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No sabía qué pensar.

No sabía cómo sentirse.

Cayó ante palabras.

Frases cortantes y malintencionadas; burlas e insultos, confidencias y desazones, estupideces y consuelos. Un sinnúmero de todo y de nada que fue taladrando su corazón hasta hacerse nido en lo más profundo de su hipotálamo.

Un hechizo impuesto sin querer, un error fortuito de un cruel destino. Dos hilos entrelazándose sin siquiera darse cuenta, apenas un intercambio irrelevante de pensamientos, de sentires. Un vals insonoro y morboso que te envolvía, te encantaba y te hacía desnudarte ante otro ser, no en cuerpo pero sí en alma; tu esencia, tu yo.

Un sentimiento posesivo que brota de una raíz sin futuro y sin embargo florece hasta llegar a su plenitud, donde no hay vuelta atrás, donde no hay más que un fingido arrepentimiento y el dolor profundo de saberse imposible en medio de las circunstancias.

Divagando, entre sueños e ilusiones…

Perdido.

Perdido en su amor por él.


El destino de Eren Jaeger comenzó a cambiar un lunes en la mañana, un feriado sin importancia donde su vagancia y aprovechamiento lo instaron a mandar un casual mensaje de texto a su amigo de la infancia, Armin Arlet.

EJ: "Oe Armin pasame la tarea d mate"

Fue el simple y corto texto que envió.

EJ: "Armin! Andaaaaa :( pasame la tarea d mateeeee plis!"

Fue la insistencia que adicionó para dar algo más de énfasis a su petición inicial.

EJ: "Armin pk me ignoras? :'( "

Fue la gota que rebalsó el vaso…

Desconocido: "Pedazo de mierda, no soy el tal Armin. Fíjate bien en el número antes de andar tocándole los cojones a la gente."

¡¿Qué demo…?!...

Totalmente sin esperárselo, aquella tenaz y malhumorada respuesta llegó hasta su moderno celular táctil.

Frunció el ceño sin pensarlo y con dedos hábiles, escribió rápidamente una réplica.

EJ: "… lo siento… quien eres?"

Desconocido: "Tu ortografía me hace sangrar los ojos…"

Hizo un gesto indignado. ¿Quién era aquella persona que le hablaba de tal manera?

De muy mala gana puso el autocorrector.

EJ: "Discúlpame la vida… quité por error el corrector, pero en todo caso, qué importa la ortografía? Dime quién eres."

Desconocido: "Pues no vas a llegar muy lejos si subestimas el poder de una buena escritura, MOCOSO."

Aquello dejó con la boca abierta al castaño. Un desconocido – porque no pensaba que fuera una chica, ninguna tendría la boca tan sucia – con el que apenas llevaba intercambiando un par de mensajes ¡¿lo estaba tratando de esa manera?! ¡¿Y él se estaba dejando?! ¡No, claro que no!

EJ: "Quién putas eres?! Por qué me llamas mocoso?! Quién te crees?! Respóndeme de una vez!"

Desconocido: Sugiero que en vez de estar perdiendo tu tiempo, (y haciéndome malgastar el mío), empieces tu dichosa tarea de matemáticas. No dependas de tus amistades, vago.

La mandíbula del ojiverde se desencajó en genuino desconcierto. Luego, procesando las palabras leídas, chocó los dientes, mordiendo tan fuerte que hasta hizo rechinar sus molares.

EJ: "Y tú qué sabes de mí, eh? Tengo mis razones para no poder hacerla."

Desconocido: "Masturbarte mientras ves porno no cuenta como excusa válida, niño."

Eren casi se cae de espaldas. Por suerte ahí estaba la pared para brindarle apoyo.

Tuvo que releer repetidas veces aquel mensaje, aún incrédulo del descaro y desfachatez de ese extraño para referirse a él. Era humillante. Vergonzoso. Inaceptable.

A la velocidad de la luz escribió un contraataque, a su parecer, bastante perspicaz.

EJ: "Y tú? Seguro eres un viejo verde que se toca viendo videos de colegialas y vive con como 70 gatos, solo y abandonado."

Desconocido: "Quizás."

EJ: "No niegas que eres un vejete arrecho? Iugh."

Desconocido: "Por lo que sabes, puedo ser hasta un alienígena anaranjado con cuatro antenas y que caga pasas en tu cereal."

Una ligera y honesta risa brotó de los labios del castaño sin que pudiera evitarlo. Aquel comentario lo había tomado desprevenido y casi lo hace olvidar todos los demás textos insultantes o hirientes.

Casi.

Carraspeó, molesto consigo mismo por reírse de la estúpida ocurrencia del desconocido y retomó su papel como adolescente fastidiado.

EJ: "Qué cereal compro?"

Claro que no le duró más que unos segundos, pues la curiosidad pudo más que él y se vio tentado a seguirle el juego.

Desconocido: "¿Y cómo carajos esperas que sepa eso?"

EJ: "Entonces no puedes ser lo que afirmas ser… o al menos no haces pupu en mi comida."

Desconocido: "¿Pupu? ¿Qué tienes, cinco años? Se dice cagar, CAGAR. Además, jamás dije que fuera un alien anaranjado con cuatro antenas, sólo deje abierta esa posibilidad."

Esta vez un puchero adornó el rostro de Eren, camuflando una bobalicona sonrisa.

EJ: "No es mi culpa! Mi madre me acostumbró a decir eso en vez de… algún otro sinónimo."

Desconocido: "No hay mayor mal que modismos familiares."

- Eren – llamó una voz algo neutra – Ya se hace tarde, vamos.

El aludido dio un respingo y guardó automáticamente el teléfono celular en su bolsillo, siguiendo la dirección del llamado y perdiéndose por un extenso pasillo.


Tras un agotador día de estudio, Eren volvía a su hogar a descansar. Con como tres investigaciones, dos prácticos y un ensayo encima sin completar del todo, pero no, él llegaba a acostarse y que la tarea esperara hasta último momento como siempre. Total, entre Mikasa, Armin y Marco habían acabado la mayor parte de todo, dejándoles a Jean y a él sólo los detalles y la bibliografía.

Dejó la mochila a un costado y se lanzó de cara a su mullido lecho, girándose para quedar vista al techo.

Sacó su olvidado teléfono, ya que si de algo se jactaba Eren era de no ser – tan – dependiente del aparato ese, y se dispuso a limpiar un poco la memoria interna de tanta basura que guardaba por el momento y que después sólo ocupaba espacio innecesariamente.

En eso estaba cuando llegó a la sección de mensajes.

Aunque su celular era táctil y de última generación; y tenía descargadas aplicaciones de redes sociales tales como Facebook o Whatsapp, el castaño prefería usar los sms para hablar con sus amigos, en parte porque su plan de telefonía incluía una ridícula cantidad de mensajes gratis, como porque se había acostumbrado demasiado a la vieja escuela y no entendía del todo sus aplicaciones.

Al reparar en las últimas charlas, inevitablemente se topó con el número desconocido que atribuía a Armin, (ya que el rubio recientemente había adquirido un nuevo celular) y que al diferir en un simple dígito, había resultado ser el de algún extraño con mala lengua.

Estaba disponiéndose a borrar aquella conversación, el molesto recuerdo de aquella mañana siendo rememorado, cuando una vocecita interna, un autoreflejo traicionero o acción precipitada lo hizo presionar esa parte de la pantalla por error, abriendo los antiguos mensajes, e inevitablemente ocasionando la relectura de los mismos.

Eren volvió a repasar las cortas frases allí escritas, riendo disimuladamente al ver lo infantil de su comportamiento y la vulgaridad y astucia con la que era respondido.

Quizás por un mero capricho, quizás por curiosidad o quizás sólo por instinto, mandó un nuevo y corto sms, sin esperar que aquello fuera el inicio de un cambio.

EJ: "Soy Eren Jaeger."

Los minutos transcurrieron.

Una, al principio tenue, pero luego creciente ansiedad fue carcomiendo al joven de ojos esmeralda mientras esperaba una réplica a su simple presentación.

Desconocido: "Felicidades. Sólo tardaste como doce horas en responderme."

EJ: "Pude simplemente no contestarte nada."

Desconocido: "Pero lo hiciste."

EJ: "Toche, así que dime tu nombre."

No sabía de dónde provenía esa imperiosa necesidad, pero le urgía ponerle un rostro a aquel extraño, aunque no es que saber cómo se llamaba fuera a hacer alguna diferencia realmente significativa.

Desconocido: "Levi."

- Levi – repitió en voz alta sin pensarlo, aquellas dos sílabas resbalando deliciosas de entre sus labios – peculiar.

Ej: "De dónde eres? El nombre no parece típico de por acá."

Desconocido: "Información clasificada, niño."

Una ceja incrédula se alzó en el rostro del joven Jaeger. No sabía si el sujeto sólo estaba jugando a hacerse el interesante o realmente no podía revelar mucho de sí mismo.

Y de ser la segunda opción, ¿por qué?

Quizás estaba tratando con algún reo y ni lo sabía. Quizás con un delincuente prófugo. Inclusive un asesino serial. Tal vez ahora mismo estaba siendo observado y ni bien apagara las luces el piso se vería manchado con su sangre fresca.

Levemente paranoico, Eren echó una mirada inquisidora a su alrededor.

El suave vibrado de su celular lo devolvió a la realidad. Sacudió aquellos pensamientos y teorías improbables y fijó su vista en el nuevo mensaje que relucía en su pantalla.

Desconocido: "Dime, Eren, ¿no deberías estar durmiendo?"

EJ: "Quizás lo hacía y acabas de despertarme."

Desconocido: "Lo dudo."

EJ: "Por qué?"

Desconocido: "No pareces la clase de persona que va a dormir temprano."

Una risa entre sorprendida e irónica brotó de lo más profundo de la garganta del ojiverde. ¿Ahora Levi lo sabía todo de él? ¡¿Y por unos cuantos mensajes?! Claro.

EJ: "Hahaha. Me parece ridículo y gracioso a la vez que finjas conocerme siendo que tan solo hemos intercambiado, qué? Diez mensajes de texto o algo así? Por favor."

Desconocido: "No finjo conocerte ni mucho menos. Sólo hago una declaración basada en la evidencia que tengo."

EJ: "De qué evidencia hablas? O.o"

Desconocido: "Son casi las once y media de la noche de un lunes. Respondes mis mensajes con evidente rapidez. Le pediste a tu amigo que te pase la tarea en vez de simplemente copiarla mañana temprano. Escribes horrible."

Desconocido: "Corrígeme si me equivoco, pero eres un mocoso de 15 a 18 años (dudo que más porque si estuvieras en la universidad no dirías "mate", sino algo más específico como cálculo o álgebra), tiendes a dormir tarde y despertar tarde. Si no fuera por tus amigos, ni siquiera llegarías a tu primera clase. Y tienes una nota inferior a 6 en literatura/lenguaje."

Decir que Eren Jaeger quedó boquiabierto es poco. Su mandíbula inferior por poco y choca contra el piso.

¡¿Cómo era posible que un desconocido supiera tanto de él?! ¿Era en serio tan predecible?

Contrariado, ¿y por qué no?, un poco asustado, tecleó una respuesta rápida.

EJ: "Cómo… puedes saber tanto? Es decir, en serio lo adivinaste con tan poca información o… estás espiándome? D:"

Desconocido: "Tranquilo mocoso. Soy abogado con maestría en psicología criminal. Básicamente podría ser psicólogo si quisiera. Es mi deber saber leer a la gente."

EJ: "Inclusive por mensaje de texto?! Wow."

Desconocido: "No es como si tu especie fuera muy difícil de entender. Vosotros críos sois todos iguales, unos gamberros vagos sin remedio."

EJ: "Y ahora me hablas en gallego? Hostias tío, relax."

Nuevamente una carcajada honesta inundó la habitación del joven castaño. Era increíble. Por una de esas casualidades del destino había acabado entablando conversación con un tipo random, malhablado y que, ahora, resultaba ser un abogado con el aparente poder de leer a las personas, ¡inclusive vía sms!

Simplemente… wow.

Con la sonrisa bobalicona aún en su rostro, negando hacia ambos lados por lo inédito de su situación, cogió de nuevo su móvil, desbloqueando la pantalla y esperando por respuesta de Levi.

Cosa que nunca llegó.


A la mañana siguiente, un Eren particularmente malhumorado dio inició con su monótono segundo – primer – día de la semana.

Tras una ducha más larga de lo usual y con como quince minutos de retraso encima, el joven castaño salía de su casa con una parsimonia envidiable y el estómago vacío.

Después de haber ignorado descaradamente los gritos de Mikasa diciéndole que se levante, la muchacha se había marchado sin él, y sin, cabe destacar, prepararle el desayuno.

Aquello sólo logró que el ojiverde empeorara su humor.

Conforme caminaba en dirección al establecimiento educativo, los pensamientos de Eren empezaron a dirigirse al origen de su molestia: Levi. Le dolía en el orgullo el que no le haya devuelto el sms, lo hacía sentirse perdedor. Era estúpido, incoherente y hasta ridículo, pero era siempre él quien dejaba de responder, ya sea por quedarse dormido o por flojera, pero era ÉL. Y ahora, venía este sujeto, haciéndose el interesante, el listillo, captando su interés y luego desaparecía como si nada. ¡Vaya cretino!

- ¡Ugh! – se quejó mientras jaloneaba de sus cabellos. Estaba siendo patético. Lo más probable es que el hombre se hubiera ocupado y por eso no pudiera responderle. Realmente no tenía importancia, ¿no? Era sólo un extraño.

Con ese escueto y pobre autoconvencimiento, apuró el paso hasta llegar a su preparatoria.

Arribó con media hora de retraso. Con eso ni llorando lo dejaban entrar a su primera clase, así que, burlando la vigilia del guardia, se dirigió hasta las escaleras que llevaban al techo.

En su segundo año preparatoriano había logrado hacerse con una copia de la llave de la puerta de la azotea, guardándola como su más grande secreto. Tanto así, que ni Mikasa ni Armin sabían de su existencia. Allí era su lugar especial, donde iba cuando las cosas se ponían feas y necesitaba un espacio a solas y tranquilo para meditar.

Se recostó sobre el cálido suelo y cerró los ojos. No pensaba dormir, no tenía sueño, pero simplemente deseó perderse en la inconsciencia y olvidarse de todo.

Esos eran sus planes hasta que un suave estremecimiento en su bolsillo le indicó que había recibido un nuevo mensaje de texto.

Pegó un brinco por autoreflejo, la vibración lo había tomado desprevenido.

Se debatió entre sacar el aparto y checar si era quien creía que era o si tan solo eran sus amigos preguntándole dónde estaba, pero al final optó por no hacer nada y seguir reposando bajo el tibio sol de verano.

Los minutos pasaron tranquilos, él contemplando el cielo en un estado de adormilamiento hasta que otro temblor en su pantalón lo espabiló.

Volvió a ignorarlo.

No pasaron ni cinco minutos y nuevamente se anunció la llegada de otro mensaje.

Eren empezaba a cabrearse.

Un minuto y esta vez era una llamada.

Se sentó de golpe y sacó con violencia el artefacto de su bolsillo, desbloqueó la pantalla sin mirar siquiera el identificador y lo llevó a su oreja.

- ¡EREN JAEGER! – fue el grito que lo recibió - ¿DÓNDE ESTÁS?

Tragó en seco y alejó el teléfono de su oído. Mikasa casi le rompe el tímpano.

Con un suspiro de resignación y una mueca de disgusto, se dignó a responderle.

- ¿Ya acabó la primera clase? – soltó, ignorando el balbuceo enfurecido de su hermana.

- ¡Ya vas tarde para la segunda! ¡Apura!

- Ok… voy.

- Eren, te juro que si vuelves a—

Pero no le permitió acabar. Cortó la comunicación dejando a su hermana a medias.

Oh, ella iba a matarlo en cuanto lo viera.

Sonrió resignado. De todas formas ya estaba molesta por lo de la mañana, un poco más o un poco menos de ira no iba a hacer la gran diferencia.

Se sacudió el uniforme y caminó lentamente hasta las escaleras, checando en el proceso los sms que recibió. Todos de Mikasa.

Un sabor a decepción se hizo presente, pero lo sacudió fuera con rapidez. Lo de Levi había sido un error, era entendible que después de aquella noche no volviera a responderle… quizás sólo tuvo un rato libre y decidió gastarlo en un mocoso como él, y ahora, ocupado como un abogado debía estarlo, no recordaba ni su nombre…

Claro, ¿qué más podía esperar? Tampoco es como si fuera la gran cosa…


Para cuando llegó al salón la clase ya había empezado. Se ganó una reprimenda de la maestra, pero por suerte, no un castigo.

El resto de su mañana transcurrió igual, con él por las nubes. Armin y Mikasa se preocuparon por hacérselo notar, pero el castaño le restó importancia y se pasó el resto de la jornada escolar escabulléndose y rehuyendo a sus amigos.

Cuando regresó a casa no pudo seguir huyendo, pues fue interceptado por su hermana, quien se encargó de regañarlo como merecía, tanto por saltarse la primera clase como por andar ido. Eren fingió escuchar y, con una disculpa leve y una promesa de no volverlo a repetir, fue puesto en libertad y logró llegar hasta su habitación sin mayores contratiempos.

Se encerró y se lanzó directo a la cama, frustrado sin saber exactamente porqué. Achacaba esa sensación al hecho de tener el orgullo herido, pero también se le hacía raro darle tanta importancia.

- Maldito, sólo porque logró llamar mi atención… - farfulló contra la almohada, ahogándose pronto sus quejas e insultos y quedando dormido plácidamente.


Despertó cerca de la medianoche, babeado y con hambre.

Sin embargo, no se movió y volvió a quedar atrapado entre las garras de Morfeo.


El resto de su semana transcurrió con igual monotonía; él levantándose con el tiempo justo para coger su desayuno e irlo comiendo en el camino y Mikasa regañándolo como la madre que ya no tenían.

Con la llegada del viernes, sin embargo, todo cambió.

Ni bien abrió la puerta de su hogar, allí estaba su padre esperándolo, con el ceño fruncido y destilando rabia por cada poro de su cuerpo.

Mierda…

- Eren Jaeger – empezó el hombre con evidente ira mal contenida – acaban de llamarme de la escuela–

- Lo siento – cortó el joven de ojos verdes – no lo volveré a hacer.

- Ni siquiera te he dicho el motivo – refunfuñó su padre, perdiendo con cada instante un granito más de la poca paciencia que tenía.

- Fue por pelear con Jean ayer, ¿no?

- ¿Qué? – el mayor frunció más el ceño – ¿estuviste involucrado en una pelea?

- ¿Qué? – dándose cuenta de su error, Eren trató de hacerse el desentendido – no he dicho nada…

- Vas a reprobar psicología.

Okay, eso lo tomó desprevenido. De inmediato la sonrisa picarona que vestía desde su llegada se le borró del rostro y su expresión se deformó, primero en incredulidad y posteriormente en consternación y preocupación.

- ¡¿Cómo que voy a reprobar psico?! – chilló mientras seguía a su padre, quien había empezado a caminar hacia la cocina.

- No lo sé, tú dime; tú eres quien debería asistir a esas clases y, sobre todo, ¡hacer la maldita tarea que te dan!

Genial, ahora su padre estaba empezando a gritar. Esto sólo podía ir de mal en peor…

- ¡Es difícil! Además de ridícula – exclamó con enfado el menor.

- No es cuestión de que te guste o no, DEBES – hizo un especial énfasis en esa palabra – hacerla.

- ¡No la entiendo! ¿Cómo esperas que haga algo que no entiendo?

- ¡La entenderías si asistieras a esas clases!

- Son aburridas y la maestra me odia.

- ¡Eren!

Oh, no. No ese tono… cada vez que su padre empleaba ese tono sólo podía significar una cosa.

- Eren, no voy a dejarte salir siquiera al jardín hasta que apruebes esa materia. ¡¿Qué no entiendes que pueden reprobarte todo el año sólo por eso?! Por dios, ¡madura! Tienes dieciocho, no diez.

- ¡No puedes hacerme esto! – gritó el ojiverde, sin importarle la expresión de sorpresa y posterior rabia que le ocasionó a su progenitor al responderle así – No puedes confinarme por tres meses.

- Claro que puedo. Y lo estoy haciendo ahora.

Sin poder aguantar más, Eren le dedicó una mirada de infinito odio a Grisha antes de darse media vuelta y, con pisotones pesados, subir las escaleras hasta su cuarto y azotar la puerta en el proceso.

- Ojalá fueras más comprensivo como mamá… – susurró antes de hundir el rostro entre sus sábanas.


Las semanas que le siguieron fueron simplemente horribles.

De la casa al colegio y del colegio a la casa.

Grisha iba en serio con eso de aislarlo totalmente; desde su pelea, le había prohibido ir a cualquier lugar que no fuera la escuela. Al comienzo, Eren no lo tomó en serio, y, en el primer día, escapó para pasar la tarde con sus amigos, a pesar de las advertencias de Mikasa. Cuando regresó a casa, su padre estaba esperándolo en su cuarto, con su ps4 en las manos...

Ninguna súplica, plegaria o promesa de no volverlo a hacer persuadió al hombre de no romper el artefacto frente a los ojos lacrimosos de su hijo.

Eren jamás había llorado tanto como aquella noche.

Le dolió. Y vaya que mucho, más porque la había comprado con su propio dinero, ahorrado a lo largo de muchos veranos de trabajos espontáneos.

Desde entonces, no le dirigía la palabra a su padre. Y obedecía al pie de la letra su castigo.

Pero ni con tardes enteras estudiando, solo o con la ayuda de Armin o Mikasa, lograba entender la materia, y peor aún, realizar correctamente sus tareas.

Era tan difícil…

Una tarde de jueves, casi tres semanas después de aquel día en el que por error mensajeó a un desconocido que resultó ser Levi, "el abogado lector de mentes", recordó que, uno de los factores que le otorgaban dicho poder mágico a aquel hombre, era que se había especializado en psicología.

Con una agilidad típica de quien lleva años usando un táctil, buscó entre sus contactos aquel con el nombre de "desconocido" y le dio a llamar.

Mordió su labio inferior.

Había actuado por un impulso desesperado, no sabía a quién más recurrir…

Mentira, claro que tenía más opciones, lo único que buscaba era una excusa – cualquiera – para volverse a contactar con aquel sujeto. En todo ese tiempo, casi un mes, no había dejado de pensar en él. Rondaba lo obsesivo, pero era como una vocecita interna – bastante irracional por cierto – que le decía que lo busque de nuevo, aunque eso le costara una muy dura patada en el orgullo.

Uno, dos, tres, siete timbrazos y pasó al buzón de voz.

Mierda…

Volvió a marcarle.

Y cortó de inmediato.

¡¿En qué estaba pensando?! ¿Qué iba a decirle? "Hola, soy Eren, ¿recuerdas? El mocoso que te mensajeó por error un día hace veinte días exactamente. Necesito tu ayuda para no reprobar una materia"

Sí, porque eso sonaba muy lógico…

Estaba empezando a pegarse cabezazos contra la pared por su idiotez cuando su móvil vibró.

Lentamente, casi con miedo, tomó el aparato y desbloqueó la pantalla.

"Nuevo mensaje recibido"

"De desconocido"

Desconocido: "Hey, mocoso."

Sintió como se le subía la presión.

Lo había reconocido.

EJ: "Hola anciano. Qué tal?"

Desconocido: "¿Motivo en especial para llamarme en medio de una reunión con un cliente?"

Volvió a morder su labio inferior. Había olvidado que aún era temprano y Levi podía estar ocupado.

EJ: "Lo siento… es que… No, olvídalo. Lo siento mucho, no volveré a molestarte."

Lanzó el celular lejos, completamente humillado. No sólo había perjudicado a Levi en sus horas de trabajo, sino que también se había dejado en ridículo.

Jamás le agradó depender de otros, ni siquiera pedir ayuda. Ni a sus más íntimos amigos, peor a un extraño.

En serio, ¡¿en qué estaba pensando?!

Rodó sobre la cama y ocultó su cabeza bajo la almohada, completamente abochornado.

No podía, simplemente no podía…

Un casi imperceptible zumbido – y una pantalla iluminada – le indicaron que el abogado le había contestado.

Quiso gritar, pero si lo hacía Mikasa aparecería y le preguntaría el porqué.

Inhaló profundo y, conteniendo el aliento, se levantó como todo un hombrecito y cogió el móvil de suelo. Desbloqueó la pantalla y leyó el mensaje.

Soltó todo el aire contenido y su rostro se iluminó.

Desconocido: "Nah, de todas formas pensaba rechazar su caso; era demasiado obvio que me estaba mintiendo. ¿Precisas de mi ayuda en algo, mocoso?"

EJ: "Cómo sabes que necesito tu ayuda?"

Desconocido: "¿Para qué más me mensajerías?"

EJ: "Toche."

Desconocido: "Entonces, ¿estás en prisión y necesitas un abogado o qué?"

EJ: "Algo parecido…"


Increíblemente, tras explicarle su situación a Levi, éste había aceptado ayudarlo – aunque dijo que lo haría en sus tiempos libres, lo cual era principalmente en la noche, y sólo mediante sms – además, se había mostrado algo comprensivo, o bueno, al menos en la parte en donde coincidía en que Grisha era un desalmado por romperle la ps4.

"Es bastante inmaduro de su parte. Cualquier padre lo hubiera decomisado si lo que pretendía era dar un escarmiento, no prácticamente escupir en el esfuerzo de su hijo. Qué idiotez." - es lo que le dijo.

También le había explicado que el motivo por el que no siguió en contacto esa noche fue porque su "loca" amiga había aparecido de improvisto, y que era muy metida y tenía la mala manía de invadir su privacidad, por lo que, para evitar ser acosado con preguntas, había borrado todos los mensajes, olvidando previamente guardar su número.

Eren se mostró un poco reacio a tragarse su excusa, pero nuevamente, no tenía por qué molestarse en primer lugar, peor reclamarle algo – reclamar en serio, porque bromeando si lo regañó por dejarlo esperando – pero al final acabó convenciéndose. Levi era increíblemente persuasivo.

Poco a poco su relación se fue soltando. Las tutorías costaron un tiempo en surgir su efecto. Al principio Levi se limitaba a explicarle a Eren los conceptos que no entendía, pero luego entendió que el chico captaba mejor si se le explicaba con ejemplos, así que cada noche, cuando un nuevo concepto surgía, Levi ya tenía preparadas historias, supuestamente de los casos que vio a lo largo de su vida, que se adaptaban y hacían más fácil y comprensible la materia. Con las tareas, se limitaba a que el chico las hiciera solo y le preguntara los detalles que no entendía. Sólo en una o dos ocasiones le permitió que se las enviara a su email, para revisarlas personalmente.

Tras el transcurso de un mes, Eren había incrementado considerablemente sus notas, pero claro, aún no eran compensables para los más de seis meses que estuvo escaqueando clases.

Mientras Eren seguía esforzándose, y de paso, agarrando un nuevo gustito por la psicología, también lograba conseguir pedacitos – por no decir fragmentos – de información sobre Levi.

Su email, por ejemplo.

Excusando su petición con que era para que le revise los ensayos y prácticos, había logrado – tras muchos ruegos y súplicas – sacarle al abogado su correo electrónico. Y claro, ni bien lo consiguió lo puso en google… dando cero resultados para su búsqueda.

Aquella noche gritó tan fuerte de pura frustración que Mikasa entró a su habitación, vestida sólo con una toalla, el cabello húmedo y una botella de shampoo en la mano porque creyó que alguien lo estaba atacando.

Fue tan gracioso que no pudo evitar comentárselo a Levi más tarde, dando inicio a lo que sería, su primera charla real; con anécdotas chistosas y vivencias. Aunque claro, fue más que nada un monólogo, porque el abogado poco o nada aportaba.


EJ: "Sabes, Levi… deberías descargarte Whatsapp."

Levi: "¿Por qué debería? Prefiero no contribuir al consumismo."

EJ: "Qué? De qué mierdas hablas? Vamos! Por favor."

Levi: "No."

EJ: "Será que tienes miedo de poner una foto tuya?..."

Levi: "¿Qué?"

Lo dijo. Llevaba casi tres meses pensándolo y al final lo dijo. Torpe y directo, como siempre.

EJ: "No sé nada de ti… ni siquiera tu edad… peor cómo luces…"

Levi: "¿Y te das cuenta un trimestre después?"

No… de hecho se había dado cuenta desde la primera noche en que dejó de responder sus sms. Sabía que podía estar tratando con cualquier clase de persona; un viejo, un preso, un estafador… las posibilidades eran infinitas…

Y aún así…

EJ: "Quiero saber más de ti."

Levi: "Sabes mi nombre, mi profesión y mi correo. Además de muchas confidencias de mis clientes. ¿Qué más quieres?"

EJ: "Quiero tu apellido."

Levi: "Aunque el matrimonio gay está permitido en este país, eres algo joven para mí."

Fue increíble la velocidad con la que las mejillas de Eren se tiñeron de un brillante rojo.

El joven castaño abrió la boca y de inmediato ahogó con ambas manos el grito afeminado que pensaba escapar por su garganta.

Maldito…

MALDITO.

Aquello era… era una muy buena jugada.

Y había logrado avergonzarlo de sobremanera.

Claro que no tenía por qué hacérselo saber.

EJ: "Jaja. Muy chistosito. Sabes que no me refiero a eso."

Levi: "Sólo trataba de desviar el tema, pero bueno, supongo que no caíste. La verdad no me gusta hablar de mí mismo."

EJ: "Te he dicho muchas cosas sobre mí, es justo que me cuentes algo también."

Levi: "Tsk. No apeles a mi sentido de la justicia, eso es un golpe bajo para un abogado."

EJ: "Te denunciaré por estafa con el fiscal."

Levi: "No tienes la menor idea de lo que dices, ¿no?"

EJ: "No. :)"

Levi: "Mocoso."

EJ: "No vas a salvarte de esta. Te molestaré hasta que me digas algo de ti."

Levi: "¿Qué quieres saber?"

Hmmm… ¿qué es lo que quería saber sobre Levi?

EJ: "Cuánto mides? De qué color es tu cabello? Y tus ojos?"

Levi: "1.60. Negro. Grises."

¿1.60?

¡¿1.60?!

EJ: "Me estás mamando con tu altura, no?"

Levi: "Quisiera decir que sí, pero lamentablemente mi puto metabolismo no entiende el sarcasmo y decidió estancarse cuando cumplí 15."

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EJ: "Mido 1.70. :)"

Levi: "Felicidades por ello."

EJ: "Soy más alto que tú. :)"

Levi: "¿Qué tienes, cinco años? Madura."

EJ: "Ok, ok. Lo siento… no pude evitarlo."

Levi: "¿Qué más quieres saber?"

De nuevo, ¿qué es lo que realmente esperaba conocer de Levi?

Veamos, él sabía cómo lucía Eren, su edad, su altura, quienes eran sus amigos, su relación con ellos, a qué preparatoria iba, el nombre de su padre y su profesión, sus gustos, sus hobbies, y varias anécdotas de su infancia.

¿Qué sabía él de Levi? Que era abogado con maestría en psicología criminal, que tenía una boca muy sucia, que le gustaba burlarse y molestarlo, que tenía una amiga que era muy odiosa – pero no conocía su nombre o edad – que le gustaban los autos deportivos, que no le agrada hablar de sí mismo, que tenía el cabello negro y los ojos grises y que medía 1.60.

La balanza seguía más pesada de su lado.

EJ: "Qué edad tienes?"

Levi: "34."

Wow.

Okay, esperaba algo así… pero… leerlo era diferente.

Levi: "Lo sé, casi el doble de tu edad. ¿Decepcionado, niño?"

EJ: "De hecho no me importa. Pero teniendo esos años encima, bien podrías contarme alguna de las muchas vivencias por las que debes haber pasado :D."

Levi: "Prueba de nuevo, mocoso. Sólo respondo preguntas directas."

EJ: "Viejo amargado."


El tiempo pasó volando.

Pronto no sólo acabó el año lectivo – más específicamente su último año como preparatoriano –, sino que también la ceremonia y fiesta de graduación.

Eren no sólo logró aprobar con una nota destacable psicología, sino que también descubrió una llama de pasión naciente para con la materia, a tal nivel, que, a sólo unos días de los exámenes de admisión para la universidad estatal, decidió cambiar su hoja de postulaciones de "medicina" a "psicología".

Al principio, su padre se mostró iracundo, rabioso, colérico, al borde de que le dé una embolia de la pura furia. Arrasó con todo a su paso, rompiendo platos cual esposa engañada, puteando a diestra y siniestra, cuestionando la capacidad mental de Eren y su madurez para tomar decisiones. Amenazó con cortarle los fondos, con echarlo a la calle, un sinfín de atrocidades que le costaron a Eren tres días quedándose a dormir en casa de Armin mientras Mikasa intentaba razonar con su padre.

Al final, el hombre acabó aceptando la elección de su hijo y disculpándose muy a regañadientes, pero al fin y al cabo, no se podía esperar más de él. Llevaba entrenando a Eren para seguir sus pasos prácticamente desde que nació, confiado totalmente en que su primogénito dirigiría su legado – una pequeña pero muy bien preparada y prestigiosa clínica – por lo que, el que Eren cambiara de parecer a días del gran momento lo había sacado de quicio.

Jamás supo cómo Mikasa logró persuadir a Grisha, pero lo que sea que hubiera hecho, se lo agradecía de corazón.

Durante ese tiempo sin embargo, su lazo con Levi sólo logró estrecharse un poquitín más. El abogado estuvo a su lado – no literal, pero si simbólicamente – apoyándolo en su decisión. Claro que lo regañó por su cambio tan espontáneo y sobre la hora, cuestionando si estaba seguro de que eso era lo que realmente quería, pero obviamente Eren no era alguien que no tuviera las cosas claras. Cuando quería algo, lo sabía. Muy dentro de sí lo sabía y no había quién lo haga razonar o cambiar de opinión.

Y para la llegada de las fiestas de fin de año, Eren sabía que quería a Levi.


La realización llegó el mismo día de navidad, cuando una muy entrometida Hanji Zoe le habló en Whatsapp.

Al principio, el castaño no tenía la menor idea de quién podría ser esa mujer de cabellos cobrizos, gafas de buceo (¿o eran gafas normales?) y bata de doctor, pero todo se aclaró cuando, después de como veinte "hola"s, la tipa se presentó como Hanji, la amiga del amargado de Levi.

Alguna que otra vez Levi le había comentado que tenía esta amiga de la infancia, quien tenía la mala manía de pegársele como garrapata, que era molesta, olía siempre a remedios y jamás paraba de lanzar mierda por la boca… pero que, después de más de 20 años de amistad, había acabado soportando. Eren siempre reía cuando Levi le comentaba uno que otro diario percance con Hanji. Sin conocerla, ya le caía bien…

Por lo que, al presentársele la oportunidad para hablar con ella, aunque fuera por medio de la aplicación de mensajería, se sintió emocionado, casi excitado. Sentía que, aunque fuera un poquito, estaba más cerca del círculo íntimo de amigos de Levi – que por cierto era bastante reducido según le había aclarado el susodicho –.

- "Soy Hanji Zoe, amiga del amargado de Levi Lovu. ¿Quién eres tú?"

- "Levi Lovu? Hahaha, soy Eren Jaeger, mucho gusto."

- "¡Aayy! ¡Qué ternurita! (Eres el castaño, ¿no?)"

- "Eh?"

- "De tu foto de perfil. Sé que no eres una mujer y presumo que tampoco eres el rubio, así que, quizás me arriesgo, pero apuesto a que eres el cachorrito castaño."

- "Cachorrito? No soy tan joven! Tengo 18. Y sí, soy el de ojos verdes."

- "Muy lindos por cierto. Ya veo por qué Levi pasa noches enteras hablando contigo."

Irónico. Levi jamás había visto una foto suya.

Ni él una de Levi.

- "Oye cachorrito, ¿ya felicitaste a Levi por su cumpleaños?"

¿Qué?

- "Qué?..."

- "Levi. Cumpleaños. Duh. Estaba pensando en hacerle una fiesta sorpresa, ¿te unes?"

- "No, espera, retrocede… es el cumpleaños de Levi?! Pero si es navidad!"

- "Oh, corazón… ¿Levi jamás te dijo cuándo nació? Bueno, él fue un niño Jesús fallido, porque de santo no tiene nada. Hehehe :)"

- "O sea que hoy… Y ya son las 6 de la tarde! POR QUÉ NADIE ME AVISÓ?!"

- "¿Ups? Pensé que Levi te lo había mencionado. Aunque no me sorprende el que no quisiera que te enteraras. Odia su cumpleaños. Suerte que le saqué el celular mientras estaba cagando y robé tu número. De nada corazón :)"

- "Demasiada info, pero gracias. Lo llamaré ahora mismo."

- "Un placer conocerte, cachorrito. Me avisas si papi Levi te deja unirte a la fiesta… ah, no… es sorpresa… eh… me avisas si te unes para que te dé los detalles :D"

- "Ok."

Dejó su celular de lado y se puso de pie. Comenzó a dar vueltas en su habitación como un león encerrado, jalándose los cabellos de a ratos, frustrado.

¿Por qué Levi jamás le dijo?

¿Y por qué el no preguntó?

Levi sabía que él cumplía años el 30 de enero… pero de nuevo, Eren ni siquiera conocía el apellido de Levi, peor datos básicos como fecha de nacimiento, peso – altura si porque se lo preguntó específicamente una vez – jamás lo había visto ni siquiera en una foto, a pesar de que llevaban mensajeándose durante casi medio año.

¿Qué sabía de Levi?

Que era abogado, que medía menos del promedio, que tenía, ahora 35, ojos grises y cabello negro. Que le gustaba leer, libros, periódicos, artículos online, diccionarios, todo lo que brindara algún aporte a su conocimiento, por más burdo que fuera; que vivía solo en un departamento por la zona céntrica de una ciudad vecina, que tenía dos autos, un Mercedes negro último modelo y una motocicleta Yamaha gris. Que odiaba el frío, las cosas demasiado dulces y los tomates. Que era malhablado y directo, rondando en lo cruel. Que se daba el lujo de seleccionar a sus clientes y que jamás había perdido un caso y que sus dos amigos más cercanos eran una loca (Hanji) y un trabajólico (Erwin). Nada más.

Mucho pero a la vez poco. Meras generalidades, faltaban detalles.

Y, por alguna razón, eso le molestaba. Le picaba en el pecho.

NECESITABA saber más.

Sin meditarlo mucho, cogió su móvil y buscó el contacto de Levi. Presionó la tecla de llamar.

Al cabo de tres timbrazos, su llamada fue desviada.

¿Eh?

Debió ser un error. Volvió a intentar.

Desviada.

¿Qué?

Una vez más.

Mismo resultado.

¿Qué mierda?... Levi no podía estar…

Levi: "No voy a contestarte, mocoso."

…Evitando su llamada…

EJ: "Contéstame."

Levi: "No."

EJ: "CONTÉSTAME."

Levi: "No va a pasar."

¡¿Qué demonios?! ¿Estaba tratando de jugar al odioso? ¡No podía ser tan cretino como para no dejarlo llamarlo en su propio cumpleaños! ¡Vamos, era una fecha especial!

Con rabia nada disimulada, marcó personalmente el número del abogado en su teclado – después de un tiempo, había acabado aprendiéndoselo de memoria – y le dio a llamar. Una y otra vez hasta que una seguidilla de mensajes lo obligaron a tomar un receso.

Levi: "Maldito mocoso terco."

Levi: "Deja de insistir."

Levi: "Aunque llames toda la noche no voy a contestarte."

Levi: "¿Qué no lo entiendes? ¡Para!"

Levi: "¡Mocoso, basta!"

Levi: "¡Para!"

Levi: "¡Eren, para!"

Levi: "¡EREN!"

Para el trigésimo quinto llamado, contestó.

Y a Eren se le paró el corazón por unos segundos.

- Escucha mocoso de mierda – empezó con una voz ronca, profunda y simplemente placentera – no sé qué clase de broma de mal gusto sea esta pero–

- Levi…

¿Alguna vez han escuchado esas historias donde, al decir el nombre del chico que te gusta por primera vez, se siente como la mejor de las drogas, donde el estómago te da un vuelco, se te aloja un calorcito en el pecho y las mejillas, te tiemblan las piernas y tu lengua se adormece?

¿No? Pues entonces, Eren Jaeger estaba teniendo una embolia.

- Voy a cortar.

- ¡No! – el grito que pegó el ojiverde se escuchó en, al menos, una cuadra a la redonda – No, Levi, no cuelgues. Por favor.

- Mocoso, ¿qué es lo que realmente espe–

- ¡Feliz cumpleaños!

- ¿Quién putas te di–

- ¡Y feliz navidad! – sabía que Levi iba a matarlo por interrumpirlo tantas veces, pero simplemente no podía detenerse, tenía las palabras atoradas en su garganta y brotaban en pequeños chorros incoherentes e intercalados, como luchando por qué estupidez escapaba primero – ¿Por qué no me avisaste? ¡Pude haberte mandado un regalo! Ah, espera, ¡ni siquiera sé dónde vives! Bueno, aunque tú tampoco sabes mi dirección, pero ¡igual! ¡Es una fecha importante! Siquiera debía llamarte, es lo lógico, ¿es qué no conoces el término formalidad? Bueno, y si te daba vergüenza, pudiste haberme mandado una indirecta, soy bueno con las indirectas.

- Eren…

- ¡Pero, hostias, ya estás hecho todo un vejestorio! 35 no es poco… aunque tampoco tanto. ¿Tienes arrugas? Jamás me lo había preguntado hasta ahora, pero como siempre dices que estás con el ceño fruncido, seguro que sí.

- ¡Eren!

- Ah, ¿y por qué no querías contestar mis llamadas? ¿Tanto miedo tienes que se te note lo anciano en la voz? Hahaha, tranquilo, para tu alivio, tu voz es bastante juvenil, madura, pero no de momia, además–

- ¡EREN! – gritó Levi al otro lado de la línea, por poco reventándole el tímpano al castaño – ¡¿QUIERES CERRAR LA BOCOTA DE UNA MALDITA VEZ?!

- ¡Hey! No había necesidad de agredir a mi oído…

- Si la había. No has parado de hablar en todo este puto rato. Joder. – se escuchó un bufido frustrado – ¿No puedes ser más normal y sólo mandarme un pinche mensaje con un "feliz cumple" o "happy b-day" como todo mundo?

- Yo no soy "todo mundo".

- Sí, lo noté. Eres el maldito mocoso que llama treinta y cinco veces de corrido hasta que le contesto.

Eren soltó una risilla tonta. De esas cortas, agudas y compulsivas que sueltan las colegialas cuando ven a un chico guapo pasar por la calle.

- ¿Qué mierda es tan gracioso, mocoso?

- Tu voz…

- ¿Eh?

- Me gusta tu voz.

- Gracias, me vale una mierda.

- Encantador.

- Púdrete.

- ¿Sabes?, deberíamos hacer esto más seguido.


Al final, tras mucha discusión, insultos – y vaya que fueron bastantes, ¡hasta aprendió un par en francés! – y una que otra amenaza de muerte, acordaron que las llamadas estaban reservadas para cumpleaños y situaciones muy, muy, MUY especiales.

Una vez solucionado eso, conversaron de varios temas, algunos relevantes y otros, meras boberías. Hablaron y hablaron hasta que una voz chillona y rompe-nervios se hizo eco en el trasfondo, llamando a gritos el nombre de Levi, obligando al abogado a disculparse, malcubrir el micrófono del teléfono y responder de mala gana al llamado. Al final resultó ser Hanji, quien había decidido llevar la fiesta sorpresa hasta la misma casa del cumpleañero. A Levi casi le da un infarto y, tras una lluvia de insultos, algunas cosas rotas, muchos gritos y un suspiro de rendición, se vio obligado a cortar la comunicación con Eren, prometiendo mensajearlo en cuanto se deshiciera de "todas esas pestes".

Eren no demostró ninguna objeción al momento de cortar, despidió cordialmente a Levi, deseándole nuevamente un feliz cumpleaños, que se relajara y disfrutara de la compañía, pero al momento en el que el típico "click" se dejó oír, indicando la finalización definitiva de la llamada, el castaño se desmayó sobre su cama.

Durante todo ese tiempo – y eso que fueron unas buenas tres horas – estuvo más bien parado, caminando de aquí para allá en su habitación, sentándose apenas en intervalos cortos, producto de su nerviosismo que no lo dejaba estarse quieto. Por eso, cuando se vio libre del hilo que lo mantenía junto, se desmoronó en su cama, temblando y el corazón latiéndole dolorosamente rápido.

Cogió una almohada y la abrazó, aferrándose a ella como un flotador, manteniéndose en la superficie y evitando hundirse en el mar de pensamientos que se arremolinaban en su cabeza y en su pecho.

- Mierda… ¿qué fue eso? – susurró al cabo de unos minutos apretando a reventar la cabecera y mirando el techo en busca de respuestas para las preguntas que surgían una tras otra en su mente – ¿Por qué me siento… así? Es sólo Levi…

Exacto, era sólo Levi. Levi con su voz sensual, profunda, ronca, erótica sin siquiera proponérselo. Levi con su risa ahogada, como un gruñido gutural de una bestia indomada. Levi con su sarcasmo y sus insultos, brotando naturales, odiosos y, a la vez, contradictoriamente encantadores. Levi con su poca paciencia, con su misterio, con su calidez chocante a pesar de los kilómetros que los separaban…

Levi.

Levi.

- Levi… – murmuró casi sin aliento, realizado en el hecho de que había entendido todo. Su nerviosismo, su temblor, esas sensaciones desconocidas, placenteras pero a la vez dolorosas que se alojaban en su interior y se mostraban a través de acciones involuntarias de su cuerpo, expresándose, confundiéndole, asustándolo, haciéndole creer que padecía alguna enfermedad, que algo estaba mal cuando simplemente era su cerebro manifestándose a través de sus sentidos, diciéndole que…

Le gustaba Levi.


La realización no siempre es una experiencia grata, más cuando eres un muchacho de apenas 18-casi-19 años que jamás se ha enamorado, siquiera sentido atracción por alguien. Y vaya que Eren era uno de esos.

Al comienzo, como cualquiera con su edad y nula experiencia, acabó negándolo, achacándolo al encandilamiento de haber escuchado por primera vez a su amigo.

¿Amigo? ¿Desde cuándo consideraba a Levi un amigo?

Pero… si no era su amigo, ¿qué era?

¿Qué era Levi para él?

No, no. No debía pensar en cosas que sólo complicarían su situación. Era la ofuscación post primera vez. Sólo eso.

Y por ello mismo, cuando Levi le mensajeó un par de horas después, Eren actuó normalmente, respondiendo con perspicacia y burla, sintiéndose participe de la fiesta – en pleno apogeo – en la ciudad lejana.

Los días pasaron volando, convirtiéndose en semanas, llevándose consigo el año nuevo y arribando inevitablemente en su cumpleaños.

Aquel 30 de enero de 2012, Eren sólo experimentó una cadena de desgracias.

Primero que nada, al ser día de semana, ni todas las suplicas, ruegos o apelaciones del mundo le sirvieron para librarse de ir a trabajar. Hacía poco había conseguido un trabajo en un supermercado cercano, desenvolviéndose como cajero y ocasional chico rotulador de etiquetas. Si bien no era que su familia necesitase el dinero – debido a la buena posición de su padre –, Eren tenía planeado mudarse; llevaba ahorrando para ello desde hacía unos meses y el conseguir empleo era la fase definitiva, completando con el sueldo la cantidad que le faltaba para alquilar un departamento en una zona cercana a su universidad y a la vez demostrándole a su padre que podía ser responsable y valerse por sí mismo.

Aquel día sin embargo, se sentía como si le hubieran atado dos bolas de boliche a los tobillos. No tenía ganas de ir a pasarse toda la tarde tras una caja registradora y atender gente, en su mayoría, grosera e impaciente, pero Mikasa, fiel y responsable Mikasa, lo convenció de que si lo que quería era demostrar que era un adulto confiable, debía cumplir e ir a trabajar. De muy mala gana, Eren aceptó.

Después de un desayuno sencillo en familia – Armin incluido –, Eren se despidió y fue a cumplir con sus deberes, pues casualmente ese día tocaba inventario y todos los empleados habían sido citados más temprano de lo usual. Su hermana y Armin lo dejaron ir con la promesa de que cuando acabara su jornada, irían a recogerlo para ir de fiesta con el resto de sus amigos y – por fin – celebrar como es debido y comer pastel.

Eren amaba los pasteles de cumpleaños.

Con el ánimo más mejorado, se dirigió hasta su trabajo, arribando sin mayores inconvenientes.

O al menos eso hasta que un mensaje le llegó mientras esperaba al resto de sus compañeros.

Levi: "Hey, mocoso, voy a tener que cancelar la llamada de esta noche, adelantaron el juicio de uno de mis clientes, por lo que esta tarde, después de salir del juzgado, debo reunirme con él para un cena. Con lo complicado que está su caso y tantos detalles sueltos, no creo que acabe temprano. Lo siento. Te llamaré mañana a primera hora. Pd. Feliz cumpleaños."

La pequeña sonrisa que vestía se le borró de inmediato y fue reemplazada por otra, pero más amarga y triste.

A pesar de lo escueto y seco del sms, sabía que Levi no lo hacía con malas intenciones… simplemente eran situaciones imprevistas, por lo que le respondió con un rápido "Está todo bien, te hablo mañana." y guardó el celular en su locker de empleado.

Total, ya nadie lo iba a llamar.

Sus amigos ya se habían encargado de telefonearlo bien temprano, llevándose gran parte de su mañana y fomentando inconscientemente su flojera. El único llamado que esperaba era el de Levi, pero ahora…

Sacudió su cabeza y se concentró en su alrededor. Los demás empleados ya habían llegado y ahora el jefe estaba empezando a dar las instrucciones. Eren se acercó con una expresión neutra y trató de enfocarse en su labor.

Para el ocaso, el castaño ya estaba oficialmente despedido.

No, no por haber estado ido toda la tarde, ni por haber contado mal la mercadería, tampoco por romper una seguidilla de frascos de mermelada o por quebrar el palo de la escoba al tratar de limpiar, pero sí por maldecir en voz alta y patear la estatuilla de elefante de su jefe. Corrección, la SAGRADA estatuilla de elefante de cuatro brazos de su jefe, mejor conocida como Ganesha.

El hombre perdió los estribos y por poco le mete un tubito de inciensos por el culo. Eren se retiró por las buenas, acordando – aunque más bien fue gritando – que volvería al día siguiente para que le saldaran el sueldo.

De mal humor, algo alterado y oliendo a lavanda, volvía el castaño por las ya oscuras calles del centro de la ciudad.

Para cuando llegó a su casa, ya estaban ahí todos sus amigos, esperándolo con pastel y cerveza.

El ojiverde fingió la mejor de sus sonrisas y se dispuso a olvidar su horrible tarde en compañía de sus seres queridos.

Pero claro, ese definitivamente no era su día.

El pastel, que decía ser de vainilla y fresas, resultó ser de chocolate con pasas y ciruelas. Al parecer, los de la pastelería se habían equivocado y no se aceptaban devoluciones una vez cortado. Y claro, ¿cómo iba a descubrir Eren que bajo todo ese glasé blanco y sabroso se encontraba semejante abominación sino enterrando su cara en medio del postre?. Si no fuera porque tenía un poco de decencia, hubiera vomitado. Pero, de nuevo, conservaba algo de autocontrol. Lo tragó todo y, calmando las compulsivas disculpas de Armin y Mikasa, trató de salvar el resto de la velada.

O al menos hasta que apareció la anciana stripper que Jean y Connie habían contratado. Cuando apareció la señora, arrugada como una pasa, con lencería barata y dentadura falsa, Eren supo que, en definitiva, ese NO era su día y la fiesta, junto con lo que le quedaban de ánimos – y por supuesto Jean y Connie –, se podían ir bien al carajo.

El caos se desató como una de esas tormentas de verano, rápido y destructivo. Mikasa saltó como una bestia rabiosa, ciega a matar a Jean, mientras Connie rodaba por el suelo, ahogándose en sus propias carcajadas, Sasha aprovechó la confusión para devorar el asqueroso pastel, Marco se encontraba atosigando a Annie, tratando de persuadirla para que lo ayudara a detener a Mikasa y salvar al rubio ceniza y Armin, totalmente avergonzado, trataba en vano de explicarle a la mujer que sus servicios no eran necesarios y que todo había sido un malentendido.

Eren suspiró, se dio media vuelta y subió a encerrarse en su habitación.

Pasada exactamente una hora, Mikasa y Armin subieron, pero Eren los echó a gritos, pidiéndoles que por favor lo dejaran solo.

El rubio y su hermana accedieron de mala gana y la pelinegra le avisó que iría a dejar al otro hasta su casa.

No fue hasta que escuchó el portazo de la entrada principal que Eren pudo respirar en paz y relajar sus músculos. Sabía que su padre tenía el turno de madrugada ese día, por lo que no lo vería hasta la mañana siguiente y que Mikasa, a sabiendas de que no quería ver o hablar con nadie, se quedaría a dormir donde Armin.

Suspiró. Tenía la casa para él solo.

Con parsimonia, bajó las escaleras y, como un autómata, se dejó caer en el sillón de la sala, viendo la negra pantalla de la tv de plasma, perdido en la nada, triste y desanimado.

Un par de zumbidos en su bolsillo le indicaron que había recibido nuevos mensajes. Pensando que eran de sus amigos, los ignoró y siguió con la mirada perdida.

A los pocos minutos, una vibración constante le indicaba que alguien lo estaba llamando.

Hizo una mueca de desagrado y cogió el móvil, soltándolo de inmediato al ver el nombre que brillaba en la pantalla.

"Levi"

Peor que si hubiera visto un espíritu, se quedó buenos segundos tieso, incapaz de moverse, hipnotizado mirando la pantalla del aparato tirado en la alfombra… hasta que volvió negra y él volvió en sí.

Prácticamente se lanzó al suelo, cogiendo el celular a la velocidad de la luz, como el tesoro más preciado del mundo, y, justo a tiempo cuando una nueva llamada se hacía presente.

Ni siquiera acababa de dar el primer timbrazo cuando contestó.

- ¿Hola? – prácticamente jadeó contra el artefacto.

- Mocoso – respondió la ronca e intensa voz de Levi.

Y fue demasiado. Todas las emociones vividas a lo largo de ese tedioso día lo golpearon de una. Incontrolables lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, ahogándolo y transformando sus jadeos de excitación en sonoros sollozos de frustración.

- ¡Hey! ¡Oye! ¿Qué pasa? ¿Eren? ¿Estás llorando? – comenzó la voz al otro lado de la línea, su tono plasmado con evidente preocupación – ¡Eren! ¿Estás bien? ¡Mocoso, responde!

Y así continuó, hasta que, calmándose un poco, Eren le fue contando, entrecortado por sus mismas hipadas y gemidos lastimeros, lo horrible que había sido su día.

Levi se rió. Lo llamó reina del drama. Se rió de nuevo. Y finalmente, lo consoló.

Fue torpe, algo grosero como el solía serlo, pero cálido. Tan cálido y comprensivo como no creyó que Levi pudiera serlo. Comenzó susurrándole frases suaves y bobas, como que mañana sería un mejor día, que habían cosas peores, que le viera el lado gracioso, que pensara en el esfuerzo que habían hecho su hermana y su amigo para organizar todo, en fin, una lista interminable de cosillas. Luego, típico de él, pasó a las comparaciones. Le contó de sus cumpleaños pasados, de cuando era adolescente y Erwin le había hecho un streap tease que le provocó pesadillas durante años, o cuando Hanji le había teñido el cabello de verde mientras dormía porque pensaba que ese "era el sueño de su vida" y no se atrevía a decirlo y demás boberías que acabaron por sacarle una sonrisa y ligeras carcajadas al castaño.

Esa noche hablaron hasta la madrugada. Iniciando por la temática de los horribles cumpleaños, Eren acabó conociendo un pedacito de la infancia de Levi y como había sido criado en las calles de los barrios bajos. Al principio, el ojiverde se negó a creerlo, es decir, ¿Levi? ¡Pero si era un abogado riquillo!, a lo que el susodicho simplemente le respondió que cada uno se forja su futuro; que el luchó y logró salir de esa alcantarilla y abrirse paso en la vida. Eren se sintió tocado y motivado, y empezó a hablarles de sus planes para el futuro, de su, esperada-pero-probablemente-ahora-algo-atrasada mudanza, de la universidad a la que iba a asistir, y un gran etcétera que los mantuvo despiertos hasta que el ruido de un motor y un auto estacionándose alertaron a Eren que su padre había llegado y que, si lo encontraba despierto en un día de semana a esas horas iba a armarle el escándalo de su vida.

Cortaron con un breve adiós y la promesa de mensajearse en la mañana – o al menos cuando saliera el sol –, y Eren corrió a su cuarto, metiéndose de un salto bajo las cobijas mientras cerraba los ojos y la más grande de las sonrisas se expandía en todo su rostro.

Aquella madrugada, Eren confirmó – y aceptó – que le gustaba Levi.


Los meses siguieron transcurriendo con relativa rapidez. Muy pronto Eren comenzó su primer semestre en psicología en la universidad estatal.

Al principio, le costó mucho agarrar el ritmo, nunca había sido muy bueno estudiando, peor ahora que no tenía quien lo acompañara – o le dejara copiar las tareas – ya que Mikasa estaba estudiando enfermería y Armin medicina. Logró finalizar el semestre con notas decentes, pero fue después de mucho esfuerzo, desveladas y trabajos extras. Claro, además de la ayuda de Levi.

Levi…

La mañana siguiente del incidente del 30 de enero, después de disculparse por su rudo comportamiento y mientras desayunaba con sus – reconciliados – amigos, Eren les contó acerca de Levi.

Armin y Mikasa ya sospechaban que algo sucedía con el castaño, es decir, era obvio. Andaba en las nubes todo el día, sonreía bobaliconamente mientras mensajeaba y tenía esa aura de colegiala enamorada.

Eren les explicó la historia desde el comienzo, y como el abogado lo había apoyado durante todos esos meses. Al final del relato, Armin le sonreía con empatía, feliz porque hubiera encontrado una persona así, pero Mikasa… ella tenía el ceño fruncido.

- ¡Puede ser un asesino, Eren! – comenzó gritando la pelinegra.

- No lo es… – respondió seguro el castaño.

- ¿Por qué estás tan seguro? ¡Jamás lo has visto!

- Sé que no lo es.

- ¡No seas tan ingenuo! – exclamó histérica – ¡Ni siquiera has visto una foto suya! ¡¿Cómo puedes decir estar enamorado de él?!

- ¡No lo amo! Sólo me gusta. – se defendió rápidamente Eren, completamente sonrojado – Sería bobo enamorarme de alguien sólo por mensajes…

Claro… sería completamente estúpido enamorarse de alguien a quien jamás has visto, ni en foto, peor en persona; con quien solo mantienes contacto vía sms diarios, por aproximadament horas, quien comparte tus gustos, tiene una forma de pensar admirable, te hace reír hasta quedarte sin aire, sabe cómo subirte el ánimo y con quien apenas llevas 11 meses hablando…

Realmente idiota…

¿No?

Pero Eren Jaeger era conocido por ser un idiota…


A mediados del segundo semestre, una pequeña tormenta de tragedias acaeció en la vida de Eren.

Todo comenzó con una materia dictada por una loca licenciada que daba trabajos como si fuera el único ramo inscrito de sus estudiantes; derivando inevitablemente en que el castaño tuviera que dejar de lado otras tareas, renunciar a su trabajo (había conseguido otro, como mesero) y redujera sus horas de sueño.

Y eso sólo fue el comienzo de una cadena de eslabones.

Al dormir menos, se le hacía difícil levantarse al día siguiente, provocándole varios retrasos y faltas a sus clases matutinas. Estos percances, le bajaron la nota en dichas materias, teniendo que recurrir a proyectos extra y ensayos para recuperar lo que perdía por inasistencia. Al tener tanto qué hacer, extenso y detallado, aunado al poco tiempo y multiplicado por el estrés, sus horas de plática con Levi se redujeron considerablemente. El abogado le dijo que estaba bien, que era una fase y que debía enfocarse en estudiar. Y Eren trató.

Hubieron semanas enteras en las que no se mensajearon…

Y ello, más el poco rendimiento de sus esfuerzos, acabaron por sumir a Eren en una gran depresión.

A finales de octubre, bordeando los últimos dos meses antes de la finalización del año – y de sus clases –, la verdadera calamidad sucedió.

A dos días del aniversario de la muerte de su madre, Grisha llamó a Eren para concertar una cita.

Extrañado, pero viéndolo como un pequeño descanso para su vida universitaria, el castaño aceptó.

No debió…

En aquella cena, Eren no sólo conoció a quien era novia de su padre por más de 2 años, sino quien, a partir de febrero, sería oficialmente su madrastra.

Estalló como una bomba en un campo minado, grito tras grito en una seguidilla de explosiones, importándole poco o nada estar en un lugar público. Maldijo a su padre, a pesar de que sabía que tenía derecho a rehacer su vida y ser feliz, pero en esos momentos no tenía cabeza para razonar, simplemente profirió grosería tras grosería contra su padre, finalizando con un cliché "te odio".

Cogió el primer taxi que vio, importándole poco o nada si tenía el dinero suficiente como para pagarlo y se dirigió a casa.

En cuanto se detuvieron en su frontal, arrojó unos billetes en las manos del chofer, al parecer los suficientes porque el hombre no dijo nada, y corrió dentro, subiendo a trompicones las escaleras y encerrándose en su habitación.

Comenzó a romper todo, rasgando los posters de la pared, tirando todos sus libros de la estantería, arrojando su ropa por los aires y golpeando el piso con fuerza suficiente como para hacer sangrar sus nudillos. Se desmoronó cuando no encontró nada más con lo cual desquitarse.

Tirado en el piso, llorando sin siquiera saber cuándo habían empezado a brotarle las lágrimas, se arrastró como un gusano, apenas lo suficiente como para coger con la punta de los dedos su móvil, caído en medio del caos a unos cuantos metros de donde se encontraba.

No pensó ni en Armin, ni en Mikasa. A pesar de llevar dos semanas sin hablar, el primero que vino a su mente fue Levi.

Sin importarle la hora, el día o la fecha, llamó a su abogado.

- ¿Mocoso? – fue el saludo que lo recibió.

- Papá va a casarse.

Y así comenzó.

Eren le contó toda la historia de la muerte de su madre, como había enfermado cuando él cumplió nueve y su condición fue empeorando. Al final, le descubrieron cáncer en los pulmones y fue demasiado tarde. Sobrevivió apenas medio año. El tratamiento acabó de matarla; la quimioterapia, los dolores, la tristeza, todo se juntó. Eren odiaba aquella maldita enfermedad. Convirtió a su madre, el ser más puro, alegre y positivo de la vida en un caparazón vacío. La deprimió, le robó el alma, la vitalidad, todo. El día antes de su muerte, Eren había ido a visitarla. La vio tan demacrada, incapaz incluso de sonreír para su pequeño hijo, que pensó que estaba mejor muerta, así al menos acababa su sufrimiento.

Se sintió más bien aliviado cuando a la mañana siguiente, su padre le comunicó que su madre había partido.

¿Qué si le dolió? Por supuesto. Sólo tenía once años en aquel entonces, era un crío. Lloró semanas enteras y dejó de comer. Su madre lo era todo para él. Era con quien realmente tenía un lazo; su padre era demasiado extraño, lo quería, sí, pero no habían pasado el suficiente tiempo juntos como para que se lo ganara. Su madre era su mundo.

Y ya no estaba.

Hubo un silencio en la línea cuando Eren terminó de hablar.

- ¿Levi? – llamó con voz temblorosa.

- Sí, estoy aquí.

- Lo siento si te puse en una situación incómoda, es que…

- No, está bien. Sólo… dime, Eren, ¿qué harías si alguien muy preciado para ti se encuentra en la misma situación que tu madre?

La pregunta lo extrañó. ¿Qué haría si alguien que amara tuviera una enfermedad incurable?.

- No lo resistiría – contestó sin titubear – preferiría no tener nada que ver con esa persona… yo… no podría.

- Ya veo. – hubo un nuevo silencio – Bien. Pienso que deberías disculparte con tu padre.

- ¡¿Qué?! – chilló el ojiverde, indignado – ¡¿Estás de su lado?!

- Sí. Fuiste un inmaduro y estoy seguro que muy dentro de ti, también lo sabes. Eren… – comenzó con una voz calmada y reconfortante, pero, por alguna razón, con un dejo de melancolía – Tu madre murió hace más de 8 años, es normal que en algún punto de su vida, él quisiera encontrar otra pareja. No puedes exigirle que le sea fiel a un cadáver.

Afonía.

No, él no acababa de llamar a su madre…

No.

No.

¡NO!

- ¡¿Cómo puedes ser tan frío al respecto?! – empezó a gritar – ¡¿Quién mierdas te dio el derecho de referirme a mamá de esa forma?!

- Eren…

- ¡No!, ¿sabes qué? Fui un idiota, no debí haberte hablado.

- ¡Eren!

Por más que el abogado trataba de abrirse paso en medio de sus griteríos, Eren no podía detenerse. Realmente no podía.

- ¡No, claro que no! ¡¿Por qué recurrí al bastardo insensible al que le valen mierda las personas?! – realmente no pensaba eso de Levi, pero las palabras brotaban en borbotones incontrolables, llenos de veneno, negación y rencor – Vamos, es decir, tienes el corazón de piedra, es tu trabajo. ¡Fui un completo tarado al hablarte a ti de entre todas las personas!

- …

- Debí suponer que no me entenderías, tú, un maldito huérfano que ha sobrevivido usando a los demás, que jamás tuvo una familia real.

- ¡Cállate!

Sabía que lo estaba lastimando, que estaba siendo injusto y cometiendo la mayor sandez de la vida, pero…cuando estaba en el estado en el que se encontraba, nadie podía pararlo…

- ¡No, no voy a callarme! ¿Sabes? En serio creí que teníamos esta conexión… – la voz le tembló. No podía estar a punto de decirlo eso a Levi – …que tú podrías comprender como me siento, pero no, ¡NO! Te pones del lado del cretino de mi padre. ¡¿Cómo no la vi venir?! Si entre viejos se entienden, ¿no? Era obvio que lo apoyarías a él en vez de a mí. ¡Ugh! Te od–

- ¡CIERRA EL HOCICO, EREN!

Aquel grito le robó el habla. Salió gutural, ronco... dolido.

¿Por qué tenía que cagarla? ¿Y por qué con Levi?

- No sabes nada acerca de la vida. – continuó el otro, ignorando la repentina mudez de parte de Eren – ¿Te las quieres dar de experto? Bien, ¿qué sabes de tu padre? ¿alguna vez has tratado de entenderlo? ¿siquiera le preguntaste qué sintió después de que murió tu madre? ¿Algo? ¿Has mostrado algún interés por él, siquiera por gratitud? No, ¿verdad?

Afonía.

Dolor en el pecho.

- Tú–

- No. – lo cortó directo – No quiero más mierda de mocoso malcriado. ¿Sabes qué, niño? antes de estar hablando tanta basura de tu padre, dándote aires de experto en la vida cuando aún ni te sacas los pañales, deberías sentarte frente a él, conversar y averiguar sus motivos para querer casarse con esa mujer.

- No…

La voz le salió en apenas un murmuro imperceptible, pero al parecer Levi lo oyó.

- ¿Por qué? ¿Tienes miedo? ¿Miedo de que realmente sea una buena persona y haga feliz a tu padre? ¡¿Por qué, Eren?!

- No, cállate, no pienso–

- Bien. Entonces no tengo nada más que hablar contigo.

- ¿Qué?

- Madura un poco.

- No puedes estar hab–

Y no pudo acabar. La línea se cortó. Y Eren quedó sólo, tirado en el piso, el celular en la oreja, la palabra en la boca y el corazón herido.


Un mes.

Un mes desde la pelea con Levi.

Un mes desde la noticia de su padre.

Un mes. Treinta días.

Treinta días sin Levi.


Para comienzos de Diciembre, Eren había aprendido tres cosas:

Primero, que la novia de su padre era una buena persona.

Segundo, que si te esmeras lo suficiente, tus esfuerzos rendirán fruto.

Tercero, estaba enamorado de Levi.


Al poco tiempo de que Levi cortara, su hermana apareció.

Discutieron, ella también estaba de parte de Grisha.

Acabó cogiendo un par de ropas, metiéndolas en una mochila y largándose.

Decidió no ir donde Armin, él trataría de hacerlo razonar y aún estaba demasiado molesto, herido e irascible como para ello, así que en vez, recurrió a Jean.

Jean – o el cara de caballo, como le gustaba llamarlo – accedió después de un par de insultos. Su relación era así, de odio-cariño.

Aquella noche, en ese incómodo sofá, rodeado de fornitura extraña, fue la primera vez que lloró por Levi.

Lo dejó salir todo, sin tapujos o restricciones. Sabía que si Jean lo escuchaba, igual se haría el loco. Él no era como Armin o Mikasa, quienes tratarían de consolarlo. Y eso, precisamente, era lo que le agradaba de Jean.

Lloró y lloró. Por lo que dijo y por lo que le dijeron. Por tener que ser tan inmaduro y él ser tan juicioso. Lo sacó todo hasta que en algún punto, cayó inconsciente.

A la mañana siguiente, se levantó tempano y decidió saltar clases e ir a visitar la tumba de su madre.

Sabía que no era la fecha exacta del aniversario, pero lo más probable era que Mikasa y Grisha estuvieran allí al otro día, así que realizar su visita un poco más pronto de lo usual le pareció lo más factible.

Cuando llegó al cementerio, el cielo estaba gris, sin nubarrones de lluvia pero lo suficientemente decolorado como para poner triste a cualquiera.

Con Eren fue lo contrario.

Aquella mañana – y parte de la tarde – la pasó sentado frente a la lápida de su querida madre, contándole todo. Todo. Desde su ingreso a la preparatoria, hasta su último año y su ingreso a la universidad. Le habló de Mikasa, de Armin, de sus otros amigos, de su padre y cómo había seguido adelante, incluso de esta mujer que pretendía ocupar su lugar aunque apenas la conocía de vista. Y ya finalizando, como guardándolo para el cierre, le habló de Levi.

Para cuando terminó su relato, el cielo estaba más despejado y su mente más clara.

Sonrió con melancolía y se puso de pie. Susurró un leve "gracias" y abandonó el lugar.

Una semana después, dejaba la casa de Jean, diciéndole que "le debía una" y retornaba a su hogar, a enfrentar a su padre.

Las cosas no fueron fáciles. La conversación con su padre duró un día entero. Ambos faltaron tanto al trabajo como a la U y se sentaron para discutir. Hubieron lágrimas y gritos de por medio. Mikasa los dejó ser y se mantuvo al margen, pero al final, las cosas se arreglaron y Eren dio el visto bueno a la relación de su padre con esta nueva mujer.

Al fin estaba acabando la tormenta…

Su situación en la universidad fue un poquitín más difícil. No tenía excusa para haber faltado tanto y haber descuidado sus presentaciones y tareas. Le costó mucho esfuerzo y sudor el salvar el semestre, pero lo logró.

Ruegos por aquí, ruegos por allá, la cuestión es que logró aprobar sus materias.

Con esos asuntos ya resueltos, un poco de paz se sintió en la casa Jaeger.

Pero claro, aún sobraba el asunto principal…

Acabado oficialmente el semestre, un 28 de noviembre, Eren, Armin y Mikasa se reunieron, no para celebrar el haber sobrevivido a todo un año en la universidad, sino para hablar de Levi.

Porque… Eren moría por volver a hablar con Levi.

Les contó la pelea con detalles. Cómo había iniciado, qué había dicho y las palabras, grabadas a fuego en su memoria, que Levi le había respondido.

Sabía que había actuado como un niñato inmaduro y que el abogado tenía todo el derecho de la vida para haberse molestado, y ahora… ahora sólo quería saber cómo acercarse a él nuevamente, porque… dolía. Dolía demasiado. Se sentía vacío, incompleto, devastado.

No sabía en qué momento, pero Levi se había convertido en una droga para él, y ahora era un adicto sin su dosis. Y si había sobrevivido treinta días sin él era por el mero hecho de que, si lo lograba, si se superaba y hacía las cosas bien, podría volver a buscarlo.

Cada agónico día de esfuerzo, cada mortífera semana llena de trabajos y escasas horas de sueño, todo el mes, sin exceptuar hora, minuto o segundo, pensó en él. En Levi.

Y todo esto lo dijo a Mikasa y Armin, quienes escucharon atentos y en silencio.

"Pero… ¿qué es lo que extrañas exactamente?" – había preguntado Armin.

Y, ¿qué era?

Todo.

Simplemente todo.

"Ni siquiera sabes cómo es físicamente." – había replicado Mikasa.

¿Y qué importa?

¿Amas a una persona por su aspecto? No. Lo amas por lo que es, por cómo es; por lo que piensa, por lo que dice, por lo que le gusta y le disgusta. Por cómo se comporta contigo, por cómo se comporta con otros. Por lo que sabe y por lo que planea; por su fuerza e inteligencia, por sus debilidades y sus ignorancias. Por sus virtudes y templanza, por sus defectos e imprudencias. Por lo espontáneo y lo monótono. Por ser simplemente… él.

"¿Y si todo es una mentira?"

No, no lo es. Si de algo estaba seguro Eren Jaeger era que Levi no era una mentira.

"¿Cómo puedes saberlo?"

Eren sólo llevó una mano al pecho y murmuró un casi silencioso:

- Porque lo siento.


EJ: "Hey, anciano."

Levi: "Hey, mocoso."

EJ: "Escucha… yo, realmente lo siento."

Levi: "Te tomaste tu tiempo, ¿eh, niño?"

EJ: "Lo bueno siempre se hace esperar. ;)"

Levi: "Mocoso de mierda."


Como si nunca hubiera sucedido, la pelea fue rápidamente dejada en el pasado y su relación, rara y estrecha como era, volvió desde donde la dejaron.

Bueno, no del todo…

Hubo ciertos progresos.

La continua insistencia de Mikasa en cuanto a que consiguiera una foto de Levi lo llevó a que, muy bochornosamente, exponiéndose a ser burlado y atacado por el mordaz sarcasmo del abogado, una noche cercana al comienzo de la semana navideña, sacara el tema a colación.

La verdad lo había pensado desde hace muchísimo tiempo atrás, pero simplemente no podía. No encontraba el valor o las palabras apropiadas para realizar su petición.

Hasta esa noche…

EJ: "Levi, mándame una foto tuya."

Directo y al grano es mejor, ¿no?

Uno, dos, tres, cuatro… cinco. Cinco minutos y no recibía respuesta.

¿La había cagado de nuevo?

Levi: "Sólo tardaste año y medio en pedirlo. Wow, ha de ser todo un record."

¿En serio?

¡¿Era en serio?!

EJ: "Estabas esperando a que yo lo pidiera?!"

Levi: "Sí."

EJ: "No puedes ser tan hijo de puta."

Levi: "Adivina. Lo soy."

Eren quiso matarse. No, no. Mejor matar a Levi.

Agarró una almohada y la estranguló, descargando toda su rabia acumulada en la pobre cabecera hasta romperla. Para cuando las plumas estuvieron regadas en toda su habitación, volvió a coger el móvil. Tenía un nuevo mensaje.

Levi: "A cambio quiero una foto tuya también."

EJ: "Trato."

Inmediatamente buscó su laptop, revisando todas sus carpetas con fotos, buscando en la que saliera más presentable.

Muy despeinado. Ropa sucia. Acné. Mucha gente. Mal perfil. Bizco. Despeinado. Cara boba. Muy gay.

Nada.

Después de checar las más de cien fotos que tenía guardadas, ninguna acabó por convencerle.

Bufó frustrado. ¿Qué iba a hacer ahora?

Tomó el celular. Dos mensajes.

Levi: "No pienso sacarme una foto, de hecho jamás me he tomado una "selfie", pero Hanji se ha encargado de cogerme desprevenido un par de ocasiones. Búscala en Facebook, agrégala y checa sus álbum."

Levi: "Hanji Mad Scientist Zoe."

Ok, eso lo sorprendió un poco.

Y se abofeteó mentalmente por ello.

Desde que Hanji le había hablado en Whatsapp hace casi un año atrás, habían mantenido una comunicación esporádica más o menos decente, sin embargo, por algún estúpido motivo de su parte, jamás la había agregado en Facebook.

Aunque, él no usaba mucho su Facebook…

Gruñendo y sacudiéndose los autoinsultos, rápidamente entró en la red social y buscó a la doctora.

La encontró enseguida.

La agregó y al segundo siguiente, ya estaba aceptada su solicitud.

- Bueno, supongo que Levi le avisó. – se dijo a sí mismo.

Entró a su perfil y… se detuvo. Comenzó a hiperventilar.

¡Oh, Margot!, ¡Oh, Margot!, ¡OH, MARGOT!.

Iba a ver a Levi por primera vez.

IBA A VER A LEVI POR PRIMERA VEZ.

Con la mano temblándole como si tuviera Parkinson, dirigió la flechita hasta la sección de fotos y le dio clic.

Cerró los ojos casi instantáneamente, buscando en la oscuridad la fuerza para lo que venía.

Inhaló y exhaló.

Los abrió igual de rápido que como los cerró. Y, le dio por autoreflejo al primer álbum en la lista.

Se le secó la garganta y se le aguaron los ojos.

Al fin… al fin veía a Levi.

La foto era bastante sencilla, una zona silvestre, llena de árboles y un pequeño riachuelo en el fondo; Hanji abrazando a un dios griego.

Ok, no. Pero muy similar.

Levi era todo lo que él imaginó y más. Su cuerpo pequeño pero contundente se encontraba enmarcado por una camiseta negra deportiva, bastante pegada pues delineaba los abdominales bien definidos de su estómago. Su cabello, negro como la noche, con un corte muy militarista y la contraparte rebelde caía, húmedo al parecer, pegándosele en la parte de las sienes. Su rostro, cincelado en mármol blanco y puro no denotaba ninguna muestra de vejez, salvo quizás las pequeñas arrugas que se remarcaban con aquel ceño fruncido. Finalmente, sus ojos. Joder. La calidad de la fotografía era tan buena – alabado sea Buda, Alá o Jesucristo por ello – que aquellos orbes, grises azulado, como el mar enfurecido en una tormenta de verano, te taladraban hasta ver debajo de tu coraza, colándose, abriéndose paso a la fuerza dentro de tu retina, perpetrándote y guardándose en tu memoria a largo plazo sin pedirte permiso.

No había forma de que olvide esos ojos nunca.

Continuó pasando las fotos. Era un paseo entre amigos al parecer, quizás unas pequeñas vacaciones en grupo. Logró identificar a Hanji y Erwin – quienes eran de quien más hablaba Levi – y conoció caras nuevas, como una adorable castaña claro de ojos color miel, un tío con cara de mono y cabeza de cebolla, un rubio de apariencia amable y pelo largo amarrado y un feo con f de foca con cabello rubio ceniza y un corte muy mala imitación del de Levi.

Cuando vio todas las fotos, al menos tres veces cada una, migró al siguiente álbum.

Gracias Hanji por tomar fotos de todo y todos.

Para su décimo tercer álbum, el celular vibró.

Levi: "Y morí de vejez esperando tu foto."

¡Mierda! ¡La foto!

Pero… un segundo… ¿cómo se la iba a mandar?

EJ: "Cómo te la hago llegar?"

Levi: "No lo sé. Acepto sugerencias."

Bueno, podía pasarle una a Hanji y que ella se la muestre, pero…

Levi dijo una foto. Él ya había visto, al menos, cincuenta.

¿Ups?

EJ: "Dile a Hanji que te deje usar su fb y métete a mi perfil. Tengo varias, escoge en la que salga más sexy. ;)"

Levi: "Dudo que sexy y tú vayan en la misma oración, pero da igual, le hablaré a Hanji."


Cuando Eren llegó al vigésimo álbum, titulado "Playa", su pene latió con anticipación.

Esa noche fue la primera vez en la que Eren se tocó pensando en Levi.


Nuevamente navidad y año nuevo pasaron volando.

Eren llamó a Levi para el 25 y Levi llamó a Eren para el 30. La vida seguía su curso normal.

Bueno, no para Eren.

Conforme pasaban los meses, Eren sentía que sus sentimientos por Levi sólo florecían más y más, llegando al punto en el que su pecho era un jardín de flores. Flores que le oprimían la caja toráxica y le alteraban la circulación sanguínea, haciendo subir su presión a niveles increíbles cuando llegaba la noche e intercambiaba mensajes con Levi.

No sabía cuánto más iba a aguantar así.

Después del incidente de las fotos, al castaño se le dificultó un tanto el hablar con el abogado. Sentía vergüenza por su impulso carnal y cada vez que algún chiste o insinuación de esa índole surgía entre sus charlas, su rostro se teñía de rojo y escribía puras estupideces, tratando a toda costa de desviar el tema.

Levi lo notó – cuándo no, el señor lector de personas – y cuando le preguntó el porqué, el joven no tuvo más remedio que mentir y decir que le incomodaba ser acosado sexualmente, así fuera en broma.

Levi lo molestó aún más con frases doble sentido.


Con el arribo de finales de marzo, etapa previa de inicio de parciales, Eren se dio un tiempo libre para pensar en Levi.

No es que no pensara en él antes – de hecho era como un 24/7 de Levi, Levi, Levi – pero últimamente… no bastaba.

Y no hablaba necesariamente del tiempo…

Después de hablar al respecto de sus sentimientos con Armin y Mikasa, los chicos lo habían puesto en una "fase de prueba". Habían dejado pasar los meses, diciendo que si el sentimiento persistía, se lo hiciera saber a Levi.

Honestamente, ellos pensaban que no se trataba más que de un mero encaprichamiento con "el hombre misterioso", y que, conforme Eren siguiera con su vida, esos raros sentires se opacarían y acabarían en el olvido como la mayoría de las cosas que no tenían futuro.

"Es sólo el proceso natural de ese tipo de relaciones." – había dicho su hermana.

El problema vino cuando, los meses pasaron y ese "enamoramiento platónico y pasajero" no hizo sino intensificarse, al punto tal que no dejaba a Eren respirar en paz.

Si antes sentía que tenía flores en el pecho, ahora se trataban de rosas, y bastante espinosas. Rosas que le punzaban el corazón con cada día que pasaba y leía un "Buenas noches" y tenía que morderse la mano para no responder con un "Te amo."

Cuando volvió a recurrir a sus amigos para contarles que la fase de prueba había tenido resultados negativos (aunque él los sentía como positivos), Armin fue el único que, de hecho, apoyó sus sentimientos.

Mikasa, como cualquier hermana sobreprotectora, había aducido todo a una mera confusión, sino un lavado de cerebro, y, como una madre en negación de que su pequeño está creciendo, había rehuido a la charla, excusándose en deberes universitarios.

Eren se sintió triste.

Armin, sin embargo, se quedó hasta que "Tornado Mikasa" desapareció de vista, y con infinita sabiduría y voz solemne, soltó la bomba que marcaría el inicio del final.

"¿Por qué no simplemente te confiesas?" - había dicho.

Claro, tan fácil para él. Él no sabía lo que Eren experimentaba cada día. Él no sentía las corrientes eléctricas en todo su cuerpo cada vez que su bolsillo vibraba. Él no sentía la sofocación repentina y posterior hiperventilación del primer hola. Él no sentía los mini ataques cardiacos y súbito calor en las mejillas de los coqueteos camuflados. Él no sentía el dolor en el diafragma de los ataques de risa por los chistes de caca. Y, en definitiva, él no sentía el profundo vacío y desasosiego del adiós.

No era tan sencillo como ir y mandarle un mensaje diciendo "Hey, ¿sabes qué? Me he dado cuenta de que te amo."

¡No!

Había que redactarlo mejor...


Un sábado 15 de abril, acaeció.

Eran aproximadamente las diez de la noche, justo la hora en donde Levi mandaba su primer mensaje los fines de semana, pero antes de que eso sucediera, el castaño cogió el móvil y discó el conocido número de memoria.

Levi contestó al cuarto timbrazo.

- Mocoso – sonó la sexy y ronca voz de su abogado – más te vale que sea urgente, estaba a punto d–

- Te amo.

... Continuará…

.

.

.

ACLARACIONES:

· Mikasa es hermana biológica de Eren, por lo que no se apellida Ackerman ni antes ni ahora. (Relevante para el segundo capítulo).

· Aquí donde vivo, en secundaria y preparatoria la materia se llama "matemáticas", y aunque si se pasa álgebra y cálculo básicos, el nombre del ramo en sí, es mate.

· Esta es sólo la primera parte y la próxima será posteada antes de que inicie nuevo semestre (inicio el 5 de agosto).

NOTAS DE LA NATA:

Al comienzo pensé que eran 144 caracteres, pero luego me dijeron cofcofDinacofcof que eran 160 :D (espero esté en lo correcto).

Esta historia la tenía pensada desde hace meses atrás y jamás había pasado del preludio (la parte en cursiva del inicio), pero en un ataque de "YOLO", la escribí.

A quienes están esperando MIR [Mi inocente redtuber (duh)], se los traeré pronto, prontito. Ai promis. Si leen Leche Condensada o Dreaming with Touching you…. Ya es otro cuento…

No me dejen nunca, chiquitas, mami las ama D;