Hola a toditos :33

Sentí que tardé años en actualizar XD El tiempo se me pasa muy lento :v

Debo decirles que me sentí un poco triste porque el capítulo pasado fue uno de los que más me gusto escribir y fue de los menos visitados :C Pero, a fin de cuentas, a mí me gustó y sé que a ustedes también, así que no problem XD

Debo agradecerlos de nuevo por todo su apoyo, por sus reviews, favs y follows. De pronto me llegaron más favs y follows y me emocioné :D jaja Hablando de los reviews... sé que no los contesté, lo siento, anduve metida en facebook y me quedaba ahí viendo imáganes e.e XD Lo lamento, ahorita mismo se los respondo :33

En fin, gracias por todo chicas, no saben lo feliz que soy cuando me escriben un review o veo un nuevo fav/follow o lector, de verdad se los agradezco n.n Y este capítulo viene intenso así que... las dejo leer y escribiré una notita al final n.n

Espero que les agrade tanto como a mí C:


Los ojos, sin hablar, confiesan los secretos del corazón.
—San Jerónimo.

Confesión.

Se frotó el rostro con ambas manos luego de sacudir la cabeza, quería alejar todos esos recuerdos de su mente, pero ya era demasiado tarde. En sus memorias estaba Sakura, Sakura y solo Sakura; y ya no podría sacarla de ahí de nuevo, tenía que resignarse a pensarla todos los días, todo el día, a cada hora, minuto y segundo del día.
Simplemente no dejaría de pensar en ella, nunca.

Decidió salir de su habitación solo para dirigirse al cuarto de baño y refrescarse el rostro, que si no podía dejar de pensar en la pelirosa, al menos tenía que ocultarlo, no iba a aceptar así como así que le gustaba, que le agradaba la idea de que fueran esposos. Quería más, vivir juntos no era suficiente.

—Mierda —musitó con el ceño fruncido y abrió la llave del agua para mojarse la cara.

El tiempo que llevaban ahí juntos era prácticamente nada, ni siquiera un día entero y él ya había caído en los encantos de Sakura Haruno, pero después de todo, ella era su amor de infancia, la única de entre todas las niñas del jardín de la aldea que lo había cautivado; la niña bonita, amable, tierna pero a la vez agresiva, diferente y comprensiva... Esa era Sakura, la que le gustaba.
Así que, ahora, no lograba comprender cómo es que aguantó tanto tiempo reprimiendo ese sentimiento por ella, quince años en los que su mente la bloqueó por completo, quince años en los que no quiso saber absolutamente nada sobre ella; y ahora, de la nada, estaban falsamente casados y medio enamorados.
Qué vueltas da la vida.

Las estruendosas risas provenientes de la cocina lo sacaron de sus pensamientos. Frunció el ceño aún más y apretó la mandíbula, esos dos llevaban ahí dentro más de dos horas platicando, bueno, él esperaba que solo estuvieran platicando; y Sasuke se había visto obligado a encerrarse en la habitación para no escuchar su conversación y sus estúpidas risas que ya comenzaban a irritarlo.
Pero tenía que verle el lado positivo, la risa de Sakura, a pesar de ser demasiado ruidosa, era música para sus oídos. Era un sonido fuerte, dulce y extraño a la vez, le gustaba verla feliz y si ese tipo la estaba haciendo reír, no podía pedir más. Sin embargo, en seguida sus celos —acompañados de tristeza— salieron a flote, porque ahora recordaba que él solo la había hecho llorar ahora que eran adultos, que solo la había lastimado y jamás la había hecho sonreír; ella se reía y sí sonreía frente a él, pero no era él quien lo provocaba, Sakura era muy simple y se reía de cualquier cosa sin que Sasuke lo provocara.

Otro par de risas, menos sonoras que antes, incluso parecían casi risas entre cómplices. Con la manga de la yukata se secó el rostro, se miró en el espejo y descubrió una expresión en él que jamás había notado: su ceño seguía fruncido y sus labios también, pero había un tenue color rojo adornando sus mejillas, como si estuviera celoso por no saber qué pasaba allá afuera, por no saber qué era tan gracioso para esos dos.
Irritado salió del cuarto de baño en dirección a la cocina, no le importaba si aún no terminaban de hablar, no le importaba que no lo quisieran presente en su conversación ni que se burlaran de él por la expresión con la que cargaba; solo quería alejarlo de ella, quería estar a solas con Sakura, su esposa.
Caminó decidido hasta cruzar por la entrada de la cocina y pudo verlos ahí sentados, uno en cada extremo de la mesita en el suelo, bebiendo té y sonriendo como idiotas. Ninguno notó su presencia pues parecían muy entretenidos, eso fue lo que más le molesto.
Se aclaró la garganta para hacerse notar y solo así fue que ambos voltearon a verlo, el pelinegro con una cálida sonrisa y Sakura con una expresión de sorpresa.

—Sasuke-kun —murmuró ella algo sorprendida. Él parecía molesto.

—Son muy ruidosos —les informó caminando a través de la cocina hasta llegar a la alacena. Sacaría un vaso y se tardaría una eternidad en servirse agua, solo quería escuchar un poco de lo que hablaban.

—Tú siempre tan serio, Sasuke —dijo el pelinegro con un tono divertido, Sakura soltó una risita dándole la razón.

—Lo mismo digo —soltó sin mirarlo mientras sostenía el vaso en su mano. En seguida se dio la vuelta para encararlo—. Pero parece que Sakura tiene algo que te hace sonreír más de lo normal, Itachi.

—Ella es divertida, linda y amable, sencilla —le dijo al Uchiha menor—. Me agrada para ti.

—No me digas cosas que ya sé...

—Ne, Sasuke-kun ¿quieres té? —le ofreció con una sonrisa.

—No —movió la cabeza de lado a lado.

— ¿Quieres... café? —volvió a preguntar la pelirosa.

—No.

— ¿Quieres algo de comer? —insistió ella.

—No —negó de nuevo.

—Entonces... ¿qué quieres? —le preguntó en tono amable. Solo quería ser eso, amable, para que Itachi no notara que todo su matrimonio era falso.

—Que te vayas —dijo dirigiéndose al otro pelinegro con seriedad. Era lo único que quería, que se largara y lo dejara estar a solas con Sakura.

— ¡Sa-Sasuke-kun! —Sakura gritó bajito mirándolo con algo de molestia—. Estás siendo grosero...

—No, está bien —la interrumpió Itachi—. Creo que ya es algo tarde y les he quitado tiempo —sonrió cálidamente, él entendía que su pequeño hermano quería estar con su esposa.

—Pero, Itachi-kun... —protestó poniéndose de pie al ver que él se levantaba.

¿Itachi-kun?, pensó Sasuke, ¿desde cuándo lo llamaba así? ¿Por qué lo llamaba así? Y lo más importante, ¿por qué parecía que ella no quería que se fuera?
Algo extraño había pasado entre esos dos mientras el no estuvo presente.

—No te preocupes Sakura-chan —dijo poniéndole suavemente una mano en la cabeza, intentando no despeinarla—. Otro día continuamos con nuestra plática.

Ahh, ¿Sakura-chan? El Uchiha menor pensó de nuevo, ¿Por qué, por qué tenían que hablarse, mirarse y tocarse con tanta confianza? Como si se conocieran de hace tiempo, como si Itachi quisiera robarle a su esposa... Quizás estaba exagerando un poco.

—Sí —la ojijade sonrió y no puedo evitar sonrojarse al sentir la mano del pelinegro darle un par de suaves palmaditas en la cabeza, él era encantador.

—Bien —le devolvió la sonrisa y miró a su hermano—. Luego hablaré contigo, Sasuke —le indicó amablemente. Claro que también quería hablar con él, era su hermano, pero por ahora quería conocer más sobre Sakura.

—Como sea —espetó sin mirarlo y les dio la espalda.

—Entonces, los veré pronto —dijo caminando hacia la puerta de entrada, Sakura lo acompañó hasta allá para despedirlo.

Sasuke soltó un suspiro de alivio y fue entonces que se dio cuenta: estaba alterado, casi como aquella vez cuando eran pequeños. Como si Itachi realmente tuviera malas intenciones con Sakura, él sabía que su hermano era —quizás— la persona más amable y buena de la aldea, que siempre andaba por ahí sonriéndole a todos y platicando con todos, así era Itachi; un buen hermano y ejemplo a seguir. Pero aún así, no pudo evitar sentir un poco de celos hacia él, seguro que si esos dos se hubieran conocido desde antes, serían ellos los que estarían casados.
Escuchó que el shoji se cerraba haciendo un pequeño 'clic' al último, supo que Sakura se acercaba y le gritó a su mente que dejara de pensar estupideces, sacudió rápidamente la cabeza decidido a salir de la cocina y dirigirse a su habitación con la intención de aclarar todo eso que estaba sintiendo, eso que definitivamente no podía ser amor.
A penas salió al pasillo y vio a Sakura frente a él, la miró confundido y cuando ella levantó la mirada se encontró con que lucía realmente hermosa, más que cualquier otro día; o al menos eso era lo que pensaba en esos momentos, internamente maldijo a sus hormonas que actuaban como si fuera un adolescente de quince años.

—Fuiste grosero con tu hermano —repitió señalándolo con descaro.

—Así soy con él —respondió levantando los hombros.

—No deberías, él es muy amable y agradable...

—Y debería aprender a no serlo contigo —soltó sin medir sus palabras. Oh, ahí estaba el Sasuke impulsivo que no pensaba antes de hablar. Hace unas horas le estaba gritando y maldiciendo sin piedad y ahora le salía el lado sobreprotector que, muy en el fondo, tenía.

— ¿A qué te refieres? —preguntó sin entender muy bien. Vale, que en su interior algo le decía que el gran Sasuke Uchiha estaba un poquitín celoso, pero no quería creerlo.

El Uchiha estaba a punto de gritarle que no se volviera acercar a él, que no le preparar té ni le llamara 'Itachi-kun', que ni siquiera lo mirara; porque sí, de verdad estaba celoso, claro que no tenía razones para eso. Pero finalmente recordó que Itachi ni siquiera representaba un obstáculo entre ellos, que aún no estaba muy seguro de lo que comenzaba a sentir por ella y que sí, a pesar de que Itachi no fuera un obstáculo sí que había uno, de piel totalmente blanca y expresión estúpida en el rostro, de nombre Sai. Porque él seguía siendo el novio de Sakura, ambos se querían, amaban o lo que fuera y por lo que sabía, llevaban un buen rato saliendo, así que no podía darse el lujo de parecer el dueño de la pelirosa, porque no lo era ni lo sería.

Su mente estaba tan corroída por los celos y la ira, que se olvidó de que apenas hacía unos minutos, estaba asegurando estar enamorado de Sakura, aceptando que se había enamorado de ella de nuevo, y muy dentro suyo sabía que eso era cierto, pero era un terco.

—Olvídalo —murmuró dándole la espalda, encaminándose a su habitación.

— ¡Deja de pedirme que olvido todo! —le gritó con los ojos cerrados. Comenzaba a cansarse de que Sasuke le pidiera eso, de que le dijera cosas a medias y luego le pidiera que lo olvidara, de que quisiera olvidar todo lo del pasado, hacer como que entre ellos nada hubiese pasado... No quería olvidarlo.

—Y tú deja de ser tan molesta —murmuró cabizbajo. No quería hablarle así, por supuesto que no, pero se tenía que forzar a eso o definitivamente caería ante ella, tenía que mostrarse frío e indiferente con ella; aún tenía una oportunidad de dejar todo bien enterrado en el pasado.

Sakura abrió los ojos sorprendida y pudo ver al pelinegro alejarse para luego adentrarse en el washitsu que ocupaba como habitación para dormir. Una extraña sensación en el corazón la hizo estremecerse, juntó ambas manos sobre su pecho apretando con fuerza, ¿porqué? ¿Por qué querer a Sasuke dolía tanto?


—Así está mejor —dijo una mujer de unos 40 años pero que aparentaba 10 menos. De labios carmín, piel tersa y cabello castaño rojizo en un extraño peinado, con las manos más delicadas del mundo, pensó Karin.

—Gracias —sonrió la peliroja luego de que aquella mujer terminara de cambiarle las vendas. En seguida pensó el poco rato que llevaba ahí y la cantidad de veces que ya había sonreído y agradecido, más que a lo largo de su vida.

—Karin, ¿cierto? —preguntó la castaña y ella asintió sin hablar—. Ya casi es hora de cenar, ¿te gusta el pescado?

La mujer de gafas dio un respingo, al mencionar aquella palabra le fue inevitable pensar en los dos hombres que la habían ayudado. Kisame era todo un pez y eso no le gustaba, es decir, quizás él no era feo, pero simplemente no era su tipo; en cambio, Suigetsu a pesar de tener ciertos rasgos de pez, no llegaba a tal extremo, y él sí que le parecía atractivo, aunque lo que más le gustaba era lo divertido que era y lo mucho que la hacía reír.

— ¿O prefieres carne de cerdo? —inquirió Mei al no escuchar una respuesta.

—Esto... —pensó con timidez, no quería causar más molestias ahí—. Lo que sea está bien —se encogió de hombros. Podía ser agresiva, gritona y un poco mal hablada, pero tenía su lado tímido, como todos.

—Eres una linda chica —le hizo saber la mujer de labios carmín mientras se ponía de pie—. ¿Cenas con nosotros? —dijo señalando la puerta, indicándole que, probablemente, afuera había más gente y que todos comerían juntos. Después de todo, seguía sin saber en qué clase de lugar estaba.

—Eh... Preferiría quedarme aquí, si no les importa.

—Oh, está bien querida —le sonrió con amabilidad—. Pero no puedes cenar tú sola —pensó mirando el techo—. ¿Quieres que yo cene contigo?

— ¿Eh? —la miró confundida.

—Mejor aún, que Suigetsu cene contigo —chilló emocionada. Recordó que cuando entró a la habitación a cambiar las vendas de la chica, la lastimó solo un poco de las costillas y el chico de ojos lila en seguida había gritado que tuviera más cuidado. Si entre ellos no había nada, ella se encargaría de que lo hubiera.

— ¡¿Eh?! —gritó avergonzada. ¿Cómo se le ocurría decir eso? Cenar con Suigetsu a solas sería como... extraño. Y lindo.

—Ya, ya —Mei sonrió casi con perversión—. Más tarde lo envío acá junto con la cena —le informó caminando hacia el shoji para abrirlo y agregó: — Espero que los disfrutes... Ambos —corrigió antes de salir de la habitación.

El rostro de Karin combinó con su cabello, estaba totalmente roja y sentía algo en el pecho, no era dolor, más bien... su corazón latía más rápido, y sus mejillas ardían como si tuviera el sol sobre ellas; ¿por qué se sentía así? Solo era Suigetsu, un chico lindo que —junto con Kisame— la había ayudado, que le había reparado sus gafas y que había pasado un rato ahí con ella platicando, contándole un montón de cosas sin sentido; solo eso, nada especial, no.
Él era lindo en todos los sentidos, pero a penas estaba conociéndolo, no podía gustarle solo porque sí. Aunque había escuchado un par de veces eso del amor a primera vista, pero ella no estaba enamorada ni mucho menos lo amaba o quería, solo estaba ligeramente interesada en él, así como él en ella.

La hora de la cena no tardó en llegar. Pasaban de las siete de la noche cuando Karin escuchó cómo el Shoji se corría para mostrar a un Suigetsu ligeramente irritado, fastidiado, como si realmente no quisiera estar ahí con ella; la peliroja sintió que quizás ya había sido demasiada molestia para él y por eso tenía esa cara casi asqueada.
Él suspiró cansado y se acercó a Karin mostrando una leve sonrisa, en seguida entró una mujer grande y corpulenta, de cabello semi rubio y rostro amable, ella entró y salió dejando algunas bandejas de comida cerca de donde Karin se encontraba, el de dientes afilados le agradeció y le pidió que cerrara el shoji al salir, ella así lo hizo.

—Seguro que tienes hambre —dijo Suigetsu con diversión mientras se sentaba al lado de la peliroja.

—Un poco... —murmuró al ver toda la comida que tenía ahí en frente, era demasiada y lucía deliciosa. Sí tenía hambre, pero estaba acostumbrada a comer poco y no diario cuando estuvo con Orochimaru, así que no era gran problema.

—Mei cocinó esto especialmente para ti —le indicó acercándole un plato con cubitos de pescado frito cubierto con alguna salsa y una ensalada con variedad de verduras al lado.

—¿Mei cocina? —preguntó casi para sí misma. Kisame le había dicho que ella era la encargada de varias cosas en la aldea, que trabajaban en el hospital, haciendo papeleo para el Hokage y ahora sabía que también cocinaba—. Gracias —dijo tomando el platillo con delicadeza, tenía manos torpes y no quería tirar nada.

Suigetsu la miró detenidamente mientras se llevaba un cubito de pescado a los labios para luego masticarlo, la cara que ella puso fue simplemente magnífica, encantadora, sus labios formaron una enorme sonrisa y sus ojos brillaron con alegría, él se acercó más a la chica apenas rozando sus rodillas; Karin volteó a mirarlo aún con esa sonrisa adornando su rostro.

—Esto... sabe exquisito —dijo al terminar el bocado, y es que era cierto, era la cosa más deliciosa que había probado en su vida. Es decir, realmente no comía mucho y comía casi cualquier cosa, desde un pedacito de carne hasta una manzana o cosas sencillas, pero esto estaba hecho con las manos de los dioses—. Hasta es placentero comerlo —rió por lo bajo.

— ¿De verdad? —la miró sorprendido, ¿tan delicioso estaba? Ahora se sentía orgulloso de haber tomado esas ridículas clases de cocina con la mandona de Mei, así que, ella no había cocinado absolutamente nada, un par de cocineras del lugar se habían encargado de eso y Suigetsu les había pedido que lo dejaran preparar un platillo, el de Karin—. Me alegro de que te haya gustado —le sonrió mostrando sus filosos dientes.

—Sí, luego se lo agradeceré...

— ¡No! —la interrumpió agitando nerviosamente las manos—. Bueno... a Mei no le gustan los halagos... —devió la mirada rascándose la nuca. Es que Mei no sabía sobre eso y si se enteraba de que le había cocinado, no dejaría de molestarlo con eso.

—Qué extraño —murmuró mirando el techo pensativa—. ¿Puedes agradecerle por mí?

—Ah... sí. Yo lo haré —sonrió nervioso—. Ahora come.

—No me digas qué hacer —lo miró desafiante—. Tú también come —le indicó señalando los demás platos con comida.

—Tampoco me digas qué hacer —se acercó a su rostro frunciendo el ceño con diversión.

Ambos se miraron como si realmente estuviesen enojados pero finalmente apartaron la mirada luego de que notaron lo cerca que estaban uno del otro, en seguida un sonrojo se hizo presente en sus mejillas y Karin se dedicó a comer casi con desespero todo lo que se encontraba en su plato; por su parte, Suigetsu tomó uno de los platos solo para distraerse mientras comía, la miró de reojo y la sorprendió con aquella expresión de antes. Sonrió de lado y pensó, que las mujeres de Konoha no eran solo interesantes, también eran muy lindas.


Caminó cautelosamente a través de las calles de la aldea, miró hacia todos lados procurando que nadie notara su presencia, que nadie viera hacia dónde se dirigía. Ya en el centro de Konoha, caminó solo un par de cuadras más para llegar a la florería de los Yamanaka, ahí estaba Ino esperándolo quizás impaciente porque él —como siempre— iba tarde a su cita, pero no podía evitarlo, sus padres siempre lo llenaban de preguntas y consejos antes de salir. Suspiró cuando llegó a la entrada trasera del lugar y tocó cinco veces con un ritmo en particular tal y como lo habían acordado, casi de inmediato la rubia apareció y abrió solo un poco la puertecilla, sacó un brazo y él sintió cómo lo jalaban hacia adentro; la puerta se cerró en silencio, pudo notar que el lugar estaba completamente oscuro y en seguida el olor de todas las flores inundaron su nariz.

—Llegas tarde —lo reprendió Ino cruzándose de brazos.

—Lo lamento —se rascó la mejilla mostrando su usual sonrisa—. Mamá no dejaba de preguntarme cosas...

—Bien —suspiró cansada—. Hinata está ahí dentro —le señaló una puertecilla cerca de ellos—. Yo estaré afuera con Shikamaru, te avisaré cualquier cosa, ¿de acuerdo?

— ¡De acuerdo! —gritó bajito agitando los brazos en el aire, estaba feliz, muy feliz.

— ¡No hagas ruido, idiota! —volvió a regañarlo—. Como sea, disfruta tu estadía, Naruto. —sonrió alegremente mientras salía de lo que era la bodega donde guardaban cientos de flores de diferentes tipos.

El rubio vio a su amiga desaparecer tras la puerta y entonces caminó hacia aquella otra puerta tras la cual estaba su adorada Hinata. Tomó todo el aire que sus pulmones le permitieron y abrió la puerta con cuidado, ahí, pudo ver a la joven y bonita Hyuga sentada en lo que parecía ser un pequeño banco, las luces estaban apagadas y el pequeño cuarto era solo alumbrado por la luz de la luna que se asomaba por una ventanita que había allí. Cerró la puerta con el mismo cuidado y se acercó a ella para sentarse a su lado, Hinata lo miró con una pequeña sonrisa en el rostro.

—Ansiaba mucho verte —dijo él tomándole las manos con delicadeza.

—Y yo a ti, Naruto-kun —sus ojos brillaban al verlo, hoy especialmente lucía más atractivo de lo normal.

— ¿No crees —comenzó luego de soltar una suave risita—...que es demasiado romántico vernos a escondidas? —preguntó y la de ojos aperlados dio un respingo ante tal comentario.

—Esto... sí —dijo nerviosa y soltó una de sus manos de las de Naruto para acercarla a su mejilla, la acarició delicadamente sintiendo la suave piel de su novio—. Pero es lindo.

—Lo sé, lo sé —volvió a sonreír, bueno, que estando con Hinata no podía dejar de hacerlo. Ella lo hacía realmente feliz, más feliz que cualquier cosa, es más, ponía a Hinata por sobre el ramen, eso era amor de verdad.

Naruto se acercó lentamente al rostro de la chica y la tomó de la mejilla con cariño, ladeó un poco la cabeza para luego alcanzar los aterciopelados labios de la mujer de cabellera azul, ambos cerraron los ojos dándole inicio a un lento pero a la vez fogoso beso. Uno de esos que pocas veces se daban en sus encuentros, de esos especiales, de cuando besas y besas y ni siquiera la falta de aire es motivo para separarte, esos besos que siguen hasta que sus labios terminan hinchados.
Sus lenguas no participaban mucho en el encuentro, eran solo sus labios y un par de mordidas provenientes de la Hyuga, pequeñas mordidas que sorprendían a Naruto pero que de todas formas le agradaba, porque no era un beso salvaje ni tampoco inocente, era solo un beso simple, dulce y a la vez amargo, suave y también fuerte. Uno lleno de cariño, uno en el que se aferraban al otro.

Naruto tomó a Hinata del rostro con ambas manos para concluir con el beso y depositarle un par más sobre los labios y luego en la frente, la luz de la luna bastó para notar el leve sonrojo que su chica tenía en las mejillas, ella apartó la mirada pero el rubio la detuvo tomándola de la mano.

—Eh... Hinata, tengo que decirte algo, a-algo muy importante —sentenció el joven Uzumaki sin mirarla, había ensayado mil veces en su casa pero decírselo de frente era muy diferente.

— ¿Qué pasa Naruto-kun? —preguntó algo sorprendida por el tono de voz del chico, hasta parecía nervioso o asustado.

—Bueno... tú sabes, llevamos mucho tiempo saliendo juntos ¿no? —sonrió recordando todo lo que habían tenido que pasar hasta ahora, siempre era esconderse de los demás y ocultar el amor que sentían el uno por el otro, pero valía la pena.

—Sí —contestó igual sonriendo.

—Creo que... que es hora de que terminemos esto —murmuró volteando a verla fijamente.

Hinata sintió que el corazón se le detenía, un hueco comenzó a crecer en su pecho e instintivamente se zafó del agarre de Naruto, ¿la estaba terminando? Después de todo lo que habían tenido que pasar, después de años sintiéndose atraídos, después de compartir tantos momentos juntos...

— ¡No-no, no llores! —gritó el rubio asustado al ver a la ojiperla comenzar a llorar a mares—. ¡Yo, Hinata...! ¡Ahh! —gritó irritado mientras rebuscaba en su yukata—. Me refería a esto —dijo mostrándole un cajita que contenía el más lindo anillo jamás antes visto. El rubio pensaba que era simple, pues no tenía mucho dinero y compró lo mejor que pudo, pero a los ojos de Hinata, era totalmente hermoso; las lágrimas siguieron corriendo por sus mejillas, se sentía confundida, con miedo y también alegre.

—Naru... Naruto-kun..

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—Lo siento —sonrió arrepentido de haber dicho lo anterior—. Quise decir que... terminemos con esto y comencemos algo más —murmuró sacando el anillo de la cajita y tomando de nuevo la blanca mano de la chica para colocarle la sortija en el anular con suma delicadeza—. Ya sabes, casémonos.

La joven de ojos perla sintió aquel hueco rellenarse hasta desbordarse, la felicidad no le cabía en su pequeño cuerpo. No podía creerlo, era un sueño, el mejor sueño de todos, ahí en frente tenía a Naruto, el hombre que más amaba en la vida, pidiéndole matrimonio. Lo miró y luego al anillo en su mano, ese momento era de verdad especial, y pensar que creyó que estaban terminando cuando en realidad era todo lo contrario, formalizarían su relación. Se casarían.

—Sé que no es el mejor lugar para pedírtelo —hizo una mueca de desagrado. No estaba muy seguro de hacerlo ahí pero ya no soportaba más, quería estar junto a ella por siempre, sin ocultarse de los demás, demostrando frente a todos el amor que tenían.

—No... no vuelvas a asustarme así, tonto —chilló abrazándolo con fuerza por el cuello sin dejar de llorar, pero esta vez eran lágrimas de felicidad.

—Lo lamento —se disculpó de nuevo mientras la rodeaba por la cintura con sus fuertes brazos—. Entonces... ¿qué dices? —preguntó aún nervioso aunque ya se esperaba la respuesta.

— ¡Sí, sí...! —dijo Hinata con seguridad lanzándose sobre el rubio y tirándolo sobre la alfombra cayendo sobre él—. Te amo Naruto, te amo demasiado.

—También te amo, Hinata —la apretó hundiendo su rostro en el hombro de la chica. Una lágrima escurrió por su mejilla, por fin estarían juntos.


La pelirosa se miró en el espejo por tercera vez, seguía estando roja cual tomate y no entendía por qué. Llevaba al menos diez minutos en el baño del lugar sin parar de agitar sus manos con la intención de que dejaran de sudar, se refrescaba con agua el cuello y un poco el rostro, ¿por qué se sentía así de acalorada? Así de nerviosa y asustada, y aún así, le agradaba la situación en la que se encontraba, quizás eso era lo peor de todo: que aún sabiendo que eso estaba al, le gustaba.
Agradeció siempre seguir el consejo de su madre acerca de cargar un abanico pequeño en la yukata, lo sacó con agilidad y se abanicó un par de veces repitiéndose —mentalmente— que debía tranquilizarse y que nada pasaría, solo era una simple cena después de todo.

Cuando se acomodó un par de mechones de cabello, recordó la bonita caricia que el hermano mayor del hombre con quien estaba casada, le había dado, sintió la calidez como si él fuera su hermano y no de Sasuke. Ya habían pasado cuatro días desde que habían recibido la visita de Itachi, era una persona agradable y amable, mejor dicho, era todo lo contrario a Sasuke, y eso le había gustado a Sakura. En fin, que desde aquel día, Sasuke no había parado de refunfuñar a todas horas y tenía un humor terrible, lo escuchaba maldecir por cualquier cosa y casi no se encontraba con él durante todo el día, porque Sasuke se la pasaba en el jardín de la casa o salía por ahí con Naruto; si hasta sentía que lo extrañaba, porque había estado muy distante, y este día, de la nada, se había portado diferente con ella. Por la mañana le dio los buenos días, él preparó una parte del desayuno y había dicho salir al centro de la aldea a comprar víveres para el hogar, como un buen esposo, Sakura se sintió sorprendida pero lo dejó pasar, pensó que así era mejor y que le gustaba más el Sasuke que de vez en cuando era amable con ella.

Ambos habían hecho un poco de ligera limpieza en el hogar y recordó haberlo atrapado mientras él la miraba con discreción, ese detalle le había parecido encantador.

El sonido de la puerta del baño abriéndose la trajo a la realidad, una mujer joven entraba a lavarse las manos con delicadeza, la pelirosa respiró profundo y guardó el abanico que aún sostenía con una mano, se volvió a enjuagar las manos lentamente, tomó bastante aire y luego se decidió a salir del baño y regresar a su lugar en el restaurante.

Caminó a través del lugar con elegancia hasta llegar al pequeño cubículo privado que Sasuke había pedido para los dos, se sentía un poco como en aquella cita cuando bebieron sake y él la acompañó hasta su casa, ahora no sabía por qué estaban ahí, pero agradecía que fuera un restaurante tan bonito y lujoso, se moría de hambre y seguro que ahí la comida era deliciosa.
Corrió la cortinilla para entrar y la cerró tras de sí, vio a Sasuke que también estaba mirándola y caminó en el pequeño espacio hasta sentarse en la alfombra quedando del otro lado de la mesita pero frente a él.
Observó la mesita y se dio cuenta de que había una pequeña botella con sake y esos recipientes donde lo beberían, ¿por qué Sasuke quería beber? Ella tenía hambre, no sed.

—Pedí por ti —dijo el pelinegro alegando que ella había tardado demasiado en el baño—. Espero que no te moleste.

—Ah... no, está bien, gracias —contestó confundida, la voz de Sasuke lucía relajada al igual que su mirada y todo su cuerpo.

Aún se preguntaba por qué había aceptado salir con él, la gente los veía y sabían que eran esposos, porque toda Konoha —y otras aldeas— se habían enterado del matrimonio del Uchiha. Sakura se sentía un tanto incómoda, porque sabía que todo era una farsa, por otro lado, no podía creer que todos pensaran que de verdad eran esposos, nadie sabía que en realidad era un matrimonio arreglado por ellos mismos.
Recordó las veces que se negó cuando Sasuke le dijo que irían a cenar fuera, no le pidió ni le ofreció nada, solo se le plantó en frente diciéndole que se arreglara porque saldrían a cenar a uno de esos restaurantes que a ella tanto le gustaban; ella había negado de inmediato, pero su infantil mente le había dicho que aceptara pues Sasuke tenía el dinero suficiente para llevarla a cualquier restaurante que ella le pidiera, así que terminó accediendo.

El sonido de unos pasos acercándose la sacó de sus pensamientos, la grande tela se abrió y apareció una mujer bastante atractiva cargando tres bandejas de plata: una en cada mano y otra en la cabeza. Sakura se sorprendió al notar el enorme equilibrio que esa mujer tenía, acercó unos platos a ella y otros tantos a Sasuke, la pelirosa pudo notar cuando aquella mujer de hermoso cabello naranja y kimono con escote bastante pronunciado le sonrió sensual y discretamente a Sasuke, él solo le sostuvo la mirada agradeciendo y ella salió del lugar cerrando la cortina para dejarlos de nuevo a solas.

— ¿La conoces? —preguntó mirando la cantidad de comida que había frente a ellos.

—No —contestó sin entender por qué lo preguntaba.

—Es linda —dijo con la intención de que él lo aceptara y así lo hizo.

—Sí, pero es demasiado llamativa para mi gusto —le dijo agregando que con el escote que esa mujer llevaba, podía verle todo. Sakura frunció el ceño un poco molesta y él agregó: — Además, soy un hombre casado —soltó con una pequeña sonrisa de lado.

Sakura sintió una punzada en el pecho y no tardó mucho en darse cuenta que de nuevo estaba sonrojada. ¿Por qué él decía esa clase de cosas? Cómo si en realidad estuvieran casados, como si eso les importara.

—Qué gracioso —soltó con sarcasmo.

Ambos callaron y la pelirosa decidió que era hora de devorar todo lo que tenía en la mesa y que tenía un aspecto exquisito. Comenzó comiendo una sopa de berros junto con un panecillo caliente, cambió de plato para esta vez comer algo que parecía carne rellena de verduras y otras cosas; comió como si de eso dependiera su vida, masticó y tragó todo lo que yacía en su plato, tuvo que servirse un poco de sake para pasar todo lo que aún sentía en su garganta. Tomó otro plato que era una ensalada ligera con pequeñas porciones de pollo, a penas probó un par de bocados cuando se dio cuenta de que Sasuke ni siquiera había tocado la comida, ¿acaso se sentía mal?

— ¿Estás bien? —preguntó de pronto dejando la comida de lado.

—Sí —dijo apretando los ojos como si así pudiera dejar de pensar en ella y en todo eso.

— ¿Seguro? —insistió—. Es que no has comido na...

—Oye —la interrumpió de repente—. La otra vez… me comporté como un idiota —dijo sin mirarla.

— ¿De qué hablas?

—Sobre todo eso que te dije, cuando querías irte de la casa —suspiró casi nervioso—. Como sea, lo siento.

El pelinegro tomó los palillos y se llevó lo primero que encontró a la boca, lo había dicho, le había pedido disculpas por eso, pero entonces ¿por qué no se sentía mejor? ¿Por qué no sentía un peso menos sobre sus hombros?
Vale, que sí sabía por qué no se sentía mejor, pero quería ignorar eso, quería hacerse creer que ahora ya estaba todo arreglado, aunque en el fondo sabía que no era así; y podía ser muy frío, serio y directo, pero declarar aquello no era nada fácil para él.

—E-está bien —habló Sakura todavía esperando que él dijera otra cosa.

Pero no, Sasuke continuó comiendo y bebiendo solo un poco de sake al igual que ella y no volvió a decir más.
La ojijade también siguió degustando la comida, aunque después de esa mini charla incómoda —al menos para ella— la comida no le supo tan deliciosa como antes. El pastelillo de fresa que había como postre, ya no parecía tan atrayente como cuando lo habían llevado ahí, de todas formas, Sakura cortó un pedazo de la tarta para colocarla en un plato de cerámica blanca, utilizó un tenedor y comenzó a comerlo recargando su rostro sobre su otra mano desocupada; intentó mirar a Sasuke intentando descifrar qué es lo que tenía, pero descubrió que él era quien la estaba mirando con una expresión extraña en el rostro, esa que la gente pone cuando por fin se encuentra con alguien que no ha visto en años. Una mirada nostálgica, como si la extrañara.

Corrió la mirada hacia su plato que seguía repleto del pastel, tenía que distraerse de ese ambiente pesado que de pronto se había generado entre ellos, así que siguió comiendo de la tarta de fresas notando el sabor específico de cada ingrediente en su paladar; tenía que aceptar que estaba delicioso al igual que toda la comida en ese restaurante y seguro que Sasuke pagaría una fortuna por toda la comida que había pedido.

Cuando comenzaba a pensar en lo mucho que extrañaba vivir en su clan y en que nunca pudo hablar con Keita, su primo, sobre lo ocurrido aquella vez, escuchó su nombre ser pronunciado por esa voz varonil que le encantaba.

—Sakura —murmuró él con voz seria y la miró con determinación.

— ¿Um? —también lo miró pero confundida, parecía que de nuevo quería hablar como antes.

—Ya sabes que soy alguien de pocas palabras —le hizo saber y ella asintió—, así que... seré directo.

— ¿Eh? Dime...

—Me gustas —confesó hablando en serio.

La pelirosa sintió que su corazón le explotaba de tan rápido que latía, ¿escuchó bien o su mente le estaba jugando mal otra vez? Sasuke acababa de decirle que le gustaba, ¿verdad? ¿Era en serio?

—No juegues con eso —le pidió frunciendo el ceño—. ¡Todo lo que me dijiste aquella vez...!

—Te dije que lo siento —dijo levantando un poco la voz.

—Yo te confesé que pensaba en ti y hasta dejé de pensar en Sai y tú... ¡Tú dijiste cosas horribles sobre 'lo nuestro'!

—Y ahora te digo que me gustas. —sentenció—. Mierda, Sakura, siempre me gustaste, incluso nos besamos cuando pequeños ¿recuerdas? Deja de joder con el pasado y dime que te gusto.

— ¡Ya te había dicho que me gustas, idiota! —chilló apretando los ojos.

—Oi, Sakura... No solo me gustas, supongo que... estoy enamorado de ti —dijo levantando los hombros como si no fuera su culpa que estuviera enamorado. Pero era cierto, él sin quererlo se había enamorado de nuevo y de la misma chica, estando con ella no pudo soportar enterrar por más tiempo sus sentimientos. Tuvo que decírselo porque así era, porque simplemente, Sasuke Uchiha estaba enamorada de ella, la mujer de hermosos ojos esmeralda y extraño cabello rosado, de labios finos y llamativos, de piel perfecta y voz encantadora; había tardado demasiado en aceptarlo, y había sido terco con sus sentimientos pero, realmente estaba enamorado de Sakura.

— ¿E-Enamorado? —susurró no queriendo entender la situación—. Yo... —pensó. Sasuke le gustaba, muchísimo, desde que se habían reencontrado en la florería no había dejado de pensar en él. Las noches las pasaba en vela por su culpa, se imaginaba mil y un escenas con él estando juntos o yendo de nuevo al jardín de la aldea... De verdad había olvidado casi por completo a Sai y, aunque le dolía, le gustaba más eso que sentía cuando estaba cerca de Sasuke—. Sasuke... yo... —murmuró, el labio inferior le temblaba y lágrimas amenazaban con salir de sus verdes orbes para rodar por sus mejillas. Con ambas manos se cubrió el rostro resignándose a todo—. También... ¡yo también estoy enamorada de ti!

Y el Uchiha sintió que una pequeña parte de su frío y duro corazón, comenzaba a derretirse, a ablandarse; pensó, que sus latidos ahora tenían sentido.

Entonces... ¿qué vamos a hacer ahora?, se preguntó Sasuke con miedo.


Entonces... las cosas se pusieron intensas :DD

Primero, Karin y Suigetsu son un amor, hasta quiero hac on oneshot sobre ellos *-* XD

Luego, el momento NaruHina quizás fue muy breve pero quería mostrarles que también van progresando en su relación :33

Y... NUESTROS TORTOLITOS FINALMENTE LO HAN ACEPTADO. Esa parte de la confesión me cstó trabajo porque no quería poner a un Sasuke cursi pero tampoco completamente frío, creo que él va directo al grano y así lo hizo con Sakura, el problema es, ¿qué va a pasar con Sai?

Las engañé con el invitado, muchas creyeron que era Sai, pero nah, el cuñado tenía que aparecer 7u7 Y provocar un poco de celos a Sasuki :v

¿Les gustó, no les gustó ? Háganmelo saber :D Ya saben que me pueden dejar un review o mandar un mensajin, ehh... sí los respondo aunque me tarde XD Ya es algo tarde y ando viendo unos animes 7u7 jaja Así que las dejo chicas, muchas gracias por haber leído :3 Rrealmente las aprecio demasiado.

Les deseo una bonita mitad de semana y sigamos la fiesta porque somos CANNON :D

Linda noche, pásenla bonito, noss leemos la próxima semana n.n

PD: Lamento si hay algún error o falta ortográfica, editar el texto con todas las luces apagas no es sano para mis ojos y no sé ni qué escribo XD