:/ Tengo una mala noticia que dar, creo que me quedaré sin mi negocio, así que no podré escribir un tiempo (Aún no hay nada seguro, es una posibilidad que se resolverá en ésta semana)

:( Espero no tardar mucho alejada de FF, pero haré lo posible porque no sea así.

Sobre ésta historia quiero aclarar que los pensamientos de Iroh II sobre "Sokka" son los de un hombre heterosexual que siente atracción por alguien que no sabe que es una chica en realidad; sus dudas son solo por la situación. Yo no tengo nada contra la homosexualidad, a mí me parece algo completamente normal, crecí con un(a) primo(a) que ahora es transexual y la adoro.

MI CHICA ES LA RAZÓN.

A la guerra mucho hemos ya marchado.

El estruendo es tal, sonamos cual ganado.

Estos pobres pies, que a ritmo ves, inútiles ya son.

¡Hey! ¡Hay que pensar "mi chica es la razón"!

¿Qué?

Lo he dicho ya: Mi chica es la razón.

Que tenga pálido color y brillo en su mirar.

Mi chica debe de admirar mi fuerza y mi valor.

No importará que se pondrá o si es muy fina.

Dependerá de qué cocina: res, puerco, pollo.

Muchas chicas te creyeron el más hombre.

Les apuesto que aman sólo el uniforme.

¿Adivinen qué extrañamos más estando en acción?

Si hay que luchar: Mi chica es la razón.

Mi chica nunca dudará que soy gran ejemplar.

¿Ah? ¿No hay una chica cerebral que piense antes de hablar?

¡Nah!

Mi modo varonil de hablar va a emocionarla.

Se cree un galán que va a matarla ¡Bah!

No habrá chica igual a la que me ha esperado.

¿Su mamita o quién? Pues nadie más lo ha amado

Y si al retornar en plan triunfal nos dan su corazón.

Hay que gritar: Mi chica es la razón.

No hay que olvidar: Mi chica es la razón.

Mi chica es la ra…

XOXOXOXOXOXOXO

— Pronto llegaremos, estén alerta. — Exclamó el General al frente del cansado grupo tratando de no mirar hacia su primera línea: los hurones de fuego.

O para ser más exactos, no quería ver a Sokka.

Días atrás cuando les había anunciado que dejarían el campamento el chico de ojos azules había llegado; como todos los demás, en sus ropas de dormir y el problema había sido su corto cabello desatado.

Mientras les explicaba la situación no había podido pasar por desapercibido lo mucho que el soldado le parecía una mujer.

Sacudió la cabeza.

Eso era imposible, cualquier mujer de las Tribu Agua estaría condenada a muerte si se enlistaba en el ejército. Resopló.

Sokka era un hombre y él tenía que evitar esos pensamientos de querer verlo como a una mujer. Si tan sólo… ¡No! No debía llegar a los "hubiera", sólo tenía que seguir evitándolo como todos esos días desde que lo había visto con el cabello suelto.

Metros atrás Korra levantó una ceja viendo la espalda tensa del General. ¿Por qué tenía la impresión de qué él la estaba evitando? Cada vez que se acercaba a preguntarle desde cosas banales hasta importantes del escuadrón él parecía contestarle con monosílabos y huir.

Hizo un mohín.

— Odio decir esto, pero estoy cansado. — Dijo Mako a su derecha y la morena le sonrió.

A pesar de las circunstancias y de que él supiera su secreto, de cierta forma se sentía aliviada. Mako había resultado un gran amigo que de hecho, le cuidaba la espalda para que no la descubrieran.

Cuando inició toda su aventura jamás imaginó que se llevaría tan bien con el maestro fuego.

— El General dijo que pronto llegaríamos, si no ocurre nada extraño podremos descansar. — Respondió Korra encogiendo los hombros.

— ¡Por fin! — Exclamó Bolin haciéndola voltear hacia su otro flanco y su expresión soñadora la hizo reír por lo bajo.

— ¿Tan cansado estás? No estás ni siquiera sudando, yo pensé que podrías seguir y seguir… — Dijo Kai jugando inconscientemente con una piedra a la que hacía flotar en su palma gracias al aire control.

— No me refiero a eso. — Sonrió viéndolos con complicidad y haciendo que el grupo se le acercara. — Chicas — Dijo bajito. — ¡Después de meses sin ver a una bella dama, por fin! ¡Chicas!

Kai rió escandalosamente, Mako lo vio no muy sorprendido, Korra lo miró de manera incrédula y el General volteó a verlo rápidamente por sobre su hombro.

— Bo, hermano, si estuvieras en una isla rodeado de mujeres no sabrías ni a quién elegir.

— ¡Claro que sí! Yo, a diferencia de ti, sí tengo muy bien pensado qué es lo que busco en una mujer.

Bien, ése tema sí le interesaba a Korra, era como encontrar el hilo negro, o poder dar una buena espiada a la mente masculina… Bueno, sólo Mako se daría cuenta de lo que estaba haciendo, pero estaba segura que no la delataría.

— ¿Y qué es lo que te gusta de una mujer, Bolin?

Mako tosió atrayendo la atención de su hermano ante la pregunta de Korra.

— Sokka se refiere a la forma de ser, no digas nada sobre el físico. — Aconsejó haciendo que las manos en forma de óvalos sobre el pecho de Bolin cayeran a sus costados.

Korra le frunció el ceño, Mako la miró divertido.

— Bueno, me gusta que tenga sentido del humor, que no se tome tan en serio la vida. He conocido a chicas muy… dramáticas… De hecho casi me caso con una.

— La recuerdo, Bo, no era dramática, era… Mandona.

— ¡Súper mandona! — Agregó Kai. El trío asintió cómicamente.

— ¿Y a ti Mako? ¿Tú qué quieres en una chica?

El maestro fuego se sonrojó ligeramente y miró hacia otro lado.

— Me gusta que también sean mis amigas, es bueno poder tener una conversación con tu pareja.

— ¡A mí me encanta que sean independientes y fuertes! Cuando estaba entrenando conocí a la hija del Maestro Tenzin, Jinora… Ella es tan genial. ¡Apuesto a que podría patearme el trasero con aire control y me seguiría gustando!

Varios hombres alrededor del equipo rieron estando de acuerdo con lo dicho con el Maestro Aire, sin embargo, Korra frunció el ceño. ¿Qué demonios? Eso no era lo que le habían enseñado.

O estos chicos funcionaban al revés o las mujeres tenían una idea completamente distinta de lo que en realidad querían los hombres.

Hasta ahora ninguno había mencionado algo sobre vestidos finos o saber servir el té.

— Ustedes hablan como niños. Una verdadera mujer debe saber hacer de manera correcta las tareas de la casa, es pulcra, servicial, siempre dispuesta a ayudarle a su marido. — Intervino Raiko haciendo que Korra usara un gesto de asco ¿Le habían estado diciendo cómo ser para agradarle a un hombre como él? No, gracias, tal vez después de que regresara a su casa se fugaría de nuevo.

— Él no quiere una pareja, quiere sexo y casa limpia gratis. Ninguna mujer en sus cinco sentidos podría amarlo de verdad. — Intervino Mako entendiendo el gesto horrorizado de su amiga.

— Sólo su Mamá lo ha amado... Tal vez. — Agregó Bolin haciendo reír a todos los que lo escucharon, excepto a Raiko que sólo dio un quejido indignado.

— ¿Y a usted General Iroh? ¿Qué le gusta? — Preguntó Kai haciendo que el de ojos ámbar regresara su atención al frente ya que había sido descubierto por el pequeño Maestro Aire, riendo de la broma de Bolin.

Aclaró su garganta.

— Lo mismo que cualquier hombre que se precie de serlo, también quiero una pareja, no una sirvienta.

Korra se sonrojó sintiendo su corazón latir fuertemente ¿Por qué tenía que conocer a alguien que no le impondría nada justamente cuando estaba haciéndose pasar por un hombre?

— ¿Y tú, Sokka? ¿Qué es lo que quieres? — Preguntó Mako mirando los ojos frustrados de la morena. Sonrió de medio lado entendiendo a quién se debía su estado. Si la situación de la chica no fuera de vida o muerte tal vez se reiría viendo al General dudando de sí mismo también.

Honestamente, Mako creía que todos se habían dado cuenta que "Sokka" no era un él, si no una "ella". Sólo les hacía falta una confirmación.

Korra se tornó aún más roja y comenzó a toser. Cuando se tranquilizó reunió valor para hablar.

— Bueno, ya saben. Quiero a alguien con quien pueda ser yo y… "ella" también conmigo. — Susurró lo último sintiéndose incomoda al tener que hablar como un hombre heterosexual.

— Estoy seguro que todos encontraremos a alguien como deseamos en el campamento del este… Menos Raiko, él probablemente deba usar su mano por siempre.

Todos rieron escandalosos por lo dicho por Bolin. Si alguien no tenía ninguna objeción por burlarse del representante era el chico tierra.

Sin embargo, sus risas murieron de repente cuando vieron a unos metros el estado del lugar al que estaban tratando de reforzar: Las casas de campamento quemadas, la tierra agrietada, marcas de látigos de agua en las cortezas de los árboles… Lava en varias zonas.

— Llegamos tarde. — Susurró para sí Korra sintiendo que su pecho se oprimía dolorosamente.

— Busquen sobrevivientes. — Dijo de manera autoritaria Iroh apresurándose a hacer lo mismo él.

Todos se dividieron buscando con desesperación rastros de vida y aunque deseaba que los soldados de ése lugar estuvieran bien no podía evitar por sobre todas las cosas que su Madre hubiera sobrevivido.

— General, por aquí. — Indicó Raiko mostrándole una escena de una dura batalla, por primera vez mostrándose respetuoso de su posición.

Antes de ver el rostro de Kai, que regresaba después de recorrer el cielo del campamento con su planeador, lo supo.

— Yo… General Iroh… Lo siento mucho… La Princesa Ursa… — Trató de explicar el maestro aire, sólo atinando a mostrar la corona del heredero de la Nación del Fuego.

Iroh la tomó entre sus manos y la acunó en su pecho cerrando fuertemente los ojos.

Su Madre, la mujer más fuerte que hubiera conocido, la mujer que le había dado la vida y que lo había cuidado durante sus años más vulnerables. La mujer que lo había arropado amorosamente y que aún, a su edad, se seguía preocupando si estaría bien abrigado.

Nadie iba a amarlo como ella.

Mordió su labio inferior.

Por mucho que fuera su dolor en ése momento, sabía que ella no lo había educado para derrumbarse ahora que lo necesitaba prácticamente el mundo entero. Ya tendría tiempo, ya podría llorarle y construirle una tumba adecuada. Pero ahora no, ahora debía dirigir a sus hombres a Ba Sing Se y proteger a los líderes de las cuatro Naciones.

Miró con decisión al frente, elevó sus manos y se puso la corona del Príncipe heredero, porque ahora, sin su Madre, sólo quedaba él en la línea de sucesión al trono.

Su Nación necesitaba a su Príncipe.

El mundo necesitaba al último General en pie ¿En dónde diablos estaba el Avatar en esos momentos?

— Iremos por el paso de la Serpiente a Ba Sing Se, si tomamos los barcos nos descubrirán más fácil. — Tomó aire, debía ser un buen líder y quitarle a su tropa la cara de terror que tenían. — Escuchen, somos la última resistencia, somos la última esperanza del mundo. No sabemos qué ha pasado con el Avatar, pero el planeta también es nuestro, de nosotros dependen todas esas vidas dentro de los muros. Debemos demostrarle a Zaheer y al Loto Rojo que no hay una fuerza con más poder que todos trabajando unidos ¡Vamos a salvar a Ba Sing Se!

XOXOXOXOXOXOXOXO

El cansancio no importaba, el dolor en las piernas era lo de menos, el peligro de poder caer al acantilado ni siquiera era algo que se pensara. La atención de todos estaba en llegar a la ciudad de los grandes muros.

Nadie hablaba y todos permanecían alerta en sus puestos.

Cualquier roca que cayera desde lo alto causaba sospecha.

Todo sonido proveniente del mar ponía en guardia a los maestros agua.

Nada pasaba desapercibido en el pequeño batallón.

— Korra, algo está mal. — Susurró en su espalda Sokka tan alerta como todos, no era el momento de descuidarse.

La morena meneó ligeramente su rostro para poder comunicarse discretamente con él.

— ¿A qué te refieres?

— En realidad sólo es un presentimiento, es como si Yue… — Guardó silencio al notar que las olas estrellándose contra el delgado paso no eran normales, además la tierra parecía estar temblando.

— ¡Rápido! ¡A sus posiciones!

Todo ocurrió de manera vertiginosa.

Un momento estaban colocándose en defensa y al siguiente caían hacia el mar. En su desesperación Korra golpeó la tierra y se sorprendió al ver que esta se deslizaba haciéndole más espacio para que no cayera.

Durante un segundo se quedó boquiabierta ¿Acababa de mover la tierra?

— ¿Eres el…? — La pregunta de Sokka quedó en el aire cuando notaron a Bolin desesperadamente haciendo extensiones de tierra para todos ¡Eso lo explicaba! La chica de ojos azules negó con la cabeza.

— Por supuesto que no, pero es nuestro turno de luchar. — Pronto se puso justo en medio de su equipo para poder organizarse.

— ¿En donde están? — Preguntó Kai deseando salir volando para poder ubicarlos, pero sabía que sería riesgoso, prácticamente se pondría como un tiro al blanco para P'Li.

— Están al frente, sobre ése peñasco. — Apuntó Iroh poniéndose frente a ellos.

— No puedo alcanzarlos con mi tierra control.

— No importa, Mako ¿Sabes hacer relámpagos, cierto?

El joven sonrió de medio lado entendiendo su punto.

— Por supuesto, General.

Los dos Maestros Fuego se pusieron uno al lado del otro y empezaron a hacer su chacra fluir, pero en el momento en que dispararon su relámpago Korra notó la bomba de agua que se dirigía a ellos.

— ¡No! — Gritó.

El agua sólo iba a electrocutarlos cuando los mojara.

Sin pensar en lo que hacía, tan sólo dejándose llevar por la necesidad de protegerlos, rápidamente se puso al frente convocando tal cantidad de agua que para todos los presentes les resultó imposible que lo hiciera alguien común.

Una ola enorme sepultó por completo al loto rojo y sus seguidores, mientras que una explosión se escuchó en algún lugar cercano.

Los maestros empezaron a sonreír ante su aparente victoria, pero entonces la maestra agua notó que Iroh había sido impactado por una pequeña; pero suficiente cantidad, de agua que condujo a su propio rayo y ahora estaba cayendo desmayado al mar.

Saltó hacia él antes de que pudiera tragar demasiada agua y lo sacó justo al tiempo en que él regresaba al mundo de los vivos.

— S-Sokka… Te debo la vida, gracias.

La morena le sonrió apenada, no por la condición de él, si no, porque al tenerlo cerca pensaba que no era suficiente… quería abrazarlo, quería besarlo.

Sacudió la cabeza, como obligándose a decir que no era nada y haciendo un movimiento como si golpeara el agua los impulsó hasta llegar a la orilla del acantilado, donde los maestros tierra los empezaron a ayudar a subir.

— ¿Sabes? Por un momento pensé que brillaste, no puedo explicarlo, pero era como si una luz se desprendiera de tus ojos. Me distraje y fui impactado. — Explicó Iroh haciéndola cuestionarse ¿Brillado?

¿Y el verdadero Sokka donde estaba?

¿Se caería al mar?

Llegó con sus compañeros y los vio acercarse a ella con rostros felices, los notó que hablaban pero no entendía lo que decían, no los podía escuchar, el mundo estaba cerrándose y girando al mismo tiempo.

— P'Li le disparó, está herido. — Escuchó a Iroh decir y se preguntó por qué de entre todos era al único que escuchaba… ¿Por qué de todos los hombres era quién más quería que viera a través de su disfraz, pero al mismo tiempo era a quién más le tenía miedo que lo hiciera?

— Iroh… — Susurró levantando su mano derecha, tratando de acariciar su mejilla, pero el mundo se volvió negro.

XOXOXOXOXOXOXOXO

"Es una mujer"

Las palabras del Maestro Agua que había sanado a "Sokka" se repetían una y otra vez en su cabeza mientras se dirigía a la tienda de campaña provisional que habían dispuesto para el héroe del día.

Si era completamente honesto lo primero que había pensado era: "Gracias a dios", ahora podía entender a qué se debían sus inquietudes hacia "el" de ojos azules, pero, inmediatamente después, se quedó sin respiración al entender lo que su género implicaría: Alta traición en contra de la Tribu Agua… y él era el responsable del grupo.

Tenía que asegurarse, debía confirmar si era cierto y en todo caso buscar una manera para que pudiera salir ella del problema.

Cuando entró a la tienda ni siquiera tuvo tiempo de cuestionarla puesto que Raiko entró detrás de él y la cobija que cubría a la chica caía, mostrando las vendas que aprisionaban sus senos.

— ¡Yo sabía que había algo malo contigo! — Gritó Raiko sujetando el brazo de ella y jaloneándola hacia afuera. La arrojó contra el piso, exhibiéndola con sus sorprendidos compañeros.

— ¡No hay nada malo con que sea mujer! ¡Ésta tarde nos salvó a todos! — Alegó Mako, siendo el primero en defenderla.

El joven trató de acercarse a Korra pero Raiko le cerró el paso.

— Ella nació en la Tribu Agua, debe obedecer sus leyes… Y la sentencia para lo que ha hecho es la muerte.

Se escucharon varios gemidos asustados sin saber qué decir.

Iroh no quería ser él en ése momento. Su rango ahora implicaba una carga, sólo él tenía el poder en el grupo para hacer cumplir la ley de otro pueblo.

— Pero ahora está en el Reino Tierra ¡Es una heroína! Lo hizo para…

— ¡Tú! ¿Tú sabías de esto? ¿Eres su cómplice? — Cuestionó el representante tan furioso que por un momento Mako pensó que se le saldrían los ojos.

No le interesaba lo que pensara de él, la ley de Korra no era la suya.

— ¡No! Ni Mako ni nadie sabían nada. — Intervino la maestra agua asustada por lo que le pudiera pasar a su amigo. Él ya había hecho bastante por ella y no quería que tomara más riesgos en su nombre.

Con dificultad caminó hacia su General, sólo él podía tomar la decisión de qué hacer. Sintió su pecho doler cuando su mirada dorada le mostró confusión.

— General Iroh tiene que escucharme. Mi verdadero nombre es Korra, mi Padre está lastimado, él no podía…

— ¡No hay nada que escuchar! ¡Es una traidora!

— Si él venía era una sentencia a muerte. No tengo hermanos y soy maestra agua, sólo yo podía…

— ¡General Iroh! ¡Sabe lo que tiene que hacer!

— Por favor, Iroh ¡Sólo quería salvar a mi Padre!

— ¡Tome su vida! ¡Es la ley!

— ¡Basta! — Gritó alejando al par y callándolos en el instante. Tomó aire varios segundos, intentando tranquilizarse y así poder pensar las cosas como era su deber, de manera fría.

Todos esos días sólo habían sido un sube y baja de sentimientos.

Cerró los ojos pensando en su Madre y en su Abuelo. En su lugar, ¿Ellos qué harían?

— Korra… — Pronunció el nombre femenino por primera vez, sintiéndose un estúpido al disfrutarlo. — ¿Por qué no acudiste antes a mí? Todo esto se podría haber evitado.

— ¡Pero General! — Gritó Raiko, no gustándole las implicaciones del heredero de la Nación del Fuego.

Korra mordió su labio inferior. Ésa mirada era la misma que su padre le había dado la última vez que lo vio despierto: Decepción.

— Yo no… yo no sabía… Nunca he…

— ¿Te das cuenta en la posición que me has puesto, Korra? Soy responsable de todos ustedes, tengo que hacer cumplir tus leyes… Tengo que… — Dejó al aire lo que debía hacer y se giró para no verla a la cara.

Estaba actuando como un cobarde, pero de verdad no podía hacer cumplir algo con lo no se sentía de acuerdo ¿Y qué si ella era mujer? ¡Estúpida Tribu Agua! ¡Estúpida diplomacia!

Giró de nuevo hacia ella sin atreverse a mirar sus ojos azules ¿Por qué no se dio cuenta antes? Bueno, en realidad siempre lo supo, dentro de sí ¿No se sentía atraído desde tiempo atrás? ¿No se había cuestionado así mismo?

Apretó los dientes y comenzó a hacer fluir su chacra al colocarse en una posición que Mako y Korra identificaron muy bien: Ella sólo agachó la cabeza, aceptando su castigo.

— ¡No! ¡No tiene que hacerlo! — Gritó Mako tratando de interrumpir la cruel escena, pero Raiko con una sonrisa cruel intervino.

— ¡Contrólenlos! — Ordenó a los demás soldados cuando notó que el trío completo de Ciudad República estaba tratando de salvar a la muchacha.

Al regresar la vista a la escena de su interés miró en cámara lenta salir disparado el relámpago, pero su sonrisa decayó cuando notó que la energía jamás había llegado a Korra.

La joven veía al maestro fuego con los ojos grandes y llorosos, confundida.

Él la miraba dolido. Podría haberla ayudado, él hubiera entendido su situación. Pero era obvio que la confianza de la morena estaba en el otro maestro fuego, al que no delataría.

— Te debo mi vida, Korra, y te devuelvo la tuya. Ya no tenemos nada pendiente, pero si quieres buscar un lugar seguro… No regreses a tu aldea, ellos no tendrán compasión... — Quiso decir más, quiso ofrecerle refugio en su Nación, quiso ofrecerle su Palacio y su ejército, pero con Raiko presente sería un mal movimiento. No tenía otra opción, después buscaría cómo ayudarla. Giró para no verla más. — ¡Nos vamos!

— ¡Pero General! ¡Usted debe…!

— Dije: Nos vamos. — Susurró Iroh ya cansado de la actitud del represéntate, al que tomó del cuello acercando su rostro peligrosamente.

Nadie dijo nada más, nadie quiso que las cosas se movieran, porque todos en ése lugar sabían que eso era lo mejor que Iroh podría haber hecho por Korra: Le estaba dando la oportunidad de escapar y así salvar su vida, pese a las consecuencias que esto le traería al Príncipe de la Nación del Fuego.

XOXOXOXOXOXOXO

Sokka se sentó junto a Korra tratando de calentarse también. Había encendido una pequeña fogata pero con tan solo una varita que había encontrado en el suelo seco, era una flama en realidad.

Se apagó y el dragón suspiró decepcionado.

Cuando la morena se había lanzado por Iroh él había caído al mar. Le costó mucho regresar a suelo firme pero cuando lo hizo fue sólo para ver cómo Raiko la descubría sin compasión.

Se sentía mal por ella.

La miró de reojo.

Su tristeza era tan grande que ni siquiera lloraba, sólo tenía ésa mirada perdida que estaba empezando a odiar.

— Vamos Korra, quita ésa cara, ahora eres libre. — Trató de animar notando que Naga llegaba con ellos y se acostaba para servirle de respaldo a su amiga.

Vio a la chica apretar los dientes.

— Siempre… Siempre pensé que esto era lo que quería, pero ahora… ¡Ni siquiera puedo regresar a ver a mis Padres!

Sokka miró a la luna entendiendo su tristeza.

¡Ah, la ironía! Él quería la libertad de Korra para olvidarse de su amada, pero la de ojos azules sólo se sentía perdida sin su familia. Él recordó sus primeros años después de la muerte de Yue. No quería que ella pasara por lo mismo.

— Con el tiempo encontrarás a nuevas personas, pero sólo si te das la oportunidad. Si te rindes… Bueno, no saldrá nada bueno si desistes. — Recomendó por experiencia, entendiendo por primera vez en su vida que de haber aceptado la muerte de su amada podría haber encontrado una vida para sí, con el tiempo.

— ¿Y cuando alguno de mis padres muera y el otro se quede solo? ¿O cuando sean ancianos y necesiten mis cuidados? ¡¿Qué voy a hacer, Sokka?! ¡Sin casa! ¡Sin mi familia!... Sin saber ni siquiera quien soy yo… — Terminó susurrando y dejando que algunas lágrimas por fin salieran.

El Dragón guardó silencio varios segundos sólo mirándola, después se puso de pie y abrazó su pierna.

— No estás sola, nos tienes a nosotros. No iremos a ningún lugar sin ti. Descubriremos juntos quien es Korra.

La chica soltó un quejido y sujetó al pequeño Sokka acunándolo en sus manos, buscando el confort que sabía él quería darle pero nadie podría brindarle.

Un ruido en el mar la hizo voltear y sus ojos se abrieron de manera grande cuando vio al cuarteto original del loto rojo salir de la burbuja de protección que aparentemente había creado Ming Hua y salían disparados a la seguridad de la tierra.

Estaban lo suficientemente lejos para no notarla, pero ella no se perdió el hecho que ellos habían empezado a correr con dirección a Ba Sing Se, ya no muy lejos de allí.

— ¡No puedo creerlo! ¡Están vivos! — Gritó Sokka tan sorprendido como ella. — ¿Por qué no se pueden quedar muertos?

Korra frunció el ceño, se puso de pie y espero a que ellos desaparecieran completamente de su vista.

— Tenemos que avisarle a Iroh. Todos creen que están muertos, será más fácil que entren a Ba Sing Se así.

— No, no, no, no tenemos, además ¿No estás olvidando un pequeño detalle? — La morena levantó una ceja no entendiendo la pregunta de Sokka. — ¡Allí está el representante de tu tribu! ¡Él podría matarte!

Ella torció la boca, definitivamente eso de morir no le gustaba. Negó con la cabeza.

— No importa Sokka, tenemos que hacer algo o de lo contrario…

No terminó lo que iba a decir, sólo empezó a hurgar en sus cosas por algo decente qué ponerse. Todo lo que tenía era su uniforme de entrenamiento y algunas monedas. Bueno, en Ba Sing Se compraría algo.

— Por favor, Korra, ésta es tu oportunidad de huir, estás yendo a la boca del lobo. — Intentó Sokka de hacerla desistir cuando vio que se montaba en Naga, pero la morena lo volteó a ver con una ceja inquisitiva.

— ¿Estás conmigo o no, Sokka? — Le preguntó recordándole lo que apenas le había dicho unos minutos atrás.

El de ojos azules suspiró.

¡Qué más daba! Realmente él no podía morir, su preocupación era por la chica, así que se aseguraría de mantenerla a salvo.

Sonrió de manera amplía y subió a la perra-oso polar.

— ¡Hasta el fin del mundo, nena! ¡Vamos!

XOXOXOXOXOXOXO

Las grandes puertas de Ba Sing Se estaban abiertas, no había más límites. La Ciudad resplandecía con las luces que iluminaban sus calles.

¡Era una fiesta!

Todos reían, todos festejaban la derrota del loto rojo… Todos menos el grupo de aclamados héroes.

— ¡Festejemos a los valientes hombres que derrotaron a Zaheer!

Anunciaba un hombre siguiendo el paso del desfile de la pequeña armada. El único que se mostraba complacido era Raiko quien cabalgaba orgulloso un caballo-avestruz.

Pero, cuatro hombres en especial sólo podían mirar al piso y sentirte entristecidos; ellos no merecían ese festejo, la verdadera heroína había quedado atrás.

— ¡Iroh! — Llegó tan repentinamente la chica de sus pensamientos, frente a ellos, que sólo atinaron a susurrar su nombre.

— Korra, no puedes estar aquí, tienes que irte. Si Raiko te delata con Unalaq...

— No, no lo entiendes. El loto rojo está vivo, yo vi cuando aparecieron del mar. Estoy segura que están aquí, deben estar esperando el momento para atacar. — Interrumpió la de ojos azules de manera apresurada al notar el escepticismo en la mirada de él.

— Por favor Korra, puedes morir ¡Vete! — Gritó Iroh desesperado de hacerla entender el riesgo en el que estaba.

Ella guardó silencio un momento, extrañada y después le frunció el ceño.

— ¿Por qué no confías en mí? ¿Crees que te estoy mintiendo?

— No es eso, si están aquí nos haremos cargo, pero tienes que irte.

La morena dejó caer los hombros de manera derrotada, le dio una última mirada al General y se enfocó en el trío de Ciudad República que la habían escuchado.

— Se los juro, están aquí, estén alerta.

Mako asintió no saliéndose de la formación, seguido de Bolin y Kai.

Sin esperar un respaldo por parte del ejercito trató de acercarse a donde sabría que atacaría el loto rojo; la puerta del Palacio del Reino Tierra donde aparecerían los Cuatro Representantes.

XOXOXOXOXOXOXOXO

Iroh estaba contrariado y sólo quería descansar.

Los últimos días había experimentado demasiado, tal vez más de lo que un hombre durante toda su vida debía vivir.

Cuando miró hacia su Abuelo lo notó mirando su corona con la expresión más triste que le hubiera visto. Zuko sabía lo que eso implicaba; ambos habían perdido a Ursa.

Miró hacia los escalones que subía para llegar a los Representantes.

Quiso patearse a sí mismo por sentirse tan débil en ése momento, tenía que estar alerta a la advertencia de Korra y sólo podía preocuparse por lo que pensaría su Abuelo.

El grito del pueblo lo hizo mirar de nuevo hacia arriba, descubriendo que había llegado a su destino.

— Hace mucho tiempo, mi Padre, el Avatar Aang, me habló de la libertad. — Empezó a decir Tenzin, quién, a pesar de ser el más joven de los cuatro, era una figura de gran autoridad por su legado. — ¿Es cierto que debemos vivir siguiendo nuestros impulsos? ¿Es verdad que no importan nuestros actos mientras nosotros seamos felices? Es una realidad que la libertad, en parte, nos podría conducir a eso. El mundo que proponía Zaheer era uno sin consecuencias para nadie, uno en donde violar estaba justificado, uno en donde lastimar o ser lastimado sería lo que nos conduciría, pero ¿Eso está bien? Lo correcto y lo incorrecto es subjetivo, pero nadie puede objetar que es más inmoral matar a alguien sólo por diversión que una prostituta que vende su cuerpo para darle de comer a sus hijos.

— Todos somos libres cuando elegimos refrenarnos por el bien de los demás. Todos somos responsables por el mundo que construimos para nuestros hijos. Nuestra libertad siempre debe terminar donde empieza la de alguien más. Y ahora gracias a estos valientes jóvenes tenemos la oportunidad de corregir nuestros errores y aprender a hacer lo que ellos: vivir como una sola comunidad, ayudarnos unos a otros sin importar de donde vengamos, pelear espalda con espalda por el bien de los que no se pueden defender, como lo que somos; hijos del mismo mundo.

La multitud volvió a gritar exaltada pero Iroh sólo podía sentir pena por lo que había pasado con Korra y su Madre. De repente un aroma familiar invadió su nariz, mientras unos cálidos abrazos lo rodearon.

— Tu Madre estaría orgullosa, Príncipe Iroh II. — Murmuró su Abuelo en su oído, reconociendo su lugar en su familia; el que ahora tenía que ocupar en lugar de la mujer que le había dado la vida.

Le regresó el abrazo con más fuerza sintiendo que en cualquier momento lloraría.

— ¡Cuidado! — Alertó Mako detrás de él y repentinamente se vio separado de Zuko pues una línea de lava comenzaba a hacer espacio entre ellos.

— ¡Ah, no! ¡No lo harán! — Gritó en respuesta Toph mandando a la tierra bajo sus pies y tratando de cerrar la grieta. Pero justo cuando estaba a punto de lograrlo pasó algo que no todos esperaban, de un tercer piso cayó sobre la maestra una caja de madera que de inmediato la apresó dejándola sin poderes, comenzando a subirla por medio de una cuerda.

Iroh miró de nuevo a su Abuelo, que se alejaba de él.

— ¡Todos! ¡En posición! — Llamó a sus Guerreros buscando desesperado alguna manera de llegar hasta los representantes.

Sintió como seguían su mandato llegando a su lado, pero apretó los dientes cuando notó que Zaheer salía del mismo Palacio y comenzaba a pelear contra el sorprendido Tenzin. Ming Hua y P' Li estaban atacando a su abuelo… Pero para su terror, descubrió que Unalaq sólo sonreía en su dirección ¡Él estaba con el loto rojo!

— ¿General? ¿Qué hacemos? ¡No podemos llegar hasta ellos! — Gritó Bolin.

— Sí, sí podemos, tenemos que hacerlo antes que los metan al Palacio.

— ¿Pero cómo?

— ¡Kai! Reúne a los maestros aire y enfríen la lava.

— ¡Sí, Señor!

— ¡Mako! Tú y yo lanzaremos relámpagos desde aquí, tenemos que ayudar a los representantes ganando tiempo mientras podemos pasar.

— Es un buen plan, pero no funcionará a tiempo. — Contradijo una voz suave pero desafiante con la que comenzaba a familiarizarse. Sonrió de medio lado al ver a Korra a su izquierda, su equipo de inmediato la abrazó.

— ¿Y qué propone, soldado? — Preguntó sonriendo contagiado cuando ella lo hizo emocionada. La había reconocido y eso era lo que la morena quería.

¿Qué más daba si no seguía las leyes de la Tribu Agua? Su representante acaba de demostrar que era un traidor.

— Volemos con los maestros aire en sus planeadores, son sólo unos metros.

El grupo se quedó mirando entre sí, no entendiendo como es que no se les había ocurrido antes.

— ¿Por qué siempre las chicas encuentran la solución más práctica? — Se quejó Bolin haciendo reír a Korra.

— Porque ustedes siempre pierden el tiempo siendo unos dramáticos. — Refutó haciéndoles notar la ironía en lo que decía, ya que el trío de Ciudad República así había calificado a su ex novia.

— Bueno, no perdamos el tiempo ¡Acomódense! — Ordenó Kai ofreciendo junto con los demás Maestros Aire su planeador y pronto el pequeño ejército empezó a volar.

Cuando pisaron tierra firme de inmediato Iroh quiso dar órdenes, pero se detuvo al ver que sus seguidores ya se habían puesto en sus grupos; espalda con espalda, sonrió satisfecho para sí mismo.

— Línea cuatro, necesitamos agua, encárguense de romper las tuberías y dirigir hacia acá el líquido. Línea tres bajen a la Maestra Toph: tengan mucho cuidado o les va a patear el trasero. Línea dos, ayuden al Maestro Tenzin. Línea uno, harán ataques a la distancia al loto rojo, reforzarán a Tenzin y al Señor del Fuego Zuko ¿Entendido?

— ¡Sí, Señor!

Todos se dispersaron cumpliendo las órdenes del General, gracias a la fuerza exagerada de "La piedra" pronto los maestros agua tuvieron su elemento disponible y Korra no perdió el tiempo al enfrascarse en una pelea a la distancia contra Ming Hua.

Iroh le quitó de encima a P'Li a su Abuelo con una serie de patadas en donde dirigía fuego hacia la alta mujer, que no lo podía atacarlo por esquivar el fuego de Mako y sus relámpagos.

— ¡Por mi suegro! — Fue el grito de guerra de Kai antes de mandar una onda de aire hacia Zaheer que había sido distraído por la tierra control de Bolin.

Estaban ganando, tenían los números a su favor, pero entonces Unalaq gritó enfurecido.

— ¡Tú! ¿Qué demonios haces aquí, Korra?

Ella levantó una ceja no entendiendo nada, pero esquivando un nuevo ataque por parte del hombre. Ahora ella estaba en desventaja al enfrentar a los dos Maestros Agua.

— ¿Uh? ¿Nos conocemos? — Preguntó esquivando el ataque de Ming Hua.

Unalaq sonrió.

— No te lo dijo ¿No? Tu padre y yo somos hermanos.

El hombre ocupó ése momento de distracción para impactarla fuertemente y separarla del grupo, haciéndole una señal a la mujer para que los dejara enfrentarse solos.

Korra tomó aire, él le había golpeado el estomago dejándola sin tan preciado elemento.

— No importa eso Korra, no te distraigas. Después lo resolverás con tu Padre. — Le recomendó Sokka desde su espalda. Él conocía a los hombres como el Representante de las Tribus Agua; uno como él, era quien lo había engañado enviándolo con Koh.

La chica asintió a su petición, enviando agua hacia su recién descubierto tío.

Se levantó de inmediato con intensiones de unirse a su equipo pero entonces algo la golpeó por la espalda, descubriendo con horror que Sokka salía volando completamente noqueado.

Se arrojó hacia él y lo puso a salvo ocultándolo en una esquina, antes que alguien más lo descubriera.

— ¿Es ella, no? — Preguntó Zaheer que había llegado a ellos y quien, aparentemente era quien la había golpeado en su punto ciego.

Unalaq asintió mostrándose serio.

— Al menos eso es lo que creo, nunca tuvimos la oportunidad de comprobarlo, no quise tomar riesgos y eliminé sus posibilidades recuperando la ley que prohíbe a las Maestras Agua pelear. Pero la fecha y la hora coinciden.

— ¿De qué diablos están hablando? — Interrumpió la de ojos azules no entendiendo nada de lo que pasaba los últimos minutos ni toda esa conversación.

— Nada que te importe. — Respondió Zaheer atacándola de nuevo.

Ella lo esquivó rodando en el piso y tras levantarse le envió de nuevo agua, pero Unalaq se puso frente a él haciendo una cortina con la que los protegió a ambos.

— Parece que no lo ha descubierto.

— La suerte está de nuestro lado.

Se estaba agotando. Sus ataques se perdían gracias a Unalaq y sólo podía evadir pocos de ellos, pues la confrontaban prácticamente al mismo tiempo. ¿Por qué la estaban atacando los que parecían los más fuertes del loto rojo? ¿Qué había pasado con Tenzin?

Cada minuto la acorralaban más, llevándola tan lejos de sus amigos que ni siquiera podía ver qué es lo que pasaba con ellos.

Estaba ya en el piso, totalmente cansada y sin saber qué pasaría ahora que no podía defenderse, cuando su visión se volvió completamente oscura.

Escuchaba que alguien la llamaba, una voz que había escuchado en algunos de sus sueños y cuando abrió los ojos ya no se encontraba en el piso del palacio del Reino Tierra, estaba en un jardín donde todo parecía estar vivo, aún el viento.

— Bienvenida al mundo de los espíritus, Korra. — Dijo la misma voz que la había llamado y miró al Maestro Aire con el que a veces soñaba. Ahora que conocía a Tenzin les encontraba cierto parecido, pero eso no importaba, no cuando…

— Espera ¿Quieres decir que estoy muerta?

El hombre de unos cuarenta años rió escandalosamente, echando su cabeza hacia atrás.

— No. Pero es muy fácil que tú llegues aquí, lo has hecho varias veces, por supuesto, siempre de manera accidental.

La morena suspiró agradecida… Bueno, nada grave, todo eso sólo era un sueño.

— Siempre he querido preguntártelo, pero apareces muy rápido ¿Quién eres tú?

El de las flechas se colocó frente a ella sonriéndole tranquilamente.

— ¿Yo? Es curioso que preguntes eso cuando tampoco sabes quién eres tú.

— Es difícil ¿Sabes? Siempre fui algo reprimida para pensar en qué me gustaba o que es lo que yo quería. Hasta…

— Ahora. — Completó el hombre por ella asintiendo como si la entendiera a la perfección. La sujetó de los hombros. — Pero ya es el momento en que lo sepas Korra. Sólo tú descubrirás quien eres, pero ahora te puedo decir qué es lo que eres ¿Quieres saber?

— ¿No es lo mismo? — Preguntó confundida.

— No, el quién es lo que mencionas; tus gustos, tus hobbies, lo que amas, lo que te hace ser una persona. Pero el qué es tu lugar en éste mundo.

— Entonces ¿Qué soy?

— El Avatar, tú eres el Avatar Korra, puedes verme porque tú y yo estamos conectados, soy el Avatar Aang.

La morena se quedó callada varios segundos sin saber qué decir ¿Los sueños te podían hacer bromas?

— Entonces… ¿Por qué no…? ¿Por qué no lo descubrí antes? — Preguntó extrañada, ése tipo de cosas debían saberse rápido ¿No?

— Tú lo dijiste, fuiste reprimida ¿Cómo ibas a saber de todo tu potencial cuando podrías perder la vida por intentarlo? Pero ahora no debemos perder el tiempo, hay una guerra esperándote, tal vez no puedas terminarla en éste momento, pero debes disiparla.

— ¿Y cómo hago eso, genio? No sé nada de ser Avatar.

— Sólo deja que la luz dentro de ti te guíe, deja que el conocimiento de los Avatares del pasado dirijan tus manos y tus pies…

XOXOXOXOXOXOXO

Después de alejar el peligro de su Abuelo, de Tenzin y de Toph, Iroh seguido de su tropa corrió hasta donde habían visto desaparecer a Korra, sorprendiéndose al instante.

La joven comenzaba a elevarse mientras el viento la rodeaba, la tierra comenzaba a temblar y expedía pequeñas piedras que junto con el agua comenzaban a formar un cinturón alrededor. La chica abrió los ojos y todos tomaron aire al ver como brillaban, pero su sorpresa se acrecentó cuando la miraron exhalar fuego que de inmediato la rodeó junto con los otros tres elementos.

— Mako, creo que Korra es el Avatar.

— Eres un genio, Bo.

XOXOXOXOXOXOXO

Zuko suspiró sentado en las escaleras del Palacio que había sido semi-destruido gracias al despertar del nuevo Avatar. Afortunadamente Korra era lo suficientemente fuerte para enfrentar al loto rojo por completo… Pasarían sus vidas en prisión.

Estiró su espalda y escuchó un tronido.

— Creo que ya estamos algo viejos para esto. — Comentó a su enfurecida amiga que cruzaba los brazos en su pecho y "miraba" a la línea número dos, del escuadrón de su nieto, con coraje ¿Por qué tenían que ser tan lentos para bajarla? Se había perdido toda la acción.

— Dilo por ti, yo estoy llena de energía.

El Señor del Fuego rió por lo bajo.

— Vamos Toph, no te enojes. Ya tendrás oportunidad de repartir golpes en otra ocasión. Además, estoy seguro que Avatar Korra querrá que la entrenes. Aunque gracias a Aang accedió a su poder, ambos sabemos que debe aprender a dominar los cuatro elementos y el estado Avatar.

La maestra sonrió momentáneamente pero volvió a su ceño fruncido.

— Aún así… Yo quería pelear. Tiene mucho que no tengo un buen rival y ése maestro lava era interesante.

El Señor del Fuego meneó la cabeza, divertido.

— Bueno, pero fue obvio que te apartaron porque sabían que no podían contigo. Sólo nos dejaron a los más débiles, no te hubieran durado mucho tiempo.

El Maestro Fuego rió para sí, complacido con la sonrisa gigante de su gran amiga. La conocía muy bien y sabía exactamente que decirle, además, no estaba mintiendo del todo.

— ¿Abuelo? Avatar Korra quiere despedirse. — Interrumpió Iroh causando sorpresa en los dos ancianos.

— ¿Qué? ¿Te vas a ir así? — La mujer ciega llevó la punta de su dedo índice hacia la nariz de la sorprendida Avatar. — ¡Ni creas que te escaparás de mí! Entrené a "pies-ligeros" y ahora es tu turno.

La más joven rió torpemente y bajó la mano de su futura maestra… aparentemente.

— Lady Beifong, sólo se irá un tiempo. Korra escapó de su casa y…

— Me estás empezando a caer muy bien, fugitiva. — Interrumpió Toph recordando su propio pasado, sonriendo por sus días de juventud.

Iroh suspiró, sospechando a donde se dirigían los pensamientos de la anciana. La conocía de toda la vida. — En fin, tiene que ir con su familia a resolver todo.

— Entiendo. — Zuko se levantó lentamente y abrazó a la de ojos azules, que se sorprendió por el gesto. — No puedo expresarte lo mucho que tu despertar nos alegra, Avatar Korra, el mundo te necesitará más que nunca, aún no sabemos si hay más lotos rojos infiltrados.

La de ojos azules asintió.

— Sólo quiero arreglar las cosas con mi familia y buscaré a Lady Beifong para comenzar con mi entrenamiento de inmediato, ya he perdido mucho tiempo.

— No es tu culpa, Korra ¡Fue ése demonio que tienes por tío! ¡No puedo creerlo! Lo planeó todo desde el principio. — Alegó Bolin llegando con su grupo listos para despedirse de su amiga por unos días.

— ¡Korra! Si fuera unos años mayor, tal vez… — Un golpe en la cabeza interrumpió a Kai antes de que abrazara a la de ojos azules. Estaba seguro que el General no se lo tomaría tan bien.

La volteó a ver sonriendo de medio lado.

— Cuídate Korra, estaremos esperando por ti, ahora somos el nuevo equipo Avatar.

— ¡Ja! Entonces el nuevo equipo Avatar está lleno de debiluchos. Apuesto a que yo sola puedo contra ustedes.

— ¿Qué dijo anciana?

— No le hagas caso muchacho, Toph sólo quiere pelear.

— ¡Guarda silencio "flamitas"! ¿O es que a caso tienes miedo de tu reemplazo?

— ¿Mi reemplazo?

La imprudente anciana se encogió de hombros.

— Él es el nuevo maestro fuego del equipo Avatar. — Aclaró y Zuko comenzó a analizar a su "reemplazo".

— ¡Nah! No podría contra mí.

La risa escandalosa de la anciana contagió a todos, menos a Mako.

— Avatar Korra, estaré esperando mi turno para entrenarla. — Habló Tenzin llegando en ése momento y escuchando parte de la conversación. La joven le sonrió agradecida y lo reverenció.

— Bueno, supongo que ésta es la despedida… Por ahora. Trataré de…

Mako, Kai y Bolin no la dejaron continuar hablando puesto que la abrazaron en grupo y ella se dejó consentir. Los iba a extrañar ¿Quién diría que encontraría a sus mejores amigos en el género opuesto?

Cuando se liberó de ellos caminó hasta Iroh, pensando en qué decirle.

— General, yo…

— Korra, yo…

La pausa incomoda no se hizo esperar dejando a los jóvenes con los rostros sonrojados y los corazones latiendo a mil por hora.

Finalmente el de ojos ámbar suspiró.

— Eres el Avatar, felicidades Korra. — Dijo torpemente y nada de lo que en realidad quería decir.

La chica hizo un mohín.

— Gracias, cuídate General.

El de ojos ámbar exhaló intranquilo al verla salir montada en Naga, sintiendo que debía haber hecho algo más.

— ¿Felicitarla por ser el Avatar? Definitivamente es tu nieto, Zuko. — Se burló Toph a carcajada abierta de la manera de ser de los maestros fuego.

El de la cicatriz resopló.

— No puedo creer que diga esto, pero, estoy de acuerdo con ella.

— ¿Abuelo?

— Iroh, mi tío te diría algo muy filosófico, algo como: "La flor que florece en la adversidad es la más rara y bella de todas" pero seguro te dejaría pensando más tiempo; como a mí, así que sólo te diré que vayas tras ella.

El joven negó con la cabeza.

— No lo entiendes Abuelo, todos estos días han sido tan confusos, no estoy seguro si ella me gusta. — Trató de explicarse el muchacho, pero todo se fue al demonio cuando la extra sensible maestra tierra canturreó.

— Sé que estás mintiendo.

XOXOXOXOXOXOXOXO

Korra puso la figura del Dragón que la había acompañado en su viaje en una repisa del altar a su familia y rezó un poco por él.

Durante el camino de regreso él había cobrado la consciencia, sólo para despedirse. Antes de partir le dijo que su historia estaba en unos de los pergaminos de su familia y ella lo había encontrado, polvoso, con hoyos que dificultaban la lectura pero entendió quien había sido Sokka.

Un joven más enamorado de una mujer que de la vida misma.

Se sentía contenta por él, porque su espíritu había sido liberado al haberla ayudado a pelear contra el loto rojo y a descubrir que ella era el Avatar.

Sólo esperaba que estuviera al fin con su amada Yue.

El reencuentro con su Padre había sido intenso y no de la manera en que ella hubiera pensado, si no, porque a Tonraq no le importó que honrara a su familia siendo el Avatar, ni que hubiera salvado a Ba Sing Se, ni tampoco le interesó saber que ahora la guía de las Tribus Agua recaía en él, todo lo que su Padre había querido era abrazar a su hija y decirle lo orgullo que estaba de ella aún antes de haber partido y lo mucho que lamentaba su último encuentro.

— Buenas tardes, disculpe ¿Se encuentra Korra?

Miró por la ventana del santuario descubriendo una voz que le era totalmente familiar, una que sabía estaría en su vida a partir de ese momento, por mucho tiempo.

Lo presentía.

Rió para sí al ver al completamente sonrojado Príncipe Iroh II en su jardín, tratando de explicarle a su Padre el motivo de su visita y por qué quería verla.

Miró una vez más a la estatuilla de Dragón y le dio un beso, aún sabiendo que ya estaba vacía.

— Parece que es mi turno para el amor ¿No crees? Gracias por todo, Sokka.

Y salió al encuentro con su futuro, ahora tranquila pues al fin había descubierto quién era.

FIN.

:( Los(as) quiero. Espero regresar pronto.