Disclaimer: Los personajes aquí utilizados no me pertenecen, son enteramente de Tadatoshi Fujimaki y sus ayudantes, patrocinadores, etc, etc... yo solo los tomo prestados un ratito cortito para escribir tonterías. Los personajes no han sufrido daño, trauma o lesión durante la realización de este relato y han sido devueltos a su respectivo propietario una vez finalizado el relato.

Los verdaderos amigos son aquellos que están ahí, cuando todos los demás se han ido.

Momoi tendrá que seguir adelante, en su peor momento, con el apoyo de la única persona a la que nunca consideró un amigo. Kagami x Momoi.

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Verdadera amistad.

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Capítulo uno: Sola ante el peligro.

– Lo siento mucho, Momoi san. – Midorima ajusta sus gafas, gesto mecánico de nerviosismo. – No puedo dejar que te quedes aquí... mis padres no están y

– Está bien, Midorín... – Aferra la maleta entre sus dedos, desvía la mirada. – No pasa nada. Perdón por molestar.

Midorima la observa hasta que sale del jardín de su casa, incluso se queda un poco mas en la entrada hasta que sus pasos dejan de oírse en la calle.

– ¿Quién era Shin chan?. – Takao pregunta, subido a su espalda.

– Nadie... volvamos con las chicas. – Sus hermanitas jugaban juntas, y ellos estaban de niñeras obligatorias.

….

– Puedes quedarte, Momoi San. – Kuroko lo dice, aunque su cara y sus gestos le indican lo contrario. – Pero solo hoy... mi abuela no me deja tener gente en casa.

Hay tensión, está mas que claro que no quiere tenerla ahí, ni siquiera hablar con ella en la puerta.

Momoi suspira.

– Gracias, pero no quiero molestar. – Gira, la maleta tras ella.

…...

Aún es de día, la tarde va agotándose pero quiere intentarlo una última vez.

– Momocchi... estás aquí. – Kise, al igual que los otros dos parece incómodo con la visita. – ¿Necesitas algo?. – Al menos el rubio hace una pregunta util, aunque sea por cortesía.

– ¿Puedo quedarme a dormir?. – Lo dice tan bajito que por un momento Kise tiene que enfocarla para poder entender la pregunta.

Tras él escucha el jaleo de un montón de niñas berreando canciones.

– Es el cumpleaños de mi hermana... y bueno... – Desvía la mirada, avergonzado.

– Ya, entiendo... tranquilo, no pasa nada. – Levanta la mano con la intención de acariciarle como hace siempre, aunque esta vez la baja casi al instante. – Vuelve a la fiesta... ya me las apañaré...

– Vale... – Su lealtad hacia Aomine era impresionante. Lo esperaba de Kise, pero no del resto.

…..

Imayoshi no estaba en su casa, por lo visto tenía una docena de actividades después del instituto.

Sakurai también se excusó, mas por miedo que por amistad con el moreno...

Sea como fuere, estaba en la calle...

Por lo menos hacía buen tiempo, eso si.

….

Caminó sin rumbo, hasta que la noche cerró completamente el cielo. Rodeó la zona comerciál, pasos cansados. Suspiró junto al Maji burguer y se sentó en un banco del paseo, en un lateral.

Pasó no supo cuanto tiempo mirando a la gente entrar y salir del establecimiento, hasta que el cansancio pudo con ella, y terminó recostada sobre su maleta, en el mismo banco.

Dormida, no se dio cuenta de que la habían visto, y eso que eran las dos de la mañana.

– Oe... – Olía a hamburguesas con queso, a patatas... – Satsuki...

Al escuchar su nombre se obligó a despertar.

Se sentó, apartando la maleta, restregando sus ojos, parpadeó, le miró confusa.

– ¿Kagami kun?. – El pelirrojo la miraba como si acabara de salirle un tercer ojo en mitad de la frente. – ¿Qué haces aquí?.

– Tenía hambre, y abren toda la noche. – Señaló con el dedo tras él al burguer. –Y tu, ¿Qué haces aquí?... ¿Has perdido el último tren?.

Le ofreció una de sus hamburguesas y empezó a comer él otra, de las que tenía guardadas en una bolsa de papel para comerlas en casa.

– Gracias, no tengo hambre. – Aunque lo dijo, su estómago decidió llevarle la contraria rugiendo con ganas.

– Tengo mas, come. – Rebuscó en la otra bolsa, ofreciéndole también patatas.

Miró su maleta, y luego a ella.

– No tengo a donde ir. – Momoi confesó en voz baja, entre bocados.

– ¿Por qué?. – Era una pregunta sincera.

Por un momento pensó en mentirle, pero se dio cuenta enseguida de que no era justo. Kagami era un chico simple, limpio y claro. No estaría bien.

– Mis padres me han echado de casa. – Dibujó un puchero.

Kagami frunció el ceño. Para él eso era inconcebible.

– No tienes pinta de asesina, ni de secuestradora... así que, algo muy gordo has tenido que hacerles para que te echen así. – Puso en su mano otra hamburguesa.

– Estoy embarazada. – Sin mas.

– Oh... – Eso no se lo esperaba ni de broma. – ¿Y quién... bueno, de quién... ok, no es asunto mío...

– Dai... Aomine. – Estuvo a punto de decir el chan, aunque rectificó en el último momento.

– ¿Él sabe que estás en la calle?. – No sabía por qué, pero se estaba empezando a mosquear...

– Ni siquiera me habla, ni me mira... desde que volvimos de las vacaciones de marzo...

– Vamos. – Kagami se levanta, toma su maleta sin preguntarle y le ofrece la mano para que la tome si ella quiere. – Vivo cerca. – Ella negó, no quería ser una molestia. – Bien, como quieras.

Kagami se quitó la sudadera azul que vestía y la pasó por sus hombros, sentándose a su lado y echando los brazos para atrás.

– ¿Qué haces?. – Recogía los papelitos en una bola compacta.

– Quedarme contigo aquí. – Escurrió el trasero a un lado y a otro, como acomodándose en el banco. – No puedo dejar a una chica sola en la calle, durmiendo en un banco con su maleta...

Momoi le miraba, extrañada.

No era como si fueran amigos, apenas si habían coincidido una docena de veces, siempre con el resto presentes. No tenía por qué ayudarla, ni mucho menos ser amable con ella, pero era cierto que la personalidad de Kagami era hospitalaria.

Sus amigos le apreciaban, eso lo sabía sin necesidad de recopilar datos.

– Solo por hoy... mañana buscaré otro sitio. – Se levantó de un salto, aunque la sonrisa de Kagami al salirse con la suya la hizo sonreír de vuelta.

– Vamos. – Antes de echar a andar le abrochó la sudadera hasta el cuello, y se aseguró de que estuviera calentita y de hacerse cargo de su maleta.

Momoi caminaba a su lado, en silencio.

Era extraño, pero se dio cuenta de que ajustaba sus largas piernas a su paso, para ir a su lado, con ella, y no delante como hacía Aomine...

llegaron al bloque de apartamentos y esperó a que encendiera la luz antes de entrar.

Kagami fué al teléfono en cuanto puso un pie dentro.

– ¿Papá?. – Momoi se sentó en el sofá, mirándole. – No, tranquilo... no pasa nada... si, de verdad... no, no necesito mas dinero... Ya, lo siento pero dijiste que te llamara si pasaba algo importante... no, no es a mí... estoy bien... es una amiga... Si, papá, tengo amigas chicas... Escucha sus padres la han echado de casa y no tiene donde ir... – Miró a Momoi, sonrisa tristona... – Es que está embarazada... No, papá, no es mío... – Silencio de circunstancias. – Te lo juro, no vas a ser abuelo, deja de decir tonterías... Ehh... Momoi … Si, esa misma …. No, papá, no es mío, de verdad... Vale, si, sin problemas... Te quiero... Hasta mañana.

Caminó los dos pasos que le separaban de la base y colgó el aparato en su sitio.

– Mi padre quiere que cuide de ti, que me porte bien, y que te diga que puedes quedarte el tiempo que quieras. Mañana estará aquí para hablar contigo.

– No quiero meterte en ningún lio.. – Angustiada se planteó la posibilidad de volver al banco, o intentarlo con Akashi o con Murasakibara... aunque tenía claro que esos dos también le serían fieles a Aomine. Por lo visto a nadie le importaba su versión de los hechos...

– No lo haces. – Le ofreció la mano, para ayudarla a ponerse en pie de un tirón. – El salón... allí el baño, mi cuarto, el cuarto de invitados que ahora es el tuyo, el de mi padre al fondo... la terraza. El cuarto de la lavadora fuera, en el otro patio. – Se quedó mirándola un par de segundos. – Y una cosa mas, que se me olvidaba.

La estrechó entre sus brazos, fuerte.

Primero se sorprendió, llevaba una semana horrorosa, y no sabía cuanto necesitaba ese abrazo hasta ese preciso instante.

Se quedó ahí no supo cuanto tiempo, solo así, abrazada a alguien que la correspondía...

Bostezó y Kagami soltó una risita.

– a dormir, que mañana hay clase. – Momoi desvió la mirada. – Supongo que las cosas no van bien en Too, ¿Eh?.

– No muy bien... – Ese mismo día en su taquilla del vestuario del equipo ponía bien grande "Puta, Guarra..." y eso era en la parte del equipo... en clase normal era mucho peor...

y fuera, con los que eran sus amigos... terrible.

Se había quedado sola por el simple hecho de estar embarazada... no había mas misterio.

Y por que, a pesar de que ella juraba y perjuraba que era de Aomine, él insistía que no era posible. No le había dicho nada, ni lo había comentado hasta volver de las vacaciones, se lo había soltado en el vestuario a bocajarro, sin darle explicaciones del como ni del porqué... ni mucho menos del cuando.

Solo que estaba preñada de tres meses y era suyo... Y una mierda.

Y todos le habían creído a él, punto.

– Tendremos que arreglar eso también. – Kagami la acompañó hasta el cuarto, y le puso sábanas nuevas en la cama. – ¿Y si te vienes a Seirin?.

– ¿Tu... me crees?. – Estaba tan herida por el rechazo continuo de todo el mundo, que la amabilidad de Kagami le resultaba confusa.

– Solo sé que necesitas ayuda, tu y tu bebé, y que yo puedo ayudarte. – Abrió las sábanas para invitarla a meterse en la cama. – Lo demás, lo iremos viendo cuando llegue. Buenas noches.

– Buenas noches, Kagami kun. – Arropada hasta el cuello soltó el aire de golpe, sonriendo a oscuras.

Era agradable que alguien la tratara bien para variar...

Y aunque en Seirin estaba Tetsu kun, al menos no sería tan horrible como en Too...

Mañana será otro día... y tras pensar en eso, se abandonó por fin al cansancio, y durmió profundamente y en paz.

Como hacía días que no lograba hacerlo.

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Si, lo śe... esto lo he soñado, y tengo que sacarlo de mi cabeza o me dará un yoquesé... y no querreís que me de un yoquesé? Nee?

Nos leemos en el siguiente

Besitos y mordiskitos

shiga san