Disclaimer: Shingeki no Kyojin es propiedad de Hajime Isayama.
Advertencia: Yaoi (Boy's Love) | Uso descarado del OoC | EreRi | Universo Alterno (UA) | Lenguaje vulgar | Contenido sexual explícito | Levi seduciendo a Eren (?)
N/A: Holiwis \OwO/ aquí vengo yo, esta vez con un fic ''largo''. En realidad, no durará más que tres capítulos xD, pero bueh :B. Advierto de una vez que habrá lemmon en ese fic, en el capítulo tres para ser más exacta XD. Y si lo que buscan es un lemmon tierno pos aquí no lo van a encontrar, será de duro contra el muro (pobre Levi u.u) XD. Si leyeron el one-shot que publiqué hace poco ya sabrán que esperar e_e(?).
Lo dejaré en T por mientras, no me gusta poner mis fics largos (con lemmon) en M, sino hasta el final XD.
Por cierto, pido perdón si hay algún error. Prometo que lo corregiré después ;3
En fin, espero que les guste el capítulo /o/
Ojo: Es un EreRi, o sea, Eren es el seme.
SEDUCIENDO A EREN.
By: Maka Kagamine
Capítulo uno. Sedúcelo con vainilla.
.
.
.
Intenté que no se notara demasiado.
Era rara y descolocante la manera en que actuaba cada vez que Eren se acercaba, aunque fueran unos pocos centímetros, a mí. Me ponía nervioso, las manos me temblaban, el sonrojo se hacía presente en mis mejillas, y simplemente no podía dejar de observarlo ni un segundo. Antes de poder darme cuenta; mis ojos se perdían en cada detalle de su rostro, desde esos profundos e inocentes ojos verdes hasta lo carnosos y sonrosados que eran sus labios. Incluso también me permitía divagar por todo centímetro de su cuerpo, empezando por su cuello, bajando lentamente hasta perderme en los músculos de su abdomen que se marcaban por sobre sus camisetas.
Intentaba actuar como siempre cuando Eren rondaba cerca de mí. Pero en ocasiones me era imposible, sobretodo cuando a él se le daba por ponerse cariñoso conmigo. Cuando me abrazaba y besaba de esa manera tan tierna que tenía me sonrojaba muchísimo —más de lo acostumbrado— y terminaba por romper todo contacto, ante su confundida y dolida mirada. Es ahí dónde me sentía como una verdadera mierda. No quería hacerlo, de verdad que no. En serio, amaba que mi novio me tratara de esa manera —aunque a veces no se notara—, pero en esos momentos no soportaba su cercanía.
No cuando sabía que, en cualquier momento, me lanzaba encima de él para despojarlo de su pureza.
O sea sí, quería tener sexo con Eren. De verdad, lo deseaba con una locura indescriptible.
Y es ahí dónde toda mi vida se volvía una reverenda ironía.
No es que fuera un adicto al sexo. Tampoco que me gustara la idea de tener una polla dura enterrada en el culo durante varios minutos. De hecho, la sola idea de tener relaciones sexuales con alguien me escandalizaba a niveles insospechables. Era, para mi gusto, algo verdaderamente sucio y asqueroso; eso de terminar con el cuerpo lleno de saliva, sudor y fluidos de la otra persona no era lo mío.
Para alguien como yo —que sufría de un trastorno compulsivo con la limpieza— pensar en relacionarse sexualmente con alguien era imposible. ¡Era un horror imaginarme todo lleno de suciedad de ese tipo!
Además, no encontraba el chiste en el sexo, para ser sincero se me antojaba banal y sin importancia en una relación. Sé que lo que diré a continuación sonará como un estúpido y trillado cliché, pero es lo que solía pensar; el amor era lo más importante para poder sobrellevar un noviazgo, bueno al menos en mi caso era así. Llevaba ya cuatro años de relación con Eren y el sexo nunca nos hizo falta, en serio.
Sin embargo, todo pensamiento de ese tipo se vio destruido una noche, en apenas unos segundos. Mi estabilidad mental trastabilló, mi corazón se agitó y todo dentro de mí se revolvió en cuanto lo miré.
Eren estaba parado frente a mí todo húmedo... Y desnudo. Jodida y completamente desnudo.
Me tomé mi tiempo para repasar por completo esa sensual figura que se erguía con orgullo frente a mí; como había terminado de bañarse pequeñas gotas de agua escurrían por su pelo castaño, bajaban muy lentamente por su rostro, delineando sus facciones masculinas, hasta que recorrían todo recoveco de su sensual piel morena, deslizándose casi de manera inmoral por los músculos marcados de su abdomen y terminaban por perderse en el vello de su pubis.
En ese momento no hice mas que imaginar un montón de cosas poco castas que podíamos hacer en esa virginal pared. O sea, sí, duro contra el muro.
—Oh, Levi —dijo Eren con una sonrisa al verme mientras pasaba su mano sobre su húmedo cabello, provocando que las pequeñas gotas de agua salieran disparadas hacia todo lugar. Durante un momento me quedé sin respiración, jamás se había visto tan sensual haciendo eso—. Olvidé la toalla, ¿puedes creerlo?
Y Eren rió. Sí, mierda, rió como si no le importara en absoluto andar desnudo por los pasillos del departamento dónde vivíamos, sin siquiera pensar en lo que eso provocaría en mí. ¡Ese maldito era todo un degenerado!
Sabía que no debía ser raro eso. Digo, viviendo juntos desde hace casi cinco años, ya debía estar acostumbrado a verlo desnudo. Y de cierta manera lo estaba, ya lo había visto sin nada de ropa en varias ocasiones y nada había cambiado. No obstante, al mirarlo en ese estado, todo húmedo y sensual, algo dentro de mí se encendió.
Como no contesté nada Eren me miró preocupado mientras se acercaba, con lo que me pareció un caminar bastante sensual, hasta mí.
—Oye, ¿te sientes bien, bebé? —Habló con clara preocupación cubriéndole la voz—. ¿Tienes fiebre? Estás todo rojo, Levi.
Eren rompió todo Centímetro que nos separaba para recargar su frente contra la mía. Me sonrojé todavía más, si eso era posible, y volví a quedarme sin respiración. No me había dado cuenta de que estaban tan avergonzado —¿o excitado?—, hasta que mi novio había hecho notar lo rojo que estaba mi rostro.
Me separé de él con rapidez, casi como si el contacto de su piel contra la mía quemara. Eren me miró contrariado durante un momento, a lo que yo aparté la mirada mientras me mordía el labio inferior. Mierda, quería estar más cerca de él, quería desnudarme también, quería besarlo hasta quedar sin aliento. Quería hacer el amor con él.
—Estoy bien —contesté cuando salí de mis divagaciones mentales, y pude recuperar el aliento.
Eren sonrió, pero aún pude ver un ápice de duda en su semblante. Apesar de que para las demás personas era difícil de leer, para mi novio no era así. Él podía saber si estaba bien o mal con tan solo mirarme. Era una de las ventajas —¿o desventajas?— de conocernos de toda la vida.
Tuve que obligarme a mí mismo a sonreír un poquito sólo para él.
—De verdad —dije—. Estoy bien. Pero tú deberías ir a vestirte, exhibicionista.
Bastó con eso para que la sonrisa totalmente confiada de Eren regresara a su rostro.
—Entendido, Sargento —Eren hizo un saludo militar medio raro —que había visto en una serie de televisión—, mientras reía con ganas—. Iré a ponerme ropa, empiezo a tener frío.
Entonces, antes de que él se metiera a la habitación que compartíamos, decidió dejar un beso lleno de amor —y un montón de sentimientos irreconocibles para mí— sobre mi frente. Me estremecí un poco, pero no me moví de mi lugar ni dije nada. Simplemente me quedé ahí de piedra, mientras él se perdía tras la puerta que daba a nuestro cuarto.
Cuando por fin me encontré completamente solo, en ese pequeño pasillo, permití que el cúmulo de emociones asentadas en mi estómago explotara. Un extraño calor recorrió mi cuerpo vagando despacio por cada parte de mí, el corazón me latía desenfrenado contra el pecho y un cosquilleo se hizo presente en mi vientre bajo.
Pegué la frente contra la fría pared color melón, mientras llevaba una mano a mi rostro, ardiente por el sonrojo, para cubrirlo con ella.
¿Qué mierda acababa de suceder?
Apartir de entonces comenzó mi martirio. Durante las noches despertaba agitado, sudoroso y —aunque me costaba admitirlo— totalmente excitado. Los sueños que tenía eran, en su totalidad, explícitos. Sexualmente hablando, por supuesto. Se me antojaban tan reales que incluso todavía podía sentir sus manos recorriendo mi cuerpo de manera sensual, casi morbosa. Su lengua lamiendo toda extensión de piel que se cruzara por su camino, y su miembro, duro y caliente, penetrándome tan lento que me arrastraba a un nuevo tipo de placer delicioso, y... Me desvié del tema.
Y es por eso que ahora me encontraba así: hundido en mis debates mentales, huyendo de la cercanía —que tanto me gustaba— de Eren, con una taza de café negro sin azúcar entre mis manos y con la mirada de Zoe Hanji —mi mejor amiga— encima.
—¿Y nos has pensado en simplemente decirle lo que quieres? —Preguntó ella.
Me era sorprendente lo seria que se escuchaba su voz. No había rastro alguno de burla o pena en sus palabras, ni en su rostro. Y eso era raro, porque Hanji casi siempre se la pasaba riendo y diciendo pendejadas por montones. Eran contadas las ocasiones en dónde ella se mostraba tan seria e interesada en algo.
—No —respondí casi de inmediato, para luego beber un poco de mi café—. Para ser sincero, tengo miedo, Zoe. Puede sonar ridículo, pero me asusta la idea de que Eren llegue a dejarme si le digo.
Hanji torció el gesto mientras jugueteaba con la pequeña cuchara que estaba dentro de su taza de café americano.
—No creo que Eren vaya a dejarte por una cosa así, Levi —sus ojos cafés, escondidos tras esas gafas de montura negra, me miraron directamente—. Él te ama, en verdad lo hace. ¡Eso puedo notarlo aunque me quite los lentes!
Ella rió quedito lo que me llevó a sonreír un poco ante su comentario, al recordar que Hanji, sin los lentes, estaba más ciega que un topo.
—Aún así, no creo que pueda decirle... Sería tan humillante —admití en voz baja, odiándome por ser tan indeciso—. Además, Eren no es del tipo de persona que esté pensando en tener sexo con alguien. Lo sé porque ya habíamos hablado de eso antes.
Zoe suspiró, yo bebí un poco más de café al recordar la plática había tenido con Eren tiempo atrás sobre el sexo y esas cosas. Él me había dicho claramente que eso le importaba realmente poco, se le hacía aburrido y sin gracia. Y yo coincidí con él.
Estúpidamente lo hice. Y ahora mismo me arrepiento de haberlo hecho, maldita sea.
—Pero todas las parejas, tarde o temprano, pasan por eso, Levi —Zoe empujó sus lentes por el centro, cuando estos resbalaron por su nariz—. ¡Incluso ustedes también lo harán! Sino, dime, ¿qué planeaban hacer en su noche de bodas? ¿Ver la televisión y dormir todo el tiempo?
Parpadeé perdido en su pregunta. En realidad, nunca me había puesto a pensar en eso, supongo que se debía a que faltaban como tres años para que Eren y yo nos uniéramos en matrimonio.
Pues sí, estábamos comprometidos incluso desde antes de nacer. Nuestras familias —los Jaeger y los Ackerman— habían sido amigas desde siempre; por eso cuando ambas mujeres anunciaron su embarazo, los hombres se encargaron de decidir que ambos bebés estarían destinados a casarse —ni siquiera les importó que ambos bebés fueran varones— para unir más a las familias.
Lo que no esperaban era que yo no viniera solo. Sí, tengo una hermana gemela llamada Mikasa —quién también estaba enamorada de Eren—, pero esa ya es otra historia.
—No sé, no había pensado en eso —respondí con total sinceridad, encogiendo los hombros.
Mi mejor amiga suspiró.
—Bueno, supongo que quieres mi ayuda, ¿no? Sino no estarías contándome todo esto.
Asentí mientras perdía mi boca tras la taza de café. Realmente estaba desesperado, quería una solución rápida para ese problema y sabía que sólo Hanji podía ayudarme con eso. Ella podía verse como una persona bastante estúpida y subnormal, pero, en realidad, era todo lo contrario.
Zoe era una mujer bastante inteligente, capaz de idear planes que iban desde lo más estúpidos e irreales, hasta esos que llegaban a ser fríamente calculadores y acertados. Lo peor de todo el caso es que nunca fallaban. No importaba lo irreverente o imposibles que sonaran, todos y cada uno de ellos funcionaban.
Sí, por dónde ser viera, Zoe Hanji era un ser aterrador. Era mejor mantenerla de amiga, que de enemiga.
—Te diré algo que he notado, Levi —los ojos cafés de Hanji adquirieron un brillo peculiar—. Eren no es tan inocente como se ve. Tal vez nadie más lo haya notado pero tras esos ojos, que desbordan inocencia, hay una persona sumamente celosa y posesiva.
Ahogué una carcajada ante su comentario. Me causaba gracia eso de imaginarme a Eren siendo posesivo y celoso. En serio, por dónde se viera él no encajaba en ese perfil. Mi novio era demasiado inocente.
—No jodas, Zoe —hablé con gotas de sarcasmo impregnando mis palabras—. Creo que no estamos hablando del mismo Eren. El Eren que yo conozco, con el que he compartido mi vida los últimos cinco años, no es así —aclaré mirándola con el ceño fruncido—. Él es tan inocente que yo podría andar con un cartel parpadeante color rosado neón, que dijera ''Eren follame rico toda la noche'', y él no lo captaría.
Hanji volvió a reír casi fuera de sí.
—Claro qué lo es, enanín. ¿Has notado como sus ojos se oscurecen cuando alguien, sea hombre o mujer, se acerca a ti, Levi?, ¿Has visto la manera casi imperceptible en que su ceño se frunce cuando ellos coquetean contigo?
Pestañé mientras negaba despacio con la cabeza.
Hanji recargó su mentón sobre la palma de su mano y clavó sus ojos, impregnados totalmente de locura, en mis orbes verdes. Me estremecí durante unos segundos, cuando mi amiga entraba en ese estado se volvía de temer. Podías esperarte cualquier cosa de su parte.
—Eren no es inocente, Levi —volvió a repetir, esta vez una sonrisa de lo más tétrica se apoderó de todo su bonito rostro—. Dentro de él hay una bestia que no deja salir. Puedo apostarte que es ahí dónde están todo esos impulsos sexuales.
—¿Por qué no la deja salir, entonces? —Gruñí.
Hanji encogió los hombros.
—Quizá es porque tiene miedo de lastimarte. Tal vez, la ha estado reprimiendo durante mucho tiempo porque piensa que si la deja salir terminará por dañarte.
Chasqué la lengua en parte avergonzado, en parte enojado con Eren. Crucé los brazos por encima de mi pecho mientras apartaba la mirada, el sonrojo se había apoderado de mis mejillas cuando ella terminó su explicación. Y muy dentro de mí, sabía que Hanji tenía toda la razón. Mi novio solía ser totalmente tierno conmigo: me abrazaba, me besaba, incluso hasta me acariciaba de manera lenta, como si tuviera miedo de que, con esas acciones, fuera a herirme de alguna manera.
—No soy una persona frágil, no veo el porqué del contenerse de esa manera —acoté todavía sin mirar a mi amiga. Zoe rió por lo bajo.
—No, no lo eres —señaló—. Pero eres lo más importante para Eren, ¿entiendes? Él te ama tanto que tiene miedo de dañarte y que por eso lo vayas a dejar.
Gruñí.
—¡Eso es una vil estupidez! —Azoté las manos contra la mesa, el golpe fue tan duro que el café, dentro de las tazas, se agitó salvajemente—. Yo también amo a Eren, ¿¡tienes la jodida idea de lo enamorado que estoy de él!?, ¿¡crees en tu jodido sano, o insano, juicio que lo dejaría!?
—Sé que no lo harías, Levi. También sé lo mucho que amas a Eren, puedo verlo —respondió ella con suma tranquilidad.
Solté otro gruñido de desesperación al mismo tiempo que me revolvía el pelo. La situación estaba acabando con mi poca cordura, ya casi ni podía seguir pensando con claridad. Estaba tan reprimido sexualmente que sólo podía imaginarme asaltando a Eren por la noche, cuando él estuviera descuidado.
Sí, joder, ya empezaba a pensar en abusar de mi propio novio. No obstante, la violación es un crimen y no deseaba terminar en la cárcel y dejar a Eren con un trauma para toda su vida.
—Pero como veo que estás tan desesperado por acostarte con él, voy a ayudarte —otra vez los ojos de Hanji tomaron ese deje de locura, vagaron de un lugar a otro sin mirar nada realmente. Parecía estar perdida en sus —enfermos— pensamientos.
Me vi tentado en la necesidad de negarme, porque no sabía qué cosa estaba planeando mi mentalmente inestable amiga. Sin embargo me obligué a mí mismo a dejar mi trasero pegado en la silla de madera, Hanji era la única que podía ayudarme. Era la única opción —y salvación para Eren— para evitar violar con alevosía y ventaja a mi prometido.
—¿Cómo lo harías? —Inquirí intentando que la voz no me temblara—. ¿Qué tienes planeado, Hanji?
Ella sonrió tan retorcidamente que por un momento me trajo a la mente la imagen del gato Chesire, del cuento ese «Alicia en el país de las Maravillas».
—Que necesitamos despertar a esa bestia, Levi —Hanji enredó sus dedos alrededor de su taza de café y sonrió—. Y sé cómo hacerlo.
.
.
En mi interior me pregunté si era realmente necesario hacer eso. Pero no era como si pudiera dar vuelta atrás y olvidarme de todo. No, obviamente no iba hacerlo. No cuando ya había juntado todo el valor que necesitaba para llevar a cabo el plan de Hanji.
Hanji había escrito —con su fea y deforme letra, por cierto— todas las reglas de su plan en una servilleta arrugada del café dónde hablamos del tema. Decidí guardarla y traerla conmigo todo el tiempo para no olvidar ningún punto.
Los pasillos de la universidad estaban completamente atestados de estudiantes que revoloteaban de un lado a otro con prisa. Era la hora del almuerzo, por eso podía comprenderlos a la perfección. Cuando eres estudiante sólo puedes pensar en el break para descansar y comer, luego de todas esas clases que no hacían más que cansarte el cerebro de tanto pensar.
Al menos eso decía Eren.
Me moví entre la masa de gente que se ponía a mi alrededor, intentando de toda manera no acercarme demasiado a ellas. La temporada de calor estaba en todo su apogeo y eso sólo significaba que todos sudaban como cerdos, en una universidad dónde el aire acondicionado fallaba con regularidad era algo natural. Pero, aún así, no dejaba de ser asqueroso.
Cuando llegué a la puerta del enorme comedor sólo pude detenerme frente a ella. Todo el valor que había tomando tiempo atrás empezaba a desaparecer de mi cuerpo. Estaba comenzando a arrepentirme de todo. Incluso pensaba en tirar la toalla y resignarme a vivir en una relación sin sexo.
O sea, sí, sin sexo hasta que la muerte nos separe.
«¡No, no! —gritó la voz de mi consciencia en un acto desesperado—. ¿Realmente quieres eso, Rivaille? ¿De verdad quieres morir sin conocer lo maravilloso que sería tener sexo con Eren Jaeger?»
Fruncí el ceño.
—No, claro que no —contesté para mí mismo, mientras negaba ferviente con la cabeza. La chica que pasaba por mi lado en ese segundo me lanzó una mirada rara. La ignoré, obviamente—. No quiero morir sin haber conocido ese maravilloso paraíso.
«Entonces no lo pienses —sugirió mi consciencia. Decidí que debía ponerle un nombre, pero lo pensaría después—, sólo lánzate, Levi. Confía en las palabras de Hanji».
Entonces, sólo así, volví a reunir el valor que necesitaba. Sin dudar ni un segundo más —porqué si lo seguía pensando me arrepentiría de verdad— empujé la enorme puerta y entré al comedor.
Algunas miradas —más que nada de hombres— se posaron en mí, en cuanto puse un pie dentro de la cafetería. Utilicé un caminar —que intenté fuera— sensual, mientras me movía entre las mesas. Pasé por la de los jugadores de Rugby, dónde Nile era el capitán del equipo. Al verme, no pudo más que echarme una mirada coqueta y sonreír.
Si hubiera sido en otro momento yo le habría ignorado totalmente, de verdad. No obstante, ya estaba poniendo en marcha el plan de Hanji, así que para su sorpresa —y la de sus amigos—, le miré durante unos segundos antes de dedicarle una sonrisa. Fue pequeña, pero sólo eso bastó para que los ojos de Nile se abrieran de par en par y casi cayera de su silla.
Hice lo mismo con los demás, y en todas esas ocasiones el resultado era el mismo. Todos se quedaban anonadados cuando caían en cuenta de que yo estaba, de alguna manera, respondiendo a sus coqueteos.
No sabía que tenía yo exactamente, pero desde la secundaria había sido así. Casi siempre los hombres solían fijarse en mí —obviamente les dejaba en claro qué sólo pertenecía a Eren— y yo no entendía el por qué. Inclusive parecía ni siquiera importarles el que tuviera novio, ellos seguían ahí, al pie del cañón, esperando que les diera una oportunidad.
Yo tenía alguna clase de poder para ''encantar'' hombres, al menos eso decía Hanji.
Así pues, terminé por acércame hasta la zona de comida, dónde una gran barra se extendía por todo lo largo mostrando los alimentos del día. No tenía hambre, así que decidí no tomar nada de ahí. Fui directamente hasta la máquina expendedora de paletas heladas, y como ya tenía en mente lo que iba a elegir sólo tuve que meter una moneda y apretar un simple botón.
Cuando obtuve el dulce me dirigí hasta la mesa que esperaba por mí; la del club de fútbol americano. No es que yo jugara o algo así, más bien Eren lo hacía —era el capitán, obvio—. Pero solía sentarme a comer junto a él todo el tiempo.
La sonrisa en el rostro de algunos chicos —esos que estaban esperanzados en que hubiera roto con Eren— se torció en una mueca de desconformidad, cuando vieron que me acercaba a mi novio.
—Hola, bebé —Eren sonrió tierno cuando me senté a su lado. La charola que había frente a él contenía un sándwich a medio morder, una manzana roja —a Eren sólo le gustan las rojas, me recordé— y una caja pequeña de jugo de uva.
—Eren —saludé de regreso sin cambiar mi expresión estoica de siempre. Acto seguido repasé la mirada por los chicos que estaban sentados con nosotros. Eran todos amigos y compañeros de fútbol de mi novio—. ¿Qué hay, animales?
Ese fue el amistoso saludó que usé para sus compañeros. Ellos ya estaban acostumbrados a mi personalidad hostil y huraña, así que sólo me sonrieron mientras hacían un ademán con la cabeza.
—¿No comerás nada? —preguntó Eren al notar que no había traído una charola conmigo.
Negué con la cabeza, Eren torció el gesto durante un segundo.
—Comeré una paleta, tengo calor —dije y le enseñé la envoltura del dulce. Era alargada, en color blanco con algunas rayas azules alrededor.
Eren no se vio muy convencido.
—Bien, pero cuando estemos en casa comerás doble ración.
—Cállate, no soy un niño pequeño —le regañé después de chasquear la lengua, completamente avergonzado.
Él rió con ganas.
—Pero siempre serás mi pequeño Levi —susurró con una ternura tremenda que me provocó un revoltijo de sensaciones en el estómago. Acto seguido, me besó tiernamente mientras sujetaba mi rostro con sus manos. No quise hacerlo, pero terminé correspondiéndole.
Enredé mis brazos tras sus cuello para atraerlo un poco más hacia mí y cerré los ojos. Eren dejó de agarrar mi rostro para llevar sus manos a mi espalda. El beso seguía siendo igual de lento, lo que maldije en mi interior. ¿¡Por qué no simplemente metía su lengua en mi boca!?
O sea, sí, quería que Eren me diera un beso francés.
—No coman frente a los pobres y hambrientos, por favor —se escuchó decir a uno de los amigos de Eren mientras seguíamos en el beso. El responsable del comentario fue Jean Kirschtein—. Sólo nos antojan.
Los demás se rieron.
—Mejor busquen una habitación, ¿no? —Ese había sido Reiner Braun. Y no pude haber estado más de acuerdo con él.
«Sí, Eren. Porqué mejor no vamos a una habitación».
Eren terminó por separarse de mí cuando las burlas de sus compañeros fueron más constantes. Sus mejillas estaban coloradas y su ceño ligeramente fruncido.
—Oh, cállense, bola de envidiosos.
Ellos rieron otra vez mientras empezaban a codear a Eren, y él intentaba hacerlos callar. Rodé los ojos y entonces recordé lo que debía hacer.
Tomé la paleta de la mesa —la había dejado ahí cuando Eren me besó— y, sin dudar ni un segundo, abrí el envoltorio, y acto seguido, la saqué de ahí. La paleta tenía forma de tubo, no era muy larga y su color era blanco. Ya había comenzado a derretirse, por lo que mis dedos terminaron embarrados de vainilla en cuanto tuvieron contacto con el pequeño palo de madera que sostenía el dulce.
—Tsk, que horror.
Era totalmente asqueroso pensar en terminar todo pegajoso por el dulce, así que decidí lamer esa zona intentado quitar todo rastro del líquido blanco y espeso.
No fue algo premeditado, lo juro. Pero aún así cuando levanté la mirada, todavía lamiendo mis dedos, mis ojos se toparon con los de Erwin Smith. El capitán del equipo de basquetbol. Los orbes azules de Smith brillaron expectantes y hasta un poco pícaros, al mismo tiempo que observaba la manera en que lamía mis propios dedos.
«¿Qué mierda?»
Fue entonces, después del escalofrío que recorrió toda mi espalda, que la iluminación llegó a mí. El cosquilleo que se asentó en mi barriga me recorrió por completo cuando me di cuenta de que Erwin no era el único observándome, Nile y Farlan —el capitán de fútbol soccer— también tenían sus ojos clavados en mí. Me estremecí en mi interior, pero no pude evitar regocijarme un poco. Todavía ni había empezado en serio con el plan de Hanji y ya estaba funcionando.
¡Bendita mujer amante de las novelas BL!
Como si no me importara demasiado lo que estaba pasando, dejé en paz mis dedos para recargar mi rostro sobre mi mano libre, casi sin saber lo que provocaba en ellos. Dirigí la paleta blanca a mi boca y lentamente repasé mi lengua sobre ella, para luego meterla a mi cavidad y chuparla un poco, provocando que mis labios terminaran llenos de líquido blanco. Intentaba hacerlo de la manera más inocente —y un poco sensual— posible, para conseguir la atención de los hombres.
Y, por toda la mierda del mundo, realmente estaba funcionando. Lo supe por la forma en que Erwin tragó saliva en seco, la manera en que Nile cruzó las piernas, y por los ojos oscurecidos de Farlan cuando me vieron lamer mis labios, quitando todo rastro de vainilla blanca.
Y a sus miradas se le unió otra, y otra y otra más. Todas de hombres, que no hacían más que morderse los labios o abrir completamente los ojos cuando yo metía la paleta a mi boca lo más que podía. La vainilla comenzó a escurrir desde la comisura de mis labios hasta mi barbilla con lentitud, dejando un camino blanco por dónde se deslizaba.
—Le-Levi... —escuché entonces un jadeo profundo. La voz la reconocí al instante.
«Oh, mierda. Ya lo notó».
—¿Huh?
Giré mi cabeza en dirección a Eren, aún con la paleta en mi boca. No tengo palabras para describir la expresión que mi novio tenía en ese instante.
Sus ojos, comúnmente verdes, se habían oscurecido por completo casi parecían azules, sus mejillas estaban totalmente rojas. Su boca estaba entreabierta mientras respiraba con dificultad, incluso su pecho subía y bajaba con fuerza. Sus orbes estaban clavados directamente en mí, no obstante durante algunos segundos vagaban por todo el comedor, lanzando miradas, que me parecieron de lo más asesinas, a todo hombre que osara verme en ese instante. Me sorprendí, era la primera vez que él actuaba así.
Eren ya no parecía ser Eren. No había rastro alguno del chico con sonrisa eterna y buen ánimo. Su ceño estaba todo fruncido y sus puños se apretaban con fuerza.
Eren se me asemejaba más a una bestia. La bestia que Hanji había mencionado.
«¿Ese es Eren? —Me pregunté a mí mismo».
Saqué la paleta de mi boca para poder hablar, y al hacerlo quedé unido a ella por un espeso y blanco hilo de saliva que se había mezclado con la vainilla.
Eren soltó un gruñido ronco, sus amigos y el resto de los hombres jadearon ante la sugerente imagen.
—¿Qué suce...-? —Y ahí murió mi pregunta, antes de darme cuenta los labios de Eren se habían estampado contra los míos, en un beso completamente demandante.
Abrí los ojos sorprendido, pero aún así le correspondí besándole de la misma manera. Era la primera vez que Eren me besaba de aquella manera, no era tierno como los besos a los que estaba acostumbrado. De hecho, mientras el contacto seguía se volvía más y más apasionado. Bastó con que Eren empujara mis labios con su lengua para que yo le diera acceso total a mi cavidad.
Cuando su lengua y la mía se encontraron todo me resultó irreal. Por un momento pensé estar en uno de esos sueños que solía tener desde el ''incidente'', más no lo era.
Estaba seguro que no lo era.
Gemí entre el beso y no me importó tirar la paleta en el suelo para aferrarme a él. Eren soltó otro gruñido profundo mientras me tomaba por la nuca para juntarme lo más posible a su cuerpo, y profundizar todavía más el contacto.
Por la Santísima mierda, pensé, el plan de Hanji realmente estaba funcionando.
.
Paso uno: sé coqueto. Sedúcelo con vainilla.
.
N/A: Pos si ;n; espero que les haya gustado el capítulo, ya saben, dejen un review para alimentar a esta pobre mujer -llora- ok no XD. Pero sí, se acepta de todo tipo de comentarios, desde tomates hasta Rosas. Menos piedras, oigan, porqué esas duelen y nomas no tengo seguro médico(?) ;n; XD
En fin, nos vemos en el próximo capítulo. Sólo diré que entre más reviews, más rápido actualizo éwé XD.
Bye, bye ~
Lyne Diamond*
Review? *-*