Hola cómo están?

Aquí les traigo el epílogo.

Crepúsculo no me pertenece.

Pov. Bella.

Dos rayas rosadas.

¿Cuantas veces las había visto?

Pues...-conté con mis dedos-... dos veces ya. Eso sin contar a Anthony, ya que de mi embarazo me enteré por medio de Alec.

Si, tenía seis hijos con Edward.

Y todo porque según Edward, le gustaba la calidez, ternura y como se amoldaba mi vagina a su pene.

Desde que tuve a Anthony, me la paso en el gimnasio, gracias a el cielo mi cuerpo se mantiene y me hago masajes. Con el insaciable marido que tengo, debo hacerlo.

Lo amo y amo a mis seis retoños, pero Edward se pasa. Ni siquiera me pregunta y él mismo me compra los test.

Si no me botaba las pastillas, me cambiaba las fechas de las inyecciones. Cuando me enteré de lo que hacía, le crucé la cara de una bofetada y no le hablé por días, hasta que me hizo lo único que sabe hacer.

Seducirme.

Suspiré.

Aún así me volvía loca.

Solo rogaba que no tuviese tanta puntería como las veces anteriores, aunque algo me decía que tenía mas de una vida aquí adentro.

Me aferré al lavamanos y me miré al espejo.

Seis hijos a los cuales amaba con toda mi alma. Son mi razón para vivir.

Estaba Anthony, que tenía siete añitos, los trillizos... si, trillizos que contaban con cinco años y los gemelos de tres.

Estaba prácticamente rodeada de hombres, solo tenía a dos nenas y una era Amber que tenía cinco y mi bebé Amy de tres años.

No sé que tenía Edward con la letra "A" pero todos nuestros hijos tenían nombre con esa vocal. Era demasiado necio, yo solo escogía el segundo nombre.

A veces.

Como es él, el que los registra, no toma en cuenta mis opiniones.

Bufé.

-Bella... recuerda que amas a ese hombre- me dije por enésima vez.

Volviendo al tema de los nombres, estaban Anthony, Arturo y Albert de cinco años y mi bebé Adrián de tres.

Adrián, se iba a llamar Alexander, pero como lo llamaríamos Alex y Alex, le recordaba a Alec, Edward, lo descartó a la primera.

Salí del baño y lo vi caminando de un lado a otro, estaba emocionado.

A sus treinta y cuatro años, era un hombre mucho más atractivo y maduro, que solo tenía ojos para mi y me celaba como el demonio. Era posesivo y obsesivo, me llamaba a cada tres horas y eso porque lo hacía cada hora y por medio de recursos poco ortodoxos (horas y horas de hacer el amor) lo dejamos en tres.

-Vas a hacerte la vacetomia Cullen- me miró y enmarcó una ceja. Sonrió y negó-. Estoy embarazada Edward- informé

-Oh mi amor- me abrazó e intentó besarme pero lo alejé. No quería que me besara. Estaba enfadada con él.

-¿Cómo fue?- me miró y puso los ojos en blanco-. ¿ Qué hiciste esta vez?- se ruborizó un poco.

-Te inyectaron hormonas para que fuese más fácil quedarte embarazada- asentí y fui al vestidor.

Ya estaba bueno.

-Nena... vamos a tener a otra bebé y se llamará Angie- me giré y le tiré lo primero que vi.

Un zapato suyo.

-¡Oye!- se quejó.

Me vestí con un traje crema y unas sandalias.

Estaba por salir, cuando siento que me abraza.

- Suéltame Cullen - lo aparto y salgo de nuestra habitación.

*******Dos días después...

Confirmado y estaba segura, estaba embarazada de tres meses y eran gemelos.

Esa, es decir, dos días, no le hablaba a Edward, a menos que fuera estrictamente necesario.

Ahora mismo estoy saliendo del centro comercial y había comprado algunas cositas para mis bebés. Como también para mis otros seis hijos.

No sé muy bien que pasó, pero un pañuelo con cloroformo, me envió a la inconsciencia.

*****Horas después...

Me desperté al sentirme febril y excitada.

Abrí los ojos de golpe al sentir que me llenaban.

- ¡Oh Dios! A esto es a lo que me refiero, te sientes tan bien, es jodidamente delicioso- gruñó Edward, mientras me embestía y yo por más que me negaba a sentir , no podía evitarlo.

-¡Ay Dios!

Ese hombre y su movimiento pelvico me volvían loca.

La verdad es que ya lo había perdonado ese mismo día que me enteré, pero tenerlo así por unos tres días no estaba mal...

-¡Edward!

Emmett, veía a Rosalie, dormir. Amaba a la madre de sus hijos.

Atrás habían quedado todos sus problemas, ahora solo se disfrutaban y amaban como si no hubiera mañana.

Estaba acostada, desnuda, bajo las mantas que dejaba ver su abultado vientre de cuatro meses.

Iban a tener a su segundo hijo, un varón.

No podía estar más feliz.

Ella, la primera y única experiencia sexual que había tenido y no quería más.

Su complemento.

Su amor.

Su vida.

Fin.

Gracias a todos por leerme, por estar para mi y comentar. Lo aprecio mucho. Fue una ardua tarea pero lo logramos .

Muchas gracias por el apoyo.

Obsrsionado con tu Inocencia, será actualizada antes de el domingo no desesperen.

Gracias de nuevo.

Danielle Franks.