Aviso: Este fic participa en el reto: Colorin Colorado Este Cuento...No me ha gustado de foro: El amor tiene alas.
Aviso 2: Este es mi final alternativo para la película Constantine.
Disclaimer: Los personajes de este fic no son de mi creación ni me pertenecen.
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John Constantine había visto cosas increíbles e inimaginables a lo largo de su existencia, cosas que fácilmente se escurrirían en tus pesadillas y te destrozarían, cosas diabólicas y demoníacas, cosas peligrosas.
No creía en el bien, creía en el exterminio del mal...de la aniquilación de las cosas odiosas y malas que se ocultaban en los rincones más oscuros y sucios del mundo.
Y ese era justamente su trabajo.
Sumido en la oscuridad y la inmundicia, nunca nada lo había asombrado, nunca se había sentido fascinado por nada hasta que la conoció a ella.
A Ángela... la hermosa, fuerte e inteligente Ángela. La simple y ordinaria pero al mismo tiempo compleja y extraordinaria humana que había calado hondo en el. Esa mujer le fascinaba y a medida que pasaba más y más tiempo con ella sus sentimientos se volvían más intensos. Habían pasado tantas cosas juntas, habían luchado por sus vidas y por la humanidad y Ángela había logrado cambiar su forma de ver el mundo.
Había perdido la cuenta de las veces que había estado a punto de besarla pero se había arrepentido y había dado marcha atrás, se le hacia muy difícil admitir sus sentimientos, tal vez era cobardía o tal vez porque pensaba que resultaría inapropiado.
El caso es que tampoco estaba seguro de que ella sintiera algo por el, y finalmente había tantos contras que su cabeza terminaba dando vueltas. Ella merecía algo mejor, el no la merecía... era demasiado buena para el y el demasiado malo para ella.
Ella era luz y el oscuridad.
Pero...ella era su luz.
Y aunque trataba de convencerse de que lo mejor era alejarse de ella por su bien, que dejaría de ser el maldito egoísta que siempre había sido y pensaría en el bienestar de Ángela...simplemente no podía. No podía alejarse de ella, de su luz, de su calidez..
Y esa noche, luego de que lucharon contra el demonio y el ángel y vencieron el no pudo aguantar más. En el balcón, miraban hacia la noche y el deseo empujaba a John hacia Ángela, se miraron a los ojos y el lucho hasta el ultimo segundo con sus ansias, con el deseo, con los sentimientos.
Y entonces se besaron, se fueron acercando hasta que sus labios se rozaron y sus alientos se mezclaron, Ángela dejo escapar un suspiro y se apretó contra el, Constantine acuno el rostro de Ángela con sus manos y profundizo el beso. Luego la tomo de la cintura y sin dejar de besarla la alzo y en un rápido movimiento ella rodeo con sus piernas las caderas de el.
Se besaron con fuerza, con pasión, como si fuese la única vez que lo harían. No había espacio para nada más que ellos y su fuego en el que estaban más que feliz de consumirse.
Constantine sentía que estaban hechos el uno para el otro, ella encajaba perfectamente entre sus brazos.
Terminaron en la cama, enrededados en las sabanas, explorando cada rincón y extensión de la piel del otro, recorriendo cada centímetro, cada milímetro con sus labios o con sus manos. Sus respiraciones aceleradas iban al mismo compás y su corazón palpitaba sin control en su pecho.
Las horas pasaron y la noche dio lugar al día.
Y John, acostado sobre su espalda en la cama abrazando a Ángela, quien dormía profundamente, pensó que era el primero de muchos días. Días llenos de luz, días mejores.
Días y noches con ella.
John Constantine y Ángela podrían crearse su propia historia, dejando de lado demonios y Ángeles, el cielo, el infierno y el purgatorio. Serian como una pareja más.
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