Hola, después de mucho tiempo al fin he escrito el fic del reto y bueno he sobrepasado las 7000 palabras por lo que lo he separado en dos, la primera parte que es ésta es la que participará y una vez cierre el reto publicaré la segunda. Mi inspiración ha jugado conmigo por escribir de otros fandoms y cuando empecé a escribir se lució escribiendo de más.

Aviso: Este fic participa en el reto Friendzone del foro La Aldea Oculta entre las Hojas.

Disclaimer: Naruto y sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto


You're my only hope


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Dejando caer su cuerpo sobre la mesa de su despacho, la Godaime Hokage se sentía agradecida, de forma incorrecta, de la fama de borracha que tenía. Porque en momentos así podía dejarse caer sobre esa mesa y Shizune simplemente creería que estaba borracha, también ignoraría a quien llamara a la puerta a no ser que fuera la anteriormente mencionada y nadie la molestaría. Porque el trabajo de Hokage no era un puesto que tomarse a la ligera. Naruto y Konohamaru podían proclamar a los cuatro vientos que querían ese puesto pero ninguno sabía lo que realmente conllevaba, porque era un trabajo de veinticuatro horas los siete días de la semana. Sin descanso, sin pausa. Siempre atento, siempre pendiente de la villa, siendo antes Hokage que persona. No tenía apenas tiempo para otros menesteres e igualmente cuando lo tenía lo gastaba en apostar a escondidas de su consejera y en embriagarse sin parar con sake en cualquier bar de mala muerte de Konoha.

Porque a veces simplemente necesitaba un rato a solas, lejos de responsabilidades y asuntos burocráticos. Ser solo una cincuentona que reflexiona sobre su vida. Porque aunque no lo quisiera reconocer y su aspecto físico dijera lo contrario, así era. Una mujer mucho más vieja de lo que aparenta con un corazón lleno de recuerdos y momentos dolorosos. El peso de los años no le afectaban a su belleza, menos a su juventud proporcionada por su sello, pero si le afectaban a su alma. Un año tras otro, sin pausa y sin cambios. El mundo ninja no cambiaba y las muertes eran solo una sucesión, una tras otra como hormigas camino al hormiguero, hormiguero que no era otro que la parca.

Un suspiro escapó de sus labios coloreados por el intenso rojo del pintalabios que usaba. Rojo como sus uñas. Rojo como la sangre. Dio un puñetazo a la mesa y se incorporó para luego levantarse y andar hacia el ventanal que se hallaba tras ella observando su villa. Una triste sonrisa se alzó en sus labios al ver un par de niños imitando los sellos de algún jutsu mientras jugaban a ser ninjas, pero esa sonrisa triste murió rápidamente al pensar que esos niños quizás estarían en la academia y quizás dentro de unos años y aun siendo jóvenes morirían en el campo de batalla. La muere es lo que le espera a un ninja y no hay más. Son herramientas de la villa en la que viven y a la cual sirven por lo que tener largas esperanzas de vida era un sueño bonito pero fantasioso. Eso era así y quien no estuviera preparado debía ir quitándose la banda ninja. La muerte siempre le arrancó a quien más amaba y sin embargo jactándose a su costa, nunca se la llevaba a ella. No, a ella simplemente la dejaba viva para seguir mostrándole más muertes.

Volvió a su silla pero no se recostó en la mesa. Se quedó sentada con la mirada perdida y siendo sumida en muchos, incontables recuerdos que atacaban como violentos y veloces jutsus su mente, sus sentimientos. Los recuerdos aparecían sin pausa, con una banda sonora marcada por las lágrimas que empezaban a formarse en sus ojos y que posteriormente caerían articulando una débil melodía incesante en su silencioso despacho. Porque recordaba todas las imágenes que a su cabeza llegaban y parecía imposible pensar que haría unos cuarenta años de alguna de ellas. Se dejó arrastrar por esas imágenes, sintiéndose un espectador en eso que había sido su vida.

—¡Tsunade! Por fin llegas, ¿no me digas que te habías dormido?

La alegre voz de su compañero de equipo no se hizo esperar en cuanto ella puso un pie en el lugar acordado para el encuentro. Esa cabellera blanca siempre andaba con una sonrisa bobalicona de un lado para el otro, una sonrisa sincera y llena de fantasías a opinión de la joven rubia que poniendo sus brazos en jarra en su cintura ya empezaba a agobiarse por ese chiquillo y solo acababa de legar.

—Ni se te ocurra quejarte encima que he venido. — Comenzó a andar hacia su compañero que estaba de pie ante ese banco que estaba cerca de la puerta de la aldea—. ¿Qué quieres? ¿Para qué me has citado aquí?

Jiraiya empezó a removerse incomodo, dando con la puntera de su zapato pequeñas patadas en el suelo, el carácter de Tsunade a veces le asustaba y aunque fuera una persona llena de vitalidad en momentos así la timidez le embriagaba. Sus manos a su espalda maltrataban el pequeño ramo de flores silvestres que él mismo había conseguido para la chica, pero decidió armarse de valor y ser como siempre era, por lo que se lanzó, enseñando el ramo a la chica que ya estaba a pocos pasos de distancia y que enarcó una ceja al verlo.

—Se que eres tímida aunque no lo parezca y por eso te daba vergüenza mandarme la carta de amor que te dije, pero no pasa nada ya doy yo el primer paso… ¿Quieres ser mi novia?

Tsunade se quedó estática pues no pensaba que la estupidez que dijo acerca de mandarle una carta de amor fuera en serio, ni mucho menos su interés por ella. Jiraiya era un escandaloso y un poco estúpido, un niño que siempre entorpecía el trabajo en equipo y que se pasaba el día discutiendo con Orochimaru. Pese a eso ella no lo odiaba, pero tampoco lo quería, ni por asomo. No pudo contener más la risa ante la seguridad de aquel chico y la dejó escapar sorprendiendo a su compañero.

—No me gustas Jiraiya ya te lo dije. No eres nada interesante y tampoco eres un gran ninja, si tuviera que salir con alguien sería con Orochimaru. — La rubia se acercó y cogió el ramito de flores para después seguir andando y hablarle a Jiraiya dándole la espalda —. Pero gracias por las flores, no pierdas el tiempo en mujeres y entrena. ¿Acaso no conoces los tres tabúes del ninja?

Jiraiya frunció el ceño y dio un zapatazo enfadado al suelo, no le molestaba tanto el rechazo pues ya lo esperaba pero… ¿Qué prefería a Orochimaru? ¿Cómo de loca había de estar para preferir al rarito antes que a él? Encima se daba el lujo de sermonearlo.

—No sé porque hablas de una forma tan engreída, estas plana como una tabla pocos chicos querrán estar con una tabla de planchar como tú que encima tiene mal humor así que deberías aceptar las opciones que se te dan, porque no tendrás más.

Se vengó. Se vengó de la humillación que era que prefirieran al niño más raro de Konoha antes que a él. Aunque sus palabras no eran ciertas del todo, Tsunade estaba plana pero eso a él no le importaba, lo que el adoraba de Tsunade era su fuerza espiritual, su forma de ser; engreída y presumida pero muy consciente de la situación y siempre dispuesta a ayudar con un noble corazón bajo un pecho extremadamente plano para su edad. De repente un extraño ambiente le hizo desviar sus pensamientos de los motivos por los que amaba a esa rubia.

Cuando vio a Tsunade entendió que hay momentos en los que correr no puede ser considerado de cobarde sino de inteligente y ese era uno de esos momentos. El rostro completamente rojo de furia de la chica, la lenta velocidad a la que giraba su cuerpo y el nervioso tic que dominaba su ojo izquierdo haciéndole temblar dándole una imagen de loca y maníaca, se lo confirmaban. Correr por su vida en ese momento seria inteligente y una gran prueba de supervivencia. Eso o al día siguiente los pobres pueblerinos de Konoha encontrarían inocentes miembros arrancados de preadolescente por las calles de Konoha.

Antes de que Tsunade estallara Jiraiya ya se encontraba en un árbol a una distancia prudente dado que la chica no llevaba su equipo ninja y no podía lanzarle ningún shuriken. Tsunade lo atravesó con la mirada antes de gritarle de una forma tan violenta que Jiraiya comenzó a temblar tanto que podría haber jurado que hasta el árbol temblaba.

—¡Cállate idiota aun no he desarrollado del todo pero eso no importa! ¡Eres un idiota y en la vida estaría con alguien como tú, tan patético y estúpido!

Estaba asustado pero no quería quedar de forma tan patética ante ella así que el poco arrojo que quedaba en su ser fue expulsado en forma de palabras, palabras suicidas realmente. Era lo suficientemente inteligente para escapar del rango de alcance del puño de la chica pero no para mantener su bocaza cerrada.

—Bien, di lo que quieras pero hasta que no tengas un gran pecho no tendrás el poder de elegir y tendrás que conformarte.

Ahora sí, la chica cargó contra el árbol y Jiraiya desarrolló momentáneamente una extraña velocidad que le hizo escapar del pobre árbol que había sido su compañero de miedos y se libró del puñetazo lleno de chakra de la joven Senju que había arrancado de cuajo la rama en la que segundos antes se hallaba. Después corrió por su vida pensando en cuantos arboles destrozaría Tsunade.

Pero esa no fue la única vez que Jiraiya se le confesó. No, confesiones del joven aficionado a las ranas, la princesa babosa tenía como para llenar un libro. Un libro angustioso y depresivo lleno de rechazos cabe decir, puesto que tras cada confesión un nuevo rechazo se sumaba a la lista. Siempre confesiones llenas de amor, un amor que ella tardo en notar y que al principio siempre concebía como mera fascinación e idealización. Ella se consideraba guapa pero tampoco como para mantener encandilado a un chico por años, años que se hicieron décadas.

Años después de nuevo esta vez en una de los campos de entrenamiento de Konoha Jiraiya volvió a confesar sus sentimientos para obtener un segundo rechazo.

—Esto, Tsunade… Ha pasado un tiempo ya, ahora somos buenos amigos ¿verdad?

La chica frunció el ceño sin entender, era obvio que eran amigos. No entendía esa pregunta, de hecho era su mejor amigo. Orochimaru seguía siendo importante para ellos pero tras la muerte de sus padres había comenzado a cambiar.

—¿Quieres ser mi novia?

Los ojos de Tsunade se abrieron sorprendidos y luego se regañó mentalmente por no ver venir el hilo de la conversación. Ambos eran ya adolescentes y todos sus conocidos iban emparejándose pero a ella eso aun no le interesaba. Sus padres habían muerto y cuidar de su hermano era su única preocupación aparte de ser una gran kunoichi en un mundo dominado por hombres. Jiraiya era alguien extremadamente importante en su vida y aunque siguiera siendo un idiota ya no era el mismo de antes pese a ello, no lo amaba.

—No, sigues siendo demasiado idiota para mí. —Una pequeña sonrisa se formó al ver a Jiraiya echar la cabeza hacia atrás y murmurar «¡Ah! Aun no» su perseverancia era digna de admiración—. Deberías olvidarte, no creo que una babosa pueda congeniar nunca con una rana.

—Puede, pero eso no me importa. Tampoco parece congeniar la belleza con la genialidad y mírame, aquí estoy. —La chica lo miró si pero incrédula y riendo un poco ante la falsa arrogancia de Jiraiya—. Aunque sigues siendo una engreída, sigues plana por lo que aun no tienes el derecho de elegir.

Y como unos años atrás el puño de Tsunade se lanzó al chico de pelo blanco que esquivó con maestría y se puso a su espalda.

—Vaya, te veo animada ¿Quieres entrenar sin Orochimaru ni Hiruzen-sensei?

La chica hizo un sello sin que él la viera y un Kage Bunshin se colocó tras el sorprendido Jiraiya con un kunai apuntando a su cuello.

—No quería entrenar aun pero romperte la cara puede ser un buen entrenamiento.

Momentos después ambos entrenaban sin ningún drama ni preocupación por el rechazo, pues parecía que el chico ya lo esperaba y simplemente probaba suerte. Algo triste pero para él no lo era. Él era el gran Jiraiya, algún día seria conocido como Jiraiya-sama ¿Cómo iba a rendirse ante una mujer que le rechazaba?

Ese fue el segundo rechazo pero tiempo después vinieron más, muchos más. Jiraiya nunca volvió a regalarle flores tras la primera vez. Sus confesiones eran siempre llenas de esperanza e ilusión y los rechazos de Tsunade cada vez más serios y tristes, empezaba a dolerle. En algún momento de debilidad pensó en si Jiraiya solo la trataba bien porque la quería, en si solo le interesaría como chica pero no como amiga simplemente, o si solo la quería porque era guapa y su persona realmente no le importaba. Después al estar con ese chico veía lo ridículo de sus dudas, Jiraiya era sincero, alegre y natural. Podría amarla pero no solo ese hecho le hacía ser el que era a su lado, él simplemente la quería como amiga, como compañera, como mujer. Empezó a sentir tristeza al rechazarlo, era un gran chico y muchas chicas matarían por estar con él, pero el muchacho de pelo blanco seguía fielmente e incombustiblemente enamorado de ella. Años después se alzaron como los Sannin de Konoha y las confesiones para Jiraiya y Orochimaru caían como lluvia del cielo sin embargo ambos rechazaban a toda joven que les brindaba sus sentimientos. Orochimaru no estaba interesado y Jiraiya respondía que su corazón ya tenía dueña, ella solo apartaba la vista y se iba. En vez de madurar y cambiar Jiraiya se hacía más estúpido, porque solo un estúpido persevera en un caso perdido como era una posible relación entre ambos, claro que Tsunade no parecía saber que un enamorado no es más que un estúpido que deja su corazón a merced de otra persona. Ella no sabía de amor y no entendía a su amigo pero empezaba a molestarse al verle perdiendo sus días y su juventud en un anhelo imposible con ella.

No quería perderlo y sus confesiones seguían cargadas de un poco de arrogancia pero con mucho mas tacto y cuidado, no quería hacerle daño aunque a veces pensaba que hacerle daño y alejarlo sería la mejor forma de que parara en ese estúpido objetivo que era conquistarla. Sin embargo tenía miedo de perderlo como amigo y simplemente una vez tras otra lo rechazaba. Escuchaba a Orochimaru reírse de él, solo en esos momentos tenía ganas de pegarle al chico amante de las serpientes y espetarle que al menos Jiraiya buscaba la felicidad y no se hundía como hacia él a vista de todos con su frialdad y casi crueldad.

La amistad de Jiraiya la reconfortaba en sus peores momentos y decidió nunca perderlo pasara lo que pasara, el amor de él hacia ella podía ser un factor delicado y algún día harto de tantos rechazos apartarse de su lado y ella no lo soportaría, pero no era así. Un día antes de uno de los peores días de su vida lo rechazó de nuevo, sin embargo al día siguiente él fue el primero que estuvo a su lado ayudándola a dejar de agarrar el cadáver de Nawaki en sus brazos.

Él fue quien la sacó casi a rastras de esa habitación mientras que sus gritos podían escucharse en casi toda Konoha. Sus manos no querían dejar de tocar a su hermano aunque el tacto frío y sin vida de éste le revolvía el estomago y notaba su pecho arder ante un dolor infinito que ni en sus peores pesadillas pudo imaginar. Cuando pudo calmarse algo, solo un poco, lo único que encontró que la recompusiera y la sostuviera como ser, como persona, fueron los brazos de Jiraiya. Él la abrazó con fuerza dejándola llorar en su pecho e incluso golearlo hasta dejar marcas. Estaba destrozada y en ese momento él fue su mayor apoyo, Orochimaru también estuvo y extrañamente vio un gran dolor en sus amarillentos y fríos ojos pero no le dio ninguna muestra de cariño, ni un abrazo.

Un tiempo después su corazón volvió a latir al conocer a Dan. Él era lo que ella necesitaba, un hombre serio, noble, centrado, dispuesto a cambiar un poco el sistema ninja para reducir ese horrible acontecimiento que era la muerte y que le había arrebatado a todos sus familiares. Dan era un sueño para ella y por primera vez entendió los sentimientos de Jiraiya. Por primera vez sintió una punzada de dolor al ponerse en su piel, imaginar que Dan la rechazaba era devastador por lo que al fin entendió lo que significaba el rechazo para Jiraiya y le sorprendió la entereza con la que siempre lo aceptó.

Tenía que hablar con él, no quería que se enterara por un tercero de su relación con Dan, era lo mínimo que le debía. Así que se armó de valor y lo citó en el banco en el que él se declaró por primera vez.

—Oh Tsunade, llegas temprano esta vez.

Levantó su vista encontrándose con ese hombre que ahora tanto le invadía los pensamientos y mientras éste tomaba asiento a su lado dejó escapar un suspiro.

— Yo soy la que te ha citado es lo mínimo que llegue a tiempo.

Horrible forma de empezar pero realmente le era complicado. Esta vez no había un "Sigue intentando" al más puro estilo sorteo en una envoltura de helado como parecían ser sus rechazos para Jiraiya. No, esta vez era un "Lo siento el premio ya tiene dueño" Aunque ella no tenia dueño ni mucho menos era un premio, pudo serlo pero ahora era una persona rota por el dolor que empezaba a ver la luz de nuevo pero de forma lenta.

—Es cierto, pero bueno… ¿Qué ocurre?

—Estoy enamorada de una persona y me corresponde.

Simple y directo pero no encontraba mejor forma. Solo las hojas arrastradas por el viento se escucharon por unos segundos, después una risa ronca rompió el silencio establecido. La risa de Jiraiya le sorprendió pero más que nada le entristeció porque aunque su garganta produjera el sonido de una risa y sus labios así lo mostraran sus ojos estaban completamente apagados, sin esa vitalidad y despreocupación que siempre le caracterizaron.

—¿Es Dan verdad? —A la expresión de preocupación y tristeza de la rubia se sumó la sorpresa—. Vamos no pongas esa cara, eres tan obvia… si ibas babeando como una adolescente por donde él pasaba, ¿cómo no iba a darme cuenta?

Se esforzó por intentar no sentirse mal. Si Jiraiya fingía que estaba bien ella tenía que respetarlo y ayudarlo a hacer ver que no estaba dolido aun cuando sabía que acababa de romperle el corazón.

—No es cierto, yo no soy obvia.

—Buen quizás no tanto como yo lo soy contigo pero lo eres a tu manera… no te pongas melodramática y sentimental por mí, ya sabes que estoy acostumbrado a tus rechazos. Él es un buen hombre supongo que pierdo ante él —Tsunade fue a replicar que no se trataba de ser peor o mejor pero él no la dejo hablar —pero me alegro de que te corresponda, verte llorar por un hombre hubiera sido triste para mí la verdad. Él te corresponde y te hace feliz, me alegro de veras.

Entonces se levantó, dio unos pasos y se quedó quieto. Tsunade se levantó también completamente dolida. Hubiera preferido mil veces que se enfadara y le echara en cara que eligiera a otro estando él años esperando por una oportunidad, hubiera preferido eso y que el dolor hubiera sido lanzado contra ella antes que ver a Jiraiya de una forma tan triste. Antes de ver esos ojos llenos de esperanza hundirse en la imposibilidad de cumplir su sueño de amor con ella. Sin embargo sabía que la alegría de Jiraiya era genuina, él se alegraba de su felicidad de verdad aunque eso supusiera el fin de sus oportunidades, él tenía esa nobleza además el amor te hace ser idiota. Ella lo entendía porque aunque se muriera de celos si Dan hubiera elegido a otra hubiera sentido algo de alegría al verle feliz con alguien a su lado, aun cuando no fuera ella. El amor te hace idiota y Jiraiya no era el más idiota de todos los hombres que había conocido por naturaleza, lo era porque estaba enamorado de ella de una forma tan fuerte que casi parecía imposible e irreal, digna e una novela romántica.

Jiraiya giró un poco, solo un poco su torso hacia atrás para hablarle y ella miró expectante sintiendo un gran dolor de ver a su amigo pasarlo mal y aun así preocuparse por su felicidad ante todo.

—¿Sabes? Me he dado cuenta de una cosa, ahora si puedes elegir, ahora que tienes esas enormes tetas tienes derecho a elegir y lo has hecho. ¿Ves? Te dije que solo podrías elegir cuando tuvieras algo más que una tabla ahí delante.

Ella no respondió solo frunció el ceño un momento y él se rió escandalosamente para después volver a girar e irse.

Una lágrima recorrió la mejilla de la chica sintiéndose un ser horrible por romper el corazón a aquel que era uno de sus más grandes apoyos y motivos para vivir que tenía. Lo intentó, cuando entendió sus sentimientos y lo empezó a apreciar, intentó amar a ese hombre pero su amistad era lo único que podía brindarle aun cuando lo quisiera muchísimo. Era un cariño que no llegaba al amor. No podía hacer nada, pues los sentimientos son esos pequeños entes que llegan sin que nada puedas hacer, a veces para ayudarte a ser feliz a veces para torturarte y nada puedes hacer sobre ellos solo dejarte a su merced. Por eso ahora Tsunade era feliz con un hombre al que amaba y al que ella correspondía, mientras el corazón de quien la había amado durante años se rompía como un delicado baso de cerámica que impacta contra el suelo.

Jiraiya siguió andado y puso una mano sobre su cabeza pensando en todo lo anterior e intentando tomárselo con humor aun cuando definitivamente quería llorar y destrozar todo a su alrededor, algo raro en él.

—¡Maldición! Que mala suerte tengo, ahora Orochimaru se reirá de mí toda la eternidad.

Aunque estaba solo intentaba seguir con ese humor suyo, no quería entregarse al dolor aun cuando sabía que Tsunade probablemente ya se habría ido de ese lugar y nadie mas había en los alrededores. No quería dejarse llevar por el dolor, quería guardarlo con él y superarlo en silencio, pero es difícil no querer gritar cuando una daga te atraviesa el corazón de forma lenta y angustiosa, como si disfrutara al romper, al rajar, al hacer sangrar. Estaba feliz por ella pero el dolor era demasiado grande. Solo le quedaba pensar que se chico era una buena persona y que de verdad amaba a Tsunade, quizás fuera un pensamiento egoísta pero estaba seguro de que él la amaba más.

¿Amaría Dan cuando Tsunade acababa borracha en alguna callejuela y tras el aturdimiento primero del alcohol empezaba a llorar diciendo el nombre de su hermano? ¿Amaría Dan cuando perdía todo su dinero en apuestas y le pedía a los demás un préstamo? ¿Amaría Dan sus nulas dotes culinarias? En definitiva, ¿amaría Dan sus defectos o solo amaba toda la gran cantidad de cualidades que envolvían a la joven y bella Princesa de las babosas? Probablemente no y él si lo hacía. Hasta en su más patético momento, él amaba a esa chica que con sus sonrisas le daba las fuerzas a su corazón para latir.

—Creo que me iré un tiempo al Monte Myōboku y así ni Orochimaru ni nadie me molestará.

Lo que nadie sabía era que se iba para sobrellevar el dolor, para canalizarlo en entrenamientos, para llorar en un prado con ranas y no en la soledad de su apartamento, para que la energía natural le curara su roto corazón. Solo Tsunade intuyó la razón de su huida al monte pero no dijo nada, solo sufrió un poco más por haber dañado a su amigo pero nada podía hacer más que esperar a que volviera con su incombustible sonrisa a ser uno de los pilares más importantes de su vida.

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Me gusta mucho esta pareja y creo que la friendzone de Jiraiya es junto con la de Obito la más famosa y oficial de este manga, pobres míos, encima las chicas que querían prefiriendo al otro chico el grupo que siempre es frío y borde (Orochi y Kakashi).

En fin, yo tengo la clara convicción de que Tsunade amaba a Jiraiya y su despedida termina de confirmarmelo. Es mi headcanon y se que no todo el mundo piensa igual pero en la segunda parte es donde abordo ese tema.

El titulo viene de la canción Only Hope, he escuchado muchas canciones escribiéndolo pero quizás esa que me recuerda a la película en la que sale y es triste es la que más me llegó. Además tiene un poco más de lógica el por qué del titulo en la segunda parte.

Bueno, un saludo y suerte a los participantes de este reto :)