La larga jornada había terminado, para la gran satisfacción de la vigilante de Piltover. Vi no era conocida por su afán al trabajo, a no ser que se tratara de perseguir a los malos y hacer estallar sus huesos como si fuesen ramas secas para una fogata de campamento. No, el papeleo no era lo suyo. Ni los reconocimientos médicos, ni las identificaciones, ni la renovación de su documentación que la Liga exigía a principio de cada mes. Es lo último que quería hacer después de largas partidas asaltando líneas sin parar y formando parte del frente que defendía a los campeones más blandos de los golpes mortales del enemigo.
Lo único que la apetecía ahora -y en eso iba pensando mientras se acercaba a la puerta de su apartamento- era en coger una cerveza bien fría de la nevera y bebérsela mientras se fumaba un buen cannabis.
Toda Piltover sabía que Vi había sido completamente rehabilitada y preparada para servir a la sociedad, pero pocos sabían de su pequeño mal hábito con la marihuana, el cual había sido imposible erradicar, por mucho que su jefa lo intentara.
Y hablando de la Sheriff de Piltover... Vi recordó, mientras daba un trago largo a su cerveza después de una calada a su porro, el caliente ataque que realizó a la joven en la línea inferior -en todos los sentidos de la expresión. La pelirrosa ya había disfrutado de deliciosos encuentros sexuales con su compañera, pero la Sheriff era demasiado recatada y sus acciones se reducían a lo más básico para obtener o dar placer. Vi necesitaba aquella "violación". La vigilante era una depredadora y necesitaba emoción en cada aspecto de su vida, segregar adrenalina y fundirla a toda velocidad, ya fuera machacando criminales o practicando sexo intenso y salvaje. Estaba aburrida del simple cunnilingus en la habitación, discreto, a salvo de miradas ajenas, así que tomó lo que necesitaba y lo añadió a su vida: un orgásmo de su novia temporalmente moribunda en medio de un partido.
Provocar a Caitlyn.
Vi reía pensando en la tremenda regañina de parte de la niña rica al día siguiente en el trabajo. Sí, iba a resultar gracioso. Ya se lo imaginaba. "¿Cómo has podido tener ese comportamiento en pleno partido?" o quizá algo como "¡Podría habernos visto alguien!", aunque lo más probable sería " ¿Pero cómo te atreves a tratarme así?".
-No te muevas.
Vi escupió la cerveza al escuchar la voz justo detrás de ella, tras el sofá. Sintió el cañón de un arma apoyarse en su nuca. Reconocería aquella voz fría en cualquier parte.
-Al suelo y con las manos detrás de la cabeza.
Escuchar la voz demandante la asustó. Ella esperaba una reprimenda, no una detención en su propia casa. Jamás pensó que Caitlyn la detendría por aquello, tenía que estar muy enfadada. Más de lo que la había visto nunca antes. Lentamente, obedeció y se tumbó en el suelo, con las manos detrás de la cabeza.
-¿Sabes por qué estoy aquí?
Las manos de Vi fueron esposadas detrás de su cuerpo. No eran las esposas de peluche. Eran las de verdad, las auténticas reglamentarias de cuerpo de detenciones y procedimientos policiales del Cuartel General de Piltover. Un modelo reforzado para criminales con una potencia muscular equivalente a la de la pelirrosa.
-No...-Mintió la pelirrosa visiblemente acongojada.
-Por agresión sexual a un agente de la ley.-Hubo un largo silencio en el que la morena fijó su mirada en el porro que había en el cenicero.- Y, por lo visto, posesión y consumo de estupefacientes.
-Joder...
-Ya he dictaminado su sentencia, señorita Vi. Y teniendo en cuenta los sucesos y sopesando mis opciones, voy a aplicar al pie de la letra la Ley de Talion.
La pelirrosa, tumbada bocabajo con las manos esposadas a su espalda, sintió las afiladas uñas de la Sheriff cuando aprisionó sus glúteos en sus manos.
-"Ojo por ojo..."
Una palmada fuerte contra la tonificada nalga.
-"...diente por diente..."
Vi se quejó ante el golpe. Caitlyn se encargó de bajar los pantalones de la vigilante hasta medio muslo, dejando sólo su tanga negro.
-Eres una chica muy sucia, Vi. Llevando siempre este tipo de ropa provocativa...
La palma de Caitlyn volvió a azotar la ahora desnuda piel del trasero de Vi, quien apretó los dientes y gruñó. El escozor comenzaba a quemar en su trasero. Y después otra, y otra.
Todo estaba sucediendo demasiado rápido. Demasiadas cosas a demasiada velocidad para la saturada, fatigada y adormilada mente de Vi. La cerveza y el porro empezaban a tener sus efectos anestesiantes en el cuerpo, pero no lo suficiente para calmar el ardor en sus nalgas. Comenzaba a ser consciente del momento cuando escuchó a Caitlyn jadear furiosa con cada palmada en el prieto culo y no pudo evitar excitarse. Se sintió extraña y enferma por tener ese tipo de reacción ante tal situación, pero el panorama lo merecía: la Sheriff de Piltover ejercía de verdugo descargando su sed de venganza contra su trasero desnudo, y había hecho un morboso comentario sobre su ropa interior...
Una mano cruel se enrroscó en su cuello mientras era flagelada con la otra, empujando su cara contra el suelo. Caitlyn paró su tortura momentáneamente para meter su mano entre las piernas de Vi y tirar hacia arriba, levantando las caderas de la pelirrosa.
-Quédate quieta. Como bajes tu precioso culo un milímetro, te lo reviento, ¿me has entendido?-La voz cruel retumbó en la habitación, dominante. Vi jadeó y asintió.- He venido preparada para la ocasión, ¿sabes? He de reconocer que no me he trabajado mucho tu "castigo", pero con esto bastará para que aprendas la lección.
Vi dirigió momentáneamente la vista atrás. Caitlyn estaba ajustando unas correas a sus piernas que mantenían en vilo en su pubis un gran pene de látex. Vi se recreó con las vistas. Caitlyn llevaba su traje de oficial, gafas y gorra incluídas. No se había molestado en quitarse la falda para colocarse el falso miembro, simplememte se la había levantado levemente. Era claramente visible que no llevaba bragas, pero el cinturón del juguete sexual no dejaba nada al descubierto que Vi alcanzara a ver.
Antes de que sus ojos se clavaran en los pechos prisioneros por el sujetador negro, Caitlyn llevó la mano izquierda a su pelo y volvió a estrellarla contra el suelo. Con la otra, levantó la camiseta y el sujetador de Vi hasta que liberó sus pechos, pero sin sacarla del todo. Después, la diestra masajeó brevemente los pezones, con fuerza, provocando un par de chillidos, antes de situarse en las caderas de la vigilante.
-"Tiene derecho a permanecer en silencio".-Recitó Caitlyn antes de apartar el hilo del tanga negro y ensartar el bálano de plástico en el interior de Vi.
La pelirrosa estaba excitada, pero no había secretado el suficiente fluido para facilitar una entrada como aquella y sufrió dolor. Caitlyn embestía a un ritmo desigual e inexperto, llegando a sacar accidentalmente el falo del orificio para reinsertarlo rápidamente. Sus estóques eran fuertes, potentes e imprecisos, y aquel sinsentido de penetraciones alternadas con fuertes palmadas en sus glúteos la estaba arrastrando a la locura, un éxtasis basado en el dolor y la tortura por parte de una morena furiosa.
Vi gemía de forma desigual con voz ronca contra el suelo, dejando un pequeño charco de saliva. Le dolían los muslos por la tensión, ya que sus pantalones seguían entorpeciendo la posibilidad de adoptar una postura más cómoda para disfrutar de los inexpertos empujones de su jinete. El movimiento y las contínuas corrientes eléctricas que sacudían sus piernas, además de tener que aguantar el peso de su cuerpo y la presión de las sacudidas de Caitlyn contribuyeron a que sus caderas cayeran contra el suelo.
-Te lo advertí.
Caitlyn sacó el falo de la cavidad vaginal y puso la punta contra el apretado ano de la pelirrosa para comenzar a ejercer presión. El dolor se hizo insufrible y Vi gritó desesperadamente.
-¿Vas a volver a desobedecer mis órdenes?
-¡Que te jodan!
-¿Qué has dicho?-La morena siguió empujando sin piedad. El dolor se multiplicó.
-¡Caitlyn, joder, que duele!
-¿Te preocupó a ti si sufría cuando me violaste en el partido? Contesto yo por ti: No. Ahora, responde debidamente, ¿volverás a desobedecer mis órdenes?-Caitlyn presionó más la punta del falso pene contra el fruncido orificio.
-¡N-NO! ¡Dios! ¡Te lo juro!-Chilló Vi desesperada, con lágrimas rodando por sus mejillas.- ¡Por favor, basta!
-¿Serás una chica obediente?
-¡Sí, sí, lo juro!
-Convénceme.
-¡Seré una chica obediente! ¡Haré todo lo que me pidas! ¡Así que, por favor, saca esa jodida cosa de ahí!
La Sheriff sonrió y dejó de amenazar el orificio anal de su compañera.
-Vuelve a poner las caderas como estaban. No voy a parar de follarte hasta que me canse, ¿has entendido?
-Sí...
-¿"Sí" qué?
-Sí, señora...
Vi hizo acopio de toda la fuerza que pudo reunir y volvió a alzar sus adoloridas posaderas. No supo si fue porque Caitlyn comenzó a sentir pena por ella o si fue porque no quería que la debilidad de Vi interrumpiera de nuevo su tortura, pero sujetó con fuerza las caderas de la mujer, manteniéndolas en vilo mientras volvía con las brutales puñaladas contra su castigada vagina.
-Te gusta que te monte, ¿verdad?-Jadeó Caitlyn con voz gutural, esforzándose por mantener el ritmo que había aprendido a igualar.- Te gusta que te folle como la perra que eres, ¿verdad?
Vi conocía aquello. Caitlyn hablaba de la misma forma que lo haría un adolescente en su primera vez, expeeimentando y haciéndose pasar por un duro experto en el sexo, harto de ver vídeos y películas eróticas en las que soltaban toda aquella sarta de tonterías sin venir a cuento.
-¡DÍMELO!
Y Caitlyn era como uno de aquellos adolescentes en ese momento.
-¡Fóllame, señora, FÓLLAME!
La pelirrosa podría jurar que, en sus momentos de intimidad, lejos de las miradas ajenas y de Vi, la Sheriff tenía su pequeña colección de, como a Caitlyn le gustaba llamarlo, "indecencias". Seguro que a aquella mujer le gustaba mirar aquellos recopilatorios, sentada en su sillón de cuero en el despacho de su mansión...
-¡¿Quién es tu dueña?!
... y llevar sus delgados dedos hacia su botoncito de placer, ya húmedo e hinchado por escuchar los fingidos gemidos de aquellas grabaciones, escondido bajo aquellas braguitas moradas que solía usar...
-¡¿QUIÉN ES TU DUEÑA?!
Tan inocente...
-¡TÚ, JODER! ¡AH! ¡T-TÚ!
...tan sensual...
-¡Por favor! ¡Más rápido, señora!
Vi le había enseñado cómo eran los gemidos de verdad, cómo cambiaban las tornas cuando era otro el que estimulaba sus partes, el olor a sudor y sexo, el descubrir que era multiorgásmica... Pero cayeron en la rutina, y el giro repentino de los acontecimientos -una Caitlyn cabreada dando empellones contra el culo de Vi como un toro en una capea- estaba despertando a un nuevo monstruo del que la pelirrosa nunca había tenido noticia.
Los empujones terminaron cuando Vi explotó con un ensordecedor bramido, su cara empapada de sudor y la saliva con la que había manchado el suelo durante las bestiales penetraciones. Caitlyn agarró de nuevo con fuerza la nalga de la vigilante, clavando sus uñas en la carne dura. Dio un par de lentas, profundas y potentes estocadas en el núcleo de Vi durante su éxtasis antes de retirarse. Se quitó el cinto y dejó caer el pene falso a sus pies. Vi seguía bocabajo, su cara y pechos aplastados contra el suelo y su entrepierna, con los pantalones aun aprisionando sus múslos, chorreando fluidos que goteaban al suelo, manchándolo todo.
-Mañana por la mañana volveré para quitarte las esposas.-Dijo Caitlyn seriamente entre jadeos.- Parte de tu castigo será quedarte con ellas toda la noche.
Y sin decir ni una palabra más, se marchó.