica muy simpática. Se llama Rosalie y nos invitó a sentarnos con ella en el almuerzo.

—¿A ambos?

—Sí, le dije que tenía un hermano. Ed, me parece una gran oportunidad para que hagas amigos.

—No, gracias. Estoy bien así. Ve tú si quieres. No quiero que te sientas obligada a quedarte conmigo, Alice. Disfruta a tu nueva amiga y deja que yo haga lo que quiera.

Cuando llegó la hora del almuerzo, a Edward se le complicó bastante poder escoger su comida.

Recuerda, solo 100 calorías máximo. Si es menos, mejor, se repitió mentalmente, una y otra vez. Tomó una manzana y, por su peso, le calculó unas 50 o tal vez 60 calorías. Le daba espacio para algo más, pero se arrepintió y solo tomó eso con una botella de agua.

Se sentó en la mesa más apartada que encontró, sin hacer contacto visual con nadie, y comenzó a comer, con mordiscos pequeños y masticando repetidamente. De esa manera, podría hacer la digestión más rápido. Intercaló sorbos de agua y pedacitos de manzana, para darle la sensación de saciedad.

Pudo sentir que todas las miradas estaban puestas en él, pero ignoró eso olímpicamente. Desde su lugar, buscó a Alice y la encontró un par de mesas cerca de él. Miraba su bandeja casi vacía con el ceño fruncido. No le hizo caso y observó a las personas que estaban sentadas con ella.

A su lado había un chico rubio, blanco, casi tanto como él. A la derecha del rubio, estaba sentada una muchacha muy parecida al anteriormente nombrado, así que supuso que eran hermanos. Un joven de cabello negro y rizado, sonrisa de niño y, físicamente, bastante grande, abrazaba a la rubia. De repente, contuvo el aliento cuando vio a la castaña que reía a su lado: Bella Swan.

Menuda coincidencia. Su hermana conocía a su compañera de Matemáticas.

Diez minutos antes de que la hora del almuerzo terminara, Alice se puso de pie y comenzó a caminar en dirección a su hermano. Tomó asiento a su lado y le sonrió cálidamente:

—Los chicos quieren conocerte.

—Alice... —Edward comenzó a protestar.

—Por favor. —Hizo un puchero—. Ya sé que la otra escuela lo pasaste mal, pero ellos son diferentes. No todas las personas nuevas que conozcas van a ser tan hijas de puta como Michael Newton.

—Lo haré por ti —suspiró resignado, logrando que Alice sonriera enormemente.

—Eso es genial, pero no lo hagas por mí, hazlo por ti.

Ella tomó la mano de su hermano, para hacer que se ponga de pie y, así, emprendieron camino hacia la mesa de los nuevos amigos de Alice.

—Chicos, él es mi hermano, Edward.

—Hola —susurró cohibido, sin quitarse la capucha.

—Hola, Edward.

Rosalie le sonrió, mientras se ponía de pie y se acercaba, causando que el chico se alejara un paso. Eso la confundió, pero no por eso dejó de sonreír. Extendió su mano y él, de forma tímida, la estrechó.

—Mi nombre es Rosalie Hale. Él, —continuó y señaló el rubio, que le sonrió a Edward desde su lugar—, es mi hermano, Jasper. El grandote de ahí es mi novio, Emmett Swan, y la que está a su lado se llama...

—Bella Swan —la interrumpió casi sin darse cuenta, para luego arrepentirse—. Yo...

—Rose —intervino la castaña, al notar la incomodidad del chico—, con Edward ya nos conocemos. Somos compañeros de banco en Matemáticas. Aunque no pudimos hablar. Mucho gusto, Edward, yo soy la prima de Emmett.

—Hola.

Fue invitado a sentarse con ellos, a lo cual tuvo que aceptar. No era bueno sociabilizando, así que Alice salió al rescate, hablando sobre lo que le gustaría estudiar a cada uno cuando terminaran el instituto. Mientras tanto, Bella no le pudo sacar la mirada de encima al chico extremadamente tímido que se sentó frente suyo y que trató de ocultarse bajo la capucha de su sudadera.

Parecía tan asustado, como si no le gustara estar cerca de las personas. Se abrazó a sí mismo y comenzó a mirar a todos de reojo, entonces, su mirada se encontró con la de Bella. Se ruborizó hasta las orejas y la apartó rápidamente.

Sí, definitivamente este chico es extraño, pensó Bella.

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Era una jodida tortura la escuela o eso era lo que creía Edward. No tuvo una buena experiencia en la anterior, así que no esperaba algo mejor en la nueva. Lo único positivo que le encontraba a ese cambio, era que estaba lejos de todos esos adolescentes que, de alguna manera u otra, le arruinaron la vida.

—Edward. —Esme miró a su hijo desde el marco de la puerta—. Ya está la comida.

—Estoy muy cansado, mamá. Creo que no comeré nada y me acostaré más temprano.

—Hijo...

—De verdad —la interrumpió—. Hoy fue mi primer día de instituto en un lugar nuevo. Quiero descansar un poco, por favor.

Esa noche, como muchas otras, Edward se fue a dormir sin cenar.


Seguramente, muchas personas querrán matarme por publicar una historia nueva, teniendo varias en proceso, ¡pero no pude evitarlo! XD Soy demasiado impulsiva. (Voy a tratar de cambiar eso de ahora en adelante.) Estoy avanzando con "Butterfly Kisses" y "Six Years"; de "Ojalá que no puedas" solo tengo por decir que estoy seriamente bloqueada. Voy a intentar escribir algo el fin de semana.

Volviendo a "Punto y coma":

Se me ocurrió escribir algo así al ver que casi todos los fics que hablan sobre trastornos alimenticios, es Bella quien los sufre. Quise ser un poco original y me salió un Edward anoréxico. Espero que les guste

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