Resumen: Por que cuando estamos juntos dejamos de ser shinobis en medio de una guerra, dejamos de ser un líderes, todas nuestras responsabilidades desaparecen momentáneamente de nuestros hombros y podemos ser finalmente libres, donde el apellido no importa, ¿Pero que tanto hemos cruzado la linea para que ambos tengamos pensamientos diferentes a los de una simple amistad?
Advertencia: Yaoi/Palabras vulgares/Muertes de personajes
Disclamer: Madara y todos los demás personajes son propiedad del malvado Kishimoto. Y el titulo, como el desarrollo del fic salio de una canción de mi amado Cerati *lloriquea*
Nota: Esto pasa luego de la escena en el río, cuando Madara decide irse con su padre y hermano, dejando de lado a Hashirama (manga 624)
¡A leer!
Corazón delator
.
Amigos
.
Madara se encontraba frustrado, con el ceño fruncido y el labio inferior temblando de la rabia. Sabía que no podía hacer una rabieta, no podía ni siquiera pensar en llorar, era un Uchiha, pero sentía que los últimos días le estaban cobrando factura, se sentía demasiado frustrado y derrotado, al punto que tuvo que escapar de su casa para tener un tiempo a solas por primera vez en semanas.
Se sentía un prisionero en su propio clan, o peor, como un niño pequeño que habían castigado por una travesura. Por otro lado, se sentía un traidor y esa palabra hacía que una piedra invisible le presionara el pecho.
Había ido al único lugar que por momentos fue feliz, al lugar al que tenía prohibido, el río, para cualquier persona sería un río cualquiera, para él no lo era, no lo había sido en el pasado y menos lo sería en el futuro.
Se encontraba lanzando piedras, esperando que alguna cruzara hacia el otro lado, pero sus divagaciones y odio, solo le hacían fallar haciendo que las piedras se hundieran rápidamente. Y cada vez que una nueva se hundía, lanzaba otra con más fuerza a continuación.
—¡No es justo! —gritó enfadado.
Se sentía enojado con su padre y sabía que esa escena aunque pasará el tiempo la recordaría, los gritos de su padre aún resonaban en su cabeza luego de que volvieran a su hogar, aún se sentía angustiado por la mirada que le había dado su madre cuando volvieron ese día luego de la confrontación con los Senju y totalmente roto cuando al día siguiente escucho los murmullos de la gente de su clan, como si fuese un fenómeno, o mejor dicho, un pequeño traidor.
No era justo, él no había hecho nada malo, estaba seguro de no haber hecho nada malo, ¡Solo encontró un amigo!, al fin un amigo entre tanta sangre y guerra, alguien con quien pasar el tiempo, entrenar para volverse más fuerte, confiar sus temores y secretos, estar con alguien que por momentos lo hacía olvidarse de la guerra y de su apellido maldito.
Sentía en el fondo de su ser, que cuando estaban juntos, dejaban de ser un Uchiha o un Senju. Dejaban de ser dos shinobi en medio de una guerra absurda por el poder, para ser finalmente jóvenes, ser esos jóvenes que no se le permitían ser, solo Hashirama y Madara.
Y poder tener al fin un sueño.
Solo habían pasados tres semanas desde el intercado, pero aún sentía la mirada reprobatoria de su padre y como su madre lo ignoraba, ni siquiera el pequeño Izuna con sus sonrisas podía ayudarlo cuando escuchaba los susurros de los aldeanos. Sabía que hablaban de él, no necesita oírlo, ya con las miradas aireadas o recelosas bastaban, sabían de su amistad con un Senju, pero seguía sin ser justo.
Ellos ganaron un nuevo tema para burlarse y él en el camino había perdido a su mejor amigo.
Sus pensamientos se cortaron cuando vio que por detrás de él, una piedra salia disparada hacia el río, dando saltos, sin hundirse, para finalmente posarse en el otro lado de la orilla.
—Llegue a pensar que ya habías aprendido a lanzar piedras, Madara.
Una voz divertida hablo detrás de él.
El azabache parpadeo unas cuentas veces sin comprender, se quedo estático viendo la pequeña piedra del otro lado, para luego pasar a sentir un escalofrío. Alguien estaba detrás de él, específicamente en su espalda y odiaba que la gente que estuviese detrás de su espalda.
—Vete, Senju...
Hashirama, que miraba con curiosidad la espalda del otro, sintió que una pequeña sonrisa brotaba en sus labios al escucharlo hablar, Y sin siquiera pensar en las consecuencias, abrazo al Uchiha por la espalda. Espero gritos, o golpes, pero solo obtuvo silencio, así que decidió volver a hablar.
—Te extrañe, realmente lo hice.
Madara lentamente dejo su momento depresivo por tales palabras, por un segundo deseo sonreír pero un tic nervioso salvaje apareció, y comenzó a gritarle al otro todos los insultos que recordaba, haciendo que el moreno riera de felicidad por la respuesta.
—Ese si es el Madara que conozco —susurró, mientras una gran sonrisa que parecía que no podía entrar en su cara, aparecía.
—Y tú sigues igual de idiota que siempre, Hashirama —respondió, finalmente sonriendo.
El Uchiha se mantuvo en silencio y comenzó a ver a su compañero. A primera vista no lo noto, pero ahora se daba cuenta que su ropa era un desastre y tenía un ojo morado, posiblemente tal vez tenga más moretones escondidos debajo de la ropa, pero hay momentos que es mejor no preguntar y disfrutar la compañía. Madara a a continuación se sentó y observó la corriente del río, mientras que a los minutos el moreno se sentara a su lado en silencio.
Tal vez hubiese sido bueno entrenar, practicar, o algo por el estilo, pero estaba agotado mentalmente y parece que Hashirama lo estaba hasta físicamente, y lo comprendía.
Hashirama también había escapado.
Y aunque sabía que tenía que volver a su hogar, que iban a descubrir que no estaba encerrado en su cuarto y lo iban a buscar, realmente no deseaba moverse de su lugar. Se sentía al fin en paz, un poco más tranquilo, por que con su amigo podía sentirse solo Madara y olvidarse de su apellido.
—Madara...
El azabache se giro pero se sombro al ver a un Hashirama con labios temblorosos y a punto de llorar, se notaba horriblemente nervioso, haciendo que el otro ladeara su cabeza y se preguntara a si mismo si sus padres fueron más estrictos que los suyos.
—Yo... —Hashirama tartamudeo y miraba hacía otro lado, como si no pudiera verlo a los ojos.
—Si sigues dudando en hablar, pensaré que te has vuelto más tonto de lo que ya eras —sonrió, sin comprender la situación.
Pero sus pensamientos fueron cortados de raíz, y abrió grandes los ojos cuando sintió Hashirama salto hacia él y le dio un beso en los labios. Fue un beso corto, solo un roce, pero lo suficiente para que el moreno se alejara aún con los ojos llorosos y Madara quedará atónito parpadeando unas cuantas veces.
—¿Me besaste? —preguntó atónito, llevo su mano inconscientemente a los labios.
—Perdón, pero... —comenzó a hablar con la voz temblorosa.
—¡Me besaste! —gritó.
Madara se sentía aterrado y ridículo, ¡Lo había besado un chico!, ¡Y el que era su maldito mejor amigo!, no comprendía nada, se sentía desorientado.
—¡En realidad, no te pediré perdón! —tomando una postura firme enfrente del Uchiha, y secándose las lágrimas con el antebrazo
—¡Estas demente Senju! —mientras con su mano, se frotaba con fuerza los labios, como si de esa manera pudiera borrar el beso.
¡Lo acaba de besar su mejor amigo, un chico, lo había besado un chico!... Debería sentir asco, ¡¿Por que no sentía asco?!, seguramente estaba en una pesadilla, en un sueño raro, o era una broma, ¡Tal vez estaba dentro de un genjutsu impuesto por su padre y en realidad nunca había llegado a salir del territorio Uchiha!. Madara sentía que su cerebro iba a colapsar y su corazón iba a salirse por el pecho, mientras Hashirama no estaban en buenas condiciones tampoco.
Hashirama había escapando todas las tardes de su casa, dejando clones de madera en su lugar, esperando encontrarse con su compañero, lo extrañaba, realmente lo hacía, sabía que no podría haber muchos días así, ¡Hoy había tenido suerte y no importaba el golpe que había recibido!, ¡Hoy había vuelvo a ver a Madara! y con la posibilidad que la próxima vez verse fuera en la guerra realmente no quería desaprovechar momento alguno. El sabía que era raro, sabía que estaba mal, suponía que algo mal había con él, pero ¿Como podía haber algo malo con él, si se sentía tan feliz cerca de Madara?. En realidad esperaba una respuesta peor de Madara, tal vez terminar ahorcado, ahogado o incinerado, pero su amigo solo estaba pálido balbuceando incoherencias.
—¿Madara? —se acerco al otro, haciendo al azabache reaccionar cuando le toco el hombro.
—¡Aléjate!
—No me arrepiento de haberlo hecho, Madara —dando una sonrisa triste.
—¡Esto esta mal, muy mal Senju! —aún se encontraba pálido.
—Pero no me arrepiento y lo volvería a hacer si pudiera —una risa afloro de sus labios a ver la cara de consternación del otro—, solo lo volvería a hacer si me lo pidieras.
—¡Nunca pediría algo así!
—Entonces no lo volveré a hacer —respondió, mostrando su semblante serio.
Madara no respondió, trago saliva y vio a su amigo. Aún sentía el cerebro colapsado y que el moreno estuviese a unos pocos metros no ayudaba en nada, quería huir pero al mismo tiempo no, y no sabía la razón, su cuerpo no lo escuchaba. ¿Cuando se había torcido todo?
Hashirama tenía una sonrisa triste y negó con la cabeza al ver que el azabache no le respondía, para dejar de mirarlo dirigió un rato su vista al cielo, y solo hizo una mueca al ver que había pasado más tiempo de lo que creía, suspiro antes de hablar.
—Me tengo que ir.
—...
—Mañana volveré a escaparme —dijo con voz segura ante el silencio del otro—, tal vez no podamos entrenar con ese poco tiempo, pero podemos lanzar piedras.
—Hashirama... —comenzó a hablar con duda.
—Olvida lo que paso hace unos minutos, solo olvídalo —dando una sonrisa forzada.
Era tan falsa la sonrisa, que por un momento Madara se sintió horrible, hasta culpable.
—Eres mi amigo, Hashirama —respondió serio.
El moreno apretó los labios, hasta que parecían un fina linea, el azabache pensó en decir algo, pero el otro hablo.
—Lo se, también eres mi amigo Madara —respondió como si hablase de un tema banal, pero sus ojos se veían vacíos.
Hashirama por su lado, se levanto como un robot y comenzó lentamente a caminar, tenía que aprender a dejar de llorar, tenía que aprender a ser fuerte, pero no sabía como sentirse. Estaba por un lado aliviado de haberse sacado ese pequeño peso de su pecho, y por otro peor por la reacción del otro, pero antes de saltar y perderse entre los arboles, el otro lo agarro del brazo.
El moreno miro asombrado, pero el azabache no se dignaba a mirarlo.
—Mañana, cuando entrenemos, te pateare el trasero —hablo tranquilo, mirando hacía un costado.
Hashirama sintió los ojos de nuevo acuosos por recibir tal respuesta, y tal vez un poco menos roto.
—¡Ya lo veremos! —mientras un poco del brillo volvía a sus ojos, aunque su sonrisa seguía vacía.
El moreno se separo, y fue dando un salto hacia el otro lado del río. Mientras Madara, seguía en la misma posición, parpadeaba sin comprender de donde salieron sus palabras, definitivamente su cuerpo había decidido jugarle una horrible broma, en especial su maldita boca.
—¡Por cierto Madara! —gritó con ambas manos en la boca, haciendo que el otro se diera vuelta con curiosidad a observarlo—, ¡Gracias por decirle a tu padre que soy más fuerte!
Madara frunció el ceño sin comprender, y recordó ese día cuando prefirió aludir la pelea diciendo que Hashirama era un rival fuere, un tic nervioso apareció en su ceja y sus labios se torcieron en una mueca, ¡Ya no sabía si lo prefería deprimido, o en su modo molesto!
—¡Eres un idiota, Hashirama! —gritó a todo pulmón.
Escucho la risa del moreno ante tal respuesta, pero recien cuando dejo de sentir el chakra del otro, se sintió raro y el peso que sentía en sus hombros volvió, tan extraño fue ese pequeño encuentro como si todo hubiese sido un genjutsu, se sentía raro, inconscientemente se tocaba con los dedos los labios, eso había sido demasiado raro, se sentía incomodo, se sentía mal. ¿Algo estaba mal con él?, había besado a algunas chicas de su clan, pero ese beso se había sentido tan raro, pero no de mal manera, solo raro, hasta un poco comenzó a sentirse paranoico.
Hashirama siempre fue extraño, demasiado expresivo, demasiado risueño, demasiado cariño para dar, demasiado amor para dar.
— ¿Amor? —murmuró y sufrió un escalofrió.
Decidió retomar el camino a su clan, auto-convenciéndose de que lo de Hashirama había hecho solo era un acto del momento, algo tonto. Y aún a pesar de eso, aún quería ver a su amigo al día siguiente, porque aunque no quisiera admitirlo, era tu tabla de salvación o peor, de cordura con todos los problemas de su clan, aunque claro, la próxima vez sin besos.
—Cuando llegue besaré a la primera chica que vea —susurró incomodo para si mismo y salio hacia su casa.
...
Notas finales: Si si, lo se, fue raro, muy raro. Cuando termine el reto subiré la continuación supongo...
¡Oh, recordé!, Mar-sama y Sara-chan no me olvide de ustedes, ¡Aquí están sus palomitas! *abre una jaula y salen decenas de pichones de palomas a picotearlas*
Y yo me quedare con los pochochos *se va feliz de la vida comiendo* ¡Mucha suerte a todos en el reto!
Próximo capitulo "Veneno"
See ya!