Hola, ya ha acabado el reto así que vengo a subir la segunda parte, de hecho se me había olvidado subirlo por eso no lo hice antes la verdad. Muchas gracias a los que me votaron, gracias a todos los que me votasteis ya que gracias a vosotros quedé en tercer lugar eso me hizo muy feliz de verdad. Espero que os guste la segunda parte que es la que más me gustaba a mi y la que enfoca más los sentimientos de Tsunade. Creo que esta parte es más triste.

Disclaimer: Naruto y sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto


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Tras un tiempo Jiraiya volvió a Konoha y los Sannin legendarios siguieron siendo una leyenda. Las declaraciones cesaron lo que dejó claro que Jiraiya no solo era un hombre perseverante sin más, sino que era respetuoso y no intentaba intervenir en su relación con Dan, incluso ambos hombres de cabello claro se hicieron amigos y aunque la situación era incomoda para Tsunade prefería eso a que tuvieran una relación turbulenta. El tiempo pasó y la felicidad parecía haberse instalado en la vida de Tsunade, Dan le proporcionaba felicidad y estabilidad, el dolor de los recuerdos y el pasado aun seguía en su alma y siempre lo haría pero al menos ahora el amor cubría esos sentimientos oscuros y los hacía débiles. Jiraiya era feliz aparentemente y realmente se sentía bien, había decidido seguir adelante pues era lo que siempre hacia pese a que siguiera amando a su amiga, por lo que ambos eran felices de un modo u otro. Solo el extraño comportamiento de Orochimaru y su cambio interrumpía esa felicidad y entre ambos intentaban traer al Orochimaru de antaño algo que solo era un propósito inútil, pues a veces al lado del Sannin aficionado a las serpientes, se sentían como extraños para él y lo sentían a sí mismo un extraño. Lo estaban perdiendo y nada podían hacer.

Pero en la vida de Tsunade la felicidad parecía venir con fecha de caducidad, una fecha que marcaba siempre un inicio y un fin. Y si la muerte de su hermano fue una horrible fecha pasada en la cual perdió un poco de inocencia, de sueños y de felicidad, la fecha en la que Dan murió su vida prácticamente terminó.

Lloró una y otra vez gritando «¡No te mueras!» al cadáver inerte de su novio mientras la sangre de este recubría sus manos y el suelo a su alrededor. La expresión de Dan era tranquila, pacífica, como si simplemente estuviera dormido pero su sueño no acabaría con ese hombre levantándose y frotándose los ojos, él había muerto y Tsunade con él. Lloró hasta que las lágrimas parecían acabar y sin embargo seguían inundando sus mejillas en un mar de dolor y ansiedad. La sangre calentaba sus dedos y los manchaba de soledad mientras seguía inútilmente intentando curar el cuerpo sin vida que bajo ella se hallaba. Los compañeros que la acompañaban trataron de separarla del cadáver de Dan pero ella no concebía que hubiera muerto y seguía diciendo que lo curaría. Ninguno sabía cómo hacer que entrara en razón y el pesar del rostro de la Sannin, desencajado por las lágrimas y el dolor, les afectó quedándose quietos sin saber cómo intervenir sin que Tsunade se perdiera por completo en la locura. Orochimaru viendo la escena desde un árbol sintió una gran tristeza por su amiga pero no se acercó, el ser humano era débil y eso le desagradaba porque si no tuvieran esa condición débil Tsunade no gritaría y lloraría ahora.

De nuevo fue él quien la salvó en ese momento. Jiraiya llegó y de nuevo tuvo que soportar la desagradable imagen de separar a su amada de un cadáver. Esta vez fue más difícil y Tsunade incluso le atacó con tal de liberarse de su agarre pero él no cedió y consiguió sacar a Tsunade de encima de su ya fallecido novio. Ella se revolvía en sus brazos intentando volver con Dan.

—¡Tengo que salvarlo, déjame ir Jiraiya, por favor!

—¡Está muerto Tsunade! ¡No puedes hacer nada y si nos quedamos aquí moriremos también! No lleves a tus compañeros a la muerte.

La mujer consiguió librarse del agarre de Jiraiya pero para sorpresa de éste no corrió hacia Dan, simplemente cayó de rodillas sobre el suelo al cual comenzó a golpear dejando con cada puñetazo un socavón mas grande. Lloró y gritó mientras él intentaba consolarla o hacerla entrar en razón pero cuando Tsunade tocó su pecho sintiendo que el aire le faltaba y su vista se perdió, Jiraiya entendió que esta vez Tsunade no superaría esa perdida. Le presionó el cuello haciendo que se desmallara y se la llevó en brazos.

La Senju no volvió a ser la misma, no sonreía, no comía bien y no quería volver a ejercer de ninja. Solo bebía y bebía hasta que su cuerpo no podía más. Jiraiya pasaba la mayor parte del día vigilando que no hiciera una locura y es que ya no sabía qué hacer ni cómo actuar, solo sabía que la vida había abandonado los ojos de su amiga y cuando ella les dijo que se marchaba de la villa con la sobrina de Dan realmente ni él ni Orochimaru se sorprendieron. La dejó ir haciéndole prometer que no cometería un locura y que tendría cuidado en lo que fuera que buscaba hacer. Y después se fue.

Estar fuera de Konoha le hizo bien, poco a poco superó un poco el dolor de su corazón, nunca del todo pero si en gran parte y se encontró con Jiraiya muchas veces. Tras haber estado entrenando a los huérfanos de la lluvia y al equipo de un pequeño portento llamado Namikaze Minato, el hombre de pelo blanco también se había entregado a la vida nómada y encontrarse no era algo extraño. Cuando notó que Tsunade estaba un poco mejor volvió a la carga, a declararle su amor con tacto y delicadeza, pero ahora el rechazo de Tsunade siempre era el mismo y no daba opción si quiera a una amena conversación.

—El amor solo hace daño, nunca volveré a amar.

Y con esa frase, el número de rechazos que ese hombre acumulaba incrementó. Sus confesiones eran aun más abundantes que antes pues sentía que Tsunade estaba rota por dentro, sola y triste y quería hacerla feliz pero ella no se dejaba. Se enteraron de la barbaridad cometida por Orochimaru en Konoha y aunque a ambos les dolió no llegó a sorprenderles. La vida los había tratado mal y ya nada quedaba de los tres inocentes y alegres chiquillos que habían jugado con quien sería el tercer Hokage a coger unos cascabeles. Ya nada quedaba de los legendarios Sannin de Konoha, ninguno se hallaba si quiera en esa villa y su vida era todo lo contrario a lo que se hubiera esperado: uno de ellos ganándose el título de pervertido y centrando su vida en escribir novelas eróticas, otro de ellos llevando a cabo los más crueles y horribles experimentos con seres humanos en una inútil búsqueda de la inmortalidad y la única mujer del trío ahogándose en alcohol y deudas.

La vida no espera y avanza cruelmente. Que Orochimaru matara a su propio maestro solo fue una decepción más para Jiraiya y Tsunade y el hecho de que ella fuera candidata a Hokage una total locura. No quería volver a Konoha y sentir los recuerdos de Dan y Nawaki en cada rincón de esa villa que tanto amaban los dos, esta vez ni Jiraiya estaría ahí pues había acabado siendo un viejo que espiaba a las mujeres y escribía obras eróticas cambiando constantemente de paradero. No tenía nada en Konoha y no quería volver, pero Jiraiya volvió a sorprenderla haciéndole volver a luchar por la vida. Se juró no volver a creer en alguien que dijera que su sueño era convertirse en Hokage. No, ese era un sueño estúpido relacionado con un puesto maldito, su abuelo y quien fue su tío abuelo habían sido Hokages y habían muerto en combate salvando la villa, su novio y su hermano habían tenido ese sueño y ambos estaban también muy lejos de este mundo, incluso su maestro y el joven alumno de Jiraiya habían muerto en batalla ostentando ese puesto.

Naruto tenía un deseo suicida y ni quería creer en ese chiquillo, ni aceptar ella ese rango maldito. Sin embargo no siempre puedes mantenerte firme y la decisión de ese niño, la fuerza con la que protegía su sueño y su valentía le hicieron cambiar. Se avergonzó de ver a un niño que había sufrido toda su vida por ser jinchūriki, dándole lecciones a ella con solo trece años. Y aceptó, aceptó querer y proteger a ese chiquillo, aceptó volver a Konoha y luchar en el puesto que los dos hombres de su vida querían y aceptó hacerle caso una vez más a aquel amigo que aun la seguía amando pese a todo.

Una vez en Konoha la vida volvió a tener un sentido para ella y Jiraiya volvió a formar parte de su día a día. No le sorprendió ver que Jiraiya estaba tan embobado con Naruto como ella lo estaba, ese niño tenía la capacidad de hacerse querer, de dar fuerza, alegría y confianza. Además era el ahijado de Jiraiya el cual a sus ojos parecía un abuelo atontado con su primer nieto, lo que le hacía demasiada gracia. Aunque según se mirara ella bien podía parecer una abuela también embelesada con su nieto. Naruto se ganaba su corazón y le daba un poco de color a la vida de ambos que ya estaba grisácea tras tanto dolor.

Jiraiya siguió en sus trece y confesándose lo cual ya rallaba lo absurdo en la mente de Tsunade. Tenían cincuenta años, ¿de verdad aun seguía con esos sentimientos hacia ella? En cierto modo le aprecia adorable, tenía la voluntad y la perseverancia de un adolescente y sus sentimientos eran genuinos y fuertes, pero ya no eran críos para seguir con eso. ¿Qué ocurriría si lo aceptara? ¿Formarían una bonita pareja y serían felices a sus cincuenta años? Era cierto que para el amor no había edad y también era cierto que ahora su vida volvía a tener un sentido, pero aun así no podía imaginarse en una nueva relación aun cuando ya no le pareciera tan mala idea.

Porque así era, ya no le parecía mala idea. Los años fuera de Konoha y el lento sanar de su corazón le habían evidenciado la falta que Jiraiya le hacía en su vida, le habían mostrado cuanto se puede echar de menos a una persona que aunque esté viva está lejos de ti. Siempre lo tuvo a su lado y realmente se acostumbro a esa cercanía, a esa sonrisa, a esas perversiones e incluso a esas risas escandalosas. Para ella Jiraiya era lo más autentico que podía encontrar, alguien que había cambiado con los años pero que pese a todo seguía siendo el mismo ser en esencia. Al mirarlo solo veía al mismo niño confiado y alegre que le había hablado de cartas de amor nada más conocerla, el mismo niño solo representado en un cuerpo adulto y mayor, pero el mismo al fin y al cabo. Cuando lo veía al lado de Naruto comportándose de una forma aun más infantil que el adolescente no podía reprimir una sonrisa al ver que básicamente parecían dos niños haciendo travesuras.

Ella siempre admiró a ese niño, a su fuerza de voluntad y su carácter. Aunque en ciertos momentos le amargaba, valoraba esa valía oculta en ese chico de pelo color nieve. Los años habían hecho estragos en su vida pero él aun brillaba como en antaño y le daba un poco de felicidad aunque el cielo llorase y el frío fuera inminente. No, ver a Jiraiya siempre era una sensación cálida. Desde charlar con él, beber con él o simplemente regañarlo como en el pasado. Él era su pilar y su soporte. En su desbastada vida, se dio cuenta que no solo Naruto le hacía feliz y le daba ganas de vivir sino también ese hombre que le había hecho conocer a esa hiperactiva cabellera rubia. ¿Era amor? ¿Seguía siendo cariño? No lo sabía. Sabía que admiraba a Jiraiya y que disfrutaba de su compañía. Sabía que se sentía alagada y orgullosa cuando veía que él seguía enamorado de ella y no le daba oportunidad a cualquier otra mujer que lo rondara. Se podía divertir con otras pero solo de forma carnal y en cuerpo, su corazón y su alma le pertenecían a ella y eso le enorgullecía y alegraba.

¿Entonces que sentía? Le asqueaba sentirse como una adolescente confundida por sus sentimientos, era una mujer adulta debía comportarse como tal, pero cómo hacerlo al lado de una persona que se comporta como un niño y que te hace ver la vida del mismo modo en que la ven los niños; como algo excitante y nuevo por investigar y disfrutar. Y pensar que años atrás la vida le había parecido una condena, una cárcel en la cual aguantar. Sin embargo Jiraiya le había hecho cambiar de opinión, ver las cosas de otro modo. ¿Lo amaba? Probablemente sí. ¿Le correspondería entones en su siguiente confesión? No.

Nunca correspondería a Jiraiya, ellos serían buenos amigos para siempre hasta que la muerte se los llevara, pero solo amigos. Sabía que quien supiera de sus sentimientos y su forma de pensar querría golpearla por incoherente pero ella tenía sus motivos y creía firmemente en lo acertado de su decisión. Era una fuente de mala suerte, un reclamo para la infortuna, todos a los que amaba morían y perder a Jiraiya no estaba en sus planes. Amó a su hermanito más que a nada en el mundo, murió siendo solo un infante. Amó a Dan con todo su roto y desbastado corazón, la muerte se lo llevó frente a sus ojos y manchando sus manos de sus sangre. No se permitiría matar a Jiraiya con su mala suerte, con su horrible fortuna. Era una eterna perdedora en las apuestas, y poco le importaba pero el pesar de su alma era que era una eterna perdedora en la vida también. Perdía a todos a los que amaba y por ello no pensaba hacer que sus sentimientos fueran sabidos por nadie, guardados bajo su gran pecho no llegarían a oídos de la muerte y así ésta no se llevaría a Jiraiya. Que él estuviera en su vida era suficiente para ella y con eso se conformaría por eso en las siguientes confesiones su respuesta siguió siendo la misma.

Como Hokage se sintió dolida al saber que el único Uchiha abandonaba su villa y al ver como Naruto se lanzaba casi de forma suicida a traerlo de vuelta volviendo casi sin vida. Los años pasan pero las situaciones se repiten. Ella no era tonta y sabia que hasta hacía escasos años Jiraiya había seguido intentando hacer comprender a Orochimaru y traerlo de vuelta al buen camino pero había sido inútil. Era fascinante como aquellos niños que eran rivales acababan por establecer un fuerte lazo entre ellos. No quería que Naruto acabara como Jiraiya pero nada podían hacer con ese rubio cabezota, por lo que aceptó que su amigo se lo llevara a entrenar, y lo protegiera y preparara para combatir a Akatsuki.

Podía confiar en ese hombre de pelo blanco, lo sabía. Haría lo que fuera por Naruto y aunque lo iba a echar de menos durante los tres años de entrenamiento, se esforzó por pensar como Hokage y sin egoísmo. Volvería a verlo después de un tiempo, volvería a reír con él y a rechazarlo. Todo volvería a ser como siempre.

Los tres años pasaron y todo volvió a la normalidad, los problemas causados por Akatsuki y su búsqueda de los jinchūriki solo le dieron quebraderos de cabeza con los consejeros pero no pensaba atar y usar como un arma a ese niño que daba fuerza allá donde iba, no lo haría. Akatsuki se volvió un problema al que enfrentar y la muerte de algunos miembros fue una gran noticia aun cuando las noticias empezaban a ser preocupantes. Naruto se hundía en su búsqueda de Sasuke el cual había asesinado a Orochimaru. Era irónico porque cada Sannin escogió a uno de los miembros del equipo siete liderado por Kakashi como aprendiz formando así una nueva generación de Sannin Legendarios y ahora esa nueva generación mataba a la original. Así era la vida, nacer y morir.

En especial morir, porque la muerte volvió a atacarla. En aquel banco en el que Jiraiya se le confesó por primera vez, en ese banco en el que ahora se encontraba con su compañero de vida y de borracheras, ahí en ese banco sintió a la muerte arrancarle el corazón al escuchar a Jiraiya.

Se iba. Se iba a buscar al líder de Akatsuki. Se iba con una sonrisa en los sabios y toda la determinación del mundo. Se iba para no volver y ella lo sabía. Sabía que no lo volvería a ver, que nunca volvería a ver ranas y saber que eran mensajes de él, sabía que no escucharía nunca más su risa, que no lo volvería escuchar hablar maravillas de Naruto el cual lloraría a mares cuando perdiera a su maestro. Sabía todo y el dolor le impedía hablar. Cuando consiguió articular palabra le pidió que lo dejara acompañarle y él la regañó por imprudente ya que un Hokage no debe dejar a su villa, intentaron hablar con tranquilidad aun cuando el dolor era palpable en el ambiente. No quería que se fuera, no quería perderle sin embargo no podía hacer nada porque cambiara de opinión. Por un momento pensó en declararle su amor, quizás así reflexionaría y no se iría. Ya no importaba que la muerte siempre se llevara a quienes amaba, porque de hecho lo estaba haciendo aun cuando ella no había correspondido sus sentimientos, aun cuando su amor por él era algo que solo ella sabía. Pero la muerte es más lista y puede verlo todo. Que sus labios no hubieran confesado sus sentimientos no significaba que estos no fueran visibles, no cuando bullían en su corazón cada vez que veía a ese hombre que ahora se lanzaba de forma suicida a su final.

—Regresa con vida. Si te pierdo yo…

—¿Te preocuparías por mi? Eso me haría feliz, pero dudo que te afectara tanto como la muerte de Dan.

Si lo haría, ese idiota seguía siendo el estúpido de siempre que no se daba cuenta que sin él su vida estaría acabada

—Idiota.

Quizás podía confesarse y así él cambiaría de opinión y se quedaría con ella, quizás esta vez el amor no matara a nadie sino que lo salvara, pero Jiraiya habló y con sus palabras todo rastro de esperanza fue borrado de su corazón así como las olas borran las pisadas dejadas en la arena de la orilla ante el imponente mar.

— Deberías apostar que voy a morir. Conociendo tu suerte, definitivamente perderás. Y después si vuelvo con vida... ¡Solo bromeo! ¡Solo bromeo!

Sí, si volviera con vida todo cambiaría entre ellos. Si volviera con vida dejaría atrás sus miedos y correspondería los sentimientos puros y verdaderos que él le profesaba, si volviera con vida todo sería distinto. Pero eso era un sueño utópico, ella sabía que no regresaría y él tenía claro que aunque regresara nada ocurriría entre ellos. ¿Cómo habían acabado así? ¿Por qué él no se daba cuenta de que ella lo amaba y dejaba de hacerse el héroe suicida? ¿Por qué ella estaba tan segura de que no lo volvería a ver? ¿Por qué todo acababa en el banco en el que comenzó?

—Sabes te estoy muy agradecido, el rechazo hace fuerte a un hombre.

Aun con todo seguía siendo el mismo idiota capaz de bromear en un momento como ese, no podía reírse de su broma, no cuando solo quería llorar. Pero no debía, una vez más debía aceptar la forma en la que Jiraiya tomaba sus decisiones y sus sentimientos, y casi sin ser consciente de lo que decía le siguió la broma y la conversación acerca de la fuerza que debe tener un hombre. Mantuvo su papel de seriedad y tranquilidad hasta que Jiraiya se fue y entones lloró.

Lloró una vez más como hacía tiempo que no lo hacía, sabiendo que acababa de perder al hombre al que amaba y que probablemente ella tenía gran parte de la culpa por no haberle confesado sus sentimientos antes. Por no haber tenido el valor de enfrentarse a la vida que tanto la odiaba y haber tenido la fuerza de luchar por su amor. Ahora ya era tarde. Ahora si sabía que nunca volvería a amar. Tres muertes y ni una mas soportaría por lo que se centraría en proteger a Naruto con su vida si fuera necesario. Jiraiya se iba y su corazón con él. Todo acababa de la forma en la que no debió acabar y en el lugar en el que todo pudo comenzar hacía cuarenta años y también ahora, sin embargo en ese banco solo el rechazo y el dolor tenían cabida.

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Unos golpes en la puerta hicieron que Tsunade despertara de su ensimismamiento y abandonara los recuerdos que azotaban su mente sin cesar, el dorso de su mano arrancó las lágrimas que caían de sus ojos y viajaban por sus mejillas. Tras un débil «Adelante» Shizune entró en la oficina con un rostro serio mientras una rana se encontraba a su lado. Cerró los ojos y suspiró antes de proceder a escuchar aquello que ya esperaba, antes de tener la absoluta certeza de que su mejor amigo y el último hombre al que le entregó su amor no estaba ya en el mismo mundo que ella. Solo pensó que amargamente ella seguía encadenada a una vida que cada vez la odiaba más, sin saber cuándo llegaría su momento de descansar y unirse a aquellos que más amó.

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Bueno aquí está, como ya dije yo tengo el headcanon de que Tsunade lo amaba pero no lo correspondía por miedo. La conversación en el banco enfoca claramente que Tsunade se replantea tener algo con él, al menos lo piensa, no se... me da mucha lastima como quedaron pero ambos son grandes personajes y la muerte de Jiraiya aunque fue dolorosa fue digna de un gran ninja y hombre como él.

Saludos.