Advertencia/contenido sexual #18

No es contenido para niños

Gracias y disfruten el tema.


Cap.10

"Reconciliación Y Respuesta"

Ya han pasado dos semanas desde que no nos hablamos. La aldea parece haberlo olvidado… incluso él. Hipo si puede voltear a mirarme, pero… ¿porque yo no tengo las fuerzas para retener la mirada?. Me duele el pecho cuando me mira. Ese maldito nudo, aun no es capaz de soltar mi garganta desde aquel día.

Yo… fui la que le causo daño a él. Hipo solo intentaba ser discreto, romántico y cauteloso de no difundir sus planes de propuesta. Yo… iba a ser su esposa. Y ahora…lo eche todo a perder…

- AHH! – grite en frustración lanzando mi hacha contra la corteza de un árbol. El filo quedo incrustado en la madera.

Todo mi cuerpo estaba sudando. Jadeaba sin parar según recuperaba mi hacha y lo volvía a lanzar. Este era mi decimo árbol. Los demás ya estaban agujerados de mis constantes lanzamientos. Esta es mi área. Aquí puedo venir, gritar, llorar hacer lo que me antojara… después de todo a nadie le importaba. Pero seguramente Hipo si se molestaría, no le gusta que descargue mi irá en los arboles.

¿Pero qué me pasa. Porque estoy sonriendo en un momento como este? Pensar en él… en su nombre, me causan rubor y esta extraña sonrisa melancólica. Si, así es Hipo, de alguna extraña forma eres capaz de llegar a mí, aunque sea pensando en tu nombre.

- Es inútil – añadí, dándome un pequeño golpecito en la cabeza – No hay forma en que pueda volver a mirarte.

El cielo está oscuro… de seguro lloverá. Algo así, hace de esto una escena deprimente. El cielo es lo de menos. Ahora solo tengo que concentrarme. Tengo que sacarte de mi cabeza Haddock, pero tu imagen persiste en mi mente. Tú rostro permanecía viva y fresca, cuando te volteas y me sonríes. Puedo sentir mi mano alcanzar tú mejilla para besar esos labios que me provocan calor interno. Dios… ¿Pero qué he hecho?

Ahora llueve. El cielo esta triste. Sus gotas me lastiman, se arrastran por todo mi rostro. Está hecho… no puedo más. Mis rodillas tambalearon, hasta que finalmente tocaron la tierra fría de bajo de mí; ya no podía prevalecer parada. No dejo de temblar. Me duele la garganta. El pecho me aprieta. No puedo gritar, tampoco respirar. Yo… me odio, me odio mucho. Todo… porque aun te amo…

- HIPOOO! – grite su nombre al romper en llanto.

Golpee el suelo bajo de mi pecho. Mi puño pronto se torno rojo. Puedo sentir como la sangre se acumula en las heridas que estoy forzando en mis nudillos. El dolor ere inmenso, ardía mucho, pero no quise detenerme; la frustración era mucho más insoportable.

El lodo me está cubriendo. Los puños chapotean la suciedad de la tierra y caen en mi cara, incluso en los ojos. Pero no me importa, me lo merezco; incluso el clima me castiga. Los dioses, saben que la culpa es mía… solo mía.

- DEMONIOOOS! – alcé el puño. Daré este último golpe aunque me rompa la muñeca en el proceso.

¿Pero qué es esto?... alguien… sujeta mi brazo.

- Sospechaba que podría encontrarte aquí – me hablo con dulzura… ¿su voz? … yo conozco esa voz.

Voltee, era él. Mojado con la lluvia, en sus labios había una frágil sonrisa y sus ojos estaban ligeramente clavados en mí. Sostenía mi mano con firmeza y fuerza.

- Hi…po – hable incrédula.

- ¿Porque lastimas tus manos de esa forma? – el acaricio mis heridas.

Sentí como me ruborizaba con su tacto.

- ¿Qué haces aquí? – hale mi mano de su agarre.

- Sospechaba que estarías destruyendo los arboles. – afirmo moviéndose a uno de los árboles y tocar la corteza rasgada.

- A quien le importa – me moleste. Solo son un montón de troncos.

- A mi sí. – se me acercó.

Esto… es extraño. Él, me está mirando sin repulsión, sin odio. Me mira, tal y como hacía antes. Pronto, él movió su mano para tocarme. Sus labios se abrieron ¿quería decirme algo?

- Astrid yo…

- ¡No! – le grite.

¿Por qué estas muy calmado? Esto no es normal. Él debería estar aun enojado ¿Qué estas planeando ahora Haddock?. Se resalto con mi grito. Eso lo hizo enojar, por lo que agarro mis hombros seguido con una frustrada mirada.

- ¡Podrías escucharme!

- ¡No. Aléjate! – intente empujarlo.

- ¡Solo escúchame!

- ¿¡PORQUE TIENES QUE HACERCARTE!? – grite. – ¿¡Porque cuando intento olvidarte, tú te acercas!?

- ¡Detente, Astrid! – protesto a mis peleas.

¿Qué está pasando? Otra vez me está lanzando esa expresión. Odio esa expresión que me lanza. Esta molesto… también herido. Lo vez, cuando te me acercas… solo te causo dolor.

- ¡Suéltame! – derive la mirada. Hale mis brazos pero él se rehusó a liberarme.

- ¡De ninguna manera! – halo mi cuerpo cerca de él. Hipo intentaba levantarme, pero yo me opuse. - ¡Deja de lastimarte de esa forma, Astrid! – me protesto.

- SUERTAMEEE!

Dicho esto, golpee su cabeza con la mía. Hipo perdió el balance. Cayo sentado en el lodo un poco aturdido, pero eso no fue suficiente para hacer que sus manos me liberaran.

- No lo hare – dijo con la mirada al piso. – Si te suelto ahora… no sé si pueda volver a alcanzarte. – alzó sus ojos en mi.

Estoy conmocionada. Esos hermosos ojos verdes, brillan en determinación con esas palabras.

- ¿Hipo?

- Hice mal, lo sé. Y quiero enmendar mi error. Así que, ¿qué dices? – en seguida elevo una tímida sonrisa en sus labios. - ¿Quieres…intentarlo de nuevo?

Mis labios se abrieron, yo quería decir algo en protesta… pero lo olvide. Mi corazón no deja de latir. Mi rostro arde en rubor. Yo sé, que esas palabras son reales. Tan reales, como él ahora mismo frente a mí. Su rostro se está acercando, muy despacio. Comienzo a dudar. ¿Quiere besarme? ¿Debería dejarlo? Yo… yo quiero besarlo. Extraño sus labios. Extraño su piel contra la mía.

- No… - puse mi mano en su pecho, así deteniendo su acto – Esto no está bien.

- ¿Astrid?

- Tú me amas… pero yo… estoy confundida. Te lastime Hipo... y ese golpe es peor de los que te he dado en el hombro. – tome sus brazos y lentamente los aparte. Él, conmocionado por mis palabras me dejo ir - Golpee tú orgullo, tu amor por mi y te hice dudar.

- Pero yo

- ¡SOLO!... aléjate de mí.

No puedo seguir mirándote, no con esa expresión de ahora. Sé que te duele, pero a mi aun mas. No entiendo como en tú corazón puede haber tanto perdón. La aldea un día te rechazo, tú madre te abandonó, Estoico te ignoro y yo te juzgue. ¿Cómo Hipo? ¿Cómo puedes perdonarnos tan fácil?

- Porque te amo – dijo

¿Qué? Leyó mis pensamientos ¿Cómo sabe que estoy pensando en eso?

- No puedes ocultar lo que piensas de mí, Astrid. Ya no puedes – dicho esto, llevo su mano por detrás de mi cabeza - ¿Recuerdas? Tú y yo, nos hicimos uno – su frente golpeo contra la mía en un acto tierno. Hipo acaba de devolverme el golpe.

La lluvia, parecía calmarse.

- ¿¡Como puedes mencionar algo así tan a la ligera!? – me sonroje.

- Porque te pones bonita cuando te sonrojas. – sonrió.

- Eres un… idiota… – golpee su hombro en una forma débil.

Siento como mis ojos se humedecen. En estos momentos, cientos de emociones envuelven mi pecho, quieren estallar. Sí, creo que debo dejarlos salir, especialmente ahora. Deje caer mi cabeza sobre tú fuerte pecho, entonces finalmente comencé a llorar en silencio. No te molestaste; de lo contrario masajeaste mi espalda y peinaste mi cabello. Fue muy amable de tú parte prestarme tu espacio personal. Me gusto que besaras mi frente mientras me desahogó, fue tierno y acogedor.

Al momento, la mano derecha de Hipo bajo por mis piernas, la otra, por mi cintura. Cuando menos me lo esperaba, Hipo me cargo en sus brazos. No supe cómo reaccionar. Lo mire y él me lanzo esa sonrisa que tanto amo.

Como extrañaba tú pecho, el calor que emana de tú cuerpo sobre todo, tú olor. ¿Por qué eres tan cómodo? Eres mejor que una manta en contra del frio.

- ¿Adónde me llevas? La aldea no es en esa dirección – dije, pues me cargo más adentro del bosque.

- Pues, no respondiste a mi pregunta. Así que te hare decírmela – me guiño un ojo.

¡Oh, por Dios, Oh, por Dios!. Mi corazón… late muy rápido. La sangre hormiguea en mis mejillas. Cientos de mariposas vuelan en mi estomago. ¿Qué quieres decir con eso Hipo? ¿Pero qué dóminos estoy pensando?. Tranquilízate Astrid, no pienses esas cosas. ¡Mi mente es un asco!.

[Hipo - PDV.]

Esta nerviosa, puede que haya mal interpretado lo que le dije. Pero no puedo negarme, si quiero algo íntimo contigo Astrid. Me negaste un beso y por eso, una parte de mi quiere hacerte pagar por ello. Aun te veo indecisa. Ahora juegas con tu flequillo y de nuevo me derivas la mirada con ojos tímidos. ¿Te avergüenzas de mí? Oh ¿De nuevo, voy muy rápido? No… no es así. Llevamos de pareja aproximadamente unos cinco años, claro que no voy rápido. Estoy siendo honestó. Pero, me cuesta mucho abrirte mis sentimientos.

Aquel día, me convertí en un monstruo y te ahuyente como a una oveja sin alternativa. Sé que no me dejaste explicarte, pero yo tampoco di de mi parte. Es irónico que me dé hipo cuando quiero declararme.

- ¿De qué te ríes? – me pregunto.

Al pensar en los ataques de hipo, no me di cuenta de que me burle de los hechos.

- No es nada.

- Ya enserió ¿adónde me llevas?

- Es un secreto.

Luego de unos largos minutos baje a Astrid, era largo el camino así que no podría cargarla para siempre. La tome de la mano y juntos seguimos por el follaje. Su mano sudaba y queda vez estaba más roja.

- Aquí es – me detuve a señalar

- La cala ¿No es aquí donde conosistes a Chimuelo? – arqueo una ceja.

- No solo a él. – voltee a mirarla – También a ti. Digo, ya nos conocíamos incluso antes de todo eso. Pero… si tú no hubieras venido ese día… jamás hubiera conocido la verdadera tú. – me sonrojo, lo que dije incluso para mi sonó cursi. Su mano me apretó con fuerza, lo que le dije parece haber llegado a ella. – Vamos.

Sin perder tiempo, bajamos a la cala. El cielo se despejaba por lo que se producían hermosos rayos del sol que tocaban las aguas del lago.

- ASHU! – estornudo cerca de mi hombro – Lo siento.

- Si no haces eso, no recordaría que estamos empapados – le sonríe – Podemos aprovechar el sol.

Encontramos una roca alta, en la que de un lado Astrid se desnudo y del otro lado también yo. Exprimimos las ropas y las tendimos encima de la roca. Ahora solo teníamos que esperar a que el sol las secara. Ella necesitaba su privacidad. Nunca ojee para verla desnuda o hablarle en el momento.

[Astrid – PDV]

Esta muy callado. Tal vez, él quieres su privacidad. Siempre hemos sido cautelosos en respetar nuestro espacio, pero todo eso cambio desde el día en que nos entregamos uno al otro. Digo, no me sentiría avergonzada de verlo desnudo. Pero, porque ahora me siento tan insegura de verlo. ¿Debería hablarle? No, hablarle no es lo correcto al menos no cualquier tema. ¿Buscas iniciar conmigo de nuevo, no Haddock? Y si yo quisiera… quiero, pues entonces yo debo ser quien se disculpe.

- Ouch – me queje. El sol comenzó a quemar mi hombro.

- ¿Estás bien? – pregunto desde el otro lado de la roca.

- Si, no es nada.

Me levante y alcance mis ropas. Que interesante, no están del todo secas, pero tampoco están mojadas.

- ¿Tienes hambre? – me pregunto

- Pues… si podría comer algo – respondí.

- Muy bien, entonces - él se levanto. Vi su cabeza desde el otro lado de la roca.

Me sonrojas cuando me lanzas esa sonrisa. Él alcanzo sus pantalones. Luego de ponérselos caminó, al otro lado de una roca. Ardieron mis mejillas, esos pectorales estaban finamente definidos y tú musculatura, esos hombros y pecho, hacen que yo arda por dentro. ¿Pero qué piensos? Sin dudas soy un caso perdido.

Me moví lejos, no deseando que él me viera desnuda. Tome mi ropa interior y me la coloque lo más rápido; lo demás solo le faltaba poco para que estuviera seco. Pronto, Hipo regreso con una canasta más dos largas ramas. Él viéndome casi vestida se me acercó.

- Pesquemos – extendió una caña improvisada cerca de mí.

Yo lo mire por un momento. ¿Esta es tú idea… para pasar más tiempo conmigo? Suena divertido. Asentí y alcance la caña.

- ¿Qué hay en la canasta? – curioseé

- Jarras de agua. Si conseguimos nuestra cena tendremos que beber algo ¿no?

- ¿Preparaste todo esto tú solo?

- Tuve un poco de ayuda – comento caminando a la orilla.

[Hipo – PDV]

Temía que Patán no lograra traer las cosas que le pedí, pero gracias a Thor estaban allí. Realmente tenía planeado traer algo de comer, pero, papá solía traerme a pescar para despejar la mente y lograr mejores conversaciones. Además, Astrid es muy competitiva.

- Quien no pesque mas, será quien limpie los pescados – hable retadoramente.

Esa es la expreción que busco. Cuando frunces tú ceño y curvas una sonrisa que expresa tú lado entusiasmado y competidor.

- ¡Dalo por hecho! – corrió a la orilla para empezar.

Esa es mi Astrid.

[Astrid – PDV]

- ¡Atrape otro! – hale mi caña de pescar, así rebelando el pescado tendido del anzuelo.

- ¡No es justo! – gruño Hipo desde su esquina

- Cinco a tres. Creo que sabemos quién gana aquí – cante victoriosa. Nunca retes a una Hofferson, Haddock.

Es satisfactorio estar sentada y tener una agradable vista de cómo limpias los pescados con tú cuchilla. Me miras de reojo, puede que molesto porque te vencí o por el simple hecho de que te miro con gracia y te sientes humillado. Tus músculos se mueven rudamente con la limpieza de los peses. Tú cuerpo brilla con el sudor de la piel. El sudar de tú cabello se pega a la frente y hace de ti una imagen seductora. Me estas matando, y mas con tus respiraciones rápidas.

Aprieto los puños, los dedos de mis pies caván tumbas en la tierra. ¿Qué es este impulso dentro de mí?. Me siento como una fiera, que quiere devorarte vivo. ¿Será porque llevo días sin hablarte o verte detenidamente?. Tengo que respirar. Mi corazón late frenéticamente, tanto mi parte baja como cabeza arden y provocan hormigueos en mis dedos. Siento incluso horribles escalofríos sobre todo nauseas. Demonios Hipo, me estas excitando.

- Oye, ¿segura que estas bien? Estas toda roja.

- ¿¡Qué!? ¿Yo, roja? ¡No, no es nada! – agite las manos desesperada.

¿Por qué me miras así? Recuestas un codo sobre tú pierna mientras apoyas la mano en la mejilla y por extraña razón… me estas sonriendo muy raro.

- Tranquila, tú secreto esta salvo conmigo – me sonríes gallardamente.

[Hipo – PDV]

Al parecer los dos pensamos lo mismo. Yo tampoco puedo dejar de mirarte. Con tú ropa interior solo haces que yo te desee aun más. Puedo ver como tiemblas en el deseo de que te toque. Yo también me esfuerzo por no hacerlo.

- Creo que iré por madera – me cambias el tema, te levantas y te mueves lejos.

Vaya, tú espalda es muy sensual, como las caderas y glúteos. Ahora no puedo dejar de mirarte. Me encanta tú trenza dorada, especialmente cuando se mueve con la movida de tú caminar. Eres hermosa Astrid, no hay una parte de ti que no lo sea.

Puedo verte avergonzada. Cuando te doblas a recoger pedazos de madera no puedes evitar mirar hacia acá. Deseo mucho nuestra reconciliación. Deseo mucho estar contigo, hablar contigo y amanecer contigo. Especialmente… casarme contigo.

[Astrid – PDV]

Me está mirando. Demonios, eso me pone más nerviosa; deja de mirarme. Pero… es cierto de que me miras, no lo estoy imaginando. Estas aquí, conmigo, es… como si nunca hubiera pasado nada. Y… me siento aliviada… feliz. Sí, hay esta esa sensación de nuevo. Puedo sentirlo, tal como la primera vez, yo… realmente te amo. Mi corazón lo grita, yo también quiero gritártelo.

- Hipo yo…

Quede amortiguada con fuertes labios que aplastan los míos. Tus manos aprietan mis caderas, me contraes a tú pecho mientras prolongas el beso. Yo… comienzo a ceder, puedo sentir tú amor.

- No me lo digas aun – detuvo mi respuesta – Quiero, que me lo digas mediante el placer.

- ¿El placer?

Al momento, no lo entendí. Pero no tuve que preguntar de nuevo cuando en segundos Hipo aparto mi cabello y beso mi cuello. Una cadena de corriente bajo por mis caderas y espina dorsal. Fue vergonzoso, pues deje escapar un gemido desprevenido.

- Me encanta que hagas eso – me susurro placentero al oído.

- Mmm – no pude responder, de nuevo me besaba. – Ah! – grite, ya no eran besos, su lengua paso muy cerca de mi oreja.

Me estoy estremeciendo, mi piel quema, mis adentros tiemblan en deseo. Se siente bien, que me toques las caderas y aprietes mis glúteos. Tú lengua áspera es agradable para mis sentidos. El respirar de tú nariz sopla contra mi piel, así sometiéndome escalofríos; Dios, que agradable escalofrió. Tú mano se posa sobre mi hombro, me besas más abajo tras que bajas la tirilla de mi sostén por el brazo. Por Dios Hipo, como queman mis adentros con cada beso. Me elevo en la seducción de tú pecho desnudo.

- Estas caliente – me hablo con una voz drogada.

- Es tú culpa – gruñí en jadeos.

Me sonríes en el comentario y de nuevo me aplastas en tus labios. Esto es nuevo, tú lengua explora mi boca, me devoras. Se siente genial, mucho más caliente que quisiera gritar, pero es de esperar que me lo impidas mientras aun exploras. No dejas las manos quietas, correteas cada parte de mí. Me aprietas y me torturas con la lengua.

Finalmente te desases de mi sostén. Me sentía tensa y ahora haces que me sienta peor con tú boca absorbiendo mi pezón endurecido.

- Dios! – grito, sintiéndome caliente.

Podía inhalar el olor de tú cuerpo masculino y sentir la electricidad de tus caricias. Tú sensualidad abrumadora tenía mi completa atención. Finalmente, perdimos el equilibrio y caímos sobre la húmeda tierra. El frio sobre mi espalda fue abrazador, pero lo olvide sintiendo como tú rodilla abre paso dentro de mis piernas. Masajeas mi pecho tras que continúas besándome. Poco a poco te apoderas de cada espacio delicado de mi cuerpo.

- Ah! …Amm… Hi…po – gimoteó tras que el ahora bese y lame mi abdomen.

Yo sostengo su cabello impidiéndole ir más bajo. Los escalofríos placenteros provocaban que mi espalda se retuerza sobre la tierra. Su mechón de cabello eran hileras sudadas que mojaban mis dedos; la sensación liquida era explicita. Te me escapas de los dedos tras que intentas llegar más abajo. Intentas ser posesivo. Pero no te dejo, es insoportable esa escalofrió; ir más abajo seria…

- Aaah! – grito, su lengua llego más abajo.

Mi cabeza se desploma en el suelo, pero no en señal de rendimiento, si no de placer. El jamás había hecho eso, es más, nunca me hablo de curiosear más abajo. Hipo incluso se vio impresionado, su rostro fue de esas que no creían sus propios actos.

[Hipo – PDV]

No puedo creer que haya hecho eso. Eso… fue extraño incluso para mi boca, no se… ni que sabor pude llegar a sentir. Aunque… jadeas frenéticamente Astrid… ¿eso te gusto? Sí, claro que te gusto, tú rostro me lo está reflejando en estos momentos. No puedo negarlo, los quejidos que sueltas me están volviendo loco.

Tus ojos se agrandan según sujeto las bragas y lentamente las deslizo por las piernas. Ahora sí, estas desnuda, bajo mi merced.

[Astrid – PDV]

Me siento avergonzada ¿Por qué? Ya habíamos hecho el amor antes. Ardo por dentro, mis entre piernas arden. Los dedos de mis pies se arrugan con esos malditos hormigueos. Tú cara, es extraño pero… es la primera vez que me miras de esa forma Hipo. Tus ojos verdes brillan en furia, en busca de placer. Esos ojos me matan y hacen que yo quiera devorarte.

Acaricio tú rostro según me miras. Sé que de igual modo estas perdido en mi mirada. Ni siquiera hemos llegado lejos y ambos ya jadeamos en la excitación.

- Quiero que me digas Astrid, que me amas – me murmuras

- Yo…

Me interrumpes con otro beso forzoso.

- Pero en el placer – argumentas según acaricias mi cadera y apartas el flequillo de mi frente.

¿Buscas torturarme? ¿Hacerme pedir por ti, mediante el placer? Suena a que me retas de nuevo Haddock. Estas determinado en querer ganarme. El reto es excitante en mi oído, como el susurró de una serpiente siniestra. Me gusto tu forma de hablar que te mordí la comisura de tus labios. Tus ojos se abren según hice eso. Sé que puedes ver el fuego que arde en mis ojos. Te halo cerca y beso tú cuello, pronto jadeas; me estas dejando saber que también eres débil en aquella parte tras tú oreja.

Es suficiente, no puedo aguantar más, especialmente tú. Te incorporas, te desabrochas y finalmente entras en mí. Clavo mis dedos en tú espalda. ¡Dios Santo!, había olvidado cómo se sentía aquello. Te quejas porque te lastimo con mis uñas, aunque eso parece excitarte. Me estampas una y otra vez, eso ocasiona que mi cuerpo comience a tensarse. ¡Dioses, se siente genial!. Pero algo raro pasa, aprietas tus ojos y aprietas mis caderas según disminuyes. Es demasiado pronto. La intensidad de tú placer era demasiado grande.

- No creo que pueda aguantar más – dices con la voz ronca – Necesitó un minuto para…

Para nada. Tú has provocado en mí este calor infernar y debes apagarlo, si no yo seré quien se vuelva loca. Me incorporo y te empujo al suelo. Sigo deslizándome sobre ti; te es incomodo, por lo que me miras para protestar, pero, no dices nada. Algo en mi expresión te hizo callar. Puede que analizaras el placer que me provocas. Gimoteamos y junto a mí, a prietas los ojos. Tú eres quien se queja mas, pues estas al punto de llegar al límite.

- Oh, Por los Dioses… ¡Para! – agarras mis caderas desesperado de que me detenga

Yo apretó mis manos sobre tus hombros para inclinarme hacia delante. Te estremeciste al sentir mis labios rosar contra tú oreja.

- Te amo – susurro al oído – Te amo… tanto…ah!... te amo…mmm…

El agarre de tus dedos se debilita, pues fui capaz de decirte lo que querías. Eso parece haberte dado fueras, pues pronto tú eres quien me desliza en la tierra. Aprisionas mis brazos contra la tierra y sometes contra mí, controlando el ritmo y la velocidad. Me estas llenando de placer, peor aún, siento que estoy a punto de llegar, cuando levantas una de mis piernas al nivel de tú cintura y aumentas la velocidad. Me torturas hasta que, finalmente jadeo de placer y cierro los ojos con un grito extasiado. Tú ahora no puedes detenerte, sometes contra mí profundamente, con dureza, rapidez y finalmente explotas.

Ambos subimos al cielo, tan alto, que solo podemos ver estrellas. Después, con una exhalación, te desplomas en mi pecho. Tardaste un poco, pero te haces a un lado con el fin de dejarme respirar. Me miras y yo a ti. Desde el ángulo de nuestras cabezas sujetamos las manos, entonces compartimos una sonrisa y otro beso en los labios. Estoy tan feliz, hacerte el amor me hace tan feliz. Me acercó a tú pecho, en donde me recibes con un abrazo. Por fin, pude estar contigo. Sentirte de nuevo mas abrasarte.

- Si quiero – hable soñolienta – Quiero regresar contigo – lo miro, sus ojos brillan junto a una sonrisa.

- Gracias – me aplasta en un abrazo.

¡Grrr!

Ambos nos miramos, ese no fue un gruñido cualquiera.

- Olvide que tenía hambre – se avergonzó.

- No eres el único.

[Hipo – PDV]

Me encanta el aroma del pescado cocido cuando se cocina. Aparte de ello, me encanta más tenerte recostada sobre mí brazo. Te ves cansada y cabeceas frecuentemente ¿Te deje exhausta?. Me imagino que sí, yo también estoy algo cansado.

Me siento bien, vivo, tal como la primera vez que te hice el amor. Esta vez sí que fuiste salvaje; ahora que lo pienso, luego tendré que atender las cortadas que me distes en la espalda con dichas uñas. Dios como me duele ahora que lo recuerdo. Qué más da, estoy contento, no dejare que eso arruiné el momento.

- Aun no puedo creer que hayas vuelto por mi – comentas aplastando tú rostro en mi pecho en melancolía.

- Somos adultos. Pensamos, analizamos, planeamos y luego actuamos. – me miras confusa según digo eso. – Yo analice todo eso, y finalmente tome una decisión. Recuperarte.

Me sonríes, pues te doy una razón para que me aprietes más contra ti. Mis palabras parecen ser de tú agrado.

Cenamos, luego nos encaminamos a un frio baño en el lago. Me doy la espalda y tú lanzas delicadamente agua en mi espalda, estas decidida en limpiar las heridas que me distes. Me relajas con tus fuertes manos que masajean mis hombros. Se siente increíblemente acogedor. Nadas frente de mí para aplastarme en un beso. ¿Estás de nuevo caliente? Sabes que… yo también. De nuevo te hago el amor, lento pero forzado en besos. Dos veces en un día, quién lo diría.

Que delicada es tú piel bajo el agua, tan brillosa y pálida que puedes brillar lo profundó de este lago, aparte de ello, que bien se sienten tus adentros. Me gusta que subas tus piernas sobre mis caderas según entro en ti. Me vuelves loco. Me apasionas.

- Quiero… quedarme contigo – me abrazas según gimes en placer. Yo me detengo y te observo. Hay lagrimas en tus ojos – Quiero quedarme contigo – sollozas – Perdóname por todo lo que te he hecho, Hipo.

Te miro con pena y seco tus lágrimas con una mano libre.

- Ya lo hice.

Según digo esto, te aplasto en mis labios y exploro tú boca. Continúas llorando pero en felicidad. Dichas lágrimas se juntan con nuestra saliva y da un toque salado pero agradable. Claro que te perdono, si no fuera así, no llegaría tan lejos.

Luego de esto, con ropas secas nos vestimos y de manos juntas caminamos fuera de la cala. Te detienes y miras por última vez el lugar.

- Gracias – sonríes

De nuevo tomas mi mano y caminamos. Entonces comprendí, dicho agradecimiento se debía, si no fuera por este lugar, tú y yo, jamás nos hubiéramos conocido.

El sol pronto desaparecería en el horizonte. ¿Las horas pasaron rápido? vaya, no nos dimos cuenta de eso. Aunque, cuándo se hace lo que hicimos, no hay horas que valgan. Te vez muy feliz, no sueltas mi brazo por ningún momento y parece que murmuras una melodía que no conozco. Me hormiguean las mejillas, de nuevo, soy dichoso en tenerte. Al momento te detienes.

- ¿Dónde está todo el mundo? – preguntas, pues no había ni un alma en la plaza.

Entonces me miras en busca de una respuesta.

- Es un secreto – te respondo

[Astrid – PDV]

Siempre estas lleno de sorpresas Haddock, ¿y ahora que me estas ocultando? Tiene que ser bueno, como para que me sonríes gallardamente. Y sin darme una respuesta, sujetas mi brazo y me halas con una expresión divertida.

- Sígueme

Te escucho. Corremos y subimos aquellas escaleras del Gran Salón. Una vez frente a las grandes puertas, me sueltas y tocas la entrada tres veces corridas. No sabía que pensar de tus actos, pero al momento alguien desde adentro del salón responde al llamado, tocando la puerta solo dos veces, ¿Una contraseña?

Sonríes, corres a mi lado y desde mi espalda con tus manos, tapas mis ojos.

- ¿Qué haces? – protesto

- Confía en mí. No veas.

Una vez dude de ti, y fue innecesario. No cometeré el mismo error. Escucho que las puertas se abren, tus manos me impiden ver lo que pasa allí adentro. Poco a poco me haces caminar hacia delante. Escucho murmullos, pisadas y burlonas risas de niños que les sisean para que no se rían. Las puertas se cierran y tú… apartas las manos.

- FELICIDADES! – grito la muchedumbre

- ¿Pero qué es esto? – digo perpleja

- Algo que todos quisimos hacer – comento Valka encaminándose a nuestro lado – Cuando Hipo nos conto su plan de reconciliación, todos quisimos formar parte de ello.

- Así que, hicimos esta gran fiesta – interrumpió Bocón.

- Sabíamos que no te negarías en regresar con Hipo – me sorprendió Patán diciendo esa parte. – Me alegro por los dos.

- Gracias por la ayuda – Hipo estrecho la mano con él.

Estaba perpleja, todo la aldea estaba presente, estrechándonos las manos, contentos de que fuéramos de nuevo una pareja; Bocón incluso casi llora. Había un gran banquete por delante. No solo era nuestra fiesta de conciliación, también celebrábamos la recuperación de la aldea. La ultima casa de Berk fue restaurada luego del ataque de Drago y su ejercitó de dragones.

Brutilda me halo del brazo, no dejaba de interrogarme, ella mas otras chicas querían saber que paso entre nosotros dos ¿cómos nos habíamos reconciliado?. Dios Santo, me puse roja con la pregunta y nerviosa. Entonces, todas ellas, captaron el mensaje y más preguntas fueron lanzadas.

[Hipo – PDV]

Parece que estas en problemas mi querida Astrid. Ahora eres el centro de atención de otras chicas jóvenes. Sí que es difícil, ser un ejempló a seguir.

- Vez, te dije que si era posible – dijo mi madre con su mano en mi hombro – Ella te ama.

- No hay duda de eso – me sonroje.

- Estoy tan orgullosa de ti – me abrazo.

- Sí, pero esto no termina aun aquí – la observe con determinación – ¿Ya le contestes a Bocón el plan?

- Oh, créeme, Bocón esta mas que listo. – aclaro.

Muy bien, eso quiere decir que todas las piezas están en su lugar. Espera un minuto… hay no… yo… yo ahora estoy nervioso. No, no ahora. No puedo ponerme nervioso, eso me dará ataques de hipo. Dioses, no dejen que esto salga mal.

- Oye – sentí la mano de mi madre, que me obligo a voltear a mirarla. – Lo harás bien. Ten fe en ti mismo. Relájate, respira profundo, recuerda y actúa.

Hice todo lo que ella me dijo. Tiene razón, debo recordar. Necesitó recordar porque he llegado tan lejos; esa será mi fuente de inspiración. Comienzo a sentirme preparado. El ambiente, sigue pesado, pero sé que puedo combatirlo. Te miro, estas rodeada de damas y buscas una forma de escapar; eso es gracioso. Me encamino hacia donde estas, al principio a pasos lentos, pero cuando más lo pienso… más rápido quiero llegar a ti. Finalmente alcanzó tú mano. Volteas a mirarme con tus hermosos ojos azules. Me miras confusa. Entonces yo te halo al centro del salón, una vez allí parados te contemplo en silencio.

- ¿Hipo? – me nombras curiosa

Sostengo tus dos manos y me inclino al nivel de tú oído.

- Ahora es mi turno. Yo… te mostrare mi amor por ti – murmure, al final bese su mejilla.

Levanto una mano como señal, pronto Bocón muestra su "flauta de pan" y de ella, surge esta hermosa melodía.

*Por el bailar y el soñar*

(Versión Latino)

Hipo:

Por largo mar navegare
Ahogarme yo no temo
Y soltare la tempestad

Si eres para míí - *Si te casas conmigo*

Ni ardiente sol ni frio atroz
Me harán dejar mi viaje
Si me prometes, tu corazón
Y amarme por la eternidad

Según voy cantado esto, me observas con asombro. Eso me gusto. Diría la segunda estrofa, pero una de tus dedos se paso en mis labios y entonces me dices

Astrid:

Mi buen amor, tan dulce y leal
Me asombras tus palabras

No quiero una empresa audaz

Es bastante si me abrasas

Me quedo perplejo, pero enseguida te mueves a mi entorno para iniciar la danza. Ases que me emocione. Entonces proseguimos

Hipo:

Sortijas de oro te traeré
Poemas te voy a cantar

Te cuidare de todo mal

Si siempre me acompañas

Astrid:

Sortijas de oro para que

Poemas no me importan ya

Tu mano solo sostener

Hipo:

Mejor que eso no hay mas

(Ambos Hipo & Astrid)

Con tus abrazos y tu amor

Por el baile y el soñar

Con pena y alegría igual

Conmigo yo te llevo

Por largo mar navegare
Ahogarme yo no temo
Y soltare la tempestad

Si eres para mííí!

Cantando alegremente el final, ambos rompemos a reírnos llenos de adrenalina. Mi pueblo ríe y aplaude contentos por el suceso, nuestros amigos igual.

- ¿Cómo sabias la letra de la canción? – te pregunto

- Tú madre me la enseño – te miro con asombro – La escuchar cantarla cerca de la estatua de Estoico. Me gusto tanto que me aprendí la letra. Bocón es quien me enseno el baile una vez que se dio cuenta de que me sabía la letra. No puedo creer que tú también la sepas.

- Pues la verdad es que… papá fue el compositor – me sonríes con la noticia.

Cantaste a mi lado, eso me hico muy feliz y me dio agallas para proseguir el tema. Ahora, sé que puedo llegar más lejos, todo… por ti. Te tomo de la cintura y te lleno de un prolongado beso. Chimuelo estaba viendo, se avergonzó que cubriera sus ojos con un ala. Aparte de él, la muchedumbre profundizó la escena con tonos amorosos.

¿Sabes que?, si puedo cantar aquella melodía, sé que puedo llegar a lo próximo. Me sonríes y te avergüenzas de los comentarios románticos de las demás personas. Yo no estoy concentrado en lo que ellos dicen, solo me distraes tú y en lo que quiero decirte.

- Entonces ¿Qué dices, Astrid? – sostengo tus manos, un poco nervioso pero determinado - ¿Quieres casarte conmigo? – me arrodillé y siiiii, finalmente lo dije!

La melodía ya lo decía, pero declararlo directamente es lo que te impacto. Tus ojos se nublan en un mar de llanto, lagrimas caen y te llanas de nerviosismo. Abres los labios pero de ellos solo salen suspiras apresurados de la emoción. No sabes que decirme, estas muy nerviosa. Me rio de tu acto, pero sigo esperando. Suspiras e intentas tranquilizarte. Mientras más me miras, puedo ver qué quieres gritar pues emociones.

De momento, llevas las manos a tú pecho y pareces estar pensando en algo que cambio tú sonrisa a algo serio. De tú bolsillo sacas algo, que me muestras con una sonrisa tímida.

- Creo que olvidas esta parte – me comentas. Eran los anillos. Te miro con sorpresa, pues creí que estaban destruidos – He estado con ellos desde entonces. Pues sabía, que vendrías por ellos – me sonríes y me entregas solo uno de los anillos.

Lo contemplo, vaya, estaban algo quemados. Fue estúpido lanzarlos al fuego. Bueno, yo los cree yo los arreglaré. Te miro, te sonrió y alcanzo tú mano derecha

- ¿Puedo? - no me dices nada, de nuevo estas nerviosa, pero lo tomo como una invitación y coloco en anillo en tú dedo.

El volumen de tú corazón aumente, lo sé, puedo escucharlo. Sigo arrodillado, aun así alcanzas mi mano derecha donde nerviosamente me colocas el anillo. Yo ahora me estremezco en emoción. No puedo evitarlo, me incorporo y aplasto tus labios con los míos.

Todo está saliendo de maravilla. Pero ¿Y tú respuesta? Tendré que preguntarte de nuevo.

- Sé que puedo hacerlo, así que, ¿Qué dices? ¿Te casarías conmigo? Quizás mañana… hoy mismo.

Tus ojos se abren como paltos con lo último. Aprietas mi mano, sudas, vacilas con la mirada y miras al entorno, donde todos esperamos tú respuesta. Finalmente me miras aun nerviosa. Tragas saliva y abres la boca. Por fin, escuchare el fruto de mis esfuerzos…

- Yo *Hicc*

Fin


Gracias por leer ñ_ñ

Jajajajajaja, ahora el final depende de ustedes.