BEWARE THE FROZEN HEART

CAPITULO 1

Caía una fuerte tormenta en la pequeña ciudadela. München tenía varios años de no experimentar una lluvia tan fuerte y torrencial como ésta. En la sala principal de la ciudadela, un hombre y una mujer conversaban en la oscuridad, iluminados solo con la luz de una vela.

-¡Esa estúpida reina de Arendelle!- exclamó una voz femenina. La mujer golpeó la mesa con su puño cerrado- ¿cómo se atreve a meterse en lo que no le importa? ¡Ahora Regina es reina y Mormoth se pudre en una prisión que irónicamente está a un par de kilómetros de aquí-

El hombre que estaba con ella la miró fijamente, para después dar un trago a su tarro de cerveza.

-Deberías calmarte, Mahaut- dijo el hombre- Mormoth se lo buscó, por querer hacer las cosas solo y apresurado, sin nuestra ayuda para no tener que compartir su poder y riqueza. Si te hubiera pedido ayuda, la reina de las nieves hubiera sucumbido seguramente-

-Por supuesto que la hubiera derrotado- dijo la mujer llamada Mahaut- esa bruja de hielo usa sus poderes para bien, es tan inocente en eso…-

Hubo una pausa entre los dos, hasta que el hombre habló.

-Mahaut, ¿aún tienes ese encantamiento?- dijo el hombre.

La mujer lo miró interrogante, y asintió.

-Tengo un plan- dijo el hombre- haz que le llegue a Elsa de Arendelle. Será la manera de vengarnos, y mientras tanto, nos encargaremos de Mormoth… y de Regina-

La mujer llamada Mahaut lo miró con una una amplia sonrisa. Su venganza estaba muy cerca.

x-x-x

Aquella noche era tranquila y cálida. En verano, la ciudad capital de Arendelle parecía sumida en un letargo por aquel extenuaste calor. Casi deseaban que su reina congelara un poco la ciudad para evitar lo más posible el incómodo clima. Elsa era la persona en Arendelle que más sufría aquella incomodidad, prefiriendo sobre todo el frío.

Elsa solía tomar una taza de té mientras trabajaba. Había optado por usar sus poderes para congelar el té y beberlo así. Lo que fuera era mejor que el horrible calor del verano. Más de una vez estuvo seriamente tentada para repetir lo del invierno eterno con tal de mitigar el molesto clima.

Esa noche, la reina de Arendelle seguía trabajando en su escritorio. Ya habían pasado varias semanas desde que volvieron de la coronación de Regina, la reina de Dinamarca. Habían tenido dificultades desde que Regina apareció en Arendelle, acompañada de su fiel general Bastian, para protegerla de su malvado primo Mormoth. A todo este lío se le unió un Hans confundido y sediento de venganza por su mala experiencia previa con Arendelle. Lo bueno es que Hans se había dado cuenta del engaño, y se había arrepentido, ayudándolos a vencer a Mormoth y a devolverle el trono a Regina.

Elsa suspiró.

Anna seguía comportándose fría y reservada con ella, lo cual la reina interpretó como que su hermana estaba aún molesta por el hecho de que Elsa salvara a Hans en el juicio en el que pedían su encarcelamiento perpetuo o su muerte. La reina de las nieves no lo había permitido. En un principio, Anna estaba tan agresiva como los demás, pero después comprendió un poco los sentimientos de su hermana hacia Hans. Aunque no la convencía del todo.

Y había otro detalle que hacía rabiar a Anna: Hans había acompañado a Elsa a la coronación de Regina.

Hans. El menor de los príncipes de las Islas del Sur. Elsa sonrió ante la idea y bajó la pluma para colocarla sobre su escritorio. Dejó sus papeles a un lado para concentrarse en las cartas que recién habían llegado.

Querida Elsa:

No puedo decirte cuanto gusto me dio que vinieras a mi coronación. Y aún más gusto que vinieras acompañada de Hans. Es curioso, pero se te veía muy feliz junto a él. Es una lástima que Anna y Kristoff no hubieran podido acompañarnos.

Bastian visitará Arendelle pronto como embajador de Dinamarca, para firmar en mi representación un tratado de comercio. Espero que los términos propuestos sean de tu agrado. Por lo que entendí, es para nuestro mutuo beneficio. Por supuesto, mi país está para siempre en deuda con ustedes. ¡No puedo esperar a que nos volvamos a encontrar!

Con un abrazo y mis mejores deseos.

Regina.

Elsa sonrió al terminar la carta. Había pensado en mostrársela a su hermana, quien también era amiga de Regina, pero desistió. La mención de Hans en la carta no la pondría de mejor humor. Elsa bufó y se guardó la carta en el pequeño cajón de su escritorio. La siguiente era del mismo príncipe que había estado ocupando sus pensamientos toda esa tarde. Elsa sonrió al romper el sello y abrir el sobre para sacar el papel.

Querida Elsa:

Vaya, cada minuto que paso lejos de ti me parece una eternidad. Mi padre me ha dado permiso de volver a Arendelle, y cuento los minutos para que mi barco esté listo para zarpar. Habría zarpado antes, pero Georgiana y su esposo insistieron en acompañarme, y como imaginarás, sus preparativos toman mucho tiempo. Nos veremos muy pronto.

Tuyo por siempre.

Hans.

Elsa sonrió y abrazó la carta contra su pecho, con una sonrisa suave pero satisfecha, y suspiró. Quizá para mañana ya estaría con su príncipe. La joven reina fue descubierta a la mitad de su sonrisa boba por Olaf.

-Vaya, Elsa, te ves feliz el día de hoy- dijo el pequeño mono de nieve. Elsa acentuó su sonrisa.

-Lo estoy, Olaf- dijo Elsa, con una expresión enamorada que difícilmente permitía que otras personas vieran- recibí una carta de Hans, donde me dice que lo veré pronto-

-Uuuuuh…- dijo el mono de nieve, agitando sus brazos de arriba abajo- se que eso te hará muy feliz, Elsa, pero dudo que pase lo mismo con Anna-

Elsa borró su sonrisa.

-Lo sé- dijo Elsa, haciendo una mueca- Olaf, me gustaría que hubiera alguna manera de que Anna entendiera lo que Hans es para mi…-

Olaf sonrió.

-Oh, no es para tanto- dijo Olaf- Anna solo está preocupada porque no quiere verte lastimada como le pasó a ella, y tiene una buena razón para no confiar en él. Con el tiempo aprenderá a aceptar que lo amas y que él te ama…-

-Eso espero- dijo Elsa, sin estar muy segura de que fuera a ser así- vamos a descansar, Olaf-

La reina de las nieves se levantó de su asiento, tomó la vela de su mesa de trabajo y caminó fuera de la biblioteca, seguida por el pequeño mono de nieve. Las cosas iban a empezar a mejorar.

x-x-x

A la mañana siguiente, por fin los sirvientes del emperador terminaron de preparar los barcos en el muelle de las Islas del Sur. Irían de visita a Arendelle. A Hans no le hizo mucha gracia que su hermana menor insistiera en acompañarlo, junto con su cuñado Philipp. No que no quisiera verla, pero el hecho de que la soberana del Imperio Alemán hiciera ese viaje a Arendelle requería mucho tiempo de preparación.

Hans llevaba ya un par de meses en las Islas del Sur, reprendido y castigado por su hermano William, que creyó que sería bueno que Hans entrenara a los nuevos reclutas de la marina real de las Islas del Sur, como "castigo" por su anterior comportamiento. Hans lo hizo maravillosamente, sobre todo para no darle a su hermano una excusa para no permitirle ir a Arendelle.

Mientras esperaba a su esposo y los demás hombres preparaban todo para viajar, Georgiana miraba divertida a Hans caminar de un lado a otro de la manera más ansiosa posible.

-Ya calma, Hans- dijo Georgiana, cubriéndose la boca para disimular la risa- ya llegaremos a Arendelle. Nada más falta que venga William a despedirnos-

Hans bufó, pero pronto llegó William, el mayor de los hermanos de Hans, acompañado del emperador Philipp, su cuñado. El menor de los príncipes estaba a punto de volverse loco, para diversión de todos los presentes.

-Que tengan buen viaje- dijo William, con una sonrisa un tanto curiosa- y por favor, Hans, te lo pido… intenta comportarte esta vez- añadió, poniéndole extra énfasis a "esta". Hans frunció el entrecejo. No le hizo gracia la broma de su hermano mayor- y saluda a Elsa de mi parte-

-Lo haré- dijo Hans, ansioso, y se volvió hacia su hermana y cuñado- ¿qué esperan? Ya debemos irnos…-

Tras unas breves despedidas, Georgiana y Philipp subieron al barco detrás de Hans.

x-x-x

Mientras tanto, de la misma manera, en Dinamarca su comandante mayor se disponía a hacer un viaje a Arendelle, aunque a diferencia de Hans, este encargo lo hacía muy a su pesar. No le agradaba mucho el separarse del palacio de Copenhague.

Tras varios intentos fallidos para convencer a la reina de que sería mejor idea enviar a alguien más, Bastian comenzó a resignarse.

-Sabes que no me gusta mucho la idea de ir a Arendelle y dejarte sola, Regina- dijo Bastian, cabizbajo, mirando de reojo a la nueva reina- es la primera vez que no estoy aquí desde que… ya sabes-

Regina sonrió.

-Ahora todo está bien- dijo Regina- mi primo Mormoth y todos los conspiradores están en prisión en Alemania, y hemos vuelto a tomar el control del gobierno y del tesoro. No va a ocurrir ninguna tragedia solo porque te vas unos días. Además, solo confío en ti para que le entregues el tratado a Elsa-

Bastian tomó el pergamino y bajó la mirada, suspirando. Regina se dio cuenta que no estaba nada contento, así que se acercó y le dio un beso en la mejilla, al cual el joven comandante respondió con una sonrisa.

-Anímate, Bastian- dijo Regina- es un pequeño viaje, y nos veremos muy pronto…-

Bastian hizo una mueca, pero nuevamente se esforzó por sonreír, y asintió.

-Supongo que sí- dijo Bastian, tomando las manos de la reina entre las suyas e inclinándose- cuídate mucho, Regina, por favor-

-Lo haré- sonrió ella- hasta pronto-

Bastian levantó la mirada para encontrarse con la de Bernard, el mayordomo de la reina. Le lanzó una mirada, pidiéndole que la cuide durante su ausencia, a lo que Bernard asintió con una sonrisa.

-Hasta pronto- dijo Bastian, y salió del palacio con dirección al muelle, llevando entre sus manos el pergamino que Regina le había dado.

Mientras el joven comandante caminaba por la ciudad, una mujer pasó corriendo junto a él, y casi lo hace caer al suelo. Bastian abrazó el pergamino contra sí mismo con una mano, y evitó que la mujer cayera al suelo con la otra. Una vez que la mujer estuvo a salvo, ésta le sonrió.

-Le agradezco, señor- dijo la mujer- hubiera sido una caída bastante fea…-

-No tiene que agradecer- dijo Bastian- solo tenga más cuidado la próxima vez-

-Es igual- dijo la mujer, ofreciéndole la mano- muchas gracias-

Bastian tomó la mano de la mujer sin mucho interés y la estrechó. El joven se despidió y reanudó su camino hacia el muelle, para tomar su barco en dirección a Arendelle. Bastian no notó que un extraño brillo apareció justo en la palma de su mano derecha por un segundo, para después desaparecer. La mujer lo vio alejarse con una sonrisa satisfecha.

"Ese muchacho hará que mi maldición llegue a su objetivo", pensó la mujer, caminando hacia el lado contrario.

Bastian se apresuró a llegar al puerto, con su mochila de viaje en sus hombros. Los marineros se inclinaron al verlo llegar, y el comandante puso los ojos en blanco. Aquello se le hacía demasiado.

-Bueno, no perdamos el tiempo- dijo Bastian- vayamos con la reina Elsa. Entre más pronto lleguemos, más pronto regresaremos-

x-x-x

Anna no estaba para nada feliz por la noticia que Hans regresaría nuevamente a Arendelle. Por más que habló con ella, Kristoff no podía convencerla de que se calmara. El rubio ya había aprendido a perdonar a Hans, sobre todo por todo el esfuerzo que el príncipe de las Islas del Sur había hecho en Copenhague para mantener a salvo a Anna, sobre todo para evitar que Elsa sufriera, pero ese no era el punto. Hans había demostrado ampliamente que había cambiado para bien. Pero la princesa de Arendelle no parecía dispuesta a perdonarlo.

-No puedo creer que Elsa no vea lo que está haciendo- dijo Anna, caminando en círculos, enfurruñada y con los brazos cruzados- seguro la está tratando de engañar otra vez…-

-Anna, ya hemos hablado de esto- dijo Kristoff con paciencia- tu y yo fuimos testigos de como Hans se esforzó por mantenerte a salvo, y como casi muere por proteger a tu hermana. Si la flecha hubiera golpeado a Elsa en vez de Hans, no creo que tu hermana hubiera vivido para contarlo. Hans la salvó con su sacrificio-

-Y no es para menos- dijo Anna, deteniéndose un momento- pero hay una línea muy fina entre salvar a Elsa y enamorarla-

Kristoff se llevó las manos a la cabeza. No iba a poder convencerla de que Hans ahora era bueno y jamás las lastimaría otra vez. Optó por distraerla.

-Por cierto- dijo Kristoff, cambiando bruscamente de tema- hablando de lo que sucedió hace unos meses en Copenhague, ¿sabías que Regina envió a Bastian para que Elsa firme un tratado de paz? Nos divertimos mucho la última vez que estuvieron aquí… bueno, excepto por lo del secuestro y esas cosas- añadió.

Apenas dijo estas palabras, los ojos de Anna se iluminaron.

-¡Bastian!- dijo Anna en voz alta, cambiando su expresión apesumbrada por una amplia sonrisa- él es la respuesta…-

-¿Disculpa?- preguntó Kristoff, sin entender lo que Anna estaba diciendo.

-¿No lo entiendes? Hace unos meses, cuando Regina estuvo aquí, hubo un momento en el que a Elsa le gustaba Bastian, se le veía en los ojos- dijo Anna rápidamente- si podemos hacer que se enamoren, nos desharemos de Hans de una…-

-Alto, alto, no digas más- la interrumpió Kristoff- Anna, ¿te estás escuchando?-

Anna lo miró interrogante.

-¿Estás sugiriendo que quieres interferir entre Elsa y Hans?- dijo Kristoff- no puedes hacer eso, Anna. Elsa te respetó cuando… cuando me elegiste, aunque yo fuera un pobre recolector de hielo. Tienes que aceptar a Hans…-

Pero lo que dijo Kristoff cayó en saco roto, ya que Anna no escuchaba. Estaba maquinando en su mente su plan.

-Anna, escúchame- dijo Kristoff insistentemente, intentando que su voz traspasara la dura cabeza de su novia- además, seguro lo notaste tu también, estoy casi seguro que Bastian y Regina están enamorados, y los vas a separar también, y alguien más va a salir lastimado en todo esto…-

Nuevamente, Anna no escuchaba. Estaba ideando su plan. Si el comandante danés llegaba después que Hans, podría crear las condiciones necesarias para deshacerse del molesto príncipe de las Islas del Sur.

-Anna, esto no es una broma- insistió Kristoff- no sé que estés planeando en esa intrincada mente tuya, pero con los sentimientos de la gente no se juega…-

Anna por primera vez volvió a ponerle atención a Kristoff, y sonrió. Ya que su novio no la iba a apoyar, ella tendría que hacerlo por su cuenta, y convencerlo de que no había nada que temer.

-Ya se, con los sentimientos de la gente no se juega- dijo Anna inocentemente- yo no seré como Hans…-

Kristoff puso los ojos en blanco, y decidió salir a pasear con Anna y Sven, para ver si así podía distraerla de su propósito. Todo fue en vano. Los engranes en la mente de Anna ya estaban funcionando. Separaría a Elsa de Hans y la juntaría con Bastian. Eso era preferible al desagradable príncipe de las Islas del Sur.

x-x-x

¡Hola! Nuevamente yo con una historia de Frozen. Estaba pensando en mi historia original cuando ¡bam! ésta llegó a mi mente, y literalmente empecé a escribirla a las 2 am. Veamos como Anna llevará a cabo su plan y si logrará su cometido. Espero que les guste. Nos leemos pronto.

Abby L.