¡Hola! Aquí estoy trayendo una nueva historia (SpUk, no podía ser de otra forma). A pesar de que aún tengo que terminar Diez maneras de seducir, este fic se escribe prácticamente sólo y es que le he cogido mucho cariño a la historia.

Al principio quería escribirlo en clave de humor pero me he dado cuenta de que este capítulo es por ahora el único que puede causar alguna carcajada esporádica. Aunque quería dejarlo en un one-shot, en realidad yo ya tenía una historia en mi cabeza para un long fic y mis dedos se pusieron a seguir la continuación.

Hacía ya mucho tiempo que quería escribir alguna historia en la que España tuviera que servir a Inglaterra de alguna forma, luego pensé en crisis, después en subastas, en lo bueno que está Antonio... y al final salió esto xD

No sé por qué lo empecé a escribir en primera persona, sólo quiero advertir que puede que en algún momento cambie la narración a tercera porque me siento más cómoda con ella. También, con este fic quería empezar otra etapa de escritura porque Diez maneras de seducir me ha dejado bastante marcada xD

Espero que os guste la historia, ¡besos!

Disclaimer: Hetalia no me pertenece a mí-desgraciadamente-, sino a Hidekaz Himaruya (AKA el puto amo).


La subasta

-¡Y 300€ ofrecidos por este culo moreno! ¡Venga, no seáis tímidos! A ver, ¿quién da más?

Mi "querido" amigo gritaba tonterías desde la mesa de reuniones mientras me exhibía como si fuese un cerdo en una feria de ganado. Él decía siempre que mi culo era mi arma más poderosa y yo no se lo negaba... pero vamos a lo importante.

Yo, Antonio Fernández Carriedo, representación humana de España y en posesión de todas mis facultades mentales, me he visto obligado a vender mi cuerpo. ¿Por qué? Por esta puta crisis, por supuesto. ¿Cómo podía quedarme sin hacer nada mientras veía cada día más corruptos, más desahucios, más paro, más injusticias para mis queridos españoles? Tenía, no, debía echarles una mano.

Suelto un suspiro tristón. Mi habitual sonrisa se esfumó desde que abrí los ojos esta mañana y me acordé de la subasta. "¿No hay otra forma de ganar dinero?", le había dicho a Francis multitud de veces. Pero él sólo insistía en que, si estaba tan desesperado, la mejor forma para ganar unos cuantos billetes era, palabras textuales, "subastar ese cuerpo tuyo de Adonis que Dios te ha dado". Él se rió. Yo no.

Por supuesto, mi amigo Francia no era el único que estaba entusiasmado con la idea. En cuanto se corrió la voz de que yo iba a ser subastado, todos los países enloquecieron. Pensaba que enloquecieron porque creían que era una soberana tontería pero, iluso, ingenuo, idiota de mí, enloquecieron porque la idea les encantaba. Les odio.

Por supuesto, cuando digo que estoy "subastando mi cuerpo", no quiero que os hagáis una mala idea-aunque sé que ya os la habréis hecho porque los españoles somos muy mal pensados-, lo vendo para cualquier cosa que pueda servir. Sí, sexo también, lo aclaro porque sé que todavía le estáis dando vueltas al tema. Pero supongo que ninguna nación estará tan enferma como para comprarme para eso, ¿verdad? ¡¿VERDAD?! Me llevo la mano a la frente mientras intento no pensar en ello. Bueno, lo que quiero explicar es que el comprador me puede usar para lo que le salga. Como si quiere que sea su perro, me pone un collar y me pasea por El Retiro. O por la Plaza Roja, porque los trescientos euros anteriores los ha ofrecido Rusia. El tío se ríe con aire inocente y, las cartas sobre la mesa, si un país me tiene que comprar no me importaría que fuera Ivan.

Volviendo al tema, el comprador debe tratarme bien, con un mínimo de dignidad y no ponerme en riesgos. Vamos, que el que me compre no me puede comprar para que me tire de un puente o para liarme a tiros en medio de un banco.

El comprador me tendría que utilizar para cosas más convencionales, pero aún así yo sé que estos hijos de puta sólo quieren una mascota para divertirse. Vale, estoy enfadado. Muy enfadado. Aunque quizás las palabras sean "terriblemente mosqueado". La idea todavía no me convence.

-Quítate la camisa.-oigo la voz de Francia en mi oído mientras tapa el micrófono.

-¿Qué?-pregunto confundido.

-Vamos, Antonio. Los clientes tienen que ver la mercancía... Y ya sabes a lo que me refiero.-me guiña un ojo y yo me aguanto las ganas de pegarle un puñetazo que lo envíe directo a la punta de la Torre Eiffel. Esa si que sería una buena estampa. París, una romántica tarde de verano, abres la ventana y la vista de Francis colgando de la Torre Eiffel es lo que te recibe. Desde luego, me quedaría más a gusto viéndolo así que subastando mi cuerpo como una sandwichera de la feria.

-No me voy a quitar la camisa.-sentencio serio manteniendo el poco orgullo que me queda.

-Menos carne, menos pasta.-cabrón. Y no lo digo porque esté siendo un cabrón, que también, sino porque tiene razón.

Comienzo a desabrocharme la camisa con furia contenida mientras oigo los silbidos de las chicas y unas cuántas exclamaciones subiditas de tono. Me hace gracia y sonrío involuntariamente. Finalmente me quito la prenda y, ahora sí, las risitas, los "oh" y los "ah", son generales en toda la sala.

-Joder Francis, si es que esto parece una declaración abierta de sumisión. "Hola, soy Antonio y si me compras podrás violarme todas las veces que quieras."-susurro a su oído con una mirada asesina que él no llega a ver.

-Vamos, vamos, mon cher, no seas tan extremista. Y sonríe un poco, hombre, que va a parecer que eres el gemelo malvado de España y no el alegre chico de los tomates que todos adoramos.-aprieto el puño. Un puñetazo no, pero, ¿una bofetada? Una bofetada para que se callase de una puta vez y no me recordara que tengo que estar sonriendo las 24 horas del día porque sino, no soy yo.

Inspiro. Espiro. Pienso en tomates. Es verdad que me gustan, ahí me ha pillado.

-¡500€!-grita Bélgica entre la multitud y la miro como si fuera el ángel que viene a salvarme de este infierno.

-Bel...-lloriqueo feliz de que mi antigua subordinada, mi amiga y mi amante ocasional gaste un poco de su capital para ayudarme y de paso joder la loca idea de Francis, porque claro, él espera que me compre alguien que me haga sufrir al menos un poquito. Nota mental: buscar nuevos amigos.

-¡Y 500€ de la preciosa belga para comprar esta deliciosa tableta de chocolate!-Francis pasa una mano por mis abdominales antes de que pueda quitármelo de encima.

Lo miro. Se aleja. Al menos es prudente.

-Tranqui, Antonio, que ya tienes 500 pavos.-dice de repente Prusia que ha subido a la mesa para ayudar al rubio.

-Estabais los dos compinchados, lo sabía. Sólo queréis ponerme en ridículo y...-digo encabronado sin haber decidido aún a qué cuello tirarme.

-¡Eh!-replica el germano con molestia-Nosotros sólo queremos ayudarte a salir de esta maldita crisis, ¡que somos tus amigos, Antonio!-me pasa un brazo por los hombros y me tranquilizo. Quizás yo sea el único cabrón aquí y no estoy siendo capaz de ver la ayuda que me está prestando mis amigos. Quizás...

-Claro, que si podemos ayudarte montando el espectáculo sin que Alemania nos pueda reprochar nada y sustituyendo aburridas reuniones por un show de subastas... pues eso que nos llevamos.-me dice Francia y ambos me sonríen con burla.

Los mato.

-Bueno, que esto sigue, señores, no se duerman.-Prusia toma el control de la subasta con un micrófono que no sé de donde ha sacado y me hace dar una vuelta sobre mí mismo.-¿Quién puede resistirse a este encanto español? Sabe cocinar, sabe hacer todas las tareas domésticas, si tenéis un huerto lo cuidará como a un hijo... eso sí, si tenéis tomates a la vista esconderlos porque se los comerá todos.

-Y es fuerte,-Francis me aprieta los bíceps y yo me dejo hacer ante la inutilidad de que me resista-puede ayudaros con cargas pesadas y mover los muebles cuando toque limpieza general. Además podéis regalaros la vista con él, grr.-añade un gruñido que provoca una risotada general.

-¡Venga! ¿Vais a dejar que Bélgica lo desperdicie y lo ponga a comer gofres en la cocina hasta que termine el mes?-pregunta el germano incitando al público.

Yo me cago en la puta. Esta se la devuelvo doble, triple y cuádruple si hace falta. Pero yo me vengo.

-¡1000€!-ofrece Estados Unidos.

-¡1200!-rebate Rusia.

Ambos se miran con odio. Perfecto, ahora soy un peón más en una ridícula extensión de la Guerra Fría. De puta madre.

-¡1500!-Suiza levanta el brazo y todos nos sorprendemos un poco.-Necesito alguien que me ayude a preparar los cargamentos de armas y él parece capacitado.-se justifica algo sonrojado mientras su hermana borra la expresión de asombro. Ella me sonríe. "Que mona", pienso. Bueno, Suiza parece la mejor opción, trabajaría de verdad a cambio de dinero y aún tendría tiempo para flirtear con Liechtenstein. Aunque quizás muriera en el intento.

-¡1500€ de parte del territorio suizo! ¿Qué opinas tú España?-Francis me tiende el micrófono.

-Ehh...-alcanzo a decir sobresaltado.

-Es justo lo que yo pienso.-retira de nuevo el dichoso chisme y oigo como ambos intentan aguantarse la risa.

Los mato, los resucito y los vuelvo a matar.

-¡Que se quite los pantalones!-oigo decir a una de las chicas y enseguida vuelve a esparcirse la risa por el lugar.

-No he oído bien, ¿podéis repetirlo?-el rubio se pone una mano en el oído mientras sonríe pícaramente.

-¡Que se quite los pantalones!-repiten ambas, Hungría y Ucrania, mientras vuelven a reírse.

No sé si sentirme bien porque piensan que estoy bueno o mal por lo que me están pidiendo.

-¡Pantalones fuera!-grita Francia y Prusia ya me está desabrochando el cinturón que sujeta mis vaqueros.

Se acabó.

Le doy la espalda al público y agarro del cuello de la camisa a esos dos patanes mientras los atraigo a mí para que puedan ver bien mi cara de enfado.

-Escuchad, como sigáis insistiendo en que me quite el pantalón, os juro que un día, no sabréis cuál, cuando todo esto acabe, os secuestraré, os encerraré en una habitación y recrearé todas las películas de Saw con vosotros dos como los protagonistas. Una. Por. Una.-noto como un aura oscura nos envuelve a los tres. Mi tono amenazante y una mirada de loco que asustaría al mismísimo Satanás les hace entrar en razón.

Ambos asienten y tragan saliva al unísono. Sonrío.

-Así me gusta, comportándonos todos como tres buenos amigos.-los empujo de nuevo frente a la muchedumbre que se ha calmado un poco por la interrupción y vuelvo a mi sitio junto a ellos.

-Bu-bueno, como no podemos obligar a España a que se desnude, porque es lo evidente y lo correcto, tendremos que seguir con la subasta aceptando que no se va a desprender de ninguna otra prenda.-dice Francis recomponiéndose del susto.

Un poco de respeto, joder. Y mira que no me gusta enfadarme pero es que a veces se pasan diez pueblos.

-¡5000€!-la voz fría y grave de Vincent se hace eco entre la multitud. Todos se giran para verle mejor e ignoran que lo único que miran sus ojos es a mí. Veo en su mirada venenosa y su torcida sonrisa que está imaginando lo que disfrutaría si pudiera putearme día sí y día también. Me deprimo.

-¿Por qué, Vincent, por qué? ¿Es que no te compré suficientes juguetes de pequeño? ¿Es porque te regañé cuando derramaste el tintero sobre los papeles oficiales? ¿Porque no te dejé tocar mi ejemplar de la primera edición del Quijote?-pregunto sin saber qué más decir.

Veo un pequeño sonrojo de vergüenza en sus mejillas opacado por una mirada de malestar.

-No tienes que ponerte así, idiota. Yo sólo te quería para que me limpiases la casa cuando yo estuviera por ahí haciendo negocios. Bueno, y para reírme un poco de ti.-Vincent vuelve a su habitual expresión y me animo un poco más. Si es que en el fondo me quiere. En lo más hondo de las profundidades de su corazón, claro. Pero el sentimiento está ahí.

-¡Bueno, parece que Holanda se va a llevar este regalito moreno a su casa! ¿Alguien da mas?

-¡10.000€!-Estados Unidos vuelve a pujar por mí. "¿Para qué me querrá?" Mis pensamientos son invadidos por el murmullo de exclamación de las naciones. La verdad es que el precio ha subido bastante.

-¡20.000!-y otra vez vuelvo a ser el premio que Rusia quiere robarle a Estados Unidos y viceversa.

Suspiro.

-¡Déjalo ya, Vodka-man, Spain es mío! Tú ni siquieras sabes en qué utilizarlo...-se cruza de brazos mientras encara al ruso.

-¿Acaso tú tienes un propósito para él mejor que el mío?-su sonrisa inocente aumenta de tamaño, pero se deja ver en sus palabras un ligero toque de amenaza.

-El mes que viene voy a una convención y necesito a alguien que se parezca a Super Bullfighter, ¡y Spain es idéntico al héroe del cómic! Es el único personaje que nos falta para completar el equipo, con él seguro que ganamos el concurso. ¿Para qué lo quieres tú, si puede saberse?

Rusia suelta una risita.

-Si lo dijera, no sé qué podríais pensar de mí.-responde Ivan y en ese momento estoy casi seguro de que quiere sexo conmigo.

-¡20.000 euros! Esto se está animando considerablemente, ¿no crees Francia?

-Ya lo creo, Prusia.

De repente me siento como el producto de la teletienda que ponen a las tres de la mañana.

-Pero no penséis que Antonio es un chico limitado, él tiene muchas virtudes.-explica el de ojos azules dirigiéndose al público-Si lo que queréis es entretenimiento en casa, sabed que Antonio baila, canta y toca la guitarra como los dioses.

-¿No me digas?-pregunta Gilbert.

-Pues sí, anda Antonio, cántanos algo.-me vuelve a tender el micrófono y vuelvo a sobresaltarme.

-Eh, ah. Mmm... Como lamentos del alma mía son mis suspiros, válgame Dios, fieles testigos de
la agonía que va quemando mi corazón. No hay, en la noche de mi desventura,
ni una estrellita que venga a alumbrar esta senda de eterna amargura que, triste
y oscura, no sé dónde va.
-antes de que pueda terminar la canción, Francis vuelve a llevarse el micro a la boca.

-¿Lo ven? Es todo un artista. ¿Alguien da más?

Todos los presentes hablan entre ellos, parece que la suma ya es bastante elevada y se lo están pensando dos veces antes de pujar.

-¡50.000€!-Estados Unidos vuelve a la carga.

-¡100.000€!-Rusia sentencia, los presentes se quedan con la boca abierta, el americano se queda con la boca abierta, Francis y Gilbert se quedan con la boca abierta y a mí se me cae la mandíbula a los pies.

¡100.000 euros para ayudar a mi pueblo! Para abrir comedores sociales, para ayudar a las familias que han sido desahuciadas, para dárselo a las víctimas de ETA, ¡para lo que sea! Y la verdad es que prefiero mil veces irme con Rusia a tener sexo salvaje entre matryoshkas y vodka que vestirme de Super Bulfaiter o lo que sea y hacer el gilipollas. Joder, ni que España fuera conocida por los toros solamente. Las exclamaciones me sacan de mis ensoñaciones sobre el abuso de los tópicos.

-¡100.000 euros a la de una, 100.000 euros a la de dos!-Francia crea un silencio expectante dando la oportunidad a los demás países de combatir la puja de Rusia, pero la imagen de Estados Unidos hurgando en su cartera y preguntando si aceptan su tarjeta del Club de los Vengadores para pagarme, me hace estar totalmente seguro de cual va a ser mi comprador definitivamente.-¡Y 100.000 euros a la de tres! España, ve haciendo las maletas que te vas a Moscú. ¡Vendido al señor de la bufanda!

El gabacho sigue con su espectáculo mientras Prusia me dice que me compadece. Los demás países aplauden sin extrañarse mucho de mi sonrisa pues ellos ya saben que me llevo bastante bien con el ruso. Le veo acercarse pero unos pasos seguros provenientes del pasillo me desconcentran. ¿Es que falta algún país en aquella habitación? "Pero si están todos...", pienso extrañado.

De repente, una figura esbelta y trajeada de negro se apoya en el marco de la puerta con los brazos cruzados tras haber lanzado un maletín de cuero hacía la mesa. El maletín cae justo en frente mía y todos le miramos extrañados y confusos por tal aparición. Los aplausos cesan y Rusia le clava la mirada al sonriente rubio de ojos confiados.

-Inglaterra, ¿qué...?-pregunta Francis sorprendido pero es interrumpido.

-Ábrelo.-la autoritaria y a la vez suave voz de Arthur ignora por completo al francés.

Se dirige a mí. Me quedo quieto unos instantes pues su aparición me ha sorprendido bastante, no muevo ni un músculo.

-Ábrelo.-vuelve a repetir con el mismo tono de voz, prolongando su sonrisa que, por alguna razón, rezuma arrogancia.

Miro el maletín intrigado y me agacho para saciar mi curiosidad y la de todos. Lo abro cuidadosamente, casi acariciando el cuero negro que lo cubre. Poso los dedos en la tapa, inspiro y finalmente la abro. Un gemido de sorpresa se escapa de mis labios y no puedo evitar que un leve "ostia" se me escape también.

Le miro. Le miro y él me mira a mí. Que boca más torcida, que ojos más despiadados, que ego más inflado. ¿Por qué hace esto? ¿Por qué...?

-Di lo que contiene, por favor.-me pide amablemente y frunzo el ceño. No voy a decir nada. Ni si quiera sé cuanto hay...

Inglaterra ensancha su sonrisa al contemplar mi silencio y decide hablar él mismo.

-Ofrezco un millón de euros por el español. En efectivo.-un aire de maligna diversión le envuelve al ver la sorpresa de todos. Francia se adelanta a cualquiera.

-Lo siento, mon cher, pero la subasta ya ha terminado. Tú has llegado tarde y ahora Antonio es de Rusia.-dice y por una vez no siento ganas de pegarle, sino de abrazarle y felicitarle por cerrarle la boca a aquel estúpido cejotas.

Sin embargo, su expresión no cambia. Por un momento puedo ver a aquel pirata traicionero que robaba mi oro y hundía mis barcos. El que siempre tenía un as en la manga. El que siempre jugaba sucio. Al pirata que tanto odiaba.

-Bueno, Francia, tampoco creo que tengamos que ponernos tan serios ya que no se trata de una subasta oficial ni nada por el estilo, sino de una manera divertida con la que ayudar a una nación que no está pasando por sus mejores momentos, ¿me equivoco?

Francis no dice nada, se limita a mirarle serio al igual que los presentes.

-Entonces, si el objetivo es ayudar y yo he podido aportar más dinero que Rusia, aún habiendo llegado tarde a la susodicha subasta y aún cuando ya se ha elegido al mejor postor, lo justo sería que Spain escogiese que oferta le resulta más beneficiosa para el bienestar de su pueblo.

Todos me miran. Realmente no sé qué decir, estoy confuso. Un millón de euros... increíble. ¿Lo hacía por ayudar de verdad, se habría compadecido de los españoles de alguna manera? ¿Era simplemente para molestar a Rusia? ¿O para molestarme a mí? Además, si acepto su dinero tendré que estar a su servicio.

No. Eso no.

Sé lo que pasaría. Vincent incluso tendría compasión, él si, pero Inglaterra... todos los días discutiendo, todos los días aguantándole a él y a sus ridículas visiones mágicas. Soportando su ego, soportando sus humillaciones, el que me recordara todo cuanto he perdido, todo lo que me ha quitado y aún así tendría que estarle agradecido por ayudar a España. Por ayudarme a mí. Sólo lo hacía para que, de alguna forma, le debiera algo. Y, estoy seguro, siempre me lo recordaría, siempre me recordaría este "favor" que me hizo.

No, definitivamente no le iba a escoger. Estaba a punto de hacerle un corte de manga y preparar las maletas para Moscú, pero algo me detenía. "Esto está mal", mi propia mente me regañó. Iba a perder la oportunidad de mejorar las vidas de muchos españoles solo por mi propio egoísmo, por no ser capaz de estar cinco minutos sin discutir con Inglaterra. Entonces, ¿era mejor perder todo el orgullo ahora, vendiéndome a él, y estar en paz con mi conciencia y conmigo mismo? Trago saliva. Suspiro y suelto todo el aire. Maldita sea, al fina siempre gana él. Miro a Francia por encima del hombro, luego a Ivan y por último al demonio que sigue apoyado en la puerta.

-Hijo de puta...-susurro tan bajo que ni si quiera sé si lo he dicho o lo he pensado.

Cierro el maletín y lo cojo de su asa mientras bajo de la mesa sin mucha dificultad.

-Lo siento, Ivan.-digo sonriendo con dulzura y le robo un beso fugaz. Me da pena que él haya ganado justamente y aún así le arrebaten su premio.

Las naciones me abren paso y finalmente llego al lado de Inglaterra que me mira sin perder su sonrisa. A veces me pregunto como su mirada posee un verde tan intenso.

-¿Nos vamos?-pregunto con impasibilidad.

Por toda respuesta, deshace sus pasos y deja que le siga a la salida del edificio. La subasta ha terminado y abandono a todos mis amigos para convertirme en el sirviente de Arthur Kirkland.


¡Intenté escribir a España cabreado, juro que lo intenté! xD Espero que no me haya quedado muy OOC o.o ¿Quién no pujaría por Toño? ¡Si es que está buenísimo! Que nadie me mire mal por ese RuSpa salvaje, por favor...

Bueno, hasta aquí el primer capítulo. Muchas gracias a todos los que os habéis pasado por aquí, a los que le habéis dado una oportunidad a esta pequeña paranoia, a los que marcaron favoritos y a los que siguen la historia. Y muchísimas gracias a Anónimo, Gigisu, y a una de mis diosas SpUk: hethetli, tu tumblr es la hostia *corazón, corazón* Vuestros reviews me animaron a continuar este fic tan loco xD

¡Besos!