Los personajes no me pertenecen. Esta historia nació para fines de entretenimiento y no busco lucrar con ella.


Excepción a la regla


Teóricamente, Bruce Banner podía separarse de Hulk como si fuesen dos componentes heterogéneos. Podía trazar una invisible línea divisoria entre ellos. Bruce era un ser racional, Hulk era puro instinto animal. Uno era el científico brillante, civilizado y solitario. El otro era una criatura violenta y destructora, ebria de poder.

Había una falla, sin embargo. En la realidad no era tan simple. No podían separarse completamente. Estaban atados el uno al otro porque no eran dos elementos en absoluto. Sí, quizás eran compuestos diferentes, opuestos incluso, pero estaban unidos intrínsecamente. Eran un todo.

Bruce era Hulk y Hulk era Bruce.

Él podía pretender que no compartían la misma esencia y el mismo ser —siempre refiriéndose a Hulk como el otro— pero, en realidad, jamás olvidaba.

Se negaba a pensarlo, a veces, así que no podía juzgar a todos aquellos desconfiados que se acercaban con sigilo y duda. Ellos estaban pendientes, alertas a su alrededor. Intentaba ignorar las miradas cautelosas, lo que escondían las palabras falsas, el miedo debajo de la superficie pero sabía que estaba allí. En realidad, no los culpaba.

Antes de involucrarse en ese asunto, había estado bien. En Calcuta, ajeno a todo lo que acontecía en el mundo. Allí, apartado, no había juicios ni temor disfrazado de comprensión. No había cautela justificada ni miradas aprehensivas. No tenía que percibir toneladas en un peso que tenía siempre en su espalda. Podía fingir mejor, podía pretender que olvidaba que era Hulk y que Bruce Banner era el único existente.

Todos intentaban hacer eso, después de todo.

Hasta que lo conoció. Pedante, ingenioso, engreído y sarcástico. La primera persona capaz de mirarlo a los ojos —no como si fuese una bomba a punto de estallar sino, realmente mirarlo— y estrechar sus manos mientras le hablaba con tranquilidad de aquello que era censurado.

Tony Stark, la excepción a la regla.

Había tenido la sensación —la sospecha— que lo habían buscado por Hulk y había sido receloso con todos, repitiendo la misma forma en la que lo miraban. Y, de repente, Tony sonrió, lo increpó, lo provocó para ver si estaba bajo control apenas después de conocerlo. Lo hizo a pesar de conocer la historia. No lo trató como algo que podía perder el control por completo y destruirlo en un descuido. Discutieron sobre física termonuclear y también intercambiaron palabras sobre aquello de lo que nadie hablaba. Habló de Hulk, le dio entidad y un sitio donde nadie más lo había intentado.

Maldición, incluso había bromeado sobre su control de la ira.

Quizás era porque, pese a ser un genio, Tony Stark no tenía sentido de autopreservación. Tal vez, en realidad, se creía invencible gracias a su armadura metálica. O, tal vez y sólo tal vez, Bruce había encontrado a alguien que era capaz de aceptar que había dos seres conviviendo en lucha permanente dentro de él.

Por una vez, no le importó saber la respuesta. Toda regla, supuso, tiene su excepción.


N/A: Mi primer fic en este fandom, i can't believe it. Ayer vi la película de "Avengers" por segunda vez y tuve que escribir esto después de ver la escena de los dos en el laboratorio. Fue un impulso repentino y no me arrepiento. Además, me encantaron todas las apariciones de Mark Ruffalo y Robert Downey Jr (a él lo amo jajaja) en sus respectivos papeles como Bruce y Tony. Lo único que espero es no haberme salido demasiado del personaje.