Antes que nada, quiero aclarar que la serie Inuyasha y ninguno de sus personajes (lamentablemente ¡_¡) U_U¡ me pertenecen, esta historia es totalmente producto de mi imaginación y cualquier semejanza a alguna historia, fic, película, vida real, ETC… es total y completa "casualidad". Aclarado este punto quiero señalar que esta es una historia "paranormal" y desde ya aviso, no es apto para todo publico, espero les guste esto es un Kagome/Sesshomaru y a aquellos que no les guste esta pareja les aconsejo que simplemente escoja otro fic n_n¡.

Atentamente:

La Autora

Makimashi Misao Futura de S. S. L. A.)

"Como una gota de vidrio fundido contra el agua unas quedaran reducidas a nada y otras sobrevivirán al choque como unas gotas perfectas, cristalinas frías y aparentemente irrompibles, podrías golpearlas con un martillo y no cederían, mas en su extremo mas fino donde la gota empieza a formarse con la torcedura correcta puede acabar todo, así soy yo, una gota de vidrio fundido"

H.K.

Autor desconocido (hallado en una excavación datada de la era Meiji)

Kyoto-Japon

Cap 1: Un recuerdo del pasado

El cielo de Tokio estaba encantadoramente alegre aquella mañana, las aves volaban trinando con júbilo, el viento saturado de contaminación revoloteaba entre los altos rascacielos de vidrio espejo, dispersando un poco los nocivos humos de los autos y la zona de fabricas de la Tokio industrial, los transeúntes cumplían con su rutina diaria, hacia el trabajo, sus negocios, la universidad, la escuela o simplemente vagando como lo habían echo por años, algunos de aquellos que tras la depresión, habían abandonado sus hogares al perder sus empleos avergonzados profundamente de su incapacidad para sostener a sus familias, o simplemente haber fracasado; las calles estaban llenas de personas, estudiantes, amas de casas hombres de negocios entre otros; los trenes hacía horas que habían arrancado a recorrer sus rutas, dentro y fuera de la ciudad hacia el área agrícola, lo centros comerciales estaban llenos de aromas comunes de miso y Teriyaki, con algún té verde de menta, mezclados con los exóticos aromas de la paella Española y el café de grano Colombiano recién molido; era una mañana común en Tokio sin nada fuera de lo normal, «para el resto del mundo» casi gruño con desden la joven que observaba con atención a través del cristal, la actividad dentro del centro comercial, desde su planta mas alta en el sexto piso, la joven era alta de un buen metro setenta o setenta y cinco de buena figura, de piel clara y sin macula alguna, ojos miel claro, coronados por largas y tupidas pestañas negras azuladas, unas cejas ligeramente arqueadas enmarcando los ojos delineados con forma decididamente gatuna, una nariz pequeña y labios ligeramente rellenos y rosados como el capullo de una flor, fruncido en ese momento en un mohín de disconformidad, mientras pasaba con un deje de exasperación, sus manos por los mechones sueltos, de su larga melena negra azulada apresada en ese momento, en un delicado peinado, mirando una vez mas desde la seguridad de una enorme columna de cemento se un metro de ancho, el mar de gente ir y venir en el hervidero de actividad y murmurando palabras incoherentes por lo bajo, mientras un halo de luz azulado traslucido la rodeaba por un momento como una "frágil" burbuja, aparentemente invisible para la gente que la rodeaba; vio entonces a su objetivo con claridad y masculló una sonora maldición que habría puesto a su madre con los pelos en punta estaba segura, mas no trato de comprobarlo; sin perder de su objetivo vista empezó a murmurar por lo bajo nuevamente con mayor rapidez e insistencia, decidida a salirse con la suya. En la planta baja un joven vestido con un traje de dos piezas rojo una katana de "replica" y una gorra de Wacdonals caminaba entre la multitud de gente, gruñendo maldiciones y olfateando por todas partes, él sabía que la mujer estaba allí la había olido desde el pozo hasta aquí, ahora no la encontraba por ningún lado, «Era frustrante pero encontraría a la perra», se dijo el joven en su fuero interno con ira contenida, ya era hora de regresar, y no le importaba echar el lugar al piso para lograrlo; había llegado aquella mañana a la casa para encontrarse con que no había nadie en el lugar, la casa estaba cerrada y la mujer no estaba allí, así que se había lanzado a buscarla, le importaba un comino que aun le quedara unos días mas según lo acordado "por ella" ya era hora de que volviera, tenía que seguir buscando los fragmentos y además "él" la necesitaba allá. Con esa idea en mente, se empeño en olfatear más fuerte, para descubrir para su total exasperación, que el olor de la mujer se había desvanecido por completo, estaba atónito y mas frustrado que antes.

— ¡Maldita sea! — Masculló Inuyasha con un profundo gruñido que parecía burbujear desde lo profundo de su pecho, y un gesto de indignada incredulidad marcada en el rostro, la gente que lo rodeaba lo miraban alarmados. « ¡Se ha ido, ya no esta aquí!»pensó molesto, lanzando una oscura mirada cargada de ira apenas contenida a su alrededor por ultima vez sin encontrarla, con una nueva maldición se volvió al pozo, la esperaría en el templo y luego la arrastraría de los cabellos si era necesario a buscar los fragmentos, se prometió antes de mezclarse con el gentío que entraba y salía del edificio por las enormes puertas electrónicas, y abandonar el lugar mas frustrado de lo que había ingresado. Arriba en el último piso la joven mujer sonreía satisfecha, «la victoria era suya» celebro mentalmente conteniendo las ganas de subirse a una mesa y bailar su alegría.

— ¿Estas segura que es buena idea hija? — Pregunto Naomi tras ella, mirando con preocupación a su hija; últimamente las discusiones con Inuyasha estaban empeorando y ella temía el momento que el volátil hannyo llevara la discusión "verbal" a una "física", ella era mas vieja y por lo tanto mas sabía, había visto últimamente los indicios de una subyacente violencia salvaje en los ojos del hannyo y temía por su hija, por eso se había empeñado hasta salirse con la suya, en que Kagome se entrenara como sacerdotisa con ellos y otro templo amigo del clan Higurashi y que lo mantuviera en estricto secreto, le había echo jurar que no le diría a nadie, «Gracias a Kami», su hija había aceptado sus condiciones y se había dejado arrastrar a una serie de duros entrenamientos durante los últimos tres años, y había descubierto durante su entrenamiento su afinidad con la Kodachi y la había entrenado religiosamente equilibrándola con el Kempo que había abandonado al ingresar a la secundaria; si… su hija no era exactamente una inútil, pero era igual su hija… su única hija y no podía evitar temer por ella.

— ¡Claro que si mama, es mi semana, he sudado sangre para graduarme finalmente, estos tres días son para estar con ustedes, dijiste que necesitabas que estuviera aquí para mañana en la noche y por kami aquí voy a estar, Inuyasha puede aguantarse o lo "sentare" hasta el infierno y de vuelta! − Contesto Kagome volviéndose a mirar a su madre olvidando toda ira personificada en Inuyasha; su madre estaba allí, el cabello mas largo recortado sobre los hombros ligeramente ondulado y sexy, vistiendo un vestido melocotón que abrazaba su cuerpo hasta la diminuta cintura y caía libre hasta los tobillos, su madre era una hermosa mujer, y había recurrido a mil y un artimañas para empujarla al cambio de look y su hermano y abuelo la habían apoyado fervientemente, Kagome la miraba en ese momento y se sentía muy orgullosa de los resultados. — ¡No me mires así, el tiene que darme mi tiempo, mi espacio mama, vamos terminemos de llegar al auditórium, recibo mi diploma y nos vamos a pasar estos días a las aguas termales! — Canto Kagome riendo con alegría, su risa cantarina llamaba a reír con ella y su madre cedió al impulso y sonrió; los hombres observaron a las dos mujeres, los de mas edad y experiencia admiraban discretamente a la madura belleza de Naomi, mientras los mas jóvenes e inexpertos, miraban con abierta avidez la lozana belleza de Kagome, ambas ajenas al disturbio que causaban pagaron la cuenta y se retiraron del café bajo los murmullos de masculina apreciación que hirvieron tras ellas, todo sin enterarse de ello en ningún momento, de que mas allá, en el rincón mas intimo y oscuro del café donde los enamorados solían reservar, un par de ojos azules cargados de una profunda y palpable tristeza habían estado observado a las dos mujeres, incluso desde "antes" que entraran al lugar, una leve sonrisa melancólica toco los labios del observador antes de apretarse nuevamente en una fina línea, mientras el objeto de su expectación salía del lugar, se levanto y murmuró por lo bajo unas inaudibles palabras y de inmediato tres hombres se levantaron de otras mesas alejadas de la suya y salieron del lugar cumpliendo su orden silenciosa orden hablada solo para ellos y desapareciendo entre la muchedumbre tras las inocentes mujeres.

El auditórium decorado estaba a rebozar de gente la energia y la alegría vibraban por todo el lugar, entre padres, profesores, antiguos, alumnos que venían a ver a los amigos que habían dejado tras graduarse, familiares lejanos todos con una sola intención, ver a sus amigos y seres queridos atravesar una nueva etapa en sus vidas, una etapa por la que habían luchado.

— ¡Oh Kagome, no nos llamaste para ayudarte a elegir un vestido mas atrevido! — Se quejo Eri con un puchero quejumbroso, y con un ligero brillo lastimero en los ojos, Kagome suspiró internamente.

— ¡Así no vas a conseguir novio! — Dijo Yuca con un deje de horror, pero algo en su voz decía lo contrario.

— ¡Tal vez no quiere a ningún "imbesil" que le amargue la vida, bien por ti chica! — Soltó Ayumi secamente; la amargura de la traición de su "ultimo" novio, la había llevado a ese estado de animo, había llorado, y maldecido y había jurado que nunca mas volvería a caer, sus amigas la apoyaron y estuvieron con ella asintiendo solemnemente sabiendo que con seguridad, dentro de una semana máximo, se declararía enamorada… otra vez, igual estarían allí, para repetir todo el protocolo una vez mas cuando sucediera (por que sucedería), no podían evitarlo. Kagome sonrió a su amiga y deslizo sus manos por la caída verde botella de su vestido de cintura alta y falda drapeada al vuelo con corte tipo "A" que caía con gracia sobre su cuerpo y se arremolinaba, danzando a cada paso a sus pies, su cabello lo había peinado su madre levantándolo todo al final de la cabeza y dejando varios mechones al descuido, entrelazando diminutas trenzas con alfileres de delicadas flores diminutas en tonos vidrio crema y blanco y alfileres de hojas de vidrio también verde botella y un tono mas claro, distribuidas al descuido por sus cabellos, como si hubieran crecido de golpe allí, dando un efecto delicado mas no recargado, había optado por usar unas perlas cultivadas a juegos con una gargantilla que le había regalado su madre años atrás y de maquillaje solo había usado lápiz negro y brillo de labios, colocándose el chal sobre los hombros, hizo un repaso mental y decidió que no estaba tan mal.

Después de «finalmente» haber recibido su diploma, las fotos de rigor y la huida tradicional de Hojo que aun captaba el "no" interés , Kagome llevó a su familia a un hotel fuera de la ciudad hacia el Oeste, donde habían hoteles que ofrecían entre sus inhalaciones "aguas termales", decorados con una excelente calidad y buen gusto, había sonreído como una payasa desde que hiciera la reservación, y mientras manejaba hacia su destino, imaginando la expresión de aristocrático horror de Sesshomaru si supiera que en el futuro, ella entraba y salía de los balnearios del Oeste cada ves que quería; a esas alturas había olvidado a Inuyasha por completo y apenas llegaron se metió en las aguas termales decidida a disfrutar de esos tres días con su familia y nada ni nadie iba a arruinar ese momento, ella había echo malabares para cumplir con todo, por milagro, había logrado aprobar para graduarse, Kami sabía que con lo que faltaba a clases, a duras penas pasaba los exámenes, así que sus notas no fueron las mas brillantes en el ranking pero eso ya había dejado de importarle, solo quería sacar su diploma, regresar, recuperar la perla, estregársela a Inuyasha y volver a casa, «Inuyasha» ella había aprendido finalmente después de muchos dolores de cabezas e innecesarias amarguras que el Hannyo, no la amaría jamás como ella quería y merecía, finalmente tras aquella idea había recogido los trozos que habían quedado de su corazón, y los había empezado a soldar uno al otro, cada pieza con una barrera a prueba de "Inuyasha", hacía años que se había hartado de regar las plantas de Sengoku con sus lagrimas, de huir para no ver la verdad de las cosas infantilmente, ellos se pertenecían se había dicho al final y se había obligado a aceptarlo, a sonreír y a seguir con su vida como si nada, «solo faltaba recuperar la maldita joya y dejar todo atrás», los extrañaría claro, no pasas cuatro años de tu vida junto a un grupo de personas en todo momento, para no apreciarlas y extrañarlas cuando la hora del adiós llegue, pero ese era un puente que cruzaría en su momento, entonces ella tendría su vida sin joya maldita, sin un Hannyo temperamental, sin un lord Youkai bipolar, sin un monje pervertido, sin una Taijiya y hermana, sin un Shippo juguetón y sin muchos otros; la gente, humanos y youkai que la conocían, tendían a creer que ella era "súper mujer" que no se cansaba, que podía soportar "TODO" pues no, ella no podía soportarlo todo, esta búsqueda eterna estaba acabando con su vida, ya había cambiado sus expectativas de vida, para muestra sus pobres calificaciones que la obligarían a un par de años o mas perdidos en cursos, para llegar a un nivel "aceptable" para que alguna universidad de peso la admitiera, entonces ya tendría veintiún años, y estaría compitiendo con los jóvenes prodigios, acabados de salir de dieciocho; sinceramente, ya no sabía si debía intentarlo o entrar de lleno en el mundo de los negocios; dos años atrás, ella había regresado a sus hornos y a hacer pequeñas figuras de vidrio soplado de nuevo, su padre había sido un artista aceptable, aunque nunca lo había admitido, pues había dedicado su vida al servicio militar y no admitía su amor por el arte en publico, así que lo cultivó a través de ella, gracias a Kami, ella había adorado aquellas practicas, hasta que a sus ocho años la noticia de su muerte los había destrozado a todos, ella había abandonado el arte que amaba y para el que tenía talento, por completo, pero éste la había llamado con fuerza nuevamente y ella había respondido, incapaz de ignorar el llamado, la compulsión, había encendido los hornos una vez mas y había empezado a soplar fantasía, se habían vendido muy bien, su madre se había encargado de colocar su trabajo en una exhibición de una amiga suya y para su sorpresa su trabajo había gustado, así que el dinero no era problema, entre las monedas que recolectaba en el pasado y su trabajo como "artista del vidrio" si podía llamarse así, había dejado la estabilidad económica saldada, por ese lado estaba tranquila sentía que había llenado aceptablemente esa parte de sus responsabilidades como hija mayor.

— ¡Estas tranquila! — Comentó su madre rompiendo finalmente el agradable silencio en el que había estado observando a su hija, estaba orgullosa de ella, verla convertirse en la mujer que tenía en frente le daban la tranquilidad de haber echo un buen trabajo con ella, su hija no era una flor de invernadero que se marchitaría a la adversidad, no, ella era hermosa y delicada pero con una fuerza que se escondía muy bien entre el hermoso encaje que presentaba al mundo.

— ¡Estaba pensando, que tal ves sea lo mejor si me dedico de lleno al vidrio mama, tal vez pueda tomar clases de arte para mejorar, Kami sabe que aun me falta mucho, pero me gustaría algún día poder trabajar en cobre o bronce en mi vidrio, me gusta el tacto de los metales pero no se como trabajarlos, aunque las ideas abundan! — Dijo finalmente, ella quería tener el apoyo de su madre, así que allí en medio de las aguas termales bajo el follaje natural que hacia de sombrilla, era el momento ideal para soltarle la bomba a su madre, si iba a ponerse histérica aquel lugar era el mejor para hacerlo con elegancia y calmarse con "naturalidad".

— ¡Eres una mujer echa y derecha hija, se muy bien lo que tu misión te a costado, así que nosotros te apoyaremos en lo que elijas hacer! — Contestó su madre de inmediato, agarrando en el aire, la dirección de pensamientos de su hija mayor, sonrió era una chica inteligente, «No… era una mujer» se corrigió mentalmente mirándola, su hija la miró a su vez, sus ojos miel claros brillando con genuina alegría, de esa que tenía años sin ver en ella y se alegró de haber tomado la decisión correcta; a pesar de que ella quería a su hija profesional y con un "titulo" que la protegiera, pero sabía muy bien que sus posibilidades eran muy vagas ahora y ella había demostrado un gran talento, cuando Towa su difunto esposo la había sentado frente a él a soplar vidrio; la reacción de Mineko-san ante las ultimas piezas de Kagome había sido una grata sorpresa, la insistencia por mas de su trabajo, estaba plasmando en los varios mensajes que le habían llegado, desde que llegaron al balneario en todos preguntando cuando llegarían las nuevas piezas, ella lo haría bien, su camino había demostrado desde el principio, que sería diferente.

— ¡Gracias mama, significa mucho para mi tu aprobación! — Admitió Kagome sintiendo un peso liberarse de sus hombros. — ¡Quiero que hagas una miniatura para mi, quiero meterla dentro de una de mis piezas, Mineko-san a dicho que quiere convencerte para que vuelvas a publicar, y a mi me gustaría que lo intentaras mama, Sota y yo ya estamos grandes y no es justo que te guardes todas esas historias para ti sola, es criminal! — Dijo Kagome embarcada en el nuevo objetivo que le había estado rondando la mente.

— ¡Cariño, no he publicado nada desde la muerte de tu padre! — Dijo Naomi con tristeza, ella también había abandonado su arte, su musa había muerto con su esposo y nunca había intentado revivirla, ella había obtenido un titulo de literatura y un master en literatura del siglo XVIII, había sido una novelista entusiasta y había conocido a su esposo firmándole uno de sus libros, había caído rendida en brazos de aquel gallardo hombre y había publicado sus mejores obras con el a su lado; había sido inmensamente feliz, le había dado dos hermosos hijos y lo había perdido a él y al tercer hijo que esperaban, cuando la noticia fue mas fuerte que ella; no había vuelto a tocar papel y tinta con intenciones de tejer una historia desde entonces, sus ilustraciones habían sido guardadas y las pequeñas minutarías que hacía de sus personajes y de algún lugar de sus libros, estaban ahora en la oscuridad de alguna caja en el desván, abandonadas y polvorientas junto a sus sueños rotos por la tragedia.

— ¡Oh vamos mama!, ¿A quien engañas?, ¡todavía tienes lectores, todavía veo correo con tu pseudónimo llegar, y lo que es mas, aun venden tus libros, escribe de nuevo, si no!... ¿Quien va a escribir mi historia?... sería un honor para mi, que fueras tu quien contara "las locas aventuras de una viajera en el tiempo" — Dijo Kagome con toda intención, vio los ojos oscuros de su madre encenderse con una chispa de interés «¡Te tengo!» pensó encantada, conocía ese brillo soñador en los ojos de su madre, ella solía tenerlo cuando su editora acampaba en su salón como un kami vengativo para hacer que su madre terminara algún libro cuando era una niña.

— ¡Lo pensare! — Dijo finalmente, la idea de escribir la historia de su hija era atractiva, podía ver la historia desplegándose frente a ella, casi podía escuchar a Towa con su seductora voz decir: «¡Nao chica has vuelto!» siempre decía eso cuando empezaba a escribir sobre cualquier superficie, en medio de alguna cena intima y su musa le arrojaba inspiración fustigándola para crear la escena; sintió sus labios curvarse en una sonrisa melancólica, tal vez, podría revivir a su musa y con un poco de suerte, una parte de él con ella.

La tarde siguiente cuando a penas venía cayendo la noche y el cielo empezaba a teñirse de rojo para dar paso al manto oscuro, se unieron a ellos los Fujimiya, la familia del templo amigo con quienes Kagome también había entrenado Hiromi la hija de la familia tenía quince años y estaba entrenado para ser la próxima sacerdotisa del templo de su familia, a pesar de la diferencia de tres años ambas habían echo amistad de inmediato, ella tenía dos hermanos mayores uno de la edad de Kagome y otro cuatro años mayor que ambos.

— ¡Bueno hija quería que estuvieras aquí esta noche por que queremos darte unas cosas, Hitomi-sama encontró alguna información en su templo referente a ti! — Explicó su abuelo con seriedad, los Fujimiya estaban al tanto de quien y que era ella, al igual que siete templos mas, era un secreto entre las siete familias que habían llevado por siglos y luego de aquella época lo llevarían con ellos a la tumba.

— ¡Bien mi lady Kagome! — Dijo la anciana miko con su voz rasposa por los años mirándola con sus penetrantes ojos negros surcado en arrugas. — ¡Sabe muy bien que no puedo decirle todo, las consecuencias serian catastróficas! — Explico excusándose mirándola con un deje de frustración claro a su edad.

— ¡Hitomi-sama, no se mortifique, se que no puede decirme todo, pero con lo que me diga, puede que me ayude a finalizar esto de una vez! — Contesto Kagome con calma, no quería ver a la anciana preocupándose mas, de todos modos no valía la pena, ya el pasado había pasado, y dijera lo que dijera era obvio ya que nada cambiaria; la mujer la miró atentamente y sus arrugas se hicieron más evidentes por un momento antes de sonreírle, había tomado una decisión.

— ¡Bien entonces, lo primero que debo decirle mi querida muchacha, es "no confié" no se confié pues no todos son puros como usted, no todos querrán dejarla ir en paz, nunca se confíe, pues el único la ayudará es quien menos se lo espera!, ¡El honor es una cosa compleja en un hombre, mi lady pero el amor es mas complejo aun, recuérdelo! — Dijo la anciana con cansancio evidente. — ¡Lamentablemente grandes pruebas le aguardan, grandes y terribles si… terribles y que lamentablemente no podemos evitarle, pero usted tendrá que someterse a cada una y salir vencedora, en nuestro templo usted dejó una cosa, bajo la orden estricta de entregárselo esta noche… Toshio! — Ladró la anciana con fuerza y de repente haciendos saltar a todos por la abrupta rudeza.

— ¡Si abuela ahora mismo! — Dijo el nieto mayor, lanzándole una mirada significativa a su padre, tras la silenciosa conversación ambos hombres salieron de la habitación.

— ¿Una cosa? — Preguntó Kagome desconcertada, tragándose la extraña sensación de haber dejado algo en el pasado con instrucciones para si misma, miró a su madre que le devolvía la mirada preocupada y sonrió tratando de calmarla, aunque dentro de si misma, donde nadie podía escucharla estaba gimiendo aterrada por lo que el futuro le traería... bueno en su caso especial "el pasado".

— ¡Se dice, según el diario de la sacerdotisa del templo de aquellos días, que la Shikon no miko llevó un cofre con ella hasta el templo de los Fujimiya y pidió que se guardara bajo custodia absoluta su contenido, hasta este año, y que debíamos buscar este mismo año a la hija mayor del clan Higurachi y entregarle en esta fecha su contenido; fue una sorpresa para nosotros cuando con los años, ambas familias hicieron amistad y aun mas cuando usted misma vino hasta nuestro templo a completar parte de sus estudios como sacerdotisa, lo demás ya lo sabe! — Explico Katsumi la actual sacerdotisa, la nuera del clan Fujimiya y madre de Hiromi; para entonces, su esposo y su hijo mayor ya habían regresado, entre ambos acarreaban un enorme y pesado cofre. Sentada Kagome habría entrado en el con facilidad, estaba envuelto en lino rustico grueso, rígido y obviamente amarillento y envejecido, los dos hombres cargaron el cofre resoplando y lo colocaron justo frente a Kagome con sumo cuidado antes de hacer una venia respetuosa a la gran miko y volver silenciosamente sobre sus pasos y sentarse junto a la anciana matriarca.

— ¡Entonces dejé fechas exactas!… ¡ya veo! — Dijo Kagome tragándose la preocupación, ella había cronometrado aquello sumo cuidado como un reloj, había confiado en otro clan, por que, ella no habría confiado esto a nadie fuera de la familia, « ¡Familia! » El pensamiento llego claro como su vidrio y se disperso como una burbuja en sus hornos — ¡Estamos emparentados en algún nivel! —Dijo de golpe no era una pregunta y todos lo entendieron así, era la simple declaración de un echo, la anciana la miro y sonrió asintiendo.

— ¡Ustedes siguen siendo la rama principal mi lady, nosotros somos de la tercera rama de la familia, ya no hay nexos consanguíneos reales entre nosotros, pero si… en algún nivel somos familia, mas no puedo decirle nada sobre eso tampoco! — Explico la anciana; tras ella Hiromi sonrió encantada con la idea del parentesco con ella, y sus hermanos la miraron como siempre con profunda solemnidad.

— ¡Puedo aceptar eso, no me veía a mi misma dejando algo así en otras manos que no fueran parte de la familia! — Explico Kagome un tanto apenada.

— ¡Bien muchacha, abre eso a ver que dejaste! — Dijo su abuelito muerto de curiosidad mirando con toda intención el cofre cubierto como una momia.

— ¡Bien! — Contestó la aludida sonriendo, y extendió sus manos con calma y con paciencia absoluta, empezó a luchar con los nudos rígidos de lino que habían sido almidonado en exceso; después de luchar con un nudo particularmente duro por unos minutos, la tela empezó a caer capa por capa, hasta dejar al descubierto la oscura, lisa y brillante madera, que nada tenía que envidiarle a los trabajos de ebanistería profesionales de la época actual, la laca en este trabajo era simplemente perfecta, brillante y de pigmentación ricamente oscura, estaba tan embelezada con la belleza de la reluciente superficie, que le tomó un momento notar la serie de símbolos que parecían estar pintados con fluida caligrafía sobre la patina, con una tinta igual negra pero con un brillo metálico y descubrió que no los conocía todos los símbolos, la duda entró en ella, ¿De verdad podría ella haber dejado este cofre para si misma?. — ¡Runas! — Exclamo perpleja recuperando la voz finalmente, durante su entrenamiento con la familia Fujimiya, Kagome había sido introducida al mundo de las runas, si bien aun no las manejaba por completo, conocía ahora un poco de sus significados.

— ¡Nosotros las aprendimos en nuestra curiosidad por saber que eran esos símbolos! — Dijo la anciana.

— ¡Pero el cofre estaba cubierto! — Señalo Kagome confundida por la explicación de la anciana.

— ¡No siempre fue así, vera fue cubierto años después de que usted lo dejara en nuestro cuidado, cuando entraron a nuestro templo a robarnos y trataron de cargar con el mi lady, el cofre purifico hasta los huesos a la banda de ladrones que ya había saqueado a todos, apenas uno de ellos puso sus manos sobre el! — Explico la anciana con temor reverente. — ¡Sabíamos que usted no dejaría nada peligroso a nuestro cuidado sin decírnoslo, así que asumimos que el cofre estaba "protegido" y los ladrones que atacaron a mi familia entonces, eran extremadamente impuros y por ende, fueron purificados! — Concluyo la anciana, el silencio dentro del salón era cortante; lo que antes era un hermoso trabajo de ebanistería para Kagome se presentaba hora con un matiz mas oscuro y peligroso, una vez mas se pregunto si podría ella haber dejado aquel cofre para si misma.

— ¿Eran youkai? — Pregunto su abuelo pronunciando sus palabras con extrema lentitud, como hacia cuando sospechaba algo, Kagome lo miro desconcertada.

— ¡Usted siempre perspicaz Hioshi-san! — Dijo La anciana con una seca carcajada. — ¡No, eran completamente humanos! — Explicó ella dejando a Kagome estática, que aparto sus manos de golpe lejos del cofre que aun no había tocado realmente, mirándolo ahora como un objeto amenazante.

— ¿Cómo es posible, que les haya dañado si eran humanos entonces, eran como la banda de los siete? — Preguntó Kagome perpleja y en su fuero interno reacia a tocar el cofre, mirando el "aparentemente" inofensivo objeto brillar tentadora y exquisitamente a lo largo y ancho de la esmerada laca que cubría la madera invitando a deslizar las manos por el.

— ¡Nadie lo sabe mi lady, todos en mi familia pueden tocar el cofre siempre y cuando no lo codicien, si alguno empieza a desearlo para si mismo, simplemente una barrera le impide el paso aunque solo a pasado una vez y entonces era un familiar político, pero con esos ladrones no, ellos fueron purificados como dije, hasta que solo quedaron sus huesos; para evitar pasar por ello, mi familia decidió entonces tapar el cofre y se colocaron varias capas de lino sin almidonar y luego otras almidonadas para evitar que pudiera verse el cofre, no conformes con eso, se hizo en extremo secreto un nicho en nuestro templo y se oculto allí, dentro de una cámara de metal y piedra llevo años terminarlo, de donde solo salio para reforzar el escondite y asegurar su buen estado! — Explico la anciana.

— ¡Ya le estas dando largas muchacha, abre ese cofre y veamos que dejaste! — Ordenó el abuelo zanjando la cuestión, Kagome lo miró dudosa, antes de armarse de valor y tocar la tapa del cofre buscando la depresión que debía estar al frente para abrirlo; par su asombro y el de todos, los símbolos escritos sobre la patina negra, empezaron a brillar hasta trasformarse en símbolos dorados como el oro y a moverse por la pulida superficie arremolinándose, primero con suavidad y luego con fuerza y zumbando de energía, Kagome quería despegar las manos del cofre que de repente se había vuelto caliente, pero simplemente no podía, sus mano parecían adheridas a la madera como si fueran parte de la laca, por un momento pensó que estaba quemándose las manos, entonces la energía espiritual dentro de ella salto a la vida tratando de protegerla y se envolvió en un bucle sin fin con la del cofre, entonces como reconociéndose una a la otra, el calor ceso y la energía se disperso y con ella, los símbolos sobre el cofre se hundieron en la patina hasta distribuirse por la superficie del cofre en un fluido y eterno trazo dorado, como si los símbolos fuesen incrustaciones de oro puro; Kagome sintió su cuerpo cargado de energía nerviosa, como si hubiese tomado varios capuchinos juntos y muy deprisa o comido chocolate en exceso; Kagome miró a los presentes pero no vio ninguno de en ellos perturbación alguna, solo ella lo había sentido entonces, no parecían percibir lo que ella había sentido se encogió de hombros y empezó a buscar la depresión para encajar los dedos sin encontrarla, finalmente su mirada artística estudio entonces los finos detalles del cofre que antes había ignorado, allí bajo la laca brillante, habían unas delicadas líneas en trazos fluidos, tan gruesas como un hilo plateado, las líneas se deslizaban a lo largo de la patina haciendo arabescos, mas hacia las esquinas, formaban líneas suaves entrelazadas dando forma a elaborados nudos en la madera, notó entonces que allí la patina tenía también una delgadísima casi inexistente hendidura, sin detenerse a pensar, tomo una de las delgadas pinzas de su cabello y abriéndola dejó la fina lengüeta de metal libre y la metió en la hendidura, sintió algo ceder dentro del cofre como un mecanismo y se escucho un ligero sonido apagado como de vacío, repitió la acción tres veces mas, logrando que el sonido se intensificara hasta sonar como un disparo de aire comprimido al final; la tapa se abrió con el característico sonido de vació que hacen los frascos de vidrio al abrirse la primera vez, dentro de la habitación no se escuchaban ni a los grillos, finalmente Kagome levantó la tapa y se quedo con la boca abierta mirando su contenido: "monedas", el cofre estaba hasta la mitad de ellas, sobre estas dos rollos de pergamino, un cofre del tamaño de un joyero echo de madera de cerezos con conchas incrustadas formando flores de Sakura diminutas extendidas por el cofre cual si fuera un árbol en flor miniatura repujado delicadamente en la madera y un saco de cuero que debía tener dentro un par de kilos de lo que fuera y un cuchillo muy ornamentado lleno de joyas, Kagome tomó el cuchillo instintivamente y la energía de este, salto de inmediato reconociendo la suya, regocijadote con el encuentro.

— ¿Y bien? — Pregunto el abuelo mirándola con severa atención, al igual que el resto de su familia, los Fujimiya la miraban con reverente perplejidad.

— ¡Es mío, es mi energía seguro, un poco diferente pero fui yo! —Contesto Kagome dejando el cuchillo de lado y tomando los rollos de pergamino, vio que uno de ellos estaba sellado y dirigido a "Sesshomaru", sin títulos ni nada solo su nombre. — ¡Leeré esto a ver que me deje dicho! — Dijo con deje de sarcasmo abriendo el royo notando como un pedazo mas pequeño se quedaba enrollado pegado al pergamino grande sin notarse, por un segundo, sintió en impulso de sacar el pergamino extra y colocarlo a un lado, pero algo le dijo que no debía hacer eso

Para: Kagome Higurashi, de Tokio del año 2010.

De: Kagome en el pasado.

Para el momento en que estés leyendo esta carta, ya Naraku y sus acólitos habrán muerto, no voy a decirte que va a pasar ya lo averiguaras de primera mano, pero esto tienes que saberlo, serás tu y solo tu quien disponga de todo lo necesario para poder matar al Hannyo de una vez y para siempre, alguien mas te ayudara a dar el golpe de gracia, honor cedido de buena gana por ti; una prueba te aguarda y esto tienes que lograrlo por ti misma, se lo que debes de haber pensado apenas viste el cuchillo, tendrás que usarlo, llego a mi de la misma forma que llegara a ti, en su momento lo dejaras ir, volverá a ti en su momento, no estas cambiando absolutamente nada, tiene su propósito y créeme lo necesitaras, voy a decirte unas cuantas cosas: primero "no confíes", la vida es una maldita hija de puta, que espera un mínimo error estúpido para destruirte con saña, nuestro primer error, fue no darle la espalda al estúpido gato gordo y alejarnos rápidamente el maldito pozo dejándolo pudrirse allí por tonto, el segundo error, es uno que no puedo decírtelo por que es condenadamente necesario e ineludible, pero en esencia fue simplemente "confiar", el tercero fue desconfiar de quien debimos creer en primer lugar, por que desde el principio debimos aliarnos a "esa persona"; entrégale a Sesshomaru su Hanko lo has tenido por mucho tiempo, y te aviso aunque no quieras, tendrás que cobrar esa deuda, aclárale, "dile" que estas "obligada" a pedirle ayuda, no por su deuda con nosotras; el maldito hombre siempre tuvo razón, dile esto a Sesshomaru dile que "siempre tuvo razón un colmillo romo duele mas, y que de sacrificios esta tachonado el camino al infierno, y la magia del dragón es crear "la llave", díselo después de matar a Naraku cuando regreses al Oeste a ayudarles, y dale lo que le pertenece, él lo entenderá, al final lo entenderá, entrégale el pergamino y el cofre una vez estés realmente a salvo cuando abras los ojos y veas de verdad, usa el dinero, llévate una parte y dale el resto a la familia, que lo pongan a buen resguardo, mamá tiene una cuenta de seguridad de papá, ese es un buen lugar, el saco es para la familia Fujimiya en agradecimiento junto con nuestra protección, su clan prosperara y los hijos llegaran en abundancia siempre, esa es nuestra protección al igual que para nuestra familia!. ¡Nunca mas será lo mismo Kagome entiende esto, así que mira el mundo a tu alrededor, obsérvalo bien y guárdalo en tus recuerdos con detalle, pues tu "nunca" volverás a verlo de la misma forma de nuevo, cuando regreses al pasado, sellaras el pozo hasta que todo termine, tu tienes mucho que proteger, tu familia del pasado nos tendrá a nostras allá, la del futuro debe quedar segura a toda costa, una cosa mas, eres fuerte mas de lo que te das crédito, no dejes que ninguna persona o "cosa" te haga creer lo contrario, eres tu propia persona, pero eso ya lo sabes ¿no?, un alma no puede vivir en un mismo plano separadas por mucho tiempo, muere una u otra, solo hay una forma y no es el caso de Kikyo, ella esta bien muerta ya cruzó y el cosmos lo sabe muy bien, no hay forma para que ella regrese ni aun con la perla , no te engañes, suerte la necesitaras.

Atte: Kagome Higurashi

PD: asegúrate de patearles BIEN el culo, a todos los malditos que te hicieron daño, recuerda: una cosa es ser tolerante y otra masoquista y estupida, no seas ninguna de las dos.

Kagome miró a sus acompañantes perplejos, demasiado distraídos para ver el disimulado movimiento de sus manos enrollar y guardar el pergamino automáticamente lejos de sus ojos curiosos.

— ¿Eso quiere decir que no regresaras hasta que termine todo? —Pregunto Naomi sin poder ocultar su angustia.

— ¡Hitomi-sama aquí tiene, esto es suyo! — Dijo Kagome colocando el saco frente a la anciana que lo miraba perpleja; pesaba, había usado todas sus fuerzas para levantarlo y sabía que eran varios kilos, cerró los ojos un momento ordenando sus emociones, sabía que ese día llegaría, el ultimo sacrificio por sus estupideces, aparentemente un paso mas a su infierno personal si la nota no erraba. — ¡Si mama, ya sabíamos que tendría que viajar más lejos con los chicos para buscar el resto de la joya, aunque no había pensado en sellar el pozo, Naraku se ha vuelto más rastrero, es cuestión de tiempo en que intente atravesarlo, a demás el sello es solo hasta que acabe con el, entonces podré regresar! — Dijo Kagome animándose a si misma con sus palabras.

— ¡Bien entonces regresemos, hay cosas que hacer si vas a irte por tiempo indefinido! — Sentencio su madre con calma aparente levantándose junto a su abuelo y despidiéndose de los Fujimilla; Toshio, su hermano y Sota ayudaron a Naomi a llevar el cofre al auto.

— ¡Siento mucho no poder quedarme mas tiempo Hiromi-chan! — Se disculpo Kagome apenada, ella había contado con estar los tres días completos, pero nuevamente su misión le arruinaba los planes.

— ¡Esta bien Kagome-sama, otra vez será! — Contestó la joven dedicándole una dulce sonrisa que ella devolvió con creces. Kagome se levantó y con una reverencia a los Fujimiya mayores se retiró de la habitación.

— ¡Madre..! — Murmuro la mujer mayor con preocupación mirando a la anciana dudosa.

— ¡Silencio Katsumi, es así como debe ser, Lady Kagome debe superar sus pruebas y decir mas arruinarían eso para ella, lo único que podemos hacer, es rezar a los Kami para que la ayuden y la guíen, si ella falla, nuestro mundo no será mas hay mucho mas en riesgo, calla! — Dijo la anciana con severidad, su corazón se retorcía de pena pero no podía decir nada mas, ella llevaría el resto con ella hasta que el pozo estuviera sellado y que Kami la perdonara; su familia y ella estaban atadas a una promesa, la shikon no miko los había bendecido y había dejado algo para ellos a cambio, ahora menos podía traicionarla, ellos menos que nadie traicionarían a la gran sacerdotisa jamás.

El viaje de regreso se hizo en estricto silencio, cada uno dándole vueltas a las palabras amargas de la Kagome del pasado, había allí entre sus palabras ese borde de amargura que no dejaba a la Kagome actual en paz, miró a su madre por el retrovisor y volvió a poner la vista en la carretera, no dejaría que el remordimiento de conciencia fuera mas fuerte que ella, se dijo manteniendo la mascara de calma en su sitio, sentía que el pedazo de pergamino en el pantalón, ese que había estado doblado dentro del que había leído y que algo le había advertido que no leyera frente a todos, le quemaba en el bolsillo y la conciencia. Cuando finalmente llagaron a casa Kagome estaba agotada espiritualmente, de esa forma no habría sido sorprendida con facilidad.

— ¿Dónde demonios has estado mujer? — Rugió Inuyasha furioso apenas Kagome bajó del auto, su forma se lanzo prácticamente sobre ella acorralándola contra el auto. — ¡Vine por ti hace un día!, ¿Donde estabas? — Dijo rudamente agarrándola de un brazo con fuerza haciéndole daño en el proceso, Naomi vio aquella acción con alarma al igual que su abuelo, Sota con claro desagrado y Kagome estaba echa una furia.

— ¡Suéltame, me haces daño! — Dijo Kagome soltándose de su agarre y quitándoselo de encima con un seco empujón. — ¡Dije que estaría aquí estos días y que regresaría pasado mañana!, ¿cual es tu problema? — Le espeto Kagome furiosa.

— ¡Te fuiste sin permiso, y te tardaste mas de la cuenta! — Grito en su rostro salpicándola de saliva en el proceso, por un instante Kagome creyó ver sus ojos teñidos de rojo, pero estaba normales, y molestos.

— ¡Primero que nada, yo no necesito ni "TU" permiso, ni el de "NADIE", para ir donde me plazca y segundo me tome la cantidad de días que dije que me iba a tomar, no tenías por que venir a buscarme y lo sabes! — Contesto ella secamente reprimiendo los deseos que tenía de darle una descarga de reiki lo suficientemente fuerte como para desmayarlo, lamentablemente su madre le había echo jurar que no le mostraría a nadie, que sabía manejar sus poderes, a menos que fuera para salvar su vida, Inuyasha encabezaba la lista de personas que no le diría nada, pues el había cambiado mucho desde el regreso de la "muerte" de Kikyo, ya le había entregado antes la pieza de la perla que ellos habían recolectado con sacrificio, ella ni siquiera le había dicho que tenía mas piezas de las que él creía, menos le diría lo de su entrenamiento.

— ¡Yo soy tu alfa me lo debes, tienes que recolecta la joya que tu rompiste para así yo tener mi deseo! — Dijo Inuyasha secamente con la mandíbula encajada.

— ¡No eres mi alfa, soy humana no youkai, no respondo a esas leyes y siempre lo has sabido, y no te debo nada, yo NO te selle en el árbol te libere de el! — Contesto ella luchando por mantener el reiki bajo control. « ¡No hagas que me arrepienta de haber sacado la flecha Inuyasha por que ese día, mi juramento de permanecer a tu lado estará roto y nada me obligara a seguir a tu lado y a defenderte!» pensaba pensando en el pergamino en su bolsillo.

— ¡No te atrevas a meter a Kikyo en esto perra! — Rugió furioso.

— ¡Abajo!, primero no soy una perra y segundo, ¿Cuándo nombre yo a Kikyo? — Dijo secamente viendo al Hannyo estrellarse contra el suelo. — ¡Vuelve al Sengoku Inuyasha, mañana en la noche regresare hay cosas que debo comprar aun para nuestro viaje! — Dijo calmándose un poco.

— ¡No vuelvas a hacer eso mujer! — Masculló indignado levantándose del suelo estrellado, mirándola con furia.

— ¡No vuelvas jamás en tu vida a llamarme "perra", "moza" o lo que sea y yo dejare de sen-tar-te. — Dijo ella secamente.

— ¡Volverás conmigo ahora! — Dijo Inuyasha tercamente.

— ¡Dije que voy a volver mañana en la noche, tengo cosas que faltan por comprar, por ejemplo "comida" así que métete esto en la cabeza, regreso "mañana-en-la-noche" — Dijo Kagome empezando a molestarse de nuevo.

— ¡Me iré con los demás y te dejare atrás! — amenazo Inuyasha.

— ¡Hazlo, ya te quiero ver buscando los fragmentos!… ¡Ah cierto no los puedes ver, hasta mañana Inuyasha! — Disparo Kagome casi con aburrimiento.

— ¡Le diré a Kikyo que se una a nuestro grupo y te quitare los fragmentos que tienes y se los daré a ella! — Dijo Inuyasha.

— ¡Ve y búscala y hazlo, quiero ver a Sango y a los otros conviviendo con Kikyo, y claro es también una forma mas rápida de que Naraku gane la perla mas rápido y nos mate a todos! — Rebatió Kagome genuinamente molesta, recordando que gracias a Kikyo, Naraku había tenido ventaja por un tiempo, ahora Inuyasha no sabía que Naraku ya ni tenía ninguna ventaja.

— ¡Ella es mil veces mejor que tu! — Soltó Inuyasha de golpe aparentemente incapaz de decirle algo coherente.

— ¡Si ya claro, por eso Narakau los engaño tan fácilmente a ambos y la mato en el proceso! ¿No?, ¡hasta mañana Inuyasha! — Dijo Kagome molesta, lo suficientemente molesta como para llenar el lugar de un aura oscura que prometía al hannyo dolor sin límites, Inuyasha la miro exasperado con deseos de hacerle tragar esas palabras que lo llenaban de ira aunque fueran ciertas; era obvio ahora que no podría convencerla de acompañarlo, «Bueno Kikyo se encargara de todo entonces», Se dijo volviéndose sin decir nada y corriendo hacia la caseta el pozo, «Si lograba lo que esperaba con Kikyo, no tendría que lidiar mas con Kagome» se dijo antes de lanzarse al pozo.

— ¡Cada día esta peor hija, esta mas errático que antes! — Dijo Naomi preocupada.

— ¡Esta frustrado por que esto se ha tomado mas tiempo de lo que esperábamos mama, es todo, Sota vamos a sacar las cosas del auto, necesito ir a comprar provisiones!. — Dijo Kagome restándole importancia, en el fondo sabía que su mama tenía razón, pero nada ganaría con mortificar a su madre con sus preocupaciones. No ella resolvería ese asunto cuando regresara. Era obvio que necesitaba aclarar algunos puntos con su buen amigo con orejas de perro, por ejemplo el concepto de "respeto" entre compañeros de batalla, si no funcionaba por las buenas, funcionaria a sentadas pero funcionaria.

Owari…

N.A: Agradecería mucho que se tomaran el tiempo en dejar un review con su opinión, pensando en el tiempo que me he tomado en tejer esta historia que comparto con ustedes.

Atte.

Gracias