Estimados, no los culpo si creyeron que no actualizaría, pero aquí está: el obscenamente largo día 19...

En serio, es ridículamente largo, se me hizo eterno de escribir. Si se cansan o aburren pueden parar en algún corte de escena. No recomendable leer en cel (?)

Me dijeron que son 10 páginas por año sin actualizar y otras extra porque pasó nomás lol Decidí subirlo como new chap y no borrar la nota anterior por las personas que le dieron follow, así les avisa.

Ah, also debo echarle la culpa a NeoVienesa (o como sea que se vaya a llamar now) por no actualizar el primer año, no recuerdo why pero quien actualizara primero tenía derecho de hacerlo: HA HA. Anyway, me debe un masaje y dijo que si actualiza El Entrenador me compre un boleto de lotería porque será un milagro ^^U

Oh god, nadie va a leer esta cosa tan larga... ...

¡Apuesto un chocolate a que tardan cinco horas en leerlo, los valientes que lo hagan!

¡Ojala disfruten!


Se sentía con ganas de cantar una canción.

De hecho, estaba cantado tres canciones al mismo tiempo, en su mente.

Miró a su lado sonriente.

Y ninguna era la que tocaban en la radio en ese instante.

Todas eran bobas canciones de amor. No sabía por qué esas dentro de todas las bobas canciones de amor que existen, pero la verdad es que ni entendía qué trataban de hacer todas al mismo tiempo en su cabeza… Tal vez seguirle el ritmo a su corazón y gastar toda la energía que las mariposas en su estómago estaban generando. Seguramente.

¿Pero quién podía culparla?

Soltó una risita y Fate la miró de reojo, curiosa. Nanoha solo le sonrió e hizo su mejor esfuerzo por no dar saltitos de alegría en su asiento.

¡Tengo una cita con Fate-chaaaaaaaaaan!


19.- Alrededor del mundo

(Viernes)


Fate contuvo otro suspiro. Cada cierto tramo sentía que le faltaba el aire e inhalaba más de lo necesario, pero no iba a dejar que su acompañante, que iba pendiente de cada mínimo movimiento de la rubia, se diese cuenta. Hubiese sido un mal inicio.

Había planeado todo muy bien para no cometer errores; desde emprender viaje después de la hora de almuerzo para que Nanoha no perdiera clases esenciales, hasta tener una lista paso a paso de qué hacer ese día.

La primera etapa: recoger a Nanoha en el instituto, ya había sido completada y… bastante bien, a su juicio.

Claro que había tenido ciertos contratiempos en salir de su casa, no eligiendo su atuendo porque Hayate le había dicho que no lo pensara mucho y se vistiera como siempre, pero sí esperando que su cara obtuviera un tono más normal y así, sin embargo, había logrado llegar a tiempo, limpia y presentable —tanto ella como el auto—, además de soportar la urgencia de esconderse en una esquina de las curiosas miradas de los demás estudiantes mientras esperaba a la chica.

Afortunadamente no había tenido que esperar mucho ni pasar demasiado fuera de la comodidad del asiento de conductor, pues apenas había salido para recibir a la cobriza ésta la divisó y corrió a meterse al lado del copiloto, ordenándole arrancar de inmediato. Fate, secretamente agradecida, aunque algo extrañada, hizo caso mirando confundida a Nanoha que se despedía de las dos chicas que había dejado atrás, riendo divertida. Había fruncido el ceño al jurar oír que la chica rubia gritaba algo persiguiéndolas, pero no le dio mayor importancia puesto que esa etapa solo estaría completa una vez que tomaran la ruta 5 rumbo a la montaña.

Una vez que llegaran a destino empezaría la etapa dos. Y ella estaba tranquila porque era una mujer con un plan, se repetía acomodándose en el asiento.

El camino era tan hermoso como Fate lo recordaba, seguramente… A pesar que tenía la vista fija en el horizonte estaba guiándose por instinto. No importaba no generar conversación en el trayecto, podía pasar como no querer desconcentrarse al volante, era parte del plan.

El camino era hermoso, el día precioso, tenía un buen plan, las sombras de los arboles danzaban en el asfalto en ese ritmo armónico tan propio del final de verano, donde el soplo del viento ya comienza a erizar algunos cabellos. Definitivamente un clima perfecto para disfrutar al aire libre.

Y Fate solo tenía un pensamiento en la cabeza: No chocar.

Concentrarse en el camino, olvidar tensión y que ni su copiloto ni ella murieran porque no podía con la presión.

Inhala. Exhala. Lentamente.

Fate no funcionaba muy bien bajo presión, tenía la tendencia a sentirse presionada por un sinfín de cosas debido a la ansiedad, pero siempre se sentía muy presionada por las expectativas… ¡y Nanoha parecía tener demasiadas!

Sabía que podía ser su paranoia hablando, pero cada vez que veía de reojo a la cobriza a su lado, ésta le devolvía la mirada como si hubiese estado pendiente de cuándo miraría o como si hubiese estado viéndola durante todo el trayecto. Y cada vez que lo hacía tenía esa sonrisa atolondrada. Sin mencionar que parecía no poder estarse quieta en el asiento, como un niño que le prometieron ir al parque de diversiones.

Brillaba, casi tanto como el persistente sol que le daba a un costado. Daba gracias de llevar lentes oscuros para poder lidiar con ambos brillos.

¿Acaso está tarareando una canción?

Nanoha le sonrió ampliamente al cruzarse sus miradas. Fate, como mejor pudo, le devolvió la sonrisa y se enfocó nuevamente en el camino.

No suspires, bota lentamente el aire. Lento.

No sabía cómo resistiría el día…

Inhaló profundo y miró con seriedad el camino: ella podía con esto, iba preparada. Era una chica con un plan.

~O~~O~~O~

No le importaba lo que el calendario indicara, tenía que ser primavera, ¡su primavera del amor por fin había llegado!

El día era perfecto, el clima estaba estupendo, solo ella y Fate por fin. Solas. TODA. UNA. TARDE.

Una cita.

Una cita con una hermosa rubia que la había pasado a buscar a su escuela como toda una princesa. Una cita con una mujer tan responsable que la había obligado a pedirle permiso a sus padres para faltar a clases esa tarde. Una cita con una preciosura tan preocupada que la miraba de vez en cuando para asegurarse que estuviera bien.

Una cita con la chica más deslumbrante que hubiese conocido —se sonrojaba de solo pensarlo. De hecho, en este momento debía ser la envidia de todos sus compañeros por haberse ido con la "hot" y "sexy" desconocida, como escuchó decir en los cuchicheos, que había aparecido en su instituto. Y no los culpaba, tal vez fuera la altura natural de la rubia —que le permitía usar unas simples Sneakers y verse más alta que el promedio de los chicos— la que la hacía verse tan bien, tan madura, con ese simple atuendo de calzas y camisa larga a cuadros ajustada por un cinturón que resaltaba sus curvas; tal vez eran las gafas oscuras lo que le daba aura de misteriosa belleza, una joven mayor que no pertenecía ahí entre tanto adolescente. Nanoha también hubiera sentido envidia si esa hermosura no hubiese estado ahí esperándola a ella. No podía evitar inflar el pecho ante la noción.

Una cita con la deslumbrante chica que la tenía embobada desde el día que la conoció, quien ni siquiera le dirigía la palabra al principio.

Una cita con la hermosa rubia cuyos besos habían terminado de freírle lo que le quedaba de cerebro.

Una cita con Fate Testarossa, la mujer que la tenía loca; su aroma inundando el estrecho espacio en el auto, su presencia causándole todo tipo de cosquilleos en el cuerpo, su perfil perfectamente dibujado en el escenario en movimiento grabándose en su retina, su apariencia serena calmando los nervios que sentía por su primera cita.

¿Qué más podía pedir en una primera cita?

¿Estaba repitiendo mucho la palabra "cita"?

Debía tenerla escrita en la frente a estas alturas, pues no había parado de repetirla desde el día anterior. Esa debía ser la razón por la cual Arisa, en una loca suposición tirada al aire, había logrado adivinar cuál era su plan para esa tarde. La había evitado todo el resto del día simplemente riéndose, disfrutando tener ese pequeño secreto, pero cuando la habían visto salir arreglada del baño, no les quedó duda alguna de por qué Nanoha no se quedaría a las clases de estudio libre de la tarde. Había sido difícil escapar de sus amigas vistiendo su mejor atuendo veraniego: un vestidito blanco con detalles en azul y unas sandalias rosa pálido con taco, peor aun cargando su maletín, canasta que había dejado escondida en su casillero y el bolso de deportes donde llevaba su recién descartado uniforme escolar. Sin embargo, el premio de lograr escapar de sus amigas era fugarse con Fate y era una idea tan tentadora que no le importaba si alguien terminaba viéndole las bragas por correr con un atuendo poco apto para hacerlo.

Ya en el auto había terminado de arreglarse. Se aplicó brillo labial discretamente mientras Fate pagaba en la gasolinera, se puso unos aritos de plata en forma de estrella que le había regalado su abuela la navidad pasada —horadándose la noche previa para esta ocasión en particular— y se soltó el cabello para usar el listón que Fate le había regalado como cintillo con un lazo a un costado como adorno.

Podía jurar que Fate quedó estupefacta al ver su —esperaba— radical cambio al regresar al auto, pero sacudió la cabeza y puso en marcha el motor como si nada. Sin embargo, Nanoha la encontró viéndola discretamente por debajo de las gafas y volteando la cabeza hacia su ventana cada que sus miradas se cruzaban. Soltó esa risita avergonzada que Fate parecía sacarle con mayor frecuencia últimamente y suspiró contenta.

Su cita había empezado de maravilla~

~O~~O~~O~

Fate sintió con pesar cada piedrita siendo removida por el peso de las ruedas; eso indicaba el final del camino. Una vez que el ruido se detuvo, cuando el auto estaba completamente posicionado en un espacio designado, inspiró profundo y se tomó un segundo más del necesario en apagar el motor.

Habían llegado.

Y ahora la pobre rubia no sabía si prefería eso o seguir viajando con la cobriza.

Se miraron, Nanoha parecía vibrar en su asiento, con las manos entrelazadas en su regazo, viendo a Fate con una sonrisa enorme. La rubia sonrió nerviosa y miró al frente nuevamente.

Inhaló profundo apretando el volante para concentrarse en su lista.

Claro, se dijo, lo primero que tenía que hacer al llegar era abrirle la puerta a Nanoha y para eso primero debía salir ella del auto. Puso la mano en el picaporte y Nanoha lo tomó como una señal para salir del auto de un salto, emocionada.

—Ah… —Fate alzó la mano hacia Nanoha, como para detenerla, pero la chica ya estaba prácticamente saliendo del estacionamiento.

Fate apoyó la cabeza en el volante, reprochándose mentalmente por no ser más rápida. Todo lo que tenía que hacer era salir, rodear el auto, abrirle a Nanoha, decirle cortésmente algo como "después de ti" y guiarla a la entrada del parque.

Se dio unos golpecitos en la frente, bufando. Está bien, solo era un contratiempo, podía seguir con el resto, solo debía apresurarse un par de pasos a-

¡Y estas aquí perdiendo el tiempo!

Salió rápidamente del auto y siguió la misma ruta que Nanoha, evitando correr. Regresó para verificar que había apagado las luces, inhaló dos veces y continuó su camino.

Era cosa de saltarse un paso, se repitió. Desechó en su mente la primera hoja de su lista, enviándola al basurero.

Lo más importante era recordar el resto, lo que tenía que hacer para enfrentar a Nanoha sin ayuda, cuando estuvieran a solas... Tragó saliva.

La joven la llamó animadamente cerca de la cabina de entrada. ¿En qué momento llegó ahí? ¿Se había teletransportado?

Nanoha la miró inquisitiva y Fate fingió saber de dónde había sacado esa canasta que ahora llevaba la cobriza en las manos.

Ya que el camino a las faldas del monte tomaba varias bifurcaciones, Nanoha miró alrededor y le preguntó a Fate cuál debían tomar.

—Ah, nosotras debemos tomar esa escalera de ahí, que es el camino más directo a la cima. —Al decir eso, algo hizo clic en la cabeza de Fate y bajó la vista a las sandalias de la chica—. Eh, tal vez no sea buena idea subir con esos zapatos…

—No te preocupes —le restó importancia—. Son lo suficientemente cómodos para aguantar en ellos todo el día nyaha~

La verdad es que ya le estaban raspando un poco en los talones y sentía que sus dedos se escapaban incómodamente por delante, solo las había usado anteriormente para un matrimonio, pero estaba dispuesta a ignorar todo eso. Hoy pretendería que aquellas sandalias eran sus mejores amigas con tal de verse a la altura de Fate, en cuestión de belleza, no de estatura —aunque si podía hacer el besarla más simple, bienvenido sea.

Fate pareció tomar esta pequeña mentira y asintió en silencio. Algo tenía que hacer aquí, no recordaba qué, pero algo debía hacer… Al desechar la primera hoja tal vez había borrado ese paso de su mente o no lo había anotado por ser demasiado obvio…

—¿Hay que registrarse o…? —preguntó Nanoha al notar que el silencio de la rubia se prolongaba.

Había olvidado que tenían que registrarse para ingresar…

Cálmate, cálmate… ¿Dónde estaba Hayate cuando la necesitaba?

Al momento de escribir su nombre en la lista a Fate le temblaba la mano, cuestionándose si era una buena idea después de todo… Tal vez podía decir que se sentía mal y regresar a Uminari, lo cual no sería mentira porque estaba que vomitaba.

Hayate, ayúdame…

´Relájate, Fate-chan, no es tan complicado adquirir control de tu cuerpo´ llegó una voz del pasado a su cabeza.

Inhaló profundo para tomarse un segundo más en empezar a escribir, repitiendo las técnicas para relajarse que había aprendido tantos años atrás.

´Solo debes acallar todos los sonidos en tu interior´

Visualizó los latidos de su corazón con una forma simple (como un círculo) y la obligó a desaparecer en el vacío de su interior, lo cual le permitió escribir su nombre completo con letras más o menos entendibles. Repitió el proceso de visualizar un par de veces más hasta que no era capaz de escuchar ni sus pensamientos.

Dejó el aporte voluntario sugerido y agradeció por inercia al señor de la cabina.

´Acalla todos los sonidos de tu interior'

Tal vez debieron tener su cita en el café, donde estaban sus conocidos, donde estaba Hayate…

Nanoha la estaba esperando, expectante. Fate ya sentía que empezaba a traspirar sin haber comenzado la subida siquiera.

Debió traer a Hayate.

´Incluida esa vocecita que te dice que las cosas saldrán mal´

Nanoha la apresuró desde las escaleras. Tensó los músculos preparándose para el ejercicio, felicitándose por haberse puesto doble capa de desodorante solo por si acaso.

´Desconéctate, Fate-chan´.

Fate suspiró, viendo por fin con claridad pues todo en su interior estaba blanco.

~O~~O~~O~

Nanoha no sabía mucho de citas, pero estaba convencida que esta iba de maravillas. Fate había sido tan amable de ofrecerse a llevar la canasta —negándose a aceptar un no por respuesta—, mientras que ella se había conformado con llevar su chaqueta bien agarrada con ambas manos, para evitar la tentación de tomar de la mano a Fate.

Estaba haciendo todo lo posible por distraerse y no centrar toda su atención en la rubia, ¡de verdad lo estaba intentando! Pero le resultaba muy difícil, especialmente yendo detrás de ella. Fate subía los escalones como si nada, a pesar que algunos fuesen más empinados que otros y su mano libre se balanceaba invitando a Nanoha a tomarla… Sin embargo, ésta era la menor y más inocente de sus tentaciones, puesto que el ejercicio que estaban realizando y la posición en la que se encontraba la cobriza, hacían que notara ciertas cosas, como lo ajustada de las calzas de Fate, lo tonificado de esa zona de su cuerpo y… como estos dos factores se combinaban cada vez que flectaba la rodilla, por decirlo de alguna forma.

También podía sentir su olor a shampoo y ya que llevaba un listón sujetándote las puntas de su larga cabellera podía ver perfectamente su espalda baja, lo que la llevaba a…

Sacudió fuertemente la cabeza.

—¡F-Fate-chan! ¿Qué es ese lugar de ahí? —señaló al azar.

Entonces decidió acallar los peligrosos pensamientos que la inundaban hablando, hablando mucho.

Al principio comentaba o hacía preguntas de todo lo que veía, pero las respuestas de Fate eran muy cortas para mantenerla distraída, así que había optado por hablarle de todo un poco. Le contó su día completo, tomando tangentes, derivando, generando nudos y agregando notas que nada tenían que ver con lo que estaba hablando 5 segundos antes. De vez en cuando miraba a Fate con una sonrisa enorme que parecía ser lo único que mantenía a su corazón sin salirse de su pecho, la velocidad con la que le latía la tenía media mareada, ¡pero es que Fate-chan estaba siendo tan linda con ella!

Sabía que estaba siendo muy parlanchina, revoltosa e insistente en llamar su atención, pero Fate-chan solo la escuchaba amablemente, sin importar qué tan bobo fuera lo que estuviera diciendo, sin reprocharle nada. Seguramente otra persona ya le hubiese pedido que se calmara, Fate simplemente la escuchaba tranquilamente y a veces sonreía.

Aahhh, suspiró, ¡no podía calmarse si estaba en medio de una cita con Fate-chan! ¿A qué hora llegaban a la parte donde podía mimarla a gusto?

Fate miró a Nanoha de reojo al escucharla reírse bajito. Parecía estar muy entretenida y la rubia estaba contenta por eso, así al menos no debía preocuparse por entretenerla ella. Además, la relajaba el hecho que Nanoha fuera la que hablara todo el tiempo, la cobriza parecía conforme con que Fate solo la escuchara y la rubia sonreía agradecida por eso, pues le daba espacio para intentar concentrarse en sus pisadas más que la falta de aire que estaba sintiendo. Daba gracias, además, de que Nanoha la hubiese dejado llevar la canasta para tener algo en qué entretener las manos.

Sabía que debía calmarse, pero le resultaba muy difícil considerarse una compañía aceptable en esos momentos, tan callada y sin nada que aportar… Esperaba que Nanoha no se aburriera…

Sus miradas se cruzaron y Nanoha le sonrió gentilmente, Fate rápidamente desvió la mirada.

La más joven se estaba acostumbrando a la forma de ser de la rubia; sabía que su rostro inexpresivo y silencio no eran malintencionados ni representaban falta de interés, solo no sabía cómo expresarse apropiadamente y Nanoha estaba bien con eso, porque, por su parte, miraba a todos lados buscando grabar cada detalle en su memoria para el recuerdo.

El lugar era muy acogedor, cada cierto tramo los escalones se abrían hacia senderos que conducían a zonas de descanso o recreación, dándole a Nanoha más material para mantenerse entretenida observando, aprovechando ciertos intervalos de escalones más altos para acomodarse las sandalias.

Mientras Fate sentía que con cada paso que daba volaba cuesta abajo otra hoja de su lista de sugerencias para una cita exitosa y su desesperación crecía.

Al rato de haber comenzado la travesía se presentaba la primera zona de picnic; tenía varias mesas ya tomadas para ser un día de semana y un poco más lejos se alcanzaba a ver humo saliendo de las parrillas ocupadas por un gran grupo de gente ruidosa, posiblemente un día de campo de alguna compañía.

Nanoha había pensado que se detendrían ahí, pero al notar la cantidad de gente lo dudó. Indecisa, volteó a ver a Fate quien ya le llevaba la delantera por varios escalones. Se apresuró en alcanzarla para seguir subiendo, esta vez procurando permanecer a un costado de Fate y no detrás, si no su vista terminaba desviándose… hacia el sur.

Siguió con su incesante cháchara, tomando de vez en cuando el brazo de Fate para señalarle algo —y aprovechar la cercanía para tener algo de contacto—, aunque se recordaba de soltarlo a los cinco… o diez… o unos segunditos extra a veces.

La cobriza siguió a Fate sin cuestionar, luchando por mantenerle el paso, pero la rubia caminada derecho como caballo, sin aparente intención de detenerse.

—Fate-chan, ¿a dónde vamos? —preguntó Nanoha una vez que habían dejado atrás la segunda zona de descanso.

—Todavía falta —dio como toda respuesta. Nanoha asintió y continuó observando la vegetación. Estaba segura que había hablado más en la última media hora que en los últimos tres meses, así que se propuso dejar descansar a los oídos de Fate.

La rubia estaba profundamente agradecida que Nanoha pareciera estar conforme con caminar tranquilamente a su lado, porque no se creía con la capacidad de mantener una conversación en esos momentos.

Al llegar al final de las escaleras, la cobriza miró confundida a su alrededor; no había mesas o zona verde para sentarse, solo era una planicie cercada con unos pocos telescopios y unas cuantas bancas.

—Uhm, ¿Fate-chan…? —cuestionó la chica.

Fate reparó en Nanoha por primera vez desde que salieron del auto, se dio cuenta en que solo había confiado en que la chica la siguiera sin haberle dado ningún tipo de instrucción o haberle dicho dónde iban, había caminado derecho con el destino en mente a veces olvidándose que era quien guiaba.

Sin preguntar su opinión, se recordó de pronto. Llevaban poco más de dos tercios de hora caminando ¡y ni siquiera le había dicho a Nanoha cuál era el plan! Tal vez la chica ya tenía hambre, tal vez ya estaba cansada, lo cual no sería raro considerando que una jornada escolar resulta agotadora y encima esos zapatos que traía, tal vez…

Apaga los sonidos, Fate, apaga los sonidos…

—Ah, pensaba que… —comenzó, atropelladamente— podíamos ir… Pero si estas cansada… —Trataba de explicarse con gestos de manos, más nerviosa de lo que debería. Nanoha soltó una risita, silenciando a la rubia.

No sabía qué cosas pasaban por la mente de Fate, pero se veía adorable con esa expresión aturdida, rompiendo su impasividad habitual.

—Sólo guíame, Fate-chan —indicó simplemente con una sonrisa, esperando que no se le notara en su tono el cansancio.

Fate asintió y esperó a que Nanoha estuviera a su lado para continuar.

Unos diez minutos de silenciosa caminata después, ya se podía divisar el final de la ruta. Fate fue la primera en llegar y media sin aliento anunció:

—Llegamos. —Señaló la explanada que se presentaba ante ellas—. Este es el último mirador al cual se puede llegar sin un guía.

—Ohhh~ —exclamó la cobriza contemplando la vista.

Lo que denominaban "mirador" en este caso era una buena porción de terreno en ligero declive con unos cuantos árboles proporcionando un cómodo lugar donde sentarse antes que la bajada del cerro se volviera demasiado empinada. No era el lado que daba mirando hacia Uminari y tanto mejor, pues lo que se presentaba ante ellas era un basto cielo despejado de contaminación. En días de neblina debía ser como estar flotando entre nubes, pensó Nanoha.

Todavía asombrada, la cobriza comenzó a descender con cuidado hasta un espacio cercano libre al cobijo de un árbol. Solo había unas cuantas parejas a buenos metros de distancia unas de otras así que la privacidad estaba garantizada.

La rubia, incapaz de disfrutar la vista, se le unió y se quedó a su lado, rígida y nerviosa.

Fate miró el suelo, luego a Nanoha, después sus zapatillas algo húmedas y nuevamente el suelo. ¿Cómo se pudo olvidar de traer algo para sentarse? No podía pedirle a Nanoha que se sentara en el pasto posiblemente húmedo.

Empezó a balbucear. Sudaba. La cita era un desastre.

—Uh… yo iré a… Hay unos cojines en el auto, ¡voy por ellos!

—¡Fate-chan, espera! —Nanoha la tuvo que agarrar del brazo para detenerla—. Tranquila, no es tan terrible sentarse en el suelo —rió—. Además, traje un mantel, debería alcanzar para que nos sentemos las dos.

—Oh… —se paralizó— Ok. Sí. Disculpa.

Calma, calma, regúlate…

Se quedó tiesa mientras la cobriza sacaba el mantel de la canasta y trataba de extenderlo, pero la insistente corriente de aire no la dejaba.

—¿Fate-chan? —llamó suavemente— ¿Podrías ayudarme?

—¡AH, sí, lo siento! —se apresuró en socorrerla, maldiciendo internamente; no podía recordar la última vez que había actuado tan torpe.

Una vez que la manta estuvo en su lugar, Nanoha se arrodilló y comenzó a registrar la canasta. Sacó unos cuantos envases, un termo y dos tazas plásticas.

Fate la miraba sintiéndose fuera de lugar sin nada que hacer. Estaba completamente bloqueada, por suerte, creía, al menos se veía tranquila.

Nanoha terminó de acomodar las cosas, sentándose ella también en una mejor posición con las piernas dobladas hacia un costado —cosa de no cargar nada de peso a los pies— y se quedó mirando a Fate quien seguía parada.

—¿Por qué no te sientas? —preguntó con una sonrisa divertida.

La rubia se dejó caer rodillas primero, seguida del resto de su humanidad. Apoyando las nalgas en los talones, espalda recta, empeines tocando el suelo y con las manos en su regazo se quedó mirando a Nanoha, como esperando otra instrucción. La joven alzó una ceja ante la perfecta posición seiza que tenía en frente a pesar de la incomodidad de la superficie.

—Fate-chan, relájate. —No pudo evitar reír—. Sólo estamos las dos. —Le alcanzó una taza.

Eso, exactamente, era lo preocupante. Sin embargo, relajó un poco la postura para no incomodar a Nanoha. Aceptó el té y comenzó a beberlo en pequeños sorbos muy seguidos, fingiendo que miraba el paisaje.

Nanoha le preguntó qué quería servirse primero y Fate apuntó los dorayakis por ser la fuente que tenía más próxima. Al igual que al té, no fue capaz de sentirle el sabor, desesperada por encontrar en los rincones de su memoria los remanentes de la "lista de sugerencias para la cita exitosa".

La cobriza notaba la turbación de Fate, aunque en apariencia se veía tranquila, dando pequeñas mordidas y bebiendo compasadamente su té observando el paisaje. Podrían haber estado en silencio por el resto de la comida y Nanoha lo hubiera aceptado, pero… en verdad quería que Fate le hablara. Si no podía tocarla, al menos quería escucharla.

—Fate-chan… —La miró, dejando la mitad de su bizcocho en su regazo— "Hasta el infinito y más allá".

Fate se detuvo a medio bocado sin ocultar su sorpresa. Una fuerte corriente de viento pasó entre ellas antes que pudiera reaccionar y terminar de tragar.

¿Cómo era que sabía-?

Ah.

—¿También te contó sobre eso? —interrogó frunciendo el cejo.

Nanoha se removió en su asiento, temiendo haber cometido un error.

—No mucho —comenzó precavida—, dijo que lo usara cuando quisiera decirte que confiaras en mí… —Hizo una pausa que Fate no rompió antes de atreverse a mirarla— ¿Vas a explicarme qué es?

Fate contempló a la chica que tenía enfrente, claramente nerviosa como las primeras veces en que le dirigía la palabra, temerosa de cómo reaccionaría la rubia. Quería asegurarle que no había hecho nada mal, pero al mismo tiempo seguía sin comprender la motivación de su mejor amiga para contarle algo tan privado.

Cerró los ojos y suspiró, volviendo la vista al cielo para darle otra mordida a su dulce antes de decir:

—Creo que tú entiendes perfectamente su significado.

Nanoha se sorprendió ante eso, alzando la cabeza e irguiéndose sorprendida, confusa, interrogante. Sin embargo, la rubia no abundó en el asunto, conformándose con terminar su bocadillo calmadamente, que caía como plomo a su ya pesado estómago.

La cobriza no presionó el tema, retomando su propio bizcocho con cautela, mirando a Fate de reojo por si decidía decir algo más, lo cual no pasó. Si bien no había logrado que Fate comenzara a hablar, sí había logrado relajarla bastante, pues ahora su respiración se notaba tranquila y normal, no como una calculada acción incapaz de ejecutarse por sí sola.

Para ser sincera, Nanoha no entendía por qué Fate estaba… intranquila, ¿o nerviosa? ¡Nerviosa de qué! No tendría razón, o sea ella era Fate-chan y cualquier cosa que hiciera o dijera… o simplemente con estar ahí sin hacer nada… Con el solo hecho de tenerla ahí a su lado Nanoha ya era feliz, la rubia no tenía que esforzarse por su atención, en cambio ella…

—Aahhh —suspiró sonoramente—, qué envidia ser Fate-chan…

Esa repentina frase sacó a Fate del estupor en que se había sumido pensando en Hayate. ¿Qué estaba diciendo la chica?

Nanoha se sobresaltó al notar la mirada interrogante de Fate en ella, dándose cuenta recién que había pensado en voz alta.

—Uhm, quiero decir… que no tienes que esforzarte… —dijo sonrojada, mirando el mantel.

Fate inclinó la cabeza en señal de pregunta.

La joven suspiró y decidió explicarse correctamente o la rubia no la entendería.

—Esta es mi primera cita y me alegra mucho estar aquí contigo… —reconoció tímidamente—. Al menos tú no tienes que preocuparte de causar una buena impresión.

Fate se sorprendió ante esto.

¿No? Porque eso es todo lo que había estado haciendo hasta ahora: preocuparse.

Momento, ¿acaso Nanoha estaba preocupándose por causarle una buena impresión? Frunció el ceño y abrió la boca para hablar, pero fue interrumpida.

—Así que relajémonos y tratemos de pasar una tarde agradable ¿está bien? —Nanoha la miró risueña, haciendo que se olvidara de lo que quería decir.

—Eh sí, lo siento… —dijo apenada, sin saber exactamente por qué se disculpa: si por haber dejado que la cobriza notara su nerviosismo o -aparentemente- hacerla sentir nerviosa a ella.

—No tienes que disculparte —interceptó la chica de inmediato—, igual me alegra saber que te pongo un poco nerviosa nyaha —Se rascó la mejilla con una pequeña sonrisita—. Eso me tranquiliza.

Fate alzó una ceja. Era una chica tan extraña…

—¡Ah, Fate-chan, sírvete por favor! —exclamó notando que la joven ya no tenía nada en las manos— ¿Quieres más té?

—Oh, sí, yo… —Fate se detuvo, examinando por primera vez todo lo que tenía delante—. Hay mucha comida… —soltó sorprendida.

—Uhn, bueno, es que —estaba emocionada, omitió decir— no sabía qué preferirías, así que decidí traer harto por si acaso.

—¿Esos son…? —Señaló con un pequeño brillito en los ojos. Nanoha ahogó una risita.

—Sí, sándwich de fruta. —Abrió el envase y se lo acercó a la rubia—. Le pregunté a Hayate-chan qué cosas te gustarían e intenté prepararlas —sonrió satisfecha, apreciando su obra.

¿Prepararlas? ¿O sea qué-?

—¿Tú hiciste los dorayaki? —preguntó con los ojos muy abiertos.

—¡Uhn! —asintió la cobriza entusiasmada— ¿Te gustaron?

—Sí, estaban muy buenos… —Al menos eso creía, de lo poco que había logrado sentir.

—Me alegro, entonces espero que también te guste el resto. —Comenzó a enlistarle a Fate lo que había—: También traje tamagoyaki, onigiris, castañas, algunas verduras cocidas… ¡Oh y tengo otro termo con sopa por si quieres! —Palmeó emocionada de la atención que la rubia le estaba dando a su comida— ¿Qué más…? ¡Ah sí, también un poco de pollo frito! —Sacó un paquete de aluminio de la canasta—. Tal vez deberíamos haber empezado por esto hmm…

Fate estaba anonadada por el esmero que Nanoha había puesto en intentar complacerla, mientras todo lo que ella había hecho era preocuparse de pequeñeces como no verse ridícula caminando… o respirando.

Por primera vez ese día, Fate sonrió con total sinceridad.

—Gracias… Nanoha.

~O~~O~~O~

Nanoha estaba intentado con todas sus fuerzas ser buena: desde que llegaron había mantenido una distancia prudente con la rubia, no se le había tirado encima y… En resumen, no se le había tirado encima. Si de ella dependiera, ya la hubiese aplastado contra el mantel y la tendría apretujada usándola de almohada, restregándose en su cuello o dándole besos en la mejilla, todas las cosas que creía debían sentirse excelente, pero no. Estaba haciendo lo posible por seguir los consejos que se ve había grabado a fuego en su mente —porque hacerlo en el brazo podía verse un poco raro— y cumplir con darle "algo" de espacio a Fate, como había prometido. Sin embargo, ahora que las dos estaban más tranquilas y Fate le había sonreído tan tiernamente… Quería besarla.

Había querido besarla ahí mismo cuando le dio las gracias, pero en vez de eso le hizo probar un poco de toda la comida que había llevado "para que decida qué comer primero", pensando que si la joven tenía la boca llena le sería más fácil controlarse.

Error.

Es que verla ahí, tan linda, tan tímida, tan señorita, tan Fate-chan… Ver las caras que hacía —más bien los pequeños gestos— al probar los distintos trocitos que Nanoha había puesto a disposición para degustar el menú completo, el que le haya sonreído, el que mencionara bajito que algo estaba rico, que se tapara la boca con la mano para masticar un trozo particularmente grande, el que le haya sonreído, ese pequeño ceño fruncido que tenía ahora cuando ya se le estaban acabando las opciones… ¿Había mencionado que le había sonreído? Porque lo hizo.

¡En tu cara! -A cualquier chica que ahora estuviera en el café preguntando por ella.

Entonces ahora solo faltaba besarla y…

—¡F-Fate-chan! —Interrumpió sus propios pensamientos. Fate alzó la vista— ¿Cómo conoces este lugar? —Fue lo único que se le ocurrió formular.

Fate se tomó el tiempo de terminar su bocado antes de contestar. Nanoha, nuevamente, aprovechó el intervalo para revisar si no tenía un bicho caminándole en la mano, por el incesante hormigueo en la piel que sentía.

—Aquí venimos a ver el tsukimi. —Señaló el basto cielo—. El abuelo Graham nos trajo aquí el primer año que llegamos a vivir a Japón y hemos vuelto desde entonces.

—Oh, de haber sabido hubiese preparado Tsukimi Manju —rió. Fate hizo una mueca casi imperceptible—. Ah, ¿no te gusta el mochi?

Ah, por eso Hayate había sido tan extrañamente específica en decirle que no prepara Tsukimi Manju.

—Eso es algo que no me gusta de septiembre —reconoció sentándose a mirar el cielo, digiriendo lo que había comido. Era una lástima que no le gustara el sabor porque de apariencia eran adorables golosinas, sin embargo, intentar cuatro veces fue su límite.

Nanoha sonrió imitándola, aunque no hubiese comido más que un par de castañas por estar mirando a Fate, estaba casi segura que había visto un pequeño puchero en la rubia.

—A mí los tifones —abundó ella—, aunque tuvimos buen clima comparado a otros años.

Lo cual era cierto, había llovido poco y casi ni lo había sentido porque usualmente lo hacía en los ratos que estaba ocupada trabajando o en el instituto.

Oye, oye, ¡¿qué haces hablando de clima?! ¡La tienes sentada a un metro de ti, su mano muy cerca! ¡Si no la vas a agarrar al menos sácale información!

—Uh, hum, ¿y vinieron este año? —se apresuró en seguir la conversación para no perder el ritmo.

—Sí, aunque sin el abuelo —asintió—. Es el único lugar al que he salido en un tiempo así que fue lo único que se me ocurrió para hoy…

—¡Por mí está muy bien este lugar! —le aseguró entusiasta—. Me habría gustado haber estado aquí ese día…

Con Fate-chan, agregó en su mente. Tal vez el próximo año… ¿Qué había estado haciendo ese día de cualquier forma? Si no mal recordaba este año había caído el segundo lunes… Ah, se sonrojó hasta las orejas.

—S-seguro se veía espectacular —balbuceó, intentando que Fate no notara lo avergonzada que estaba.

¡Era el día que se había declarado a Fate!

Y por supuesto que lo único que había hecho al llegar a su casa ese día fue morir de vergüenza y delirar… pensando en Fate, fantaseando con Fate… No podía decir que habían sido ideas muy puras porque en el rato que no estaba ahogando un grito por lo que había dicho, estaba rememorando lo que había visto.

Sacudió la cabeza con fuerza, tomando un gran sorbo de té. Se estaba yendo por senderos peligrosos nuevamente…

De todos modos, de haber sido invitada ese día, seguro hubiese traído los manjus en forma de conejo que eran tan populares en la pastelería durante esos días… Debía dar gracias a Hayate por básicamente haberle listado el menú de ese día.

Bueno, por todo, sin ella esta cita no estaría ocurriendo.

¿Qué estará haciendo Hayate-chan ahora…?

—Yo no veo un conejo en la luna de todos modos… —soltó pensativa Fate, sacando a Nanoha de sus propios pensamientos.

Nanoha se mordió el labio inferior, haciendo un esfuerzo sobrehumano por no reír, pues Fate lo había dicho como un niño que contempla el universo.

—¿Y qué ves? —preguntó con una sonrisa divertida que la rubia no notó, muy concentrada mirando el cielo, recordando la luna. Frunció el ceño, seria.

—…Un escarabajo rey con martillo —dijo finalmente, solemne.

Esta vez Nanoha sí rió de buena gana, aprovechando de liberar todo el nerviosismo que había estado sintiendo. Fate la miró inclinando la cabeza con una ceja alzada, aumentando sus grados de adorabilidad.

Evitando responder a la expresión interrogativa de la rubia, Nanoha la invitó a contarle qué cosas le gustaban de septiembre, al mismo tiempo que la instaba a comer más. Fate no estaba muy convencida, pero cuando iba a protestar, la cobriza, en un movimiento audaz, le puso un pedacito de pollo frito justo frente a su boca, tocando sus labios mientras le señalaba abrirlos con un "Ahh~".

Considerando que sería descortés rechazarlo, Fate acató la orden y lo tomó sin mucha parsimonia. Aunque media decepcionada por la falta de reacción de la rubia, Nanoha rápidamente pinchó otro trocito con el mondadientes y se lo ofreció, aprovechando la apertura para compartir un momento de intimidad.

Repitió la pregunta y esta vez Fate si le siguió la corriente, aunque tenía que alentarla a ahondar más en las respuestas cortas que daba.

Aprendió que lo que más le gustaba a Fate de septiembre era el cambio de estación puesto que no le agradaban los días calurosos de verano. También le gustaban los arreglos florales que se disponían en casa de Hayate en pos del festival de la luna, al ser el abuelo una persona muy conservadora. Festival que, por cierto, solía esperar con ansias porque Hayate preparaba mucha comida deliciosa y podía pasar una velada agradable observando el cielo con su familia; observar el cielo estrellado era una actividad que disfrutaba todo el año.

Observar el cielo era algo que a Nanoha le fascinaba y estuvo extasiada cuando Fate accedió a quedarse a ver el atardecer en aquel lugar.

Entre dato y dato, Nanoha descubrió que Fate tenía la imaginación de un niño por todas las respuestas ingeniosas que le daba a las figuras que, según ella, formaban las nubes. No recordaba un día que hubiese pasado tanto tiempo descifrando y comentando sobre las formas de las grandes masas como algodón que navegaban sobre sus cabezas. Pronto, los pequeños cúmulos empezaron a fusionarse con otros generando formas más intricadas, complicando el juego, pero a ninguna de las dos pareció importarles mucho.

Nanoha se encontró otra vez viendo los labios de Fate más que prestando atención a las palabras que emitía. La voz de Fate siempre sonaba suave y Nanoha había terminado por concluir que era porque separaba poco los labios al hablar, sin embargo, modulaba bien y eso hacía que fuese sumamente difícil dejar de seguirle el movimiento.

Se rascó la rodilla, incómoda, buscando un cable a tierra en la fricción.

Quería abrazarla, de verdad, de verdad, quería abrazarla. Quería tocarla, un abrazo le permitiría sentir todo su cuerpo de una vez. Tenerla ahí tan cerca con todas esas parejas siendo melosas alrededor suyo, la hacía resentir el prudente espacio de un metro que las separaba.

¿Se sentiría Fate incómoda si lo hacía? Ya había aprovechado de acortar la distancia a ratos mientras comían, así como rozarle la mano de vez en cuando y mirarla cada dos sorbos de té o tres bocados de lo que fuera, a veces intercalaba y a veces sencillamente ignoraba el contar.

Pero esta era una cita, ¿cierto? En una cita se supone que las personas hagan ese tipo de cosas, como… tener contacto, en general. Entonces debía estar bien y ella solo se estaba sobrecalentando la cabeza al pensar en vez de solo actuar.

Fate había dejado de mirar el cielo y ahora estaba muy concentrada en el ceño fruncido de Nanoha, las muecas que hacía y el cómo jugueteaba con sus manos, claramente inquieta por algo.

—¿Nanoha? —llamó suavemente. La chica la miró intensamente.

—Quiero abrazarte —soltó de improviso cuando sus ojos hicieron contacto—. No, espera, hmm… más bien quiero que me abraces —hizo un mohín—, no, hum, quiero… estar abrazada a ti viendo el cielo. Sí, eso.

Fate se sorprendió y titubeó. Nanoha pegó un respingo creyendo que la joven se cerraría otra vez. Casi aleteó con las manos para medio negar lo que había dicho.

—¡Solo por un minuto! —exclamó apresurada—. Por un minuto está bien, ¿sí?

Con el puchero que tenía hubiese sido difícil negarse… Ahí estaba Fate de nuevo, sin defensas ante la mirada de perrito de la cobriza.

—Está bien…

—¿Mejor que sean cinco? —sonrió fingiendo inocencia.

Esta niña, en serio…

La rubia suspiró asintiendo y los rayos de felicidad que despedía Nanoha la cegaron por un segundo, sonriendo de medio lado al ver la cola imaginaria moverse como un remolino.

Rápidamente la chica se coló en medio de las piernas de Fate y pasó los brazos de la rubia por sus hombros para quedar cómodamente envuelta por todo el cuerpo de la joven, quien se quedó sentada muy rígida sin saber bien qué hacer. Vio a Nanoha apretar un botón en su teléfono y luego se recostó en su pecho, suspirando contenta.

Pasaron unos segundos en que Fate contuvo la respiración, esperando… pero nada pasó. Miró a Nanoha cautelosa, pero la chica estaba con los ojos cerrados, simplemente disfrutando el momento. Así entendió que lo único que tenía que hacer era estar ahí y se logró relajar un poco. Liberó tensión en los hombros y se echó un poco más hacia atrás, procurando dejar de pensar. El cielo ya solo tenía manchas sin formas y sombras que ofrecer, de todos modos.

En realidad, no se sentía incómoda por la intima posición, le resultaba hasta agradable. Nanoha era cálida, olía dulce y su mejilla apoyada en su brazo descubierto se sentía suave al tacto. Ya se le había olvidado por qué estaba tan nerviosa. Si lo único que tenía que hacer era quedarse en silencio y prestarle sus brazos a la chica para que se quedara tranquila entonces estaría bien, no era difícil. Solo necesitaba acomodarse un poco más… bueno, esa parte no era fácil, comenzó a temblarle la rodilla de lo poco confortable que resultaba la posición después de un rato.

Nanoha lo notó y le dijo a Fate que se recostara en el tronco del árbol, acto seguido se volvió a instalar entre las piernas de la rubia, pero esta vez pasó sus brazos por su cintura, aferrándola con sus manos. Fugazmente cuestionándose si era buena idea, si Fate sería capaz de sentir su estomago lleno de aire por todos los suspiros que no había soltado, si las mariposas revolotearían tan fuerte que escucharía ruidos extraños proviniendo de sus tripas, si su corazón bombearía tanto contra su caja torácica que la rubia lo escucharía y pensaría que necesitaba atención medica… Todo dejó de importar cuando estuvo en sus brazos. Hasta las mariposas se transformaron en perezosos gatitos ronroneantes. Y su corazón se convirtió en un flan.

Fate tragó saliva, no estaba segura si alguna vez le había tocado el estomago a otra persona, no así al menos. Trató de alejar un poco sus manos, pero Nanoha la tenía amarrada al lugar, así que tuvo que resignarse y cerrar los ojos para intentar controlar su respiración, cosa que la cobriza no escuchara lo rasposa que estaba.

Inhaló profundo, olía a comida, hierba y dulce. El olor dulce de Nanoha… Era una chica dulce, por dentro y por fuera. Y suave, como debían sentirse las nubes que habían estado apreciando, una de ellas le recordó a Nanoha, Nanoha conejo con pucheros de perrito… La niña conejo. Solo era un abrazo, estaba abrazando un conejo. Tierno y suave que olía a Nanoha.

Nanoha sintió a Fate suspirar y sonrió contenta. ¡Estaba siendo abrazada por Fate-chan! Eso en sí ya era una victoria, pero esta posición en particular siempre le había resultado muy tierna cuando la veía ilustrada, así que era otra cosa que podía tachar de su lista de deseos.

Sentía la respiración compasada de Fate, su intoxicante aroma, su pecho, su suavidad… Y aunque había tenido que entrar la panza para atreverse a poner las manos de la joven en su estómago, no se arrepentía, mantendría todos los músculos necesarios flectados hasta que termine este pequeño momento de paraíso.

´Waahhh´rió bajito, acurrucándose con ahínco. Este era. El. Mejor. Día.

¡No quería que terminara nunca!

…La realidad es cruel cada vez que puede, por lo que obviamente en ese momento sonó su alarma. No sabía si gruñir o llorar, así que le terminó saliendo un gimoteo mientras se estiraba para acallar el infame objeto. Ella misma se lo había buscado. Hasta veía el día más opaco ahora que había abierto los ojos.

—¿No vas a contestar? —preguntó al ver que la chica seguía viendo la pantalla apagada del móvil, ya no sonaba.

—Es la alarma—suspiró—. Como sabía que no querría separarme de ti cuando estuviera entre tus brazos, puse la alarma para… traerme de vuelta a la realidad —otro suspiro abatido.

Fate acalló una risita con su mano. ¿En serio eso le preocupaba? Casi ni había sentido los cinco minutos una vez que cerró los ojos y se concentró en la sensación de tener a Nanoha abrazada, era tan relajante que por ella hubiesen seguido quince minutos más y tal vez recién ahí habría notado el tiempo…

Esa era una admisión profunda que no tenía tiempo de procesar en este momento, pues Nanoha ya estaba haciendo impulso para regresar a su lugar. Un ligero tirón en su espalda la hizo quedarse donde estaba. La rubia la miraba con la cabeza gacha, esquivándole la vista a propósito, el agarre de índice y pulgar en su vestido era tímido, sus labios se veían ligeramente más pomposos de lo usual, ¿estaría haciendo un puchero?

—¿Un minuto más? —preguntó algo insegura—. Si quieres…

Nanoha brilló intensamente, asintiendo enérgica. Se acomodó al instante y abrió nuevamente la aplicación del celular. Fate la tapó con la mano.

—No… Está bien —susurró—. No me… molesta estar un rato más así.

Definitivamente el paraíso, sonrío Nanoha, incluso se veía el cielo blanco.

El minuto transcurrió demasiado rápido para la cobriza, quien estaba contando para saber cuantos segundos le quedaban, pero a ese se le sumó otro minuto y luego otro… La fuerza en el abrazo de Fate disminuía y su respiración se hacía cada vez más lenta, ¿se estaría quedando dormida?

Nanoha volteó la cabeza para ver a Fate apoyada en el árbol con expresión serena, una pequeña abertura en sus labios dejaba escapar el aire suavemente. Se mordió el labio evitando soltar un gritito. ¡Ver dormir a Fate-chan era lo mejor! Aunque solo había pasado una vez, podría perfectamente convertirse en una nueva afición suya… Gimió internamente por la imperiosa necesidad de tocar su mejilla… O mejor: besarla- ¡No! ¡Mejor todavía: besar sus labios!

Apretó la mano de Fate sin ser consciente. Sí, esa era una gran idea, maravillosa idea. Solo tenía que darse vuelta y hacerlo, Fate no se molestaría, posiblemente ni lo notaría… ¡Estaban en una cita después de todo! Besarse está en la lista de cosas que hacer en una cita.

Se le estaba agitando la respiración y las mariposas en su interior hacían que sus extremidades se sintieran como plomo, corría el riesgo de quedar turnia si seguía viendo a Fate en esa posición tan incómoda. Movió un poco el torso y su brazo pasó tocando un pecho de Fate, que se amoldó a su paso y se liberó como un resorte…

¡Aaahhhhhh!

Dejó de respirar. Le ardía hasta el cabello. ¡Era una pervertida, tonta, estúpida!

¡Tenía que enfriarse! Se criticó cerrando los ojos con fuerza, resistiendo el impulso de pasar su brazo hacia el lado contrario para sentir más detalles.

Y como si el cielo hubiese escuchado su predicamento… Una gruesa gota helada le cayó en la mejilla izquierda —posiblemente evaporándose de lo caliente que la tenía. Le siguió una en el entrecejo y otra en la nariz. Abrió lo ojos. El cielo se estaba tornando rápidamente de un gris pálido a una muralla de gruesas sombras.

Fate despertó aturdida, sintiendo primero el frío que dejó la ausencia de Nanoha y luego los grititos de las otras parejas que estaban en el lugar.

Nanoha, como si toda la vida se hubiese preparado para una evacuación de emergencia, guardó todo en tiempo récord. Ayudó a Fate a incorporarse, maldijo su suerte doscientas tres veces en menos de un minuto y arrastró a la rubia de la mano hacia el sendero, detrás de los otros enamorados.

Minutos más tarde ya se encontraban trotando colina abajo usando la chaqueta de Nanoha como paraguas.

Cada pisada se sentía como una estaca para Nanoha, pero se esforzó en mantener paso firme y no tropezar con la canasta que se mecía más de lo que hubiese deseado. También procuraba que Fate no dejara de cubrirse con la chaqueta por cederle más superficie a ella, resintiendo el no haber traído un paraguas.

A mitad de camino la lluvia se había intensificado tanto que el sendero rápidamente se estaba volviendo un lodazal. Fate notó que Nanoha se quedaba atrás, le puso la cubierta solo a ella, le quitó la canasta y tomó su mano para guiarla por los pasos más seguros.

Nanoha sentía sus pulmones trabajar con dificultad producto del vapor, veía el chapoteo del lodo llegar a caer a su vestido y aunque era una lluvia cálida sus pies se entumecían al meterlos a un charco. Terminó el recorrido con la cabeza gacha, sintiendo que todo lo que había logrado se desmoronaba.

Al llegar abajo, su atuendo estaba completamente arruinado.

~O~~O~~O~

Nanoha odiaba la lluvia.

Bueno, la odiaba ahora. Y se estaba reprochando mentalmente por no haber hecho muñequitos de papel o haber rezado para que no lloviera. ¡Pero es que las probabilidades de lluvia eran del 30%! ¡Treinta! Con el aguacero que ahora hacía retumbar el techo del vehículo perfectamente podía demandar al servicio meteorológico.

¿Cómo había pasado esto?

Hace un rato estaba derritiéndose en brazos de Fate y ahora…

Miró de soslayo a la rubia que seguía con la vista fija en el parabrisas, sin pestañear siquiera cuando un goterón particularmente grande chocaba estruendosamente contra el vidrio; Fate se estaba cerrando de nuevo.

—Q-que bueno que pudimos refugiarnos en el auto. —Trató de iniciar una nueva conversación. Fate asintió sin mirarla—. ¿Es rentado?

—No, es el auto del abuelo, podemos usarlo cuando no está.

—Ya veo… —Volteó a mirar por su ventana— ´¡Moouu, por qué las citas tienen que ser tan complicadas?!´—gritó internamente.

De pronto, un sonido la sacó de sus cavilaciones y se giró inmediatamente a ver a la rubia. Tensa, Fate estaba tamborileando los dedos en el volante.

¿Cómo había sido tan descuidada de no contemplar la lluvia? Era lo que pasaba por la cabeza de Fate. Todo había empezado a salir mal desde que llegaron porque no había tomado precauciones, como anotar apropiadamente la condenada lista.

Había hecho a Nanoha caminar UNA HORA bajo la lluvia para llegar a refugiarse a un viejo automóvil con la calefacción dañada. Afortunadamente, el auto estaba tibio porque al estacionarse se le había olvidado considerar cuales lugares tendrían sombra durante la tarde.

Seguramente Nanoha había puesto el mismo esmero en su atuendo que en la comida que había preparado, pues se había mostrado muy orgullosa cuando Fate notó el cambio que representaba verla con el pelo suelo y exhibiendo como la guinda de la torta el listón que ella le había obsequiado. Su delicado y lindo vestido que le hacía juego al listón —no, al revés, sería raro que escogiera el atuendo acorde a un adorno— estaba arruinado: estilando, chapoteado de lodo y una enorme mancha en la parte trasera cuando Nanoha resbaló al tratar de descender por una parte de pasto, evitando un charco, los que habían sido la perdición para sus sandalias nuevas. Ahora su listón colgaba goteando del espejo retrovisor, sus sandalias habían sido libradas de la mayor cantidad de barro posible con ayuda de papel higiénico para quedar humedeciendo el suelo del asiento trasero, su vestido sencillamente lo habían relegado a una bolsa sin mucho más que hacer por él aquí y su cabello, antes limpio y sedoso, ahora estaba desordenado y humedeciéndole el uniforme que había tenido que llegar a ponerse para tener algo seco. La condensación al interior del vehículo fue un gran aliado para que ambas pudieran tomar turnos cambiándose de ropa sin que nadie afuera lo notara, con ventanas tan empañadas que parecía vidrio esmerilado, aun así, Fate tapó con el mantel por fuera hacia el lado donde quedaban unos cuantos autos por si acaso.

Por su parte, Fate ya no estaba para nada presentable: lo único que encontró en el maletero para cambiarse fue una camiseta con estampado de un hipopótamo haciendo pilates y un buzo viejo con manchas de cloro en una pantorrilla. Había decidido sacarse solo las calcetas y quedarse con las zapatillas mojadas porque, estúpidamente, solo había lavado el auto por fuera y había hecho una limpieza superficial por dentro, sin darse el tiempo de aspirarlo apropiadamente, creyendo que no pasarían tanto tiempo ahí de todas formas. Y su cabello… debía parecer que se electrocutó por la tendencia que tenía a esponjarse con la humedad.

Diablos, si el camino no se volviera tan resbaladizo y peligroso con el agua, si los constructores hubieran hecho mejores cunetas, si al menos la lluvia bajara un poco la intensidad… Podría llevar a Nanoha a casa.

—Uh, Fate-chan —llamó suavemente—, si estás incomoda puedes decirme, no me voy a molestar. Fate notó que apretaba la falda con una mano, nerviosa.

Sus ojos se encontraron con los de Nanoha, no había reproche en ellos, pero sí desgano.

—Ah, no, es que…

Miró a sus pies que seguían ocultos bajo en asiento. Había preferido quedarse descalza y Fate sabía por qué.

Suspiró echándose hacia atrás: todo era su culpa.

—No debí traerte aquí.

Nanoha hizo una mueca y se removió incómoda en su asiento. Fate lamentó su elección de palabras.

—No hiciste nada malo —saltó de inmediato—. Es que ni siquiera consideré la lluvia y… —se rascó el cuello— ha sido una pésima cita y lo siento.

—¡Por supuesto que no! —exclamó— ¡Me encanta la cita! —recordó serenarse porque la voz ya le estaba saliendo chillona—. Mientras pueda estar contigo y escucharte yo soy feliz —reconoció sonrojada. Fate la miró incrédula y se tragó un suspiro desganado.

—Ni siquiera sé de qué hablar…

La joven se llevó un dedo al mentón, mirando el techo, considerando las opciones, algún tema que hiciera sentir cómoda a Fate…

—Háblame de Hayate-chan.

—¿Eh? —pestañeó confundida— ¿De Hayate?

—Sí, Hayate-chan me ha hablado mucho de ti y me ha contado varias cosas de cuando eran niñas —sonrió—, así que quiero saber la versión de Fate-chan.

—Oh —alzó una ceja, cautelosa— ¿Y qué te dijo?

—Que Fate-chan era una niñita tímida y llorona —sonrió maliciosa.

—Esa habladora… —la mira con el ceño fruncido—. ¿O sea que todo este tiempo hablaban de mí a mis espaldas?

Nanoha se hubiera puesto en alerta si no fuera por la ligera curva a un constado de los labios de Fate, ofreciéndole aligerar el ambiente. Así aprovechó de expresarse con sinceridad.

—No se puede evitar, Fate-chan no me decía nada —hizo un puchero.

La rubia resopló, haciéndose la ofendida, ocasionando una pequeña risita en Nanoha. Eso la alivió bastante, era un buen indicativo que los nervios de la chica estaban disminuyendo. Ya solo faltaba que ella pudiera volver a sentirse en control de todas sus facultades… La presión que ahora sentía se la ejercía sola y era diez veces peor que la que Nanoha pudiera generarle.

—¿Me vas a contar? —insistió curiosa la cobriza.

—¿Segura que quieres que hable de eso? —Inclinó la cabeza—. No creo tener anécdotas muy interesantes.

—Quiero que me cuentes muuuchas cosas. —´Quiero saber todo de ti´, se atajó de decir. En vez de eso—: Quiero saber más de Fate-chan, Hayate-chan, Alicia-chan y su vida antes de conocernos —terminó con una gran sonrisa.

Fate asintió, acomodándose en su asiento; podía hacer eso. Solo necesitaba saber dónde empezar y los recuerdos llegarían solos, como siempre.

—Bueno, aunque sigue sin agradarme cómo lo dijo —hizo un mohín—, sí tiene razón…

Le contó que Hayate siempre estaba ahí socorriéndola y evitando que llorara; Fate era la bebé, tenía problemas expresándose y se asustaba con facilidad. Ella, por el contrario, era una chica alegre, fuerte y decidida, a pesar de sus extrañezas y tonterías. Fate sabía que siempre podía confiar en ella y que, además, solía hacer divertido cualquier lugar al que fueran, incluso la escuela.

A Fate le agradaba aprender, pero no le agradaba la escuela; mucho ruido, muchas personas y los profesores en general la intimidaban. Aunque no le contó a Nanoha, había sido difícil para ella adaptarse al cambio: en Italia habían asistido a una guardería donde no eran más de diez niños y de pronto tenía que convivir con treinta en un solo salón cuando entraron a preescolar.

Por suerte, tenía a su hermana y Hayate. Y con ellas logró formar una que otra anécdota digna de contar.

Un día, camino a la escuela, cuando tenían aproximadamente ocho o nueve primaveras, encontraron un gatito abandonado en una caja. Más bien, Fate lo encontró y le había sido imposible seguir su camino.

Fate, ¿qué haces? —Llamó la castaña— ¡Llegaremos tarde!

Para variar, se les había hecho tarde porque no querían abandonar a Alicia enferma en casa: al menos una vez cada estación la gemela mayor contraía un resfriado.

Pero…

Hayate hizo una mueca y se acercó a ver qué había en la caja junto a la cual estaba en cuclillas la rubia, teniendo un buen presentimiento de qué sería… Presentimiento que fue confirmado con un lastimero maullido al llegar ahí.

La castaña se mordió el labio, no se veía para nada bien la situación. El gatito estaba en mal estado, sucio, hambriento y con una posible infección en el ojo. Definitivamente una pésima idea el llevárselo ahora.

F-Fate-chan, no podemos llevarlo, pero después de la escuela… —Fate la mira al borde de las lágrimas.

Era una locura enviar a Fate con el gato de vuelta a casa, si es que lograba llegar seguramente la iban a regañar feo, mucho menos podía mandar a la niña sola a la escuela mientras ella se hacía cargo del gato. Y si regresaban las dos, la reprimenda de Precia-san iba a dejar a la rubia deprimida en un rincón dos días…

Suspiró resignada y metió al gatito en su mochila.

En clases hizo lo posible por mantenerlo callado, lo cual duró un tiempo récord de cincuenta y un minutos pues había estado muy ocupado intentando devorar el panecillo que Hayate le había dejado. Sin embargo, producto de eso el animalito terminó haciéndose y el olor los delató. Hayate asumió toda la culpa.

Es que el gatito estaba abandonado y malito… —Se excusó delante de toda la clase, con las manos en la espalda y expresión de inocencia.

Eso no importa. —La profesora estaba de brazos cruzados, barajando algún castigo—. Sabes que no se pueden traer mascotas.

Qué mujer tan fría, sensei —dice espantada. La clase ríe.

Nanoha rió, rompiendo el recuerdo, estirando las piernas, pero procurando esconder sus pies a un costado de la canasta que dejó a los pies del asiento.

—¿En serio dijo eso? —preguntó mirándola divertida. Fate asintió con una sonrisa— ¿Y qué pasó con el gatito?

—Lo tuvimos por unos días hasta que fue adoptado. —Restregó sus zapatillas entre sí, como si eso ayudara al entumecimiento de sus pies.

—Aw que lastima —Hizo un puchero.

—Sí, pero al menos se fue a un lugar agradable. —No le iba a decir que lloró un día entero después de eso.

Nanoha sonrió satisfecha consigo misma, Fate se veía muchísimo más relajada. Ahora la miraba y sus ojos no parecían hundirse en un pozo de desesperación.

Subiéndolos al asiento, se limpió las basuritas en sus descalzos pies lo más discreta que pudo, pretendiendo que acariciaba sus entumecidos dedos gorditos en vez de sacarle pelusas y polvillo. Procurando cubrirlos con toda la mano, cosa de que Fate no se percatara de lo hinchados que estaban. Desearía haberse hecho una manicura de pies, sabía que eso tenía nombre, pero no podía recordarlo… Al menos debió pintarse las uñas cosa que cubrieran el borde negro que tenían después de la incursión en el lodo, pero ¡cómo iba a saber que terminaría teniendo que exponerle sus pies, completos y magullados, a Fate-chan!

Los mangas no te hablan de esto: no te avisan del problema de las uñas o piel reseca que se desprende, con suerte mencionan los granos… ¡Por Dios! ¿Había recordado hacerse un chequeo antes de salir? Obvio no, había tardado una hora en decidir si vestido, falda o pantalón y otra media hora extra en uno que combinara perfecto con su listón, sin que se notara demasiado que lo hizo con esa intención. Ugh, sintió el súbito impulso de ocultar la cinta que seguía colgada entre ella y Fate.

Se pasó la mano por el cabello, tratando de domar un poco el frizz. Había tanto de qué preocuparse estando en un espacio tan reducido con la chica de tus sueños.

¿Quién diría que tener a Fate solo para ella sin ningún tipo de distracción más que la compañía mutua podría resultar tan abrumador?

Que la aplastante realización de todas tus imperfecciones, existieran o no, llegaría a ti de golpe inhibiendo todo lo que no fuera pensamiento autocritico…

Sin ser consciente, se encogía cada vez más, hasta que su mentón tocó su rodilla, convirtiéndose en una bolita de inseguridad en su asiento.

La rubia la miró preocupada. ¿Le estaría dando frío?

´Por supuesto que sí, Fate´, se respondió. Estaba húmeda, descalza y con el pelo todavía goteando… Sin embargo, no parecía molestarle nada de eso cuando le sonrió cariñosa pidiendo:

—Cuéntame más.

´Más, mucho más, por favor. Habla y distráete para que no veas lo que yo estoy viendo´, pensaba la mente de Nanoha. De paso, también la distraía a ella, escuchar la voz de Fate era muchísimo más importante que hacerle caso a su voz interna.

Fate notó el ligero temblor en el labio de Nanoha y el ruego en su mirada. No sabía qué la aquejaba, pero si la chica creía que el que hablara la haría sentir mejor…

—¿Más? —Se echó para atrás— Hmm…

¿Qué podía decir de Hayate aparte de que era su mejor amiga?

Mientras pensaba, Fate tomó su chaqueta del asiento trasero y se la puso a Nanoha en su regazo. La cobriza le agradeció moviendo los labios sin emitir sonido para no perturbar su tren de pensamientos, pues Fate parecía haberla tapado en un movimiento subconsciente.

—Hayate siempre ha sido alguien con gran fortaleza emocional… —Empezó distraída. Miró de reojo a Nanoha, considerando que a la castaña no le importaría que contara esta historia—. Creo que me comentaste saber que Hayate no tiene padres.

Nanoha asintió, irguiendo la espalda, recobrando ánimos por el gesto gentil de la rubia.

El hecho de no tener padres nunca ha parecido molestarle, incluso cuando llegaba el día del Padre o la Madre ella siempre se mostraba desinteresada, pero eso también la alejaba un poco del resto. Participaba cuando el proyecto le interesaba, pero en general decía que prefería abstenerse de traer más basura al mundo.

En una ocasión, una de esas veces que las clases regulares eran reemplazadas por un improvisado taller de arte para que los niños fabricaran algún chiche para sus progenitores, resultando en una misma artesanía reproducida cuarenta veces en diferentes colores y con distinto dominio de materiales, un niño le quitó a Fate el pegamento que estaba usando para adherir los macarrones a su marco.

Ella, tímida y sumisa como era en ese entonces, no se defendió, solo agachó la cabeza monitoreando el gran mesón que habían formado uniendo todos los cubículos por si se desocupaba algún pegamento. Sin embargo, Hayate que estaba sentada a su lado dibujando, notó lo ocurrido.

Oye, devuélvelo —le reprochó—, Fate-chan lo estaba usando.

El chiquillo, que ya se había puesto a hacer más mocos falsos con el recientemente adquirido tubo, miró desafiante a la castaña.

Tú cállate —gruñó— ni siquiera tienes que preocuparte por hacer algo, huérfana.

Se hizo un silencio en el salón, Fate sintió calor recorrerle el cuerpo y Alicia, quien estaba en la sección de brillantinas disputándose por un morado, estaba lista para saltarle encima al chico, pero Hayate se mantuvo impasible y respondió:

Puede que no tenga padres —garabateó rápidamente en el papel y se puso de pie—, pero siento pena por los tuyos por tener un mono como tú.

Tomó el pegamento que le había quitado a Fate y le pegó el dibujo de un mono en la frente. Los demás que estaban a distancia suficiente de presenciar lo ocurrido rieron burlándose.

Claro está que se armó una batalla campal, con varios aprovechados que no estaban involucrados en el principal conflicto. El chico, en represalia, le lanzó las bolitas de pegamento a Hayate en la cara; justo entonces llegó Alicia a verterle brillantina morada en el cabello; Fate se puso en el camino de un frasco de pintura verde dirigida a la castaña que había sido arrojada por el amigo del fabrica-mocos; Hayate le hizo tragar una de las bolitas de pegamento y así sucesivamente.

Al final, el desorden terminó con Hayate en la azotea, ropa manchada y rasgada, cabello teñido y cara pegoteada. No iba a hacerle caso a la maestra que solo había llegado al salón a asignar culpables y enviarlos a dirección.

Cuando Fate y Alicia finalmente la encontraron, se acercaron a consolarla, pero ella les dijo que no había problema.

Ya tengo una familia —comentó tranquila, deteniéndolas con la mano—. Ali, Fate-chan y Vita son mis hermanas —comenzó, volteando nuevamente a ver el campus—, Signum será el papá, Shamal será la mamá y Zafira será el tío que se come a los niños que se porten mal.

—Dicen que estrellé mi marco contra la cabeza del chico, pero la verdad es que no lo recuerdo —Alzó la ceja pensativa.

—Joo, qué salvajes tiempos —comentó Nanoha entretenida, sirviendo sopa en un tazón—. Se nota que lo pasaste bien.

—Gracias. —Aceptó la sopa dócilmente—. Pues debo admitir que el colegio no fue tan malo porque ella estuvo ahí —sonrió de medio lado—. Recuerdo una vez que…

Fate le contó unas cuantas anécdotas cortas a Nanoha, algunas que la involucraban y otras que no. Nanoha la escuchaba con atención, procurando comentar poquito solo para hacerle notar a la rubia que seguía ahí, escuchándola, haciendo unas cuantas preguntas para mantenerla hablando.

Pasó por varias posiciones: con los pies en el asiento, sobre la canasta, a lo indio, recostada en el maletín del copiloto… De cualquier manera que le permitiera ver a Fate en un nuevo ángulo y mantenerse cómoda en el reducido espacio.

En algún momento, había logrado avanzar su mano por el espacio entre ambos asientos hasta dejar su meñique tocando el de Fate y cuando la rubia elevó su mano para hacer un gesto en medio de su historia, Nanoha aprovechó de deslizar la suya un poco más hacia la derecha, así cuando la mano de Fate regresó a su lugar terminó sobre la de Nanoha. Si la rubia lo notó o no, no lo expresó, pero no volvió a mover la mano en el resto de sus relatos, dejando a la adolescente con un rubor permanente y el corazón exaltado.

También le contó que cuando ella y Alicia decidieron dejar la escuela, Hayate hizo lo mismo diciendo: "Si Alicia-chan y Fate-chan lo hacen, entonces yo también, somos las tres o nada".

Nanoha notó que la rubia y Hayate tenían maneras diametralmente distintas de contar una misma historia. Cuando la castaña le había comentado de esa particular peripecia lo había hecho con una frase como "Estaba harta del colegio; vi mi oportunidad y la tomé". Ahogó una risita para no interrumpir a Fate de sus cavilaciones.

Mientras Hayate usualmente transmitía sus sentimientos a medio corazón de manera vocal con cosas como: "siempre ha sido una chica muy sensible y de buen corazón, llegaba a ser un dolor en el trasero a veces ¡en serio!", Fate dejaba que el cariño que le tenía a su amiga se expresara en todo su cuerpo, desbordara en el calor que irradiaba, en la pequeña sonrisa que portaba, en su mirada perdida en su última taza humeante de sopa.

Fate tomó un trago y se quedó mirando con una sonrisa serena por el recién desempañado parabrisas que había limpiado mientras Nanoha servía los últimos vestigios del termo.

Nanoha sabía que recordaría esa imagen toda la vida.

Incluso aunque fuese una mujer mayor, sola en su hipotética casa, doblando ropa. Sentiría un cosquilleo fantasmal en su mano…

Miró su mano que todavía tenía encima la de Fate y le acarició el contorno con su pulgar, suave como una brisa cosa de no romper el contacto.

Sentiría ese cosquilleo y miraría a su costado como si Fate siempre fuese a estar ahí.

Se encontraría con Fate mirando el horizonte, contemplaría su hermosura perenne, recorriendo con la mirada cada centímetro de su perfil, apreciando ese brillito oculto detrás del manto rojo de sus ojos… Entonces Fate se voltearía y el destello de una sonrisa nublaría la mente de Nanoha, como un sueño despierto donde el fondo se pierde dando protagonismo a esa única cosa que tiene su total atención.

—Ah, también hicimos una promesa de viajar por el mundo —resonó fuertemente la voz de Fate, sacándola de su ensueño.

Acomodándose en su asiento, dejó la sopa a un lado. Seguramente el calor que sentía en la cara era por todo lo que había bebido.

¿Cómo habían llegado a esa frase? ¿Fate había estado hablando mientras ella soñaba? ¡Tenías que estar poniendo atención, Nanoha! Se reprochó.

—¿E-en serio? —Carraspeó, esperando que no se notara su vergüenza.

—Sí, fue un día que dijo que quería conocer Italia, entonces le dije que algún día iríamos. —Dejó su tazón vacío en el posavasos—. Ella, por supuesto, se dejó llevar. —Hizo un gesto con la mano de tomar algo—. Agarró la botella de jugo que tenía, apuntó al cielo y declaró que también conquistaría Italia con sus pasteles.

"Después de Japón, vendrá Italia ¡y luego el mundo!" Sonó la voz de una pre-puberta Hayate en su mente "¡Tendré una cadena de cafeterías alrededor del mundo! Y así las tres podremos viajar por tooodas partes ¿verdad? Juju"

—De alguna forma, suena como algo que Hayate-chan diría —rió Nanoha—. Me sorprende que desde niña tuviera las cosas tan claras, quiero decir, que supiera bien lo que quería hacer y que lo esté haciendo ahora. —Sonrió de medio lado.

Ella pronto debía decidir qué hacer con su vida y ni siquiera sabía a qué universidad asistir o a qué facultad aplicar, solo tenía claro una cosa…

—Pues sí, Hayate puede ser muy infantil, pero a su manera, es una persona impresionante —reconoce la rubia con una sonrisa orgullosa.

La sonrisa de Nanoha decayó. Sabía que era absurdo sentir lo que estaba sintiendo, pero no podía evitarlo.

Hundió los hombros, bajando las piernas del asiento, estar sentada con las piernas dobladas hacia un costado estaba adormeciendo su parte inferior.

Fate vio a Nanoha removerse incómoda en su asiento con esa expresión decaída.

—Podemos cambiarnos al asiento trasero —comentó Fate servicialmente.

—¿Uh? —Nanoha la miró confundida.

—Estás incómoda —aclaró—. Atrás hay más espacio.

Nanoha quiso decirle que no era eso, que le había agarrado gusto a la chaqueta de Fate en su regazo, que le gustaba tener su mano a distancia tomable, pero tendría que explicarle qué era lo que realmente le molestaba y eso no podía hacerlo. Le hacía feliz que Fate le contara de todas estas cosas suyas y de Hayate, pero…

Fate la seguía mirando con preocupación poco disimulada.

se sentía irracionalmente dejada de lado.

Le sonrió agradecida para tranquilizarla y asintió.

Minutos más tarde ya se encontraban ambas sentadas en el asiento trasero, cada una a un extremo con la espalda apoyada en su respectiva puerta. Fate había salido rápidamente para sacar los cojines que había mencionado del maletero, cosa que Nanoha tuviera en qué recostarse.

—También me gustaría conocer Italia —soltó la cobriza de pronto.

—Ah, ¿sí? —murmuró la rubia, arropando los pies de Nanoha con el enorme saco viejo del abuelo que pilló en la cajuela—. Bueno, yo tampoco recuerdo mucho así que sería agradable ir de turista —comentó recostándose en su ventana.

—Lástima, hubiese sido bueno tener a Fate-chan de guía —dijo, carente de sutileza, acomodando la chaqueta para que también cubriera los pies de Fate que se encontraban con los suyos a la mitad del asiento.

—Creo que Alicia sería mejor para eso —contestó frunciendo el ceño—, es la que ha estado más interesada con la idea de viajar. Seguro le divertiría hacer de guía.

Nanoha reprimió la necesidad de resoplar. No tenía caso, las sutilezas no parecían tener efecto en esta mujer. O era demasiado lenta o… La cobriza la escrutó con la mirada; solo se veía inocencia plasmada en el rostro de Fate. Suspiró pesadamente.

—¿No quieres?

—¡No! —gritó frustrada— O sea sí quiero, pero yo quiero ir con Fate-chan —Finalizó con un puchero.

—Ah, bueno, pero por supuesto yo también iría, no podría dejarlas solas —respondió con naturalidad. Nanoha gruñó, Fate pegó un respingo.

—¡Lo que yo quiero es que Fate-chan me invite también! —exclamó demasiado ofuscada para sonrojarse—. Quiero ser parte de tu vida ahora.

—Oh… —El procesador de Fate dejó de funcionar un instante—. Ah —Pestañeó. Carraspeó—. Si sucede… ehr, si el viaje se da, yo misma te diré.

Nanoha se abalanzó sobre Fate y le dio un fugaz beso en la mejilla, agradeciéndole y soltándola de inmediato para regresar a su lugar, ignorando el haberse pasado a pegar un poquito en el techo del auto. Largó a reír, no sabía si por su torpeza o la cara estupefacta de la rubia.

Fate se rascó la mejilla, como para asegurarse que no lo había imaginado por lo rápido que pasó. Además de lo súbito del gesto, estaba extrañada porque Nanoha usualmente estaría avergonzada ahora y no riéndose.

La adolescente decidió que necesitaba algo dulce, recién cayendo en cuenta que casi no había comido por estar muy ocupada pretendiendo no mirar a Fate. Rastreó a tientas en la canasta que todavía se encontraba en el asiento delantero y sacó el premio mayor de ese día: galletas con chips de chocolate, receta especial de la abuela.

Tenían ese característico olor hogareño que te hacía sentir en casa, ese que los vendedores de bienes raíces usarían para atrapar ilusos. Al destapar el envase y ver la nariz de Fate reaccionando, supo que había dominado la receta.

Se metió una entera a la boca y le ofreció otra a la rubia con la mano.

Al verla tan cerca de su rostro, Fate supo que debía tomarla con la boca, pero cuando lo hizo la fuerza en el agarre de Nanoha no disminuyó, así que se vio obligada a sacar solo un pedazo. El pequeño mohín de la rubia desapareció al tiempo que la masa se deshacía en su boca, dejándose llevar por el sabor.

Nanoha sonrió triunfante por su mezquina acción: se dejaría las galletas de rehén para poder alimentar a Fate y no se arrepentía en absoluto.

También decidió que era un gran momento para aprovecharse de la posición en la que se encontraban y llevó su pie izquierdo a acariciar el de Fate debajo del saco que cubría a ambas. La rubia dio un saltito en su lugar por el repentino contacto frío, pero tenía la boca llena con el resto de galleta que Nanoha le había ofrecido como para protestar.

—¿Por qué Hayate-chan se decidió por una cafetería y no un restaurant? —Preguntó para distraerla, terminando de mascar—. Es muy buena con toda clase de platillos ¿no?

—¿No son cosas que deberías preguntarle a Hayate? —Alzó una ceja aceptando otra mordida, ignorando el pie derecho de Nanoha colándose bajo el suyo, posiblemente buscando calor—. Ustedes hablan mucho, ¿pero no de este tipo de cosas?

—Cada vez que le pregunto a Hayate-chan cosas de ella la mitad de las veces responde con bromas. —Se encogió de hombros frunciendo el ceño.

—Ah, sí… —Sonaba como algo que haría—. Bueno…

Tendrían unos siete años, tal vez, cuando Hayate empezó su afición por hornear. Pasó literalmente dos meses enteros sin hacer nada más que dulces, experimentando. Fate no tenía problema porque prefería las cosas dulces, pero para ese entonces Alicia ya estaba reclamando. Hayate solo había respondido "Me gustan las cosas dulces y cada vez que pruebo algo delicioso me siento feliz, ¡por eso los dulces deliciosos son la felicidad para mí!" y sonriendo había agregado "Quiero compartir esa felicidad con las demás personas".

—Creo que Hayate hubiese seguido perfectamente preparando solo dulces por otros seis meses, pero no iba a resistir los quejidos de Onee-chan —sonrió divertida—. Hace ricas comidas porque es buena cocinando, no porque realmente sea su pasión hacerlo. —Infló el labio inferior en un gesto que a Nanoha le resultó adorable—. Al menos eso pienso.

Fate era irresistiblemente adorable y Nanoha débil. Sabía que si no mantenía la conversación andando empezaría a fantasear nuevamente. Se conformó con dejar ambos pies debajo de los de la rubia, esperando que ese contacto la mantuviera atada al momento y no flotara hacia otra fantasía.

—Siempre te ves feliz hablando de Hayate-chan. —Le sonrió dulcemente.

Fate se sorprendió y ruborizó levemente, pero desviando la mirada reconoció:

—No creo tener recuerdos felices que no tengan que ver con Hayate, de una u otra manera… —Se rascó la mejilla, elevando un poco sus pies para que no ejercieran tanto peso sobre los de Nanoha—. Al menos no me acuerdo de nada antes de conocerla.

La rubia se había quedado mirando el envase contenedor de galletas que reposaba en el regazo de Nanoha, quien usaba sus piernas flectadas como barrera protectora. Sonriendo, decidió ser benevolente y darle una galleta completa esta vez. Casi como respondiendo a su generosidad, Fate continuó con su idea:

—Incluso suele hacer mejor los momentos tristes. —Fracasando en su intención de ahorrar, se metió toda la galleta de una sola vez—. Rara vez se deja abatir por las cosas y por eso mismo es… —Tragó un poco antes de añadir—: Un pilar emocional.

—¿No es una bebé llorona como Fate-chan? —Falló en ocultar su sonrisa maliciosa.

Esta vez, Fate sí se sonrojó ligeramente, haciendo que Nanoha se felicitara por semejante logro. Sin embargo, la rubia estaba acostumbrada a ser el blanco de bromas de su hermana y Hayate, así que continuó como si nada pasara.

—La verdad es que recuerdo pocas veces que haya llorado —Lo meditó—. Tal vez solo tres que yo haya visto, de tristeza —aclaró.

No podía contar la vez que Hayate se había dado cuenta de lo que sentía por Alicia, pues en ese momento no derramó ni una sola lágrima. Tampoco era mucho de llorar por películas, aunque no lo hubiese considerado en la lista.

La primera vez, sorpresivamente, fue con la cancelación de una serie que las hacía ver: Firefly. En ese entonces eran unas niñas, pero le sirvió para darse cuenta de lo importante que eran para Hayate sus aficiones, pues había sido diferente a llorar por un animalito extraviado en pantalla, de verdad había quedado dolida y decaída posteriormente.

La segunda vez que Hayate lloró de corazón fue con la muerte de sus padres: le tenía mucho cariño a los Testarossa, pero más que nada le dolía lo que esa pérdida significaba para Fate y Alicia. Como Fate había estado en un shock tan profundo en ese entonces, no había sido capaz de expresarse de esa manera y apreció mucho que Hayate lo hiciera en su lugar.

Y la tercera vez sería…

—…cuando Reinforce-sensei se fue —Hizo una mueca recordando. Ante la mirada inquisitiva de Nanoha, esclareció—: Ella fue nuestra maestra y… el primer amor de Hayate.

—¡¿Se enamoró de su maestra?! —Casi escupió el resto de galleta que le quedaba y el pote se resbaló de su agarre con la última galleta. Tosió—. Momento, Hayate-chan tuvo un primer amor…

Aparte de- bueno, prefirió dejarlo así. Fate entendió y asintió.

—En realidad fue nuestra maestra oficial solo un año. —Tomó la galleta que Nanoha había dejado caer con su exabrupto y la partió a la mitad—. Antes de eso era nuestra tutora particular. —Dejó la otra mitad de la galleta en la fuente para la cobriza.

—¿Tuvieron una tutora? —Tomó el resto de galleta y se lo llevó a la boca inconscientemente.

—Sí, Alicia era muy mala en la escuela y Hayate, aunque era la más inteligente de la clase, tenía problemas de concentración, así que nos pusieron una tutora. —Se sacudió las manos con restos de migajas—. Esa fue Reinforce-sensei.

—¿Cómo era ella? —preguntó ansiosa por saber el tipo de chica en que se había interesado Hayate, quizás podía conseguir algo con qué molestarla.

—Hmm, pues era una joven muy hermosa y amable. —Nanoha se arrepintió instantáneamente de haber preguntado—. De voz suave y paciente, así que era muy fácil aprender con ella. También nos enseñó varios juegos, fue lo más cercano a una niñera que tuvimos —sonrió.

Nanoha estaba intentando que no se le notara el descontento, pero seguramente lograba con suerte una mueca extraña que pasaba más por indigestión que sonrisa. ¿Por qué tenía que escuchar a Fate hablar de una mujer hermosa en SU cita?

—Creo que es la única persona albina que he conocido —consideró—. Cabello casi blanco y ojos rojos, piel muy pálida también.

Era como un conejo —pensó Fate— o tal vez una rata albina, con lo esbelta que era. Siempre le había resultado una persona muy interesante de admirar, por la impresión que le daba de ser una criatura sacada de cuento de hadas.

—Ah, ¿sí? —contestó Nanoha sin mucho interés.

—Uhn, creo que aquí tengo una foto. —Se hizo hacia adelante para sacar algo del compartimento detrás de la palanca de cambio.

¡¿Cómo?! ¿Qué tenía una qué de quién en dónde? Se alarmó Nanoha.

Fate extrajo su billetera del hueco secreto y sacó de ahí una fotografía antigua. En ella se apreciaba una alegra niña castaña siendo abrazada por una hermosa joven en sus tempranos veinte.

—Hayate tenía nueve años y esa es Reinforce-sensei. —Le pasó la foto a la chica.

Nanoha asintió para sí misma un par de veces, observando la imagen. Luego habló demasiado calmada.

—Fate-chan, ¿por qué tienes la foto de esta hermosa señorita en tu cartera? —preguntó en tono severo— ¿Acaso también tuviste un enamoramiento? —La penetró con la mirada.

La joven se sintió amenazada; Nanoha la veía con ojos fríos y facciones tensas. Sintió que le debía una explicación por alguna razón, una buena explicación.

—No, no, claro que no. —Negó con ambas manos—. Dale la vuelta.

"Lo que una vez se sintió no se olvida, solo se guarda" rezaba en el amarillento papel con letras irregulares, claramente infantiles.

—Esto no está ayudando mucho a tu caso —puntualizó Nanoha con las cejas muy juntas.

—Es la letra de Hayate, ella me la dio —Aclaró la rubia—. La única foto de Rein-sensei y ella a solas que tenía.

—¿Entonces por qué te la dio? —cuestionó extrañada.

Fate hizo una mueca, no se sentía particularmente cómoda hablando asuntos privados ajenos, pero asumió, una vez más, que estaría bien si se trataba de Nanoha.

—No sabía qué más hacer para deshacerse del dolor que sentía después que sensei se fue —dijo bajito—. Entonces dijo que el cariño que le tenía no podría olvidarlo, pero como le estaba haciendo daño era mejor guardarlo. —Miró la foto en manos de la cobriza—. Depositó todos sus sentimientos en esta fotografía y me la dio a mí para que los guardara —sonrió por el infantil recuerdo—. Dijo que, si ella no los tenía, esos sentimientos no podían hacerle daño, solo guardaría las cosas buenas y así siempre estarían presentes.

—Eso no tiene mucho sentido… —Nanoha arrugó la nariz.

—Todo tiene sentido cuando Hayate lo dice. —Se encogió de hombros la otra guardando la foto.

—Bueno, te creo nyaha —rió sintiéndose más tranquila—. ¿Por qué se fue?

—Cuando nos dio tutoría todavía no se graduaba de su carrera, después hizo su practica en nuestra escuela y al terminar se fue del país. —Guardó su billetera—. No hemos sabido de ella desde entonces.

—Qué lástima…

—Hum, Hayate pensó que mantendría el contacto, pero no sucedió. —Se volvió a recostar en la ventana—. De todas formas, cumplió su promesa de ser la primera de la clase y lo mantuvo así hasta graduarnos.

—Eehh~, me sorprende que te superara, Fate-chan, con lo buena que eres enseñando. —Nanoha podría jurar que Fate se avergonzó por el comentario.

Sonriente, sacó su cartera del maletín que había dejado en el suelo, tomó un papel que llevaba en un protector plástico y se lo extendió.

—Toma, aquí tengo una foto nuestra para que pongas en tu billetera, ¿de acuerdo?

Fate, anonadada, se quedó mirando la fotografía que se le presentaba: era una de ellas besándose en el traje de animalito. Abrió y cerró la boca como pescado unas cuantas veces, sin emitir sonido. Tantas cosas agolpándose en su mente que no sabía qué ruta tomar.

—¿De dónde sacaste esto? —preguntó cuando logró hallar su voz, tomando la foto.

—Hayate-chan la tomó —respondió simplemente.

A Fate casi le da un aneurisma.

—Ah, no es una de las que puso en venta por si acaso, me la dio ayer en privado —sonrió para tranquilizarla—. Le pedí varias copias, así que puedes quedarte con esta.

Fate intentaba sopesar la información que se le estaba entregando; el alivio que nadie más hubiese visto esa foto sobreponiéndose a una mayor comprensión de lo que sucedía.

—¿Varias copias?

—Sí, una para enmarcarla, otra para mi billetera, mi maletín, un marcapáginas… —Listaba pensativa, recordando qué otros planes tenía para la imagen.

¿Un marca-páginas? ¿En serio? Fate escuchaba atónita a la muchacha. No sabía cómo reaccionar, estaba tan paralizada que ya no sentía humedad ni el golpeteo en el auto, ¿acaso había dejado de llover? ¿Debía estar mirando esa pelusa flotante ahora en vez de pensar en una respuesta para Nanoha? Cómo había sido tan idiota de no aspirar el piso, mira todo ese polvo…

—¿Fate-chan?

—Ah —Espabiló—. Lo siento, es solo que… —se quedó con la vista perdida en la fotografía— A veces pienso que eres demasiado para mí.

Nanoha ladeó la cabeza, a estas alturas ya sabía que Fate no decía las cosas como cumplidos o con dobles sentidos ocultos, era tal cual sentía las cosas.

—¿Es eso malo? —preguntó insegura.

Fate estaba acostumbrada a la atención, no le gustaba, pero se había acostumbrado a que la gente la mirara. Desde que había empezado a trabajar en el café y Hayate había implementado su "plan de marketing", Fate se había convertido en el objeto de admiración de muchas personas, la miraban constantemente y le decían cosas lindas sin sentido; nada de eso significaba algo al final del día cuando su turno terminaba. Sin embargo, Nanoha…

Ahí seguía viéndola con ojos brillantes, mejillas sonrosadas y semblante vacilante. La opinión de Fate le importaba muchísimo, tanto como para causarle esa inseguridad palpable.

—No lo sé —reconoció sinceramente—. Sin embargo, no se siente mal —Se llevó una mano a la boca, contemplativa—. Es extrañamente… ¿halagador?

Nanoha examinó a Fate: le estaba esquivando la mirada a propósito, pero podía ver perfectamente que sus ojos brillaban más de lo usual y a pesar que sus largos dedos cubrían la mitad de su rostro, alcanzaba a apreciar que no se veía tan pálida como hace unos minutos, ¿tal vez se estaba sonrojando?

Se permitió tener esa esperanza y tomar lo dicho como algo bueno.

Tapó el recipiente vacío, el sonido retumbó en sus oídos y recién en ese momento notó que ya no escuchaba la lluvia. Guardó el pote y usó su antebrazo para desempañar el vidrio: estaba despejando. El sol colándose entre unas nubes pálidas le recordó la realidad.

—Ya dejó de llover… —comentó más para sí misma.

Fate alzó la vista hacia el cielo, la luz colándose entre las nubes de un blanco sucio alumbraba el interior del auto, haciéndola consciente de todas las imperfecciones del lugar en el que había estado conversando con la chica, con su cita. ¿Cuántas horas habían pasado ahí?

Nanoha tragó saliva, notando en el semblante de la rubia que el hechizo de su encierro se había roto. Para ella, esos vidrios empañados eran un manto que las cubría del mundo exterior, aunque no eran las únicas que habían decidido esperar que la lluvia cesara para retirarse, le había sido fácil ignorar a los demás autos. El aire espeso del lugar era solo respiración suya y de Fate, una perfecta burbuja calentita. El ruido de la lluvia era su certeza, su boleto a estar ahí con Fate-chan por cuanto tiempo el cielo quisiera.

El ruido de otro auto pasando detrás del suyo le avisó que el tiempo se había agotado.

—¿Nos vamos? —preguntó con pesar.

Fate la miró fijamente. Quería decir que sí y terminar con ese día, una ducha caliente tal vez lograría borrar su mal desempeño, pero si lo hacía, si le decía que sí…

Nanoha le mostró una media sonrisa, dispuesta a aceptar lo que dijera.

…habría fracasado.

Porque lo más importante en una cita es dejar a la pareja con una sonrisa, una real y no este intento conciliador que Nanoha le ofrecía.

La cita había sido un desastre hasta ahora, pero no tenía por qué terminar así.

Buscando en su interior la resolución para cambiar la situación, Fate salió del auto, dejando a Nanoha cabizbaja. Sin decir una palabra, ingresó al asiento del conductor y puso el auto en marcha, tomó las sandalias de Nanoha —haciendo una mueca al sentirlas todavía mojadas— y se los pasó.

—Todavía están mojadas, pero póntelas por favor. —Arrancó el auto—. O puedo cargarte si así lo prefieres.

—¿C-cargarme? —Quedó con el zapato a medio camino hacia sus pies— ¿Dónde?

—A los juegos que están al otro extremo —señaló hacia donde se dirigía—, me estacionaré lo más cerca posible. Hay baño también, por si necesitas pasar. —Recién al decirlo se dio cuenta que tal vez debió mencionar eso mucho antes.

Nanoha se mordió el labio, por muy tentadora que sonara la idea de ser cargada por Fate… sí necesitaba el baño y no podría con tamaña vergüenza. En vez de ponerse su calzado veraniego que le hacía juego a su anterior vestimenta, tomó sus zapatos escolares —asegurándole a Fate que tenía otro par en casa en caso de que no se secaran para mañana— y se los puso justo al tiempo que Fate detenía el auto.

~O~~O~~O~

Nanoha salió del sanitario y escaneó el lugar en el que se encontraba en busca de la rubia.

Era una pequeña placita a las faldas del monte, tenía un parque de juegos infantiles, varias bancas, los baños, un local que hacía de cafetería y venta de almuerzos preparados con unas cuantas mesas plásticas y parasoles, una tienda de snacks y otra de recuerdos. Claramente diseñada para ser una parada de merienda y baño para los viajeros.

Pronto encontró a Fate esperándola en una banca frente a una pequeña jardinera con flores de estación.

Fate le hizo señas a Nanoha cuando la vio salir de los baños, sin pasar por alto el cojear que intentó disimular. Ya tenía todo preparado: había secado el asiento con el papel higiénico de la guantera, había puesto los cojines para mayor seguridad y había comprado unas cosas en los locales para hacerle más amena el resto de la cita a Nanoha. Cuando la cobriza llegó, tenía dos sabores de jugo para ofrecerle y un té en caso que prefiriera algo caliente. Sonriente al ver las atenciones de la rubia, la joven tomó el primer jugo que agarró.

—¡Salud! —Chocó su lata con la de Fate.

El frío líquido se abrió paso por la reseca garganta de Nanoha, haciéndola sentir mejor de la fatiga que no sabía que tenía. El aire fresco también había logrado despejar su nublada mente, que —comprobó alegremente— no se estaba atrofiando por hormonas, simplemente le faltaba oxígeno. Sin embargo, la ausencia del arrullo de la voz de Fate y la lluvia le estaba haciendo notar los dolores de la caminata, que solo se mantenían a raya por la emoción de seguir compartiendo su día con Fate.

—¿Esos juegos de ahí están disponibles? —preguntó animada, para tener algo que hacer que acallara las sensaciones de su cuerpo.

—Hum, sí, solo están mojados. —Fate tomó un largo sorbo de zumo de naranja, comprobando alegremente que ya no tenía un nudo de nerviosismo en la garganta.

—¡Vamos, Fate-chan! —Nanoha salió de un salto—. Pido el columpio izquierdo~

—¡Nanoha, espera, las-! —Señaló inútilmente los cojines pues la joven ya estaba sacando con la mano el charquito de agua en el asiento del columpio.

Fate suspiró tomando las cosas. Insistió en hacer el mismo procedimiento con los columpios y recién ahí dejó a Nanoha sentarse. Posterior a eso le pidió a la chica sacarse los zapatos y, acallando sus protestas, se arrodilló frente a ella, sacando unas banditas de la bolsa de compra. Hizo una mueca de dolor al ver de más cerca y con mejor luz los raspones en los pies de la cobriza. Sabía que Nanoha llevaba todo este tiempo intentando ocultarlos, tal vez incluso desde el picnic, pero era evidente que la molestia solo iba en aumento.

—Fue una mala idea usar sandalias para escalar… —Comentó Fate adhiriendo una bandita a su tobillo quemado por el calzado.

—L-lo siento… —Se disculpó apenada.

—No es tu culpa. —La corrigió de inmediato—. Es culpa mía por no advertirte lo que haríamos, perdón —suspiró, adhiriendo otra bandita al pie contrario.

—N-no tienes que disculparte… —tartamudeó, distraída por la caricia del dedo de Fate siguiendo las marcas que había dejado en su empeine las amarras de la sandalia.

—Lo haré mejor la próxima vez.

El rostro de Nanoha se iluminó ante la noción de que existiría una próxima ocasión. Riendo avergonzada por las caricias de Fate —más bien roces de dedos— mientras le revisaba ambos pies. Al final solo usó tres banditas en las quemaduras más notorias que le habían ocasionado el talón de las sandalias. Una vez terminada su tarea, se sentó en el columpio conjunto.

Ambas se mecieron suavemente contemplando el movimiento de las nubes, despejando el cielo.

—Nanoha… —llamó de pronto, sin mirarla—. Lo siento —suspiró.

—¿Qué? ¿Por qué? —se alarmó la chica.

—Ha sido una horrible cita y yo… —suspiró de nuevo—. No debí hacerte caminar tanto, aquí es lo suficientemente bonito, con flores y… —Miró alrededor— y linda vista… y… Tal vez solo debimos ir a comer a algún lado.

—¡Pero a mí me gustó mucho la caminata! —exclamó seriamente—. Me encantó sentir que tocaba el cielo, lo he pasado muy bien. A-además, yo quería que probaras mi comida —puntualizó vehemente.

—Estaba muy rica, por cierto, la comida… No sé si ya lo dije —se rascó la mejilla, mirando el suelo—. Gracias.

Nanoha le sonrió con ternura y tuvo que reprimir el deseo de levantarse a besarla, esto de darle espacio a Fate le estaba resultando sumamente difícil… ¡pero es que era tan linda!

—Ah, tengo algo más para ti —dijo la rubia, sacando a Nanoha de sus fantasías—. No sé qué tan efectivo sea siendo de una tienda de recuerdos y no de un templo, pero…

Depositó el pequeño amuleto en manos de la cobriza. Nanoha hubiese preferido que fuera uno de amor y no de estudios, pero apreció enormemente el gesto.

—Gracias, Fate-chan, aunque todavía no sé para qué estoy estudiando… —Fate la miró confundida—. Quiero decir, no sé qué quiero hacer después.

—Todavía tienes tiempo para pensarlo —le aseguró Fate, volteando a ver las flores que comenzaban a abrir sus capullos.

—¿Cuáles son tus planes, Fate-chan? —preguntó de pronto—. Todavía no me has dicho. —Fate frunció el ceño—. Hayate-chan está enfocada en su trabajo, Alicia-chan cursando una carrera… ¿No había nada que quisieras estudiar?

—Solo había dinero para una y… —respondió después de un silencio—. No, estoy bien así.

Nanoha contempló a Fate un momento, se la veía serena observando el goteo de agua lluvia del juego de barras que tenían enfrente, pero era parecida a esa fría calma calculada que tenía los primeros días que había interactuado con ella. Llevó sus manos a las cadenas del columpio y se balanceó con un poco más de fuerza, para que la rubia no notara su escrutinio. Las expresiones de Fate eran como el agua de un lago, a veces pura y cristalina, otras veces turbia sin dejar ver lo que había en su interior.

Fate no le había mentido con su respuesta, pero era evidente que algo ocultaba. Seguramente alguien tan centrada como ella tendría un plan de vida que deseaba seguir, ¿cierto?

Se mecieron en silencio mientras Nanoha se sumía en sus pensamientos.

Lo normal a estas alturas era tener algún anhelo, creía ella. Aunque no fuese una idea tan clara como Hayate, sí tener algún tipo de rumbo: artes, negocios, ciencias… Incluso pensar en tener una familia algún día, sin saber cómo llegar a eso ni con quién.

Nanoha lo único que había hecho hasta ahora era… seguir la corriente. Asistía al instituto, sacaba buenas notas, ayuda en el café familiar y sabía que asistiría a la universidad porque sus padres insistían en la importancia de los estudios. Pero… ¿qué quería hacer ella con su vida?

Era algo que no se había preguntado hasta ahora… La verdad, estaba descubriendo, es que parecía ser una chica con muchas emociones que no había logrado enfocarlas en nada concreto.

Nada, al menos, hasta que cayó de ese árbol su primer día de clases para encontrarse con la primera pasión de su vida.

Una meta: Fate-chan.

Aahhh, definitivamente las hormonas le tenían frito el cerebro.

Se columpió más rápido para apagar el calor que sentía en la cara. No sabía cuánto le duraría esta potente atracción que sentía por la rubia, pero por el momento era todo lo que ocupaba su mente. Quería ver todo de ella, saber todo de ella y sobretodo: ser parte de ella, de su vida. Quería generar muchas reacciones en Fate y guardar en su memoria cada una de sus expresiones. Quería tener el poder de descubrir qué escondía cada mueca que hacía y encontrar la forma de transformarla en una sonrisa.

La mejor sonrisa que haya visto en su vida.

Es que… ¿Cómo se podía ser tan bonita?

La miró de soslayo: incluso con esa polera vieja y pantalones sucios se veía radiante. Tal vez era su cabello, ese rubio intenso que brillaba con la luz del sol… Tal vez eran sus curvas envidiables… Tal vez era su preciosa voz… ¿Cómo se oiría al cantar? ¿Cantaría en la ducha también?... ¡NO! Nonono, no vayas por ese camino peligroso. Pensamientos inocentes, inocentes. Fate-chan era una preciosa y adorable chica a la cual debía bañar con amor… ¡BAÑARLA DE AMOR! ¡Deja de pensar en Fate-chan duchándose!

Genial, ya estaba roja de nuevo, mordiéndose el labio para no gritar. Resopló, sus tripas iban a tener que ponerse de acuerdo si producían mariposas o grillos porque sentía ruidos extraños que se alimentaban de su nerviosismo y le daba pánico que Fate escuchara.

Fate la miró con una ceja alzada por los ruiditos que estaba haciendo y ella soltó una risita, fingiendo que todo estaba bien en su interior y no sentía que estaba por vomitar lava.

Ver los ojos de Fate posados en ella, sorpresivamente, la hicieron calmarse un poco. Cada vez que los veía no podía pensar en nada más que la ternura que le generaba la chica que tenía enfrente. Era una mirada tan cálida e inocente la que tenía Fate-chan cuando estaba siendo Fate-chan… Suspiró.

Era sorprendente lo mucho que le había gustado esta mujer desde la primera vez que la vio. Era como si su cuerpo simplemente supiera que Fate le gustaría por quien realmente era, algo en ella sabía que quería llegar a este momento: aquí, sentadas, solas, sintiéndose inmensamente feliz.

—Fate-chan —llamó distraída— ¿Crees en el amor a primera vista?

—No veo por qué no pueda ser una posibilidad —respondió tomando un sorbo de jugo.

—Te pregunté qué es lo que piensas —la miró seriamente Nanoha, no quería una respuesta a medias.

La rubia lo pensó un momento, meciéndose ligeramente sin levantar los pies del suelo.

—Bueno, supongo que sí —dijo al fin—, creo que ya me ha pasado.

Nanoha quedó marcando ocupado, mente en blanco, corazón acelerando su marcha, su mano casi suelta el agarre de la lata.

—¿T-te ha pasado? —masculló casi sin voz.

—Sí, varias veces —asintió Fate, agitando su lata para medir el contenido.

—¿¡Varias veces?!

Las cadenas del columpio resonaron fuertemente con el exabrupto de la cobriza que había quedado a medio levantarse, abollando un poco la lata de lo fuerte que la apretó. Fate la miraba sorprendida, la señora del local la miraba con reproche, un niño entrando al baño con su madre la señaló. Se sentó nuevamente, apenada.

—Lo siento, ¿decías? —carraspeó— ¿Co-con quién te ha pasado?

Fate tomó un segundo en recobrar la compostura y recordar qué estaban hablando.

—Ah, con Kuroi, por ejemplo, desde el primer instante que lo vi lo supe —sonrió cariñosa.

Ah.

Otra vez ese gato… Animales en general. Nanoha estaba considerando la posibilidad de que contra ellos no tuviera oportunidad de ganar, al menos esperaba tenerla entre los humanos…

De igual manera le haría saber sobre sus sentimientos la próxima vez que viera al felino. Se tomó de un solo trago el resto de su refresco, empinándolo exageradamente.

—¿Qué pasa? —escuchó la voz de Fate lejana—. Te pusiste tensa de pronto.

—Creo que estoy celosa de un gato… —suspiró largamente.

—¿Hm?

No iba a repetirlo, no vino a esta cita a quedar como una patética niña incapaz de tener seguridad en sí misma. Vino aquí a reafirmar sus intenciones, asentar sus avances y que a Fate-chan no le quedara ninguna duda de que iba en serio.

—Bueno, a mí me gustó Fate-chan desde el primer momento —reconoció sin pudor—. Y ahora más.

Fate le sostuvo la mirada a Nanoha, esquivarla en un momento así hubiese sido sumamente grosero. ¿Cuántas veces Nanoha la había mirado así? ¿Cuántas veces en este corto tiempo le había declarado tan abiertamente sus intenciones?

Abrió la boca para decir algo, al final solo tragó saliva. Ni siquiera sabía si debía responder algo.

Ojos vibrantes de determinación seguían fijos en ella, flameantes de un deseo que Fate no terminaba de descifrar.

¿Por qué estaba tan decidida esta chica a desequilibrar su compostura?

—¿Por qué? —preguntó al fin, tan calmada que se sorprendió a sí misma.

—¿Qué? —Nanoha pestañeó, soltando el lazo que se había generado entre sus miradas.

—Por qué te… —su voz perdía fuerza— gusto.

Nanoha se ruborizó, pero más por lo tímida que había sonado Fate con esa última palabra que por lo que ella estuviera admitiendo. Este era un momento de claridad, no era tiempo de sentir vergüenza de lo que la rubia causaba en ella. Siguió la mirada de Fate para ver lo que tenía capturada su atención: una piedrita que Nanoha estaba removiendo en el suelo inconscientemente. Dejó de hacerlo y miró el cielo que se estaba tornando rosa, el sol no se veía por ninguna parte.

—Uhm es… —Pensó, jugando con la lengüeta de su lata— Químico, ¿supongo? —Levantó ambas piernas y miró sus zapatos, como si eso le trajera las palabras—. Como… ¡Ah! —Pisoteó el charquito que había a sus pies—. Como cuando sientes el olor de una comida que no has probado, pero te dan ganas de probarla solo por el olor.

Fate comenzaba a sentir los brazos adormecidos de estar tomada de las cadenas tanto rato, sin moverse, su lata calentándose entre sus muslos. Frunció el ceño, intentando procesar las palabras de la chica y levantó la vista de los pies de Nanoha; ahí no encontraría ninguna respuesta.

—¿Te gusto por mi olor?

—¡No! —Nanoha la miró, exasperada—. Bueno, tu aroma es muy agradable, sí, pero no es a lo que me refiero… —balbuceó— Uh… —tuvo que hacer una pausa— La parte importante con lo del olor es la sensación de que al probarlo te gustará, yo tuve -uh, tengo- la sensación o certeza que al conocerte me gustarías —finalizó con mirada transparente.

"Más y más de lo que ya me gustas ahora, mientras más vaya viendo de ti", pero no quiso agregarlo para no avergonzarse más. Sin embargo, su cabeza ya estaba sobrecalentada y creyó que debía arrojar otra declaración vergonzosa por si acaso.

—¡La cosa es que me gustaste desde la primera vez que te vi y había querido besarte hace mucho!

Nanoha hizo resonar sus cadenas con el apretón que les dio. Esta vez, nadie aparte de Fate la estaba mirando, porque los locales ya estaban cerrando y las puertas metálicas corredizas hacían más ruido que ella. Fate asintió lentamente, pasando su vista de los zapatos de Nanoha a sus embarradas zapatillas.

—Uhh… —asintió nuevamente para sí misma— Okay.

La cobriza la miró curiosa. Fate miraba el cielo palidecer.

—¿Okay?

—Uh-huh, okay.

Nanoha asintió también, sin saber por qué. Lo que fuese que Fate estuviera pensando, era claro que debía hacerlo por su cuenta. Mientras, se puso a jugar con su lata que había dejado en el suelo, pasando peso con el pie de un extremo a otro de la tapa. La voz de Fate sonó tan fuerte en el silencio del lugar que la sobresaltó y dio vuelta la lata.

—¿Por qué no?

Sacudió la cabeza para dejar de ver la lata y volteó hacia la rubia que la miraba curiosa. Inhaló profundo para recuperar el aire perdido.

—¿Por qué no qué?

Fate abrió la boca, cuestionándose a sí misma qué era lo que quería expresar.

—Por qué no me… —Bajó su vista a una arruga en particular de la blusa de Nanoha— El beso…

Y calló, sin ser capaz de terminar bien la frase. Sentimientos conflictivos arremolinándose en su interior.

Nanoha sonrió de oreja a oreja, el tamborileo en su corazón aumentando. Las mariposas revoloteando vigorosamente. Malicia brillándole en los ojos; tenía la oportunidad perfecta para devolverle una a Fate y no era tan abnegada para dejarla pasar.

—Eres muy mala con las palabras, así nadie se fijará en ti —bromeó.

La rubia se sobresaltó, ruborizándose, mirando incrédula a Nanoha. Se le cayó la quijada al ver la sonrisa maliciosa que portaba, un brillo juguetón que no se esforzaba en ocultar. Estaba empezando a creer que esta chica conejo no era tan inocente como se veía. Sin embargo, Fate tenía orgullo, bien guardadito en un cofrecito secreto, pero lo tenía.

—Tú ya lo hiciste…? —rebatió poco convincente.

Nanoha sonrió mostrando los dientes, sabiéndose victoriosa, aunque Fate no lo aceptara. Las mariposas emprendieron vuelo, tomando posesión de su cuerpo, nublando su juicio.

—Sí, lo hice.

Se levantó en un fugaz movimiento.

Las cadenas del columpio de Nanoha resonando en oídos de Fate fueron lo primero en alertarla, una sombra cerniéndose delante suyo.

Aquí es donde el tiempo dejó de transcurrir de manera natural para la rubia.

Lo segundo que sintió fue que se iba hacia atrás con el peso de la cobriza tomándose de su columpio mientras se inclinaba hacia ella. Apretó fuertemente las cadenas, no sabía si por temor a caerse o el impacto del súbito contacto.

Tenía la visión bloqueada, solo distinguía las pestañas de Nanoha a unos centímetros. Pestañeó un par de veces, llamando a sus demás sentidos a funcionar.

Nanoha tenía la nariz y labios fríos, pero sus mejillas irradiaban tanto calor que sentía que le quemaban.

Y su aliento… Su aliento le causó un escalofrío al separarse la cobriza de ella, liberando una oleada de vapor hirviendo que acarició el reseco rostro de la rubia.

El contacto solo había durado un par de segundos, pero Fate sintió que la abandonaban desnuda al frío de la tarde cuando la chica se incorporó, llevándose su dulce fragancia y su calor.

El fantasma de su beso todavía presente en los labios de la rubia. Le había quedado una sensación ligeramente pegajosa, con sabor a fresa —pudo comprobar al relamérselos para remover la extraña sustancia. Levantó la vista hacia la cobriza.

Nanoha se quedó de pie a unos pasos de Fate, limpiándose disimuladamente con dos dedos el labial que se había puesto en el baño, con la mirada fija en la lata que la rubia había dejado caer de entre sus piernas con la sorpresa de su ataque. El líquido derramado haciéndola consciente de sus acciones.

El calor en su interior quemaba su piel. Respiraba agitada como una bestia reprimiendo sus instintos. Su mente nublada no le permitía pensar con claridad. El hormigueo ahora era una corriente eléctrica luchando por el control de sus articulaciones.

No se reconocía a sí misma, había actuado porque su cuerpo se lo ordenó. Sin consentimiento suyo o de Fate.

La voz de Fate la sobresaltó.

—Nanoha…

No estaba en condiciones para calmarse o hablar.

—¡Ah, iré a botar la basura!

Se agachó para recoger las latas y salir corriendo de ahí; necesitaba distanciarse de Fate, sus hormonas estaban tan alborotadas que le estaban nublando el juicio.

Probar los labios de Fate había mermado completamente su autocontrol. No se creía capaz de seguir manteniendo su promesa.

Se incorporó, pero no alcanzó a alejarse porque una mano aferrada a su brazo la retuvo. Fate la hizo voltear a verla, sin embargo, Nanoha mantuvo la mirada gacha, esquivándole el rostro a la rubia. No podía verla o solo iba a empeorar.

Temía asustar a Fate y en este preciso instante desconfiaba de ella misma.

Fate le quitó cuidadosamente las latas y las dejó en el asiento que recién había dejado libre. Suavemente, tomó ambas manos de la chica a la altura de sus dedos.

—Nanoha… —llamó nuevamente—. Está bien.

El apretoncito que Fate le dio hizo que Nanoha se encontrara con sus ojos, cálido rojo envolvente. Tan gentil que solo logró revolver más sus entrañas.

No sabía lo que estaba sintiendo, eran cosas buenas y malas mezcladas, batallando.

—No me gusta que pongas esa cara —continuó Fate con tristeza.

—¿Eh?

Con sorpresa, encontró remordimiento ensombreciendo las facciones de Fate.

La presión que Fate había sentido de cumplir expectativas no se comparaba en nada al pesar que oprimía ahora su pecho. Si ella era culpable, de cualquier manera, de ocasionar ese tipo de expresión en Nanoha…

Nanoha era una persona honesta y transparente, era repudiable hacerla sentir como que debiese limitar su forma de ser.

—Nadie debería tener expresión —pausó, frunciendo el cejo—, sentirse culpable por expresar sus sentimientos —le dijo suavemente, acariciándole los nudillos con el pulgar.

A Nanoha se le llenaron los ojos de lágrimas, sobrepasada por sus emociones. Apretó los labios fuertemente, buscando el temple para no derrumbarse.

No sabía lo que estaba sintiendo. Era intenso, abrumador, envolvente, frágil, demandante, suave, controlador y liberador, todo al mismo tiempo.

—Está bien si quieres besarme —le aseguró Fate, dándole otro apretón.

Nanoha asintió débilmente, si hablaba iba a llorar.

Por favor, por favor, no llores delante de Fate-chan, se repetía. No quería hacer responsable a la rubia de su falta de control. No quería verse patética.

Fate le sonrió comprensiva. Las personas a veces se comportaban como niños cuando se trata de lidiar con emociones y los niños son fáciles de entender.

Le acarició la cabeza gentilmente mientras Nanoha lidiaba con su torbellino interno. Pronto, suave y lentamente, bajó hacia su mejilla para ayudarla con su tacto conciliador a relajar sus tensas facciones.

Logró el efecto deseado pues Nanoha cerró los ojos dejándose arrullar por el calor de Fate. La bestia en su interior volvía a su forma de revoloteo.

En ese momento el sol, como haciendo uso de sus últimos rayos, brillo entre los árboles e hizo destellar el lóbulo izquierdo de Nanoha. Fate acercó su mano a la zona, tomando con su índice el broche del arito para quitarlo de la trayectoria de la luz y poder contemplarlo mejor. Sonrió.

—No recordaba haberte visto con aros antes.

Nanoha abrió los ojos, intentando verse la oreja, aunque fuera imposible. Tragó nerviosamente, tratando de humedecer su boca para poder hablar.

—Oh, e-es que me horadé recién anoche… —respondió sonrojada por el tacto— ¿Se… se me ven bien?

Fate asintió, todavía sonriente. Sentía que estaba viendo a Nanoha por primera vez, demasiado nerviosa antes para verla como realmente era: una chica linda y femenina. No estaba segura si era correcto sentirse halagada por el esmero que había puesto por lucirse ese día, resaltar y verse bonita, como si tuviera la absurda idea de que no lo era.

Tal vez, asumió Fate, era pretencioso de su parte creer que Nanoha lo había hecho por ella. Y tal vez, esto le causaba gracia, Nanoha era demasiado humilde para no darse cuenta de lo hermosa que era.

—Sí, te quedan bonitos, resaltan el brillo de tus ojos —dijo Fate sin pensar.

Nanoha, que había logrado controlar sus hormonas hasta reducirlas a una simple bola caliente en su estómago, la sintió explotar y expandirse por su cuerpo.

Sus manos fueron las primeras en reaccionar, desesperadas por tocar, por aprisionar a Fate, guiaron a Nanoha a lanzársele encima, rodeándole el cuello con ambos brazos.

Fue tan sorpresivo como la primera vez, más impetuoso incluso, algo violento. Sus labios colisionaron con los de Fate con desbordante pasión, dándole permiso al calor en su interior de propagarse salvajemente, dejar a la bestia expresar su deseo en cada fibra de su cuerpo, pero negándole el permiso de interceder en su juicio y controlar sus acciones.

Una mano bajó a la cintura de la rubia para apegarla más a su cuerpo y la otra se dirigió a su nuca, acomodándola para besarla a sus anchas. Movió sus labios lento, como controlando cuidadosamente cada fotograma de moción para no excederse, no perderse en la tormenta desatada de hormonas.

Fate tardó un par de segundos, pero esta vez sí tuvo tiempo de reaccionar, de cerrar los ojos y posar sus manos en la espalda baja de Nanoha, delicadamente. Dócil presa de la avasalladora aura de la joven que la besaba sin vergüenza ni culpa.

Nanoha sonrió en el beso al sentir la rendición de Fate, quien había cumplido su promesa de quedarse hasta el atardecer. Lástima que no lo verían.

Sonrió también ante la noción de tenerla en sus brazos, esta vez sin poner alarma, porque no estaba dispuesta a escuchar que la razón le dijera cuando parar.

~O~~O~~O~

El momento que Nanoha había temido todo el día por fin llegó: el fin de la cita.

Un final que fue anunciado por el sonido del freno de mano cuando Fate detuvo el auto, sonido que resonó dos veces más fuerte en la mente de la colegiala.

Se hizo el silencio y las dos se sumieron en un estupor de indecisión. Nanoha mirando con frustración la infame palanca que le había anunciado el termino de su grandioso día, agradecida que la oscuridad de la noche ocultara su infantil expresión. Ahora que no tenía el viento para enfriarse, era dolorosamente consciente de que la necesidad de su cuerpo de tocar a Fate seguía ahí, acechando. Apretó fuertemente el mango de su puerta, insistiéndole a su cuerpo que no podía seguir presionando, que no podían ser tan obvios delante de la rubia.

No sabía que Fate estaba demasiado ocupada con sus propias inseguridades como para notarlo. Había tenido tiempo para procesarlo en el silencioso camino de regreso, pero seguía sobrecogida por lo ocurrido en los columpios. Su calor abrasador, su respiración agitada, su tacto demandante, su ferviente mirada, toda su aura, toda ella, lo recordaba claramente. Nanoha era… era… demasiado. Y a Fate le preocupaba ser muy poco.

Ambas sabían que quien hablara primero rompería la burbuja de cómoda protección que habían formado. Así que, ¿cómo acabar la cita?

¿Quién salía primero? ¿Había algo que decir antes de dar por terminada la jornada?

Temiendo prolongar el silencio por una cantidad incómoda de tiempo, ambas hablaron simultáneamente.

—Uhm… Ah, tú prime- eh… —y callaron.

Lo intentaron nuevamente después de unos segundos sin mucho efecto. Nanoha, preocupada que Fate diera por terminada la cita demasiado pronto si hablaba primero, puso dos dedos en los labios de la rubia para silenciarla.

—Déjame hablar primero —indicó con una sonrisa. Fate asintió y sus labios fueron liberados—. Quería darte las gracias, lo pasé muy bien hoy y me alegró mucho escuchar tus historias.

Fate solo asintió, sin saber qué decir. La sonrisa de Nanoha se ensanchó.

´Sigue igual de tímida que de pequeña, kyaaa~´—chilló internamente. Carraspeó para concentrarse—. Espero que… ¿podamos repetirlo pronto?

¿Hablar? ¿Una cita? ¿Picnic?... ¿Desastre? La mente de Fate le presentaba varias posibilidades.

—Incluso podemos hacerlo en el café —abundó Nanoha.

—¿Podemos? —pestañeó perpleja.

—¡Uhn! Como en el camarín o en el callejón con Kuroi —Fate alzó una ceja sin entender a qué se refería. Nanoha decidió explicarse—: Mientras esté a solas con Fate-chan lo considero una cita, no importa qué hagamos o dónde estemos nyaha —rió sonrojada.

Fate escuchó un sonido lejano en el fondo de su subconsciente, pero decidió ignorarlo porque debía formular una respuesta.

—I-intentaré mejorar. —Fue todo lo que pudo decir—. La próxima vez anotaré la lista.

—¿Lista? —preguntó Nanoha curiosa.

—Sí, es que tenía una lista de qué hacer y… se me fue olvidando en el transcurso del día —reconoció eludiendo su mirada. Nanoha rió divertida.

—Qué curioso, yo también tenía una lista.

—¿En serio?

—Sip y la completé… —sonrió maliciosa—, casi toda.

La curiosidad era tan fuerte como su deseo de compensar a Nanoha. Tal vez había chance de arreglar un poco lo desastroso del día.

—¿Qué faltó?

—Bueno, en mi lista… Me gustaría que Fate-chan me dejara en la puerta de la casa y me despidiera con un beso —se rascó la mejilla.

La rubia asintió tomando nota. Acto seguido salió del auto, le dio la vuelta por atrás y abrió la puerta trasera para tomar algo antes de abrirle a Nanoha.

—Póntela —indicó sosteniendo su chaqueta frente a la chica—, está helando.

El corazón de Nanoha dio un vuelco y sintió ganas de arrojarse a brazos de Fate, en vez de eso solo se sonrojó, incorporándose para que la rubia le ayudara a ponerse la chaqueta. Era de cuerina con un forro suave por dentro y olía a Fate.

Fate acompañó a la cobriza en silencio hasta la doble puerta tradicional que daba acceso a la residencia Takamachi, acarreando todos sus bultos. La muralla que la rodeaba no dejaba ver mucho y la poca luz que proveía el foco de la esquina no era de ayuda, pero alcanzaba a divisar un enorme techo de tejas rodeado de árboles. Por un segundo, se preguntó si sería una de esas casas con su propio pozo de pescaditos pues tenía hasta el tejado clásico arriba de la entrada.

Nanoha le quitó los bultos (maletín, canasta y bolso), los dejó en el suelo y tomó suavemente su muñeca para llamar su atención, decidiéndose a ser quien guiara el final del día.

—Gracias de nuevo, Fate-chan.

Fate asintió. Nanoha no la soltó, expectante. Aunque se había decidido a ser la asertiva, no podía evitar el romántico deseo de su corazón por ser la consentida en ese momento.

Los ojos de la chica parecían brillar esperando algo, concluyó Fate frunciendo el cejo. Nanoha apretaba con un poquito más de fuerza que antes su muñeca, como llamándola a la acción.

¿Qué espera que…? Ah. Recordó lo que le había dicho en el auto y se inclinó para besar su frente suavemente.

—Buenas noches, Nanoha —se despidió—. Que descanses.

Le sonrió, satisfecha de haber cumplido el deseo de Nanoha, quien estaba demasiado atónita como para comunicarle la insuficiencia de su gesto. Incapaz de notarlo por sí misma, Fate la miró confundida y concluyó que Nanoha simplemente estaba sorprendida de que hubiera adivinado lo que quería. Cuando agachó la cabeza creyó que sería vergüenza, pero cuando Nanoha tembló solo pudo preocuparse.

Nanoha vio a Fate incrédula después de ese intento de despedida

¡Eso no era para nada a lo que ella se refería! Bufó, agachando la cabeza para no dejar salir su indignación, decidiendo que no le devolvería la chaqueta mientras conservara su olor, como compensación por su mezquindad. Sin embargo, eso no era suficiente. No era ni remotamente aceptable, rugió la bestia de su estómago, exigiéndole a la chica el darle un zape a Fate y reclamarla suya como era debido, despidiendo impulsos eléctricos a todo su cuerpo, haciéndola temblar por su ardua lucha de no perder el control ante la bestia.

La voz de Fate la sacó de su estupor, logrando que Nanoha se superpusiera a la bestia.

—Nanoha, has temblado mucho hoy —comentó preocupada, cerrándole la chaqueta— ¿Tienes frío?

Llevó una mano a la frente de Nanoha, temiendo que pudiera estarse resfriando nuevamente. El interés y tacto de Fate derritieron a la bestia convirtiéndola en una jalea tambaleante.

—Eh no, no es eso —Le aseguró, decidiendo ser honesta para tranquilizarla—. Es por lo que hablamos en el camarín… —Fate la miró sin entender— Sobre que dejaría que tú iniciaras el contacto físico…? —Fate parecía estar procesando y Nanoha terminó con un suspiro—: Ha sido muy difícil contener el impulso de mi cuerpo de querer tocarte.

Impresionada, Fate pestañeó rápidamente, tratando de comprender cómo era posible que algo tan simple causara una reacción fisíca y dándose cuenta que Nanoha básicamente estaba admitiendo que este deseo lo había acarreado y suprimido todo el día. Frunció el ceño pensando en lo que Hayate le había dicho sobre el parecido entre su gemela y Nanoha; sabía, por experiencia, que ser una persona de piel significaba necesitar el contacto en ciertas dosis.

Y tan pronto como esa realización la golpeó, se sintió culpable.

—Uh, gracias —comenzó insegura—, pero no es para que vayas contra tu naturaleza. —Sonrió de medio lado—. Está bien si quieres un abrazo de vez en cuando.

Ella nunca podría negarle un abrazo a Alicia… y si Nanoha era como ella entonces sería cruel de su parte el limitarla. Extendió los brazos.

El calor que Nanoha sentía nada tenía que ver con la chaqueta abrigándola. Sin pensarlo mucho, se arrojó a brazos de Fate, aceptando gustosa la oferta.

Inhaló profundo embriagándose con el aroma de Fate y suspiró contenta, sintiendo que ese era el lugar al que pertenecía. Los sentimientos que Fate generaba en ella eran confusos y contrapuesto, a veces eran suaves y tímidos y otras veces eran tan exigentes que la asustaban un poco. Desde que la había conocido había experimentado tantos cambios de humor que la dejaban desconcertada, era como si estuviese permanentemente en esos días del mes en que una poderosa fuerza biológica que no obedecía a la razón tomara posesión de su cuerpo: sentía ganas de llorar por pequeñeces, aunque no quisiera, se molestaba con facilidad y las emociones a veces eran tan potentes que se sentía vulnerable e incómoda.

Sin embargo, ahí envuelta en el calor y cariño de Fate, no podía desear nada más. Todo estaba bien en su mundo si podía seguir ahí otro segundo.

Fate sintió a Nanoha esconderse en su cuello y una corriente eléctrica le recorrió el cuerpo. En una fracción de segundo se vio abrumada por demasiadas sensaciones.

Era tan parecido a abrazar a su hermana y al mismo tiempo tan diferente…

Cuando abrazaba a Alicia era tan cálido como lo que sentía ahora, pero sentía que estaba abrazando a otra parte de ella. Con Hayate era más o menos lo mismo, aunque se sentía como una persona diferente e independiente, sus abrazos solían ser para reafirmar un sentimiento, comunicarse sin palabras o simplemente decir "estoy aquí".

Abrazar a Nanoha, sin embargo, era… cálido y suave. Estaba absolutamente consciente de tener entre sus brazos a otra persona, una persona que no lograba entender del todo y le causaba sentimientos conflictivos. Por una parte, Nanoha era fuerte y como fuego, abrasadora e imparable… pero en ocasiones como esta se sentía tan frágil y pequeña, cálida, viva, como un latido. Haciéndola hiper consciente de su cuerpo rígido, temeroso de lastimarla. Se sentía como una pesada mole que podía aplastar a esta pequeña criatura si no tenía cuidado. Aun así, logró reunir el valor de posar sus manos en la espalda de la chica, dos segundos después que ella escondiera su rostro. Al hacerlo, se dio cuenta que no era un latido pequeño y frágil, seguía siendo Nanoha, la chica con personalidad arrolladora que lograba desequilibrarla.

Pero entonces cómo… ¿Cómo podía sentirse tan suave y tan pequeña, pero tan grande y tan humana, todo al mismo tiempo?

La cabeza le palpitaba. Lo que sentía internamente no concordaba con lo que sentía físicamente y eso la desconcertaba.

La apretó con más fuerza, intentando descifrar su sentir, pensando que si su cuerpo la sentía bien aferrada se convencería que solo era otra persona muy similar a ella y no esta pequeña criatura efímera que sentía la necesidad de proteger.

No podía ser ambas… No podía causarle tranquilidad y agitarla al mismo tiempo, eso no tenía sentido.

Los momentos, aunque puedan sentirse así, no son eternos. Y el pedacito de felicidad de Nanoha se vio interrumpido por un ladrido sin una fuente visible. Al abrir los ojos y descubrir que no había perro ni nadie hasta donde se lograba ver la calle, se preocupó. ¿Cuánto tiempo habían pasado abrazadas? ¿La noche en su barrio siempre había sido tan oscura y silenciosa?

Pensar en Fate teniendo que regresar a su casa en esa soledad fue razón suficiente para encontrar en ella la voluntad de soltarla.

—Fate-chan —susurró, dolorosamente rompiendo el encanto—, es mejor que te vayas. —Se separó de Fate—. No quiero que te pase nada.

—Estaré bien —respondió por inercia, recién saliendo del estupor del abrazo.

—Uhn… De todas formas, avísame cuando llegues. —Nanoha se abrazó a sí misma, sintiendo el frío de la falta de Fate—. Buenas noches, Fate-chan.

—Buenas noches, Nanoha —se despidió distraída, analizando lo que había estado sintiendo.

Nanoha vio a Fate alejarse, lamentando que el día fuera tan corto, que los momentos no fueran eternos. No llevaba ni dos metros de distancia y ya extrañaba su calor, su olor y su presencia.

Desolada, metió las manos en los bolsillos de la chaqueta para alzarla cosa de hundir su cara en ella. Su plan de aspirar profundo el intoxicante aroma se vio interrumpido por la sensación de su mano chocando con un pequeño bulto. Era pequeño y ligero, no era sorpresa que no lo notara cuando tuvo la prenda en su regazo.

—¡Uh, Fate-chan! —llamó para detenerla, sacando una cajita del bolsillo.

Fate se detuvo y se volteó. Como solo se había alejado unos cuantos pasos, pudo ver con claridad el objeto que Nanoha le enseñaba.

—Ah…

Se le había olvidado completamente que lo había dejado ahí. Que idiota. Incluso aunque hubiese recordado su lista al pie de la letra no habría podido ejecutar ese paso con éxito porque la muy distraída había dejado el paquete en el auto, escondido en su chaqueta, mientras ellas escalaban a la cima del monte para desarrollar ahí su cita.

Suspiró, reprochándose y sin moverse masculló:

—Lo había olvidado, es para ti…

—¡¿Eh?!

Nanoha retrocedió un paso dejando la cajita en alto con su brazo completamente extendido, como si fuese un objeto valioso y frágil. O bien una bomba atentando contra lo que creía saber de la vida y su suerte. Incluso en sus fantasías no se atrevía a pensar en Fate regalándole joyería, nunca llegaba tan lejos.

Fue tan obvia su reacción que Fate se dio cuenta al instante.

—Ah, no es nada costoso ni muy elegante —exclamó acercándose y tomando la cajita—. Es solo un brazalete —dijo abriéndola.

¿SOLO un brazalete? ¡Era perfecto! Pensó Nanoha antes de verlo siquiera.

La revelación fue tan mágica como si le presentaran un anillo de diamantes. Ahí, en esa cajita de cartón reciclado adornada con flores secas y un listón de cáñamo, en un nido de algodón, se presentaba el mejor regalo que le hubiesen dado. Con ojos brillantes contempló los pequeños conejitos saltarines enlazados por una cadenita de plata. Eran tan pequeños y simples y tan hermosos que sintió que lloraría.

—¿N-Nanoha? —llamó preocupada al ver su cara—. Lo siento si no es mucho, es que…

La chica negó enérgicamente con la cabeza, recobrando la compostura y le arrebató el regalo a Fate.

—Es perfecta —le sonrió con ojos brillantes llevando la cajita al pecho—, gracias Fate-chan.

Fate pestañeó, otra vez ese golpeteo en el fondo de su mente… nuevamente lo ignoró.

—Es que… la revista decía que llevar algo como flores era bueno… —sintió la necesidad de explicar—, pero me dijeron que sería mejor algo que pudieras usar, así que…

—Es perfecta —repitió, mirándola fijamente y se sonrojó al pedir tímidamente— ¿Me la pones?

Asintió, tomando el pequeño objeto metálico entre sus, súbitamente, poco cooperativas manos. Desabrocharla ya fue lo suficientemente difícil, tuvo que agarrar esa ínfima palanquita de la condenada argolla con la uña para poder abrirla, pero intentar conectar los dos extremos nuevamente fue casi imposible. Sus manos no eran capaces de mover sus dedos de piedra con la habilidad que usualmente tenían y la falta de luz no le hacía ningún favor. ¿Por qué le había comprado esa cosa y no una simple de hilo trenzado?

Nanoha se sintió un poquito mal por pedirle una tarea tan complicada en esas condiciones, pero ver a Fate con una torpeza tan poco común resultó un deleite difícil de resistir. Ocultó lo mejor que pudo su sonrisa divertida hasta que Fate terminó, con un ligero puchero de molestia.

—Muchas gracias, Fate-chan. —Evitó reír—. Se ve perfecta —Y no mentía.

Fate relajó sus facciones al ver a Nanoha claramente feliz y decidió que había sido una buena compra después de todo.

—Bueno… —dio un paso hacia atrás, sin poder apartar la mirada— Me alegro que te guste —otro paso. Nanoha le seguía sonriendo—, entonces…

La mente humana es fascinante, funciona a su propio ritmo sin hacer caso de las leyes del tiempo y su lógica. En ese solo paso que Fate dio, Nanoha fue capaz de revivir todo el día, cada acción y palabra que las llevó a ese preciso instante. Cada emoción, cada sensación… Se convirtieron en recuerdos porque el ahora estaba terminando.

Inmediatamente extrañó a Fate, resintiendo la idea de tener que entrar a su casa y no verla en todo un fin de semana. De no tenerla a su lado por 67 horas y 58 minutos.

Nanoha, antes de seguir dramatizando internamente y sin poder controlarse, acortó la distancia y tomándola de las mejillas le plantó un beso. Fate se paralizó. La chica movió sus labios para darle un ligero apretón al labio inferior de Fate y lo liberó con un suspiro.

Cuando se apartó para mirarla, tenía la sonrisa más brillante y cargada de amor que alguien le hubiese dedicado nunca.

—¿Sabes? —Cerró los ojos, sonrojada—. Me gustas mucho, Fate-chan.

TU TUM

Fate reaccionó.

—¿Escuchaste eso? —miró hacia todos lados, buscando la fuente de ese insistente sonido.

—¿Eh? —Nanoha miró a un costado, sin saber qué buscar—. No escuché nada…

Tragó saliva nerviosa, no creía que fuera su padre espiando… Su madre había prometido mantenerlo a raya.

—¿Qué sonido era?

—Sonaba como… —frunció el ceño— No importa.

Nanoha alzó una ceja y miró preocupada a su casa. Aunque su madre había prometido ayudar era mejor estar segura.

—Deberías irte —dijo, tratando de no sonar tan decepcionada— antes que se te haga más tarde.

—Sí… —respondió distraída—. Aunque, para eso, vas a tener que soltarme —Le sonrió alzando una ceja.

La cobriza bajó la vista y se dio cuenta que al separarse del beso había tomado las manos de Fate. Se sonrojó hasta las orejas, su cuerpo traicionero había dejado en evidencia su débil voluntad… ¡Y seguía sin soltarla!

—Lo siento, es que… —soltó una risita tratando de aligerar su vergüenza—, te voy a extrañar —reconoció sin mirarla.

—¿Hmm? —Ladeó la cabeza confundida—. Pero si nos veremos pronto.

Ugh, Fate-chan no entiende nada… Eso solo logró hacerla sentir más avergonzada por su vulnerabilidad. Aunque Fate-chan la estaba mirando tan cariñosamente que aumentaba su pesar.

—Nyaha tienes razón… —La soltó rascándose la cabeza—. Ya te puedes ir.

—Nos vemos el lunes—Le acomodó inconscientemente un mechó de cabello a Nanoha—. Buenas noches.

Ruborizada, Nanoha quiso hacerle lo mismo a Fate, pero su cabello no tenía arreglo. La lluvia lo había dejado irreconocible: se veía tan opaco como la paja, polvo y polen reemplazando el brillo que usualmente tenía, tan enmarañado y esponjado después de secarse que era un desastre.

Llevó una mano a su coronilla, sonriendo divertida, para intentar peinarla un poco, aplastar el frizz, pero terminó con una hojita entre sus dedos que la hizo estallar en risa. Definitivamente su hermosa cabellera parecía un nido y aun así…

—Incluso con este aspecto te ves tan hermosa que resulta injusto para las cosas lindas del mundo —comentó con gracia, sin poder creerlo.

TU-TUM TU-TUM

Esta vez el sonido golpeó tan fuerte contra su pecho que a Fate le fue imposible ignorar de dónde provenía.

—Pre-pero ¡Qué dices! —balbuceó apartándose— ¿Siquiera te escuchas cuando hablas?

En serio, qué le pasaba a esta chica. Cómo iba por la vida soltando cosas como esas con tal naturalidad como si fuera lo más obvio del mundo. Llevó una mano a su pelo, para comprobar que su cabeza no estuviera tan caliente como la sentía.

Nanoha solo la miró confundida, todavía sosteniendo la hojita en su mano derecha.

—¿Eh? —pestañeó— ¿Qué dije?

Fate abría la boca sin poder articular palabra, alejándose con la esperanza que Nanoha no notara lo que le había causado. Sin embargo, a pesar de la luz, la cobriza lo vio.

—Fate-chan… ¿Están sonrojada? —Ahogó un grito de sorpresa.

La rubia la miró con el ceño fruncido, sintiéndose atacada, quedando en evidencia.

—Llevas todo el día diciendo cosas así, ¡cómo esperas que reaccione! —espetó, ofendida.

—¿Estás avergonzada? —Se llevó una mano al pecho, incrédula— ¡¿Te avergoncé?! —Sonrió con brillos de estrellas en los ojos— ¡Déjame ver!

Fate, acorralada, detuvo su avance poniéndole una mano en la cara, tapándole los ojos y volteando su rostro avergonzada.

—¡No, detente! —gimió con tono agudo.

—Déjame veeeer —gimoteó Nanoha, aleteando sus brazos intentando agarrarla.

NO. Ni loca. Gritó Fate internamente, temiendo que saliera como un chirrido por su voz poniéndose más aguda mientras el calor aumentaba.

La cobriza sonreía de oreja a oreja, con la cara también caliente, pero al contrario de Fate, no estaba intentando huir, corría hacia ella.

¡Qué le pasa a esta niña!

—¿Por qué eres así? —exclamó sin aliento.

Nanoha tomó la mano de Fate y la apartó de su rostro para verla directo a los ojos.

—Porque de verdad creo que eres lo más hermoso que he visto —declaró sin tapujos.

Lagrimillas se formaron en los ojos de la rubia, sobrepasada por la vergüenza, demasiado sofocada para razonar.

—¡Tú, eres…! —Gimoteó inútilmente— Eres demasiado.

—Y tú demasiado linda~

Impulsada por su gloriosa victoria, Nanoha la jaló del brazo, la tomó de los hombros y la besó en la mejilla para comprobar si estaba caliente. Sonrió triunfal, el pecho inflado de orgullo por su logro. MEJOR. DÍA. DE. LA. VIDA.

—Yo- —Fate tragó saliva, llevándose una mano a la mejilla—¡Yo ya me iba! —anunció separándose y comenzando a caminar rápidamente.

Nanoha se contuvo de saltar de alegría, pero alzó un puño, victoriosa. Absolutamente conforme con cómo había terminado las cosas.

Sin embargo, a mitad de camino, Fate se detuvo, indecisa. Tomó aire para darse valor; no podía simplemente huir. Se volteó ligeramente.

—Nanoha —llamó suavecito—. Yo… —Se mordió el labio, pensativa— Tuve un día agradable y… y… —Repentinamente, tal vez por causa de la sacudida interna que había tenido, logró recordar parte de la lista. La miró a los ojos— Te veías bien con esa ropa —Pausó para respirar—. Eres linda.

Un flechazo atravesó el pobre corazón de Nanoha, ya de por sí damnificado por el intenso día. La vio alejarse, procesando la frase con lentitud.

¿Qué había dicho?

Linda. Le había dicho linda. Eres linda, no estabas linda. ¡Fate-chan la encontraba linda!

Al llegar al auto, Fate volteó nuevamente a verla y se despidió ligeramente con la mano.

Nanoha gimió. La muy abusadora se retiró dejándola con gritos internos por su maldita costumbre de tener la última palabra siempre.

~O~~O~~O~

Fate llegó al auto que había estacionado en la esquina y se obligó a voltear para despedirse de Nanoha. Lo único que logró fue una ligera sacudida de muñeca que posiblemente Nanoha no alcanzó a divisar. No le alcanzaba a notar la cara, pero la chica se había quedado mirándola con una mano aferrada a su pecho.

Actúa natural, apaga los sonidos…

Entró, inhaló profundo y dejó salir todo el aire de sus pulmones llevándose las manos a la cara.

Ahí, en la seguridad de su vehículo, podía dejar salir su verdadero estado: un completo desastre.

¿Qué había hecho? ¿Cómo era posible que se hubiese dejado derrumbar así en una tan vergonzosa escena? ¡Años de pulir una armadura de ser humano funcional y todo se venía abajo por una simple frase de Nanoha! ¡Contrólate, Fate!

Se apretujó la polera a la altura de su corazón, notando que todavía latía acelerado, gritando por auxilio. La idea de que llevara latiendo así desde los columpios y que ella no lo hubiese escuchado la asustaba todavía más.

Desconéctate, Fate, ¡desconéctate!

Agarró fuertemente el volante y estrelló su frente contra la bocina, causando un estruendo en el callejón.

Con un gritito arrancó de inmediato el auto y huyó antes de avergonzarse más.

Qué día tan largo, dioses…

~O~~O~~O~

Nanoha entró a su habitación con el pelo todavía mojado después de la ducha, apresurada en escapar de los cuchicheos de su madre. La amaba y no quería mentirle, así que la mejor solución a su dilema era huir como campeona. Una cosa buena de sus padres es que respetaban la privacidad de una puerta cerrada.

No es que no quisiera compartir con su madre lo que le sucedía, solo… no quería compartir ESTA parte. Sería sumamente incómodo tener que explicar que tenía un estatus de "es complicado" con una chica con la cual trabajaba, que también resultaba ser la razón por la cual trabajaba ahí… E incluso si omitía convenientemente esa parte la charla seguramente llevaría a tener que presentarles a Fate y la rubia no estaba lista para eso. Si alguien iba a espantar a Fate-chan iba a ser ella, no sus padres.

—Gaaahhh —gritó tirándose a la cama de boca con los brazos extendidos.

Con ese nivel de fe iba a lograr hacer a Fate suya, seguro…

Gruñó, agarrando una almohada y estrellándosela en la cabeza para ahogar otro grito en el colchón. Tenía demasiadas emociones y todavía no había logrado calmar su corazón.

¡Fate-chan había sido tan adorable todo el día, demonios!

Su corazón no podía con tanto… Encima le había dicho linda, ¡Fate-chan creía que era linda!

La sangre se le subió a la cabeza, haciendo que se ahogara. Tomando una ruidosa bocanada de aire, salió de su encierro y rodó para quedar mirando el techo.

Sus piernas le dolían como si hubiese corrido una maratón… Pero había valido la pena, sonrió recordando a Fate hundirse en un pozo de lodo para servirle de mejor apoyo a Nanoha. Debía admitir que había estado asustada en eso tensos momentos, temía rodar colina abajo por lo resbaladizo que la lluvia dejaba el suelo, pero Fate estaba ahí para sostener su mano y guiarla, afrontando la repentina tormenta con fría calma.

Suspiró, pensando en lo confiable y genial que Fate-chan era. De pronto, una sonrisa de gato se dibujó en su rostro.

¡Fate-chan sonrojada fue lo mejor!

Todavía no podía creer que había logrado avergonzar a Fate-chan como lo hizo… ¿Cómo lo hizo siquiera? Fate había dicho que era por una suma de cosas que le dijo todo el día… Hmm ¿o sea que tendría que pasar un día entero diciéndole lo linda que era para ver esa reacción de nuevo? No le parecía tan difícil, seguro tenía que ser más que eso…

Linda…

—¡Nhgaah! —Se tapó la cara, roja entera.

No se tenía fe en superar pronto las dulces palabras de Fate-chan, quien además la había elogiado por sus aros. ¡Gracias, abuelita!

—Ah, cierto. —Se llevó una mano a la oreja para confirmar que todavía no se había quitado los aros.

Se levantó, dirigiéndose a su escritorio y mirándose al espejo se quitó las pequeñas estrellitas de plata, notando que la piel le había quedado un poco roja por la falta de práctica. Bueno, eso no sería problema ahora porque Fate-chan creía que resaltaban sus ojos, pensó guardando los aritos en su caja.

—Le pediré ayuda a Suzuka-chan para comprar más modelos que me queden bien —sonrió ilusionada por lo que Fate pudiera opinar.

…Después de seguramente tener que explicarles a sus amigas lo de hoy y aguantar todo lo que tuvieran que decir al respecto… Sacudió fuertemente la cabeza, dejando la cajita en el cajón y posó su vista en los objetos —nuevos tesoros— que había recolectado en el día.

Mientras Fate guardaba los cojines en el maletero, Nanoha se había ofrecido a botar las latas, pero en realidad se las había escondido bajo la camisa y las guardó en la canasta antes de que la rubia se diera cuenta. Introdujo un lápiz en su lata de melocotón para quitarle las abolladuras que le había ocasionado por el apretón que le dio. Luego, tomó la piedrita que recogió del mirador en que estuvieron, le agregó puntitos negros con plumón a los dos círculos blancos de corrector ya seco que había hecho previamente, logrando unos ojos y terminó con un número tres acostado para formarle una carita, cosa que no se viera tan raro tener una piedra exhibiéndose en su librero. Ahora sería una simpática piedra llamada Pedro, memoria del primer lugar al que la había llevado su querida Fate-chan.

Dejó las dos latas y a Pedro en el nivel más alto del escritorio, junto al cofre con las fotografías de Fate —que todavía no quería enmarcar para seguir manteniendo su secreto— y ya solo faltaba el toque final. Tomó la hojita que le había quitado del pelo a Fate, hoja que seguramente se había pegado en el parquecito donde se besaron, la llevó a sus labios y suspiró recordando el momento, susurrando el nombre de la rubia.

—Me tienes loca… —le dijo a la hojita. Tenía que estarlo para besar una hoja sucia sin preocuparle dónde había estado.

El pelo de Fate-chan, ahí había estado, le recordó la bestia de su estómago. La misma cabellera que ella había alcanzado a acariciar mientras la besaba, marcaba los labios de Fate-chan como su propiedad, la acercaba hacia ella hasta que sus pechos se tocaron… El calor la recorrió, haciéndola temblar.

Tragó saliva. Nunca, en ningún momento desde que entró a la adolescencia, pensó que esa extraña sensación en su cuerpo que la hacía tener humores cambiantes de vez en cuando, podía evolucionar en una bestia amenazante, una segunda conciencia que quería apoderarse de ella.

—Qué estás haciéndome Fate-chan… —se mordió el labio, luchando por no recordar las sensaciones que le habían provocado el beso.

La bestia era más bien un demonio porque usando alguna especie de magia negra la hizo escuchar a Fate susurrando su nombre. Agitando su corazón y alterando respiración.

Sacudiendo fuertemente la cabeza para alejar al demonio, casi implorándole que la dejara tranquila porque ya no tenía fuerzas para enfrentarlo hoy, dejó la hoja en el orificio de una de las latas a modo de florero, cosa de poder apreciarla desde su cama al menos por día antes que se secara.

Justo al lado de las latas tenía una foto enmarcada de ella y sus amigas de infancia. Hizo una mueca. De sopetón se le quitó toda la calentura que estaba sintiendo.

Tomó su celular que había silenciado durante la cita y descubrió con pesar que tenía catorce llamadas perdidas de Arisa y una de Suzuka. Tembló pensando en lo que le esperaba mañana…

Ignoró los mensajes de su amiga rubia y frunciendo el ceño comprobó que no tenía ninguno de Fate avisándole que había llegado; su última conexión había sido en la mañana.

—¿Debería llamarla? —cuestionó sentándose en su cama—. Tal vez un mensaje… ¿Cada cuánto podré mensajearla estos días sin que sea raro?

Se dejó caer en su cama, derrotada. Todo un fin de semana sin ver a Fate, ¿cómo iba a resistir? Si la cita no hubiese salido tan espectacularmente bien, seguro no tendría esta imperiosa necesidad de llamarla solo para oír su voz… Aunque igual y sí, a veces se encontraba en clases con la urgencia de hacerlo.

—Eres un desastre, Takamachi… —se dijo, sonrojada con ojos brillosos.

Antes que las ganas de llorar si razón se intensificaran, fue a su galería y eligió una de entre las muchas fotos sorpresa que había tomado ese día para ponerla como fondo de pantalla. Sonrió ante su elección: una selfie donde salía ella sonriente con una despistada Fate atrás comiéndose un sándwich de fruta.

Lunes, llega rápido…

Llevó la pantalla hasta sus labios para besar la adorable carita de Fate-chan y suspiró largamente.

¿Cómo se supone que respire bien sin verla por dos días?

Estaba completamente arruinada por Fate Testarossa, concluyó tapándose la cara con el celular.

Y su relación recién estaba comenzando…

Nanoha Takamachi, diecisiete años, en una especie de relación con la chica de sus sueños.


¿Sabía usted que...? La autora de este fic tiene ligeros problemas de OCD, basó Uminari en una ciudad costera de Japón que ya no recuerda y anotó la hora en que atardecía y clima de cada día en dicha ciudad para una mejor representación? El atardecer fue atrasado una hora porque si no quedaba demasiado temprano, pero sí, el 19 de septiembre de 2014 en alguna ciudad de Japón, llovió (?)

Una de las últimas veces que pensé este cap podía terminar en los columpios, pero lo alargué porque podía y que bueno que lo hice porque resultó lo mejor del día lol Es el capítulo que más ha cambiado desde que pensé la historia y el que más he reescrito en la vida porque así de importante es para el plot... Jue hoyible, pero sus reviews me ayudaban a seguir cuando lloraba por no acordarme de las palabras *sobs* Also las atenciones de mi roomie, que sin su ayuda esta shit no pasa lol Gracias por cocinar la mayor parte de la cuarentena y todas las demás contribuciones a esta casa *bow* Salve o poderosa proveedora de pepinillos!

¿Qué sigue ahora? Pues tengo que terminar Stirring of the Wind somehow... y recuperar las notas de mi primer celular con internet para escribir el resto de este fic, será duro. Maybe suba algún one-shot que me nazca escribir de mis ideas... Lo próximo que actualice aquí serán escenas descartadas seguramente. Voten si quieren ver el enfrentamiento entre Arisa y Nanoha porque si no lo ignoraré like a pro xD ¡Ya solo quedan 10 días! Y son diez capítulos más... Virgencita, ayudame!

No quiero dejar esta historia porque es la Nanoha más adolescente (y OoC) que haya escrito o posiblemente vaya a escribir y eso me divierte mucho, además es tan dolorosamente gay que me da hasta vergüenza lol Tsu, espero que la disfrutes, I missed you! (Revisa tus PM!)

Por cierto que no le he revelado el final del fic ni a mi mejor amiga así que para conocerlo tendrá que estar escrito primero ajiji

AH! Y había una versión de Hayate del Día 19, por una petición de autor de hace muchísimo tiempo en que pedían incluir a personajes de Barakamon y bueno, lo hice como un spin-off de este cap... Lamentablemente eso se perdió y nica lo logro hacer de nuevo, I'm sorry. Disfruté la serie tho!

Hmm... ah sí, soy de Chile, donde el gobierno si no nos mata a balazos será por su incompetencia. La rabia me corroe cada que veo las noticias y recuerdo que estoy viva por endeudarme hasta el cogote y no gracias al sistema de salud de mierda que tenemos, putos todos. Por eso es importante votar, niños (?) Actually no, hoy en día todos son iguales. So todos cuídense y a los suyos porque sus gobernantes no lo van a hacer *shake* Y si lo hacen... pasen el dato para mudarme allá lol

Kisses y huevitos de chocolate virtuales para todos~

PD: La frase original que pensé para el final era "In a sort of relationship with her biggest crush" y no sabía cómo traducir "biggest crush", dejen sugerencias :O