Antes de comenzar:

· Estos personajes no me pertenecen, son parte del mundo de Harry Potter que nació en la mente de JK Rowling. Escribo estas líneas para atrapar este momento y sólo por diversión, no espero nada a cambio ...Aunque un review o un fav siempre serán bien recibidos.

· Una advertencia: Esta capitulo contiene un suspiro de slash. Sutil, breve, pero slash al fin y al cabo. Están avisados.

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IV

Sirius es un consentido.

Remus lo sabe, aunque eso no es novedad, Hogwarts completo sabe Sirius es un consentido.

Lo que el mundo no sabe es que Sirius es un consentido por culpa de ellos. Todos asumen que es producto de la crianza, los lujos, la casa enorme y la sangre pura, pero no, de eso salen (entre otras cosas) su poco interés por lo material, algunos prejuicios que ha ido botando con los años, ese aire de príncipe encantado y algunas expresiones arrogantes que se arrastran de generación en generación.

Sirius es un consentido por culpa de ellos: El creerse el dueño del mundo, el sentirse con derecho de usar lugares y cosas de otros sin permiso, el asumir que será comprendido y avalado es algo aprendido en un ambiente blando y lleno de concesiones. Estrategias infalibles como los ojos de perrito y la mueca amurrada son ganancias recientes, que sólo funcionan en un entorno que cede frente a chiquilladas y tienen una sonrisa como primer regaño.

Remus lo sabe, por eso no se sorprende cuando lo ve desparramado en su cama, destapado y con la sábana enredada en una pierna. Roncando con la nariz enterrada en su almohada favorita y con todo lo que alguna vez estuvo sobre su cama, regado sin piedad en el suelo.

Suele hacer eso porque sí, porque le dio la gana, porque está demasiado cansado para caminar hasta su cama (aunque está más cerca de la puerta) o porque tiene demasiados cachivaches en ella. Pero hoy no, hoy tiene un motivo, ha recibido una carta de su madre y Remus, aunque no tuvo oportunidad de verla antes que terminara hecha una bola ardiendo en la chimenea, sabe, él sabe que Sirius no queda indiferente, y que pese a que diga 42 veces durante el día "estoy bien" , "no es nada", "es un gran día para bromas" y levante los hombros quitando importancia, Walburga tiene el arte de, incluso a distancia, aplastar un poco el espíritu de Sirius con solo un par de líneas de elegante caligrafía.

Así que hoy menos que nunca se sorprende de encontrarlo ahí, lo ve y siente que lo embarga una tristeza con una pizca de lástima que se transforma en ternura. Pero sabe que si toca el tema de la carta Sirius se molestará, así que disimula como un experto —Sirius, deja de babear mi almohada y muévete que necesito espacio —dice esto sabiendo que no se irá, de todos modos, no le molesta tenerlo ahí.

Sirius acusa recibo de la orden con un quejido bajo y se mueve tres centímetros exactos.

Remus rueda los ojos, lo empuja un poco más y conquista una esquina de su cama. —Vamos coopera, al menos dame un poco de tapado —le reclama.

Sirius se desenrosca en un movimiento brusco, patea un poco y tira del cobertor medio tapando a Remus en el proceso, rodeándolo por la cintura y dejando la cara enterrada en su vientre.

Remus sonríe con una ceja levantada por esa exhibición de caos, mirando como Sirius lo utiliza de almohada y no resiste el deseo de acariciar su cabeza, pasa los dedos un par de veces por el sedoso cabello negro, rascando con lentitud de tanto en tanto.

Sirius inspira con fuerza y espira lento provocando una corriente de aire caliente que fluye entre los dos dejando en Remus un escalofrío tan potente que lo hace detenerse.

—No pares —Sirius con los labios contra su camiseta.

—N-no, no paro —replica Remus reanudando la caricia con los dedos temblorosos.

Sirius se acomoda satisfecho al sentir la caricia nuevamente. —Hoy voy a dormir aquí —anuncia como si nada después de un rato.

—Bien —responde Remus alargando la caricia hasta la base del cuello —imaginé que dirías eso.

—¿Por qué? —pregunta Sirius frunciendo el ceño sin levantar la cabeza.

—Porque eres un consentido y siempre haces lo que quieres —es la constatación de un hecho.

—Es tu culpa.

—Lo sé.

—Tú lo sabes todo... —Afirma Sirius, mientras asiente y mueve su mano izquierda dándole unas palmaditas en las costillas —Hey Remus, dame de tus bombones de café.

— No —su respuesta es automática y luego de un instante cae en cuenta —Sirius ¿Cómo sabes que tengo bombones de café?

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Lamento la tardanza, pero espero que este capítulo que es un poquito más largo sirva a modo de compensación. Me quedan un par más para cerrar estos mini relatos desde el punto de vista de Remus… Hace un tiempo me pregunto si Sirius se ha detenido a observar a Remus ¿Qué creen?