N/A :Es algo tan corto, pero quise subirlo de todas maneras. Amo a esta pareja. Este one-shot está inspirado tras la derrota de Aomine. Espero les guste n_n
Esa noche el camino al departamento fue más largo de lo normal.
Arrastró los pies todo el recorrido, como si estuviera desanimado y completamente trastornado por la derrota, sin embargo, en realidad estaba exhausto. Había perdido y se sentía extraño, no recordaba haberse sentido así antes. Siempre había pensado que perder, te dejaba desanimado y triste, pero para él era todo lo contrario, se sentía feliz pues más que nunca estaba motivado para volver a entrenar y poder desafiar nuevamente a Kagami y Kuroko. Se sentía más vivo que nunca, la emoción le recorría por las venas, su cuerpo se dividía entre entusiasmo y cansancio.
Parecía que su novio le comprendía perfectamente, pues no recibió ninguna llamada o mensaje que le pidiera justificar su retraso. Ya eran pasadas las 11 de la noche, y el viento se paseaba por las calles, enfriando todo a su paso. Incluso a él, bueno el uniforme de la secundaria tampoco era un gran abrigo. Se apresuró hacia la entrada, caminó hacia la puerta y abrió suavemente la puerta.
Cerró con cuidado de no hacer ruido y abandonó su bolso en el piso.
Con muy poca luz, apenas podía distinguir las figuras dentro del apartamento, aun así logró avanzar hasta el dormitorio sin chocar contra los muebles.
Se descalzó sin hacer ruido. De la misma forma, se quitó la chaqueta y el buzo, quedando solo en bóxer.
Seguidamente se deslizó en la cama, acercándose hasta rozar sus pieles provocando que el rubio se removiera al sentir el contraste de sus temperaturas. Aomine estaba tan helado, que hizo tiritar a Kise cuando se apegó él, en busca de más calor.
No le fue suficiente con robarle parte de su calidez, como si fuera poco el peliazul arrastró uno de sus brazos hasta la cintura del modelo y la dejó descansar allí.
Desde su posición, podía sentir el perfume que despedía su cabello y tentado por más, se arrimó hasta juntarse completamente al rubio. Kise estaba de espaldas, y el peliazul dejó caer su cabeza en el hueco de su cuello, disfrutando del aroma suave pero adictivo que tenía el rubio.
En esos momentos agradeció que Kise no estuviera frente a él, porque jamás podría admitir lo que estaba sintiendo ahora. Una sonrisa se dibujo por la cara del moreno, cuando se acomodó junto al rubio.
Disfrutaba cada momento con el rubio, por esa razón no le importaba tener mil pensamientos cursis en su cabeza. O sentir una tranquilidad que se expandía en su interior al sentirlo cerca.
Que tonto se sentía en esos momentos y seguramente desde siempre con el rubio hacia su alrededor, quería estar con Kise, pasar tiempo con Kise, gastar su energía jugando con Kise.
Era una cadena obsesiva con el modelo rubio en cada oración que se paseaba por su cabeza.
En el apartamento que compartían, iluminados por la tenue luz de la luna que se colaba por la venta, Aomine abrazaba a Kise no por frío o como premio de consolación, lo abrazaba porque lo quería, y más de lo que él podía decir con palabras.