Este fic participa en el Drarry Fest: Festejando los 100 miembros del grupo de facebook "We Love Drarry"

AUTOR: Vulnera Sanentum

DISCLAIMER: Harry Potter y todos sus personajes pertenecen a ©J.K. Rowling. No se ha ganado dinero ni se ha violado ningún copyright con este trabajo, la trama me pertenece única y exclusivamente a mí.

PERSONAJES: Harry.P/Draco.M

CLASIFICACIÓN: NC-17

GÉNERO: Romance, drama, angst&fluffy, ¿una pizca de humor?

ADVERTENCIAS: Slash (relación entre dos chicos), lemon, sexo explícito o como quieran llamarle, parafilia (es un patrón de comportamiento sexual en el que la fuente predominante de placer no se encuentra en la cópula, sino en alguna otra actividad, yo creo que todos igual están muy enterados, pero lo pongo por las dudas; igual, no va a ser completamente así tal cual): Barosmia (excitación por el olfato), spoilers del sexto libro.

Nota de la Autora: Es bastante "canon" pero narrado Drarrymente como debió ser. Escribir esto fue una especie de liberación (porque mientras leía el sexto libro se pueden sacar tantas ideas y conclusiones) y un pedacito de venganza para Rowling XD, que hizo que mi estómago se revolviera mientras leía el impredecible Hanny (¿así se escribe?), yo respeto todos los gustos, pero esa pareja, en lo personal, no la soporto.

¡También va dedicada a nuestro querido y hermoso Harry! Que cumplió años anteayer :33 Y para Rowling también (que también cumplió años), que sin ella, nada de esta historia/venganza/liberación hubiera sido posible.

Inspirado en el vídeo Harry/Draco [Drarry] - Blue Jeans, creado por Harreh Pottah (me pareció necesario decirlo, pues de eso se trata el reto, y fue ella quien lo creo).


Muerte para dos, por favor

Resumen: ¿Dónde estaba la fina línea que los separaba del odio al amor? ¿La de la rabia a la atracción sexual? ¿Y la de la locura y la racionalidad? Mirando a Malfoy, Harry sabía que esa línea nunca existió, lo único que los separaba, siempre habían sido ellos mismos.


PRIMERA PARTE

Blue jeans

Prométeme que recordaras que eres mío


Mi…ra…me

» ¡Mírame, maldita sea!«

—Mírame…mírame…mi…

—Harry, ¿qué estas susurrando?

Harry alzó la vista, sobresaltado. Ni siquiera se había dado cuenta de que estaba susurrando.

— ¿Eh? Nada.

Hermione lo miró con suspicacia, pero segundos después volvió su vista al libro de Aritmancia que había dejado entreabierto, mientras tomaba un sorbo de su té. Harry suspiró por dentro. No sería capaz de soportar un cuestionamiento, ella era la única que podía dar justo en el clavo, no tendría problema, pero, no tenía muchas ganas de mentir en ese momento.

Harry se mordisqueaba el labio inferior cuando mentía. Nadie lo había notado, y era preferible—y sorprendente—que siguieran sin notarlo.

Abrumado era la palabra que lo definiría en este momento. Doblegado y abrumado por Malfoy, y lo irónico de la situación era que Draco estaba tan perdido en sí mismo que no se había dado cuenta.

Los mechones rubios ya no estaban engominados ni peinados a la perfección, estaban tan largos, que casi el cabello le rozaba los hombros. Harry creía que se veía muchísimo mejor que antes. Aunque ya ni siquiera se molestara en peinarse, se veía como si acabara de tener un polvo fantástico, quitando su aspecto más demacrado y cansado, estaba más atractivo. O al menos, Harry lo encontraba atractivo.

Situación realmente preocupante.

Porque Harry Potter no podía encontrar atractivo a un muchacho, masculino, y para colmo, Draco Malfoy, con su título casi oficial de enemigo, el chico que le decía sangre sucia a Hermione, que inventaba odiosas canciones sobre Ron, y odiaba a Harry con intensidad. No es como si Harry hubiera olvidado todo el resentimiento, como si olvidara los años en los que Malfoy se había esmerado particularmente por convertir su vida en un infierno. No, pero sentía que algo sí había cambiado realmente.

Lo que sucedía, era que Harry temblaba un poco cuando Draco pasaba por su lado, se encendía por completo, sus ojos siempre se descarriaban y terminaba mirándolo a él, su pecho se calentaba de forma inexplicable y hacía que su estómago diera un vuelco. Era inevitable, por no decir imposible, no mirarlo.

Harry siempre lo había mirado. Cuando tenía once años, la mano le había picado de las ganas que había tenido de estrechársela, como si un hilo ínfimo e invisible los estuviera atando, porque había una parte de Harry que se sentía terriblemente curioso con respecto a Draco, a sus ojos fríos y qué pasaría con ellos si reía, ¿acaso, brillarían, o se volverían cálidos? Harry no podría saberlo, porque nunca lo ha visto reír. O, ¿cómo se sentirían sus finos cabellos rubios sin gomina?, ¿suaves o ásperos? O si tendría hoyuelos cuando sonreía como Harry. Pero la parte de su racionalidad había dicho que no, le gritaba que si aceptaba la mano que le ofrecía, sería igual de desagradable que Draco, y diría las misma cosas, que se convertiría en un don nadie, como Crabbe y Goyle, porque a la parte racional de Harry, no le agradaba Draco en absoluto, así como pensaba que la manera en la que hablaba y se mofaba de todos, era muy grosero. Así que Harry lo rechazó.

Y pasó seis años convenciéndose de que había tomado la decisión correcta.

Tal vez, lo único que había cambiado en Harry, era que estaba tan, tan, cansado de hacer lo correcto, que ya no importaba realmente.

Por lo que se había conformado a mirarlo en silencio. Cuando era un niño ni siquiera se daba cuenta de que lo observaba, y había crecido con esa costumbre. Mirando y guardando en su retina, cada gesto, cada expresión, cada mirada. Nunca había sido realmente consciente de cuánta energía gastaba en Malfoy. Bueno, hasta ahora.

Es que, Malfoy realmente había cambiado, tenía más marcado los pómulos, estaba más alto, aunque él también había crecido bastante y no sabía en qué punto del tiempo había llegado a pasarle de estatura, estaba más pálido y delgado, y sus ojos mostraban tristeza cada vez que creía que nadie estaba mirando.

Harry se había conmocionado, porque nunca lo había visto tan devastado, incluso cuando le había partido la nariz en el tren, se veía ido, como si no estuviera realmente ahí, como si no estuviera partiéndole el corazón a Harry.

Negó con la cabeza, intentando que esos sentimientos confusos y pensamientos idiotas se ahuyentaran y se fueran por siempre. No había corazones rotos, ni nada quebrado en Harry, o al menos eso era lo que pretendía.

Tal vez era imaginación de Harry, tal vez la cordura ya lo había abandonado por completo, pero podría jurar que Draco se veía más cansado y triste cada día. Había incluso rumores de que ya no jugaría Quidditch, y eso lo entristecía y enfurecía sin explicación alguna, ¿qué sentido tenía jugar si no podría ganarle a Malfoy?, ¿y perderse la expresión enfadada y colerizada que le regalaba? No había nada de divertido en eso. Nadie, nunca, había sido tan buen contrincante como Malfoy, y aunque fuera una terrible perdedor, Harry debía admitir a regañadientes que era muy bueno jugando. Incluso casi tan bueno como Harry.

Sus cabellos rubios platinados parecían más despeinados que el día anterior, no igualaban a los de Harry, pero no se veía para nada como Malfoy Soy Sangre Pura. Harry se mordió el labio, mientras sus dedos cosquilleaban de las ganas que tenía de atravesar el comedor y acariciarlos. Llevaba el uniforme desprolijo y un poco arrugado. Estaba triste. Harry podía diferenciar sus sentimientos, nunca había sido un gran observador, pero con Malfoy era diferente.

La mano de Harry tembló de ansiedad.

Ahora va a agarrar su café, el cual debía contener leche, y ponerle cinco generosas cucharadas de azúcar, haciendo que el cabello le tape el rostro, luego suspira, mira de reojo a Pnay (entonces inevitablemente, Harry rechina los dientes), toma un sorbo, entierra sus dedos en su cabello y se queda sumido…

Harry no tiene tiempo de pensar en lo acosador que suena repitiendo mentalmente la rutina de otra persona, porque en ese momento, el hilo de sus pensamientos se ve interrumpido. La rutina cambió.

De repente. Como si fuera cosa de todos los días, como si lo hiciera siempre. Draco levanta la vista y lo mira, fijo, directamente. A Harry se le olvida de respirar. En menos de cinco segundos el mecanismo de su cuerpo colapsaba, mientras su cerebro sufría un pequeño cortocircuito.

Sus manos temblaban, sus labios se secan y su boca se llena de saliva, porque, joder, lo está mirando, y no era precisamente el tipo de miradas que le envías a tu enemigo. Sus ojos grises estaban convertidos en plata líquida. Draco lo estaba mirando profundamente, como si quisiera traspasarlo con la mirada, como si Harry fuera un objeto de observación sumamente interesante.

Harry sabía perfectamente que estaba haciendo el ridículo, que estaba respirando entrecortadamente —pues, sus pulmones de repente explotaron, y no funcionaban muy bien—, y que era patético hiperventilar por una mirada. Pero se sentía incapaz de apartar la vista, cuando lo único que había deseado desde que comenzó el año era que Draco lo mirara.

Sentía una corriente eléctrica, junto con un cosquilleo por todo el cuerpo, los ojos de Draco estaban en llamas, mientras llevaba una fresa hacia su boca y sin apartar ni por un momento la mirada de Harry, la mordía lentamente, y mientras masticaba sus labios se tornan rojos, mezclando el jugo y la saliva. Draco se relame los labios, y su mirada se torna desafiante.

Harry jadeó. Y era consciente de que tenía una erección.

Lo sabe.

Eso es en lo único que podía pensar. A su alrededor todo había desaparecido, y lo único que podía ver era a Draco, comiendo una cereza como si la follara con la boca, y no tiene idea de lo que le está haciendo a Harry en ese momento. No podía saber. Bueno, tal vez sí se hiciera una idea, si no, no lo estuviera provocando. Pero no podía saber que la sangre de Harry hierve, que se está conteniendo por no saltar encima de la mesa y arrancarle la ropa, que su corazón palpita con fuerza, y que también dolía.

Un gesto, una mirada, una invitación. Un problema.

En ese momento lo último que necesitaba era algo así en su vida, Draco es lo último que necesita, porque Malfoy era sinónimo de problemas, siempre lo fue, y no iba a cambiar ahora. Los que cambiaron fueron los sentimientos de Harry, aunque no esté del todo seguro, no hay nada de nuevo dentro de él, tal vez aumentó el nivel de intensidad, las hormonas, o tal vez simplemente, Draco empezó a gustarle también a la parte racional de Harry.

Se sentía atrapado, acorralado. Como la primera vez. ¿Debería estrecharle la mano?, ¿sabiendo que no es lo correcto? Y ahora, ¿qué debería hacer?

¿Es acaso… un juego?

Pero Harry no quería jugar.

Quería más que eso.

Pero, con Malfoy siempre era todo o nada.

Harry no era bueno para ese tipo de cosas. Nunca sedujo a nadie, y sólo se dio un par de besos con Cho, sólo salió con ella, y no se podría decir que fue una relación muy buena. No tenía idea de lo que le estaba pasando, salvo que Malfoy hacía que su sábanas se humedecieran por las noches, que no puede dejar de buscarlo, de seguirlo, de desearlo con una intensidad que resultaba abrumadora.

Harry, impulsivamente, se muerde el labio, mientras lo miraba significativamente. Draco esboza una sonrisa de medio lado, y no era ninguna de las sonrisas que haya visto antes. Era seductora, increíblemente sexy, y cortaba la respiración.

Lo observa retirarse de la mesa, con los ojos brillando misteriosamente. Y Harry quería más.

Cuando desaparece por completo de su visión, lanza un largo suspiro mientras sentía un nudo en el estómago.

— ¿Estás bien? —pregunta Ron, mirándolo con el ceño fruncido. En efecto, Harry debía de tener una expresión realmente mortificada como para que Ron se diera cuenta—. ¿En qué te metiste ahora?

—En un buen lío—susurró casi sin darse cuenta.


Inmiscuirse más de lo necesario con Draco lo empeoraría todo. Harry lo sabía. Estaba seguro de que Malfoy era un Mortífago, era más que un presentimiento, todo encajaba, y era sumamente sospechoso. La conversación con Borgin en el Callejón Knockturn, la conversación con sus amigos, Malfoy siempre alardeaba, como un perro que ladraba mucho, pero que no mordía, sin embargo, Harry lo tomaba casi como una confirmación. Había una parte de él que no quería hacer otra cosa más que inculparlo, que odiarlo, hechizarlo hasta que perdiera la consciencia. Pero parte de ese odio irracional se mezclaba como lava espesa con sus deseos más ocultos. Y lo cierto era que Malfoy estaba buenísimo.

Aceptar estos sentimientos como parte de él había costado mucho, de hecho, aún no lo creía por completo, pero por más que quisiera negarlo todo, por más que deseara despertar de una pesadilla y pensar que nada era real, no podía cerrar los ojos a los sentimientos que no quería sentir.

Era una atracción desmedida. Algo peligroso. Que recién se desperezaba, y que quería despedazar todo a su alrededor, que estaba harto de contenerse, de hacer lo correcto.

Pero…pero Harry no podía estamparlo contra una pared y follarlo hasta saciarse.

De hecho sí, sí puedes.

Habló una voz interna con voz grave, como si fuera su consciencia Slytherin.

No, no su puede—respondió otra parte empecinada de Harry, la parte Gryffindor—. ¿Y Ginny? ¿Acaso no te parecía linda? Malfoy no es conveniente…para nadie. Está en problemas. Es prácticamente un Mortífago, ¿quieres acostarte con un Mortífago? ¿No es eso repulsivo?

Malfoy sería incapaz de matar a alguien—le respondió la voz astutamente—. Ten una aventura. Olvídate de los sentimientos. Todos sabemos la Guerra que está por venir, ¿quieres morirte virgen?, ¿sin saber a qué sabe su polla, sin escuchar sus gemidos, sin cogértelo hasta el cansancio?

De solo pensar en Draco gimiendo debajo de él, una ola de calor lo invadía, mientras sentía estremecimientos recorrerle el cuerpo, junto con descargas eléctricas.

Pero no es lo correcto. Está mal.

Malfoy era mucho más que tentador, Harry estaba completamente obsesionado. Y el odio, la repulsión, la rabia, el deseo, el anhelo, la tracción, la locura, todo se mezclaba como el líquido de un pensadero. Todo era tan confuso.

Si Sirius estuviera allí, tal vez podría contarle que le gustaba alguien (decirle quién, habría significado una pelea segura, jamás mencionaría que era un Malfoy, del cual se estaba haciendo adicto sin siquiera probarlo), hasta tal vez le hubiera dicho que le atraía un chico. Tal vez, si Sirius estuviera, no se sentiría tan desorientado. Tan perdido.

Era un tema sensible, en donde las heridas aún estaban abiertas, y sangrando en abundancia. Harry no se creía capaz de que algún día cicatrizaran. Porque pensar en su padrino, hablar de él, era como si echaran sal a los cortes, y todo volvía a desequilibrarse.

—Ups. Perdón—murmuró una voz suave, y el cuerpo entero de Harry se electrizó en una descarga, y se concentraba en su polla, al mismo tiempo en que chocaba con un cuerpo, plano, y delgado.

Harry alzó la vista, y se encontraba con unos ojos grises y una sonrisa petulante. Draco estaba tan cerca de su cuerpo que podía olerlo, un peculiar aroma a agua fresca, shampoo (1) caro, y perfume francés, inundaron sus fosas nasales. Nunca pensó que Malfoy olería a algo tan varonil. Tan sexy. Harry podría pasarse horas olfateándolo, y si no fuese sumamente raro, hubiera inspirado sobre su cabello. De alguna manera lo encendía.

Había estado tan concentrado en su aroma que no se había dado cuenta de que Malfoy había posado su mano sobre su pecho para sostenerse, y que ahora se mordía el labio inferior con fuerza, lo miraba con profundidad, y apretaba en un puño su túnica. Y que estaban en medio del pasillo, y sus amigos debían de estar mirándolos con cara de horror.

Pero no podía apartarse, no podía apartar la mirada de Draco. Sin darse cuenta de que estaba sosteniéndolo, hasta que se percató que Malfoy era mucho más delgado de lo que había pensado—y realmente no le era muy difícil imaginárselo sin ropa—. Era como una pluma, y se sentía frágil entre sus brazos.

Aunque no por ello resultaba menos agradable. Se sentía bien, su cuerpo ardía y en las partes en donde Draco lo rozaba, quemaba. Se sentía como si Draco fuese hecho para estar entre sus brazos.

Sus rostros estaban a pocos centímetros de distancia, podía sentir la respiración agitada de Draco chocando contra su rostro, sus mejillas pálidas estaban sonrojadas, y su mirada divertida y burlona había desaparecido, inundándose de deseo y ¿confusión?

— ¿Harry? —fue casi el grito colerizado de Ron, que interrumpió desagradablemente la atmósfera llena de tensión.

Con una última mirada hacia los labios de Draco, Harry se separó de él, sabiendo lo poco disimulado que estaba siendo, pero no podía evitarlo, tampoco el calor en sus mejillas.

Malfoy rozó su pierna, y él abrió grande los ojos, mientras que Draco le lanzaba una sonrisa lobuna y se daba la vuelta, ondeando su túnica y moviendo sutilmente las caderas.

Harry apretó la mandíbula, mientras sentía sus ojos encenderse.

Malfoy no sólo estaba al tanto de que Harry lo deseaba con intensidad, sino que, sabía perfectamente lo que hacía.

El bastardo lo sabía, y podía usar eso en su contra.

El hecho de que Harry lo deseara no significaba que confiara en Draco. Para nada. Ni mucho menos llegar a quererlo. Nunca. Una parte de él seguía odiándolo con fuerza. Y sabía muy bien que no tenía que fiarse de él. Entonces, ¿qué debería hacer?

No podía ignorarlo, eso estaba fuera de su capacidad, no podía dejar de mirarlo, ya lo había intentado y eso sólo había aumentado su febril deseo. Pero podría rechazarlo, hacerse a un lado, lastimar su ego, antes de que lo lastimen a él.

Eso sonaba bien.

— ¿Qué tenemos ahora, Hermione? —preguntó Harry, sin dejar de caminar, observando sus pies, ignorando las miradas incrédulas que recibía.

—Pociones…con Slytherin—masculló acojonada, y en su tono demostraba la preocupación.

Harry cerró los ojos por un momento, preguntándose qué había hecho mal, qué tan desgraciado tenía que ser para que los dioses del universo lo dejaran en paz.

—Bien—contestó.

Pero no había nada de bien en eso.


Harry no entendía por qué el caldero dorado, el más cercano de donde estaban sentados Ron, Hermione y él, olía tan seductoramente, una extraña mezcla de tarta de maleza, palo de escoba, y…y…a Malfoy. Olía exactamente igual que Malfoy hacía unos minutos cuando habían chocado en el corredor.

Tragó saliva audiblemente.

La clase empezó con Hermione alardeando feliz de sus conocimientos, mientras Slughorn, impresionado, la elogiaba. Harry intentaba concentrarse en lo que fuera menos en Malfoy y su atractivo olor, pero sus ojos se desviaban casi sin que se diera cuenta, resultaba un hábito observarlo, dejar de hacerlo era como resistirse contra la corriente.

— ¡Es Amortentia! —escuchó que decía Hermione a la poción que olía tan apetitosamente, la cual emitía un vapor lento y adictivo que se impregnaba a su piel.

—En efecto—dijo Slughorn, impresionado—, supongo que sabes el efecto que produce, ¿verdad?

—Es la poción para el amor más potente que existe.

—Excelente, excelente—murmuró, complacido—. Ahora como todos notarán, huele diferente para cada uno, según lo que más les atraiga. Ya sea madera o whisky de fuego. Ahora, quiero que todos se levanten, inhalen sobre este caldero y me digan qué olor tiene para cada uno.

Harry se atragantó con su propia saliva, mientras se sobresaltaba.

Joder.

— ¡Me cago en…!—murmuró para sí mismo. Viendo como todos estaban haciendo fila para olfatear la poción.

—Esa boca, Potter—susurró esa voz inconfundible, arrastrada y como si amasara las palabras, mientras pasaba por su lado y lo rozaba muy cerca y le sonreía engreídamente.

Harry notó con horror que Draco y él eran los últimos de la fila.

Se posicionó detrás de Malfoy, rehuyendo de su mirada penetrante y sonrisita petulante, sin embargo, Draco invadía su espacio personal, haciendo que notara su pecho bajando y subiendo, su respiración acompasada, y que no hiciera falta oler la poción ya que el aroma de Malfoy estaba extremadamente cerca y eso inundaba sus sentidos. Los embriagaba.

Malfoy volvió a acercarse a él un paso más, que ya estaban prácticamente pegados. Harry tragó saliva, mientras sentía en la espalda una fina capa de sudor, su respiración se aceleraba y miraba sus pies que parecían extremadamente interesantes en ese momento.

— ¿Nervioso, Potter? —susurró Draco sobre su cuello, mientras que al instante se le erizaban los pelitos de la nuca, y sentía la carne de gallina.

—En tus sueños, Malfoy—respondió tajante, fingiendo enojo, cuando en realidad, estaba apretando la mandíbula por una razón completamente diferente. Mordisqueó su labio sin darse cuenta.

Draco rio, mientras que en el medio de la sonrisa se mordía el labio.

—Tan susceptible como siempre—un mechón particularmente largo estaba desacomodado y Harry tuvo el impulso de colocárselo detrás de la oreja. Apartó la vista del rostro anguloso y atractivo de Malfoy, y la fijó otra vez en el suelo, maldiciéndose por idiota. ¿Cómo podía gustarle alguien tan odioso? Tan narcisista, bastardo, egoísta, malcriado, tan guapo, atractivo, sexy, provocador… ¡NO! Por ahí no iba el hilo de sus pensamientos.

Harry no prestó atención en absoluto a lo que olía la Amortentia para sus compañeros, con lo que le interesaba, pensaba con sarcasmo, porque eso era una pérdida de tiempo, y de dignidad para Harry, seguro que era la pura curiosidad morbosa de Slughorn.

Suspiró.

Ya era el turno de Draco cuando llegaron al fin en frente del caldero dorado.

Sus tripas se revolvieron, ahora el de la curiosidad morbosa era él, porque quería saber a qué olores le parecían atractivos a Malfoy, por muy psicópata que sonora, quería saberlo todo de él.

—Esto es ridículo—escupió, soberbio, Draco, sin embargo, inspiró profundamente sobre las espirales de vapor, y se sonrojó instantáneamente. Harry alzó la vista, mientras el profesor lo miraba con curiosidad. De alguna manera, Malfoy se veía inexplicablemente avergonzado—. Huele a libros viejos, jazmines…

— ¡Que masculino, Malfoy! —se mofó Ernie.

Draco rodó los ojos, fastidiado.

—Mmmh…eh…y—el color carmín en sus mejillas se intensificó y apartó la mirada, fijándola en el suelo—, nada más. Eso es todo.

Slughorn lo dejó pasar pero lo miró con los ojos entrecerrados, en vista de que no le creía, y llamó a Harry, quien aún no estaba emocionalmente preparado para mentir.

—Tarta de Maleza—empezó sin ningún rodeo, mientras sentía la mirada de todos taladrándole, pero su nuca picaba por la mirada penetrante que sabía le estaba entregando Malfoy—, palo de escoba—se mordió el labio mientras respiraba un poco más agitado de lo normal—y…eh…—¿qué podía decir?, ¿fresas?, ¿flores?, ¿pergamino? —…perfume francés.

Mierda.

De todas las cosas que podría haber elegido, precisamente dijo eso. Lo más delator que se le podría haber ocurrido.

Miró de reojo a Draco, que lo miraba con ojos brillantes y una amplia sonrisa, que no tenía tenía hoyuelos, pero era preciosa.

Su corazón empezó a palpitar con fuerza, mientras lo sentía retumbar, y al pasar por su lado, tembló.

Su cuerpo no respondía, y por unos instantes no pudo mover ni un músculo. Volvía a hiperventilar.

Malfoy idiota.

La clase continuó, mientras Harry sentía un vuelco en el estómago, y divisaba a Malfoy sentado al lado de Nott. Harry imperceptiblemente cerró los ojos.

—Por supuesto, la Amortentia no crea amor. Es imposible crear o imitar al amor. Sólo produce un intenso encaprichamiento, una obsesión. Probablemente sea la poción más peligrosa y poderosa de todas las que hay en esta sala. Sí, ya, lo creo—insistió con gesto grave a Malfoy y Nott que sonreían con escepticismo. Harry sabía de lo que hablaba Slughorn, él mismo sentía como si su cuerpo estuviera inyectado de Amortentia—. No subestimen el poder del amor obsesivo—los ojos de Draco se oscurecieron por un momento, pero cuando las pestañas rubias volvieron a aletear, estaban fríos como siempre—. Bien, ahora ha llegado el momento de ponerse a trabajar.

Cuando hubo terminado de explicar, Harry fue a buscar los ingredientes y el libro que usaría, Malfoy lo miró de reojo y sonrió.

Pero Harry no sabía calificar qué tipo de sonrisa era esa.


— ¡Hey, Potter!

Harry siguió caminando a toda prisa, con un asentimiento de cabeza les había indicado a sus amigos que siguieran sin él, ellos con mirada mitad incrédula, mitad asombro, se marcharon. Él se había atrasado juntando los pergaminos y observando su nuevo libro del Príncipe Mestizo. Debería haberse ido del aula a toda prisa. Debería haber sabido…

Justo cuando estaba en frente de la puerta medio abierta, una mano pálida la cerró de un golpe.

Harry podía sentir el calor corporal de Draco emanando detrás suyo. Sentía la respiración agitada, y su mecanismo se había detenido por completo otra vez, su corazón no se decidía si detenerse o salir disparado del pecho.

Estaban solos en el aula, incluso el profesor se había ido, su respiración se sentía pesada de las probabilidades que saldrían de todo esto.

— ¿Huyendo, Potty? —Harry cerró los ojos, mientras inspiraba, el aliento de Draco chocaba con su nuca poniéndole los pelitos de punta. Apretó la mandíbula, y maldiciendo el día en que Draco se había dado cuenta de esos malditos sentimientos, y de su voz increíblemente sexy y arrastrada—. De ti no me lo hubiera imaginado—él podría escuchar esa sonrisa engreída formándose en sus labios. Harry no podía verlo, y estaba infinitamente agradecido de ello, no sabía qué podría hacer si lo tenía en frente y así de cerca.

Estaba perdiendo la razón por completo.

Los labios de Draco rozaron su oreja y Harry podría haberse derretido ahí mismo. Cuando sintió la lengua de Malfoy recorrer el camino de oído, su corazón se encogió y sus músculos se contrajeron, mientras se mordía el labio fuertemente, conteniendo un gemido lastimero. Sentía su erección crecer.

— ¿Qué quieres, Malfoy? — su voz no parecía la de él, era ronca y parecía como si recién se despertara y no hubiera hablado en meses. Se aclaró la garganta, al menos debía intentar disimular. Estaba tenso como la cuerda de un arco.

La mano pálida que sostenía la puerta, se posó en el pecho de Harry, mientras lo acariciaba lentamente por encima de la ropa y Harry se sentía desfallecer, cuando la mano se posó por encima de su entrepierna, Draco lanzó una risita al notar su polla dura, mientras mordía y absorbía el cartílago de su oreja, Harry abrió grande los ojos y jadeó.

— ¡Suficiente! —agarró bruscamente el brazo de Draco, y lo dio la vuelta, invirtiendo las posiciones, golpeándolo contra la puerta, mientras cerraba los ojos, abría la boca, y Harry podía notar que por unos instantes se había quedado sin respiración, mientras su cabello volaba en el aire.

Cuando Draco abrió los ojos, tenía el cabello despeinado, pues estaba demasiado largo, y le tapaba apenas un ojo, respiraba agitadamente, tenía las mejillas levemente sonrojadas, y le sonreía lobunamente. Parecía increíblemente divertido. Y si Harry no lo humillaba primero, Draco no perdería la oportunidad.

—Eres un bastardo—escupió sobre sus labios, mientras la sonrisa se le había borrado por la agitación, pero sus ojos chispeaban burlones, y dilatados—. ¿Qué buscas, Malfoy?

— ¿No te lo dije? —preguntó inocentemente, como si jugara con él, lo cual lo sacaba de quicio, Draco se acercó aún más a su rostro, tanto que mientras hablaba, lo hacía sobre sus labios, como una especie de beso silencioso. El aroma de Draco estaba en todas partes—. Sólo quiero divertirme—murmuró, con los ojos completamente oscuros, y excitado, le mordió el labio inferior a Harry sin dejar de mirarlo.

Fueron como volteos de excitación recorrerle el cuerpo, gimió sin poder evitarlo, y su rostro se contrajo de dolor y placer. Porque joder, Malfoy mordía fuerte, pero lo encendía por completo.

Dentro de los ojos de Draco no había rastro de la diversión juguetona de hace unos segundos, sus ojos estaban convertidos en plata líquida oscura, y estaban dilatados y oscuros, llenos de deseo. Harry sabía que si lo presionaba más contra la pared, Draco gemiría.

Cerró los ojos fuertemente, con la respiración agitada, contando internamente hasta tres, sintiendo su pecho exprimirse, separó a Malfoy bruscamente, mirándolo a los ojos, mientras se decía una y otra vez que no había visto dolor en sus ojos por unos segundos.

— ¡Quítame las manos de encima, Malfoy! —gritó, y acto seguido se mordió el labio. Sabía exactamente que mentía, y no sabía qué era peor, si mentirse a sí mismo diciendo que no necesitaba nada de Malfoy, o decir en voz alta que no lo toque.

Draco rodó los ojos olímpicamente, mientras acomodaba su mochila y la dejaba en el suelo, y lo miraba por arriba de sus pestañas.

—No sirve de nada que lo ocultes, Potter. Sé que mojas los calzoncillos por mí—volvió a acercarse serpenteando y sacó la lengua y lamió los labios de Harry.

—Quítate —lo apartó bruscamente, porque si no, lo besaría hasta dejar de respirar. ¿Por qué su pecho dolía de esa manera? En su corazón sentía intensas punzadas, mientras intentaba controlar su respiración, y apretaba fuertemente la mandíbula—. Tal vez simplemente quiero experimentar. ¿Qué te hace pensar que eres espacial, Malfoy?

La sonrisa de Draco seguía intacta al igual que su expresión, pero dentro de sus ojos el brillo se nubló y de repente se volvió opaco y triste.

Esa mirada, que resultaba evidente que Malfoy no podía controlar, hacía exprimir su pecho, como si su corazón estuviera dando vueltas y repentinamente lo aplastaran.

—Entonces tómame—y se lanzó hacia sus labios.

Harry realmente no se lo esperaba, por un momento se quedó estático y paralizado, sintiendo su corazón fundirse y retumbar con ansiedad. Draco había enredado sus dedos en su cabello y había posado sus brazos en su cuello, y le estaba comiendo la boca. Abrió sus labios y entre un suspiro sus lenguas se mezclaron, acariciándose, una encima de la otra, mientras se producían sonidos de succión, Harry empezó a mover sus labios con frenesí.

Ni siquiera intentó detenerlo. No podía. Iba en contra de sus instintos animales. Dolería mañana. Pero había pasado tanto tiempo…tanto tiempo deseándolo. Jamás podría apartar a Malfoy si lo seguía besando así, como si fuera el último día y momento de su vida.

Era tan profundo que lo abrumaba. Nadie podía besar así. Tan brutalmente. Al mismo tiempo que como si fuera un interruptor, encendía su cuerpo como un horno de Navidad, todo quemaba, y las manos que masajeaban sobre su cuero cabelludo lo hacían estremecer.

Sin darse cuenta de lo que hacía, empujó con fuerza a Draco contra la pared, poniendo su cuerpo encima del de él, presionándolo, mientras agarraba con las manos su rostro, y acariciaba con el pulgar su cuello. En la habitación sólo se escuchan jadeos y gemidos bajos que producían ambos inevitablemente. Una de sus manos vagó por el pecho de Draco, mientras que con torpeza le quitaba la túnica, que calló en un susurro silencioso al suelo, y le abría la camisa y arrojaba la corbata escarlata al suelo. Admiró por unos segundos el pecho lampiño y pálido, un poco sonrojado, con las tetillas rosadas. Harry las apretó con sus dedos, mientras sentía la lengua entre sus dientes y los ojos incendiados.

— ¡Arg! —gimió Draco, mientras su rostro se contraía y echaba la cabeza hacia atrás, provocando que chocara contra la puerta.

Así con el cabello despeinado, la ropa arrugada, el pecho descubierto, gimiendo, mientras se mordía el labio, como si intentara acallar los gemidos, y cerraba fuertemente los ojos, con la boca abierta, se veía tan hermoso. Harry quería adorarlo y venerarlo toda la vida.

Enfurecido por sus propios pensamientos, empezó a besarle el cuello bruscamente, casi de manera enfadada, mientras lo mordía, y dejaba roja y morada la carne, y lo lamía con la lengua, llenándola de saliva.

—Ahhh…P-Potter—gimió entrecortadamente, Harry alzó la vista y se arrepintió de haberlo hecho. Draco tenía los ojos vidriosos y oscuros, con las mejillas sonrojadas y los labios rojos como manzanas, de tanto mordérselos, jadeaba en busca de aire, y lo miraba de una manera casi suplicante y entregada que Harry no podía soportar.

No me mires así si no me quieres. No me mientas.

Draco se aferró convulsivamente a Harry, con el puño en su túnica, como si no pudiera sostenerse. Harry lamió su pecho, haciendo espirales, mientras que con su lengua bajaba, hasta que se topó con el casi inexistente vello púbico, era rubio y casi como una pelusilla, era adorable. Enterró la nariz en ellos, y olfateó.

Harry no tenía ni la más mínima idea de lo que estaba haciendo, nunca había hecho algo parecido, sus manos temblaban, y su corazón no paraba de latir. Algo en su cabeza le hacía dar vueltas y sabía que estaba en un punto no retorno, casi irreversible. Pero realmente no quería detenerse. Sentía los nervios a flor de piel. Sin embargo, era como si el monstruo que había habitado en su pecho, aguardando por salir y embriagarse, tomara el control por completo. Y la consciencia de Harry perdida en algún lugar de su cerebro.

Y Draco olía tan bien. Se sentía tan bien, ahí, entre sus brazos. Mientras parecía derretirse como chocolate entre sus manos. Le daba poder, el tipo de poder que nunca había experimentado antes, como si pudiera hacer lo que fuera.

— ¿Decías? —susurró divertido, pero sin atavismo de sonrisa en sus labios, bajó sus pantalones de un tirón, mostrando los bóxeres abultados, Harry sopló sobre la tela, sintiéndolo estremecerse y jadear, mientras sus manos recorrían sus piernas estilizadas y pálidas. Lamió su ingle, y besó su estómago, recorriendo con su boca todo lo pudiera sobre su cuerpo, evitando la polla erguida y dolorosamente oculta dentro de los bóxeres negros.

—Por favor—gimió lastimeramente, y de forma aguda, y eso fue una patada de placer a su propia polla. Joder, ¿por qué tenía que poner esa expresión? Como si sufriera un gran dolor y le encantara…

—Por favor, ¿qué?

—Estúpido, Potter—gimió mirándolo enfurecido, con la respiración entrecortada. Harry en respuesta, posó su boca abierta encima de su miembro, lamiéndolo arriba de la tela—. ¡Ahh! Chupa…chúpamela—Harry siguió mirándolo, con ojos oscurecidos, moviendo su lengua, amasando la polla de Draco, que incluso con el bóxer puesto, podía notarla dura como una roca— ¡Harry! —jadeó ahogadamente, mientras echaba la cabeza hacia atrás y jalaba los cabellos oscuros, sosteniéndose—. P-por…—inspiró, abrió los ojos y lo miró—…por favor.

Fue un susurro débil, pero a juzgar por el rostro contraído entre el dolor, el placer y la contradicción, le había costado decirlo. Debía de estar muy desesperado, desesperado por Harry. Y eso hacía que su pecho se calentara y que dentro de él aflorara una sensación que no tenía nada que ver con la excitación del momento.

Aparte, se veía tan lindo, suplicante, doblegado y excitado por Harry.

Se relamió los labios, mientras que lentamente bajó la tela, provocando que la polla de Draco revotara contra su estómago. Harry lanzó una risita.

No porque quisiera humillarlo (a pesar de que sí debería), sino porque, hasta la polla de Draco era bonita, era de un tamaño generoso, aunque Harry la tenía más gruesa, estaba roja y húmeda, y la punta de un color violáceo se formaba. Se veía adorablemente deliciosa. Y dura.

Le dio una lamida, probando el pre semen que salía de la punta en abundancia, Draco se sobresaltó, mientras se estremecía. Mirándolo fijo a los ojos grisáceos, que ahora parecían plata líquida y oscura, se metió la polla de Draco en la boca, entera.

Draco se arqueó mientras gemía y su cabeza volvía a chocar fuertemente contra la puerta, respiraba agitadamente, y apretó sus cabellos oscuros, y eso que Harry ni siquiera había empezado.

Tal vez (sólo tal vez) no le era tan indiferente a Malfoy.

Ese pensamiento lo hizo sonreír, y se alegró de que Draco no pudiera verlo.

Acarició continuamente el glande con la lengua, una y otra vez, mientras sentía a Draco desfallecer y temblar, mientras absorbía lentamente y luego rápido, y llenaba la polla de saliva, y la volvía a absorber mientras chupaba hasta el fondo, tan profundo de manera que le daban arcadas, pero se sentía tan excitante. El sabor era levemente salado y amargo.

Draco no embistió su boca con fuerza, ni lo llamó puta por ponerse de rodillas y chupar su polla, de hecho, Draco parecía estar tan ocupado gimiendo o intentando controlarse, como para siquiera pensar en una oración coherente.

—Harry—sollozó con desesperación, y él chupó particularmente fuerte viendo cómo arqueaba su espalda de forma increíble. Él se llevó una mano a su erección y la liberó de sus pantalones, y se masturbaba, al mismo tiempo que lamía la erección de Draco—. Ah… estoy por…m-me vengo… ¡ah!

Cuando con la otra mano que no estaba masturbándose, masajeó el culo de Draco y se tragaba su erección, y rozó su entrada con un dedo, Draco lanzó un gritito y pareció temblar mientras chorros de semen invadían su boca, al mismo tiempo que le jalaba con fuerza el cabello. Harry cerró los ojos, y gimiendo dentro de su polla, se corrió.

Con un pop sacó su boca del miembro, mientras tragaba el semen, todo. No era algo particularmente delicioso, era algo amargo, pero era de Draco, había logrado hacer venir a Draco con su propia boca. No desperdiciaría ese momento único. Porque cabía la posibilidad (casi segura) de que no se repitiera nunca.

Se levantó, se limpió la mano, manchada de su propio semen, se acomodó los pantalones. Y en ese transcurro de segundo su mente trabajaba a toda velocidad.

Acababa de comerle la polla a Draco Malfoy. ¿Qué hacer ahora?

Debería haber un manual especializado en ese tipo de temas, ¿qué hacer cuando tienes sexo oral con tu enemigo?

Se sentía demasiado exhausto y satisfecho como para pensar.

Alzó la vista y lo miró.

Su respiración se cortó, y sintió como su corazón volvía a golpear con frenesí su pecho.

La ropa estaban desarreglada, con el pecho descubierto y lleno de marcas rojizas y en el cuello chupones morados, con marcas de dientes (eso se notaría en la mañana), los pezones rosados y erectos aún, con sus pantalones bajo las rodillas y la túnica en el suelo. Su cabello estaba completamente despeinado, pero seguía viéndose genial (no como Harry, que su mata negra iguala a la de un puerco espín), y le tapaba un poco los ojos. Pero lo peor de todo era su expresión, de absoluta tranquilidad, y Harry lo único que era capaz de oír era la respiración agitada de Draco. Sus mejillas seguían sonrojadas, y tenía la boca abierta, lo observaba sin moverse, en silencio. Era una mirada profunda, y penetrante, que brillaba como el sol a contra el cristal.

Harry se enfureció.

Se enfureció porque Malfoy no podía ser tan hermoso y lindo cuando era un bastardo, un odioso idiota que se comportaba como si lo supiera todo. No podía poner era expresión cuando Harry mismo había enviado a su padre a Azkaban. Cuando tenían tanta historia de odio juntos.

Cuando en realidad, Harry no significaba nada para Draco.

—Ni una palabra de esto a nadie, Malfoy—inquirió con brusquedad, fingiendo odio.

Draco rio, sin mucha energía en realidad, pero parecía más una risa triste.

—Debiste haber quedado en Slytherin.

—Lo sé.

Y lo besó con rabia.


Harry pasó los siguientes días agonizando.

Bueno, tal vez exageraba un poco. Pero habían sido los peores cinco días que había vivido.

Se sentía jodidamente culpable, tan malditamente culpable que se sentía a punto de largarse a llorar en cualquier momento.

No estaba prestando atención en clase, lo único que hacía aparte de pensar en Draco era leer el libro de pociones del Príncipe Mestizo, y Hermione estaba más preocupada que enfadada. Ron lo miraba extrañado y en su mirada también había un tinte preocupación. Ellos no dejaban de molestarlo con su bendita preocupación y pena. Harry sólo quería que lo dejasen en paz, los comprendía, pero no era capaz en esos momentos de ser una persona muy comprensiva y paciente. Estaba alerta y con los pelos de punta todo el tiempo.

Ignoraba a Draco, o por lo menos hacía todo lo posible.

Siempre evadía su mirada, y cada vez que compartía clase con él, se sentaba en el lado opuesto, a unos generosos metros lejos. No es como si Harry quisiera hacerlo, pero no tenía opción. Draco no le había dejado opción con ese rostro que le había suplicado que se lo cogiera por la boca. Ahora tenía que sufrir las consecuencias. Porque realmente no quería volver a humillarlo como lo hizo la otra vez, no con mucha gravedad, pero sí lo suficiente como para tomar el control de la situación, y tener una seguridad de que al día siguiente nadie se enterara de lo sucedido. Y así fue, a la mañana cuando despertó (con las sábanas húmedas, pues Draco no desaparecía de sus sueños), nadie estaba enterado de nada. Estaba todo igual. Seguía siendo El Elegido, y no El-Niño-Que-Vivió-Para-Coger-Bocas-De-Posibles-Mortífagos. No le molestaría si alguien se enterara, si Draco correspondiera sus sentimientos, si supiera sus reales intenciones, estaría feliz de que todo el mundo se enterase de que Draco Malfoy era suyo.

Pero como no lo era, Malfoy debía jugar con sus reglas.

Que lo evitara a toda costa no significaba que Draco no lo buscara, ni que él haya dejado de espiarlo.

Todos los días miraba el mapa Merodeador, buscándolo, y le resultaba imposible que Malfoy casi nunca apareciera en el mapa, pero lo hacía, era sospechoso, saber eso, le ponía los pies en la tierra. Era su ancla hacia la cordura, saber en qué se puede meter si se enrollaba con Malfoy. Porque estaba casi seguro de que era un Mortífago, y que en estos momentos, no está haciendo ningún bien. Que está tramando algo, y Harry lo sabía.

El problema era que había una parte de él a la que seguía sin importarle en absoluto.

Ese instinto animal que le importaba una mierda todo, y que lo único que quería hacer cada vez que lo veía no era desviar la mirada y evitarlo, él quería empotrarlo contra una pared y follarlo hasta quedar seco.

Draco tampoco ayudaba mucho a la situación, ni a sus instintos hormonales, lo miraba, todo el tiempo. En el comedor, en las clases, en donde fuera, Harry sentía un cosquilleo en su nuca muy seguido, y siempre era Malfoy mirándolo fijamente. Ya no había sonrisa burlona, ni diversión impregnada en sus ojos mercurio, estaba más serio e impenetrable como nunca. En las clases Harry notaba que estaba peor que él mismo, sus mejillas pálidas parecían hundidas y siempre tenía ojeras, aunque eso, desgraciadamente, no afectaba la belleza natural de su cuerpo, ni los sentimientos poco fraternales que Harry tenía hacia él.

Un día en un corredor le pareció incluso oírlo llamar, pero él no se había detenido. Había salido corriendo hacia la dirección opuesta. No porque fuera un cobarde, de hecho, alejarse de Malfoy había sido lo más valiente que ha tenido que hacer. Cuando lo único que quería era abrazarlo, follar, tener sexo con él (en todos los sentidos), besarlo, adorarlo…quería a Malfoy por completo. Y estaba cada día más obsesionado con él. Sus amigos más preocupados. Y Malfoy más demacrado.

No estaba bien. No estaba bien. Joder, tener esa clase de sentimientos hacia Malfoy estaba peor que mal, pero, ¿qué más podía hacer? Lo había intentado todo.

No podía desprenderse de las sensaciones que le provocaba. Y aunque se sentía como nunca antes, no era correcto sentirse así respecto a Malfoy. Si fuera cualquier otro…u otra…

Pero nadie le llamaba ni remotamente la atención, Ginny carecía de absolutamente todos los requisitos, y eso que había pasado horas y horas, intentando auto convencerse de que alguien más podía llamar su atención. Lo había intentado, de veras. Pero había sido lo mismo que romper un papel en mil pedazos e intentarlo reparar sin magia: inútil. Porque jamás encajaría por completo

Había pensado en todas las chicas posibles, en todas, incluso había pensado en un par de chicos, había intentado masturbarse pensando en cualquiera. Pero a todos esos les faltaba el cabello rubio platinado, los ojos grises, los labios finos, actitud petulante…ninguno era Draco.

Y estaba desesperándose.

En la noche intentaba seguirle el rastro, y esta noche no era la excepción, pero seguía sin saber a dónde carajos iba. Ni siquiera aparecía en el mapa.

Se levantó de la cama, hastiado y enfadado consigo mismo porque no quería mantenerse alejado de Draco, y porque quería saber a dónde iba…y con quién. Porque tal vez iba con alguien más.

La sola posibilidad de pensar que Draco pudiera estar con otras personas lo enfermaba, la cólera empezaba a formarse en su interior y sentía tanta ira, mientras que al mismo tiempo su pecho se exprimía como una muñeca de trapo. Y dentro de él el monstruo en su interior rugía furioso.

Sacudió la cabeza, intentando alejar por completo esos pensamientos, era la una de la mañana y no era bueno albergar cosas desagradables, no quería seguir pensándolas.

Se levantó de la cama, e intentando no hacer ruido tomó la capa de invisibilidad, el mapa merodeador y salió de la habitación.

Se dirigió hacia la cocina, en donde los elfos le habían dado de comer, felices. La verdad era que no podía dormir, hacía noches en donde dormía muy pocas horas, porque siempre lo último que pensaba antes de caer era en Draco, y por consecuencia soñaba muy seguido con Draco. Tenía todo tipo de sueños con él, pero la mayoría era cuando lo perdía, como si Malfoy lo abandonase. Pero, ¿cómo perder a alguien que nunca has tenido?

Harry sólo estaba siendo ridículo.

Mientras mordía una manzana, chocó contra un pecho plano, al instante en que sus fosas nasales quedaban inundadas por agua fresca y perfume francés, mientras su capa de deslizaba y su cuerpo quedaba al descubierto.

Harry abrió enormemente los ojos.

— ¿Malfoy?

La manzana cayó, rodando por el piso.

Luego alzó la mirada y se encontró con unos ojos grises asustadizos y casi horrorizados.

—Potter—fue toda la respuesta.

Draco tenía los ojos lagrimosos, eso, o era una imaginación de Harry que se estaba a punto de romper a llorar. Llevaba el pijama, y realmente había salido de la nada, si Harry hubiera estado un poco más atento tal vez habría averiguado a dónde iba cuando desaparecía.

Se veía formal, como siempre, pero tenía un aspecto demacrado y cansado, parecía a punto de desmayarse.

Volvían a estar extremadamente cerca, pero Draco se veía tan triste, su expresión (casi como si se hubiera rendido) hacía encoger su corazón. Y Harry sabía que de igual forma podía aprovechar la situación, porque si Draco lo besara en ese mismo momento, Harry no lo detendría.

Había un límite para todo, y Harry no era capaz de seguir fingiendo por mucho tiempo, en realidad, está tan desesperado y su cuerpo respondía a la cercanía de Draco de manera automática, y sabía que si no escapaba ahora mismo de ahí, haría una locura.

Draco se desplomó entre sus brazos y calló encima de su cuerpo de forma tan imprevista, en el momento en que él iba a dar la vuelta, que Harry calló al suelo también. Soltó un jadeo de exclamación, porque realmente no estaba preparado para sostener un cuerpo, mucho menos del de Draco, que se sentía como plumas arriba suyo. No pesaba nada, era frágil como el cristal.

Bajó la vista, y lo miró. Draco en vez de desmayado parecía como si estuviera durmiendo. Su corazón se aceleró, mientras la preocupación lo invadía y sentía hielo correr por sus venas. Pero entonces Draco murmuró algo intangible, se acomodó sobre su pecho, mientras refregaba su rostro contra su cuello y suspiraba. Tragó saliva mientras sentía su pecho calentarse y el monstruo dentro de él ronroneaba como un gatito.

¿Cómo podía sentirse de esa manera por alguien que lo había lastimado tanto?

Sonaba sorprendente, pero Malfoy en realidad siempre buscaba la forma de lastimarlo, de hacerlo fracasar, pero cuando él tomó real consciencia de sus sentimientos, y cuando Draco lo había besado, cuando empezó a coquetear con él, intentar seducirlo, fue cuando realmente lo había hecho trisas.

Era irónico, la verdad. Pero dolía más que si lo hubiese golpeado hasta la inconsciencia.

Pero de igual manera, dolía porque era real, porque Harry lo imaginaba, lo sabía y se volvía real. Porque le importaba. Y no podía hacer nada contra eso. Era como nadar contra una corriente eterna, que siempre había estado ahí.

Acarició con suavidad los cabellos rubios que le tapaban el rostro, y se los puso detrás de la oreja, la mano le temblaba mientras tocaba su cabello. Se sentía como si fuese a llorar en cualquier momento. Ver a Draco durmiendo sobre él, con ese rostro angelical e indefenso, lo ponía susceptible.

Parecía mucho más joven, sobre todo con el cabello largo, estaba más pálido de lo normal, y sus pestañas eran mucho más largas de lo parecía a simple vista, eran rubias como sus cejas, tenía la boca abierta, y respiraba sobre su cuello, produciéndole cosquillas. Se veía jodidamente adorable.

Harry suponía que ambos acostados sobre el piso frío, iba a ser una imagen un poco extraña viéndolo desde afuera, así que se levantó, y agarró a Malfoy entre sus brazos, iba a separarse de él y llevarlo desde los hombros, pero Draco no quería soltarlo, lo abrazó desde el cuello, aferrándose a él como un coala.

Harry sonrió.

Lo alzó como si fuera un niño, mientras ponía las piernas de Draco alrededor de su cadera, Malfoy no lo soltaba ni de por casualidad. Harry agarró las piernas mientras intentaba caminar, estirando su cuello para ver el camino.

Caminó tres veces al lado de la pared que camuflaba la sala de Menesteres. Era el único lugar al que podía llevarlo. Pensó en una habitación en donde Draco pudiera descansar, con cómodos sillones, un plato de frutas, por si se despertaba y tenía hambre. Sin embargo, cuando abrió la puerta una cama enorme aparecía en medio de la habitación.

Maldición.

No es como si él estuviera pensando quedarse. No…para nada…bueno, tal vez sólo rato. Jamás volvería a tener otra oportunidad de verlo dormir.

Se agachó para dejarlo en la cama, pero Malfoy seguía aferrado a él. Harry se rio, mientras intentaba con sus brazos despegarse de Draco, para que pudiera dormir, pero a pesar de ser tan delgado y tener el peso de una pluma, se agarraba a él como un ancla. Era imposible que estuviera dormido si estaba usando ese tipo de fuerza.

—Quédate—susurró contra su cuello, sin dejar de abrazarlo, mientras el agarre de sus piernas se intensificaba. Harry tragó saliva audiblemente—. Quédate conmigo.

Los párpados de Harry cayeron, mientras volvía respirar con fuerza. ¿Cómo pensaba controlarse si le decía ese tipo de cosas? ¿Draco estaba realmente consciente de lo que le estaba diciendo? ¿De lo que le estaba haciendo?

—Draco…

Malfoy sollozó, y Harry no supo si de tristeza o placer.

Tal vez un poco de ambos.

Draco lo empujó contra él, de manera que sus pensamientos contradictorios lo tenían tan confuso que estaba indefenso y lo tomó desprevenido, de manera que cayó en la cama encima de Draco, quien se veía angustiado pero excitado, y sus ojos estaban serios.

No había nada de diversión en ellos. Y Harry seguía sin entenderlo, no podía comprenderlo.

Cuando Malfoy alzó su rostro, sus narices chocaron, mientras que compartían el aliento, ambos respirando con rapidez, Harry podía sentir sus propios ojos dilatados y llameantes, porque Draco parecía hipnotizado con ellos. Harry miraba su reacción, expectante y tenso. Porque Draco era como una granada impredecible, nunca se sabía cuándo iba a explotar. Siempre hacía algo que lo descolocaba y lo llevaba al límite. No había forma de predecirlo.

Cuando Draco acercó los labios a los suyos y se tocaron por un breve instante, Harry corrió la cara, sintiendo como si su corazón fuera acuchillado, mientras que latía a toda prisa, profundo.

Draco lo miraba jadeando, debajo de él, su mirada no sólo suplicaba, si no que estaba decidido, seguro y consciente de lo que estaba haciendo. Su aliento no apestaba a alcohol, ni nada por el estilo, y Harry a pesar de había perdido la cuenta de las veces que había dado vueltas en la cama mirando la botellita de Felix Felicis, pensando si podría usarla para estar con Draco aunque sea una vez, siempre la racionalidad volvía a él cuando estaba a punto de ceder, iba en contra de sus prioridades Gryffindor.

El punto era que Draco realmente quería tener sexo con él. Harry lo podía ver en sus ojos.

— ¿Qué ganas con todo esto? —preguntó devastado. Apartó la mirada, sacudiendo la cabeza, mientras apretaba la sábana en un puño, con los brazos al costado del cuerpo de Draco, quien le agarró el mentó con sus dedos finos, obligándolo para que lo mirara.

Esta vez, sí sonrió un poco. Pero cuando habló, sonó como si estuviera mintiendo y le costara inmensamente hacerlo.

—Tu polla en mi culo, por supuesto—lo besó con fuerza, brutalmente, sosteniéndole la cara bruscamente, evitando a toda costa que huyera. Y a Harry le dolió más que nunca ese beso.

Pero sabía tan bien, el olor de Draco estaba en todas partes, tan dulce, tan fresco. Harry le quitó las manos pálidas de su rostro, para luego con innecesaria fuerza ponerlas por arriba de su cabeza. Y meterle la lengua dentro de su boca, mientras Draco con un gemido la recibió gustoso, y respondía con entusiasmo, Harry no paraba de morderlo, de estirar su carne hasta dejarla roja y casi sangrando. Draco gemía dentro del beso y las cortas distancias de sus labios no eran suficientes para respirar.

— ¡Ah! Du-duele—Malfoy tironeaba del agarre de sus manos, que lo apretaba tan fuerte que seguramente le dejaría marcas. Mejor.

Porque si lo follaba, se encargaría de que Malfoy lo recordara por siempre. Le dolería tanto y le gustaría hasta el punto de desfallecimiento, que jamás podría volver a acostarse con otro sin recordar cómo Harry lo había tocado.

Sin dejar de besarlo, porque, maldición, si Draco seguía gimiendo de esa forma, le iba a resultar demasiado fácil perder el control, le quitó la camisa por arriba de la cabeza, mientras después le arrancaba los pantalones, los bóxeres blancos, dejando su deliciosa erección libre, Harry sonrió sin darse cuenta, ahora podía decir con seguridad qué tipo de sabor tenía, estaba dura casi tanto como la otra vez, e igual de bonita, mientras le besaba el cuello. Los chupones del otro día, cuando le había chupado la polla, ahora eran pequeñas marcas rojas, pero levemente visibles (a la mañana siguiente, Draco no había dicho ni una palabra, pero no se tapó las marcas—que en ese momento eran llamativamente moradas y conservaban marcas de dientes—y todos empezaron a especular sobre quién era la amante del Príncipe de Slytherin, en ese momento, Harry no había sabido qué pensar), así que sacó su lengua y lamió toda la extensión de su cuello, mientras Draco lo arqueaba para dejarle más espacio, alzaba las caderas y jadeaba en busca de aire de manera ahogada y entrecortadamente. Harry con sus manos jugó con la piel de sus muñecas, pellizcándola y apretándola, sin dejar de llenar su cuello de saliva. Draco no paraba de estremecerse y lanzar pequeño gemidos.

Harry serpenteó con su lengua por el pecho, besándolo, dejándolo rojo y sonrojado, y oliéndolo, el aroma de Draco lo excitaba, no era un gran descubrimiento, pero era tan malditamente cierto. Lo ponía de sobremanera.

Con sus dientes mordió una de sus tetillas rosadas y Draco se arqueó y empujó sus caderas contra las de Harry, provocando que sus erecciones rozaran, y ambos gimieran al unísono. Draco se retorcía debajo de Harry, mientras él chupaba y absorbía el pezón, delineando la coronilla, mordiéndolo bruscamente, sin dejar de lamer su cuerpo, pasó al siguiente pezón, sintiendo a Malfoy gemir agudamente, casi sin respiración.

—Suficientes preliminares—dijo con voz ronca y con agitación, sentía el mundo girar. Se quitó el pijama con ansiedad, notando que Draco lo miraba embelesado, observó sus muñecas, con marcas, y casi tenían moretones, su piel era tan sensible. Harry quería marcarlo todo.

Las manos pálidas se posaron en su abdomen y Harry las apartó de un manotón. Draco gimoteó y algo en su mirada lo afligió.

—Quiero tocarte—habló con ojos dilatados y oscurecidos, como la tormenta, llenos de placer agonizante.

—Pero yo no quiero que me toques, Malfoy—se mordió el labio, mintiendo, mientras, desnudo, volvía a juntar sus manos arriba de su cabeza y apretar las muñecas lastimadas, sonriendo cuando Draco gimió de dolor y excitación. Obviamente quería que Draco lo tocara, en todas partes si era posible, e incluso Harry se dejaría follar, se dejaría hacer lo que fuera por Malfoy, pero si bajaba mínimamente la guardia, Draco no dudaría en usarlo y quebrarlo como una muñeca de porcelana china. Y hasta altura del juego, no pensaba romperse.

Draco abrió las piernas y las subió, exponiéndose, casi sin ningún pudor, sonrojado, con las tetillas erectas y la entrada expuesta. Jadeaba en busca de aire y lo miraba de una manera en la que Harry nunca había sido mirado.

Estaba tan concentrado perdiéndose en Draco, y en controlarlo, que se había olvidado de que, esa iba a ser su primera vez. Su primera vez con alguien, la primera vez que metería su polla en un agujero, y no cualquier agujero, si no, el trasero de Draco Malfoy, esa perdición insaciable que tenía, su pequeña obsesión, la persona a quien, seguramente, más había deseado hasta el momento.

No habría vuelta atrás, estaban en un delicioso punto no retorno. Ahora se daba cuenta de que lo único que había estado haciendo era posponer lo inevitable. Nunca podría pasar de Draco, y ahora se sentía como si nunca pudiera deshacerse de él, ni de esos sentimientos que lo único que hacían era hacerlo sentir como un idiota, pensando en monstruos en su interior, y deseos animales, y todo volvía a aflorar dentro de su pecho. Si en algún momento habría podido detenerlo, ya no lo intentaría más.

—Harry—sollozó desesperado, mientras meneaba sus caderas hacia la punta de la erección ancha de él, que rozaba su entrada y, se notaba, que lo ponía histérico, porque Draco prácticamente lloraba de placer.

— ¿Si? —fingió demencia, alzando una ceja, con una media sonrisa burlona, nada propia de él, pero necesitaba un poco de control, sobre Draco y sobre sí mismo, si no, acabaría por arruinarlo todo.

—Fóllame…por favor—se arqueó, intentando que la erección de Harry entrara por su culo, mientras buscaba aire de manera entrecortada y una pequeña capa de sudor cubría su frente. Harry no se había movido ni un ápice, sentía que si no, penetraría a Draco de tal forma que le dolería terriblemente, su mandíbula se apretaba, buscando concentración, viendo a Malfoy retorcerse debajo de él, mientras que él aún lo sostenía por las muñecas, de manera que no podía tocarlo—. Fóllame. Fóllame. Fóllame. Métemela, maldito cabrón. Te quiero dentro de mí.

Lo besó con intensidad. Y Harry sospechaba que Darco ya sabía que sus besos eran realmente su perdición, que jamás podría decirle que no mientras lo besara.

Así que, Harry lo penetró de una sola estocada y ambos inevitablemente se separaron gimiendo entre sus bocas. Esperó unos segundos para que Draco se acostumbrara a tenerlo dentro de él. Sus ojos estaban vidriosos y brillantes, si Harry no conociera lo suficiente a Malfoy, podría haber jurado que tenía lágrimas acumuladas. Se veía tan…tan hermoso, arqueado, sin poder usar sus manos, porque Harry lo tenía retenido desde las muñecas, controlándolo, con las mejillas rojas y jadeando en descontrol, con la expresión de placer y dolor contorsionado en el rostro.

Repentinamente, una idea se le cruzó por la mente y frunció el ceño, mientras sentía sus fosas nasales agrandarse, respirando fuertemente, mientras su pecho subía y bajaba.

— ¿Has hecho esto alguna vez con alguien más? —sonó realmente amenazador, aunque por dentro todo se desmoronaba.

Nunca había fingido tan bien en toda su vida. Tenía el labio partido y maltratado, por mordérselo continuamente.

Draco pareció confundido y contrariado, e incluso un poco atemorizado.

—Tal…tal vez.

Oh, Malfoy, no debiste decir eso.

Harry sintió ácido esparcirse por sus entrañas, mientras su corazón se encogía (a pesar de latir a una velocidad alarmante), y su pecho se apretaba. Ojalá las abejas asesinas que habitaban en su estómago (en vez de mariposas débiles) murieran con ese ácido que se esparcía como lava caliente.

Empezó a embestirlo con fuerza, duro, no se pondría restricciones, no se controlaría, había estado tanto tiempo aguantándolo, reteniéndose, que el monstruo había hecho un pacto con las abejas asesinas para poseer a Harry y llenarlo de todos los sentimientos confusos que había tenido, toda la tristeza, la soledad, el deseo, la frustración, el inevitable cariño que le tenía, todo para ser inyectado con los sentimientos nuevamente. Para destruirlo y autodestruirse. Harry quería destrozarlo, y mientras sus bolas no paraban de chocar contra su trasero, desgarrándolo posesiva y brutalmente, sabía que lo estaba haciendo realmente.

Draco gemía, ya fuera de dolor o placer, parecía confundido, la cama rechinaba levemente, y sollozaba cada tanto, mientras se retorcía y arqueaba, parecía empecinado en querer tocarlo, porque miraba su cuerpo y gemía lastimeramente, como si no pudiera soportarlo.

Cuando los gemidos se intensificaron, y Draco balanceaba sus caderas como podía, para meterlo más adentro, más profundo, mientras sus piernas pálidas y estilizadas estaban alrededor de su cintura. Sus labios estaban rojos, y de su barbilla brillaba un hilo de saliva. Tan apetecible.

Harry quería hacerle daño, pero él terminaba más lastimado después de todo. Porque no quería herirlo.

Es que no soportaba la idea de que Draco haya estado con alguien más, que él no fuera su primero, que alguien más lo haya visto así…

Tragó saliva, atragantándose con su propia amargura, sin dejar de ver esos ojos plateados llenos de intensidad y excitación. Cuando embistió en cierto ángulo, sus tormentosos ojos grises se abrieron e par en par, gimiendo, mientras jadeaba incoherencias…incoherencias que guardaría por siempre consigo.

— ¡Harry! Ahh, sí, sí. Otra vez…ahí. Más. Más. Más. Joder.

Cuando sintió sus bolas lo suficientemente apretadas como para sentirse a punto de explotar, lo besó. No fue desesperado a comparación de las penetraciones, ni como otros besos anteriores, Harry procuró ser lento, profundo, saboreando sus labios, deleitándose cada vez que sus labios se rompían dentro del beso porque Draco no podía evitar gemir. Fue…el mejor beso.

— Dios, Draco. ¡Me v-voy a…!

Harry eyaculó dentro del cuerpo de Draco, y eso pareció ser suficiente como para que él también se corriera en un grito ahogado.

Se desplomó encima de Malfoy, sintiéndose exhausto y satisfecho, y aunque una parte de él no podía creer que acabara de acostarse con Draco y estaba inmensamente feliz, había otra mitad de él que no entendía cómo era posible sentirse tan vacío y completo al mismo tiempo cuando acababa de hacer el amor con la persona que quería.

Que anhelaba. Que lo obsesionaba. Que lo volvía loco. Que también lo odiaba, pero que no podía evitar quererlo.

Salió dentro de él, mientras que Draco ya estaba durmiendo con el rostro tranquilo y la boca abierta, soltó un quejido entre sueños. Harry cayó sin fuerzas a su lado, sintiéndose de trapo, e incluso si hubiera sido imposible apartar a Malfoy que acababa de acurrucarse contra él, buscando calor, aunque hubiera tenido energía para hacerlo, no lo habría hecho. Draco era tan lindo.

Se quedó dormido al instante, pensando en palabras susurrantes, pestañas rubias, y gemidos de ensueños.


Harry se despertó con un calor abrasador alrededor de su miembro. Y cuando miró hacia abajo, y Draco lo observó con diversión en sus ojos grises mientras le daba la mamada de su vida, bueno, nunca antes nadie le había hecho una mamada y la verdad que ya les estaba empezando a coger cariño.

Cuando se corrió entre jadeos y gemidos, Draco se lo tragó todo, como Harry había hecho la primera vez en el aula de pociones contra la puerta. Malfoy parecía profundamente enorgullecido eso. Y Harry experimentó un sentimiento de ternura y protección que no había sentido antes.

— ¿Tienes ropa para prestarme? —habló sobre sus labios, mientras se volvían a besar. Malfoy también parecía haberse vuelto adictivo a los besos de Harry, o por lo menos eso esperaba. Porque en toda la mañana casi no habían despegado sus labios el uno del otro.

Harry estaba increíblemente feliz, a pesar de cómo había sucedido su primera vez. Porque tal vez, tal vez, el estar con Harry, el que él (y sólo él) lo haya follado, significaba algo también para Draco. No albergaba esperanzas, en absoluto, y sabía que resultaría imposible que ellos mantuvieran una relación o de que Draco correspondiera sus sentimientos, sin embargo, una pequeña parte de él se aferraba a esa minúscula posibilidad.

— ¿Tengo cara de perchero andante? —sonrió, mientras Draco reía—. ¿Por qué? ¿Para qué necesitas ropa?

Harry pensó en un par de jeans azules y una remera blanca, que le quedase pegada al cuerpo, y a su lado, la ropa apareció. Se la entregó y susurró con voz misteriosa: ¡Magia! Malfoy rio a carcajadas y Harry se estremeció ante la dulzura de la risa, nunca antes lo había visto tan feliz.

Las abejas asesinas empezaron a zumbar, enredándose en su estómago de forma deliciosa, de repente, ya no eran asesinas, si no, las abejas más dulces y contentas que pudieran estar en el estómago de alguien.

El monstruo ronroneaba adormilado.

Malfoy empezó a vestirse, se puso la remera blanca que le quedaba como segunda piel, y los pantalones sin nada debajo. Harry se atragantó con su propia saliva.

— ¿V-vas a irte así? ¿Sin nada…debajo?

Draco sonrió como si escondiera un gran secreto y nadie supiera de él.

—Sí, ¿por qué? ¿Te incomoda acaso? —Fingió inocencia y puso el rostro más angelical que pudiera mostrar, tan angelical como un Malfoy puede fingir, por supuesto. Harry volvió a tragar saliva—. Al menos cuando me veas sabrás que llevo estos mismos jeans azules y que debajo de ellos no llevo nada más que piel. Piénsalo—Harry ya empezaba a tener una erección de sólo visualizarlo—, así te costará menos trabajo quitarme la ropa la próxima vez que nos veamos.

— ¿Habrá…habrá próxima vez? —balbuceó esperanzado.

—Por supuesto que habrá próxima vez—respondió altanero, como si fuera lo más normal del mundo y Harry estuviera diciendo idioteces. Arqueó una ceja rubia—. ¿O acaso ya se te acabó el amor, Potter?

Sus ojos estaban salpicados de inseguridad disfrazada de sarcasmo. Harry sonrió ampliamente.

— ¿Cómo podría? —Respondió en el mismo tono—. Eres Draco Malfoy después de todo.

Draco pareció iluminarse y le sonrió levemente, con las mejillas ardiendo.

Tal vez, al irse de esa habitación, Draco se había llevado algo más que los jeans azules.


(1) Así se escribe en inglés, y Champú en español, pero, ¿no queda mejor en inglés? Aunque es lo mismo, la verdad, espero que a nadie le importe.

¡Hola! ¿Cómo han estado, darlings? Sé, sé que tengo que subir el capítulo de Eclipsis of Virgins, lo estoy haciendo, pero es particularmente largo (y eso ya es decir) y tampoco voy a hacerlo a las apuradas, y como podrán notar, tenía que terminar estos retos, pues ya me comprometí.

La canción es de Lana del Rey, no me culpen, yo no hice el vídeo, yo lo elegí, decidí complementar un poco el significado de la canción (que me la conozco de memoria) con el vídeo y hacer este fic. Trabajé un poco de más para hacerlo, a comparación de los otras historias que realicé (como volver a leer el sexto libro para refrescar la memoria, ver muchas veces el vídeo que escogí y leer la letra subtitulada un par de veces) pero valió la pena.

¿Les gustó? Espero que sí. Todavía falta la segunda parte (que va a ser mucho más corta que la primera, no se preocupen)...

Que pasen una linda noche,

-Vulnera