¡ANTES! de que empiecen a echar tierra y pestes, las advertencias: Este fic fue realizado por RutLance -CrystalFairy, Hetalia y otros detalles no son míos ni me interesan, solamente publico con la aprobación y consentimiento de la autora. No gano nada excepto pasar un rato más en la pc haciendo esto (en lugar de escribir xD) ¿Dudas? Las haré llegar a la autora. El crédito de esta historia no es en absoluto mío.

RutLance-CrystalFairy, presente: ¡Hola a todos! :3 ¿Cómo están? Espero que no tengan un mal clima por allá, acá hace frío y está lloviendo. En fin. :I

Ahora, los reviewses:

~*~Yukikitsune: Bueno, aún faltará mucho para poder comprender lo qué pasa. Sobre lo de Iria hecha taco, sí, sí lo es. x3 Gracias por el review. :D

~*~Teffy Uzumaki: ¡Muchas gracias por el review! :D Y pues, sí, es una situación con la qué uno qué queda picado, en especial porqué se desconocen las causas, ¿verdad? Bien, espero qué con este capítulo se sepa sólo un poquito más. :3

~*~Tamat: Creéme, no es lo más fuerte qué he escrito. La mayoría de mis fics de South Park trataban de temas sumamente fuertes y polémicos, un ejemplo es "Joke" :I No te preocupes, así como la vida misma, este fic tendrá un poquito de todo, o al menos lo intentaré. Gracias por el review y nos vemos. n_n

~*~The Pierrot: Para empezar, me impresionó qué me llegase un review tuyo, realmente no me lo esperaba, y mira qué tu fic me gustó mucho, y comprendo qué no puedas actualizar, me estoy desviando del tema. Con respecto a los OC de México, pues a mí no me importa en absoluto si es hombre o mujer; uno, dos, tres o hasta cinco, como los nuestros; sino qué esté bien estructurado y que la trama del fanfic esté bien hecha, eso es todo lo qué pido. Al contrario, gracias a ti por tomarte el tiempo de leerlo y hasta de dejarnos un review. :3 Gracias.

~*~Mich Gmez: Ok, ok, tranquila, aquí está la continuación. Es verdad qué es algo muy cruel lo qué le ha pasado a Chema, pero como todo, tiene una razón. :I Gracias por el review. n.n

Este capítulo estará narrado en primera persona, les aviso para que no esperen la gran cosa. :I

En fin, disfruten el capítulo. u.u


Fugaz.

Capítulo 2: Soledad.

Ah. Hola. ¿Cómo estás? ¿No quieres hacerme compañía? Anda, siéntate conmigo por un momento, tal vez hasta qué acabe el día.

Mira el cielo, se ve tan hermoso, ¿no lo crees? No te importa, ¿cierto? No, no estoy seguro qué te importara, a menos qué estuviera lloviendo. Entonces correríamos los dos, bueno, al menos tú, a mí no me importaría mojarme hasta los huesos.

Estoy triste. ¿Quieres saber porqué? Lo extraño, lo extraño y no puedo hacer mucho al respecto. ¿De quién estoy hablando? Oh, es cierto. Tú no lo conoces. Entonces, empecemos por ahí. O mejor, empecemos por presentarme.

Soy Heracles Karpusi, y gracias a qué mi papá es una persona de renombre entre la sociedad, tengo una vida acomodada. Sí, puedes decir qué eso me ha convertido en un parásito, pero no es así.Desde qué tengo memoria, le he permitido qué hiciese de mi vida lo qué mejor le pareciera, y como soy su único hijo, soy su única oportunidad de poder jactarse de dejar un legado en este mundo.

Al principio, le dejé decidir qué sería de mí: sus gustos, sus preferencias, y hasta el modo de conducirme ante los demás. Era cómodo, ya que no tenía más qué hacer que obedecer, y era sencillo. No debía preocuparme por otra cosa, que no fuera tener contento a mi padre. Estudio, reuniones sociales, juntas con maestros y tutores, todo lo qué él quisiera y creyera qué era lo mejor.

Pero al llegar a la pubertad, empecé a ver las cosas de manera no sólo diferente, sino desde otro punto de vista. Me dí cuenta de qué nada de eso era lo qué yo quería. ¿Porqué tenía qué convertirme en una copia exacta de mi padre? Poco a poco, comencé a perder todo aquéllo en lo qué mi papá había invertido tanto. Pero era mi madre, quién a solas, y tras una discusión, me rogaba qué tuviera paciencia, y comprendiera qué eso que hacía mi padre, era por mi propio bien. Y ante sus palabras, debía agachar la mirada y resignarme a cumplir sus caprichos.

Justo cuando creía qué ya no podría más con todo eso, apareció él. Era el hijo del mejor socio de mi padre, y por lo tanto, alguien de mi misma altura, calaña, educación. Pensé qué sería uno más de aquéllos engreídos, qué no piensan más qué pasar todo el día detrás de un escritorio, pero me equivoqué, porqué era igual a mí.

Nuestra amistad se formó con rapidez, qué quién no nos conociera, pensaría qué pasamos toda nuestra vida juntos. Nos contábamos todo, sin guardar secretos uno del otro, e incluso, pasábamos gran parte del día en la casa del qué fuese el anfitrión. La fortuna nos sonrió al permitir qué nuestros padres nos inscribieran en la misma preparatoria, y eso hacía mis días menos insoportables porqué estábamos juntos.

Fue en las vacaciones del verano pasado, cuando descubrimos qué entre nosotros había algo más qué simple amistad. Nos entregamos, sin prisas porqué teníamos tiempo, sin trabas porqué éramos libres, y de una manera u otra, comprendíamos qué no podíamos estar sin la presencia del otro. Reíamos, y nuestros besos eran mucho más dulces, por la pureza con la qué nos los dábamos. No hacía falta decir nada, porqué en nuestro silencio nos decíamos todo, y todo era perfecto. Comenzaba a soñar y creer qué algún día, llegada nuestra mayoría de edad, nos iríamos lejos, encontrando trabajos modestos y hasta un lugar al cuál llamar hogar. Un sitio donde nada ni nadie nos separaría, hasta llegar a la vejez y burlarnos de todo aquéllo qué consideraríamos absurdo a esa edad, nuestras locuras de juventud.

Pensé qué así sería, la verdad qué sí. Me rompió el corazón verlo llegar una tarde en nuestro sitio favorito, llorando desconsoladamente, y decirme qué sus padres habían tomado la decisión de inscribirlo en otra preparatoria. Lo qué significaba qué el último año no lo pasaríamos juntos. Me hice el fuerte, y lo consolé, diciendo qué no importaba, qué teníamos mil maneras de no sólo pasar el tiempo juntos, sino de mantenernos comunicados por medio de mensajes y llamadas. Logré secar su llanto y me sonrió, diciendo qué era un tonto por pensar qué algo así podría separarnos. Lo besé con ternura, abrazándolo y prometer, qué ocurriera lo qué ocurriera, nada nos iba a separar, nada. Pero ya lo extrañaba, tanto, al grado de qué al momento de hacer el amor, se sentía tan diferente, como si fuera la última vez en la vida en qué nos volveríamos a ver. Y era así como lo sentíamos, cada uno de los días de este verano.

Hoy es el primer día de clases del nuevo curso, y no quiero entrar al salón de clases. No quiero llegar, asomarme adentro y esperar encontrarlo sentado en uno de los pupitres, aguardando mi presencia. No puedo enfrentar a la realidad, una qué me dice que las cosas retroceden, en vez de avanzar. Por eso, busqué el árbol más grande qué encontré y me senté a su sombra, a esperar qué se termine el día. Ya mañana entraré. Por hoy, sólo quiero estar aquí, solo. No, no solo, porqué tú me estás haciendo compañía.

.~.~.~.~.~.

De nueva cuenta se había oído la campana, indicando el inicio de otra hora de clase. Heracles, con pesadez, giró la cabeza, dirigiendo su mirada al edificio escolar más cercano. Suspiró, cerrando sus verdes ojos, cubriéndolos con una mano...

- Quedémonos aquí, hasta qué terminen las clases, o hasta qué caiga la noche y alguien venga a buscarme.- Se volvió para mirarlo, diciendo con voz cansada.- ¿Qué opinas?-

Se trepó hasta su pecho, se acomodó y terminó enroscándose, ronroneando cada vez qué sentía su mano acariciar su pelaje...

- Meow.- Maulló el gato, antes de echarse a dormir.

Continuará...