¡Hola a todos!

Es la primera vez que publico un fic de Latin Hetalia, y en realidad no planeaba subir éste, pero la semana del PexChi me agarró desprevenida. Se supone que debo escribir un capítulo a diario por toda una semana… Espero poder conseguirlo.

Este fic será una serie de capítulos cortos de Manu y Migue por la semana PeChi.

Hetalia le pertenece a Himaruya Hidekaz. Latin Hetalia, Manu y Migue pertenecen a sus respectivos creadores. O sea, no soy dueña de nada… sólo del fic.


Manuel amaba la escritura y se amanecía escribiendo, pues creía que al sentir pasión por algo debía entregarse por completo a ello. Por eso llevaba una semana sin dormir adecuadamente. Se había comprometido con una editorial en terminar de escribir un libro, y aunque aún le quedaba un mes, Manu necesitaba terminarlo ya. Su amor por su trabajo lo llevaba a exigirse, tal vez demasiado.

Eso no era bien visto por los ojos de un peruano. Miguel miraba disimuladamente con preocupación a su novio desde la cama. Al parecer Manuel no dormiría tampoco aquella noche. El peruano frunció el ceño al pensar que dormiría sin abrazar a su chileno otra noche más. ¡Ya estaba harto!, y no sólo porque había sido reemplazado por el nuevo gran amor de Manuel, sino porque la salud de su novio le preocupaba. Manu casi no comía ni dormía. ¡Parecía encantarle la idea de sufrir así!

—Manu… ¿no vendrás a la camita?

—No, Migue. Debo terminar con esto —le responde, sin despegar ni un segundo la mirada de la computadora.

—¡Pero tienes un mes de plazo y ya te falta poco!

—Quiero terminarlo pronto.

—Manu…

—No, y no seas fleto… Duerme.

Miguel no respondió, pero hizo caso omiso a lo dicho por el chileno, sólo se quedó mirando el techo, esperando a que las horas pasasen rápidamente para arrancar a su novio de los brazos inexistentes de su rival. Sólo había pasado una hora y Miguel ya estaba aburrido de hacer nada. Levantó la cabeza, encontrándose con la misma imagen que había presenciado en la última semana: su novio escribiendo como si no hubiera mañana. Si tan sólo pudiera lograr que Manu se cuidara apropiadamente. En ese momento se le ocurrió una idea brillante.

—Manu…

—¿Qué ya no te habías dormido, weón?

—No puedo dormir si no estás a mi lado.

—Pero lo has hecho perfectamente por toda esta semana… —soltó Manuel en un suspiro que reflejaba cansancio—. Migue, duerme ya. Si no lo haces, estarás insoportable en la mañana.

—¡No dormiré si tú no lo haces!

—Bueno, como quieras… —se limitó a decir Manuel, volviendo a centrar su concentración en lo que escribía.

Miguel frunció el ceño con la idea de tener que dejar su cómoda y cálida cama, pero todo sea por recuperar a su suave y aún más caliente novio. El peruano caminó sigilosamente hacia el chileno, depositando un suave beso en su nuca cuando llegó a su lado. Manu se estremeció, no sólo por ser besado en una de sus áreas sensibles, sino por la sorpresa. Dejó de escribir y giró para encarar a su novio fastidioso. Manuel frunció levemente el ceño al ver la sonrisa pícara de Miguel ensancharse en su rostro. ¡Acaso el peruano no podía comprender que debía terminar con lo que había empezado antes de dedicarse al ocio!

—¿Qué mierda estás tramando?

—Nada… —le respondió el peruano, ignorando el vocabulario de caballero de su novio—. Sólo quería besarte, ¿no puedo?

—No ahora.

—Hagamos una apuesta, Manu. Si yo logró nuevamente que dejes de escribir, te irás a la cama conmigo —soltó Miguel, riendo levemente al ver que su novio enarcaba una ceja—. A dormir, sólo a dormir, Manu pervertido.

—No jodas. Déjame en paz.

—¿Tienes miedo de no poder resistirte a mi encanto peruano? —dijo el peruano, aguantando las ganas de besar a Manu, pues el chileno estaba sonriendo sarcásticamente. ¡Cómo amaba cuando su novio sonreía así!

—Bien, acepto —respondió Manuel, volviendo a fijar su mirada en la pantalla—. Pero si no lo logras en media hora, regresarás a la cama y dormirás tú solo.

Manuel se sorprendió un poco al no escuchar respuesta alguna por parte de su novio, pero olvidó al instante aquel detalle y continuó con lo que hacía. No pasó más de un minuto, y Manu volvió a sentir un beso suave en su nuca, provocándole un suspiro. Maldito Miguel y sus conocimientos sobre sus zonas sensibles. Aún así, siguió escribiendo.

Cuando Manu sintió una lengua recorrer su cuello, sus manos se movían cada vez más lentamente sobre el teclado, logrando que el cuerpo del chileno temblara por completo. Migue siguió atacando el cuello de su novio, lamiendo, mordiendo y succionando en donde sabía que Manuel era más sensible. Deslizó sus manos por el pecho del chileno, colándolas por debajo de su camiseta, y riéndose al escuchar los suspiros de su pareja. Iba a lograrlo a como de lugar. Y es que Miguel ya no creía ser capaz de poder dormir una noche más sin abrazar a su chileno renegón favorito.

Manu, por su parte, luchaba contra sus deseos e intentaba mantener sus dedos pegados a las teclas, pero era imposible no estremecerse cuando las manos de Miguel delineaban su pecho con sensualidad, sólo esperaba que Migue no fuera tan maldito como para tocarlo en…

—¡Ah!, ¡no-no es justo! —logró decir Manuel, tratando de contener sus gemidos.

Migue no contestó, sólo siguió acariciando la entrepierna del chileno y soltó una carcajada cuando ésta empezó a despertar. El peruano agarró todo el pene de su novio con una mano y comenzó a masturbarlo, sacándole múltiples gemidos al chileno. Primero despacio, subiendo la velocidad al mismo tiempo que aumentaban los gemidos en la habitación.

Manu ya había dejado de escribir hacía unos minutos, pero Miguel no podía dejarlo sin terminar. ¡Manuel lo mataría!

—Mi-miguel…

El peruano dejó de masturbarlo para cargarlo, llevarlo a la cama y depositarlo allí suavemente. Manuel atrajo el rostro de Miguel para besarlo apasionadamente, introduciendo su lengua en la boca del peruano, comenzando una pequeña batalla por el control de aquel beso. Miguel cortó el contacto para concentrarse en el miembro de Manuel. Llevó sus labios al pene del chileno y comenzó lamiendo el glande, sintiendo el cuerpo de Manuel estremecerse. Miguel lamía y besaba, mientras masajeaba los testículos del chileno, antes de introducir todo el miembro de Manuel en su boca.

Manuel sentía que se correría con tan sólo sentir la calidez de la boca de Miguel en su entrepierna. La intensidad iba en aumento. Manuel agarró a Miguel de los cabellos, sujetándolo con fuerza por la excitación. Esto no hizo más que prender al peruano, que con una de sus manos libres procedió a masturbarse él mismo, sin despegar ni una sola vez los ojos de los del chileno. Después de unos minutos, Manuel terminó corriéndose dentro de la boca del peruano, quien con un poco de esfuerzo tragó todo el semen del chileno.

Miguel volvió a cargar a su novio, pero esta vez para acomodarlo mejor en la cama y arroparlo. Realmente quería tener sexo con Manuel, pero el cuerpo de Manu no soportaría tanto por todo el esfuerzo que el chileno había estado haciendo durante la semana. Manuel se acomodó para que Miguel pudiera meterse junto a él en la cama, cubriéndolo con las sábanas cuando el peruano lo tuvo entre sus brazos.

Permanecieron juntos y en silencio por un par de minutos, sintiendo la cercanía de sus cuerpos, la calidez de sus pieles y la delicia de tenerse el uno al otro. Miguel dejó su rostro descansando en el pecho del chileno, depositando suaves y cariñosos besos sobre la piel expuesta.

—Manu… —dijo Miguel, levantando levemente la mirada, encontrándose con esos ojos que tanto amaba—, te amo.

—Yo también, peruano weón—le respondió Manuel, besándolo con dulzura—. Gracias por preocuparte por mí, Migue.

Aquella noche, Miguel pudo dormir perfectamente, pues finalmente tenía a Manuel a su lado. Manu se aferraba a él como si fuera lo más importante en su vida, y ciertamente lo era. Miguel Alejandro Prado era más importante que el libro que escribía, y… al amar con locura al peruano, debía entregarse por completo a él en cuerpo y alma.


¡Listo!

¡Este es el primer capítulo, nos quedan seis más!

¡Viva el PeChi!