¡Hola! Antes de comenzar, quisiera explicar algunas cosas.

1 - La cursiva es para flashbacks. Veremos mucho de eso en este capitulo.

2 - Este capitulo contiene violencia física extrema. El que se traume o se indigne solo le voy a decir que si no entiende como es la vida vampirica vaya a chingar a su madre. Moralistas acá no.

3 - No me destruí los ojos por nada toda la noche, así que espero ver un review al menos. (con amor para ustedes)

En fin, ¡disfruten el capitulo!


Piel Blanca como el hueso.

El tictoc del reloj es bastante agradable cuando la vida es tranquila y sin alteraciones en la rutina.

Sousuke…

Tic, toc, tic, toc… el sonido es, simplemente, tranquilizador.

Vamos, hombre… despierta.

Incluso la brisa veraniega de la noche que entra por las ventanas es seductora, ¿debería dormir aquí…?

¡Dame atención, carajo!

Makoto me da (otra vez) con el libro de ciencias en la cabeza. Bueno, divagar no había sido nada importante. Alcé mi cabeza y lo vi, con sus pequeños ojos de mestizo encendidos. ¿Qué tan malo sería si le digo que tiene una cara graciosa? Mi pequeño amigo y compañero de clases. Sus padres seguramente le pescan las mejillas y se las aprietan como si fuera un muñeco. Lo compadezco, a él y a sus pecas.

¿Qué pasa? Ni siquiera llega la profesora… me dan ganas de dormir, ¿a ti no? —sugerí para que por fin deje de molestarme con las posibles charlas de superhéroes.

Makoto era una persona sencilla: siempre y cuando hables de fantasía y ciencia ficción, él estará contento y no te golpeara con libros. Y también, si no te metes con su chica: Rei Minazaki, de último año. Hace dos semanas lo tuve que escuchar presumiendo sus encantos y cómo logró conquistar a una chica linda de último año. La tenía a sus pies.

Ojeo a mis espaldas con discreción. No es que quiera ser mal amigo… pero siempre me termino enterando que Rei se ve con Laito Sakamaki a la salida de la escuela, lejos del campo deportivo y se esconden en la piscina cubierta.

Supongo que es algo que todos saben, menos él.

A veces me pregunto a mí mismo si debería decirle, pero probablemente no me creería. Aunque ese tipo… el "amante" de su novia, es un sujeto bastante extraño. Quizás ya lo sabe y no quiere decir nada porque hablar sería como, no sé, meterse con sus otros hermanos. No eran tan intimidantes, pero el chico de primer año es bastante aterrador. Me pregunto si los padres de aquellos seis hermanos se darán cuenta que tienen pinta de patanes.

Me da igual.

Al parecer hoy ingresa una chica nueva al instituto. ¿Crees que sea linda?

No deberías preguntar eso cuando tienes novia, Makoto.

Vamos, sabes lo que quiero decir.

Puse los ojos en blanco, ¿por qué me importaría un nuevo integrante a esta escuela? Seguramente quedaría de la misma manera que las otras: detrás de los traseros de ese grupo sanguíneo estrafalario.

Tonto de mí al decir esas palabras.

La puerta se abrió y lo primero que se vio fueron tus delicados mocasines que hacían juego con los de todos los demás. El negro de la falda larga hasta las rodillas solo hacía que tu piel sea más pálida, delicada incluso a primera vista. Recorriéndote con mis ojos como un maldito degenerado, pero juro por mi vida que jamás te he visto de esa manera, pude verte ordenada, organizada. En tu rostro de porcelana esos ojos rosados me envolvieron y no me dejaron ir desde ese entonces.

Esa debe de ser la chica nueva, Sousuke —me murmuró Makoto desde su asiento—. Es muy bonita, pero algo…

Dejé de escucharlo cuando comenzó a ver tus atributos como simples defectos. Oh, estas personas nunca comprendieron lo que realmente eres. Con tu cabello rubio caer suavemente sobre tus hombros, el delicado perfil de tu nariz y tus labios como pétalos rosados. Te imaginé de todas las maneras mientras entrabas y saludabas a todos, te vi sonreír. Pestañeaste y tus ojos se centraron en mí por un momento. Tonto de mí, estático en mi asiento y asustado como un ciervo en plena caza. Decidí creer que la sonrisa amplia que dejaste a la vista con tal descaro había sido para mí, pues tu mirada brillante se había posado sobre mí.

Debía conquistarte.


¿Komori Yui?

Te diste la vuelta cuando hablé. Genial, preguntar no había sido mala idea. Decir tu nombre era como rezar, o cantar. Se sentía tan bien que podría hacerlo todo el tiempo. Me miraste con curiosidad cuando me acerqué a ti con una pequeña caja de chocolates. Lo admito, estaba sonrojado, pero me armé de valor para darte algo de mis propias manos.

No era el caso que todos mis compañeros no habían probado lo que horneo o preparo antes, pero aquellos chocolates eran mi nueva receta y tú, solo tú, debía degustarlas.

¡Gracias... ! —se llevó las manos a la boca, y con una mirada triste pareció sonreír con pena—. Lo siento, no sé tu nombre.

Sousuke… —levantar mi mano para estrechar la tuya era algo a lo que no estaba preparado—. Me llamo Sousuke…

Y cuando tu mano apretó la mía sentí que no había nada más suave, fino y cálido que toda la extensión de tu palma. Como tus dedos se cerraban alrededor de los míos, la calidez de tu piel a contraste de mis manos duras y frías. Sentí todo mi rostro arder por primera vez en mucho tiempo.

Quise acompañarte a casa, te pregunté.

Te negaste.

Había miedo en tus ojos.

Y no sabía qué sentir.

Pero cuando aquel sujeto de cabello negro y ojos rojos te llamó como si fuese tu padre… Ese tipo, Reiji Sakamaki. Cuando lo vi y luego te vi a ti, temblando de miedo, supe que había algo más allá de toda esa historia que la escuela se tragaba como si nada.

Algo había ahí, Yui, y tú querías que yo lo averiguase a toda costa. Querías que te salve.

Porque, ¿quién más podría hacerlo?

"¿Saldremos a cazar hoy?"

El cariñoso mensaje de mi padre que me hizo sonreír. Ese día estaría lleno de entretenimiento. Con la idea de ser tu heroe me fui, y en mi hogar preparé las armas que llevaría junto con mi padre al bosque.

Por un momento me pregunté cuál te vendría bien a ti.


Me he ganado tu confianza, pero eso no cambia el hecho de que no podamos pasar tiempo juntos.

Ya casi ha pasado un año, y esos malditos siempre están detrás de ti como si fueras su nana. Ni siquiera te quieren, puedo ver como cada uno de ellos te mira con desprecio. Bueno, podría decir que la única excepción es Subaru Sakamaki, pero lo veo demasiado infantil para ti. A ti no te gustan, pero eres buena con ellos.

El otro día llegaste con un gran golpe en el mentón, se extendía por toda la zona del cuello y más. Dijiste que se trataba de unas lecciones de defensa personal. Todos se lo tragaron menos yo. Estoy sospechando de que algo está pasando en esa casa señorial, y voy a averiguarlo para sacarte de allí.


¿Por qué?

Lo que te hicieron aquella noche, y como pude verlo desde las ventanas, ha sido lo más atroz. Colgabas, realmente colgabas del techo sostenida por cadenas que lastimaban tu blanca piel. Ahora entiendo por qué no te quitabas el uniforme, por qué no te uniste al equipo de natación al que admirabas… Fue fácil meterme al terreno, largo y con demasiados lugares para esconderse. Nadie se encontraba, y tal como mi padre hice uso de sus conocimientos en cacería y oculté todo rastro de mi presencia para que nadie pudiera reconocer ni una hoja fuera de lugar. Quisiera no haberlo hecho, pues aquella escena tuya, en esas posiciones que no daban crédito a mis ojos de algo jamás imaginado…

era fascinante.

Con tu sangre goteando de los brazos, tu mirada perdida en algún punto, los cabellos rubios húmedos por el sudor. El mundo me abrió un abanico de posibilidades que jamás había visto, en esa sonrisa casi imperceptible cuando el pelirrojo te descolgó e hizo que te abraces a él. Lo apretaste, te sujetaste con las piernas en su cintura y dejaste que bese tu cuello hasta dejarlo morado. Cerrabas tus ojos en una inconsciencia que jamás había visto en ti.

Y sonreías.

¿Es esto lo que realmente deseas?


Comienzo a perder el sueño.

Ya no puedo dormir, estoy atado a esos recuerdos. Te visualizo enteramente desnuda, sometida en una pared, recorriendo tu cuerpo con cera caliente. Ningún hermano Sakamaki está en mis pensamientos, pues a pesar de que los respeto no quiero que se vean involucrados en mi nueva pasión. Ver videos sobre sadismo y bdsm ya no es suficiente, cuando las noches son demasiado húmedas y la masturbación no satisface mi necesidad de ti. Y dándome cuenta que me gusta ser el dominante oculto las cortaduras y quemaduras de mis brazos con mangas largas. Quién quiera que las vea, tan solo espero que seas tú.

Te veo que estás triste otra vez, y todo es por culpa de que ya no tienes cuatro chiquillos atemorizandote.

Solo están ellos dos, los mayores…

Y creo que algo está realmente mal con ellos.

Mi cuerpo comienza a fallar debido a que no estoy durmiendo, y recurriendo a una hierba medicinal que te induce al sueño comienzo a pensar… ¿Qué tan malo sería?

Tenerte solo para mí, comenzar algo nosotros dos.

Tú y yo, de esa manera. Golpeando tu pecho hasta que dejes de respirar, pero que al mismo tiempo me pidas más.

¿Te gustaría más si fuera como ellos?

La relación que tú quieras, que te dé placer… eso te hará feliz.

Te maltrataré si consigues amarme de esa manera.

Serías mía.


Los cultivos comienzan, igual que mis proyectos.

Considerando que dentro de todo este tiempo ideé un plan para tenerte, aún no estoy muy seguro.

Mis padres creen que tengo una pasión por la medicina y la farmacología. Bueno, era una ruta bastante ideal para un chico como yo. Me dieron la libertad de usar la bodega que estaba detrás de nuestra casa para hacer ciertos experimentos. Logré mezclar el suero de las hierbas medicinales en una mantequilla, ideal para el momento de hornear los pastelitos que tanto te gustan. Supe de antemano que adorarías si no te decía nada, si te abrazaba tan solo en la inconsciencia y te dejabas llevar. Te llevarías la sorpresa de tu vida y serías feliz, porque estaría dándote ese regalo secreto que tanto te gusta cuando sales de la escuela.

Seguramente esto sería algo que nos haga permanecer demasiado tiempo juntos.


Cometí un maldito error.

Bueno, en primer lugar no fue mi culpa, pero gracias al cielo que pasó esto antes que otra cosa. Rei de último año jugueteaba con los chicos en el salón de clases, mientras Makoto masticaba ruidosamente las galletas de zanahoria que tanto el gustaba. Cuando horneaba y quedaba de más traía al colegio y atraía a los estudiantes. Les gustaba como cocinaba, y Rei no era la excepción. No me di cuenta que había tomado un pastelillo rosado, especialmente hecho para ti, y se lo metió a la boca sin mirarlo siquiera. Automáticamente le pedí hablar con ella en la sala de música.

Fue la excusa perfecta para ver su reacción ante el primer pastelillo. Ella se veía nerviosa, y al ver mi miraba habrá malinterpretado la situación: comenzó a divagar desesperada que solo se había metido con Laito Sakamaki una sola vez y que Makoto era realmente el chico que le gustaba, que por favor no le diga una palabra. De verdad que quise ayudarla Yui, pero no pude hacer nada cuando vomitó toda la crema mezclada con sangre y convulsionó en mis brazos. El vómito la ahogó de tal manera que no pudo gritar, y yo tampoco. Murió sobre mi casi al instante, quedando tiesa a la media hora.

Fue difícil esconder el cuerpo, ocultado detrás de unas cajas que contenían los estrafalarios instrumentos que todavía se mantenían sospechó, y lo hubieran hecho si no fuera porque tomé el celular de Rei y envié las secretas nudes que se había tomado con el extraño chico de ojos verdes. Atrevidas, pensé. Junto con un mensaje grupal que rezaba "antes de irme de esta ciudad de porquería, que sepan que me follé a un maldito Sakamaki". Los padres luego de esto no presentaron cargos a la escuela, no llegaron policías. Rei era una chica mala que se había escapado con quién sabe. Supongo que mientras la enterraba detrás del campus le di mis disculpas, pero tampoco quería volverme muy cercano con ella. Yo al menos creía que era una zorra, tan solo le di mis disculpas por Makoto.

— … realmente no me siento mal de que esto ocurra —una última mirada a su cara horrorizada y pálida—. Debiste entender que no debes buscar comida en donde no te corresponde.

Ah… Esos pastelillos estaban realmente fuertes. Creo que por eso cambié mi táctica y practique contigo unos que solo te mantenían cansada. Te dio fiebre, lástima.

Tengo que comenzar otra vez.


Ahora estás aquí, en mis brazos.

Atándote a la silla. Todo está listo.

Nadie te vio llegar, nadie vio a la hermosa chica que cargaba en mis hombros… Todo fue realmente como esperaba. Esos idiotas estaban distraidos peleando consigo mismos, estabas sola y necesitabas ayuda…

Fui tu héroe Yui, realmente te salvé y ahora me amarás por el resto de tu vida.

Pero aún así, tú estabas tan…

— No tienes ni una mínima idea de lo que soy, Sousuke.

Las mordeduras en forma de media luna eran un descubrimiento más para enloquecer a Sousuke, intimidado por lo que no pudo haber visto.

Porque algo se había escapado de su vista, aquellos ojos dorados no habían sido advertidos de lo más importante. La mirada fiera de Yui, una que hasta ahora él no había conocido lo había dejado extrañamente anonadado.

— ¿Qué demonios hicieron contigo…? —murmuró, sin poder entender.

Se acercó rápidamente a Yui, y esta comenzaba a temblar debido a la reciente ira en su cuerpo. Se arrodilló con movimientos robóticos. Apartó los cabellos rubios de sus hombros y observó todas las marcas, las acarició, miró las más recientes y soltó un suspiro.

— ¿Ellos hicieron esto? — alzó la vista para mirar a Yui, que lo observaba como quien miraba a la nada misma.

— Tú no entiendes… pero está bien —la voz de Yui ya no era la misma. Era más casual… más idea...como si hablara con un viejo amigo. Sousuke le sonrió con amor—. Después de todo, Reiji y Shu vendrán por mí… y te harán pedazos.

Sousuke perdió la sonrisa.

— ¿A qué te refieres?

Ella ladeó la cabeza, mirando hacia la puerta trancada.

— ¿Tú crees que esa puerta los detendrá…? Eres un tonto —murmuró, y una sonrisa comenzó a nacer de las comisuras de su boca—. Ellos vendrán y desaparecerás, igual que todos los demás.

Una risa se atoró en la garganta de Yui. ¿Se había vuelto loca? Quién sabe, ni siquiera ella lo sabía. Tan solo pensaba que después de todo el progreso con los chicos solo quedarían sus restos porque un idiota quiso jugar al desquiciado mental… era ridículo.

Y le parecía ridículo solo porque ella sabía de cosas peores. Luego de jugar a las escondidas con vampiros, demonios y sirvientes del makai, aquellas cosas no le asustaban para nada. Un maldito año viviendo con vampiros, siendo su comida, la presa que no debían asesinar. Un chiquillo con aires de psicópata tan solo era, en su medida, un tonto si creía salir de está vivo.

Porque, a pesar de que Reiji y Shu sentían cosas por ella, seguía siendo su presa y ellos no perdonarían a Sousuke por haberla secuestrado. Y a diferencia de los Mukami, él solo era un humano. ¿Qué probabilidades tenía un humano de salir vivo de estas condiciones?

La seguridad era su mejor amiga en estos momentos, como un halo de luz se alzó sobre ella y pudo sentirse segura. Bueno, era algo tonto pensar en seguridad con un psicópata adolescente que te secuestró y trae cuchillos para lastimarte y probablemente rasgar toda tu ropa. Pero por favor… esto no era nada.

No era absolutamente nada en comparación con su llegada a la mansión.


— Se está tardando demasiado.

Reiji alzó la vista. A Shu le hubiera parecido gracioso si no estuviera preocupado, ya que su hermano tenía los ojos hinchados de llorar. No había llorado antes, y verlo así le causaba un cierto grado de ternura.

— Tal vez está en el baño —repuso Reiji, quitándose los lentes y frotándose los ojos. Se veía bastante incómodo—. No recuerdo cuándo fue su último periodo, quizás se le olvidó a ella también…

Shu enarcó una ceja.

— ¿Te haces cargo de su periodo?

Reiji asintió.

— Es más fácil para ella si lo mantengo anotado en el calendario, ¿no recuerdas la primera vez que tuvo su periodo en la mansión?

Si, si lo recordaba. Solamente porque Shu al ver tanto alboroto por la sangre menstrual prefirió pedir asilo en la mansión Mukami para dormir. Ruki lo miró extrañado esa noche, en la entrada de la casa, pero cuando le explicó la situación solo se sonrió y lo dejó pasar como si nada.

— Es raro… Incluso la sangre menstrual de Yui es atractiva.

— ¡Reiji! —Shu entre risas le dio un codazo, y el otro le sonrió de manera tímida.

— Perdón, perdón. Es que se me hace más sencillo bromear cuando no tengo a esos cuatro burlándose de mí todo el tiempo.

Ambos suspiraron. El hermano mayor se levantó del escalón mientras Reiji lo miraba con ojos cansados. Realmente no quería moverse, pero al ver la mirada azul de Shu pidiéndole su compañía fue incluso más extraño como su cuerpo fue casi automático. Los dos se miraron largo rato luego de pararse, como si buscaran en los ojos del otro respuestas a preguntas que eran demasiado complicadas para hacerse en voz alta. Todo estaba extraño entre ellos dos. Reiji y Shu sabían que por tener estos momentos su relación no estaba arreglada, pero al menos había sido un avance dentro de lo que se consideraba pasar de ser hostiles a contarse bromas y reírse juntos.

"Paso a paso" rezaba Shu para sus adentros.

— Reiji…

El aludido negó con la cabeza, interrumpiendo a Shu.

— Vayamos a buscar a Yui, luego vemos qué hacer — puso una mano en el hombro de su hermano mayor—. Primero nos disculpamos por esos unos malditos idiotas desde el comienzo de su existencia y luego hablaremos mejor… pero en casa.

Y la palabra "casa" ya no estaba cargada de repulsión o disgusto. Por lo que ambos asintieron y fueron directamente hacia la clase de Yui.

Pero no estaba allí.

Tan solo su aroma, el perfume atrayente de su sangre, en todo el lugar. Shu entró en alerta sin que Reiji se diera cuenta, pues no lo había visto estresado hasta ese momento. El mayor parecía ojear en todos lados, pero más que preocupación Reiji se puso molesto. No entendía por qué tanto alboroto, siempre hacía eso: salir del aula y distraerse con cualquier otra cosa.

— Debe estar en el baño, como sugerí —al decir esto volteó a ver a Shu, todavía parecía tener dudas.

— Es que… no sé, ¿cómo se llama cuando sabes algo pero no tienes pruebas?

Reiji enarcó una ceja.

— ¿Corazonada?

— Exacto — dijo asintiendo—. Algo no me sienta bien…

Se miraron los dos un largo rato. Esa miradilla azúl que Shu daba era tan conocida por su madre que era dolorosa de reconocer, pero al final sabía qué hacer en esos casos. Al igual que su madre, Shu sentía la necesidad de tener pruebas físicas de todo, incluso de las personas. Era algo similar a Reiji, ya que necesitaba pruebas científicas para demostrar algo en concreto. Tan solo suspiró y recompuso una mirada tranquila.

— Bueno, ¿qué te parece si nos dividimos para buscarla? Podemos avisarnos si uno la encuentra primero —sacó su celular para hacerle entender que podía llamarlo—. ¿Estás bien con eso?

Shu solo se quedó en silencio, pero apretó la mandíbula y asintió. Ambos terminaron saliendo por la puerta de ese aula y recorrieron pasillos distintos. Muy en el fondo Reiji también estaba preocupado.

No por su ausencia en el salón, sino que… su aroma podía sentirse muy lejos de allí, al lado opuesto del camino a casa.


— ¿Y a ti te gusta?

Sousuke parecía no entender lo que era el terror y el asco que debía sentir en ese momento. Yui lo veía y parecía un psicópata a toda regla. ¿Habría pasado una hora de todo eso? Sentía frío, su pecho estaba al descubierto y supo que se resfriaría después de eso. Mirándolo de mala gana respondió:

— Me gusta más cuando no me atan a sillas y me secuestran de la escuela, Sousuke —una sonrisa demasiado forzada.

El chico se rió, con sus ojos dorados oscurecidos entrecerrados.

— Mentira, sé que te gusta. Siempre estuvo ahí, así que ahora te dejaré así para que comience a gustarte que solo yo lo haga —se acercó a ella, casi tocando sus narices. Yui dejó de respirar—. Responde… ¿te gusta?

— No.

— ¿Y por qué te dejas hacerlo...? ¿Por qué tu cara se llena de placer con ellos pero conmigo no, que soy tu mejor amigo?

— No volveré a contestar tus tontas preguntas —Yui cerró sus ojos y respirando profundo esperó la siguiente bofetada.

Sousuke se paró, frunciendo el ceño y con su mano lista para darle otro correctivo. Pero algo le llamaba la atención, algo que le gustaba y le intrigaba de todas esas marcas de mordidas en su cuerpo blanco como el hueso. Tomó entre sus manos las solapas de la camisa de Yui, que todavía no cedían los botones de su cuello, y la rasgó hasta ver sus hombros con claridad. Ella jadeó, pero siguió con los ojos cerrados.

— ¿Por qué no me amas, Yui? —acariciando la piel blanca, suave, de todo su cuello y hombros. Pensaba en voz alta—. Te amo, hice todo esto porque sé que te gusta… incluso te he dado mis pastelillos dulces a ti, enterré a esa perra en el jardín por tu culpa… ¿por qué no puedes quererme?

Yui se quedó estática al oírlo.

— ¿Enterraste a quién? —murmuró.

Sousuke volvió a quedar a su altura y la miró con unos ojos tristes y oscuros.

— Tú sabías que Rei se metía con Laito… ¿no es así? Eso no estaba bien —Yui lo escuchaba sin poder conectar todas las palabras rápidamente. El chico acarició su rostro con la punta de sus dedos—. Pero yo no quise matarla, ella comió algo que no debía. Se metió en mis asuntos y tuve que enterrarla para que nadie sepa de lo nuestro… ¿entiendes?

Se quedó en silencio mientras intentaba encontrar relación con los hechos de todos esos meses. Rei… Rei… aquella chica que no había vuelto, que había escapado y enviado a todos fotos de ella con Laito, la que no se arrepentía. La bonita chica de último año.

Los ojos de Yui se llenaron de lágrimas.

— Eres un asesino —dijo en un hilo de voz, llorando en silencio.

Sousuke frunció el ceño y se tomó el puente de la nariz con los dedos.

— No, no lo soy. Ella solamente se metió donde no debía y…

— ¡La envenenaste! —bramó en su cara, con su mirada rosada clavándose en él—. ¡Tú, maldito monstruo!

Y fue la gota que rebalsó el vaso.

Las manos de Sousuke se aferraron a los hombros de Yui, tanto que le causaron dolor a los pocos segundos. Ella jadeó e intentó zafarse de ese agarre, pero Sousuke era fuerte y en ese momento unos ojos descolocados de toda lógica se prendaron de ella con una sonrisa irreal.

— Un monstruo… ¡Un monstruo! Exactamente como las personas que cuidan de ti, que tanto amas. ¡Eso es perfecto! —comenzó a reírse en la cara de Yui y se detuvo cuando una idea pareció cruzar su mente—. Pero como me has gritado, ahora debo castigarte. Y ya que soy un monstruo…

Tanteó con la mirada un lugar, el que no esté lleno de mordeduras. Vio la parte debajo de su hombro, en el antebrazo una pequeña . Sus ojos dorados se iluminaron y volvieron a ver a Yui, que estaba paralizada. Sousuke se regodeó en el placer de ver como toda la valentía que había tomado de su cuerpo se fue, viendo de nuevo ese terror en su cara.

— ¡Si quieres un monstruo, Yui, te lo daré si eso te hace estar conmigo para siempre!

La locura en voz no fue comparado con nada más cuando, en un acto de salvajismo e irracionalidad, sus dientes humanos se clavaron con fuerza en la piel del antebrazo de Yui. Aquellos no eran colmillos afilados, no se sentían como agujas atravesar la piel. Todo eso se sentía como destrozar el pellejo de un animal, y Sousuke tenía la fuerza en su mandíbula para desgarrar la piel y la carne. Fue tanto el dolor que Yui gritó con todo el poder de sus pulmones, y fue tal el sonido agonizante que lastimó su propia garganta.

La sangre poco a poco comenzó a chorrear.


Shu caminaba por los pasillos que con el tiempo se iban liberando, pues los alumnos del instituto regresaban a sus casas lo antes posible. En donde quiera buscar, el aroma de Yui se mezclaba con el de los demás. No era que hubiera estado en todos lados, sino que a Komori le gustaba recorrer los pasillos de la escuela antes de comenzar las clases. Siempre la encontraban caminando por ahí, con una sonrisa en los labios o una mueca desganada. Poco a poco sentía que se iba perdiendo entre sus dedos, y tuvo miedo.

Pero debía confiar en que Reiji iría a por ella y la encontraría. De todos modos él sabía mucho mejor las instalaciones de la escuela, ya que pertenecía al consejo igual que otros alumnos de élite. Seguramente ya la estaba por encontrar y muy pronto recibiría su mensaje de que estaba allí.

Se aseguraría de que no estaba en la sala de música, al menos.

Pero cuando entró al salón se encontró con alguien que no recordaba, o al menos alguien que no debería estar ahí porque era su maldito lugar de descanso. Solamente él, sus hermanos o Yui podían entrar.

— ¿Quién eres tú? —la voz hostil de Shu hizo que la muchacha se gire—. Ah, eres tú...

La chica que se le había confesado hace unas semanas. Lin, o así creía que se llamaba. Realmente no estaba tan seguro y no quería ni siquiera pensar en eso. Solamente quería encontrar a Yui y volver con su hermano a la casa.

Ella le sonrió, sonrojada.

— Shu —pronunció de manera melosa—. Te esperaba...

El aludido enarcó una ceja, ¿qué demonios quería está niña?

— ¿Has visto a Yui? —ella frunció el ceño por un momento pero al instante se compuso y negó con la cabeza—. Genial, entonces vete.

Pero cuando Shu estaba por darse la vuelta e irse del salón, Lin lo abrazó por detrás. Como Shu no estaba atento a esas cosas, el golpe los hizo caer a ambos al suelo. El vampiro maldijo por lo bajo mientras intentaba ponerse de pie, pero la humana había hecho lo posible para enredarse a su cuerpo e intentaba alcanzar su rostro.

— ¡Demonios, ya suelta! ¿Qué es lo que pasa contigo?

— Quiero demostrarte que realmente puedo hacerte feliz, Shu —mientras forcejeaban Shu intentaba no romperle los huesos con su fuerza, tan solo quería apartarla, pero lo hacía tan difícil que comenzó a impacientarse—. ¡Yui no te hará feliz, pero yo puedo mostrarte cosas que nadie más lo hará!

Shu se quedó quieto por un momento, le dedicó una mirada fría a Lin que hizo la hizo callar.

— ¿Qué quieres decir con eso? —le preguntó.

Ella se relamió los labios, evidentemente nerviosa.

— Tú... no debería gustarte... porque ella no está bien de la cabeza... ¡Sousuke dijo que ella hace cosas muy horribles con tus hermanos! Y yo sé que tú no eres de esa manera, necesitas a alguien de bien...

Shu se carcajeó. Ya, era suficiente. Ni siquiera conocía a ese tal Sousuke, pero ahora realmente esto era todo un show para fastidiarlo. La sacó de encima con un poco más de fuerza de lo normal, y al levantarse sus ojos azules fueron fríos como el hielo.

— Si con ese discurso patético querías acercarte a mí estás tan, tan mal... me iré de aquí antes de que me desagrades lo suficiente como para querer borrarte. No tengo tiempo para esto.

— ¡ELLA YA NO VOLVERÁ, EN ESTE MOMENTO DEBE ESTAR A UNOS TRES METROS BAJO T...!

La voz desesperada fue acallada por las manos de Shu aprisionando su cuello. Lin intentó safarse de ese agarre que con un estruendo fue levantada y golpeada contra la pared. La mirada de Shu podía simularse a la de un depredador, enfadado y en plena caza. Los ojos oscuros de Lin se llenaron de terror, rogando en silencio que no le hiciera nada. El vampiro enseñó los colmillos.

— ¿Dónde está Yui? Y quiero la maldita verdad.

Ella tosió cuando se libero tan solo un poco de su agarre.

— Está con Sousuke... él la... secuestró... se vengará de ella...

— ¡¿POR QUÉ?!

— No lo sé... —él apretó más el agarre y ella negó con la cabeza—. ¡T-te juro que no lo sé!

Con la mano libre Shu sacó el celular para textear a Reiji. Esto estaba bastante mal, en ningún maldito momento habían tenido la consciencia suficiente para preguntarle a Yui si había hecho unos malditos amigos en la escuela. Todo este tiempo humanos sin gracia habían ideado un plan para capturarla y hacer cualquier cosa con ella...

Soltó a la humana del agarre y ella cayó al suelo en una nube de tos y asfixia. Recuperó el aire en sus pulmones y, como si de un acto de estupidez mundana tratase, miró a Shu con detenimiento.

— Yo solo quería ser parte de tu mundo... —y comenzó a llorar.

A este punto, Shu ya no tenía ningún maldito consuelo.

Miró a la humana a los ojos, y se agachó para verla directamente. Tomó los hombros de Lin con sus manos y la levantó, dejándola de pie. Lin no supo en que momento pasó, pero las luces se apagaron de golpe. Asustada miró para todos lados, pero no podía ver el rostro de Shu. Solamente podía sentir sus manos, que no dejaban de apretar sus hombros.

Toda la maldita ira que tenía dentro, incluso el odio hacia si mismo salió a flote.

Inundándole hasta rebalsar.

— Ya veo... entonces quieres ser parte —la voz de Shu pareció ronronear, cercana a su oído—. Te complaceré, entonces.

Lin se sintió triunfar por un momento, ese leve instante antes de que la luz vuelva.

Vio como Shu abría la boca y los gigantescos colmillos comenzaban a emerger, como sus ojos pasaban de ese azul marino a un azul eléctrico. Desenfrenado y salvaje, la boca del Sakamaki era bestial y de terror. Pero cuando Lin quiso gritar por ayuda, él ya había clavado los dientes en su garganta.

Con fuerza arrancó la carne, destrozando su cuello al instante. La sangre comenzó a salir y manchó el rostro de Shu. Soltando el cadáver, vio el desastre que había causado. "Maldita sea", aquello era simplemente por dejarse llevar. Las emociones negativas lo impulsaban a actuar de esa manera.

Meterse con Yui, involucrarla en todo este lío, tan solo por enamorarse de alguien como él.

El celular sonó y la llamada entrante de Reiji se dejó ver en la pantalla. Shu contestó al instante.

— Reiji, necesitaremos a los familiares aquí cuanto antes.

Yo los invocaré cuando pueda, pero eso es serio —Reiji parecía agitado, como si estuviera corriendo o volando—. Encontré el rastro de Yui, es reciente. Síguelo detrás de la escuela, hay un sendero que está repleto de su efluvio.

Y ese latido en su corazón, seguro y distante, fue lo suficientemente fuerte como para que se olvide de ese maldito sabor de boca. Ojeó el rostro de su última presa y suspiró.

— Iré en camino —y colgó.

Debía encargarse de este asunto antes de ir a por Yui.

Continuará


Próximo capitulo: Humanos y vampiros.