Los personajes no me pertenecen son de propiedad de S.M, yo solo me adjudico la historia que es de mi invención.
Esta historia intentare apegarse al máximo a la realidad histórica a los distintos relatos existentes tanto de historiadores como de sobrevivientes.
PROLOGO I:
Esta historia se desarrolla en el campo de concentración de Auschwitz, que estaba formado de la siguiente manera:
Hubo tres campos principales y 39 campos subalternos.
Los tres campos principales fueron:
Auschwitz I, el campo de concentración original que servía de centro administrativo, donde además se encontraba una enfermería, un prisión, un burdel entre otros un sector llamado Kanana donde eran enviadas las pertenencia de las personas que llegaban ahí para su selección.
Auschwitz II o Birkenau, En esta sección eran ubicadas las mujeres y donde había un sector especial para los gitanos.
Auschwitz III o Monowitz, utilizado como campo de trabajo y donde se ubicaba el sector industrial.
Señalar que este lugar no solo fueron enviados judíos, sino también fueron enviados presos políticos contrarios al nazismo, gitanos, comunistas, homosexuales, lesbianas, prostitutas, criminales y en general todo aquellos que no concordaban con el nazismo.
Capítulo I
Todo comienza.
1943
43 kilometros al norte de Cracovia, Auschwitz Birkenau ...
- ¿cual es tu identificación?
El soldado de la SS, la miraba con desdén, desprecio y altanería, ¿se puede odiar alguien, sin conocerse, sin saber quien es, solo por el hecho de haber nacido y pensar diferente a ti? al parecer si.
- 21.863 - la mujer contesto en Alemán como autómata, la vista fija en el suelo, intentado no llamar la atención del soldado, cualquier actitud podía ser considerada como merecedora de un castigo, ya fuesen golpes o simplemente un disparo a quema ropa.
- Sígueme - fue la escueta respuesta del hombre.
Ella dejo en el canasto las zanahorias que estaba recogiendo, no tenía otra opción que obedecer las órdenes del oficial de la SS, si se quería vivir debía seguir las reglas imperantes en el campo, miro a su mejor amiga vio la preocupación en sus ojos, ella le sonrío, intentando trasmitirle una seguridad que ella misma no tenía y se dispuso a seguir al hombre uniformado.
Toco el numero tatuado en su antebrazo derecho, desde hacía ya poco más de un mes, ella r era solo un numero, una más de las cientos de prisionera auschwitz II o Birkebau y el nombre que alguna vez la distinguió y la diferencio de los demás, ya no importaba.
Isabella Marie Swan,pensó con tristeza, siempre le había gustado su nombre, no era común en Alemania, "es el nombre de una reina" le decía siempre su padre.
Pero eso ahora ya no era importante, o por lo menos no en ese lugar, ahí no era más que una judía mestiza en 2° grado según una de las muchas leyes Alemana anti semita, eso significa que algunos de sus antepasados había sido judío, en el caso de ella uno de sus abuelos. Y solo eso bastaba para ser considerada una judía al 100% y merecer estar en el mismo infierno. Pero ella no podía odiar el hecho de su abuela era judía y que su abuelo por amor había adoptado tal religión, sería como odiar, parte de lo que ella era.
Sus abuelos la habían amado hasta el día en que murieron, en un fatídico accidente cuando ella tenía solo 10 años. Ese mismo accidente también le había quitado a su madre, quedando solo con su padre.
Mientras camina a través del campo, no pudo evitar sonreír al recordar a sus abuelos, los extrañaba, al igual que extrañaba a su padre ¿Qué sería de él? Solo pedía que estuviese bien.
Sabía que él era fuerte, siempre fue un orgulloso ciudadano y soldado Alemán, que lucho valientemente en la primera guerra mundial y llegando inclusive a ser condecorado por salvar la vida de su batallón, por ello cuando la guerra termino paso a ocupar un cargo político importante, pero en 1935 al dictarse las leyes de Nüremberg, fue despojado de su cargo al no cumplir con la limpieza de sangre que exigían estas leyes antisemitas dictadas por el gobierno nazi. Había cometido el error de casarse con una hija de judíos. Y ello lo convertía en un traidor de la sangre aria.
Después de que su padre fuera despojado de su cargo político, y perdiera todos sus derechos como ciudadano Alemán, su vida dio un giro en 180° debiendo abandonar sus estudios de literatura, ya que su pequeña familia no gozaba del estatus que hasta hace poco detentaba, los amigos ya no le hablaban y no era invitada a sus reuniones, y cuando se encontraba con alguno en la calle la ignoraban o cruzaban la calle para no saludarla, supuso que era la estrella amarilla cosida en su abrigo lo que los espantaba, nadie quería tener que ver con alguien que fuese considerado judío, y ella para todos los efectos era una.
Les fueron confiscadas todas sus propiedades, incluyendo la casa de sus abuelos, las acciones que su padre tenía en diferentes empresas, el dinero en el banco, todo, solo les quedo la medalla de condecoración que había recibido su padre y a la que este se aferraba como si fuese el mayor de sus tesoro.
Al poco tiempo el dinero comenzó a escasear y su padre no pudo encontrar trabajo, por lo que le correspondió a ella ser la sostenedora de su hogar comenzó a trabajar para los Newton, quienes en virtud de la amistad que los había unido a sus abuelos la emplearon en su panadería, "Si nadie te ve, a nadie le importaba que sea una judía la que amasase su pan" Le decía constantemente la señora Newton.
Fueron los mismo Newton quienes los escondieron en el entre techo de su casa, cuando fueron llamados para ser traslados al Gheto. Habían permanecido ocultos por cerca de un año, viviendo en espacio reducido, constantemente atemorizados de ser descubiertos y abusando de la caridad de esa pareja de ancianos. Hasta la fatídica noche del primero de Noviembre de 1943, cuando fueron descubiertos y trasladados en tren al campo de concentración de Auschwitz.
El viaje en tren, había sido una pesadilla, el hambre, la sed, el confinamiento, demasiadas personas encerradas en un mismo lugar, niños, mujeres, hombres y ancianos, intentando aguantar su nueva realidad, los más débiles no lo habían resistido, pereciendo durante el viaje, en el vagón se respiraba el miedo eran una constante, el no saber qué sucedería con ellos, los más positivos decían que serian trasladados a trabajar a alguna fabrica o a los campos a producir materia prima para enviar al frente donde se desarrollaba la guerra, otros en cambio contaban historias que habían oído de campos de de trabajo forzado, donde los hombres y mujeres eran obligados a trabajar hasta morir, sin alimentación y viviendo en condiciones infrahumanas, donde se experimentaba con seres humanos y se abusaba de mujeres y niños, campos de muerte, de exterminio masivo de todos aquellos contrarios al régimen.
Isabella temblaba ante estos relatos y se aferraba a su padre como única tabla de salvación en una noche oscura, viajaron 2 días completos, en vagones destinados al transporte de ganado, sin ninguna comodidad, sin baños, no los alimentaron y el agua había sido escasa. Y por más que habían intentado buscar una salida de escape del vagón, no existía forma de salir, estaban encerrados y para cuando finalmente llegaron a la última estación de tren, tanto ella como su padre y el resto de su vagón, estaban sin fuerzas y totalmente derrumbados mentalmente y físicamente.
Los hicieron bajar a punta de fusiles, debiendo dejar en el vagón sus pertenencias, separándolos en hombres y mujeres y por más que Isabella se aferro a su padre, tuvo que soltarlo, "Estaremos bien hija" fue lo último que le dijo mientras se perdía entre la multitud de judíos asustados.
Al grupo de mujeres las obligaron a formarse.
Y la selección comenzó.
Mujeres sanas y jóvenes a un lado, mujeres viejas, niños, embarazadas y las madres con sus hijos a otro, ninguna sabía a dónde las llevarían, solo sabían que estaban ahí para trabajar.
Cuando el turno de Isabella llego, temblaba de miedo, el hombre que tenía en frente, llevaba un uniforme verde típico de los miembros de la SS, algunas medallas adornaban su chaqueta, su pelo cobrizo, perfectamente ordenando, su piel blanca, sus ojos de un fuerte y frio verde le daban un aspecto duro, la miro con detenimiento, sin ninguna expresión en el rostro, le toco la piel, los ojos, la hizo abrir la boca para inspeccionar sus dientes, para finalmente terminar tocando su largo cabello que no lograba ocultarse bajo la pañoleta tan común en las mujeres de su religión.
Isabella no supo describir la sensación que la embriago, podía ser cualquiera, todo era sub-realista, era como una pesadilla.
– Tu por allá - el hombre le indico, haciéndola salir de sus parálisis temporal.
Luego de esta primera selección fueron llevadas a las barracas donde luego de llenar una detallada ficha de ingreso, respecto de los antecedentes tantos suyos, como de sus familiares, relativo a su calidad de vida, estudios, enfermedades ect.
Las despojaron de todas las pocas pertenencias que llevaba con ella, haciéndolas desnudarse, para posteriormente cortarles su pelo llevándose con ello su femineidad y humillándolas, las desinfectaron con una sustancia mal oliente que dejaba un olor desagradable en todo el cuerpo, para ser obligadas bañadas con agua fría, a escusa de ser desinfectadas de los piojos y las ladillas.
Cuando todo este procedimiento de higiene termino, les entregaron la ropa que debían usar permanentemente en el campo, junto con unos suecos de madera, entregándoles a demás el signo que distinguiría su estatus dentro del campo, a Isabella le entregaron un triangulo color amarillo que la identificaría como judía.
Luego fueron conducidas a una sala especialmente acondicionada para realizar el tatuaje en su ante brazo derecho que la acompañaría hasta el día de su muerte y que sería un constante recordatorio, que un día el mundo enloqueció por completo y a ella le toco estar del lado perdedor.
Aun recordaba el dolor que sintió al ser tatuada, se toco los números grabados en ella y que la transformaban en número más, alguien sin rostro, sin sentimientos, sin derechos, un infrahumano. El 21.863, ese número significa que antes de ella 21.862 mujeres habían sido enviadas en su misma dirección al ser seleccionada, se preguntaba si las mujeres enviadas en la dirección contraria también tenían su propio registro.
El 3 de Noviembre había comenzado su residencia en el infierno.
Las dos semanas siguientes Isabella estuvo en la sección de cuarentena, semanas en las que buscaban aclimatarlos a la vida que se llevaría dentro del campo, desmoronando las pocas fuerzas mentales que les quedasen, días interminables en las que cualquier actitud o movimiento era causa de golpes, malos tratos o la muerte, los soldados de la SS fuesen hombres o mujeres no dudaban a la hora de castigar.
El hambre, el frio por las noches y el miedo se transformaron en una constante, nadie hablaba, Isabella perdió la noción de realidad, los minutos parecían horas, las horas minutos, no sabía si era de noche o de día, no sabía si estaba viva o muerta, solo respiraba intentando pasar desapercibida.
Para cuando el periodo de cuarentena termino Isabella estaba tan debilitada física y mentalmente, que se movía por inercia. Fue destinada al barracón 16 de mujeres de auschwitz Birkenau y desde 26 de Noviembre del año 1943, solo viviría para trabajar en los campos de cultivo.
La vida en auschwitz Birkenau, era una lucha constante contra la muerte. Cada día había que luchar para mantenerse con vida, debido a los constantes castigos físicos, sumado al agotamiento físico, al hambre y las enfermedades que se propagaban sin limitaciones entre los habitantes de los barracones.
Un día normal comenzaba con el sonido del silbato y el sonido por alto parlante de los himnos de la SS, luego debía dirigirse a las precarias instalaciones sanitarias para asearse.
Fue en su barracón que conoció a Alice una presa política Francesa que dormía junto a ella y que llevaba 2 meses dentro del campo, Alice le decía que el mostrarse limpia ayudaba a que las tratasen mejor, de esa forma tenían una posibilidad que se les dieran un mejor trabajo e incluso podía aspirar a ser trasladadas a Kanada, con lo cual sus esperanza de vida aumentaba considerablemente. Pero para Isabella aquello iba mas allá, manteniendo un aspecto decente le recordaba que aun era humana, que estaba viva, que no era una musulman.
Cuando terminaban de asearse debían formarse para recibir el desayuno, que no era más que mendrugo de pan duro, con una jarra de un líquido insípido que se decía era café.
El día laboral finalmente comenzaba con la revistas matutina, en que eran formadas en hileras de 10 presas cada una, donde eran contadas y revisadas, algunas veces estas revistas podían ser interminables, dependían exclusivamente de cuanto tardaban en contabilizarlas, o si esta consistía en un castigo, podían ser despertada a cualquier hora de la noche para ser contabilizadas, a través de esta fórmula,
Luego seguían catorce interminables horas de trabajo, descansando solo para almorzar.
Al final de cada jornada debían nuevamente formar una nueva cola para recibir una escueta cena y luego de una nueva revista, podían finalmente dormir.
Alice se transformo en la guía de campo de Isabella, le mostro y enseño esas pequeñas cosas que podían hacer la diferencia entre la vida y la muerte, le enseño a pellizcar sus mejillas para parecer más saludable y así evitar ser enviada a la enfermería de donde pocas veces se volvía, le mostro como comer vegetales que cosechábamos a escondidas para evitar así pasar más hambre del necesario, como "procurar" vegetales con las demás presas a cambio de aumentar la ración de pan o mantequilla para el desayuno del día siguiente o conseguir de la misma forma un poco de azúcar o remedios de aquellas presas que tenían acceso a la cocina o enfermería.
Alice se transformo para Isabella mas que en una amiga, en una hermana, se apoyaban mutuamente y cuando las fuerzas les faltaba a alguna, la otra la levantaba, si Isabella caía producto del cansancio, era Alice quien corría a levantarla, aunque eso significase llevarse algún golpe de un oficial.
Cuando llegaron al campo principal Auschwitz I, en donde se ubicaban las oficinas administrativas del campo, Isabella se volvió a mirar el camino que dejaba a tras con cada paso que daba, en todo el tiempo que llevaba en ese lugar nunca se había separado tanto de Alice, ¿y si no volvía verla?
Alice era fuerte no solo para ella, sino para todo el barracón, cuando alguna tenía miedo o pesadillas, siempre tenía una palabra de aliento, como la vez en que las castigaron y las dejaron todo el día sin comida, Alice que contaba con una energía inagotable se había dedicado a pasearse entre los camastro preguntando a mujeres sobre sus platos preferidos y como se debían preparar, para finalmente terminar planeando y organizando un gran banquete imaginativo, siendo de esa forma el hambre mucho más llevadero.
"El trabajo os hará libre", esa frase en lo alto del portón de ingreso del campo principal, llamo la atención de Isabella, que irónico, en ese lugar no existía la libertad.
Cuando esa tarde el soldado la saco del campo de cosecha, ella nunca se imagino que terminaría en el campo principal.
El soldado que caminaba delante de ella, se detuvo a hablar con el guardia que controlaba la entrada a auschwitz I, este solo le lanzo una mira despreciativa y dejo que entrase, Isabella continuo en silencio al soldado.
Auschwitz I, no era como los otros dos campos que formaban parte de gran complejo que finalmente eran uno solo. Aquí algunos presos con beneficios podían andar libres sin ser escoltados, ello se debía a que escapar era prácticamente imposible, grandes cercos eléctricos cercaban todo el perímetro del campo, el que además siempre era vigilado por centinelas que permanecían en torres.
Los barracones donde se emplazaban las oficinas, la enfermería y hasta la cárcel de campo, eran similares a los barracones de Birkenau a lo lejos pudo distinguir tres grandes chimeneas humeantes, un escalofrió recorrió su espalda, ella sabía que se quemaba en esos lugares, todos los sabían.
Finalmente se detuvieron en unos de los edificios de ladrillos rojos destinados a las oficinas administrativas.
Espera aquí- le dijo el soldado, sin siquiera mirarla, para luego entrar en una de las oficinas.
Isabella se mantuvo quieta, el día estaba nublado el invierno estaba llegando a su máximo apogeo. Tenía frio.
Cuando la puerta se abrió, y soldado le indico que pasara.
Instintivamente pellizco sus mejillas, sabía que no mejorarían su imagen deplorable, pero podría hacer la diferencia.
La habitación a la que entro era una bastante sencilla pero bien iluminada, coronada por un escritorio en el centro, donde detrás de una inmensa ruma de papeles se encontraba un nombre que estaba totalmente concentrado en lo que tipiaba en una máquina de escribir, deteniendo cuando escucho la escucho entrar, levanto una carpeta y le pregunto en alemán:
- ¿Es usted Isabella Swan?
- Sí señor. Respondió, intento ver su rostro pero la luz se lo impidió,
- En su ficha de ingreso a auschwitz, dice que Uds. estudio literatura y que domina cinco idiomas, alemán, ingles, ruso, polaco y francés. ¿est-ce vrai? (es eso verdad le pregunto)
- Sí.
El hombre se levanto de su escritorio y con paso seguro camino hacia ella, cuando estuvo en frente, la miro detalladamente de pies a cabeza, deteniéndose en su triangulo amarillo, para mirarla a los ojos con una mueca de asco y odio. Ella se quedo enganchada de sus ojos, ella los había visto antes, pero no logro recordar donde, eran verdes y fríos, luego bajo la vista rápidamente. Su corazón latió fuertemente, tan fuerte que se abrumo, recordándole que para eso servía, para latir, era el hombre más apuesto que había visto en meses y no es que tuviera la oportunidad de ver muchos, Se sonrojo. Los pellizcones en las mejillas estuvieron demás, pensó.
- Para ser judía, no eres tan estúpida. Le dijo.
Camino hacia la ventana y miro. Ella no dijo nada, mantuvo la vista el suelo.
- Te mande a llamar porque necesito a alguien que me ayude con la transcripción y traducción de algunos documentos, y en auschwitz I, no hay ninguna alemana calificada que pueda hacer el trabajo que necesito, las que están son campesinas o prostitutas que con suerte dominan el alemán. Y no confió en las presas políticas y además he comprobado la información que diste, al respecto de ser mestiza de 2° grado, por lo creo que has de tener mas sangre alemana que judía, lo que explicaría el que no seas estúpida… - se volvió a mirarla nuevamente, Isabella pudo ver un brillo en sus ojos,- Por lo que desde mañana comienzas a trabajar para mí.
Se paso la mano por su mojado y ordenado cabello, fue al escritorio y escribió algo en un papel, y camino hacia ella. Y le continúo diciendo:
- Ahora necesito que vayas a los baños, te bañes y desinfectes, para que mañana tengas apariencia de persona. Toma esto. Le dijo extendiendo le papel que había escrito. Lo muestras en la barraca de desinfección, porque lo más probable es que si vas sin esto, no vuelvas y te quiero mañana a primera hora aquí. ¿entendiste?
- Si. Señor.
- Eso espero. Ahora lárgate.
Su suerte la había vuelto acompañar. Dejaba el trabajo en el campo y se trasladaba a trabajar como funcionaria en la oficina D IV- sección 1, sobre asuntos de presupuestos, administración de la caja y de los sueldos. Y aunque el cargo que desempeñaría no era de vital importancia, ya que solo se limitaría a transcribir contratos de las empresas pertenecientes a la SS o empresas externas, que arrendaban la mano de obra de la disponían los campos de concentración. Y organizar los empleados de cada fabrica. Su calidad vida mejoraría considerablemente, sobre todo teniendo en cuenta que era judía, aumentando sus posibilidades de salir con vida del infierno.
Chicas esperos sus comentarios e impresiones…
Aclaración:
Musulman: A aquellas personas más abatidas y derrumbadas por la vida en el campo se las llamaba "musulmanes". El musulmán era un ser humano abatido, derrumbado por la vida en el campo, una víctima del exterminio paso a paso. Se trataba de un preso que sólo recibía la comida del campo sin tener la posibilidad de "procurar" nada, y que perecía en el transcurso de unas pocas semanas. El hambre crónica generaba un debilitamiento físico general. Sufría una pérdida de musculatura, y sus funciones vitales se reducían al mínimo existencial. El pulso se alteraba, la presión arterial y la temperatura disminuían, temblaba de frío. La respiración era más lenta, la voz se debilitaba, cada movimiento significaba un gran esfuerzo.