Buenas Gente, espero que les vaya bien. Llego con una nueva creación, anhelo su aceptación.
Aclaro:
Universo Alterno
Pensamientos
Medios de Transporte
Resumen
Sakuno Ryuzaki prueba su primer empleo siendo la mano derecha del gran empresario "Blue". Ryoma Echizen es un reconocido agente dentro de la secta "Seigaku". Por coincidencias y casualidades, ambos se encuentran en el tren hacia sus trabajos pero no se conocen. Sólo un encuentro cambiará sus vidas. ¿Podría un medio de transporte formar amor entre dos desconocidos? ¿Qué harán si el destino se empeña en unirlos? El amor irá tomando forma y unas simples palabras se convertirán en el pase a los sentimientos. Ella inexperta y él desolado. Descubrirán que el amor se encuentra en los lugares menos pensados: En un medio de transporte.
Capítulo I
Latido
Corría como ningún otro día lo había hecho, sentía el aire frío de la mañana entremezclar con su aliento caliente en su interior. Sabía que no era una buena sensación: Sus pulmones quemando, sus piernas dolían de tanto correr, sus pies eran rasgados por sus zapatillas – que casi perdía en el camino – entumecidos por el frío de la mañana. La ropa que tanto había planchado y perfumado el día anterior ya estaba arrugada por todo aquel ajetreo de la mañana. Una de las peores mañanas de su vida.
Todo le estaba saliendo mal hasta esos momentos, su cabello bailaba alegre junto al viento mientras ella bajaba velozmente a las escaleras que la dirigirían a la estación de trenes. Paró en seco cuando llegó al andén, las personas presentes – que caminaban sin cesar en cualquier dirección olorosas a perfumes de marca y café recién hecho – la miraban curiosos, la sociedad de impactaba con cualquier insignificancia como una pelirroja corriendo.
Peinó su cabello desarreglado mientras esperaba a que llegara su salvación, observó el reloj en su muñeca ansiosa, iba realmente tarde a su primer día de trabajo y su nuevo jefe seguramente la reprendería. Acusándole que era torpe, distraída, lenta, irresponsable, sin moral, despreocupada, alcahueta y cualquier otro insulto que se le pudiera ocurrir en esos momentos. Aun así, se sentía dichosa y afortunada, no todas las personas lograban ser parte de la gran empresa Gruidae y mucho menos ganarse el puesto de "mano derecha" del gran empresario Blue S.F.
El tren llegó y con ella un bulto de personas entró, ella quedó en el centro, en un espacio entre las dos puertas laterales del vagón, sujetando firmemente el barandal vertical que se encontraba allí. Era impresionante la cantidad de seres que cursaban aquella mañana. ¿Existía algún inconveniente? ¿Ése día era uno particular? ¿De qué se había perdido? Respiró profundo, llenando sus pulmones del oxígeno que había perdido en el transcurso a la estación. Aferró su mano aun más al barandal estabilizando su cuerpo mientras sentía como el tren avanzaba.
Con la mirada divisó cada rostro cerca de ella, niñas con su uniforme escolar, chicas con camisas escotadas, hombres buscando llenarse del feminismo de las mujeres y otros hombres altos, muy altos. Justo alrededor de ella se encontraban dos hombres, uno dándole la espalda mientras frente a ella se encontraba el otro, no quería imaginarse lo bajita que se veía junto a ésos dos, se sintió inquieta e intimidada. Entonces, como si no lo hubiera sentido hasta esos momentos, percibió un aroma particular. Limón junto a otras fragancias, una frescura que llenó sus fosas nasales, un aroma que la hizo volar a las nubes y caer nuevamente, un olor masculino que ocasionaba que su piel se erizara.
Sus ojos buscaron al portador de aquel embriagante olor. Se encontró con el hombre frente a ella. Pantalones de una tela suave y fina – o así lo veía – grises y una chaqueta negra. De pronto, su respiración se detuvo, aquel rostro era impresionante: ojos gatunos, mentón marcado y semblante desinteresado. De pronto todos sus males habían desparecido. Bajó la mirada sintiendo como su rostro ardía ruborizado. ¡Maldición! Era hermoso, demasiado como para mirarlo por horas.
Pestañas largas, cejas rebeldes, labios sensuales y un cabello moreno que a pesar de estar despeinado no le quitaba la formalidad al hombre vestido de traje. Bajaba la mirada varias veces, tratando de no revelar sus deseos repentinos de seguir observando a aquel hombre, su corazón latía ansioso y sus manos ahora sudaban del nerviosismo. Subió la mirada una vez más, mirar aquel rostro no podía ser tan malo.
— Oh… –Su mente quedó en trance por unos momentos.
Su mirada se encontró con un color ámbar intenso, una vibra eléctrica recorrió su cuerpo, aquellos ojos la miraban fijamente con un deje de molestia. Bajó la cabeza apenada mientras buscaba alguna cosa que mirar. ¿Por qué la miraba así? Con tanta rabia chispeando de sus ojos. Una hermosa cascada ámbar que podría desatar turbulentas aguas, había cierto terror que le producían ésos dos focos. Pero sin duda, eran unos orbes hermosamente peligrosos.
Un gruñido la sacó de su ensueño. Era él de nuevo y entonces, fue que finalmente notó un pequeño volumen bajo su pie derecho, hipó y luego alejó el pie. ¡Lo estaba pisando! ¿Cómo no iba a querer matarla con la mirada? Aunque en realidad estaba exagerando, ella apenas era un saco de huesos, ni que pesara diez toneladas.
— Lo siento –Susurró débil mientras lo miraba con piedad. Él sólo suspiró e hizo una mueca con los labios. ¿Qué era eso? ¿Desagrado? ¿Molestia? ¿Desilusión? No lo sabía y aun así su corazón había latido fuerte por ese gesto. Se sujetó fuerte del barandal y esperó que su transcurso en el tren pasara.
— Eh, Echizen –Una voz gruesa la sacó de su espera mental, era el chico que le estaba dando la espalda, se había volteado y comenzado a hablar con el amor se sus sueños - ¿No crees que es momento de cambiar de secretaria? – Su corazón latió rápido ¡Le iba a escuchar hablar!... Él negó con la cabeza – Pero Osakada ha estado demasiado tiempo contigo –él se encogió de hombros – Escuché que hoy llega alguien nuevo con Fuji, deberíamos ir a ver –él volvió a negar con la cabeza.
Habla, por favor sólo unas palabras. Imploró en su mente.
— A ti te encanta ir con Fuji –Dijo entre dientes el chico, comenzó a detallarlo. Sus ojos púrpura, su cabello pinchado y su sonrisa le daban toque de chico malo.
— Hmp –
— Joder Echizen, a veces detesto que no hables –
— Hmp –
— Sólo estamos en un puto metro si puedes hablar –Logró descifrar después de haber escuchado aquel dialecto tan rápido y de tono bajo.
— Tch –Su príncipe azul llamado Echizen farfulló y luego chitó a su compañero. Algo le había quedado claro: No escucharía la voz de su príncipe.
Las ganas de que el tren viajara más rápido se convirtieron en anhelos de un retraso fortuito. No podía dejar de pesar en el intercambio de miradas, tenía a aquel hombre a escasos centímetros de lejanía y no soportaba las ansias de volver a verlo, por lo menos para tomarle una fotografía mental. Escuchó como la voz automatizada del operador indicaba la llegada a otra estación y notó que sólo faltaban 6 para llegar a su nuevo trabajo.
¡Haz algo! Dictó su conciencia. Lo sabía, debía hacer algo si por lo menos quería verlo una vez más, había tenido suerte de que él aún no se hubiera ido.
— Vale Echizen, me voy –Su compañero caminó hasta las puertas – Haz algo con Tomoka por favor –
— Wizz –Respondió su príncipe. Sólo murmullos y simple paralenguaje, resultaba ser enigmático para ella.
¡Es tu oportunidad! Entró un tumulto de personas que ocasionó que ambos se acercaran todavía más. Un gentío los empujaron hasta el punto de quedar el amor de su vida contra una de las puertas del vagón y ella justo frente a él, extremadamente cerca. Las puertas contrarias se cerraron y el tren arrancó. Allí comenzaron los retos para ella, las personas se aferraban a algún objeto estable y fuerte para no caerse, ella estaba justo en el medio, sin nada con que apoyarse y con los pies en puntillas. Estaba próxima a caerse y no sabía qué hacer.
Entonces, sin previo aviso, unas grandes manos tomaron sus palmas, respingó al sentir lo frío y duro de las manos y miró al portador de ellas. Con el ceño fruncido se dedicaba a color sus manos en el pecho de él. Ahogó un grito en su garganta, ¡Demonios! Sus manos parecían ser tan frágiles y se apoyaban con tanta meticulosidad, no quería tocarlo, no quería dañar eso que estaba sintiendo bajo sus manos y al mismo tiempo… ¡Cuánta curiosidad sentía al pensar sobre como sería aquel pecho sin camisa! Pectorales formados, hombros grandes y pechos fornidos. ¿Cómo sería su espalda? Era demasiado para ella.
Apoyó sutilmente sus manos en el pecho. Sus pies se fijaron en el piso con aquel apoyo, tanteó primero por un momento y luego se estabilizó; miró al portador de mirada ambarina y éste la miraba con suspicacia. Como advirtiéndole que no le pisara de nuevo, ella sonrió en gesto de despreocupación y agradecimiento, él alzó los hombros y apartó la mirada de ella.
La has cagado Miró cabizbaja sus zapatillas, no sabía que más hacer con respecto a ése hombre, no podía llamar su atención más de lo que ya había llamado y mucho menos aprovecharse de la situación y hablarle, ¡No! Era demasiado avergonzada como para hacer semejante acción, sería tener demasiada osadía por su parte.
Sus manos comenzaban a temblar y sin más el gentío que había llenado el vagón estaciones antes había desaparecido acorde al transcurso del camino del camino. Una nueva estación llegó y con ella la calma había hecho acto de presencia, aprovechó para alejarse del moreno y éste como un león librado de su jaula , salió con rapidez del vagón y se fue.
¡No! Caminó hacia la salida ¡Persíguelo! La creerían loca ¿Qué pierdes con intentarlo La cordura y el honor ¡Lo vas a perder! ¿Qué te lo impide? Su trabajo, no podía dejarse llevar por sus impulsos de seguir a un simple hombre que había conocido hace unos momentos. Sentimientos vs Responsabilidades. Ilusión vs Realidad. Su trabajo vs Su amor platónico. Las puertas se cerraron a sus narices, suspiró y apoyó sus manos en las puertas. Acabas de perder al amor de tu vida Ya se había imaginado junto a aquel moreno bajo una iglesia, las campanas sonando y los presentes lanzando arroz. Era demasiado.
Llegó la próxima estación, se sorprendió, finalmente había llegado.
Se bajó y subió para salir de la estación; caminó cabizbaja por las calles, aun no creía todas las sensaciones que había sentido gracias a el. Había conocido a su futuro esposo y no tuvo tiempo de saber su nombre, solo sabia su apellido "Echizen", en la noche cuando llegara a su casa lo buscaría, por algo tenía que empezar. Alzó la cabeza con dicha y apresuró el paso. Debía tener el ánimo por los cielos, debía ser optimista pues comenzaría su nuevo trabajo y ya iba tarde. Revisó la dirección en su teléfono, ya estaba cerca. Miró los carteles frente a ella "Empresas Gruidae", cruzó la esquina hacia la derecha como lo indicaba el cartel y su corazón se detuvo por un momento. Para ella la ciudad desapareció y solo se encontraban aquellas edificaciones. Se trataba de un sendero de edificios todos del mismo tamaño y estructura, una especie de vereda donde caminaban ella y los demás empleados, cabía destacar que todos llevaban el mismo uniforme y desde allí comenzó a sentirse fuera de lugar.
El sendero la dirigía a un solo lugar, una construcción que se divisaba desde el principio del camino y ahora la tenía frente a ella, imponente, diferente y más alto que todos los demás. Observó su nombre y luego corroboró la dirección en su teléfono de nuevo. "Blue Bird" así se llamaba el edificio, era la sede donde ella comenzaría a trabajar, la sede principal.
Volvió a mirar aquel monumento, era gigante e inmenso en todas las proporciones, alto y ancho. Subió por las escaleras hasta la entrada y las grandes puertas de cristal se abrieron dando paso a su figura. Mediante caminaba se sentía cada vez más y más pequeña. Se encontró con lo que parecía la recepción… Una grandiosa recepción. Quería recostarse en los muebles de terciopelo y sencillamente vivir allí, era tan sencilla y fresca que no lo creía.
Frente a ella, justo en el centro se encontraba una fuente con estatuas de lo que parecían ser grullas, justo detrás de ésta se encontraba un cuadro, que ingeniosamente hacía el trabajo de fondo de la fuente y cumplía como contraste de las ave. Un cuadro abstracto que representaba una especie de lava azul turquesa, solo eso… un mar grumoso turquesa que para ella parecía una obra de arte, casi creía que la lava saldría del cuadro y se escurriría por las paredes.
Por otro lado, no podía con tanta exageración, ¿Cuánto mediría el cuadro? ¿Unos 25 metros ancho por alto? La fuente por supuesto era más grande que ella y más pequeña que el cuadro, sólo por un poco. El techo se elevaba de manera oblicua en forma de coliseo, dejando mostrar una hermosa lámpara que rameaba por todo el techo, parecía un árbol que cobraba vida encima de ella, wait… ¿Eso era un árbol sin raíces?
— Señorita -Una voz a su derecha la sacó de su ensimismamiento. Volteó, divisó a los presentes yaciendo sentados en los sofás en espera de algo que no le convenía, observó diversos estantes con floreros y por último a la chica que se acercaba a ella. Su vestimenta le llamó la atención, una falda tubo gris plomo resaltaba sus curvas y enseñaba a la sociedad las increíbles piernas que poseía, sus pisadas taconeadas provocaban ruido al caminar y por último, su chaleco azul parecía ser advertido de desabotonarse en algún momento, sus curvas eran predominantes y el uniforme –a pesar de ser simple – se veía muy bien en la chica. Quizás algo ostentoso y muy provocador en cierta manera, para ella ése no debería ser un uniforme de una gran empresa.
Una chica de ojos grandes expectantes a su habla, su mirada la intimidaba. Se acercó a paso lento para cortarle camino y volvió a la realidad. Miles de personas la observaban extrañados, claro que… no siempre encontraban una persona maravillada con una simple recepción, ropa y demás presencias en el lugar; llegó hasta la chica, en esos momentos su cabello largo y violáceo resplandeció de belleza, era algo que no podía dejar pasar.
— ¿Qué desea? –Preguntó con voz agradable y una sonrisa.
— Y-yo… soy Ryuzaki Sakuno –Fue lo primero que se le ocurrió decir.
— ¡Oh! La chica nueva ¿por qué no lo dijiste antes? –La chica sonrió, colocó su mano en la oreja y comenzó a hablar – ya está aquí, si Ryuzaki Sakuno, ya la subo –supuso que se trataba de un interlocutor, la chica posó su mirada en ella e hizo ademán de que la siguiera – soy Meino Nanako, la recepcionista del señor –agilizó su paso para escucharla claramente mientras caminaba – Ann, la secretaria te estará esperando en tu nueva oficina, bienvenida – sonrió y e ella le devolvió la sonrisa mientras sentía como sus manos sudaban, estaba nerviosa - ¿ves esto que está aquí? –Preguntó la chica señalando un cuadro que contenía que contenía varios nombres y números.
— Meino PB, Tachibana 29 –Leyó mientras asentía. Le gustaba aquel cuadro blanco con letras vinotinto. Hacía contraste contra las paredes tapizadas de negro. Miró confusa hacia atrás, todo hace unos momentos era azul y cálido, ahora se encontraba en un pasillo sin salida oscuro, frente a un cuadro resaltante y a unas puertas que si no las veía de cerca no las notaba.
— Verás, ésta sede funciona de manera diferente a las demás. Los pisos son las oficinas de cada empleado. Al abrirse las puertas del ascensor entran directamente a la oficina. Por eso la recepción es tan espaciosa y entretenida –hizo comillas con sus manos - porque todas las personas deben esperar aquí abajo, a veces se vuelve el mismo infierno –suspiró dramáticamente, luego posó su dedo índice en uno de los tantos nombres e hizo que ella hipara – Ryuzaki Sakuno, 30 - ¡Joder! ¿Ése era su piso? ¿Tan alto? –Allí estarás, justo debajo del señor – en ese momento, las puertas invisibles se abrieron y notó que aquel era el ascensor – ya sabes donde bajarte, Ann te estará esperando y te ayudará con lo demás –
Entró junto a los demás personas y las puertas se cerraron de inmediato, ahora tenía un problema ¿Quién demonios era Ann? Volteó y miró con miedo a los demás. Todos con una mirada apacible y distante. Tragó en seco, que dios la ampare de su destino.
El ascensor subía cada vez más y con él su nerviosismo crecía, miles de preguntas rondaban por su cabeza ¿Cómo sería el "señor"? ¿Quién era Ann? ¿Cómo sería recibida? ¿Estarían molestos con ella? Acorde el ascensor subía, se quedaba cada vez más y más sola. Notó entonces lo lindo del ascensor; de los cuatro lados de éste, tres poseían un espejo que se expandía desde la parte superior del artefacto hasta el medio, dejando ver su parte superior del cuerpo. Bajo el espejo, se podía apreciar una especie de barandal, igualmente en tres lados de los cuatro. Apoyó su brazo de aquel barandal y respiró nerviosa, ¿Había elegido un buen lugar para comenzar su vida profesional? Llegó el piso 30 y las puertas se abrieron, sintió su corazón en la garganta y comenzó a bajarse. Camino a paso lento entrando en lo que esperaba que no fuera su oficina.
Una vista amplia de toda la ciudad era lo primero que observaba, se había dado cuenta que desde allí el sendero de edificaciones no se notaba tanto y se unía al resto de la ciudad. Una oficina amplia, con un sofá largo en una de las esquinas, un escritorio prolijo con todos los instrumentos necesarios, una puerta en otra esquina y ¿un armario?
— A-ann –Estaba anonadada, la oficina era más de lo que hubiera pensado y… ¿Para qué necesitaría un armario?
— Lo se, es hermoso –Una voz hizo que respingara y por unas escaleras que no había notado, bajó una mujer.
El mismo uniforme que llevaba Meino, el azul esmeralda resaltaba los ojos marinos de Ann, la mujer emanaba fortaleza y superioridad, volvió a sentirse intimidada por las mujeres que trabajaban allí. Ann era de largas piernas, pero no tan alta como Meino, su cabello corto, brillante y castaño claro le daba un toque angelical, mientras sus facciones y su lenguaje corporal desprendía sensualidad.
— Vamos niña no te me quedes viendo como si fuera una Miss –
— Lo siento –
— Ann Tachibana y tú eres Ryuzaki Sakuno ¿no? –La castaña de tendió su mano y ella la aceptó, estrechándola con delicadeza.
— Si, un gusto -
— ¿Por qué llegaste tan tarde? Si el señor estuviera aquí andaría echando fuego por la boca, no le gusta la impuntualidad es muy estricto con eso –
— H-hubo retraso… -
— He de imaginármelo, no me dijo que no tuvieras un móvil en el cual transportarte, mañana uno de los choferes irá a buscarte –
— ¿Choferes? –Preguntó sorprendida. ¿Habían choferes para los empleados?
— Si –Hizo una pausa mientras la miraba de arriba abajo y su rostro cambiaba a desilusión ¿Qué pasaba? ¿Acaso su falda caqui gris y su camisa manga larga blanca eran prendas muy regias para tanto azul? Sabía que no era por sus dos trenzas que alcanzaban sus nalgas, ni su rostro sin maquillaje. No podía ser su apariencia. La chica caminó hasta el armario y lo abrió, allí vio más de un traje azul esmeralda – cámbiate -
— ¿Usaré esos uniformes? –Preguntó alarmada.
— Si ¿Te molesta? – Ann la miró con recelo.
— En lo absoluto –Mintió.
— La puerta que ves allí es el baño -
Caminó hasta la puerta y la abrió, el baño tampoco era muy sencillo si lo miraba y allí comenzó a suponer que el "señor" tal vez no era tan "señor" como decían. El baño blanco, contaba con su típica canasta y lavadero, sin embargo era algo grande para sólo tener aquellas dos cosas. Claro, sin contar que el lavadero era el más grande, con un espejo, luces degradantes y una gaveta.
Comenzó a quitarse la ropa y de pronto alguien abrió la puerta, su cara ardió mientras ella gritaba y se cubría con las ropas, para luego notar que era la chica con una expresión desaprobadora.
— Vamos. ¿Acaso tienes un pezón de más? –Se sintió ofendida al escuchar aquello. ¡Claro que no tenía un pezón de más! Pero necesitaba privacidad.
— No estoy acostumbrada –
— Okey, no podemos perder tiempo así que vengo informarte todo –Habló rápido – a el señor le gusta que estemos todas, vestidas y esperando por él, lamentablemente no está ni estará por unos días, está en un viaje de negocios y regresa la semana que viene pero como verás, que él no esté aquí no es excusa para dejar de trabajar –hizo una pausa mientras la ayudaba a subir el cierre de la falda – Estos uniformes lo utilizamos las personas que trabajamos para el señor y tenemos contacto directo con él, los demás de las empresas Gruidae se comunican con directores de ésta sede. Como lo somos Nanako y yo, aunque nosotras cumplimos dos puestos, una se lo gana y obtiene más sueldo –
— V-vale –Le costaba respirar, se observó al espejo y justo como lo esperaba, era demasiado apretado, corto y le hacía ver más caderona de lo que no era.
— Tienes más cuerpo de lo que pensé –Dijo Tachibana – por favor, nada de conductas inadecuadas –
— N-no me gusta enseñar tanto –
— A mi tampoco me gustaba, pero hay que aprender a darse su puesto, puedes ser respetada y elogiada al mismo tiempo-
— Okey –Salieron del baño.
— Te estarás preguntando qué harás si no está el señor –
— P-pues –
— Me ayudarás, justo ahora hay muchos trabajos y cada departamento me envía sus papeleos para que los apruebe y justo ahora no he tenido tiempo ni para cambiarme de tacón - ¿Tacón? - ¿Qué talla eres? Para mañana tendrás los tuyos –
— Seis –
— Pies chiquitos, está bien -Ann subió por las escaleras, de donde había bajado cuando la había encontrado - ¿Tienes alguna pregunta? –
— ¿A qué te refieres con tener dos puestos? –Preguntó mientras subía por ellas y observaba la ciudad desde un plano más directo.
— Verás, la empresa Gruidae comenzó hace mucho tiempo, éramos pocos y muchos teníamos que hacer más de una cosa –Relató – con el tiempo las cosas cambiaron, menos los azules – se señaló a sí misma – algunos como yo, nos dimos cuenta que no había persona que cubriera bien el puesto de secretaria para el señor, así que opté por ser directiva y secretaria al mismo tiempo, ¿Qué me quita tiempo y me rompe la espalda? Si, pero puedo manipular la información y decidir con anterioridad si algo está bien para la empresa o no, y tengo beneficios tanto monetarios como en otros sentidos -paró en seco al escuchar eso ¿Acaso el "señor" daba placer a aquellas que trabajaban de más para él? – No pienses en nada malo, con otros sentidos me refiero a días de spa gratis, días de compra gratis, viajes gratis… -
Dejó de escucharla por un momento y su atención se fijó en el nombre del escritorio "Syusuke Fuji" Ese nombre lo había escuchado antes, seguramente en las revistas o en la televisión Fuj. O en alguna conversación quizás, pero no recordaba con exactitud dónde.
— Por cierto ésta es la oficina del señor –Aclaró.
— Fuji –
— Si, le gusta que le digan señor -Dijo e hizo mueca de desagrado – odiábamos decírselo, entre un juego de nosotros comenzamos a llamarlo así y luego nos acostumbramos. A veces odio que las palabras que no queremos se unan a nuestro léxico –
— Es hermosa –Dijo hablando de la oficina. Si creía que la suya era grande, aquella era inmensa. Había encontrado la razón de ser el último piso, parecía un penthouse, ciertamente la oficina era lo más grande de todo, no creía que aquella fuera un oficina. Y si lo era, no debería ser funcional, o eso le decía su lógica - Y gigantesca –
— Claro, que tanta extravagancia tiene sus porque –Ya no lo aguantaba, debía preguntarlo.
— El señor ¿e-es ho-homosexual? –
— ¡Cómo crees! Él es todo menos eso, como dije tanta minuciosidad con las cosas tiene su porque y deberías de estar agradecida por tener un sofá cama, un baño grande y un armario –Habló con orgullo – no sabes las noches que pasarás en vela en tu oficina por una empresa como ésta –
— Hay mucho trabajo entonces –
— Si, por lo menos cada 2 meses hay dos semanas en las que literalmente no piensas ni en bañarte, por eso él tiene una ducha –
— Vale la pena –
— Claro, ¿No ves la cama? –
— Ump –
— Y el microondas, y el pequeño refrigerador, y la maquina para hacer café… -
— S-si –
— No creas que él lo hizo pensando en sí mismo –
— N-no –
— Luego te darás cuenta del porque su oficina es así –Comenzó a bajar las escaleras junto a Tachibana – y también porque existe una escalera que conecta tu oficina con la de él –aquello la dejó pensando por unos segundos.
Esperaron a que el ascensor llegara y entraron en silencio, eran las únicas en el ascensor. Bajaron un piso y las puertas se abrieron, entraron a una oficina más pequeña y recatada, con baño, armario, dos sillones y un dispensador de golosinas. Su mirada quedó clavada por unos momentos allí, ¿Ese artefacto no debería estar en un aeropuerto?
— Ésta es mi oficina –
— Oh –
— Ya se lo que piensas. Pero esto recarga mis energías –Apoyó su cuerpo del dispensador – para algunos es la bebida, el café o el refresco, para mí son las golosinas –
— Ah –
— Deja de estar balbuceando palabras cortas y comencemos a trabajar –
Desde ese momento todo fue un abrir y cerrar de ojos para ella. Ahora se encontraba estirada cuan larga era sobre su cama. Recién salida de un baño frío que entumecía su cuerpo y un cabello recién lavado, listo para ser perfumado y arreglado. Su cómoda cama parecía ser un timeout para su jornada de trabajo, y ella pensaba que sería divertido.
Estuvo metida junto con Ann en aquella oficina repleta de golosinas, sellando papeles, firmando, revisando, devolviendo, criticando, ayudando y felicitando. Todo eso en unas simples 8 horas que pasaron críticamente rápido. Sabía que las ocupaciones quitaban el tiempo, pero fue sorprendente con que rapidez estaba leyendo papeles, luego almorzando y luego volviendo a leer papeles. ¡Qué locura! ¡Y cuánto le encantaba!
Caminó hasta su peinadora y comenzó algo que juraría que jamás haría: acomodarse el cabello. Lo admitía, ahora no era una niña universitaria con cabello despeinado trenzado a cada lado de su cara. Era parte de una empresa y aquella careta de niña despreocupada tenía que cambiar por una mujer responsable y trabajadora. Por ello debía empezar por deshacerse de sus trenzas y peinar su cabello.
Secarlo sería fácil, lo difícil sería no dañar el secado. Recordó a todas las chicas "azules" que notó en el edificio, unas muy pocas hasta contándose ella misma; pero su porte, elegancia y feminidad llenaban el lugar como ninguna otra mujer podría hacerlo. Con caras delicadamente maquillabas –y agradecía que fuera así – cabellos cuidados y ropas planchadas.
— Ah –Suspiró mientras apagaba el secador y miró la cama, allí estaba la ropa con la que había llegado a la empresa.
La ropa, ése era otro gran problema para ella, demasiado ajustada, la falda demasiado corta, la cintura se veía aun más pequeña y su busto resaltaba por debajo de la chaqueta, chaleco o como fuera. No le gustaba pero debía llevarla, tenía de consuelo que al menos era linda. También el hecho de que sólo debía usarlo apenas llegara al edificio, por eso existía el armario. Podía escoger cualquiera de sus ropas cómodas en el transcurso al trabajo y luego correría para cambiarse.
— Uhh –Suspiró de satisfacción cuando observó su cabello totalmente liso y largo caer por su espalda. El flequillo que llevaba de lado ahora se imponía fuerte en su frente y su color rojizo resaltaba aun más – viene lo difícil –habló con mirada seria y se miró al espejo con son de apoyo.
Buscó el gorro negro que había comprado en el camino a casa, unas pinzas y un cepillo. Se suponía que debía hacerse "la vuelta" para que su cabello no se dañara, había visto tutoriales minutos antes y aparentemente era fácil. Comenzó a peinar su cabello hacia un lado mientras lo estiraba y lo sellaba con las pinzas para que no se le escapara, al terminar el proceso comparó su imagen con la de la computadora y sonrió orgullosa.
— Todo un éxito –levantó el dedo pulgar mirándose – ahora el gorro –
El gorro si había sido un verdadero dolor de cabeza, si se lo ponía por delante cuando lo estiraba despeinaba su cabello, si lo hacía desde abajo también lo despeinaba. ¡¿Por qué era tan difícil?! ¡Qué frustración! ¡Qué molestia! Gruñó y sujetó uno de los extremos del gorro con sus dientes y el otro lo estiro hasta llegar a la nuca, lo afirmó y luego soltó. Dolió cuando pegó en su frente pero finalmente estaba en su lugar. Se lo acomodó mejor y luego se tiró en su cama, respingó y gritó de dolor, las pinzas habían maltratado su cuero cabelludo. Suspiró, ¿Cómo haría para dormir?
Volvió a suspirar y se acomodó lo más que pudo en su cama, la necesidad tenía cara de perro y sabía que pronto el cansancio vencería el dolor de cabeza, lo bueno es que la irían a buscar la mañana siguiente y no tenía que levantarse tan temprano. Sonrió por un momento, adoraba tener un trabajo así.
-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.
Sentado en su sillón, con las luces apagadas mirando hacia la ciudad. Desde donde estaba se observaban todas las compañías que habían creado juntos, era admirable el trabajo que lograron hacer en 10 años. Todo el trabajo desde su adolescencia había valido la pena, ahora era un gran empresario, miembro de la compañía Seigaku y dueño de su propia empresa, era sorprendente.
— Ryoma-sama, ¿En qué piensas? –Sintió unos brazos posarse con sensualidad en sus hombros y una barbilla en su hombro izquierdo. Un olor a mandarina molesto inundó sus narices, odiaba la mandarina.
— Nada –Respondió tratando de esfumar con su mano aquel olor. Sin embargo, aquella chica no se le quitaba de encima. De pronto el teléfono sonó y ella atendió.
— Tiene una llamada –
— ¿De quién?
— El señor azul –
— Le arrebató el teléfono y comenzó a hablar sin escuchar aun la voz del otro lado -
— Cuando cambies de mano derecha debes notificárselo a todos –Gruñó – debíamos evaluarla y ver su desempeño –
— Echizen también me alegra escuchar tu voz –Miró a su secretaria y mano derecha que se colocaba frente a él y lo miraba con deseo.
— ¿Y si hace un mal trabajo? –
— Quise cambiar de estrategia, ¡Vamos relájate! Ann hoy la evaluó y parece que la chica tiene potencial, es de tu misma edad –
— Por eso mismo -Refutó - ¿Quién de mi edad es licenciado en comercio exterior? –
— Tú, si tu puedes ¿por qué los demás no? –Desvió su mirada, él tenía razón…Decidió ignorarlo.
— La estuve investigando-Habló rápido – no aparecen fotos de ella pero se que vive sola, no es de la ciudad y tampoco se donde estudió. La única institución que pueden pasar de grado por inteligencia es donde yo estudié –
— Echizén relájate –Su voz pareció prominente – no por una chica se va a dañar toda una compañía, cuando yo llegue me visitas y la ves –
— Como quieras –Respondió mientras movía su dedo para colgar.
— Antes de que cuelgues debo decirte algo –Detuvo su dedo – Kurumi volvió –quedó anonadado por unos segundos mientras al otro lado la voz de Fuji había desaparecido. Apretó el teléfono con fuerza y se levantó del asiento.
— ¿A Dónde va? – La chica lo miraba preocupada.
— A mi casa –Dijo y entonces ella gimió de sorpresa.
— Pero n-no se supone ¿que se quedaría aquí? –La escuchó alarmada, era una verdadera lastima que aquel día no pudiera usarla para su placer.
— Adiós –
-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.-o.
Estiró los brazos sonriente mientras salía de su ducha fría, había despertado con un humor de rosas y flores, le encantaba despertarse al son de los pajarillos. Comenzó a vestirse mientras pensaba que hacer con su cabello, seguramente dolería peinarlo y se tardaría mucho, quizás en el auto debería peinarse para no perder tanto tiempo. Terminó de vestirse con unos pantalones negros anchos y una camisa azul con volantes en capas. De pronto su móvil sonó.
— Buenos días –Contestó sonriente al saber que era Ann.
— ¡Niña al fin contestas! –Ann se escuchaba alarmada.
— ¿Q-qué? -
— Lo siento ¡lo siento mucho Sakuno! Pero el chofer que te iba a enviar dañó el auto y no hay tiempo de llevarte otro -
— ¿Qué? -
— Por favor ven pronto, te perdono sólo 30 minutos de tardanza, se rápida –Y colgó.
Se miró en el espejo con lágrimas en los ojos y suspiró, buscó su maquillaje e hizo lo mejor que podía por dejar su rostro presentable. Luego quitó su gorro y con dedos habilidosos quitó todas las pinzas de su cabello. Con un peine de dientes anchos desenredó su cabello y lo peinó, buscó con su mirada algo que lo protegiera del frío y humo de la ciudad.
— ¡Un gorro! –Gritó para luego buscar una boina y colocársela en el cabello – okey, okey, okey –roció perfume en su cuerpo y luego corrió hasta la salida. No podía creer que debía correr de nuevo como si de eso dependiera su vida.
Tuvo un deja vú al correr de nuevo por los mismos lugares, el resto del cabello que no era cubierto por la boina lo había trenzado para que no se enredara con el viento, llegó hasta la estación y tomó un descanso mientras sentía las miradas de todos los presentes. Respiró profundo y en su campo visual, una figura apareció sin más.
— N-no puede ser –Murmuró mientras calmaba su respiración agitada, era él…
N/A
Espero que haya sido de su agrado. Acepto todo tipo de opiniones.