Hola
Prácticamente siento que no tengo más derecho a seguir apareciendo por aquí después de... tres años. Sin embargo, he notado que no soy la única que, poco a poco, fue apartándose del fandom. Desde hace meses que no veo actualizaciones de otros fics, cada vez siento que hay menos fanarts de Kung fu panda y me duele verlo así. Esta fue la primera comunidad de fans a la que pertenecí, fue gracias a las historias de Kung fu panda que descubrí que me gustaba escribir y sé que ese puede ser el caso con muchos de ustedes. Cada vez veo menos contenido, pero eso no significa que nuestro fandom esté muriendo.
Yo ta me había rendido, no pensé que alguna vez volvería a este fandom de la misma forma. Pero debo agradecerle a mi gran amigo CARPINTERO IMPERIAL por ser tan necio y seguir insistiendo en que este fic debía continuar. Es gracias a él que este capitulo fue posible, es gracias a él que aún tengo esperanza en que nuestro fandom podrá sobrevivir la prueba del tiempo, en que podremos seguir creando como antes e incluso mejor. CARPINTERO nunca perdió la esperanza, de no ser por él, este nuevo capítulo no habría sido posible.
¡Kung fu panda no está muerto! ¡Kung fu panda sigue vivo! Por eso ha vuelto este fanfic :D
Sin más que agregar, espero disfruten el capítulo
Décimo quinto acto:
Los árboles aledaños eran sacudidos por la ligera brisa que el viento generaba en ocasiones. La carpa se mantenía intacta ante el ente que caminaba por ahí. Las banderitas de colores ondeaban y consigo las cuerdas que, gracias a las estacas clavadas al suelo, sujetaban el cuerpo completo del circo.
La luz de la luna se proyectaba a través de cada túnel que hubiese en la carpa. Los aullidos de los gemelos servían cómo un llamado; la rebelión despertaba y el grito de guerra se expandió por todos los rincones. El polvo de la arena principal flotaba y se esparcía.
Lo cotidiano se esfumó: no más rutinas de baile que debían ensamblarse, no más actos de magia que debían practicarse… ahora un conflicto, desencadenado por los propios dueños, nacía de la inconformidad y el hartazgo por los abusos constantes de Su y TaiLung.
Los cientos de pasos que la multitud daba hacían retumbar el suelo… las revelaciones que Riko hizo detonaron la poca paciencia que aun aguardaba en el interior de todos ellos.
–¡Malditos! –gritaban todos mientras destruían todo a su paso.
Mono, que seguía en recuperándose, al oír todo el barullo con dificultad se levantó para contemplar el acontecimiento. Mientras observaba el movimiento, parte de él extrañó a su compañero Mantis.
La tienda de los verdugos estaba rodeada.
Tai Lung rugía, dando golpes y patadas a algunos de sus muebles por la rabia que le invadía.
–¡Oigan!, ¡fuera de este circo siempre se ha dicho que el felino ha sido castrado por la fiera mayor! –gritaron Maya y Quetz haciendo que los demás se burlaran y emitieran comentarios similares.
Con un gruñido, los dos felinos se asomaron, encontrando a todos sus desagradecidos empleados reunidos alrededor de su tienda.
–¡Qué es por eso que no han tenido más hijos fuera de Song! –más risas fueron producidas, incluso Mono río por eso último, pero se sobó una costilla. Su sacó sus garras, tenía un tic en el ojo derecho señal de que estaba irritada.
Mientras tanto Tigresa y Po se encontraban en la jaula.
–No puedo creer que se revelaran contra ellos –seguía atónita ante la situación, pensar en todos uniéndose para luchar contra sus torturadores.
–Pues créelo, habrá cambios, y serán para bien –dijo sonriéndole, ella le correspondió.
–Pero, ¿cómo te enteraste de toda la revuelta?
–Mantis y yo estábamos ensayando la rutina del emperador…
–Pobre Mantis – comentó Tigresa con la mano en su boca. Po hizo un semblante serio sintiéndose ofendido –, lo siento Po, pero no digas que eres ligero cómo una pluma –él rodó los ojos.
–Como sea, fue cuando se desató, luego nos separamos y vine aquí contigo para comentártelo –finalizó.
–¿No crees que deberíamos ir a apoyarlos? –preguntó Tigresa, pero él negó con la cabeza.
–Recuerda que eres una salvaje y yo quiero protegerte a ti –ante eso último ambos se sonrojaron, Po se rascó la nuca desviando la mirada mientras Tigresa sonreía con delicadeza –. Además confío en que Riko hará un buen papel de líder.
Ya no había otra manera de escapar de ahí, si cedían adiós circo y fortuna… Su sonrió de manera macabra. Tai Lung agachó las orejas por un segundo, no podía imaginar lo que pasaba por la mente de su esposa.
–¡Hay que destruir la tienda! –se oyó afuera. Como una tormenta, Su salió de la tienda dando pisotones. Se quedó en la entrada, frunciendo el ceño por lo que bien pudo haber sido una eternidad, retando a ese grupo de revoltosos a hacer algo.
–Quieren jugar a los revolucionarios –chifló fuertemente desorientando a todos – ¡Entonces jugaremos!
El suelo comenzó a temblar, como si la ira de aquella felina fuera suficiente para estremecer a la naturaleza misma. Los cirqueros, confundidos, trataron de mostrarse impasibles, pero el constante retumbar de la tierra hizo que algunos se alteraran. Entonces dos sombras monumentales aparecieron frente a la tienda de los amos del circo. Su esbozó una sonrisa dentuda mientras las sombras avanzaban. Vestidos enteramente de negro, los paquidermos entraron en escena mientras la felina desaparecía una vez más.
Cole alzó la mirada, con una piedra entre sus manos volteó a ver a su hermano; quien respondió con una sonrisa cómplice. Los gemelos tomaron varias rocas y, haciendo malabares, las arrojaron. Logrando darle a algunos de ellos. Los jóvenes lobos estaban recogiendo más cuando los elefantes parecían en desventaja. Las sonrisas de Cole y Rocky se borraron al escuchar los gritos de sus compañeros cirqueros.
Las sombras barritaron furiosas, y se abalanzaron sobre los demás. Pero debido a su tamaño eran torpes contra especies de menor tamaño. Los gemelos caninos se apresuraban a arrojar más piedras, tratando de desorientar a los enormes paquidermos. De igual forma, Maya y Quetz alzaron el vuelo, buscando atacar a los torpes gigantes enfundados en tela negra.
Por más que desearan ayudar, ambos sabían que su avanzada edad les impedía ser de ayuda. En un momento dado, los perros se escabulleron hasta casi llegar a una tienda.
Un silbido fue lo único que pudieron escuchar antes de sentir el primer pinchazo. Una lluvia de agujas cayó sobre ellos hiriendo a Robín. Miwa contempló con horror cómo fluía la sangre de la espalda de su amigo, fue en su rescate sacándolo del campo, arrastrándolo con dificultad entre las docenas de animales heridos y combatientes. Riko, oculto en la oscuridad, notó la forma en que unas siluetas con sombrillas que se camuflajeaban entre el follaje de los árboles. Pero algo que captó más su atención era que entre todas ellas había una que no se parecía en nada a las damas, que tenía una garra en su brazo izquierdo.
Las agujas cayeron sobre los incautos cirqueros que, al de tratar de defenderse o escapar de la lluvia, fueron apresados por los elefantes. Encadenados súbitamente, aun con algunas agujas enredadas en el pelaje o incrustadas en los brazos. Riko desapareció. Su y Tai Lung salieron de su tienda.
Mono se retiró para no ser atrapado.
Desde su escondite, Mono logró ver como aquellas sombras esbeltas y flexibles rodeaban a sus compañeros. El silbido de las cuchillas alertó a los animales: las damas de la sombra estaban cerca.
–¿Creen que pueden ganar? –cuestionó Tai Lung con cinismo, los paquidermos rieron. Hizo una señal y los paraguas se cerraron con un silbido similar –. Esta estupidez les costará muy caro –todos se miraron entre sí aun ardiendo de furia.
–Mi querido Tai, permíteme encargarme yo de todo este alboroto –él arrugó el entrecejo, molesto por la interrupción.
–Ya te dije que el que resolverá todo voy a ser yo –impuso él con un gruñido feral. Ella negó con la cabeza, paciente como una reina, ordenando con una simple mirada de zafiro.
–No lo creo, ahora debes ir a cuidar a nuestra hija –él apretó los puños –, eso si no quieres que le pase algo a tu querido "monstruo".
Los puños de Tai se abrieron ante esas palabras, sus ojos entrecerrados trataban de ocultar el verdadero terror que sentía. No había manera en que su esposa lo supiera…
–No te atreverías, es nuestra mina de oro – rugió el leopardo, sus músculos tensos como si estuviera a punto de saltar contra su garganta. Ella sonrió ladina.
–Pruébame–. No era necesario que Su dijera más, la forma en que su cola serpenteaba, ese brillo juguetón en sus ojos furiosos. Tai bufó molesto y se retiró.
–Ahora sí, llévenlos al interior del circo, serán los primeros en ver de mi nuevo acto –los elefantes asintieron y se los llevaron.
Abrieron la parte de arriba de la carpa para que la luna iluminara el sitio. La luz platina hacía a la pista verse… distinta. En general, el circo era iluminado con tonos cálidos, familiares y reconfortantes, esta vez no era así. Las sombras azules y el frío viento erizaban la piel de todos los presentes. Amarrados a postes, los cirqueros fueron reunidos alrededor de una gran jaula que se encontraba al centro de la pista principal.
–Debemos escapar –susurró uno de los gemelos.
–¿Pero cómo? –preguntó Cole con la mirada clavada en la cruel maestra de ceremonias.
–¡Ahora! ¡Damas y caballeros, siéntanse afortunados por ser los primeros en presenciar mi nuevo acto! –todos miraron hacia arriba donde dos postes sostenían una cuerda sobre la que Su estaba.
–¿Qué locura tramará? –exclamó Quetz, nadie respondió. Todos parecían atónitos al ver a la dama de las sombras en medio del espectáculo, los labios de Su formaron un gesto parecido a una sonrisa torcida antes de agregar:
–Pero para ello necesito un voluntario, ¿quién quisiera participar? –todos se miraron entre sí, frunciendo el ceño por ambos ira y terror. Su hizo una mueca de molestia –. En vista que no hay voluntarios, tendré que elegirlo yo–se tapó los ojos con una pata y señaló a un punto indefinido. Los cirqueros y aquellos elefantes y leopardos envueltos en velos negros voltearon a ver a Pork.
Su sonrió.
–Por favor súbanlo hasta aquí –uno de los elefantes asintió, desató a Pork del poste.
–Pero déjalo aún con las cadenas –ordenó Su, su secuaz asintió y elevó al porcino hasta la cuerda floja. Con una facilidad inimaginable Su lo lanzó en el aire y con sus patas lo hizo rodar cómo si una pelota fuese. Después de unos segundos Pork vomitó debido a su mareo.
Su lo hizo girar sobre sí mismo hasta llegar al poste extremo izquierdo, en el que el pobre jabalí se golpeó la cabeza.
–¡Ya bájalo Su! –exigieron todos.
La leopardesa no contestó al principio, divertida por el desorientado jabalí.
–¡Déjalo!- chilló una mujer. Su agachó la mirada, fugaz como buena felina, pero no logró encontrar a quien había dicho aquello.
–¡No! –gritó ella en respuesta –, ¡y para finalizar, ustedes lamentarán toda esta revuelta!
Fue hasta donde Pork estaba y lo arrojó al suelo de una patada. Durante su caída, el jabalí reunió un par de golpes más en su cabeza, todos hicieron una mueca de dolor cuando el porcino aterrizó en el centro de la jaula. Con dificultad se levantó. Antes de que pudiera ponerse de pie, Su hizo un gesto con su mano y una cubeta le cayó encima a Pork. Era un líquido extraño, rojizo y muy oloroso. Antes de que el jabalí pudiera si quiera procesar lo que había sucedido, le pareció ver una chispa por el rabillo del ojo. Su pelaje prendió en llamas.
Todos ahogaron un suspiro mientras observaban el fuego consumir el húmedo pelaje de Pork.
–¡Apáguenlo! –agonizaba–, ¡mi piel!, ¡me duele!
–Sí él logra escapar de esta jaula los elefantes lo apagaran, de lo contrario, ustedes verán el resultado –dijo Su maquiavélicamente.
Pork corría alrededor sin ninguna escapatoria, no podía salir con los brazos encadenados, los gritos aumentaban más y más, algunos desviaban las miradas, sintiendo la impotencia consumirles al escuchar los berridos de desesperación del porcino. Los gemelos tensaron sus mandíbulas con el cólera consumiéndolos.
El olor del pelaje quemado se empezó a expandir en toda la carpa, algunos aguantaron la respiración, la piel poco a poco se carbonizaba, hasta que el cuerpo dejó de luchar y cayó inerte con un seco golpe en la tierra de aquella jaula. Poco a poco perdió su forma hasta reducirse a la mitad de su tamaño. Lagrimas salieron de Mantis quien había observado todo oculto entre las gradas. Se retiró de ahí para avisarle a Mono y a Po.
Espero hayan disfrutado este capitulo pese a la exagerada espera. El siguiente llegará eventualmente, mucho más pronto de lo que este lo hizo ^^;
Cualquier comentario que quieran dejar, positivo, negativo, si quieren reclamar por la larga espera yo no los detendré. Pueden dejar sus opiniones, relcamos, quejas o comentarios, vamos chicos, ¡es gratis!
Y finalmente ¡Muchas felicidades CARPINTERO! Y muchas gracias por ayudarme con este capitulo :)
¡Hasta luego!