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Capítulo uno.
Lo vio caminar escondido tras las sombras, como quien no quiere la cosa, como si fuera sólo una parte mínima de la decoración, sin importancia, desechable. Y hacia un buen trabajo en ocultarse, nadie le dio una segunda mirada; todos los allí reunidos lloraban, se despedían, reían y todo eso le ayudó, todo eso le camufló.
—¿A quién estás viendo?—Ron, que estaba sentado a su lado se removió hasta alcanzar la ventana, y sus ojos azules buscaron lo que su hermana parecía retener en sus pupilas con tanta fuerza, pero no encontró nada, así que desistió en un suspiro—. ¿Viste a Hermione?
—Ella no te da ni la hora—murmuró sin perder de vista a la sombra, Ron murmuró algo entre dientes.
—Puede que no pero quizás…
—Quizás nada Ron, la trataste como una gran plasta por años, no esperes que ahora que te das cuenta que es una chica ella vaya a hacerte caso, no lo mereces—su hermano pareció realmente herido con sus palabras, ella arriesgó una mirada carente de emociones y él terminó por acostarse casi completamente en el sillón, Ginny volvió la mirada a la ventana.
—¿De verdad crees que jamás va a perdonarme?
—De perdonarte no sé, ella es una con el mundo en ese aspecto, no creo que guarde real rencor a nadie aparte de ti, pero si esperas que algunas vez te vea como un posible aspirante romántico es mejor que esperes sentado, porque yo no lo creo.
—¿Tienes que ser tan directa?—ella bufó.
—Ron, hace mucho que perdiste tu oportunidad. Déjala vivir en paz, sólo la incomodas.
—Tampoco soy ningún acosador—Ginny murmuró alguna clase de risa, él rodó los ojos—. ¿Qué ves con tanta insistencia de todos modos?—cuestionó observando con atención a su hermana, puede que cuando ambos eran niños ella fuese dulce y amable, y quizá aún lo era, pero aquellas cualidades estaban ya tan enterradas dentro de su alma que dudaba seriamente que alguna vez volvieran a salir a flote.
Ginny Weasley no había sido la misma desde el incidente de la cámara de los secretos, que no sólo le había robado la inocencia, sino que también la había sentenciado a una vida llena de susurros tras su espalda y soledad que cargaba como un bulto de huesos como penitencia de algo en lo que no había tenido el control. De la Ginny alegre que sentía que todos merecían una segunda oportunidad ya casi no quedaba nada, los años la había hecho agrietarse, la falta de contacto humano la habían hecho perder parte de su empatía.
Eran tan terriblemente directa y seca que nadie se atrevía a acercársele para hablar, Ron se consideraba, aparte de Luna y un poco Delmeza, el único contacto humano que su hermana tenía en la escuela, y era preocupante. Todo el tiempo se preocupaba por ella, después de todo pronto habría una guerra y sería una guerra en donde alguien como Ginny podría elegir un mal camino.
—Vuelvo en un segundo—la respuesta no era la que quería, pero reaccionó igualmente, se levantó de su asiento y la tomó por el brazo cuando ella se dispuso a salir del vagón.
—¿A dónde vas? El tren está a punto de partir—ella se soltó con una mueca áspera y dio otro paso hacia la puerta.
—Sólo voy al baño. Vuelvo en nada.
—Ginny…
—¡Estoy bien, Ron! Puedo cuidarme a mí misma, no necesita a un guardaespaldas detrás de mí—aclaró antes de abrir por completo la puerta del vagón y salir a pasos rápidos, Ron ni siquiera la observó irse, soltó un suave suspiro y cubriéndose la cara se volvió a sentar en el sillón.
Nadie merecía la vida que su hermana había tenido, nadie merecía volverse una paria, ser el centro de miradas acusatorias, nadie lo merecía. Mucho menos alguien que había sido tan dulce como Ginny, y en parte era su culpa, lo sabía con tanta certeza que hasta dolía. Había sido muy idiota cuando Ginny había entrado en Hogwarts, jamás le había dado una segunda mirada, jamás se había dado cuenta de que su hermana se estaba deteriorando poco a poco.
/
Ginny arriesgó una segunda mirada tras su espalda, pero era obvio que su hermano no la había seguido, así que escondiéndose de un par de niños que pasaba corriendo a su lado salió del tren.
Pocos estudiantes quedaban, uno o dos niños rezagados que se apresuraban a despedir a sus padres con vergonzosos abrazos, pero aún había movimiento, el vapor del tren y los ruidos que venían de éste era suficiente para llamar la atención, así que casi sin problemas Ginny pudo deslizarse por la plataforma.
Pronto pudo verlo de nuevo, se había pegado a la pared que dividía ambos mundos, no lo había cruzado, lo que era una suerte porque con lo que Ron la había entretenido se había esperado prácticamente lo peor.
Parecía a la espera de alguien o algo. Y Ginny tuvo cuidado de esconderse detrás de un pilar y observar cualquier movimiento que hiciera, no sabía a ciencia cierta porqué estaba acechándolo… no Ginny, no lo estás acechando, es pura curiosidad… quizá sólo había visto en sus ojos lo suficiente para saber que estaba tan roto como ella, y eso era mucho decir, después de todo de ella nadie esperaba nada, hacía mucho tiempo que nadie lo hacía, pero de él esperaban todos grandes cosas, esperaban a un héroe, a un salvador, a otro señor oscuro, a un traidor…
Esperaban tanto y era todo tan diferente que Ginny se sentía especialmente sorprendida de que hubiera durado tanto sin que…
Fue sólo un movimiento, un perceptible asentir con la cabeza, fue tan pequeño que Ginny apenas pudo notarlo, pero así fue, así que dirigió su cabeza al tren, había alguien observando desde una ventana, no pudo notar nada más, la sombra se fue tan pronto como él le dio la espalda y cruzó sin dar una segunda mirada la barrera.
El tren dio una gran sacudida en ese momento, Ginny se quedó allí parada, sin saber siquiera a dónde ir. Las ganas de seguirlo eran fuertes, pero Ron la estaba esperando en el tren, y además… ¿Qué pintaba ella queriendo ir tras de él? no eran amigos, tampoco conocidos. Probablemente le debía una deuda de vida que jamás podría alcanzar a pagar, pero aparte de eso apenas y le había dado una segunda mirada en Hogwarts.
Aunque Ginny inconscientemente lo hacia todo el tiempo. Y no porque todavía siguiera pensando en él como el héroe de los cuentos que su padre le contaba por las noches, tampoco porque tuviera algún interés romántico. Hacía mucho tiempo que ella había renunciado a tales sentimientos, pero había algo en él. Un magnetismo, una infinita tristeza, una sonrisa sarcástica… era todo y nada, todo y nada de él atraían a la pelirroja. Quien lo observaba sólo porque a veces lo encontraba tan parecido a ella que daba miedo. Aunque él era mucho más fuerte de lo que ella nunca lo sería.
Uno de los niños se despidió de sus padres por última vez y al fin corrió hacia el tren, el otro niño lo siguió casi al instante. Ginny tomó una respiración profunda. ¿Qué había en Hogwarts aparte de Ron? En realidad nada, realmente, ni siquiera se interesaba tanto en sus calificaciones, aunque tenía muy buenas notas, más por el hecho de todo el tiempo libre que mataba estudiando que porque realmente fuese algo que le interesara.
Él había escapado, era tan obvio que por un momento quiso reírse al imaginar todo el caos que su marcha daría en Hogwarts. Y ella era probablemente una de las dos únicas personas en darse cuenta de aquello. Sin embargo, ni por un segundo pasó por su cabeza avisar a alguien, observó de nuevo la barrera, una familia salía presurosa, el tren hizo otro enorme ruido y empezó a andar con lentitud suficiente como para que con esfuerzo Ginny lo alcanzara en una rápida corrida.
Pero no se movió, ni cuando tomó más velocidad ni cuando lo observó marcharse, no sabía cómo sentirse, quizá era porque tampoco sentía gran cosa. Tomar el tren había sido una lenta muerte durante cinco años, el sexto año no sería muy diferente.
Era su yugo, la mantenía tan poco cuerda que dudaba seriamente que alguna vez lo hubiese tomado con alegría. Las familias que se habían quedado a decir adiós a sus hijos comenzaron a salir, Ginny no se quedó mucho tampoco. Observó por última vez la cola del tren y luego presurosa bajó la cabeza y corrió hacia la pared.
Cruzarla por el lado contrario fue extraño, pero tampoco se quedó mucho a pensarlo. A veces odiaba tener el cabello del color que lo tenía, esta era una de esas veces. No dudaba que si se hacía ver mucho alguien mágico podría después decir que la había visto. Así que rogó con encontrarlo pronto y caminando comenzó a observar la estación muggle.
No tardó mucho en volver a encontrarlo, se había deshecho de la túnica de mago que momentos antes había tenido y aun tratando de pasar desapercibido traía sólo ropa muggle, no lo pensó mucho, corrió tras de él sin gritar su nombre o tratar de llamar su atención, él no se dio cuenta al principio.
Llegó hasta uno de los guardias y pronto notó en la expresión del hombre que él lo había hechizado, porque el guardia no tardó en tener una mirada totalmente hueca y caminar con él siguiéndole la espalda.
Ginny no perdió el tiempo, caminó a paso presuroso hasta ponerse a su lado y antes de que se diera la vuelta, le tomó con fuerza por el codo.
—Hola—susurró como única respuesta, el aludido tardó en moverse, abrió ligeramente los ojos y después arriesgó una mirada a la muchacha, cuando la reconoció una mueca muy furiosa se posó en su rostro.
—¿Qué haces aquí Weasley?—soltó con aplomo. Dando una sacudida lo suficientemente fuerte como para que ella lo soltara y tomando en cambio con fuerza su brazo, Ginny no dijo nada ante aquel brusco movimiento. — ¿Qué haces aquí?
—Te vi salir o más bien escapar—dijo al fin.
—Esa no es la respuesta que quiero. ¿Vienes a llevarme de regreso? Porque no pienso regresar, no me importa hechizarte, si hay que hacerlo para que me dejes, voy a hacerlo—ella rodó suavemente los ojos.
—Si quisiera que regresaras no hubiera venido sola. Tú obviamente cuentas con la ventaja de la magia, me destrozarías sin dudarlo y yo no podría hacer nada—susurró—, además, el tren acaba de salir hace casi nada—ante aquella declaración, él aligeró casi sin darse cuenta el agarre de su brazo, ella se relajó ligeramente, aunque no agradeció el gesto, él no le dedicó ninguna mirada cuando volvió a hablar.
—¿Qué haces aquí entonces? Deberías ir camino a Hogwarts.
—Tú también—refutó, el aludido suspiró.
—¿Quieres hacerme cambiar de opinión? Porque no…
—¡No quiero nada de eso!—murmuró con fuerza—. Hogwarts es también mi cárcel, ¿con que gusto te volvería a llevar allí? No tengo tanto poder de convencimiento aunque quisiera, y no quiero, ese es el problema—el guardia seguía guiándolos, ninguno de los dos le hizo mucho caso.
—¿Qué quieres entonces?—Ginny se alzó ligeramente de hombros.
—No sé. ¿Qué quieres tú? Volverás a toda la comunidad mágica loca cuando se den cuenta que te has ido—una risa casi sarcástica salió de los labios del muchacho.
—Tú acabaras con tu familia, y no veo que te importe mucho. ¿Sabes siquiera cómo volver a tus padres?
—¿Y qué pasa si no quiero volver con ellos?
—Probablemente tengas que vivir bajo un puente entonces. Porque aquí no tienes nada, Weasley—la aludida soltó un suave suspiro.
—Tampoco es así. No hubiera bajado del tren si allá tuviera algo. Tampoco tengo nada allá, no hay mucha diferencia.
—Tienes una cama y comida caliente, es una gran diferencia.
—Podría aplicarse lo mismo contigo—el aludido negó apenas imperceptiblemente, pero se detuvo cuando el guardia lo hizo, estaban frente a una estación, había un hombre detrás de un vidrio grueso y el oficial se acercó a hablar con él.
—Yo soy mayor de edad. Tengo dinero conmigo y magia. Tú…—susurró antes de dedicarle una segunda mirada, sus ojos verdes estaban inexpresivos cuando la recorrió de arriba abajo—. Puede que tengas cuerpo qué vender, pero dudo que te vaya eso de prostituirte. Lo último que escuché es que eras una frígida sin corazón—Ginny chasqueó la lengua.
—No sabía que en Slytherin fueran asiduos a los chismes—él le dio una sonrisa contaminada.
—Pansy Parkinson, para mi horror, es Slytherin—Ginny fingió reír sin humor.
—Debí imaginarlo. Aunque no entiendo por qué dices con tanta repugnancia su nombre, en Gryffindor también se escuchan cosas y muchas de esas están relacionadas con armarios de escobas y relaciones. Parkinson y tú, Potter forman parte de muchos chismorreos—Harry soltó una carcajada.
—Por favor. Dime que en todos ellos se me menciona con lujuria y codicia—Ginny no pudo más que alejarse levemente con una mueca, aunque Harry no la soltó.
—Supongo que te queda todo eso. Pero no me preguntes a mí—el azabache sonrió.
—Pensé que estabas loquita por mis huesos.
—Estaba loquita por el ideal de héroe que más de la mitad de la comunidad mágica tenía sobre ti. Créeme, por el verdadero Harry Potter no siento nada de eso—algo que Ginny no supo identificar brillo en los ojos del azabache.
—¿Qué…?—no terminó de hacer su pregunta, el guardia se acercó y Harry se alejó sin perderla de vista, aunque Ginny no se movió. Observó como el azabache sacó algunos billetes de sus pantalones y comenzó a hablar con rapidez con el hombre que estaba detrás del vidrio.
Su mirada brilló cuando volvió a observarla, después se perdió un momento y cuando regresó traía dos boletos apretados en la mano, el guardia volvió a guiarlos y Harry volvió a tomarla del brazo, Ginny se dejó llevar.
Ninguno de los dos dijo nada cuando ambos llegaron a una nueva estación, el guardia no se quedó mucho, se detuvo y Harry se apresuró, con ella aún apretada de su brazo hasta la entrada del tren, había un hombre allí que tomó ambos boletos de la mano del azabache y con una maquina les hizo algo que Ginny no pudo ver.
Después se hizo a un lado para hacerlos pasar y ellos entraron sin dar una segunda mirada a sus espaldas. Caminaron por un estrecho pasillo y pronto llegaron hasta casi el final del tren, el donde Harry abrió una de las puertas. Aquellos vagones no eran muy diferentes a los de Hogwarts, tenían dos asientos cómodos, uno frente al otro, había una ventana larga y limpia que en aquel momento estaba tapada por una cortina gris de aspecto rugoso, Potter entró con toda la confianza del mundo y Ginny lo siguió casi al instante, cerrando la puerta tras su espalda.
Fue entonces cuando el azabache hizo algo de magia, se removió sobre su lugar y metió una mano dentro de su bolsillo de donde fácilmente fue capaz de sacar una pequeña maleta que dejó sobre el sillón, después sacó su varita y con un solo toque la maleta se expandió y creció ante sus ojos, Ginny lo observó abrirla con una expresión curiosa, de adentro sacó una almohada y volviéndola a cerrar la dejó en la parte alta de los sillones, entonces se sentó justo a un lado de la ventana, la pelirroja no cuestionó nada, ¿qué iba a decirle? ¿Gracias por traerme aquí contigo porque sinceramente me aterraba quedarme sola?
Porque era cierto, la idea de quedarse a merced de nada con nada más que su ropa encima como única defensa contra un mundo que no entendía la había mareado durante un segundo, pero jamás lo había demostrado y Harry al final le había comprado un boleto y estaba llevándola consigo, ¿A dónde? Era lo que menos importaba, el dónde o porqué carecía de tal importancia que por un momento dejó escapar un suspiro, el azabache se había acomodado a un lado de la ventana y había descansado allí la almohada para después poner su cabeza sobre ella.
—¿Puedo tener la ventana?—cuestionó acercándose hacia él, Harry le dio una mirada profunda antes de asentir y recorrerse sin levantarse, Ginny se sentó en cuanto hubo espacio suficiente para ella.
—¿Quieres una almohada? Puedo configurarte una—susurró cerrando los ojos en el proceso, la pelirroja estuvo tentada a decir que sí, que le vendría muy bien, pero dudaba seriamente que fuese a dormirse en un momento rápido, así que murmuró un quedo no, que Harry entendió porque se acomodó sobre su lugar y soltó un bostezo.
2.
Ginny se removió incomoda sobre su lugar, probablemente llevaba unas buenas tres horas sentadas en la misma posición y sus piernas ya comenzaban a acalambrarse, además, tenía hambre y el pequeño hombrecillo calvo sentado frente a ella seguía dándole miradas rápidas que no le gustaban ni un poco, había un brillo pervertido en aquellos ojos que la incomodaban casi al extremo, aunque realmente no tenía miedo, después de todo Harry estaba aún dormido a un lado de ella.
Hacía rato que habían dejado la ciudad, afuera no habían más que sembradíos que se extendían hasta donde sus ojos ya no podían captar, así que dejó de intentarlo y sintiéndose levemente aburrida se acomodó sobre su lugar, el hombrecillo dejó el periódico a un costado para darle una mirada extraña junto a una sonrisa de labios finos, Ginny hizo lo posible para no estremecerse y a cambio le regaló la mirada de hielo más fría que fue capaz de hacer, el hombrecillo alzó ligeramente las cejas.
—Me llamó Ryan Davis, ¿Cómo te llamas, hermosa jovencita?—Ginny apretó con fuerza los labios y volteando la cara enfocó su mirada en Harry Potter, el hombre soltó una suave risa nerviosa—. ¿Eres muda o algo por el estilo?—esperó a que contestara, pero no lo hizo—. ¿Será que te pongo nerviosa? Porque no deberías estarlo señorita… yo soy el tipo de hombres que saben cómo tratar a una dama, créame, nadie que haya estado conmigo se ha ido decepcionado—Ginny estaba a punto de abrir la boca y lanzarle el mejor conjunto de maldiciones que sus hermanos le habían enseñado sin ser conscientes, cuando Harry se removió sobre su lugar, el sueño se fue de su rostro en cuanto abrió los ojos y se enderezó lo suficiente como para pasarle un brazo por los hombros, Ginny se apretó a su lado.
—¿Cómo te sientes?—cuestionó pegando su boca a la oreja el azabache, consciente de que el hombre estaba observándolos, los dedos de Harry acariciaron su brazo.
—Con hambre suficiente como para comerme una res entera—aclaró con fuerza, ella fingió una risita femenina, el elevó levemente los ojos—¿Quieres acompañarle a comer algo, Bonita?—Ginny asintió, Harry la soltó levemente antes de fruncir el ceño al hombre que momentáneamente había vuelto a su periódico—. Hola—, susurró con voz de plomo, el aludido no hizo el menor caso, el azabache se aclaró la garganta—. Mi nombre el Harry, creo que no lo había visto.
—No… no creo, yo… me llamo Ryan Davis—aclaró bajando apenas un poco el periódico, el azabache le lanzó una mirada cargada de desprecio.
—No voy a decir que es un gusto, porque no lo es—susurró con los dientes levemente apretados, entonces se levantó tomando el brazo de Ginny en el proceso—. ¿Te estaba molestando?—cuestionó en voz alta, el hombre se estremeció, Ginny sonrió un poquito.
—Un poco, sí—el azabache fulminó con la mirada al hombre, quien volvió a estremecerse.
—¡Por supuesto que yo no hacia tal cosa! Solo hablé un poco con… con su novia. No dijimos gran cosa, ni siquiera sé cómo se llama—. Harry le lanzó la mirada más cargada de desprecio que fue capaz de reunir, al hombre pareció asustarle porque se estremeció y bajo la mirada, el azabache rodó los ojos—. Le sugiero que la próxima vez que trate de llamar de atención de una mujer, sea con una que no tenga la edad suficiente como para ser su hija—el hombre se estremeció, el azabache rodó los ojos antes de estirarse y con la mano libre tomar la maleta, Ginny agarró la almohada y sin ver hacia atrás ambos salieron del vagón, el azabache la soltó cuando estuvieron a una buena distancia y sacando su varita observó a ambos lados antes de golpear la maleta, que volvió a hacerse tan pequeña que cupo sin ningún problema en su bolsillo, después se estiró para tomar la almohada de Ginny he hizo el mismo hechizo sobre ella.
—Eres un peligro, Ginevra—ella frunció los labios.
—¿A qué te refieres?—cuestionó cuando Harry comenzó a caminar, ella le siguió al instante.
—A que eres bonita… hermosa diría yo. Eso es un problema cuando todo hombre es capaz de notarlo, llamas demasiado la atención.
—No soy hermosa—aclaró después de unos segundos en silencio—. Por si no te habías fijado nadie en Hogwarts me lanza una segunda mirada, aparte de ti, creo, nadie diría que yo soy hermosa. ¿Eso fue una clase de alago? Porque no estoy segura de cómo sentirme.
—Fue más como un comentario. Cualquiera con dos dedos en la frente se daría cuenta que tú fea no eres, para nada. Y el hecho de que no te des cuenta que te observan no significa que no lo hagan, sólo que con el carácter que te cargas es difícil que no resultes atemorizantes para la población masculina—Ginny negó, casi incrédula. Aunque no podía dejar de admitir que era un poco cierto, que había visto de vez en cuando cómo la observaban, pero las miradas nunca le habían interesado, eran iguales a las de desprecio de todos modos, así que nunca se detuvo a pensarlo.
—Creo que las mujeres que se creen terriblemente hermosas son por lo general, bastante secas, tontas e ingenuas. Así que no, no soy hermosa—el azabache sonrió levemente ante la respuesta, después apresuró los pocos pasos que le faltaban hacia una gran puerta y la abrió, adentro había un pequeño restaurante con sillas y mesas atornilladas al suelo y algunos clientes repartidos alrededor, Ginny se apresuró a ganar una de las mesas frente a la ventana.
—¿Qué quieres?—cuestionó observando un menú pegado a la mesa, Ginny frunció el ceño.
—No tengo dinero.
—Tampoco iba a cobrarte, sé de sobra que no tienes nada. Y por favor… no empieces a actuar como tu hermano… no estoy dándote caridad—Ginny sonrió levemente.
—¿Así que conoces una de las partes oscuras de Ronald?—Harry no contestó, el pelirrojo y el azabache después de todo tenían una relación muy extraña, se peleaban, se insultaban y hasta se habían liado a golpes una que otra vez durante los últimos años, pero hasta cierto punto se respetaban y más de una vez habían compartido el mismo chiste y reído de la misma broma.
Harry era un poco como un Slytherin salido del molde, aunque no del todo. La mayoría del tiempo actuaba como sus compañeros, frio e inalcanzable, como si el hecho de que fuese un mestizo no fuera realmente un problema, y no lo era porque era obvio en Hogwarts cuan popular era por muchos en su casa.
Al final ambos se decidieron por un par de sándwiches de los que no pudieron adivinar la carne, pero que no sabía tampoco mal y una soda que hizo cosquillas en la garganta de la pelirroja y que le supo tan deliciosa que al final Harry había tenido que comprarle otra.
—Aun no entiendo por qué me seguiste—susurró el azabache dándole una primera mordida a su segundo sándwich, Ginny se alzó ligeramente de hombros.
—Yo tampoco entiendo por qué me trajiste aquí contigo y no me ves preguntándote eso a cada instante—el azabache sonrió ligeramente.
—Tampoco es como si hubiera tenido mucha opción, quería dejarte sola pero al final no lo hice por… no importa, de todos modos, no tenías a dónde ir y después de ver al viejo del vagón, dudo mucho que hubieras terminado la noche en un buen lugar—Ginny se tragó las ganas de estremecerse.
—Un comportamiento atípico de un Slytherin.
—Qué quieres que te diga, soy uno en mi clase—aclaró dándole una segunda mordida al sándwich.
—¿Por qué no hacemos un trato? Ambos queremos respuestas—Harry alzó ligeramente una ceja.
—No estoy seguro de que pueda confiar en ti.
—Yo tampoco, apenas te conozco y…
—No—, la interrumpió el azabache con una sonrisa fácil en los labios—. Confías en mí, aunque te duela y no lo aceptes. Dudo que de otra manera te hubieras quedado conmigo hasta este momento, sin mencionar el hecho obvio de qué no te importó dejar Hogwarts—Ginny frunció el ceño, pero no lo negó. ¿Para qué? Para Harry era obvio y ella hacia mucho que no se avergonzaba de decir tal o cual cosa, había aprendido que la sinceridad era un arma muy poderosa, si eras sincero era casi imposible que crearas falsas ilusiones.
—Salvaste mi vida, eso nunca se me va a olvidar—Harry frunció el ceño.
—¿Podrías tratar de olvidarlo al menos? Pasó hace años y ambos éramos unos niños.
—No puedo olvidar algo que cambió mi vida—aclaró frunciendo ligeramente los labios—. Confió en ti por eso, pero no es todo. Ambos sabemos que los niños que éramos hace años ya murieron, ahora somos esto y es una versión tan distorsionada que quizá sea mejor pensar que somos otras personas.
—En eso tienes razón. Pero entonces, ¿Por qué más cosas confías en mí?—Ginny negó antes de darle otra mordida a su sándwich.
—No voy a decírtelo. Ya te lo dije, podemos hacer un trato, tú obtienes respuestas de mí y yo lo hago de ti. Tampoco es como si tengamos a alguien a quién decirle y como van las cosas, quizá estemos pegados más tiempo del que nos gustaría—Harry frunció el ceño, la Weasley menor era tan atípica a la personalidad de su familia que si no fuese por el cabello pelirrojo y las pecas tan propias de todos los suyos hasta podría pensar que había sido adoptada.
Era fría como el hielo y tenía esa mirada cargada de desprecio, nadie se acercaba mucho a ella, aunque sabía que su hermano muchas veces se le pegaba como una lapa. Tampoco había mentido cuando había dicho que era hermosa, porque lo era y su carácter tan poco amable solo añadía más puntos al misterio de la imposibilidad que su figura había adquirido.
No por nada en Hogwarts se rumoreaba que era más bien frígida, que quizá había nacido asexual o que a lo mejor pensaba que nadie estaba a su altura, porque ninguna sola vez había mostrado interés por nadie. Así que sí, tenía muchas dudas, aunque apenas se diera cuenta de ello, Ginevra Weasley era tan misteriosa como él, que no le prestara mucha atención no significaba que los chismes no le llegaran.
—¿Cuáles son las reglas?—cuestionó al fin, asintiendo a la pelirroja, quien sonrió ligeramente antes de levantar su dedo índice.
—Primero: Se debe ser completamente honesto, sin respuestas vagas o medias mentiras, que viene siendo lo mismo.
—¿Y qué pasa si no queremos contestar algo?
—Pues no hablas. No hablas hasta que tengas una respuesta, sino es la honesta, al menos que sea una que explique porqué incomoda tanto contestar la pregunta—Harry frunció ligeramente el ceño.
—Parece un poco peligroso.
—Soy una Gryffindor.
—No alcanzas el molde, Weasley. Eres diferente a la banda de idiotas que pulula en tu casa.
—Gracias—aclaró con una sonrisa que no llegó a sus ojos—. Cada quien va a tener un turno, tú primero, si quieres. Es fácil, no voy a hablar hasta que no contesté, sino soy capaz de contestar, me quedo callada hasta que me sienta valiente o tenga una muy buena excusa—Harry frunció el ceño, aquel juego parecía peligroso, después de todo tenía secretos que prefería callarse. Pero… ¿qué peligro había aparte de ese? Estaba acostumbrado a quedarse callado, definitivamente ese no sería un problema, así que al final asintió.
—Tú primero.
—Bien… mi pregunta es sencilla. ¿A dónde vamos?—Harry asintió, sin ningún problema de contestar.
—Ahora mismo hacia donde vive mi primo—Ginny abrió ligeramente los ojos.
—¿Tienes un primo?—el azabache negó.
—Es mi turno, Weasley. Bien… Quiero que me resuelvas uno de los tantos rumores qué hay ti. ¿Eres frígida, asexual o simplemente tienes un ego tan grande que nadie en la escuela cumple con tus expectativas?—Ginny frunció los labios.
—¿De verdad has gastado tu pregunta en un rumor?
—Puedo gastar mis preguntas cómo quiera. Y estás rompiendo las reglas. Primero la respuesta, después los comentarios ácidos.
—Bien, de todos modos me tiene sin cuidado—se alzó ligeramente de hombros—, no se trata de ninguna de las tres. Sé que hay chicos guapos en Hogwarts, no estoy ciega. Sólo que… no funciona en este momento para mí—Harry estuvo a punto de abrir la boca y preguntar por qué, pero al final asintió, con más dudas que cuándo había preguntado, Ginny sonrió.
—¿Tienes un primo?—el azabache asintió antes de darle una última mordida a su sándwich.
—Es hijo de mi tía, que era hermana de mi madre. Se llama Dudley Dursey—Ginny asintió esperando que continuara, pero él no lo hizo, así que también se acabó lo que faltaba de su sándwich y se levantó, Harry la siguió casi al instante.
Ambos caminaron por el pasillo, buscando cualquier vagón que se hubiese quedado solo, ninguno tenía muchas ganas de pasar el viaje al lado de aquel hombrecillo, por el camino se detuvieron en el baño y a pocas puertas de allí pudieron al fin encontrar un vagón solitario, felices entraron, Harry volvió a agrandar la maleta pero está vez la puso en una esquina, después acomodó la almohada a un costado y se acostó, Ginny se movió hacia el sillón frente a él.
—¿Puedes aparecerme una almohada?—el azabache asintió, sacó un varita y en un sencillo movimiento replicó su almohada, que voló hasta el regazo de la pelirroja quien la puso en el costado opuesto y también se acostó.
—¿Por qué Ronald te sigue como una sombra?—cuestionó cuando el silencio se hizo pesado, ella abrió ligeramente los ojos.
—¿Esa es tu pregunta?
—Sí.
—Bien… si quieres saber la verdad no estoy muy segura. Aunque sospecho que es porque cree que la falta de contacto humano va a acabar por extinguir todo lo bueno que aún queda en mí o a lo mejor solo me está cuidando, se volvió muy protector después de mi primer año. Podría ser también una mezcla de los dos… no sé—Harry asintió, Ginny se acomodó para poder ver su perfil. —Creí que no te llevabas bien con tu familia muggle, o al menos eso es lo que se dice por los pasillos. ¿Cómo es que vamos a dónde tu primo?
—No me llevo bien con mi familia porque sea muggle, eso me viene importando menos. En realidad es porque es despreciable y estúpida. Dudley es un poquito la oveja negra, o al menos lo es desde hace poco, antes de eso era igual que sus padres, no tenía ninguna esperanza. Luego sucedió lo del ataque de dementores, ¿supongo que lo viste en el periódico?—no esperó a que ella contestara—. Pues que Dudley estaba allí conmigo y la experiencia lo cambió de a poco. Pero no fue hasta estás vacaciones que me di cuenta de que realmente había cambiado. Sucede que se escapó antes de que el ciclo escolar terminará, huyo de la casa de sus padres y se fue junto Charlotte, que en este drama pasa a ser su novia, y lo hizo sin ver hacia atrás, hace poco pude comunicarme con él, por eso vamos hacia allá—Ginny siguió teniendo dudas, pero tampoco tenía prisa por contestarlas, Harry le había dado una buena respuesta, mucho mejor que todas las anteriores, quizá porque tampoco se trataba directamente de él. Así que cerró levemente los ojos, el azabache no dijo nada.
Hubo un silencio que no llegó a ser del todo incomodo, pero que tampoco era cómodo, después de todo seguían siendo dos personas que apenas y se conocían en nada.
—¿Te gusta Hogwarts?—Ginny no tuvo qué preguntar si esa su pregunta, lo supo con tanta certeza que por un momento no contestó, tratando de formular la respuesta correcta.
—No estoy segura… No, no del todo. Yo… no creo que me guste ni un poco, es un yugo en el mejor de los casos, pero tampoco la detesto, es una escuela, y una muy buena, y hay comida y una cama caliente. Pero no se siente como casa, no ahora y no al inicio, aunque sé que para cualquier otro niño así es, yo aún guardaba la mínima esperanzana de que este año algo sintiera de diferente—Harry asintió frunciendo ligeramente el ceño, Ginny suspiró.
Una buena pregunta sería replicar y cuestionar sobre sus sentimientos por Hogwarts, pero sabía que al azabache le gustaba el castillo y sus habitantes, sabía eso porque lo había visto triste muchas veces, pero también feliz por cosas tan simples como volar en su escoba o comer durante el desayuno.
Al final recordó algo que le seguía molestando, abrió la boca pero tuvo que tomar un poco de aire antes de hacer la pregunta.
—Cuando escapaste vi que antes de que cruzaras la barrera saludaste a alguien que estaba en el tren. ¿Quién fue esa persona?
Harry soltó con brusquedad el aire, pero no contestó al instante y Ginny pensó que era una de esas preguntas molestas que tal vez no debería haber preguntado porque el juego había terminado por estancarse, pero la curiosidad había sido más fuerte, así que guardó silencio y se puso a contar las grietas del techo.
El silencio se extendió como cáncer.
*"""""*
Bueno, hace mucho que tenía está idea en mi cabeza, tanto que la historia ha ido mutando y el final no es para nada el final que había planeado cuando comencé, aunque sinceramente me gusta más porque es más real.
Es, como ya ha sucedido con anterioridad para las personas que siguen algunas de mis historias, una historia que prácticamente ya termine, así que iré subiendo de a poco en poco mientras me pongo al corriente con el plato fuerte entre mis historias.
Me gustaría mucho saber qué opinan que este primer capítulo, gracias por llegar hasta aquí.