Disclaimer: Dragon Ball no me pertenece. La serie y sus personajes son propiedad de Akira Toriyama.


El Legado

Orígenes


El desenlace era el esperado. Fue el resultado obvio de la masacre que comenzó cuando ella sólo tenía cinco años y los saiyajin llegaron a su planeta. Al principio no se entendió mucho, se pensó que se trataba de estos nuevos visitantes extraterrestres que no hace menos de un año habían hecho contacto con el planeta Tierra y luego de una interesante alianza comenzaron a trabajar para beneficio mutuo. Los avances tecnológicos fueron impresionantes, facilitando enormemente la vida de la gente, todo por supuesto a cargo de la mente más brillante del mundo, y a cambio los terrícolas tenían que ayudar con la materia prima que escaseaba en su planeta y en cambio había de sobra acá.

Por eso las primeras semanas cuando estas naves circulares arribaron a la Tierra, nadie les prestó demasiada atención, fueron muy pocas para lograr despertar la curiosidad de alguien importante y salvo los accidentes ocasionados por aterrizar sin cuidado en cualquier lugar —que no pasaron a mayores por no suceder nada grave— todo continuó normal.

Lo único curioso fue el aspecto poco amistoso de estos forasteros que no pronunciaban palabra alguna y que luego de descender de su nave personal y apretar el botón de un aparato en su oreja, se iban volando y no regresaban por su nave esférica. Muy distinto a los habitantes del planeta Verko.

Ellos desde un principio mostraron evidentes intenciones de paz y ayuda, siendo muy fácil entenderse, al punto que a los meses del tratado, comenzaron los viajes de un planeta a otro. Les era mucho más fácil venir a la tierra debido a su avanzada tecnología y por esa misma razón los humanos ya se habían acostumbrado a naves extrañas y visitas extra planetarias.

Tal vez de estar más alerta las cosas hubiesen sido diferentes.

Todo podría ser tan distinto de haberle comentado a los nuevos vecinos espaciales.

Sólo un mes pasó desde el primer avistamiento de estas naves circulares para que el mundo cambiara. Los ataques fueron rápidos y feroces. No había tiempo de avisar ni de reaccionar, bastaba con un grupo de cuatro saiyajin para devastar una ciudad entera y con su ejército, en menos de treinta minutos.

Los aliados del espacio que también sobresalían en fuerza, pero privilegiaban el cerebro, trataron de ayudar, mas fue inútil. Pronto encontrarían la muerte a manos de esa horrible transformación de mono gigante producida gracias a lunas artificiales y antes de que transcurriera una semana las naves aliadas cesarían la ayuda, dejando a sus propios hombres y humanos prisioneros en la Tierra a merced de los asesinos galácticos.

Siete meses tardaron en tomar el dominio absoluto del planeta. No porque los ejércitos les hayan causado algún problema —fueron los primeros en desaparecer— sino porque eran tan exactos en su trabajo, tan endemoniadamente meticulosos en impartir el terror, que cada humano, desde el rey más importante, hasta el mendigo más miserable debía tener el espíritu roto y saber que nada más quedaba obedecer y esperar la muerte.

Un mes de incierta quietud siguió, viéndose obligados a llorar sus muertos que se pudrían en las calles y vivir sus vidas, encerrados en sus hogares. Teniendo que salir a atender el capricho de alguno de los asesinos ebrios o para realizar tareas de esfuerzo físico que ellos podían hacer sin soltar una gota de sudor. Si no estabas dispuesto a obedecer significaba la muerte inmediata. No había tiempo de duda, la reacción debía ser instantánea o el cuerpo quemado y mutilado del que osó mirar a un saiyajin a los ojos permanecería tirado en el mismo lugar donde fue asesinado a la espera de que algún animal salvaje llegara por él o peor aún, que uno de estos sicópatas decidiera cenarlo.

Pasado otro mes llegaron las naves grandes, trayendo consigo jefes y más personas para "poner orden" y otros que no eran saiyajin para ayudar. Y cuando se pensaba que no podría ser peor, supieron que la pesadilla apenas comenzaba.

En menos de dos meses la mitad de la población ya había desaparecido. El descarte era simple: Los ancianos que ya no podían ser útiles morían, los niños menores de diez años morían; y cualquiera que tuviera algún impedimento para trabajar, también era exterminado.

Sólo unos privilegiados que caían en esa lista lograron sobrevivir; se trató de gente con recursos que tenía donde esconderse y aunque la mayoría fue descubierta gracias a esos malditos aparatos que rastreaban hasta la más mínima energía, algunos pudieron salvarse ya que tenían entre los suyos aliados del otro planeta. De alguna forma podían bloquear la energía de los que se encontraban a su alrededor, burlando el aparato sólo con el pensamiento y si se esforzaban podían trasmitir esa habilidad a un humano, pero no duraba suficiente tiempo y era muy difícil encontrar a alguien compatible.

Ellos ya conocían a los saiyajin de cerca, hace muchos años habían sido invadidos, pero corrieron con mejor suerte al poder recuperar su planeta con solo un tercio de sobrevivientes y prácticamente la muerte de su suelo. Era por eso que después de tanto tiempo de extenuante trabajo y recuperación, buscaron ayuda en planetas vecinos. Estos se negaron por temor a represalias, obligándolos a buscar mucho más lejos de la galaxia, encontrando la Tierra.

Los verkianos que quedaron se sentían culpables del exterminio de la raza humana. Estaban seguros que de no ser por ellos, los saiyajin jamás se hubieran enterado de un planeta tan rico en minerales, agua y diversos recursos. El lugar perfecto para saquear hasta saciarse, porque estaban seguros que eso pretendían; vaciar todo el lugar hasta que ya no fuera útil para luego marcharse y lo único que podían hacer era bloquear las energías de sus amigos hasta que llegara ayuda. Confiaban que no los abandonarían así como así.

Morgan, uno de los más poderosos y hábiles hombres, el gestor de este tratado y la mente que trabajó codo a codo con el humano más inteligente de la Tierra, era uno de los que fue dejado atrás. El motor de su nave quedó inutilizado cuando trató de escapar el día del ataque masivo. En esa ocasión no lo hizo solo, llevaba consigo al hombre que le daba hospedaje, su mujer y su pequeña niña de cinco años que también resultaron dañados el accidente, pero la que se llevó la peor parte fue la rubia esposa del científico, quien por proteger a su hija recibió tanto daño en su cuerpo que en menos de cuatro días ya estaba muerta por las innumerables heridas internas.

No hubo oportunidad de llorarle. Lo único que pudieron hacer fue guardar su cuerpo en una capsula/urna para preservarla y concentrarse en no ser descubiertos. Ya se sentía demasiado culpable como para dejar que el científico y su hija murieran.

El tiempo fue inclemente, los años pasaron cada vez más difícil causando estragos en la Tierra y en los pocos humanos que sobrevivieron para trabajar como esclavos, extrayendo cada recurso que pudiera servir a los saiyajin. La gente fue muriendo; las mujeres en caso de quedar embarazadas recurrían al aborto para no traer a los niños a este infierno en vida y muchos otros simplemente se suicidaban para terminar con la tortura diaria.

El yugo de los saiyajin fue tal que no dio pie para que bandas organizadas controlaran las ciudades o contrabandearan con lo poco que quedaba, ya que los que pudieron alguna vez hacer eso, o trabajaban de sol a sol o ya estaban muertos por intentarlo. Existía el intercambio de productos de primera necesidad, pero era entre la gente cercana y en bajas cantidades. Tan cansados estaban que las pocas horas libres de noche eran usadas para apagar la cabeza y entregarse al sueño; la única forma de escapar de la realidad.

Y a pesar de todo lo malo había quienes se levantaban a luchar, a ayudar en lo que pudiera. Con la habilidad de los verkianos podían moverse de un lugar a otro llevando comida y medicina que por supuesto escaseaba. No lograban ayudar a todo el que lo necesitara, pero ponían todo su esfuerzo en la tarea. Debían actuar con sumo cuidado, porque de ser descubiertos la muerte les esperaría, razón por la cual no salían tan seguido como deseaban.

A cuatro años desde el ataque a la Tierra sólo quedan recuerdos de lo que una vez fue. Las construcciones destruidas, los terrenos que no les interesaban se encontraban totalmente estéril, los animales muertos —sólo con vida los que los saiyajines permitían tener para su alimentación, dejando los huesos para los humanos esclavos—. Todo lo que alguna vez fue hermoso y lleno de vida ahora estaba seco y apagado, tal como los humanos.

Transcurrió el tiempo y lo que tanto temieron, ocurrió.

La Tierra era un ser muerto incapaz de regenerarse y entregar lo que saquearon los saiyajin con ayuda de colaboradores de otros planetas. Ya no tenía nada de interés y por eso mismo comenzó la retirada. Casi no quedaban saiyajin, salvo algunos para dar órdenes a los otros soldados y carroñeros espaciales que comenzaron a llegar viendo si había algo de interés para llevarse y vender.

Cuando los humanos creyeron que luego de diez años, todo por fin terminaba, se dieron cuenta que jamás sería así. Los sobrevivientes que podían servir para algo comenzaron a ser trasladados a naves para ser vendidos como mano de obra esclava y las mujeres correrían peor destino, jóvenes y ancianas, los gustos abracaban de todo.

Esa fue la gota que rebalsó el vaso. Al ver que la cantidad de guerreros poderosos era menor y ya que no tenían nada que perder, se resistieron al último intento de robarles la poca dignidad que les quedaba. Humanos y verkianos se unieron y combatieron como nunca antes fueron capaces de hacerlo.

La lucha fue posible gracias a la ayuda y poder de los compañeros extraterrestres que lograron resistir y dar la batalla como verdaderos guerreros defendiendo su propio planeta, pero la experiencia y mejor condición física y sicológica de los carroñeros y soldados saiyajin, terminó por arrasar con la resistencia.

En medio del exterminio de la raza humana y el ir y venir de naves, hubo quienes lograron escapar del planeta. Ya no había nadie vigilando y fue posible sacar las naves ocultas para dejar todo atrás.

Atrás las muertes, las torturas, la esclavitud. La incertidumbre de no saber si al irse a dormir, habría un mañana o cuantos amigos morirían. Los humanos sobrevivientes partían a lugares desconocidos, ignorantes de lo que les preparaba el futuro, pero con un peso menos encima al ya sentir la libertad al alejarse del planeta.

Muy pocos fueron capaces de mirar al planeta muerto que dejaban atrás, a sabiendas que aún quedaban de su raza siendo asesinados, pero si antes no pudieron hacer algo ahora menos, lo único posible, y que aprendieron con el paso de estos duros años, era sobrevivir.

La pesadilla había terminado para los que escapaban y los que morían.

La pesadilla había terminado y una nueva etapa comenzaba.


La siguiente historia relatará la vida durante esa época y los años siguientes, el cómo algunos trataron de continuar su vida de forma normal y como otros se vieron enfermos de venganza, dedicando cada segundo de sus días en exterminar la raza que acabó con su planeta y millones de personas.


Nota final: Bueno, esta historia también la tenía hace muchos años y en un ataque de locura quemé todos los cuadernos donde estaba escrita y ahora decidí reescribirla. No será igual a la original porque era pequeña y estaba llena de errores de todo tipo, por lo que agradezco no haber tenido internet hace diez años XD

Este prologo es bastante corto, espero que sirva para llamar su atención, el primer capítulo pienso subirlo hoy mismo en cuanto mi beta se ponga las pilas XD

Pretendo que sean capítulos cortos, no como C.D.U. para no tardar mil años en actualizar.

Bueno, esta historia va dedicada a mi beta, Karen, gracias linda por ayudarme. A Hildis que la re quiero y sé que tardará mil años en leer esto y otros mil años en dejar rw, pero no importa. Dika que la extraño, Aka porque no puedo dejar de mencionar tanta sensualidad, Schala porque simplemente es linda, Maggie por sus siempre dulces palabras y a Mayra que hace poco tuvo un bebito :3

Muchas gracias por leer.

Espero sus comentarios,

Con cariño,

Dev.