Llegamos al final, mil gracias por leer, por seguirme y por su paciente espera, espero que tengan una vida muy prospera y siempre sigan sus sueños, lleguen a donde todos les dicen que no lo harán y amen con todo su corazón.
Discleimer... Nada es mío, todo pertenece a Craig Barlett y a Nick.
Pov Arnold.
HOY
Me detengo en el marco de la puerta de la sala, y observo a Helga rodeada por mi familia, mientras ella con mis hermanas en sus piernas escuchan a mi abuelo contar la clásica historia de navidad, que año con año nos cuentan sobre el significado de la navidad, y la importancia que debe tener en nuestras vidas.
Lorenzo y su novia están juntos en otro sofá y Gerald juega con el cabello de mi hermana quien lucha por que la deje escuchar, todos están reunidos alrededor, mamá y papá se abrazan junto al árbol mientras mi abuela toca una suave melodía en el piano.
Ella luce hermosa, su cabellera dorada esta trenzada de forma desordenada y el yeso a desaparecido, pero aun tiene que usar un cabestrillo mientras se recupera. El abuelo termina la historia y Christine grita que debemos abrir los regalos.
Ella mira los obsequios y no solo eso, las cartas que hay en el árbol, Lorenzo tuvo la fantástica idea, y notese mi sarcasmo de hacer un intercambio de tarjetas navideñas y yo, por supuesto tengo que darle a Helga, y me siento como aquella vez que teía seis años, cuando hicimos para la clase de talleres aquel pequeño buzón para celebrar San Valentín, todos habían tenido que hacer una carta para sus compañeros y cuando la vio rebuscando entre sus tarjetas la revisar cada una de ellas con indiferencia.
Nol podía negarlo, había amado a Helga desde que le había conocido, ella fue mi primera amiga en el jardín de niños, por alguna razón había temido que mamá me dejara en ese edificio grande y desconocido al que nunca había ido, era solitario y espantoso y lleno de desconocidos además estaba lloviendo y tornaba como si el cielo fuera a caerse. Helga había llegado mientras el luchaba con las lágrimas y puso su mano sobre la de él con una sonrisa y de esa manera le había llevado a la mesa de colorear, en ese momento él en su pequeño corazón y mente se dio cuenta que estaba enamorado de ella.
No lo podía negar sabía que mis mejores recuerdos eran al lado de ella, cuando la volví a ver, supe que ella había pasado por algo duro, más realmente nunca se lo pregunte, en mi mente pensaba que era por el bully recibido en la escuela nunca supe que había algo más. Creí que el estar en mi familia le ayudaría su felicidad aumento mientras estábamos juntos, yo quería vivir la vida que tienen mis padres, quería eso con ella, ser feliz hasta que la muerte nos separará y eso casi ocurrió y entonces la perdí.
Aquel oscuro recuerdo inundo ese momento de alegría, pero sabía que nunca podría olvidarlo, ahora verla feliz riendo no se compara con el dolor que sentí cuando la encontré bañada en su propia sangre en el piso de la cocina. Sabía que si ella moría, mi vida no tendría sentido, por eso aunque no quería aceptarlo la deje ir, deje que se marchara hace tantos años, sabía que volvería pero no creí que regresaría a casa.
Amy comienza a cantar, mientras mi abuela toca un villancico, ella aplaude feliz y en ningún momento mira hacia donde estoy, se que ella sabe que la estoy mirando, Lorenzo niega con la cabeza y sonríe al verme, pero no dice nada. La veo allí sentada junto al sofá y mil recuerdos vienen a mi mente, momentos que pasamos juntos, besos que compartimos y se la quiero a mi lado.
Ahora años después nos encontramos en el mismo lugar, disfrutando un segundo de felicidad, se que ella como yo tenemos profundas cicatrices que sanar, pero estoy dispuesto a darle mi roto corazón, pues siempre le ha pertenecido.
- Vamos es hora de abrir las tarjetas y los regalos. - dijo la abuela sentándose en las piernas del abuelo.
- Si - dijo Amy - Yo primero.
- Amy - dijo Phebe - Los invitados primero.
- Yo se las doy - dijo Christine y tomó las tarjetas de Gerald, Lorenzo y Helga y se las puso en las manos.
Helga miró las tarjetas, la de Lorenzo era colorida y llena de brillos, la de ella era un poco más conservadora, la broma de mis hermanas la hizo sonreír, cuando ella destapo el nombre de su remitente, supe que ella no esperaba esto y noté que su sonrisa cayó, quizá ella no sentía lo mismo, de pronto me sentí inseguro mi corazón comenzar a latir con rapidez y fuerza, vi cómo su frente se arrugo en consternación mientras sus manos sostenían el sobre delante de ella. Después de unos segundos ella abrió con cuidado el sobre y saco el papel construcción y busco maniobrar mientras lo desplegaba frente a ella.
La inseguridad lleno mi mente, fue algo más que aquella primera cirugía donde tuve que estar, fue algo más, su mirada recorrió el salón mientras sostenía la carta en sus manos, había tardado días en plasmar ese texto en esa tarjeta y ahora en ese momento por un segundo supe que me había equivocado, que había hecho algo tonto, mucho, muy tonto.
Baje la mirada y vi que mis padres no perdían detalle de su reacción, mamá me miro con una sonrisa, pero sabía que estaba cubriendo su dolor, mire de nuevo a Helga, ella parecía consternada, asustada, quizá Lorenzo tenía razón y En ese momento ella lo abrió y leyó cada palabra que él había escrito allí, que él había pasado la noche intentando decirle, y que había guardado por años en su corazón.
En ese momento algo sucedió, el sol surgió en medio de una gran tormenta que se desarrollaba a su alrededor, el semblante de ella cambió, iluminando su rostro de una manera que hacía muchos años no había visto, sus ojos azules brillaron con reflejos dorados cuando lo encontró con la mirada y sus ojos le dieron la respuesta a aquella carta que él le había escrito.
Helga se puso de pie y su cabello hondeo a su alrededor mientras ella se acercaba a él, su sonrisa vaciló ligeramente.
- ¿Helga a donde vas? aun no abrimos los regalos.
- Ahora regreso, debo ir a hablar con tu hermano - dijo ella y salió de la sala y yo la seguí en silencio con mi corazón palpitando rápidamente.
Helga abrió la puerta de la cocina y salió al patio, había nevado así que hacia frío, ella se envolvió en sus brazos y miro un punto perdido en el patio.
- Oye hace frío - dije yo notando lo obvio.
- Sabes - dijo ella - Aquella vez que me encontraste allí - dijo mirando aquel lugar donde la nieve se arrinconaba. - Era la primera vez en toda mi vida que realmente luche por sobrevivir, porque realmente quería estar contigo, porque tu me hacías feliz, y ahora se que todo tiene sentido. Lamento haberte lastimado al marcharme.
- No te preocupes - dije sonriendole - Creo que todo eso era necesario, para poder llegar a ese momento.
- ¿Tu crees?
- Lo creo.
- Esto que dice aquí es cierto, ¿de verdad?
- Realmente... eso me haría el hombre más feliz de este lugar.
- Tu me haces feliz - dijo ella - Lamento todo lo que te hice sufrir.
- Me lo pagarás con creces. -dije - tome su mano que comenzaba a enfriase y la bese. - ¿Te casas conmigo Helga?
- Si, y mil veces si. - dijo ella sonriendo, le coloque una sortija en su dedo anular y sabía que ahora nada, ni nadie nos separaría y la beso.
Amaba a Helga, ella era chica de mis sueños y a través de ese beso quería decírselo, ahora buscaría hacerla feliz y sabía que esta ves lo haría.
Cuatro meses después Arnold Shormant y Helga Pataki, nos convertimos en una familia.
FIN