Sakura Card Captors fue creado por las CLAMP, yo solo me divierto creando historias alternas…

Hola a todos los fieles lectores de Sakura Card Captors, después de darle mucho tiempo vueltas a esta idea decidí escribir este fic inspirado en el dorama coreano (Goong, Educando a la princesa) lo he adaptado completamente así que será algo diferente pero se conservará la esencia de los personajes creados por las CLAMP. Espero les guste y puedan darle una oportunidad. Sin más les dejo…


Capítulo #1: Llegó su majestad.

POV. Sakura Kinomoto

¡Oh no!- fue el grito desesperado que solté cuando vi el despertador. Corrí hacia el ropero de mi habitación donde mi bien planchado uniforme se encontraba listo para ponerse. Me acerqué al espejo para peinarme el pelo corto castaño y liso rápidamente y además mirar con profunda examinación mis brillantes ojos verdes algo ojerosos el día de hoy. Una vez terminé con lo básico puse mi mochila al hombro y salí de mi habitación hacia la cocina.

Bajando el último escalón pude sentir el olor a pancakes recién hechos y al asomarme pude observar la mesa puesta y mi padre frente a ella mirando nostálgicamente la foto de mi madre. Mi madre, Nadeshiko Amamiya, había muerto de cáncer pulmonar hace poco más de dos años. Para mi padre fue un golpe duro, sus sonrisas no son como lo eran antes no tenían ese brillo que lo caracterizaba sin embargo, aun en medio de su tristeza se había empeñado en sacarnos adelante a mí y a mi hermano.

-¡Buenos días, papá!- dije enérgicamente sacándolo de su letargo. Volteó había a mí con una sonrisa encantadora.

-¿dormiste bien pequeña?

-como una roca- contesté con el primer pedazo de pancake en la boca.

-no te vayas a atragantar.

-lo siento- me justifiqué mientras golpeaba mi pecho para que pasara la comida y me bebía el vaso de fresco de un solo trago- ya voy tarde.

-¿no necesitas que te lleve?

-no, me iré patinando- le sonreí y le mandé un beso- Nos vemos luego…

Vi que salió a la puerta y me despedía sutilmente con la mano. Fijé mi vista en el camino para evitar caerme y dejé que el aire espantara los mechones que se salían de mi peinado. La razón por la que se me había hecho tarde fue por un pequeño motivo guardado en mi mochila. Al parecer habría una cena importante hoy en la casa y mi hermano, Touya Kinomoto, que se encuentra estudiando medicina en la universidad de Tokyo había invitado a su mejor amigo, Yukito Tsukishiro, mi verdadero y único amor a la cena, por lo tanto hoy sería el día. Le confesaría mis sentimientos.

Sabía que era apenas una puberta, más bien iniciando mi adolescencia, apenas tengo 18 y Yukito es siete años mayor, no es una diferencia abismal pero si es significativa y este año yo saldría apenas de la preparatoria y Yukito próximo tendría su carrera hecha, pero eso no me importaba porque yo estaba muy enamorada y quizá, solo quizá él lo estuviera de mí.

Logré llegar a clases a tiempo, mi mejor amiga, Tomoyo Daidouji, una hermosa chica de pelo negro azabche largo y ondulado, piel pálida y ojos amatistas, volteó hacia mí con una sonrisa al ver que pude hacerlo. Verán… siempre llego tarde motivo por el cual me he ganado los regaños de una maestra, una sola maestra, Akiko Kimura, de matemáticas y justamente la persona con quien tendría la primera hora.

-Saquen una hoja- anunció cuando hubo entrado. Nos miró a todos con gesto serio- tendremos una prueba sorpresa.


No supe en que momento me había quedado dormida, en realidad nadie sabe en qué momento empieza a divagar en el sueño solo supe que estaba dormida en el momento que algo pesado cayó en la madera de mi escritorio.

Abrí de sopetón mis ojos para encontrar frente a mí el libro álgebra de Baldor en todo su esplendor y al ver a los lados a mis compañeros todos me miraban aterrorizados. Tragué duro y levanté la vista hacia enfrente donde, una muy disgustada maestra se plantó con los brazos cruzados. La oí dar una exasperada risa irónica.

-Kinomoto, Kinomoto… ¡debí suponerlo! ¿No le da vergüenza? ¡Sus ronquidos se escuchaban por todo el salón!- bajé de nuevo la vista apenada- siempre tiene que ser algo, sino llega tarde, se duerme en clases ¡ah! Ya estoy agotando los castigos con usted… -pareció pensar cuidadosamente- Después de clase se reporta con el conserje ¡hoy pulirá el piso del gimnasio!

Me senté con Tomoyo bajó un árbol de cerezo en el patio de la escuela. Sacamos nuestros almuerzos mientras unas flores caían del árbol. El olor de mi bento me dijo lo que había preparado mi padre… ¡Camarones Fritos! ¡Que rico! Tomoyo me quedó viendo de una manera extraña para luego mostrarme una deslumbrante sonrisa.

-Sakura, he notado que pese al tremendo castigo que te han puesto aun sigues animada. Sonreí de manera conciliadora mientras llevaba un camarón a la boca.

-Un buen alimento siempre alivia los pesares- luego suspiré con cansancio- ¡no sé cómo haré! ¿Has visto el gimnasio? ¡Es enorme!

-podría ayudarte…

-Tomoyo desecha esa idea, no quiero meterte en problemas.

Un acumulo de gente a la entrada del colegio nos alertó. Muchas chicas brincaban emocionadas con pancartas al aire y vi a la directora y otros profesores dirigirse a la entrada. Un enorme coche negro se parqueó en la entrada y solo pude observar como alguien de pelo castaño bajaba de este. Nos levantamos para dirigirnos al lugar pero entre tanta gente no pudimos pasar. Tomoyo me tomó de la mano y me guio fuera de ese desastre, en seguida topamos con una de nuestras amigas, Naoko Yanagisawa. Era la muchacha más inteligente del salón y al parecer llevaba parada ahí hace mucho tiempo.

-oye Naoko…-pregunté- ¿sabes por qué el alboroto?

-¿acaso no lo saben ustedes?- negamos con la cabeza- es que hoy llegaba un personaje importante al colegio.

-¿personaje importante? ¿Quién?

-nada más ni nada menos que el príncipe y único heredero al trono de China, Syaoran Lí.

-¿un príncipe, aquí?- dijo Tomoyo alarmada- ¿y eso por qué?

Naoko se encogió de hombros indiferente mientras buscaba un lugar donde sentarse- quien sabe…- respondió al cabo de un rato- pero es bueno para nuestra escuela, eso nos dará algo de realce, será mejor para nuestras solicitudes a universidades- Ambas asentimos.

-¡Guau!- logré exclamar yo después de un momento- es sorprendente que, aun después de todos los cambios en la era e incluso la globalización siga habiendo monarquía y en especial en China.

-eso nos demuestra la poca atención que le pones a historia.

Me sonrojé frente a lo dicho por Naoko y ambas se rieron por ello. No sería la alumna más aplicada o la que estudiara contra viento y marea, pero de todas formas si era muy cumplida y nunca y cuando digo nunca es nunca faltaba a clases a menos que la ocasión fuera sumamente justificada, luego de que calmaran las risas y ya habiéndose aclarado el porqué de la algarabía que rodeaba al colegio, pudimos terminar el descanso con una conversación más amena.


-¡sabía que así te encontraría!- el grito me desconcertó tanto que me fui hacia atrás enredándome en la cubeta de agua que tenía a mi lado y desparramando el agua por todo el piso. Levanté mi vista hasta posarla con el lente de la cámara de Tomoyo. Eso me sobresaltó un poco más.

-¿Tomoyo que haces?

-pues que crees- dijo con una sonrisa mientras se apartaba la cámara para verme con una actitud soñadora y maravillada. Sus ojos, preciosas gemas amatistas, brillaban como nunca antes lo habían hecho- grabo tu hermoso rostro sonriente mientras duermes de pie apoyada en el lampazo ¡ah! Es algo que no debía faltar en mi videoteca.

Me sonrojé pero aun así no pude evitar preguntar- ¿estaba dormida?

Ella solo asintió mientras miraba todo el gimnasio.

-esto es un gran desastre- afirmó.

-y yo tengo que limpiarlo- suspiré para luego inyectarme de incontable energía- ¡Manos a la obra!

Luego de una hora ya había terminado. Pulí el piso, limpié las bancas, saqué la basura, limpié y metí en el cesto cada uno de los 35 balones de baloncesto y ahora, lo único que me faltaba para poder irme a casa y alistarme para hoy era guardar los utensilios de limpieza. Solo me di la vuelta cinco segundos y, cuando volví, el gimnasio de nuevo estaba hecho un desastre, en realidad no tanto pero la verdad era que muchos de los balones que anteriormente había guardado se encontraban regados en el piso y junto al cesto de ellos un joven de cabello castaño, piel blanquecina, alto y delgado, vestido en un elegante traje gris y con relucientes zapatillas negras los agarraba, los probaba con la mano y luego los tiraba. La sangre se me subió a la cabeza.

-disculpe- dije un poco fuerte y el volteó a verme con sus indiferentes ojos ámbar de manera seria- ¿Qué crees que haces?

Botó el último balón al suelo y se irguió completo hacia a mí.

-¡Oh! Ahí estas- su tono era despectivo- te encargo que le digas al entrenador que compre mejores balones, si voy a convivir en este colegio el resto del año por lo menos se esperaría que tuvieran algo decente- me enfurecí aun mas, incluso empecé a ver chispas, antes que pudiera decir algo más, se volteó hacia la puerta y empezó a caminar.

Me iba a dejar con este desorden a mi sola.

-¡Hey!- grité. Detuvo sus pasos pero en ningún momento me encaró- ¿piensas dejarme este desorden que tu provocaste?

-para eso te pagan ¿no?- contestó con simpleza y siguió caminando.

En ese momento la rabia me cegó. No fui consciente de lo que estaba haciendo hasta que le pegué con el balón más duro que encontré en la espalda. Se detuvo abruptamente y volteó a verme con furia. En su mano tenía el balón que yo, anteriormente había lanzado.

-¿Qué es lo que acabas de hacer?- su tono era espeluznante.

-¿tú que crees?- pregunté altiva.

Sonrió cínico y me devolvió el balón con fuerza enorme directo al estómago, me sacó el aire. Quise soltar lágrimas de enfado pero lo quedé viendo con la cabeza en alto y enojo.

-que ni se te ocurra volver a hacerlo, respeta a tus superiores -sentenció. Luego de eso salió del gimnasio dejándome con el desorden que el mismo había causado.


N/A: espero les haya gustado y merezca algún review. Cualquier sugerencia a comentario por favor háganlo llegar, todo es bienvenido.

Hasta la próxima actualización…