N/A: No sé como al final me he decidido o atrevido a escribir algo de Juego de Tronos. Estoy muerta de miedo, no sé si he conseguido estar a la altura. Normalmente no tengo tantos problemas o no me asusto tanto, pero George RR Martin...es George RR Martin. Impone. Jejejeje en fin, ya dejo de dar la matraca, pongo el disclaimer y el capítulo.
Disclaimer: No, no. Para nada, no soy George RR Martin. En absoluto.
Su primera corazonada había sido cierta.
Tantos regalos, la amabilidad, el estar a solas. No era un buen augurio.
Bueno la espada (de acero valyrio) y la cota de malla (con las medidas exactas) habían sido un buen regalo.
Pero no el tercero.
El chico tenía pinta de ser un paleto que le retrasaría. Ya estaba otra vez Jaime con su humor de siempre y metiéndose con ella. Si las cosas fueran al revés, él no llevaría escudero.
Debería haberse puesto más firme. Insistir en que no necesitaba al mayordomo del hermano de un tío con el que había pasado un tiempo de viaje. Aunque en lugar de eso había aceptado. Se llevaba al chico con ella.
Tal vez fuera su mirada penetrante. Esa mirada que le ponía para conseguir lo que quisiera.
O tal vez fuera la mirada de perro abandonado que tenía el chico.
-Adiós Brienne.
Adiós Brienne. ¡Brienne!
¿Porqué elegía ese momento para llamarla por su nombre y con ese tono de voz?
Quiso decirlo. Solo eran dos palabras. Cuatro sílabas «Adiós Jaime». Pero no pudo, en lugar asintió con la cabeza y se fue hacia su caballo. Con toda la intención de no mirar atrás en ningún momento.
Puso un pie en la montura. No mires. Se impulsó y se sentó en la silla. No mires. Esperó a que el chico subiera. No mires. Y espoleó al caballo. No mires. Un paso. No mires. Dos pasos. No mires Siete pasos. No mires. No mires. No mires. No mires. No mires.
Y se volvió y le miró.
Ahí estaba él.
Nada que ver con la primera vez que le vio.
El pelo corto, afeitado y limpio. Con ropas que delataban su alta cuna. Y unas pocas y disimuladas cicatrices que tenía en la cara. Ahí estaba, y mirándola con esos ojos.
No con burla y desprecio. No como si fuera superior a ella. Si no como a una igual, como una compañera.
Se giró lo más rápido que pudo.
Aunque sabía que no había conseguido ocultar su cara de tristeza. Por eso se giró. No quería ver cómo él se daba cuenta de que ella estaba triste por irse. Por alejarse de él. Si bien la mayoría del tiempo no hacían más que no ponerse de acuerdo en nada (o discutir, que venía a ser lo mismo), había conseguido verle como a una persona. Y no como el repugnante prisionero que era cuando le conoció.
Y así el Matarreyes pasó a ser Ser Lannister a ser Jaime.
Echaría de menos de menos viajar con él. Aunque gracias a la espada (de acero valyrio) y la cota de malla (con las medidas exactas) le sentiría más cerca aunque no pudiera verle.
Bueno, pues este es el resultado. No seáis muy malos conmigo. Soy nueva en esto de escribir con personajes de Juego de Tronos. ¡Espero que os haya gustado!
Mitsuki Sakurai.