Nombre del fic: El Legado de los Merodeadores

Nombre original: The Marauder Legacy

Autora: FullMoonDreams

Traductora: Lilu's Michiefs

Fandom: Harry Potter

Pareja: Remus/Sirius

Resumen: ¿Qué sucedería si a los merodeadores se les ocurriera dejar sus retratos en Hogwarts? La peor pesadilla de cualquier profesor y el deleite de los bromistas... pero, ¿realmente planificaron bien esta broma?

Advertencias: Slash, un poco de lenguaje obsceno.

Disclaimer: No me pertenece nada que reconozcas. Todo le pertenece a J.K Rowling.


Nota de la Traductora: Aquí está la continuación del Oráculo de Gryffindor, contará de 10 capítulos y espero que disfrutes cada uno de ellos :)

Nota de la Autora: Esta es una secuela suelta para el Oráculo de Gryffindor, pero puede leerse sin necesidad de leer el otro. Estará publicado en mi LJ (fullmoon(guión bajo)dreams) y quizá también en blacklupin(punto)org. Probablemente no sea tan extensa, pero un par de personas han estado preguntando por ella, así que pensé que al menos debería publicar el primer capítulo.


Primer Capítulo


—¡Oye, Cornamenta! ¿Estás despierto? —llamó Sirius Black a través del dormitorio de Gryffindor, sacando su cabeza de entre las cortinas de la cama en un lejos de ser susurro.

James "Cornamenta" Potter apenas dio un gruñido antes de darse la vuelta, entre sueños.

Sirius frunció el ceño y buscó su varita. Maldijo en voz baja cuando se dio cuenta de que estaba en su mesita de noche, al otro lado de la habitación. Como estaba muy cómodo y tenía demasiada pereza para salir de cama y tomar su varita, cogió la cosa más cerca que tenía a mano, la cual resultó ser una de las pantuflas de Remus, y se la tiró a James.

—¿Qué demonios...? —murmuró James aún dormido, sentándose y mirando el misil que lo había despertado y luego dirigiendo su mirada al cabrón que se había atrevido a despertarlo a la hora inaceptable de las tres y media de la mañana.

—¿Estás despierto? —preguntó de nuevo Sirius.

—¡Ahora sí, maldito cabrón! —contestó James—. ¿Qué es lo que necesitas que no puedes esperar a que amanezca?

—Necesito tu ayuda —dijo Sirius.

—¿A las tres de la mañana?

—No, no ahora mismo. Mañana.

—Mañana es sábado —señaló James—. Nada puede ser tan jodidamente urgente que no pueda esperar a que amanezca.

—Duermo hasta tarde los sábados —le recordó Sirius.

James le dio una mirada que le hizo entender que no habría posibilidad de que eso sucediera éste particular sábado, y que el Sr. Sirius Black fue muy grosero al despertarlo.

—Ve a dormir, Canuto —murmuró James, acostándose nuevamente, decidido a dormir un par de horas más.

—Cornamenta —gimoteó Sirius—, necesito tu ayuda con la número veinticuatro.

James gruñó y recordó los deberes de la semana pasada. El número veinticuatro no le recordaba nada, ya que la mayoría habían sido una variedad de ensayos, y la única que tenía preguntas numeradas era la de Astronomía, y sólo tenía veinte.

—¡Cornamenta! —siseó Sirius—. Tienes que ayudarnos.

—¿...nos? —preguntó James—. ¿Quién es nos?

—Lunático y yo, claramente —contestó Sirius—. Estamos teniendo problemas con la número veinticuatro.

—¿De qué tontería estás hablando? —preguntó James con un gran suspiro. Sabía que no podría volver a dormir si Sirius continuaba comportándose así.

—¡De la número veinticuatro de nuestra lista!

—¿Qué maldita lista? —explotó James. Estaba demasiado cansado para lidiar con este tipo de tontería, especialmente en medio de la noche.

¡La lista! —respondió Sirius—. La lista que tuviste en la versión visual.

James soltó un chillido muy parecido al sonido que Colagusano haría en su forma de animago.

—¿Me estás jodiendo? —gruñó James, agitando peligrosamente la pantufla de Remus—. ¿Me estás pidiendo que te ayude a que te folles a tu jodido novio?

—En realidad, prefiero llamarlo "hacer el amor" —contestó Sirius con un altivo resoplido, desafortunadamente el efecto que buscaba fue arruinado por la lasciva mirada que estaba en su rostro.

—Me importa un carajo como lo llames —murmuró James—. Sea cual sea el problema que tengan, te puedo prometer que no les ayudaré. Incluso si no sabes qué es que o dónde es que va, puedo asegurarte que tu novio si lo sabe. ¡He visto, completamente, cada horroroso detalle!

Sirius rodó los ojos ante las quejas de James; después de todo, ya las había escuchado antes. De hecho, James era conocido por lloriquear por las "visiones" que tuvo de Remus y Sirius en varios estados de desnudez, en varios lugares de la escuela y muy repetidamente, cada vez que quería algo de Remus.

Había sido una sencilla y pequeña broma, planeada por Remus, y ejecutada por él y la sorpresivamente traviesa Lily Evans. Remus tuvo la intención de que James tuviera visiones creadas del futuro y que creyera que era un vidente. Lo que no tuvo en cuenta fue que tenía sangre de vidente en su familia, lo que ocasionó que los propios pensamientos de su subconsciente fueran vistos por James.

Que los pensamientos subconscientes de Remus se centraran en Sirius, había avergonzado al chico de cabellos castaños, desencadenado los sentimientos del igualmente enamorado Sirius, y traumatizado de por vida a James.

Cuando James dejó de lloriquear, Sirius le explicó que ese no era el tipo de ayuda que quería.

—La número veinticuatro es la oficina de Filch —explicó pacientemente—, pero no podemos encontrar como entrar sin que su jodida gata nos atrape.

—¿La oficina de Filch? —repitió James, negando con la cabeza tratando de limpiar sus pensamientos de la visión de sus dos amigos contra los gabinetes haciendo el uno al otro lo que no tenía deseo de ver.

—Mañana es fin de semana en Hogsmeade —le recordó Sirius—. Filch estará revisando que nadie haya traído cosas que no debería media hora después de que todos regresen. Necesito que tú y Peter lo distraigan, y también a la Sra. Norris, mientras Remus y yo... ya sabes.

—¿Distraerlo como? —preguntó James.

—Eres un merodeador —bufó Sirius—. Se te ocurrirá algo. Peter podría distraerla haciendo que lo persiga por la escuela.

—La Sra. Norris no persigue a muchachos por la escuela —señaló James.

—Lo hará si es una rata —respondió Sirius con una sonrisa.

Bajo circunstancias normales, James no habría considerado aquella sugerencia. Sin embargo, Sirius sabía que Peter no estaba en buenos términos con James Potter actualmente. Peter había activado las visiones, después de que Sirius le comentase como se hacía. Sabía que James se moría de ganas de pagarle con la misma moneda, por ello parecía estar considerando la sugerencia de Sirius.

—Si acepto, ¿te callarás y me dejarás volver a dormir? —preguntó James, soltando un suspiro en resignación.

Sirius lloriqueó fingidamente.

—¿No te gusta mi compañía?

—No, en las jodidas horas de la madrugada, no —respondió James, tirándole la pantufla de Remus con la fuerza que usaba para tirar la quaffle.

Sirius se inclinó a un lado para esquivar la pantufla y se cayó de la cama, jalando las cortinas con él. Aterrizó con un ruidoso golpe y aún más insultos ruidosos. El ruido fue lo suficiente fuerte para despertar a Peter, al otro lado de la habitación, quién se sentó y vio el desorden.

—Canuto, Lunático y tú tuvieron todas las vacaciones de navidad para hacer cualquier cosa pervertida cuando no estábamos aquí. O se ponen a hacerlas en otro lugar, o las hacen en silencio.

—No estamos haciendo nada —murmuró Sirius, sacándose las cortinas de encima y sentándose al borde de la cama—. Ni siquiera hemos hecho algo por si deseas saberlo. Está en esos días del mes —añadió el último comentario en un susurro confidente en voz alta, señalando con su cabeza hacia donde, según él, estaba Remus dormido.

Se dio cuenta que su suposición sobre el estado de Remus era equivocada cuando una fuerte patada del joven hombre lobo lo mandó volando al suelo una vez más.

—¿Estás despierto? —preguntó Sirius, frotándose su codo y poniéndose de pie nuevamente.

—Sirius, estás haciendo más ruido que una manada en estampida de hipogrifos. ¿Realmente creíste que seguiría durmiendo con tanto escándalo?

—Entonces, ¿qué tan despierto estás? —preguntó pícaramente mientras subía de nuevo a la cama.

—¡Canuto! ¡Cortinas! —chilló James con una mano sobre sus ojos, intentando cobijarse en su cama una vez más.

Remus se sentó y miró el reloj de su mesa de noche. Estaba claro que no iba a poder dormir pronto.

—Creo que me daré una ducha en el baño de prefectos —anunció—. ¿Me puedes prestar tu capa, James?

James gruñó algo como un sí y Remus sacó la capa de invisibilidad de su baúl.

Puso la capa sobre sus hombros y se volvió a Sirius.

—¿Vienes? —preguntó.

—¿En serio? —preguntó Sirius—. ¿Me dejarás entrar al santuario sagrado de los prefectos de Hogwarts?

—Es la número treinta de la lista —dijo Remus—. No habrás pensado que haría esa sin ti, ¿verdad?

Sirius sonrió y se apresuró hacia la puerta.

—Nos vemos más tarde, Cornamenta, Colagusano —dijo uniéndose a Remus debajo de la capa.

—Más te vale que "más tarde" signifique en la mañana —advirtió James.

Sirius rió y junto a Remus, salió del dormitorio.

-o-xXx-o-

—Una semana de detenciones —se quejó Sirius, echándose en un sofá de la sala común—. Se suponía que debías evitar que Filch entrara en la oficina, no que regresaras con él.

James, quien tenía su propia semana de detenciones, no simpatizaba con él en lo más mínimo. De hecho, se estaba sintiendo un tanto enfermo de haber visto una de sus "visiones" hecha realidad hace una hora.

—No fue culpa de Cornamenta —interrumpió Peter—. Fue ese retrato de Armando el Amoroso.

—Creí que era un aliado de los que querían lograr cazas amorosas —declaró Sirius miserablemente.

—Probablemente lo hubiera sido si no hubieras prendido fuego a su hotel favorito en cuarto año.

—¡Fue un accidente! —gritó Sirius—. Bastó eso para que cada vez que nos ve haciendo algo que no debemos se escabulle y nos delate a Filch.

—Los retratos están ligados a la escuela —señaló Remus—. Cualquiera de ellos podría delatarnos si quisieran.

—Sólo ese maldito canalla lo hace —murmuró Sirius—. Desearía poder poner mis manos sobre él sólo por cinco minutos.

—Es una pintura —le recordó Remus riendo—. Ni siquiera puedes hechizarlo, están mágicamente protegidos.

—Una pena que a nadie se le ocurriese hacerlos a prueba de fuego —comentó Peter.

—O a prueba de Sirius —añadió Remus riendo entre dientes.

Sirius sostuvo a Remus y lo atrajo más cerca.

—Me alivia que encuentres esto divertido. No creo que estés riéndote cuando toda la escuela se entere de que te atraparon teniendo sexo con otro chico en la oficina de Filch.

—Creo que la escuela estará más sorprendida de escuchar que el chico eras —comentó Remus—. Creo que la gran mayoría de la población femenina está convencida de que tu constante manoseo hacia mí no es más que una broma tuya, y están esperando la gran revelación.

—¿Será esa revelación la que Filch y Cornamenta vieron? —rió Peter mientras James comenzaba a gimotear de nuevo.

—¡Santo Godric! —exclamó Remus—. Supéralo de una vez, Cornamenta.

James le dirigió una mirada alarmada y buscó cambiar el tema rápidamente.

—Entonces, Remus, sobre los retratos... ¿qué más sabes de ellos?

—No mucho, sólo que la mayoría fueron donados a la escuela, pero los que están en la oficina del director aparecen mágicamente después de la muerte de alguno de ellos, para así poder aconsejar y guiar a los directores todo el tiempo que Hogwarts este activo.

—Sacaste esa información de Hogwarts: Una historia, ¿verdad?

—Parafraseé un poco, pero sí, ¿que hay de ello?

—Me pregunto si... —James se sentó y dirigió una mirada pensativa al techo.

—Tiene esa expresión de nuevo —susurró Sirius en el oído de Remus—. No le habrás dado otra poción, ¿verdad?

—Esa no es la expresión de "estoy teniendo una visión", esa es la expresión de "estoy pensando en una travesura". Estoy bastante seguro de que reconoces la diferencia ahora, ¿verdad?

—Penosamente, hoy en día sólo tengo ojos para ti —Sirius movió sus pestañas mirando a Remus, de una manera que sólo causo que se riera junto a Peter—. De ahora en adelante, seré ciego a las expresiones de Cornamenta y seré incapaz de descifrar que es lo que silenciosamente quiere decir. Seré incapaz de saber la diferencia de un coma inducido por Lily o si está ligeramente constipado. Seré inmune a su expresión de "no puedo esperar a que sea hora de la cena", y siempre me preguntaré...

—¡Sirius, cierra el maldito pico! —interrumpió James. Miró la sala común con una expresión pensativa, y al verlo vacío, volvió su mirada a Remus con una sonrisa—. Remus, ¿cómo aparecen exactamente los retratos mágicos?

—No lo sé, sólo sé que aparecen en el momento que la persona muere, ¿por qué preguntas?

—Estaba pensando que con todos estos retratos en la escuela, sería interesante si dejáramos retratos aquí de nosotros. Ya sabes, ¿para que nos recuerden?

—¿Crees que McGonagall nos olvidará algún día? —preguntó Sirius, horrorizado ante la idea.

—Estaba pensando algo más como para que los alumnos aprendan de nosotros —explicó James—. Podemos ayudar a los bromistas de las siguientes generaciones, en vez de callarlos cuando caminen en la noche por los pasadizos y evitar que sean delatados ante Filch y los profesores.

—¿Crees que a los profesores les gustará tenernos por aquí cuando hayamos muerto? —preguntó Remus—. Creo que ya están planeando celebrar una fiesta cuando acabemos.

—Pero, ¿es posible? —preguntó James—. Los retratos de los merodeadores sería algo perfecto. La última broma a los profesores. Justo cuando creían haberse librado de nosotros, allí estaríamos nuevamente atormentándolos.

James sonrió a los tres muchachos, ni uno de ellos parecía particularmente entusiasmado ante la idea.

—No estoy seguro de querer ser un retrato —dijo Remus—. La mayoría de ellos no se ven muy felices.

—La mayoría de ellos se ven jodidamente miserables —estuvo de acuerdo Peter—. Toma en cuenta a ese viejo imbécil cerca de las escaleras a la torre de astronomía que lloriquea siempre que los alumnos pasan por ahí despertándolo. Y francamente, ¿que creía que sucedería estando tan cerca de la torre de Astronomía? No es como si pudieran cambiar las clases por la mañana.

—Algunos de ellos no están tan mal —comentó Sirius—. Hay una pequeña bruja muy bonita cerca de la clase de Encantamientos.

—¿La hay? —preguntó Remus, dándole una sonrisa juguetona y alzando una ceja.

—No es que me haya fijado en ella —se apresuró a agregar Sirius—. No, en absoluto. Regulus la mencionó un par de veces.

—Creí que ya no hablabas con él —indagó James.

—No hablo con él, fue hace un tiempo; mucho tiempo, en realidad. Fue hace tanto que apenas puedo recordar la conversación.

—¿Pero sí recuerdas que es muy bonita? —preguntó Remus.

—Sí, ehm, digo no, quiero decir, yo... ¡Oh, maldición! —Sirius al darse cuenta que estaba enterrándose en su propio agujero con cada palabra que decía. Cruzó sus brazos sobre su pecho, y cerró su boca intencionadamente.

Remus rió entre dientes y le dio un suave beso en los labios fruncidos.

—Sólo estoy molestándote —dijo—. Tienes razón, es muy bonita.

Sirius decidió detener el tema de conversación besando a Remus una y otra vez, hasta que el otro muchacho hubiera olvidado lo que habían estado hablando.

Afortunadamente, o no, cual sea el caso, James estaba ahí para insistir que se separaran y concentraran en la conversación sobre los retratos y en la idea a la que se estaba aferrando como un naufrago a un salvavidas.

—No estoy diciendo que sea imposible —declaró finalmente Remus—. Pero los libros que detallan los encantamientos puestos en la escuela están en la Sección Prohibida en escritos de antiguas lenguas, algunas de las cuales ya han sido olvidadas; y aunque ustedes lo hayan olvidado, tenemos los EXTASIS en menos de seis meses. Preferiría usar mi tiempo estudiando, en vez de andar investigando en la biblioteca algo para hacer una broma que se llevaría años después de que nos hayamos ido.

—¿Está la Sección Prohibida en nuestra lista? —preguntó Sirius—. ¿Podríamos matar dos pájaros de un sólo tiro si es así?

Remus le dirigió una mirada burlona y suspiró. ¿Cómo conseguía convencerlo con ese tipo de cosas?


NdT: ¿Cómo no ser convencido con ese tipo de cosas, Rem? Es Sirius.