¡Hola!
Naruto no me pertenece.
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Oportunidad
[Ménage à trois]
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1. A él, el miedo lo cegó y perdió su oportunidad.
2. Ella se ganó su oportunidad.
3. Para él, ella era la única oportunidad.
[Hogar de tres]
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Oportunidad
[Ménage à trois]
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Prólogo
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Sakura sacó las manos de sus bolsillos, pero, nerviosa, volvió a meterlas. Sonrió tímida a Naruto que la saludaba efusivo desde el Juzgado, pero ella no entró. Se quedó parada en frente de la ventana por unos largos segundos.
Después de una honda respiración, se decidió a caminar hacia las bancas de espera.
—Pensé que te quedarías afuera todo el rato—le dijo Neji Hyuga, sin despegar los ojos del periódico cuando ella se sentó junto a él.
Sakura no respondió. En el fondo, lo que más quería era quedarse fuera de todo ese asunto: poder decir que no tenía ninguna razón para estar ahí. Observó el periódico y sus ojos vagaron por las letras grandes del apellido Uchiha escritas en él. Ese día era la última audiencia del juicio contra Itachi Uchiha, acusado por el asesinato de Fugaku y Mikoto Uchiha.
Colocó sus manos sobre su regazo para evitar que le temblaran, y volvió a suspirar, preocupada.
Ella tenía sus razones para estar tan cerca de la Sala de Juicio donde se decidiría el futuro del hermano de Sasuke.
Por un lado, Sasuke era su amigo y quería apoyarlo en ese momento. Por otro lado, desde hacía unos meses, salía con Neji Hyuga y él trabajaba como asistente en el Juzgado.
Sin embargo, sus nervios no estaban relacionados con el juicio penal en donde se acusaba a Itachi Uchiha de asesinato.
—Neji. Estoy embarazada—le dijo, incapaz de sostener por más tiempo aquel hecho.
Neji levantó la vista del papel y la miró con atención: jamás se esperó algo así en ese momento. Sakura se mordió los labios y en su regazo, sus manos se removieron, nerviosas. Neji volvió a fijarse en las letras del papel y dijo, con voz tranquila.
—¿Y?
—Ehm. Pensé que querrías saberlo—murmuró ella, confundida. Sus grandes ojos lo recorrieron de pies a cabeza tratando de captar alguna señal que la tranquilizara… o que, al menos, le dijera qué era lo que estaba pasando por su cabeza.
—¿Qué quieres que haga?—inquirió él.
—¿Mirarme cuando te hablo, tal vez?—preguntó ella, con un poco de enojo, pero a Neji solo le pareció un capricho.
El hombre parsimonioso elevó los ojos hacia ella de nuevo. Dobló el periódico y lo dejó en el asiento vacío de su derecha. Simuló que le prestaba toda su atención a ella.
Sakura tuvo un mal presentimiento. Era condenadamente atractivo, pero estaba cargado de indiferencia.
—¿Qué puedo hacer por tu embarazo, Sakura?—preguntó él, despacio.
Ella enrojeció.
—¡Neji!—lo llamó algún compañero de trabajo que se asomaba por la puerta de la atiborrada sala de juicio—. ¡Ya van a dictar la sentencia!
Neji hizo caso omiso a pesar de la importancia del dictado de aquella sentencia. Esto solo hizo que Sakura se estresara un poco más. El hombre se burlaba de ella. De alguna forma, sentía que se burlaba de ella.
—Yo… no he terminado mi carrera—murmuró un poco cohibida—. Es… es difícil.
Neji asintió, sin apartar sus ojos grises de la figura delicada de la mujer.
Sakura se abrazó a sí misma, asustada. ¿Por qué tenía tanto miedo? ¿Por qué no podía confiar en Neji? ¿Por qué tenía un mal presentimiento? ¿Por qué sentía que se burlaba de ella, que siempre se burló?
—¡Neji! ¡La sentencia!—volvieron a gritarle.
Sakura miró aterrada hacia la Sala de Juicio.
—Creo que debes ir… después hablaremos de esto—susurró, con angustia.
No quería hablar con Neji, si él iba a estar estresado por tener que irse. Sabía que era un caso importante y ahora ella necesitaba un par de noches más para recuperar el valor que la mirada de Neji le había robado en cinco segundos. Ya no quería hablar con él ese día.
—No. Dímelo ahora, Sakura—le pidió él, la miró profundamente—. No puedo andar perdiendo el tiempo contigo siempre. Dime de una vez lo que tienes que decirme.
Sakura tuvo plena conciencia de que algo estaba muy mal.
—¿Qué… qué crees que es lo que tengo que decirte?—le preguntó, con la voz temblorosa.
Neji cerró los ojos y suspiró. Al abrirlos, su mirada era la misma. Indiferente.
—Que tienes problemas con el padre.
—¿Qué?
La mirada de él se endureció, se clavó en el vientre de la mujer.
—¿No sabes quién es el padre?
—Sí sé…—respondió aterrada.
—¿Y cómo se tomó la noticia?—preguntó él, en un tono algo jocoso.
—Yo…
—No le has dicho—dijo, como quien deja caer un punto final en el medio de una historia.
—¡Neji!—exclamó ella asustada, y no pudo evitar agarrarle una mano: el contacto de la piel masculina, la estremeció. Lo miró ansiosa—. Sí sé quién es el padre.
Neji se soltó del agarre, con un gesto molesto.
—¿Y qué haces aquí, entonces?—le dijo.
Ella abrió mucho la boca, su mano se movió temblorosa hacia él, pero se detuvo antes de rozarlo.
—Tú…
Neji bufó, seco.
—¿No pretenderás decirme que yo soy el padre? ¡Solo fue una noche, Sakura!—se burló.
—No usamos protección—debatió ella en un susurro.
Neji frunció el ceño.
—¿Y con quién más has dormido, Sakura? ¿Qué te dijeron los otros cuando fuiste a llorarles que estabas embarazada?
—Neji—susurró, agitada—… Solo he hablado contigo de esto.
Y solo con él había dormido pero no pudo decirlo: ¿le creería? No, tan solo la humillaría más.
—¿Y qué quieres que haga?—preguntó de nuevo él, ya un poco estresado—. Si tú no sabes quién es el padre, menos lo voy a sab…—volvió con esa cantaleta. Así era más fácil.
—¿Por qué me dices eso?—gorjeó ella, aguantándose un sollozo.
Neji se puso de pie.
—¿Sabes quién es el padre? ¿Sí o no? —le preguntó con mucha frialdad.
Ella asintió. Lanzó una honda aspiración y también se puso de pie. El hombre le llevaba casi dos cabezas, pero ese día para Sakura, la distancia entre sus ojos y los de Neji se convirtió en inmensidad.
—¿No puedes creer que tú seas el padre? —le preguntó con voz suave, sin mirarlo.
—Por favor, Sakura. ¡Quién sabe con cuántos hombres has dormido! ¿Cómo podría serlo yo?—escupió él.
Ella asintió.
—Tienes razón.
La voz de Sakura heló a Neji. Se sintió culpable. Apretó el borde de su saco, incómodo. Se estaba comportando como un completo imbécil.
Los meses que estuvo con Sakura eran lo único que, verdaderamente, había disfrutado en su vida, y le dolía que acabara. Pero, sobre todo, tenía miedo. Y él nunca fue un hombre de miedos. Apretó los ojos, para controlar su abatimiento.
Pero se moría de miedo y eso no podía ser.
La miró con más atención y notó que ella también tenía miedo.
—¿Estás bien?—le preguntó él en tono confidente, más suave.
Ella asintió. No dejó que el tono amable la amilanara. Ya había tomado una decisión.
—¿Necesitas ayuda para hablar con el padre?—dijo, en voz baja, casi deseando que ella no lo escuchara.
Ella lo miró directo a los ojos.
—No.
Neji se perdió en la humedad de los ojos verdes. Había cometido un error lo sabía, pero aun podía remediarlo. ¿Podía? El destino es algo que cada quien decide, y él estaba decidiendo.
—Entonces…—empezó con voz tambaleante. Miró el vientre de la mujer y recordó que él no podía ser padre. Estaba por terminar su carrera, además, su tío, su familia, sus problemas... Volvió a fijarse en los ojos de Sakura—. ¿Estás segura de que yo no soy el padre?
—No lo eres, Neji—le dijo ella.
—Qué alivio—confesó. Ella se tensó. Neji movido por la simpatía que le producía la mujer y por lo mucho que le había gustado dormir con ella, agregó—. Saldrás adelante, Sakura. Siempre lo haces.
Continuará...
Gracias por leer. ¿Qué les pareció el prólogo? ¿Valdrá la pena?
Este es un fic dedicado a Layla Harrison: espero lo disfrutes tanto como yo (*guiño*).
Era una idea que me rondaba la cabeza, pero no me atrevía... y gracias a Layla Harrison y a nuestras conversaciones por el chat de Facebook nació esto.
La historia no será larga y ya está escrita, en su mayoría. Aprovechando que tengo su atención, hago un aviso importante.
Pairing: "ItaSakuNeji". No es un "NejiSaku" y después un "ItaSaku; ni un "NejiIta". Es un "NejiSakuIta" al mismo tiempo. O algo así. El francés lo puede explicar mejor: Un Ménage à trois (término que describe un acuerdo doméstico de tres personas para mantener relaciones sexuales y formar un hogar. Se traduce literalmente como «hogar de tres»).
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