Disclaimer
La historia no me pertenece, yo solo la adapto para mi diversión. Los personajes pertenecen a S. Meyer, pero planeo secuestrar a Emmet y tenerlo para mi solita =0P. Disfruten…
Y no se olviden de comentar.
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Epílogo
Por suerte para mí, Ángela aún no había cubierto el puesto de director de la fundación, y pude incorporarme sin problemas a mi nuevo trabajo. Estaba muy ocupada entre mis obligaciones en la fundación y mis clases, pero me encantaba. Eso sí, lo que más me gustaba era volver a casa por la noche para estar con Edward.
El día que lo del trabajo se hizo oficial, mis padres me mandaron flores y Edward me llevó a merendar al Drake para celebrarlo. Después, Edward y yo fuimos andando hasta la playa, y aunque yo llevaba tacones y un vestido de cóctel y Edward unos pantalones de vestir, nos quitamos los zapatos y echamos a andar descalzos por la arena, junto a la orilla.
—Tengo que decirte algo —dijo, sin mirarme a mí sino al lago, que se extendía ante nosotros.
Su tono de voz me extrañó, y de pronto sentí un miedo irracional e inexplicable. Dejé de dibujar figuras en la arena con los dedos de los pies y lo miré.
—Bueno, pues dímelo —lo animé, diciéndome que fuera lo que fuese, tendría solución. Al fin y al cabo, era Edward. Era el hombre al que amaba.
—Les pedí a los chicos que hiciesen unas averiguaciones para mí en California. Que hablasen con nuestros contactos en los distintos departamentos de policía, que hiciesen preguntas a algunos líderes de las pandillas. Conseguimos información muy útil. Y cuando estaba por ahí, seguí investigando.
Me puse tensa.
—Marie —murmuré.
Edward aún tenía los dedos entrelazados con los míos, y en ese momento se llevó nuestras manos juntas a los labios.
—Phil los encontró —dijo—. No sé cómo, pero encontró a los tres hijos de puta que mataron a tu hermana.
—Ah. —De repente, me flaquearon las piernas y me agarré con fuerza a la mano de Edward, decidida a no caerme—. ¿Cómo? ¿Cuándo?
—Hace cinco años. Nunca nos dijo una sola palabra, pero fue a vengar la muerte de su sobrina. En cuanto a la manera, no estoy seguro. Pero lo consiguió. Los encontró y mató a dos. Envió al tercero al hospital. Sobrevivió y luego se vanaglorió de ello delante de sus amigos, por eso conseguimos la información.
—Y… —Inspiré una bocanada de aire y me di cuenta de que al menos parte de la carga que había llevado a cuestas durante casi ocho años había desaparecido—. ¿Lo detuvieron?
—No —contestó, apretando la mandíbula.
Me humedecí los labios.
— ¿Lo mataste?
Me miró de frente, con sus ojos verdes más fijos que nunca.
—No —dijo—. Se lo cargó el jefe de otra banda hace seis meses. —Inspiró aire—. Nunca he matado a un hombre, pero fui allí dispuesto a hacerlo. Para encontrar a ese hijo de puta y acabar con él. ¿Entiendes lo que te digo?
Asentí con la cabeza, sin alterarme.
—He dejado atrás una gran parte de mi pasado. Por ti, por Ivy. Por mí mismo. Pero tengo un código, y si alguien viene a por mí o a por lo que es mío, le devolveré el golpe. Y si es necesario, incluso soy capaz de matar para proteger a la gente a la que quiero.
— ¿Crees que me asusta? —pregunté—. A estas alturas ya deberías conocerme un poco y saber que no es así. No eres un asesino, Edward. Eres es un protector. Y nunca me he sentido más segura que cuando estoy contigo.
—Bien —dijo. Parecía aliviado y nervioso a la vez—. Tenía que asegurarme de que lo entendías antes de…
Incliné la cabeza, confusa por la forma en que se había interrumpido así, de repente.
— ¿Antes de qué?
—Antes de pedirte que te cases conmigo —dijo.
— ¡Edward!
Por un momento pensé que estaba bromeando, pero entonces metió la mano en el bolsillo y sacó un anillo. Me lo ofreció mientras hincaba una rodilla en la arena.
—Te quiero, Isabella Swan. Quiero pasar el resto de mi vida contigo. ¿Quieres casarte conmigo?
Miré primero el anillo y luego al hombre que lo sostenía y me di cuenta de que lo veía todo borroso, probablemente porque me había echado a llorar. Suspiré entre lágrimas, luego me reí y a continuación me coloqué el anillo en el dedo antes de ponerme de rodillas en la arena yo también y empujar a Edward hacia atrás. Lo besé, besé con besos impacientes y veloces a aquel hombre que era mío. Y allí, tumbados en la arena bajo el sol brillante del verano, dije lo único que quedaba por decir.
Le dije que sí.
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(Llorando) Bueno hasta aqui llegó esta aventura. Gracias a todos por acompañarme. Por sus reviews, sus follows y favorites, que fueron el motor que me hizo llegar hasta el final. Gracias
Como ya saben la historia original se titula Deseado y es de mi amiguita Julie Kenner.
Un Millón de besos y nos vemos en otras aventuras….
Christanna